Desde hace más de seis meses la Central de los Trabajadores de la Argentina se encuentra sumida en una crisis que amenaza con prolongarse indefinidamente y que la pone en riesgo de ruptura definitiva o de un largo estancamiento, lo que debilitaría la organización y las luchas de la clase trabajadora en su conjunto. Es necesario un esfuerzo de la dirigencia para superar este escenario.
Desde hace más de seis meses la Central de los Trabajadores de la Argentina se encuentra sumida en una crisis que amenaza con prolongarse indefinidamente y que la pone en riesgo de ruptura definitiva o de un largo estancamiento, lo que debilitaría la organización y las luchas de la clase trabajadora en su conjunto. Es necesario un esfuerzo de la dirigencia para superar este escenario.
No hay razones fundamentales que justifiquen la escisión, sino peleas por arriba. Los distintos posicionamientos políticos sobre el gobierno nacional no deberían generar ninguna crisis. Un sindicato no es un partido, es un organismo de frente único de trabajadores en defensa de sus reivindicaciones económicas, por lo que debería ser posible la convivencia de expresiones sindicales diferentes que reflejen posicionamientos políticos diversos. Se deberían respetar los derechos democráticos de todo trabajador o grupos de trabajadores sobre todo en una Central que surgió como oposición al modelo verticalista de los gordos de la CGT.
El desconocimiento del resultado electoral de septiembre por parte de la anterior conducción de Yasky y su negativa a abandonar los cargos nacionales abrieron la crisis. Este sector dirige el sindicato más poderoso de la central (docentes de CTERA), el del Subte y algunas de las regionales más importantes, como Provincia de Buenos Aires.
Por su parte, el sector encabezado por De Gennaro y Micheli, con predominio en los estatales de ATE, Judiciales, Fetera y otros importantes sindicatos, cayó en la trampa de la pelea entre dirigentes y, en los hechos, está aceptando la escisión de la Central. En las resoluciones del Congreso Federal convocado en Mar del Plata no se avanza nada respecto a encuentros anteriores.
La convocatoria artificial a un Paro General el 8 de junio sin formar parte de un proceso de lucha y de discusión en los lugares de trabajo, desvirtúa su significado y seriedad. Un paro general de actividades debe englobar al conjunto del movimiento sindical, para que sea efectivo, y no sólo centrado en el sector público. Esto requiere hacer un llamado a la CGT a que se una al paro por salarios y empleos dignos. La mejor manera de debilitar a la burocracia sindical y a sus patotas es encontrando la manera de juntarse con sus bases y mostrar en la calle quienes son los que están más dispuestos a la unidad de acción, los más luchadores y respetuosos con la voluntad democrática de los trabajadores. Además este paro no surge siquiera del conjunto de la CTA.
Se mantiene también el perfil sectario antikirchnerista, que aislará a este sector de la CTA del conjunto de la clase obrera, cuando además apenas se critica a la derecha y se invita a Alfonsín al congreso de una central obrera. La CTA de Micheli y De Gennaro debería señalar en primer lugar su crítica más afilada a la derecha y en lo que se refiere al kirchnerismo exigirle que pase de las palabras a los hechos, señalarle sus contradicciones y denunciar aquellas políticas antiobreras o antipopulares que tome.
Además se acepta la disgregación del movimiento sindical, con seccionales, regionales y provincias de ATE, CTERA y otros sindicatos menores divididos entre un sector y otro de la CTA; así que también hay riesgo de escisión en los distintos sindicatos, lo que agrava el debilitamiento del movimiento. Esto es inaceptable. Hay que mantener unidas las estructuras a nivel local, regional, provincial y nacional, sea cual sea el sector de la CTA que los dirija oficialmente, y participar en todas sus reuniones orgánicas y cronograma de actividades.
Para resolver la crisis, el sector de Yasky debería reconocer a la dirección nacional provisoria de Micheli, y convocar en conjunto un Congreso de unidad a partir de delegados elegidos en asambleas de base en los sindicatos que componen la central. Los llamados movimientos sociales y territoriales, que se han prestado a prácticas clientelistas, padrones abultados y a otros tipos de fraude en las elecciones del 27 de septiembre, por uno y otro sector, sólo deberían participar como invitados y con derecho a voz y voto consultivo. Para garantizar la superación de las disputas por arriba, se debe apelar a una amplia discusión desde las bases de todos estos temas y de las necesidades de los trabajadores. No tenemos dudas que de esa manera predominará el espíritu democrático y de unidad de los trabajadores que elegirán una conducción y un rumbo a favor del conjunto de la clase trabajadora.