Reyes Magos: ¡fuera de casa!

0
169

Los juguetes se adquieren en esos mercados “Tiendas Recaudadoras de Divisas” (TRD) ¿Tiendas recaudadoras de divisas mediante la ilusión de los niños cubanos? ¡No! En nombre de Jesús ¡No! Nuestros niños no necesitan eso, a no ser que los acostumbremos. No recuerdo ningún pasaje bíblico donde Santa María o San José salieran a comprar regalos para el niño Jesús en día de Reyes. No porque no quisieran, tan sólo porque no podían, apenas les alcanzaba para mal comer Por tanto la tradición de hacer regalos a los niños el seis de enero no pertenece a Jesús, pertenece sin dudas a sus comercializadores.

Como a la Santa Pareja le sucede a la mayoría de los matrimonios del mundo, este mundo que se aleja vertiginosamente de los ideales del cristianismo.

Aquel niño pobre se convirtió en el primer disidente del sistema mercantil, origen de las desigualdades, la corrupción y la avaricia que nos gobierna de una u otra manera desde hace milenios.

El día de Reyes es la más perversa resaca que deja la celebración de la Navidad. Esta Navidad que no es ni con mucho la dulce comunión que debiera existir entre los hombres buenos por el nacimiento del preclaro Jesús. Las festividades de Navidad, donde se afilan los dientes las cadenas de tiendas; donde los ricos se aprestan a enseñar su “éxito” comprando lo imposible; donde los pobres lo más que pueden hacer es robar para comerse un bocado; donde la Tierra se aturde por 15 días de plástico y desechables, es la antítesis de Jesús, es precisamente la victoria de los mercaderes en el Templo.

En las navidades no se incita a reflexionar por los caminos del buen Dios, se hace todo lo contrario: se evoca a lo peor que traemos dentro y nos incitan a dejar hasta los calzones en los shopping centers.

Durante diciembre podríamos hacer un perfil aéreo de la humanidad. Encendidas y parpadeantes las grandes ciudades, apagadas y muriéndose los recintos pobres del mundo, donde la mayoría de los niños no saben escribir la palabra Navidad, ni saben nada de un niñito pobre que nació ese día para dar la vida por ellos.

Los ricos, los poderosos les han secuestrado la Navidad a los pobres…Como tantas cosas. Gabriel García Márquez lo dijo mucho mejor: “Ya nadie se acuerda de Dios en Navidad. Hay tanto estruendo de cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien por encima de nuestros recursos reales que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace 2.000 años en una caballeriza de miseria” º1

Por supuesto no sólo han secuestrado la Navidad, han secuestrado el derecho a la vida. En las manos de esos ricos están los recursos del planeta, estará el agua dentro de poco y ya estarán buscando como privatizar el oxígeno cuando cansados de empobrecer la atmósfera, hayan acabado con él.

Lo que resulta paradójico es que celebren sus millonarias bolsas llenas del sudor de los pobres con el nacimiento de su primer defensor, tal cual los antiguos romanos: bebiendo, comiendo y dilapidando la salud de la Tierra.

Ellos, los mercaderes, que luego se convirtieron en reyes, luego en burgueses y ahora en imperialistas han tenido una envidiable coherencia a lo largo de la historia. Expropiar a la humanidad de todo, desalojarla de cualquier opción y de cualquier libertad.

Continúa García Márquez: Con todo, tal vez lo mas siniestro de estas Navidades de consumo sea la estética miserable que trajeron consigo: esas tarjetas postales indigentes, esas ristras de foquitos de colores, esas campanitas de vidrio, esas coronas de muérdago colgadas en el umbral, esas canciones de retrasados mentales que son los villancicos traducidos del inglés; y tantas otras estupideces gloriosas para las cuales ni siquiera valía la pena de haber inventado la electricidad1.

En los días de Navidad y su resaca de “Reyes Magos” parecería que nos acercamos concretamente a La Caverna de José Saramago y que realmente los grandes centros comerciales serán nuestra tumba, como el autor refiriera en una reciente entrevista.

Los dueños del mundo necesitan ahora una nueva clase de esclavo que se llama consumidor. Es más dramático que la caza de esclavos en África. Ahora el África puede perecer sin problemas, con hambre y con SIDA, pues no son necesarios los africanos para cosechar algodón o azúcar. El dragón codicioso del capitalismo necesita consumidores.

Estos consumidores a diferencia de los obreros de las fábricas “trabajan” desde que nacen. Es más, son los niños sus primeros esclavos.

Baste leer el maravilloso libro de Ignacio Ramonet “Propagandas Silenciosas” para echarse a llorar y darnos cuenta en qué tipo de esclavitud hemos caído.

Dice Ramonet: Su aspecto espectacular seduce, sin dudas, a los niños tan aficionados a los spot como ya sabemos. Por lo demás los niños se muestran muy sensibles a la forma y el ritmo del spot y menos a su “objetivo comercial”; retienen eslóganes o estribillos y funcionan como repetidores, como voceros, como máquinas acústicas que reproducen sin tregua las fórmulas comerciales oídas. Más tarde en el supermercado, el niño pasará a ser voz de la publicidad al oído de sus padres2.

Y son los niños sin dudas la primera víctima de la Navidad. Como maldición, son igualmente víctimas los niños pobres, esos que no pueden ser comparados porque ya están muertos en vida y se convierten en desecho social, como los niños de “buena familia” que se convierten en meros esclavos del mercado y la propaganda.

Los días de reyes son la peor usurpación de los ideales cristianos. Sus víctimas son nuestros niños porque ellos constituyen el ejecito más puro de la humanidad, aunque sean millonarios sus padres; ellos no son dueños todavía de los medios de producción.

Las propagandas, tal como lo refiere Ignacio Ramonet en su libro, despedazan los impulsos hipotalámicos de estas criaturas que se ven obligadas a desear cuanto artefacto se venda por las pantallitas de televisión.

Después de vomitar el asado de Noche Buena, salimos el día seis de enero a perseguir los regalos de los Reyes Magos.

La tortura mayor es que obligamos a esas criaturas a escribir unas carticas y les decimos que les pongan hierba a los camellos… cuando esos camellos están siendo, precisamente hoy, despedazados por las bombas y el uranio empobrecido.

No constituye una dulce fantasía como aseguran; es una mentira abominable que no merecen los descendientes de Jesús y sí los del sacerdote judío Caifas, Herodes o el Emperador Tiberio. No me entero cuáles carticas pidiendo juguetes escriben las decenas de millones de niños que mueren hoy de hambre, enfermedades y desesperanza.

Recuerdo aquella malévola historia del saco de carbón que le traían los Reyes a los niños que se portaban mal ¡Ni carbón tendrían los niños para calentarse en la mitad del mundo, aunque se hubiesen portado bien en la escuela que nunca tuvieron! Esos Reyes Magos son la ganancia del mercado y del capitalismo y por supuesto nunca la fantasía de los niños.

En Cuba, por su parte entraron los verdaderos Reyes en 1959 vestidos de verde olivo y pueblo. No hizo falta la magia para que en menos de un año todos los niños supieran escribir, sumar, y reír. La injusticia de los reyes magos llegó a su fin.

Los niños que nacimos en los 60 tuvimos el privilegio de convivir con el Che y con Fidel. Centenas de miles de preadolescentes, niños todavía, marcharon a las montañas para enseñar a escribir, no ridículas cartas para que los reyes te compren un avión y luego recibas a cambio un lapicero, sino escribir verdades y sueños hechos realidad. Se abrió en mi país la puerta de la libertad espiritual para aquellos por los que Jesús dio su vida.

Cuba fue el nido de la verdadera fantasía y la esperanza cuando todos sus niños podían soñar con estudiar ballet, o matemáticas o ganar una medalla olímpica. No hubimos de necesitar revivir una atrocidad moral como la de los Reyes Magos.

Esos Reyes que no son producto de la tradición cristiana, sino del mercado y de la propaganda atomizadora, a cambio de un montón de plástico barato.

Por eso no acabo de sentirme cómoda con el artículo publicado en Juventud Rebelde el 7 de enero del 20073 que dice: La tradición, que recuerda el pasaje bíblico de la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, importada desde España por los colonizadores y aparentemente dormida durante los últimos años, parece hoy despertar.

No compañeros periodistas, no estaba dormida, fue desechada por otras muchas tradiciones. Recuerdo siendo niña que venían en enero los famosos tres juguetes para los niños, para los cuales los padres no necesitaban tener divisas, necesitaban, eso sí, tiempo para hacer la famosa cola. Todos recibíamos los mismos juguetes y no había niño cubano fuera de eso. Nadie escribió una carta porque deberían decidir ellos mismos sobre los juguetes que el estado cubano estaba en condiciones de comprar. Venían por la libreta, la famosa cartilla cubana. Entonces sí era fiesta y regocijo, todos teníamos el derecho a los juguetes y salíamos ese día felices sin saber quienes eran esos famosos reyes.

Ahora no es así… Se adquieren en esos mercados “Tiendas Recaudadoras de Divisas” (TRD) ¿Tiendas recaudadoras de divisas mediante la ilusión de los niños cubanos? ¡No! En nombre de Jesús ¡No! Nuestros niños no necesitan eso, a no ser que los acostumbremos.

Muchos de los productos que nos faltan en casa debemos adquirirlos en esas TRD, pero establecer la tradición que nuestros hijos deban alimentar sus fantasías con las TRD… sería la peor de las maldiciones.

Claro que nuestros hijos deben jugar. El juego no es tan sólo una distracción es una necesidad funcional; dentro de la revolución socialista podemos, con ayuda de psicólogos, pedagogos, especialistas de todo tipo, diseñar la compra de juguetes, comprarlos socialmente y convocar a esos bulliciosos chiquitos a la solidaridad y la alegría. Dudo que eso pueda hacerlo otro país del mundo.

Porque esas tiendas no pertenecen a la revolución socialista, es un mecanismo transitorio para recaudar dinero y hacer posible la obra de la revolución. Es el mercado. Es nuestra desdichada NEP. Y el corazón de la niñez cubana no puede estar en manos de ella.

En mi artículo “Una pañoleta roja contra el plan Bush” 4 expreso mi temor de que los zapatos escolares oscilen desde una zapatilla Nike hasta las más humilde de las zapatillas porque los zapatos no se entregan en el uniforme escolar ¡de eso debíamos ocuparnos! Si nos sobra algún recurso, de equiparar los zapatos en la escuela.

No debemos volver atrás ni confundirnos con los cantos de sirena del capitalismo. A. la revolución le ha costado estar por encima de la esclavitud del mercado. Muchas tradiciones debemos respetar y seguir, pero nunca a las que, en nombre del socialismo, hemos logramos desterrar.

En Cuba se respeta la niñez por encima de todo. Echamos, por ejemplo, la suerte por un niño desvalido que quisieron hacerlo víctima del mercado. Con Elián González se extremaron nuestros especialistas advirtiéndonos los daños que representaban para él el exceso de productos, ropas y juguetes ¿Cómo vamos a alentar lo mismo? Elián es hoy un niño feliz. Logramos rescatarlo de las garras de Miami… puede ser que hoy intenten atrapar a todos ellos de manera mas sutil que a Elián, de manera más sutil que aquel asesino Proyecto Peter Pan cuando nos arrebataron a 15 mil niños.

Adoro la historia de Jesús. Podríamos hacer coloquios a los niños sobre su verdadera historia. Nos sobran especialistas talentosos, religiosos verdaderos comprometidos con Jesús y por ende con la revolución. Pero no ensuciemos esas volátiles mentes, esos cuerpecitos que salvamos todos los años, con las filosas Barbies y los Supermen

Si es que algo “quedó dormido”, como dice el citado artículo de Juventud Rebelde, si es que ya estamos recuperados para poder regalarles juguetes a nuestros niños… hagamos verdaderas fiestas de conocimiento, de talento, de sensibilidad. Y entreguemos los juguetes como premio. Estos Reyes Magos no son aquellos que bajo la influencia de una estrella fueron a visitar a uno de los mejores hombres del mundo. Son su perversión, su negación y su ultraje.

No me tomen a mal… tengo un hijo de diez años, dispuesto a consumir cuánto juguete pueda ofrécesele… pero Oscar Ernesto está venturosamente más ávido aun de consumir verdad y compromiso. Le debo eso a todos los Reyes del 59, de Girón, de Angola y mucho más allá. Él como todos los niños del mundo es un auténtico revolucionario.

Por demás la casa de la revolución mundial tiene al mejor de sus hijos enfermo. Con Fidel enfermo, detesto las fiestas banales y corrompidas. Y si esas fiestas se hacen a costa de los niños más cultos, desprendidos y felices del mundo, obligándolos a hacer carticas donde se benefician los que tienen familia “atenta” en Miami… o los que adquieren divisas a través de algún oscuro mecanismo…entonces esas fiestas tienen mi condena y el artículo mencionado de Juventud Rebelde es desafortunado.

Es por eso que a estos Reyes Magos ladrones, producto de la sociedad explotadora, usurpadores del justo ideario de Jesús, y que de alguna manera se han infiltrado sin pasaporte en esta tierra bendita, les grito ¡Fuera de casa! En Cuba revolucionaria no encontrarán jamás su corona.

Referencias:

1. Gabriel García Márquez “Estas siniestras navidades”
2. Ignacio Ramonet “Propagandas Silenciosas” Editorial Arte y Literatura 2002, pág. 56
3. Celia Hart “Una pañoleta roja contra el Plan Bush” Rebelión, 13 de Julio de 2006
4. Jailín Orta e.al “Tres Reyes regresan por su corona” Juventud Rebelde, 7 de enero de 2007