Protestas de masas en México

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7 de julio. Foto: Ismael Villafranco

En las calles de México han estallado protestas de masas contra el fraude electoral. La versión oficial de los resultados de la elección presidencial dio a Enrique Peña Nieto, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) 38.21% de los votos, con el 31,59% para el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática PRD), y el 25,41% a Josefina Vázquez Mota, del conservador Partido Acción Nacional (PAN). El pequeño partido Nueva Alianza obtuvo 2,29%.

Pero nadie cree en las cifras oficiales, que son regularmente manipuladas. Es de conocimiento general que el PRI compró votos y sobornó descaradamente a cadenas de televisión para que lo apoyaran. Agentes del PRI hicieron entrega a los votantes de alimentos gratis, tarjetas pre-pagas y otros regalos. Las acusaciones de compra de votos comenzaron a surgir en junio, pero se agudizaron más tarde, cuando la gente se apresuró a las tiendas de comestibles en las afueras de la ciudad de México para canjear tarjetas de regalo pre-pagas por valor de entre 100 y 1.500 pesos (de 8 a 110 dólares americanos). Muchos dijeron abiertamente que las tarjetas se las dieron seguidores del PRI antes de las elecciones a cambio de votar por el partido.

Una serie de artículos en The Guardian añadió material a la polémica con la publicación de evidencia de que Televisa abrió su camino a la presidencia calumniando a sus rivales y presentando como noticias propaganda descarada a favor del PRI. El diario El Universal había impreso de antemano su edición de la mañana, con Peña Nieto en la portada como el “ganador”.

En las semanas previas a las últimas encuestas un movimiento dirigido por estudiantes, #YoSoy132, convocó manifestaciones y protestas por internet contra los vínculos de Peña Nieto y el gigantesco medio de comunicación Televisa, acusando tanto a Peña Nieto como a Televisa de manipular a la opinión pública y a las instituciones del Estado. López Obrador ha calificado esto correctamente como una “vergüenza nacional”. Dijo que por lo menos cinco millones de votantes habían recibido tarjetas pre-pagas de tiendas, dinero en efectivo, alimentos, materiales de construcción o electrodomésticos. The Economist comenta:

“Hubo informes de votantes en las zonas pobres a los que se les habían ofrecido más de 500 pesos ($ 38) a cambio de entregar sus tarjetas de votación, lo que les impidió emitir su voto y quizás permitió que otra persona pudiera hacerlo en su lugar. El PRI aparece con mayor frecuencia en dichos informes. La prohibición de publicidad política después del final de la campaña el miércoles fue desobedecido por el Partido Verde, un aliado formal del PRI. Los Verdes enviaron ilegalmente mensajes de textos y llamadas telefónicas grabadas a muchas personas (incluyendo este corresponsal) en el día de la elección, instándolos a votar por sus candidatos”.

Para pagar estos sobornos masivos, el PRI superó el límite legal para los gastos de campaña por lo menos 10 veces. Además, los observadores del PRD de las cabinas de votación fueron intimidados, heridos y, algunos, asesinados. Para muchos, fue como un retorno a los viejos malos tiempos de gobierno del PRI. Este partido gobernó México ininterrumpidamente durante siete décadas, a través de una mezcla tóxica de corrupción, represión, clientelismo y fraude electoral, hasta que finalmente fue desbancado de la presidencia en 2000.

En 2006, Calderón, el candidato del derechista partido PAN, fue declarado vencedor en las elecciones presidenciales. Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador, el candidato del PRD, desafió el resultado e hizo un llamamiento a las masas. López Obrador había perdido la elección por menos de 0,56%, que era claramente el resultado de la manipulación. Durante meses cientos de miles de personas participaron en un bloqueo de la arteria principal de la ciudad de México para protestar por el resultado.

Ahora la historia parece repetirse. Después de un período de seis años en el cargo, el PAN está completamente desacreditado. Pero la clase dominante mexicana quiere entregar el poder al PRI con el fin de bloquear la elección de un hombre que teme que estará bajo la presión de las masas. Así, los seguidores de López Obrador están saliendo a las calles otra vez.

7 de julio. Foto: Feno!Foto: Feno!

Las continuas denuncias de fraude electoral han sido confirmadas por el propio resultado, que está más cerca de lo que predijeron los sondeos, algunos de los cuales habían dado a Peña una ventaja de entre diez y 15 puntos porcentuales. A pesar de todo, el PRD y López Obrador han obtenido un resultado muy bueno. En Puebla, a pesar de la manipulación, la izquierda ganó por primera vez. La izquierda también ganó la gubernatura de Tabasco por primera vez.

El PRI obtuvo peores resultados que lo que se esperaba. No tiene una mayoría en el parlamento y se ve obligado a aliarse con pequeños partidos de derecha (PVEM y PANAL). Tendrá que hacerse cargo de un país presa de una profunda recesión, con desempleo masivo y pobreza creciente. Será un gobierno débil: un gobierno de crisis. Puede ser derrotado, pero la condición previa es una movilización general de las masas. Esta ya ha comenzado.

Enfurecidos por esta manipulación desvergonzada, hasta medio millón de personas marcharon en la Ciudad de México el sábado 7 de julio. Estudiantes, sindicalistas y activistas de izquierda en la Ciudad de México llevaban carteles que decían: “Peña, ¿cuánto te ha costado llegar a ser presidente?” y “México, que empeñó su futuro por 500 pesos”. Un informe de la BBC citó entrevistas con algunos de los participantes que dan una idea de la ira de los manifestantes:

“El fraude se llevó a cabo antes [de las elecciones], comprando votos, engañando a la gente”, dijo Gabriel Petatán García, un estudiante de geografía, que llevaba un cartel en finlandés. Los manifestantes también portaban carteles en inglés, japonés, francés, alemán y otros idiomas para llamar la atención de la prensa internacional.

“Algunos manifestantes cubrieron las cabezas de las estatuas con bolsas de plástico de Soriana, la cadena de supermercados donde se podían canjear las tarjetas de regalo. “Tenemos que salir a la calle para denunciar que el PRI compró votos, y que hubo personas que los vendieron”, dijo una psicóloga de 32 años de edad, Raquel Ruiz. “El PRI amenaza a muchas personas y compra a las demás con un par de tacos”, dijo Manuel Ocegueda, un trabajador del comercio de 43 años de edad que participaba en la manifestación.

El equipo de López Obrador ha denunciado irregularidades en 113.855 colegios electorales de los 143.000 existentes en el país, y los observadores electorales independientes han dicho que el 28 por ciento de los votantes entrevistados (es decir, casi un tercio) se había enfrentado a casos de “irregularidades”. El candidato de la izquierda, por lo tanto, ha exigido un recuento. Esto es correcto y lógico.

2012-07-07-Zocalo

El estado de ánimo a favor de una lucha está claramente presente. Las manifestaciones se han producido en al menos 16 estados de un total de 32. En Jalisco se dio la manifestación más grande en 20 años. En Monterrey, en la frontera con los EE.UU., también hubo una gran manifestación. Desde esta distancia es difícil saber cuántas personas están involucradas, pero el movimiento es mayor en número que en 2006.

Las autoridades calcularon que cerca de 50.000 manifestantes se reunieron en la plaza central del Zócalo. La cifra real nadie la sabe, pero las fotografías y testimonios muestran que fue muchas veces mayor, tal vez hasta medio millón. Nuestro corresponsal en la ciudad de México me informa que había decenas de miles de personas de todas las edades, pero el componente predominante fue la juventud, especialmente los estudiantes. Ser un estudiante universitario hoy en día es sinónimo de estar en contra de Peña Nieto. Ni siquiera obtuvo apoyo en las escuelas privadas. Hubo varios simulacros de elecciones en las escuelas, y en todos los casos López Obrador ganó por una gran mayoría.

Nuestro corresponsal escribe: “La gente venía marchando hacia el Zócalo por lo menos durante tres horas continuas. Hemos organizado mítines espontáneos y la gente se congregaba alrededor de nuestra mesa. Vendimos 580 periódicos –todos los que teníamos–. Todo el mundo gritaba consignas contra el fraude, en contra del PRI, en contra del Instituto Federal Electoral, en contra de la televisión, pero también hubo algunos contingentes que coreaban consignas por el paro nacional. Ninguna organización de masas convocó esta manifestación”.

Los últimos comentarios son significativos. Las masas quieren luchar, pero, ¿quién está liderando el movimiento? ¿Quién organizó las protestas? La respuesta parece ser: nadie. Estas manifestaciones parecen ser principalmente de carácter espontáneo, probablemente convocadas a través de las redes sociales de comunicación. Por lo tanto, tiene todas las fortalezas y debilidades de todas las acciones espontáneas. La falta de liderazgo es su talón de Aquiles. Sólo MORENA, que organiza el ala izquierda del PRD, y activistas de fuera del partido, junto con el movimiento estudiantil, respaldaron la convocatoria a la acción.

Mientras que en 2006, López Obrador se identificó con el movimiento de protesta, esta vez hasta el momento se ha distanciado de las marchas y la lucha en general. En lugar de poner en marcha un movimiento de masas, ha dicho que va a presentar un desafío legal formal para el recuento de votos en los tribunales electorales. Esta estrategia es completamente equivocada.

El PRI puede argumentar que lo que hicieron está dentro de los límites legales (de México). Dar regalos para influir en los votos es un delito, pero simplemente hacer esos regalos no es ilegal bajo la ley electoral mexicana, siempre y cuando el gasto se “informe a las autoridades electorales”. En otras palabras, hay miles de trucos para volver un desafío legal nulo y sin efecto.

Apelar a un poder judicial corrupto contra una decisión electoral fraudulenta es como apelar a Satanás contra el Diablo. Dicho recurso de casación no llevará a ninguna parte y tomará mucho tiempo. Retrasando las cosas hasta que las ruedas pesadas de la “justicia” hayan terminado de rodar, las autoridades tendrán éxito en la desmovilización del movimiento de masas. Tratar de sustituir la lucha de clases por recursos judiciales no es más que cretinismo legalista.

Tijuana, 7 de julio. Foto: Christian JavanTijuana, 7 de julio. Foto: Christian Javan

Con el cinismo más sorprendente, el vocero del PRI, Eduardo Sánchez, dijo la semana pasada que el caso de las tarjetas de regalo había sido “una representación teatral” montada por la izquierda. Afirmó que los partidarios de López Obrador llevaron a cientos de personas a las tiendas, las vistieron con camisetas del PRI, les dieron las tarjetas de regalo, vaciaron las estanterías para crear una apariencia de compras de pánico, y trajeron las cámaras de televisión para dar la falsa impresión de que el PRI había dado las tarjetas. Con esta “explicación” el arte de mentir ha obtenido nuevas dimensiones, bordeando lo surrealista.

Leonardo Valdés, el presidente del Instituto Federal Electoral, es un representante más astuto y sutil de la clase dominante. Él ya ha dicho que “no veo ningún motivo para anular los resultados”, pero aseguró al público que se “había puesto en marcha” una investigación sobre las tarjetas de regalo. En otras palabras, está diciendo a la coalición de izquierda: “Sigan adelante con sus apelaciones legales, mis amigos. Nosotros, por supuesto, investigaremos tanto como queráis, pero al final las investigaciones no descubrirán nada, y la decisión que ya hemos tomado permanecerá”.

César Yáñez, vocero de la campaña de López Obrador, negó las acusaciones del PRI, pero no llamó a más protestas masivas. Este es un grave error. La única esperanza de conseguir que el resultado sea anulado es con la intensificación del movimiento de masas. La clase dominante, recurriendo una vez más a la manipulación descarada de las elecciones con el fin de evitar que el PRD llegue al poder, ha retado a la clase obrera y el pueblo de México. La clase obrera tiene que responder al desafío de la oligarquía de una forma contundente.

Es probable que los dirigentes del PRD piensen que porque en el año 2006 no lograron el resultado deseado, esta táctica no debe repetirse. Pero el problema de 2006-07 no era que el movimiento fue demasiado lejos. Por el contrario, no fue suficientemente lejos. Lo que se necesitaba era llevar las cosas a sus últimas consecuencias mediante un paro general de todo México para derrocar al gobierno. Sin eso, la ocupación del Zócalo nunca podía haber tenido éxito.

El mismo error se puede ver en otros países, donde ha ganado popularidad la idea de que simplemente mediante manifestaciones y la ocupación de los centros urbanos, es suficiente para provocar un cambio fundamental. Protestas callejeras masivas y ocupaciones son una excelente manera de movilizar a amplias capas de la población, de dar a las masas un sentimiento de su fuerza. Pero en sí mismas, estas tácticas no resuelven nada. No pueden producir un cambio fundamental en la sociedad.

La simple verdad es que la clase dominante puede permitirse el lujo de esperar, pero las masas no pueden hacerlo. La gente tiene que vivir, comer y ganar un salario. No pueden simplemente permanecer en las calles y plazas esperando a que algo suceda. Tales tácticas pasivas finalmente agotan a las masas e irritan a las clases medias y otros “ciudadanos respetables” que nada más desean seguir con sus actividades diarias con un mínimo de interrupción.

Como primer paso, López Obrador debería convocar más protestas, manifestaciones y ocupaciones. Pero la lección de 2006 es que este movimiento sólo puede tener éxito si se trata de una plataforma de lanzamiento para una huelga general en toda regla.

  • Por la convocatoria de reuniones de masas en las fábricas y lugares de trabajo para discutir y preparar la huelga.
  • Por la elección de comités de huelga en las fábricas y su ampliación para incluir a otras capas de los oprimidos: campesinos, desempleados, vendedores ambulantes…
  • Por el involucramiento de los representantes estudiantiles, mujeres de la clase trabajadora y de todos los que estén dispuestos a luchar por la democracia y el socialismo.
  • Sobre esta base, y sólo sobre esta base, el PRI será derrotado y el pueblo trabajador avanzará hacia su meta final: la conquista del poder.

Londres, 9 de julio de 2012.