Si el 15 de noviembre te encontrabas en los alrededores del Zócalo del Palacio Nacional de la Ciudad de México, te esperaba una imagen familiar: banderas de One Piece, consignas antigubernamentales y enfrentamientos con la policía. ¿Ha llegado la revolución? ¿Está México viviendo un levantamiento similar al de Nepal o Madagascar?
Pero hay algo que no cuadra: el hombre que sostiene la bandera tiene 80 años, apenas pertenece a la Generación Z. Otra bandera la sostiene un hombre encapuchado que lleva una enorme esvástica. Las palabras «puta judía», dirigidas a la presidenta Claudia Sheinbaum, están pintadas con spray en el Palacio Nacional. Vicente Fox, el reaccionario expresidente de México, está a tu lado con un mal disfraz y una camiseta de One Piece. Casi no se ve a ningún joven en varias cuadras.
¿Qué carajo está pasando?
Astroturfing con intenciones crueles
Las protestas del 15 de noviembre, en las que 33 civiles resultaron heridos, 64 fueron detenidos y 40 policías fueron hospitalizados, fueron promovidas inicialmente por una cuenta que difundía contenido generado por IA del palacio en llamas. La promoción comenzó semanas antes de que el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fuera asesinado el 1 de noviembre, un evento que se utilizó para catalizar el apoyo a la manifestación. Manzo era conocido como el «Bukele de Uruapan» y adoptó una postura dura contra los narcos, que según la oposición controlan el estado.
Desde el principio, el PRI y el PAN, que gobernaron México durante décadas y llevaron a cabo ataques, asesinatos y encarcelamientos de jóvenes, trabajadores y campesinos, tuvieron mucho que ver en este «movimiento espontáneo». Los únicos que se dejaron engañar fue la prensas internacionales, que, ignorantes a propósito, los equipararon sin crítica alguna con las protestas de la generación Z en todo el mundo.
En una de sus primeras comunicaciones, el 4 de noviembre, una cuenta de Twitter llamada «Generación Z México», que convocó la marcha del 15 de noviembre, dijo:
«Esto jamás se va a tratar de apoyar una ideología, y mucho menos a partidos políticos. Aquí no hay intereses ocultos, ni agendas disfrazadas. Somos jóvenes que amamos profundamente a nuestro país, y que estamos hartos de la misma historia, del mismo abuso y de la misma corrupción. […] No somos ni de izquierda ni de derecha».

La verdadera naturaleza de esta marcha fue conocida por los revolucionarios semanas antes de que ocurriera / Imagen: uso justo
Y, sin embargo, ese mismo día, el PRI sacó a su diputado más joven, el millennial Carlos Gutiérrez Mancilla, de 31 años (que en sesiones anteriores del Congreso había golpeado a senadores de Morena), para que posara con una bandera de One Piece y una camiseta con el lema «justicia para Carlos Manzo». Dijo:
«Los jóvenes hoy estamos más despiertos. Ya despertaron los jóvenes, ya despertaron los campesinos y vamos a sacar a Morena. Fuera Morena, fuera narcopolíticos y que Dios bendiga la República mexicana».
Un hombre de 39 años, que se autodenomina parte del liderazgo orgánico de la marcha, ha hablado desde el principio sobre la infiltración del PRI. La cuenta de Twitter que promueve la marcha publicó un enlace a un servidor de Discord donde se publicó un manifiesto en PDF. Sus metadatos mostraban que fue creado por Monetiq, una agencia que ayuda a monetizar los medios de comunicación de extrema derecha y que comparte domicilio fiscal con el exdiputado del PRI, José Alfredo Femat Flores.
La derecha y los multimillonarios no pueden simplemente chasquear los dedos y sacar miles de personas a la calle. El PRI y el PAN están desacreditados a los ojos de los trabajadores y campesinos mexicanos, y una manifestación con sus pancartas y consignas no atraería a nadie. Esconderse detrás de una bandera de One Piece es una buena forma de encubrir sus demandas reaccionarias.
El podcast Sobernia mostró un reportaje particularmente demostrativo, en el que se entrevistaba en la calle a los asistentes a la protesta. Las demandas de los manifestantes (en su mayoría viejos) iban desde personas confundidas que planteaban preocupaciones genuinas, (poner fin a las desapariciones forzadas, la crisis del costo de vida o la violencia contra las mujeres) hasta otras que planteaban demandas abiertamente reaccionarias (oponerse al aborto, pedir la intervención de Estados Unidos, fortalecer la familia burguesa y apoyar abiertamente a Trump).
Se está desarrollando un estado de ánimo real entre una capa de la población que se opone al gobierno de Morena, que tiene una base material. Es posible que los movimientos artificiales (es decir, los movimientos que crean la falsa impresión de ser «espontáneos» y «populares») puedan arrastrar a elementos confundidos que no tienen una salida para su oposición legítima. Pero hay que decirlo claramente: el regreso del PRI y el PAN no resolverá nada.
La verdadera marcha de la Generación Z
La verdadera naturaleza de esta marcha era conocida por los revolucionarios semanas antes de que se produjera. Los compañeros del Partido Comunista Revolucionario de México, así como otros grupos juveniles de izquierda, se unieron para marchar el 8 de noviembre y mostrar la posición real de la juventud. Sus principales consignas fueron «estudiantes organizados contra los crímenes del Estado» y «contra el oportunismo de la derecha».
Antes que nada, es necesario decirlo claramente: no defendemos a Sheinbaum, a Morena ni a ningún otro partido reformista burgués que cumpla las órdenes de los patrones.
El gobierno de Morena, que representa una continuación de la «cuarta transformación» de Andrés Manuel López Obrador, es un intento de administrar el capitalismo mexicano y dar un rostro humano al sistema sin cambiar su dinámica interna de explotación. No es casualidad que muchas de las reuniones de Sheinbaum sean con multimillonarios como Carlos Slim, José Antonio Chedraui y ejecutivos de BlackRock, Walmart, el Banco Mundial y la OCDE.
La heroica lucha de la década de 2000 para que Morena fuera elegido frente al fraude electoral del PRI, junto con el hecho de que muchos de los programas de Morena han sacado a millones de personas de la pobreza, les han proporcionado una amplia base de apoyo.
Pero los jóvenes, que son los más afectados por la crisis, no se dejan engañar tan fácilmente por estas ilusiones y pueden ver y sentir los límites del programa capitalista de Morena, ya que sufren el desempleo, los costos de la vivienda y la violencia del narcotráfico. Ninguna de estas contradicciones se ha resuelto en los siete años de gobierno de Morena.
Toda la experiencia de los gobiernos de izquierda de la «marea rosa» en América Latina muestra lo que se avecina. Morena no ha aprendido nada de los fracasos de Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador, que apoyaron al capitalismo y atacaron a los trabajadores cuando ya no pudieron financiar los programas sociales. En México están empezando a aparecer fisuras similares. Así lo demostró recientemente la lucha que libró Sheinbaum contra las pensiones justas para los maestros, contra la semana laboral de 40 horas y contra una política para combatir la gentrificación.
Estamos en contra de las maniobras de los reaccionarios para traer de vuelta a los gobiernos derechistas del PRI y el PAN. Su movimiento artificial tendrá repercusiones. Cualquier movimiento liderado por jóvenes puede ser fácilmente pintado por Morena como un complot del PRI sin base social. De manera similar, las huelgas generales en Bolivia en 2010 para aumentar el salario mínimo fueron acusadas por el gobierno «de izquierda» de Evo Morales de ser peones de la derecha. Estos intentos deben ser rechazados, al tiempo que se exponen los cínicos complots del PRI y el PAN.
No hay indicios de que este movimiento vaya a desaparecer (su cuenta de Twitter tiene 100 000 seguidores). Cuentan con millones de dólares de financiación de los capitalistas para gestionar miles de cuentas de bots en línea, algo de lo que nosotros no disponemos.
Aunque haya elementos juveniles honestos que intenten organizarse en torno a los símbolos de la «revolución de la Generación Z», inspirados en movimientos de todo el mundo, la élite del PRI les ha echado el guante para utilizarlos en beneficio propio.
Está claro que la falta de ideología y de afiliación partidista de estos movimientos de la «Generación Z» los hace propicios para la infiltración.
El descontento con Morena es real, especialmente entre los jóvenes, pero la crisis solo puede resolverse superando el sistema capitalista en decadencia al que Sheinbaum se ha encadenado. La verdadera Generación Z de México se está radicalizando, y sus capas más conscientes de clase se están organizando en torno a ideas revolucionarias.








