Sobre el llamado a la unidad y el Frente de Izquierda

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En las últimas semanas nos encontramos ante la presencia de una serie de ataques cruzados entre los diferentes grupos que componen el FIT-U, tanto en Salta como a nivel nacional, al mismo tiempo que pregonan la idea de la unidad de la izquierda.

Por un lado, vemos la “delimitación política” que intenta hacer Política Obrera o Partido Obrero Tendencia con el PO oficial y el PTS.

Por el otro lado, la dirección nacional del PTS convoca a: “todas las fuerzas de la izquierda clasista y socialista a unirse para crear una potente alianza frente al próximo proceso electoral nacional”, y sigue: “Hacemos un llamado a las fuerzas que ya integran el Frente de Izquierda y de Trabajadores –Unidad- y a las demás organizaciones de izquierda: Autodeterminación y Libertad, Nuevo MAS y Política Obrera.” (La Izquierda Diario, 15 de junio 2021)

Resulta paradójico que una fuerza del FIT-U convoque a las organizaciones de su propio frente a potenciar la unidad de la izquierda. Pero igualmente, esta convocatoria a la unidad de toda la izquierda, es similar a la que hizo el PTS hace dos años atrás, cuando llamó a poner en pie un “partido único de toda la izquierda”. Estamos de acuerdo con esta convocatoria pero en boca del PTS parece más una postura como los campeones que “luchan por la unidad” que un genuino convencimiento de esta necesidad de forjar la unidad sobre la base de un debate leal, de lo que realmente necesitan las masas y su vanguardia; aplicando las mejores tácticas -entre ellas la electoral- sin oportunismos y defendiendo la Revolución Socialista y un Gobierno de los Trabajadores, única estrategia para derrocar al capitalismo y defender la vida de las mayorías.

La unidad es imprescindible en las calles, en las barriadas, en las fábricas y empresas, en los colegios y universidades, junto a los obreros y obreras, juntos a los jóvenes que aún no nos ven como una alternativa real y siguen viendo al Frente de Todos como una salida a la crisis, es esta unidad la que debemos construir -golpear juntos y marchar separados-, ubicando en su debida proporción la táctica electoral. 

La táctica electoral, por lo tanto, no debe transformarse en la estrategia, no debe estar invertida esta ecuación. La táctica electoral no debe ser el inicio y el fin de la actividad política de una organización revolucionaria que se plantee la transformación radical de la sociedad, por eso, las elecciones y el trabajo parlamentario son auxiliares de una política revolucionaria, quedando subsumidas a la dirección política de la organización y en una relación indisoluble con sectores cada vez más amplios desilusionados con el régimen. 

Llama la atención que en la misma convocatoria del PTS planteen que: “Queremos ir juntos a la batalla política por conquistar nuevas bancas parlamentarias que han demostrado que en manos de la izquierda son instrumentos de lucha y de denuncia del régimen. Una unidad de toda la izquierda clasista y socialista para estas elecciones no sólo será una novedad en el escenario político, sino un salto en la construcción de una referencia política que despierte el entusiasmo de cientos de miles que buscan una salida a la crisis favorable a los intereses populares.”

La intención de dar batalla política para conquistar nuevos escaños, en sí misma no está mal, por el contrario, mientras se obtengan más tribunos para el trabajo revolucionario, mejor.

Pero, los reformistas, los centristas y las sectas suponen que la tribuna parlamentaria en si misma pueden resolver los problemas de las masas de salud, ocupación, y educación, por lo tanto, no la utilizan como un verdadero instrumento de lucha y organización entre las masas, para construir entre los trabajadores una gran movilización contra las instituciones que gobiernan. 

Entonces quedan enredados en los cientos de obstáculos de procedimiento en el parlamento, destinados a evitar que los revolucionarios puedan utilizar la Cámara Baja para presentar algún proyecto que beneficie a las masas o a los propósitos revolucionarios de movilizar a los explotados contra el régimen político.

Por ejemplo, apoyamos la iniciativa del proyecto de los tribunos del FIT-U que declaraban de utilidad pública (es decir, administración y ocupación temporaria) al laboratorio mAbxience de la localidad de Garín. El laboratorio en cuestión produce el principio activo de la vacuna AstraZeneca que se exporta a México para su envasado y fraccionamiento. Pero este proyecto debería estar en sintonía con la exigencia de la expropiación del conjunto de laboratorios sin indemnización, denunciando el carácter parasitario y rentista del conjunto de laboratorios y farmacéuticas del país, la injerencia de los bancos en la salud como mercancía y el papel del empresariado en la propagación del COVID-19 en las fábricas ante la falta de cuidados y protocolos; haciendo un llamamiento a todos los trabajadores y trabajadoras ocupados y desocupados, a los médicos, enfermeras, etc. a construir un vasto movimiento para imponer la expropiación de los grandes empresarios de la salud, los complejos sanatoriales y farmacéuticas para ponerlos bajo control de sus trabajadores. 

Incluso los tribunos del FIT-U podrían haber planteado la utilidad pública y que el Estado reoriente la producción de todos los laboratorios y farmacéuticas del país para garantizar la vacunación de toda la población. Seguramente, no hubiera tenido eco en el gobierno, pero hubiera posibilitado la agitación, organización y movilización de amplios sectores en la perspectiva de expropiación como mencionamos en el párrafo anterior. 

El acto del FIT-U en la puerta del laboratorio mAbxience presentando el proyecto de ley para declararlo de utilidad pública hubiera sido una buena oportunidad para convocar a marchar al parlamento para exigir la expropiación de mAbxience y de esta manera poner en práctica la concepción de los bolcheviques de combinar del trabajo en el parlamento y en el terreno de las masas.

Si se hace un acto en la puerta de fábrica, los diputados de izquierda tienen la posibilidad de forjar un discurso de neto corte revolucionario, llamando a organizarse en las fábricas y empresas para generar un vasto movimiento que imponga a las patronales el debido cuidado y la masividad de la vacunación señalando la inviabilidad de cualquier solución seria a los grandes problemas nacionales dentro del marco del parlamento y la propiedad privada de los medios de producción. Lo que no podemos decir en el ámbito hostil del parlamento, lo decimos afuera.

En la misma convocatoria a la unidad, los compañeros del PTS sostienen que: “Hay que romper con el rutinarismo y sectarismo que existe en sectores de la izquierda.” Llama la atención esta frase ya que, si no mediara la política hacia las elecciones al parlamento como eje central de la construcción de una alternativa, la vida de la izquierda recorrería otros aspectos de cualquier organización revolucionaria, lejos de la rutina.

Entendemos que el trabajo parlamentario puede generar una cierta rutina que “aplaste” la vida de la organización. Aunque es verdad, que el FIT-U está en las luchas, su perspectiva política limitada al plano electoral y nacional también contribuyen a esta rutina.

Es verdad, que el PTS dentro del FIT-U es el que más escribe sobre la situación internacional y la construcción de grupos en otros países, pero como el resto del Frente llaman a integrarlo, en clave de una federación de partidos y no como una organización que se construye sobre la tradición bolchevique y el Centralismo Democrático.  

Para nosotros, un Partido Revolucionario vive dos momentos en su construcción: un primer momento, la formación del primer grupo, ganar a los primeros diez, cien, trescientos camaradas, forjados en los métodos, tradiciones y programa del marxismo revolucionario -sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria-, un segundo momento, que resulta el más difícil, la conquista de los trabajadores y su vanguardia. 

En cualquiera de los momentos de la construcción, la formación en la teoría, en el marxismo revolucionario, supone en general, pero aún más -en la época actual de “revolución y contrarrevolución”- la formación, desarrollo de la teoría, orientación e intervención en la lucha de clases; mantener los principios revolucionarios y ser flexibles en las tácticas. Es decir, aplicar la táctica del frente único, estableciendo un diálogo con los sectores de la clase obrera y su vanguardia que aún no nos ven como una alternativa. Es verdad que la izquierda, y así lo reivindicamos, en general acompaña y participa activamente en los conflictos obreros y barriales. Pero esto no alcanza para la conquista de la clase y su vanguardia. 

Entonces, la ecuación de teoría e intervención, es la que permite forjar un partido revolucionario sin rutina ni sectarismos.

Un refrito que se repite por años:
El centrismo como parte orgánica del FIT-U y sus integrantes

Los debates que tenemos por delante no son nuevos, lamentablemente llevan años y son cada vez más constantes, y se dan “casualmente” cada dos años cuando se producen las elecciones ya sea de medio tiempo o presidenciales. 

Leímos en más de un documento de la pluma de Jorge Altamira, Marcelo Ramal, Christian Castillo, Nicolás Del Caño, Myriam Bregman o Manuela Castañeira, acusaciones por haber claudicado ante tal o cual hecho de la lucha de clases, haber entrado en un procesos de descomposición ante las elecciones, por haber degenerado ante el régimen interno de partido, etc., etc., mostrando que la “unidad” hasta aquí construida por estos dirigentes es meramente electoralista.

En este contexto, la convocatoria a la unidad del PTS -que tan solo imita viejas convocatorias- suena más a un intento de cohesionar a sus bases que a un verdadero debate que ponga como eje una política superadora del FIT-U y del resto de los grupos de la izquierda, con el objetivo de ir por más diputados al Congreso. Seguramente, la delimitación política del PO Tendencia con el PO Oficial y el resto de los grupos que componen el FIT-U, generó una serie de debates al interior del FIT-U de los cuales muchas de las críticas fueron acertadas; pero lamentablemente el PO Tendencia giró nuevamente a una política frenéticamente electoral negando el efímero momento de crítica y autocrítica que tuvieron cuando fueron “expulsados” del PO Oficial.

¿Por qué decimos centrismo del FIT-U? Porque sus integrantes, ya sea por separado o en unidad oscilan entre cierta verborragia que raya el cretinismo parlamentario y consignas correctas. Combinan la carrera por ganar más bancas en el parlamento al mismo tiempo que rebajan el programa que hizo posible la constitución del FIT en 2011. 

Pueden argumentar que es necesario adaptar el programa del FIT 2011 a las pautas de la Ley Electoral, porque de no hacerlo podrían quedar afuera del parlamento, incluso perder la legalidad electoral, en el caso de incluir palabras como Internacionalismo, Revolución, etc.

La historia del Bolchevismo nos enseña el papel que jugó Lenin en el trabajo legal e ilegal y sobre todo en la política dirigida hacia la cuarta Duma. Tenemos que prestar atención que en todas las épocas las presiones de la clase dominante, su ideología, sus instituciones como el parlamento se potencian a niveles impensables. La burguesía lleva siglos en el poder perfeccionando los mecanismos necesarios para presionar, enviciar, corromper, envenenar a los representantes de la clase obrera en el parlamento. A menos que se cuente con un Partido Revolucionario educado en las tradiciones del marxismo revolucionario y que los representantes obreros en el parlamento tengan plena conciencia de clases y la debida comprensión de la teoría, que les permita ver a través de las engañifas, artimañas y maniobras del enemigo de clase. Si esto no fuera así caerán ante la presión y serán impregnados de la lógica parlamentaria de la burguesía tomando políticas de cretinismo parlamentario.

Para los reformistas, la Cámara Baja es un espacio cómodo para el trabajo; doctores, abogados, intelectuales, en general a la pequeña burguesía le resulta su ambiente, su escenario más conveniente.

En el caso de la experiencia rusa, los Bolcheviques, su fracción en la Duma denunciaban las penurias de la clase obrera, contaban con cuatro metalúrgicos y dos textiles, elegidos en las zonas industriales más grandes de Rusia. Todo este trabajo se optimizó bajo el control político de Lenin gracias a la presión y a la crítica implacable del viejo revolucionario.

Es innegable que el trabajo en el parlamento, no es una tribuna ideal para los obreros revolucionarios, siendo un ambiente enrarecido. Es por esto que el control del Partido Revolucionario sobre su bloque parlamentario no solo es ineludible, sino de una importancia política para que no se produzcan desvíos hacia la ilusión de que por esta vía puedan resolverse los problemas de las masas obreras, o que se articulen conductas que transiten caminos de independencia del bloque parlamentario en relación al conjunto del partido. 

Por ejemplo, el trabajo en la Duma permitía a los revolucionarios desenmascarar a los terratenientes, los capitalistas y a la autocracia partiendo de los problemas concretos que afectaban directamente a la vida de las masas, sus limitaciones. Por otro lado, mostraban las restricciones insalvables de la propia Duma. “El proletariado, por supuesto, no espera que la Tercera Duma sea la solución a los problemas de los trabajadores” (Polovski, citado en Istoriya KPSS, Vol. 2, pag.314.) “Pero más importante que sus discursos en la cámara era la actividad de los diputados fuera de la Duma.” “…los diputados bolcheviques regularmente visitaban a las fábricas de sus distritos electorales, allí se ponían al corriente, de primera mano de los problemas de los trabajadores, escribían en la prensa del partido e incluso asistían a las reuniones clandestinas de los trabajadores. Allí informaban de sus actividades. De este modo, la actividad de la Duma era un proceso de dos direcciones, un diálogo activo con las masas en el que se combinaban los métodos legales y clandestinos para conseguir mantener un vínculo firme entre los miembros del parlamento y la clase obrera”. (Bolchevismo: el camino a la revolución, Alan Woods, pag. 455)

Pero nos encontramos entre manos con otro aspecto del problema, la revisión del programa revolucionario. Para nosotros, es la dirección política del Partido o de los Partidos que integran al FIT-U, los que deben dirigir y controlar las políticas del bloque parlamentario. 

A simple vista, podría parecer que hay una disociación entre las publicaciones y la actividad parlamentaria, pero en realidad son dos caras de la misma moneda: sectarismo y centrismo. 

Acá se produce un quiebre con el trabajo revolucionario que se expresa en varios aspectos de la vida política, por ejemplo, el papel que adquiere la defensa de las libertades democráticas o la conquista de la democracia para la clase obrera al margen de una estrategia de poder revolucionaria. Por supuesto, partimos de la defensa incondicional de las libertades democráticas y denunciamos y luchamos contra cualquier limitación de las mismas. Pero una cosa es esta denuncia y la pelea por más libertades democráticas vinculadas a la formulación del poder obrero y otra, es presentar y/o actuar como si la democracia parlamentaria fuera la estación terminal del desarrollo de la humanidad.

La ambigüedad teórica es el reflejo de una posición oscilante entre las clases y, en especial, entre la vanguardia de la clase obrera, de un lado, y del otro, los agentes pequeño burgueses, burocráticos o stalinistas de la burguesía dentro del proletariado que inficionan a la vanguardia obrera con programas ajenos a los intereses históricos del proletariado. Entonces, el centrismo se caracteriza por la inestabilidad de sus posiciones políticas y se diferencia del reformismo en la utilización que hace de la fraseología revolucionaria. Esta ambigüedad, la vemos en los grupos del FIT-U, cuando caracterizan la situación política confundiendo a la vanguardia con posiciones que intentan conciliar políticas reformistas con políticas revolucionarias, en lugar de señalar las tareas que se deben encarar ante la ausencia de un partido revolucionario en el mundo y en Argentina, el papel de la democracia burguesa, el Estado capitalista, etc. y la necesidad de la revolución socialista.

Jorge Altamira en un documento sostiene que “La sospecha de que a nuestra Tendencia la guía el interés de obtener una ‘figuración’ en esas elecciones, sólo traduce el propio interés arribista de quien lanza ese infundio. Las elecciones son una oportunidad, en este caso más que en los anteriores, de marcar la dirección política que debe orientar a los explotados en las situaciones pre-revolucionarias que se presentarán inevitablemente.” (Acerca de los frentes de izquierda y las elecciones, Jorge Altamira, 07/05/2021) 

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.” (Karl Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Capítulo I.)

Como dice Marx, la historia pesa sobre las cabezas de hombres y mujeres, y en política sucede lo mismo, se encuentran signados por sus acciones, no solo por el pasado sino también por el presente en su camino centrista y rabiosamente electoral. Es verdad que podemos encontrar escritos de PO Tendencia más equilibrados, pero las credenciales de sus dirigentes (Jorge Altamira, Marcelo Ramal, Juan Ferro) resuenan por el papel que jugaron, por acción u omisión, como jueces y/o fiscales durante décadas. Los expedientes contra los opositores fueron el mecanismo que rompió el centralismo democrático sustituyéndolo por el centralismo burocrático, expulsando de la organización a militantes y dirigentes honestos y abnegados. 

Desde el nacimiento de Política Obrera en 1964, Jorge Altamira formó parte de su dirección. Once años después se da su primer congreso en 1975 donde Altamira es elegido para la dirección sin que mediara un balance del funcionamiento de la organización durante esos 11 años en los que no se organizó bajo el centralismo democrático, de esta manera se condensa y cristaliza una camarilla como dirección. 

Como resultado de la política sostenida por la camarilla que dirigió Jorge Altamira se produjeron varios fraccionamientos dentro del Partido Obrero, en la medida que no medió un espacio democrático al interior de la organización, una y otra vez los expedientes remplazaron al leal debate entre militantes revolucionarios. Expulsiones que terminaron con decenas de militantes quebrados por la política liquidacionista, y en el mejor de los casos se tradujeron en la formación de grupos como el CC POR, Partido Bolchevique, La Alameda, Razón y Revolución y Tendencia Piquetera Revolucionaria. 

La misma política que en el pasado utilizaba Altamira contra sus “oponentes”, el PO Oficial la utilizó contra él y un grupo de militantes que formaron una fracción pública. 

Otros de los aspectos de este grupo es su marcado carácter nacionalista, no solo en el PO, sino además en su corto recorrido como PO Tendencia. Su fracción pública de la misma manera que PO Oficial, el trabajo internacional y los grupos con quienes se ligan se encuentran lejos de una tendencia o embrión de partido bajo el tipo de organización centralista democrática, tan solo son una especie de federación de grupos, rompiendo con otra de las políticas o mojones angulares del bolchevismo revolucionario. 

Las vueltas y maniobras son cada vez menos creíbles, tanto el llamado a la unidad como la política de frentes con la apelación a una fraseología revolucionaria.

Construir un partido revolucionario

Al terminar este artículo la noticia en los medios de comunicación, al vencerse los plazos para inscripción de alianzas electorales, el FIT-U va con sus candidatos, el Nuevo MAS, Política Obrera y Autodeterminación y Libertad irán por separados. Nuevamente se jerarquizan los intereses de las diferentes camarillas dirigentes, a los intereses de los explotados. Sabemos que las elecciones y los frentes que puedan constituirse, pueden representar pasos puntuales en el avance de la unidad y la clarificación en relación a las tareas que tenemos por delante los revolucionarios; en la medida que medie un debate de principios, sobre las mejores tácticas, estrategias y la necesidad de hacer avanzar a las masas y su vanguardia en superar los obstáculos y las mediaciones políticas que el capitalismo pone en su camino.

La economía argentina se encuentra en general estancada, en terapia intensiva, la situación social sigue siendo explosiva y esto no puede ser corregido con paliativos. La crisis de la deuda provocada por el FMI y el macrismo junto a los Gobernadores, hoy en el Frente de Todos, implica ajuste independientemente de quien gobierne. Las negociaciones con los acreedores siguen siendo un tema al rojo vivo que no se resuelve. 

El pago de la deuda es incompatible con la resolución de los problemas de las y los trabajadores porque por la vía del capitalismo la respuesta es la expansión monetaria y esto implica mayor endeudamiento a fututo y dinamita en los cimientos de la economía.

El desprestigio de las instituciones de la democracia burguesa, la enorme capacidad de lucha de los trabajadores –en el 2018 cuando intentaron imponer su agenda y en la actualidad-, las movilizaciones de los desocupados, docentes y trabajadores de la salud contra el flagelo del COVID-19, marcan la correlación de fuerzas favorable al campo de la revolución, estos son factores que están presentes en la situación política nacional e internacional, que a su vez contrastan con la ausencia del factor subjetivo

El Frente de Todos intenta con una serie de medidas contener a las masas y por este medio restituir una mayor autoridad y dirigir su artillería a las elecciones de medio tiempo.

Para los revolucionarios se trata de forjar una dirección que pueda hacer avanzar a la clase trabajadora hacia la toma del poder y el derrocamiento revolucionario de la burguesía. Nuestra tarea como jóvenes, estudiantes y trabajadores conscientes, es ayudar y contribuir a la resolución de esta cuestión y para ello militamos día a día. 

La historia nos muestra que pueden existir revoluciones sin partidos revolucionarios pero estas nunca pueden triunfar sino cuentan con una herramienta de dirección que conduzca la revolución hacia la toma del poder. 

Hoy más que nunca seguimos convencidos de nuestras ideas que son las ideas de la Revolución Socialista.

Socialismo o Barbarie capitalista