La región
Bajo la presión de la crisis económica y la pandemia de la COVID-19, Latinoamérica y el Caribe continúan hundiéndose en una profunda crisis económica, política y social, como expresión tajante de una crisis que excede nuestro continente y se derrama por el mundo.
EEUU, la economía más “poderosa” del globo tampoco escapa a estas calamidades. 9.400.000 contagios de la COVID-19 y 234.000 muertes, 44 millones de desocupados, el estallido social por el asesinato de George Floyd que sacudió hasta los cimientos, asediada por la crisis económica más profunda de su historia y un profundo descrédito del establishment, expone ante los ojos del globo y fundamentalmente de las clases dominantes el potencial revolucionario de las masas que recorre el mundo.
El Manifiesto Comunista escrito por Carlos Marx y Federico Engels en febrero de 1848, un año de agitaciones revolucionarias, describía con certeza que “Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo”; hoy nos encontramos en una situación que tiene enormes similitudes pero, con la diferencia que se cierne, no solo sobre Europa sino sobre el mundo entero.
Revolución y contrarrevolución es el signo de la época que transitamos, una época de gobiernos inestables. Las manifestaciones repentinas y violentas del descontento popular aparecen en un país tras otro y toman por sorpresa a la burguesía y a sus “ilustrados” plumíferos a sueldo. Estamos viviendo momentos excepcionales en la historia de la humanidad. Se ha hablado mucho de la pandemia de la COVID-19 como una guerra mundial contra un enemigo invisible. Pero lo cierto, es que nos encontramos en un punto de inflexión en todos los aspectos de la vida social. Y expone de manera abierta la contradicción entre las enormes y formidables movilizaciones que se expresan cada vez más abiertamente -aunque la pandemia se exacerbe- y, la ausencia de una dirección revolucionaria que canalice el impresionante caudal revolucionario de las masas. ¡Su construcción debe ser nuestra tarea!
América
Las predicciones de crecimiento de la CEPAL para el 2020 en Latinoamérica y el Caribe fueron de -5,3 puntos porcentuales promedio y para el 2021, se prevé un leve crecimiento de +3,7 puntos porcentuales, predicciones compartidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). De todas formas, el crecimiento que se pronostica deja una clara tendencia negativa en puntos porcentuales en todos los parámetros de la economía: empleo, comercio, industria, etc., perpetuándose los problemas estructurales, como la falta de productividad y la baja inversión.
Esta tendencia a la baja se ve agravada por la pandemia, el desempleo según los datos de la OIT a julio fue de 41 millones de personas en Latinoamérica y se vaticina un incremento de 5 puntos porcentuales.
De todas formas, si recorremos, los resultados de las elecciones en Bolivia y en Chile, todos a su manera indican claramente que las masas, a su modo y tomando las herramientas que tienen a mano, asestan golpes a las clases dominantes. No solo al gobierno de Añez en Bolivia, también el proceso constituyente en Chile dió un golpazo a la burguesía chilena y al gobierno de Piñera, combinado con el enorme porcentaje de abstención, marcando claramente un descrédito en los políticos y en las instituciones del régimen.
Incluso en el controvertido proceso electoral en EE.UU., que puso a Joe Biden en la Casa Blanca, refleja más un voto anti-Trump por parte de un sector amplio de trabajadores, que un apoyo al candidato Demócrata, que al final representa los intereses de la clase dominante.
Nos encontramos ante un sentimiento de bronca acumulada y hartazgo de promesas incumplidas y con un enorme avance y deterioro de las condiciones de vida de millones de personas.
En EEUU, el discurso de Joe Biden después de haber logrado un triunfo sin discusiones sobre Donald Trump, pone de manifiesto la necesidad de una parte de la clase dominante de sacarse de encima a un elemento como el actual presidente Trump, que exacerba aún más la crisis económica en curso con su verborragia de nacionalismo económico con la consigna “EEUU para los estadounidenses”, irritando a las masas con su violencia, brutalidad policial y racismo, su desprecio por la vida ante el manejo de la COVID-19.
Todos los diarios del mundo reflejan un cierto alivio ante la salida de la Casa Blanca de Donald Trump. “Un nuevo amanecer para Estados Unidos”, resume el periódico británico The Independent, “Joe el dormido despierta a Estados Unidos”, señala el Sunday Times y así podemos recorrer los medios de comunicación de todos los continentes que expresan un cierto bienestar ante la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.
Tal vez el Presidente electo deba -obligado por la situación de crisis abierta- dar ciertas concesiones, no solo por el manejo irresponsable y aventurero de Donald Trump de la COVID-19, sino también por la desesperante situación de desocupación que se vive en EE.UU. Biden, ha nombrado a un equipo de asesores y funcionarios para que trabajen a marcha forzada para abordar las cuatro prioridades del nuevo mandato: la crisis del coronavirus, la recesión, el cambio climático y el racismo sistémico.
De todas formas, hay que ser claros, la victoria de Biden no es una victoria para la clase trabajadora: ¡necesitamos un Partido de los Trabajadores!
En Bolivia, Luis Arce dispondrá un pago de un bono para fomentar el mercado interno, y ante la oleada de despidos, una suspensión temporal de los despidos, una especie de tregua para descomprimir la situación social. Pero también anunció que se esperan, como mínimo dos años de sacrificios. Mostró la otra mejilla, tendió la mano a los empresarios, les ha pedido ser parte de un gobierno de unidad nacional.
En Chile, el proceso constituyente despertó las ilusiones democráticas de un sector de masas que lo interpretan como una herramienta válida de cambio. De todas formas, estas ilusiones, no niegan ni subsumen el cansancio y hartazgo que muestra desesperación al límite y posibles nuevos estallidos. El desempleo llega a 12,3% superando los 3 millones de personas, con un número de contagios que alcanza 522.879 personas, con 14.588 personas fallecidas.
Y así podemos seguir tomando país por país; los problemas de hambre, desocupación, la quiebra del sistema sanitario, de los enormes problemas en la educación por la disminución del presupuesto, etc. son compartidos por todos y cada uno en la región.
La situación en Haití es desesperante y ha llegado a un grado de descomposición enorme. El parlamento se encuentra envuelto en un contexto de corrupción y sobornos, moneda corriente entre los diputados, que en realidad sólo representan los intereses de las clases gobernantes. Moïse, un presidente totalmente ilegítimo, acusado en el caso de corrupción de Petrocaribe, fue incapaz de formar una mayoría o construir algún tipo de unidad política en el parlamento.
De forma preocupante, Moïse ha dicho que ve la disolución del parlamento y gobernar por decreto como una “oportunidad para detener la crisis permanente”. Ha pedido públicamente una nueva Constitución, que naturalmente concentraría aún más poder en sus manos como presidente. En esta situación, si la crisis sanitaria se agudiza, Haití puede atravesar hambrunas de “dimensiones bíblicas”, advirtió en abril el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas.
El sostén de Moïse se da sobre una ola de crímenes de Estado y ha tocado un pico espectacular, alcanzando en general a la población civil. Los habitantes de los barrios pobres y obreros están sufriendo tremendamente a diario bajo el fuego constante de las pandillas armadas.
El movimiento popular se enfrenta a una escalada represiva sin precedentes. Los barrios populares que son amenazados de ataque deben comenzar a organizar comités de defensa vecinales, bajo el control democrático de las organizaciones sindicales y comunitarias. Esta será la única forma de detener los ataques de las pandillas y poner fin a los privilegios de las clases dominantes, sus representantes políticos y el imperialismo.
Argentina
Demás está decir que Argentina, se enfrenta con un contexto regional y mundial que apenas hemos desarrollado en los títulos en esta editorial, pero sí hemos marcado el hilo conductor que recorre la región como expresión de la crisis mundial. Crisis sanitaria, desborde de contagios y nuevas oleadas de brotes de la COVID-19 se ven en el mundo y en los países de Latinoamérica y el Caribe, junto a la desocupación, miseria y hambrunas que son la moneda normal en esta fase que transitamos.
Economía
Luego de dos años de recesión y fuerte debilidad económica, el impacto de la COVID-19 ha sido significativo en nuestro país, acelerando las contradicciones económicas y sociales. Durante el segundo trimestre de 2020, el país sufrió una caída trimestral del PBI del 16,2%, la mayor retracción de su historia y en un contexto de “17 episodios recesivos que suman un total de 26 años de contracción de la actividad; hubo, en promedio, una recesión cada tres años.” Martín Rapetti, Director de Desarrollo Económico del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC)
Para contrarrestar los impactos de la crisis, el Gobierno ha implementado un paquete de medidas de emergencia, para “proteger” o contener a los sectores populares y sostener a las empresas con una serie de subsidios, haciéndose cargo de parte de los salarios mientras dura el aislamiento social. Por lógica, esta serie de medidas tiene un alto costo fiscal, y se espera que el déficit fiscal termine en 2020 en más de 10% del PBI (el mayor en más de tres décadas). Por otro lado, la inflación anual, es superior al 40%, aunque el gobierno sostiene que “funciona” el control de precios, si bien se muestra totalmente ineficiente de la misma forma que la prohibición de los despidos.
Un dólar que lograron “domarlo” a fuerza de endeudamiento
La tendencia alcista en el mercado cambiario ganó el último período de la realidad económica del país, llegando a $195- y el contado con liquidación marcó un máximo de $181-. Con una intervención raquítica del Banco Central de la República Argentina que no modificó el mapa económico o del mercado cambiario, el dólar siguió su escalada vertiginosa y sin precedentes en la historia del país, arrastrando y arrasando la economía de millones de familias obreras a una situación de pauperización, dado que la suba de la moneda norteamericana paralela, simplemente impacta en los precios de la canasta de alimentos y en todos los planos de la vida económica en el país, como vimos en octubre donde la inflación fue la más alta del año situándose en un 3,8% acumulando en lo que va de 2020 un 26,9% según el Indec.
Las escasas reservas del BCRA lo llevaron a una política financiera para “controlar” la suba con una lógica que empujó a una seria de intervenciones por parte de la entidad, con la implementación de bonos dólares o bonos atado al dólar. Esto es una rodaja de pan para hoy y hambre para mañana.
Pero debemos ser más precisos ya que el gobierno con estos bonos dólares con vencimientos semestrales, lo que hace es comprar deuda que debe pagar en algún momento. Se está generando una situación extremadamente delicada, ya que debe hacer frente sin dinero alguno en caja; una situación económica que, sumada al endeudamiento del fisco, producto de la expansión cuantitativa o emisión de moneda, está amontonando montañas de deuda sin respaldo alguno en la producción y, como frutilla del postre, suman otros cuatro títulos que se licitarán entre lo que queda de 2020 y 2021.
En este plano debemos también mencionar los embates de los sectores ligados a la Asociación Empresaria Argentina, entidad que agrupa a los dueños y ejecutivos de las empresas con mayor capital del país, que presionaron fuertemente para condicionar al gobierno bajo la amenaza de una devaluación brusca que le reste capital político. Así el endeudamiento para domar al dólar se combinó con concesiones a empresarios, terratenientes y banqueros. Por cada paso atrás que da el Frente de Todos, la clase dominante le exige dos más, ya que como es archiconocido la debilidad invita a la agresión.
El Fondo Monetario Internacional
Como preludio de la “nueva” cita en estos días con la FMI, el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández, debieron acordar con la entidad financiera -para ingresar nuevamente al mercado de capitales- y así intentar abrir la posibilidad a nuevas líneas de créditos internacionales.
El Ministro de Economía Martín Guzmán, señaló “que se estuvo haciendo un trabajo muy constructivo con el organismo y la intención es reemplazar el programa actual por uno nuevo que se base en principios completamente diferentes”, “entendiendo que no hay restauración de la estabilidad macroeconómica sin la recuperación del crecimiento económico”. (Telam 10 de noviembre 2020)
Por cierto, acordamos con el Ministro Guzmán que no hay restauración de la gran economía sin crecimiento, y agregamos sin crecimiento interno, sin plata en los bolsillos de millones de hombres y mujeres despojados por el gran capital, su Estado y sus representantes políticos. Las preguntas que caben a nuestro criterio son dos. En primer lugar, ¿cómo se piensa lograr ese crecimiento?, y la segunda pregunta es, ¿con qué fondos cuenta el gobierno para restaurar un ciclo capitalista más o menos exitoso?
La intención del gobierno con el FMI es que a lo largo de las próximas dos semanas se avance en la negociación de un nuevo programa de financiamiento de la deuda que tiene el país por un monto de capital de US$ 43.900 millones. Guzmán nos cuenta que “Pensamos que sería sano que las decisiones de pedir préstamos en divisas extranjeras tengan la aprobación del Congreso. Esta semana vamos a presentar un proyecto de ley que contenga como uno de los elementos la aprobación del Parlamento por los préstamos en divisas”. El ministro subrayó que la iniciativa apunta a “convertir la sostenibilidad de la deuda en una política de Estado”. Telam 10 de noviembre de 2020
Pero lo que llama a risa son las palabras de los “filántropos” del FMI que dicen que su intención “sigue siendo apoyar al pueblo argentino a superar los complejos desafíos socioeconómicos que enfrenta el país, y sentar las bases para una economía más estable y un futuro más próspero”. Tenemos un largo recorrido nacional e internacional del papel hipócrita del FMI en los manejos económicos y las definiciones políticas e ideológicas que sostienen para el mundo, que cambiaron el rumbo de numerosos países y que, en caso alguno fue para el bien de los millones de trabajadoras y trabajadores.
Queda más que claro que ante la imposibilidad de generar divisas de otro lado solo resta para los funcionarios, políticos y el gobierno, gestionar líneas nuevas de endeudamiento, nuevas líneas de créditos solicitadas al FMI. Sobre llovido mojado, sobre los compromisos acordados con los acreedores nuevamente se solicita más dinero.
Se nos dice que no hay dinero, mientas los capitalistas del país se encuentran sentados en montañas de pesos y dólares. Suena irrisorio, ya que a simple vista solo se aprecia un paisaje de pauperización y miseria. Se suman los problemas de infraestructura en el país: obras públicas, obras sanitarias, incremento en el presupuesto educativo para hacer frente a los innumerables problemas que enfrenta la comunidad, falta de un plan de viviendas nacional para satisfacer a las 3.500.000 familias sin techo, etc., etc.
El FMI solicita mayor austeridad del gasto público y en esto va el salario con una mayor depredación de este, de esta manera se encuentra cuestionada la bandera del desarrollo del mercado interno -estrella insignia de F y F-, al limitar inexorablemente el poder de compra de los de abajo.
Del presupuesto 2021 enviado al Congreso de la Nación, se puede colegir que “la estabilidad macroeconómica de Guzmán” se da sobre la baja salarial y la caída de las condiciones laborales y de vida de la inmensa mayoría del país. No podemos olvidar que a fin de año se liberan las tarifas que están congeladas, además no se contempla en el presupuesto, los planes de Ingreso Familiar de emergencia (IFE) y la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). De esta manera, más de 8,9 millones de beneficiarios del bono de $10.000 dejaron de percibirlo, se habla de una cuarta edición para fin de año. De todas formas, el gobierno esta discutiendo cómo seguir con la política de asistencialismo combinada con una cierta contraprestación, que nos deja con una masa laboral por pocas monedas y al alcance del empresariado que ve con buenos ojos las medidas asumidas por el gobierno en el Presupuesto 2021. Se ensaya así una salida de precarizar a los precarizados.
Desigualdad
El 10% de la población más rica pasó a percibir 19 veces más ingresos que el 10% más pobre. La brecha es mayor que hace un año, cuando la diferencia era de 16. El dato surge del informe sobre la Evolución de la distribución del ingreso que elabora el Instituto de Estadísticas y Censos en función de la Encuesta Permanente de Hogares.
Cinco millones de niños y niñas menores de 14 años son pobres mientras que la indigencia alcanza a tres millones de personas en Argentina.
Según la Cepal, la Argentina integra el podio de los países donde más creció la desigualdad, con índices que superan el 6%.
Basta ver estos datos para comprender que tenemos un problema muy serio entre manos para resolver.
Si nos tomamos el trabajo de trazar una línea histórica, tomando los últimos 50 años de gobiernos en el país, las capas de nichos de pobreza se van sumando, acumulándose sin resolverse con cada gobierno. No hay una gestión que pueda dar cuenta de un cambio significativo, estructural. En los mejores casos y como un subproducto de la rebelión popular de 2001, empujado por las ondas largas de esa rebelión, del estado de ánimo de los de abajo y, en un contexto de bonanza para la región, producto de los altos precios de las materias primas, no solo el desempleo sino la pobreza bajó desde el 2003 hasta el 2010 en los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La crisis del 2008 a escala planetaria asestó un serio golpe en la región y Argentina no tuvo blindaje o desacople que pudiera evitarla. Bastaron 4 años de políticas fondomonetaristas de Juntos por el Cambio para desmantelar lo que se hizo en 10 años, mostrando la precariedad y volatilidad de la “década ganada”.
El campo que no negocia
La historia se desarrolla de diferentes formas, pero sigue perdurando algo común entre la oligarquía terrateniente del pasado y los sectores del agro negocio del presente, que tan bien describió Domingo Faustino Sarmiento, el ideólogo de la burguesía sin burguesía pujante, cuando dijo que “la aristocracia, la oligarquía argentina con olor a bosta de vaca” se oponían a la educación pública universal y gratuita, se oponían al desarrollo de la gran industria, o cuando tomó el ejemplo del pueblo de Chivilcoy donde veía “el punto de partida de la transformación de las campañas en campiñas agrícolas, morales, ricas y pobladas de seres humanos” en oposición al gran latifundio.
Todo cambió demasiado en más de 130 años, pero algo sigue presente que une tanto tiempo de historia y determinado por el comportamiento insoslayable de los sectores del agronegocio y de los ganaderos, con aquellos latifundistas del pasado: la concentración de la tierra en pocas familias o empresas, que, por la explotación extensiva e intensiva de la tierra siguen embolsando millones y millones de dólares.
Las grandes exportadoras de granos y las aceiteras se sientan sobre sus stocks a la espera de mejores precios internacionales, cambios en los esquemas de retenciones o para forzar una devaluación de la moneda local, haciendo negocios con los dólares o con los pesos. El sector está altamente concentrado. Del total de exportadoras de aceites, 8 firmas concentraron el 83% de las ventas (AGD, Vicentin, Oleaginosa Moreno, Bunge, Cargill, Molino Agro, Dreyfus y COFCO).
Desde el gobierno nacional intentan “seducirlos” con una baja de retenciones por unos meses para que liquiden y de esta forma hacerse de dólares.
Lo que queda en evidencia es que este sector desde la conformación del Estado argentino jugó a la concentración por múltiples mecanismos, sobre todo con la utilización del Estado y sus diferentes estamentos y, expresa junto a otros empresarios el carácter atrasado, parasitario y rentista, perpetuando a la Nación a la postración.
Su formación como clases se forjó desde los dientes de leche, desde sus orígenes de la mano del imperio español, para luego seguir su camino con el imperio inglés y por último con el imperialismo yanqui. Llegó tarde por estas razones al mercado mundial, llegó de la mano de estos imperios como socio menor.
Solo la clase obrera y los explotados en general de la ciudad y el campo con un programa que parta de la expropiación de las grandes extensiones de tierra, y la expropiación de los complejos de comercialización y acopio, de las 8 empresas que concentran el 83% de la venta de granos, más el monopolio del Comercio exterior, se podrá sacar al país de las manos de las empresas imperialistas y nacionales y del atraso definitivo en el cual nos encontramos.
Antes y después de Guernica
Luego de que el Ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, Andrés el “Cuervo” Larroque, dijera públicamente que “no tenía sentido seguir con las negociaciones”, mostró sin más los limites insalvables del policlasismo, sobre todo en momentos en que la desesperación de la gente de a pie es moneda constante. Ya mencionamos las dificultades enormes de la vida de las masas producto no solo de la pandemia sino, fundamentalmente, de la crisis capitalista. El mundo se encuentra envuelto en llamas y, lo que pueden dar, producto de las inyecciones monetarias a la economía y a costa de endeudar al fisco, son tan solo son migajas para las masas, pero generando nuevas y más profundas contradicciones.
Apenas asumió F y F decíamos en nuestra editorial del 15/03/20 “Un delicado equilibrio inestable”, “Entonces, pensar una solución a los grandes problemas que padecen millones de trabajadores en una economía que no funciona o que se encuentra en un proceso de agonía, su recuperación literalmente es en un marco de escasez o subsistencia y es lo que estamos presenciando. Recientemente Juan Grabois aliado del Frente de Todos declaro: “las políticas públicas para pagar la deuda social todavía no se sienten en el territorio”. Y sigue “La diferencia en nuestro caso, es que nos encontramos ante una economía desbastada, por lo tanto, lo que se propone desde el gobierno nacional es una economía de subsistencia, achatar la pirámide, con salarios pautados sobre si hay dinero o no hay para que se paguen”.
Apenas transitamos casi ocho meses de haber escrito estas palabras y parecen años, como que la noción del tiempo se perdiera; un tiempo sin tiempo, un tiempo psicológico. El mismo tiempo que se entrelaza con la crisis política, económica y social con la formidable presión sobre nuestros cuerpos y nuestras psiquis, aumentado por las condiciones materiales para la reproducción de nuestras vidas. Creemos que las palabras que escribíamos a tan solo diez meses quedaron cortas ante la crudeza del presente.
El gobierno con Guernica busca disciplinar al movimiento de masas, con el acuerdo de todo el arco de jefes sindicales. ¡Si tomas tierras! te sacamos, ¡si osas violentar la sacrosanta propiedad privada! recibís palos y balas de goma.
Pero la lucha de clases se empecina, empujada por el gran motor de la crisis que estimula la lucha. Solo falta dirección revolucionaria y debemos enfocarnos en esta tarea.
La gobernabilidad
Hemos escrito demasiado sobre la gobernabilidad, de los esfuerzos que han realizado todos los grupos políticos parlamentarios que sostienen a la democracia burguesa.
Es innegable que la democracia parlamentaria es un paso enorme en la vivencia cotidiana para los millones de trabajadoras y trabajadores por los derechos que se lograron producto de años de luchas de masas que están en la agenda de la calle. Y si los mismos se inscribieron con fuerza de ley, fue producto de esta lucha que se les impuso a los de arriba.
De todas formas, estas leyes no dejan ser parte de la “convivencia” democrática en tiempos de relativa paz, se inscriben en última instancia, en una relación de fuerzas entre las clases antagónicas e irreconciliables de la sociedad, la clase obrera y la burguesía, los y las trabajadoras que somos la inmensa mayoría de la población y los empresarios y sus representantes políticos que apenas son una minoría. Entonces, los avances sociales se dieron en momentos en que el mundo, o parte de él, compraba nuestras materias primas a precios altos.
En aquel tiempo la cobertura democrática parecía más “sólida”, más “fuerte” y doce años en los tiempos históricos de “bienestar” no son nada o apenas un grano de arena, siendo innegable que para los tiempos biológicos queden marcados en los corazones y en las mentes de millones de explotados.
El 2008 representó un punto de inflexión innegable en la historia de todos los países.
Esto se ve claramente ya que durante 12 años los gobiernos y bancos centrales de las potencias del mundo han intentado recuperar la economía, pero tan solo han logrado retardar la profundización de la crisis, retardar la depresión.
Argentina, en aquel momento comenzó un paulatino debilitamiento de la gobernabilidad que fue poco a poco expresándose en cajonear la consigna “por una década más” y en que los salarios acordados en paritarias, en los dos últimos años de gobierno de CFK cerraran a la baja. Y de las dificultades que se comenzaron a ver en la economía, aumento poco a poco la desocupación, embestidas a través de las turbulencias cambiarias que debilitaban al BCRA, etc., etc., etc.
En la lógica de los apologistas de la democracia parlamentaria, mientras todo pase por el parlamento y que tenga fuerza de Ley, todo está permitido.
Luego devino la gestión de Juntos por el Cambio con Mauricio Macri a la cabeza que arrasó literalmente al país.
En apenas 48 meses de gestión cómo es que Juntos por el Cambio pudo avanzar en desmantelar la industria, destruir el débil mercado interno que se sostenía ante el avance de la crisis mundial, aumentar la desocupación, pauperizar el salario y las condiciones generales de vida de los sectores populares. ¿Cómo lo hizo? Sólo cabe una respuesta a coro de todos los partidos del régimen: “La defensa de la democracia burguesa, la defensa de las instituciones, la defensa de la gobernabilidad”, aunque esta defensa suponga condiciones de vida miserables para los trabajadores y explotados.
Sancionaron la ley previsional con el beneplácito de gran parte de las bancadas parlamentarias, redujeron presupuesto a la educación en todos sus niveles y a la salud, se le facilitó al empresariado que imponga en los hechos una flexibilización y peores condiciones laborales sin que pase por el parlamento, demostrando en este hecho que el parlamento vale y no para los capitalistas. Endeudó al país y fugó el 90% de lo que solicitó su gobierno al FMI.
Pero, cómo fue posible entonces hacer pasar semejante retroceso para las masas que lucharon sin descanso, sino es a través de la gobernabilidad.
Cómo es posible hacer pasar el saqueo al país, la tremenda trasferencia de ingresos de los bolsillos de la clase obrera a las arcas capitalistas, que se hipoteque literalmente el futuro por la depredación ambiental en manos del agronegocio y de las desarrolladoras inmobiliarias.
Cómo es posible que se llegue a tremendo horror de 18 millones de trabajadores que se encuentran sin casas, que 5 millones se encuentren sin empleo. Cómo es posible que se licuen los salarios, que se “legitime” el saqueo de millones de familias obreras en beneficio de un puñado de capitalistas.
Para este saqueo sirve la tan mentada y beneficiaria gobernabilidad, para este saqueo sirve la defensa irrestricta de la democracia de los patrones.
Entonces en estos momentos tan difíciles y de degradación, la cobertura democrática, resulta la última barrera -extremadamente delgada, por cierto-, que les queda a los jefes políticos y sindicales con cierta autoridad ante las masas, ante la situación que se avecina: la exacerbación de la lucha de clases, y lo que tanto han evitado en tantos años: la revolución.
La carta de Cristina Fernández
No cabe duda de que, CFK sigue siendo una las pocas políticas burguesas lúcida. No lo decimos por halagarla, tan solo lo decimos ya que supo manejar las diferentes situaciones que se presentaron en cada momento fundamental de la vida política en el país en la última década. No queremos describir en detalle su papel en el armado del gobierno de F y F y la última movida de su gobierno en 2015 al formular a presidente en la disputa con Mauricio Macri, a un elemento de la derecha peronista como es Daniel Scioli.
Lo que sí queremos señalar son algunas líneas de peso que impuso.
La primera, en parte fue desarrollada en el punto de la gobernabilidad, pero sí puntualizar dos momentos. En abril de 2016 el gobierno de Mauricio Macri se encontraba bajo turbulencias, comenzaban los ataques al movimiento de masas, los trabajadores y las trabajadoras les arrancaron el 29 de abril a la CGT y CTA una movilización al monumento al Trabajo en CABA, marchando más de 350.000 personas al grito de paro, paro, paro.
La semana anterior, el miércoles 3 de abril frente a Comodoro Py, donde CFK fue citada por el Juez Bonadío, en un día de semana y bajo la lluvia propuso la formación de un “gran frente ciudadano” ante 300.000 personas, que jugó como una válvula de descompresión de la situación política.
Los hechos que se dieron luego de la votación en el Congreso de la Nación con la Ley que aprobó de reforma previsional, produjo un quiebre innegable entre las masas y el macrismo; el kirchnerismo jugando toda su autoridad logró imponer ante un año de lucha como fue el 2018, una salida electoral al 2019, salvando nuevamente la gobernabilidad.
Solo queremos señalar en relación a la carta de Cristina Fernández, y lejos de hacer un análisis fino de la misma, que en ella estableció una bitácora de navegación ya que el barco de Alberto Fernández se encontraba en zozobra, asediado por la crisis, por las fuerzas centrífugas de los sectores financieros que lo arrastraron a una fuerte devaluación, por la escalada del dólar blue a $191, por los avances y los retrocesos amargos para las bases kirchneristas y albertistas por los amagues de estatización de Vicentin y el magro proyecto del impuesto por única vez a las grandes fortunas que tantas veces se vio en un impasse y que ahora nuevamente sale a flote y que se encuentra en el Congreso.
Lógicamente este impuesto de salir definitivamente aprobado es vivido por una gran parte de la población trabajadora como un golpe a los grandes empresarios, a los grandes patrones dando cierto alivio y esperanza a los sectores populares que se verían beneficiados directa o indirectamente con un 55% del impuesto, incluyendo equipamiento médico para la pandemia. Mientras que en un 45%, al cual nos oponemos, son subsidios para las patronales: un 20% para el pago de salarios y un 25% para la explotación del gas y petróleo a través de la técnica de fracking, que conlleva un alto impacto ambiental y contaminante.
Desde la CSM, si tuviéramos tribunos parlamentarios, apoyaríamos la votación, señalando además las limitaciones de la misma y lo timorato de la propuesta por no ir a fondo contra los capitalistas y la derecha. Y aunque no tengamos tribunos, sostenemos que se debe apoyar -aunque sea por única vez-, el impuesto que vaya contra las fortunas más grandes del país.
En cualquier caso, en nuestra agitación general explicamos que no se trata de gravar impuestos a los ricos, que siempre van a encontrar maneras de evadirlos, sino de expropiar los medios de producción. Por esto necesitamos un Partido propio que levante nuestras banderas, la de millones de trabajadores y trabajadoras y de las familias obreras, que diga a viva voz la necesidad de nuestra agenda con independencia de los partidos que respetan al capital y a los empresarios.
Entonces, el sentido de la carta de Cristina Fernández es la convocatoria a un Gran Frente de Unidad Nacional y la necesidad de que todos estén en el mismo barco, incluyendo el impuesto que debe ser aprobado en el Congreso, que apunta salvar al conjunto del régimen político. Forjando y acordando con un proyecto en común, dándole vida nuevamente al gobierno. Empresarios de AEA y demás cámaras empresariales, sindicalistas de todo el abanico, políticos de todos los colores, dialogando con un solo fin: salvar las instituciones capitalistas y la gobernabilidad.
La izquierda
Las bases de los partidos de izquierda deben tener claridad ante los hechos que se avecina en la lucha de clases, y fundamentalmente de los acontecimientos que se presentan en el plano internacional. La experiencia política, el balance necesario de la misma práctica de sus organizaciones debe ser un mojón para un viraje necesario en lo político, en lo ideológico y en lo organizativo, sin menospreciar las cuestiones fundamentales del arte del frente único y de la independencia de la clase en relación con los partidos del régimen.
Contamos con formidables escritos al respecto y en esta misma prensa hay un artículo especial al respecto.
Pero no queremos dejar de mencionar, que resulta muy fácil o simple criticar a los dirigentes de las masas. Lo primero que resulta básico, es la necesidad de comprender los clásicos, sus luchas políticas e ideológicas como parte de la formación de los cuadros revolucionarios y a la que debemos aspirar y elevarnos.
La necesidad de la lucha por la formación en las ideas del marxismo revolucionario no es solo una declaración, es una constante en la lucha diaria, en la formación y en el fragor del día a día, en moldear nuestra psicología con relación al programa revolucionario y nuestra finalidad última: la puesta en pie de un gobierno de los Trabajadores y el Socialismo, que se base en la expropiación de las grande fábricas y empresas, en la expropiación de las grandes extensiones de tierras y sobre la base de la planificación de la economía, hacer marchar al país y sacarlo de manera definitiva del atraso y la barbarie en que transitamos.
Pero para esto necesitamos además de forjarnos en las ideas del marxismo revolucionario, ganar a las masas, que es lo más difícil, y acá entramos en el terreno del frente único y qué representa la independencia política y organizativa de los trabajadores: y en esto, la formación política e ideológica y la orientación es fundamental. Fundamental ya que el primer balance o conclusión a sacar, es el análisis internacional sobre la situación mundial, para el marxismo, es método, es programa, y esto es un ordenador del debate, resulta un elemento principal para comprender hacia dónde va el mundo y esencialmente hacia dónde va Argentina y la región como expresión de la misma crisis que atraviesa el planeta.
Se ha cambiado el signo de la época y la misma es de revolución y contra revolución, esa es la situación que tenemos por delante.
La característica de la época son estallidos en un país tras otro, y estas movilizaciones tienen una característica que comparten en general los estallidos de masas, su espontaneísmo, que resulta un ingrediente de la situación imprescindible, pero que no deja de tener límites concretos. Y es acá donde se revela fundamentalmente la ausencia del factor subjetivo, la ausencia del Partido Mundial de la Revolución Socialista, y la formación de este partido lleva un proceso largo de lucha política, de debates y de acumulación de cuadros, educados en el método dialectico. Llamamos a emprender un debate fraterno de cómo pararnos en esta etapa, en esta fase que resulta tan rica y compleja y donde necesitamos construir de manera urgente una alternativa revolucionaria.
Nuestras tareas
“Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con esos sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía”. V. Lenin
Lenin nuevamente tiene razón. Hay una característica en el movimiento político de cierta desmoralización, que no solo se remite a la Argentina, sino que recorre numerosos países. Los agoreros de la desmoralización pregonan que la derecha se organiza y golpea. Y esto no lo discutimos, acordamos con esta caracterización. Pero a toda tendencia se genera una contra tendencia. Ya mencionamos que nos encontramos en una época de revolución y contra revolución.
Entonces, ¿por qué no pueden ver los esfuerzos de las masas, de los cientos de miles de jóvenes y trabajadoras/res y sectores populares que luchan, se organizan, salen a la calle, se enfrentan a las fuerzas de seguridad, incluso salen con la pandemia de la COVID-19? Se ven esas luchas de masas en Madrid, EE.UU., Haití, Chile, Sudán, Bielorrusia, y podemos seguir. Y esto es producto directo de la crisis mundial del capitalismo.
Entonces el argumento que fluye en el movimiento es que “los trabajadores/ras no luchan en proporción al ataque de la derecha y de los grandes patronos”. ¡No acordamos!
Debemos “examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con esos sueños” y la realidad escrutada concienzudamente nos arroja que las masas salen a luchar a pesar de su dirección y que el capitalismo es horror sin fin y que no va a salir de la escena porque reconozca su caducidad histórica como sistema, no. Entonces debemos organizarnos y construir el Partido Revolucionario en Argentina, debemos construir la Corriente Marxista Internacional
Entonces les decimos a los agoreros de la desesperación, le decimos también a aquellos cientos de miles que aún creen en una dirección que subordina, subsume nuestra agenda, nuestros intereses a los del “bien común”, al “del bien de los capitalistas que según nos dicen necesitamos”, que la única manera de derrotar a la derecha y al sistema que representa es luchar sobre una base independiente de la clase contra el capitalismo y su Estado. Y así “realizar escrupulosamente nuestra fantasía”
¡Manos en la obra!