Los lectores de El Militante conocen ampliamente las diferencias políticas que mantenemos con los dirigentes del Movimiento Proyecto Sur. Estas diferencias se acentúan cada día que pasa, y hacen principalmente a la línea política y a la estructura organizativa. Esta situación nos obliga a redefinir nuestra relación con Proyecto Sur, que exponemos ante nuestros lectores y simpatizantes. |
Los lectores de El Militante conocen ampliamente las diferencias políticas que mantenemos con los dirigentes del Movimiento Proyecto Sur. Estas diferencias se acentúan cada día que pasa, y hacen principalmente a la línea política y a la estructura organizativa. Esta situación nos obliga a redefinir nuestra relación con Proyecto Sur, que exponemos ante nuestros lectores y simpatizantes. |
Un potencial desperdiciado
Nunca concebimos nuestra participación en el Movimiento Proyecto Sur, iniciada a mediados del 2008, como un fin en sí mismo, sino como un eslabón en el camino de la construcción de un partido político de masas de los trabajadores, basado en los sindicatos. Justamente, fue la presencia en Proyecto Sur de dirigentes y activistas de la CTA, vinculados al sector de De Gennaro, que se habían pronunciado a favor del lanzamiento de un movimiento político-social asentado en la clase trabajadora, el elemento más importante que nos animó a participar.
El resultado electoral extraordinario conseguido en las elecciones del 28 de junio de 2009 en Capital Federal, cercano al 25% de los votos, mostró que existían condiciones ideales para formar un movimiento político de masas a la izquierda del kirchnerismo, en todo el país. Lamentablemente, este potencial ha sido desperdiciado de manera irresponsable, y ha llevado el desencanto a decenas de miles de trabajadores, jóvenes y ciudadanos sin experiencia política previa que miraban a Proyecto Sur como una alternativa.
¿Cómo pudo suceder?
Repetidamente, hemos señalado la falta de una orientación hacia la clase trabajadora y la juventud, cuyas demandas sobre salarios, empleo, vivienda, carencias en los barrios, etc. estaban ausentes de los posicionamientos políticos más relevantes de Proyecto Sur.
El movimiento nunca funcionó como tal, sino como corralitos de aparatos que operaban bajo sus propios intereses, despilfarrando recursos y energías. Consecuentemente, hubo una carencia elemental de democracia interna. Nunca se convocó a un Congreso con delegados elegidos por las bases. Se practicó un verticalismo extremo donde todo era decidido por la Mesa Nacional o en el entorno inmediato del compañero Pino Solanas.
Se apostó a un electoralismo desenfrenado, al precio de aparecer enredados en acuerdos y negociaciones parlamentarias con la oposición de derecha, con un discurso antikirchnerista sectario y enfermizo. Se sacrificó la construcción de un movimiento de masas a la búsqueda de acuerdos políticos y electorales con grupitos y políticos burgueses profesionales, como Margarita Stolbizer, el Partido "Socialista" de Binner, y Luis Juez. Y ahora se incluye en las listas a gente como Eduardo Buzzi, dirigente de la Federación Agraria, que encabezó el reaccionario "conflicto del campo".
En este estado de cosas florecen tendencias oportunistas y arribistas que buscan en Proyecto Sur puestos y cargos. El caso más extremo, no el único, es el de los dirigentes de Libres del Sur que venían de sostener, alternativamente, acuerdos con Kirchner, Telerman y Sabatella, antes de recalar en Proyecto Sur, sin hacer autocrítica alguna.
Una de las últimas actuaciones lamentables de Pino fueron sus declaraciones en Clarín (22/10/10) donde afirmaba su intención de paralizar el trámite en Diputados de la propuesta de Proyecto Sur sobre Papel Prensa, que contempla la estatización de esta empresa, con la excusa de que ¡había sido aceptada por el oficialismo! Según Pino, "nos entramparon". Incluso fue más lejos, al defender que las empresas de diarios (como Clarín y La Nación) tengan el 10% de las acciones de Papel Prensa, algo que no aparece en su proyecto original. Esta actitud, que mezcla un sectarismo antiK desaforado con una actitud cuasi servil hacia Clarín, no tiene nada de honrosa.
Las bases desencantadas
El Movimiento Proyecto Sur está muy debilitado por la base. Muchos militantes honestos y combativos abandonaron la militancia o están a punto de hacerlo, otros están marginados por el aparato dirigente. El programa original de Proyecto Sur basado en demandas radicales y avanzadas como la reestatización de las privatizaciones menemistas, incluido el ferrocarril, y la recuperación de los recursos naturales, como el petróleo; aparece cada día más desdibujado Ya no se propone reestatizar el petróleo privatizado sino crear una petrolera estatal paralela.
La falta de mecanismos democráticos básicos y la escasa vida interior del movimiento, imposibilitan una revisión y aprendizaje colectivo de los errores, lo que hace inútil cualquier esfuerzo tendiente a tratar de enderezar una línea política profundamente equivocada.
Por eso consideramos concluida una etapa y la presencia de nuestros compañeros dentro del Movimiento Proyecto Sur. No obstante, dejamos una puerta abierta. Nada nos agradaría más que Proyecto Sur reencontrara el camino abandonado y recondujera sus pasos.
No cambiamos de rumbo
Por nuestra parte, seguiremos nuestro camino y pondremos nuestros esfuerzos en colaborar y participar en cuanta iniciativa genuina surja para hacer realidad en nuestro país una herramienta política de masas de los trabajadores y explotados, amplia y democrática, donde seguiremos levantando bien alta la bandera del socialismo revolucionario.