Hay que defender una posición de clase
La inseguridad tiene un sentido más amplio del expresado en los grandes medios de comunicación. Hay cuestiones que no abordan o lo hacen superficialmente. Cuestiones que, al analizarlas seriamente, dan por tierra con las soluciones que proponen. Una de esas cuestiones es la vinculación de las fuerzas de seguridad, principalmente las policiales (Federal y Provinciales), con hechos delictivos que son generalmente los más graves.
Hay que defender una posición de clase
La inseguridad, como hemos dicho, tiene un sentido más amplio del expresado en los grandes medios de comunicación. Pero dentro mismo del recorte que ellos hacen del significado, hay cuestiones que no abordan o lo hacen superficialmente. Cuestiones que, al analizarlas seriamente, dan por tierra con las soluciones que proponen.
Una de esas cuestiones es la vinculación de las fuerzas de seguridad, principalmente las policiales (Federal y Provinciales), con hechos delictivos que son generalmente los más graves.
Es vox populi que, de una u otra manera, las policías cual mafia organizada, manejan y se benefician con el juego clandestino, la prostitución y el narcotráfico. La participación de efectivos de esas fuerzas en secuestros no se puede ocultar. El diario La Nación informa que, entre el primero de enero y el 13 de abril de este año, fueron sumariados 120 policías de la Federal tanto por cuestiones disciplinarias como por corrupción y participación criminal. Informa el mismo diario que, el año pasado, hasta agosto se habían iniciado 242 investigaciones del mismo tipo en la misma fuerza.
El diario Página 12 informó el domingo 19 de abril, en relación al caso Capristo donde un menor asesinó a balazo para robar un auto, que la actual estructura del delito implica bandas, desarmaderos y cobertura y/o participación policial. Los pibes son la parte más barata y descartable del sistema.
Está claro entonces que la acumulación de más efectivos en estas fuerzas como proponen el Gobierno y la oposición de derecha, no traerá aparejado alguna solución sino mayores posibilidades para los delincuentes uniformados.
La cantidad de efectivos que no delinquen, deben obligatoriamente llamarse a silencio pues sufren la inseguridad que implica denunciar a estas mafias sin contar con protección.
Por otra parte, proponen bajar la edad de imputabilidad sin abordar el tema que, hasta los mismos que lo proponen reconocen, los menores privados de la libertad salen peor de lo que entran. También esta que la mayoría abrumadora de menores encerrados son pobres. Es decir la pobreza esta criminalizada.
Lo cierto es que la mayoría de los pobres no somos delincuentes, que a nuestros pibes los usan como carne de cañón seduciéndolos con drogas y otros placeres a los cuáles nosotros, gente de trabajo, no accedemos ni buscamos.
Las distintas variantes opositoras a la derecha del gobierno, manejan el discurso del miedo, de la inseguridad, por un lado porque no pueden criticarle al gobierno que no garantiza las ganancias a los patrones y, por otro lado, por la necesidad de mayores ajustes contra los trabajadores y el pueblo (despidos, suspensiones, baja de salarios aumentos de precios), buscan prepararse mejor, con más efectivos en las calles, para reprimir las luchas que emprenderemos contra los mayores ataques que vendrán.
Como también dijimos, la inseguridad es inherente al sistema capitalista en el que sufrimos. No empezaremos a solucionarla hasta que no emprendamos una construcción de un sistema socialista. Mientras tanto y con ese norte, debemos organizarnos en las fábricas, las escuelas, en los barrios para defendernos de la inseguridad creada y fomentada por los mismos que quieren combatirla a sangre y fuego.