A principios y mediados de septiembre, una masiva ola de protestas sacudió Cisjordania. Esta vez las protestas no estaban destinadas contra la opresión israelí, sino que iban en contra de los dirigentes corruptos de la Autoridad Palestina en la zona.
A la semana siguiente el sindicato de los empleados gubernamentales amenazó con convocar una huelga en Cisjordania (…) Bassam Zakarneh, dirigente del sindicato de empleados gubernamentales dijo a Maan News Agency que el 23 de septiembre tendría lugar una reunión para discutir huelgas adicionales.
El domingo 16 de septiembre, el sindicato de los maestros palestinos anunció que las clases del lunes serían suspendidas.
Eso sucede después de una semana de protestas de masas y una ola de huelgas que forzaron a la Autorida Palestina (AP) a hacer ciertas concesiones a los trabajadores, incluyendo una ley que establece un salario mínimo para los trabajadores, tanto del sector público como del privado. Las protestas comenzaron en Ramallah y se extendieron a todos los rincones de Cisjordania.
Crisis financiera
Las protestas fueron incitadas por los precios que suben y un nivel intolerable de desempleo. Según el Banco Mundial, el 21 por ciento está en paro. El nivel real del desempleo, claro que sí, está mucho más alto.
El destinatario de la rabia son los dirigentes de la AP y, en especial, el primer ministro Salam Fayyad. Los manifestantes están enojados por el alto costo de vida y la inhabilidad de la AP para pagar los salarios completos de sus empleados a tiempo. Esta crisis financiera de la AP es la más grave desde su creación, y se debe especialmente a una caída en las donaciones, que constituyen una parte grande de la economía palestina.
El lunes pasado, los sindicatos del transporte organizaron una “huelga general” para protestar contra los precios altos del petróleo. Manifestantes enojados encendieron néumaticos en todo el territorio ocupado. No hubo circulación de autobuses públicos, ni de minibuses ni taxis. Las calles estaban vacías. En Hebron, manifestantes usaron piedras pesadas para bloquear las calles. En Belén, se aparcaron camiones de manera transversal en las calles que conducen al centro. Escenas similares se vieron en Nablus. En el importante control de Qalandia, entre Ramallah y Jerusalén, grupos de taxistas y conductores de autobuses hicieron patrullas para parar a esquiroles.
Concesiones
Los manifestantes pidieron que Fayyad se retire como primer ministro. Para las masas palestinas, el señor Fayyad se ha convertido en símbolo de todo lo que está mal con la AP: corrupción indignante, una actitud amiga hacia el imperialismo israelí y servilismo respecto a las instituciones imperialistas como el FMI, donde señor Fayyad solía representar a la AP. Durante años, la AP ha llevado a cabo directivas del FMI y del Banco Mundial, elevando los precios de los bienes básicos y los impuestos regresivos.
A pesar de que el sindicato de transportes suspendió la huelga de jueves -debido a negociaciones con la AP- otros sindicatos continuaron las huelgas y protestas.
El martes 11 de septiembre el gabinete anunció una serie de concesiones económicas, pero la mayoría de las fraciones y dirigentes dijo que las medidas eran insuficientes. Esta semana han tenido lugar más protestas. Las concesiones son, de todas maneras, una clara señal de debilidad por parte de la pandilla alrededor del señor Fayyad.
Las protestas estaban vinculadas a la rabia contra los Acuerdos de Oslo y el llamado “proceso de paz”, incluyendo los Convenios Económicos de Paris que reafirman el control de Israel sobre la economía palestina.
La AP: “policía para árabes”
Desde la creación de la AP, esta institución fracasó en todo. Ninguna de las promesas del pasado fueron cumplidas. Los palestinos no tienen más libertad que antes. Se les roba la dignidad. La AP es incapaz de crear puestos de trabajo y llevar crecimiento económico. Su úniica “justificación” está en el hecho de que actue como policía del imperialismo israelí y posibilita de esta manera la ocupación.
El Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) ha apoyado las protestas. Indicaron correctamente que las protestas tienen que estar ligadas al enfrentamiento de la ocupación israelí y de los fundamentos de la llamada economía de mercado. Por sí solos estos esloganes constituyen un paso hacia adelante, pero cuando consideramos la situación tal como está hoy en día, esos esloganes quedan atrás del movimiento de masas. Los manifestantes ya han marchado en miles para exigir la dimisión de Fayyas y la anulación de los Acuedos de Oslo. El FPLP debería ofrecer un camino hacia adelante en vez de sólo aclarar su acuerdo con los esloganes de la calle.
De vuelta a Lenin
La actual dirección del FPLP, si bien ayuda al movimiento de masas de los palestinos, desafortunadamente estuvo ostentosamente callada en lo que respecta a las protestas sociales de masas que Israel vió en los meses pasados. Es verdad que algunos de los llamados líderes “moderados” de las protestas se comportaron escandalosamente (p.e.: excluyendo a oradores árabes, etc.) para apaciguar a la llamada “opinión pública” israelí. Pero eso no es excusa en absoluto para no tratar de vincular las protestas sociales entre los palestinos, a las protestas sociales entre los israelíes.
Las protestas a los dos lados de la frontera brindan la posibilidad de aclarar los comunes intereses de clase de los trabajadores judíos y árabes, y pueden servir de instrumento para romper el control del sionismo sobre la sociedad israelí. Dividir a la sociedad israelí según líneas de clase es la única manera de debilitar el sionismo y fortalecer de esta manera la causa palestina.
Las condiciones miserables que tienen que sufrir las masas palestinas, en sí mismas son prueba de la bancarrota del “Camino de Oslo”. El experimento de la diplomacia capitalista por parte de la AP ha fracasado completamente como camino de lograr un progreso real para el pueblo palestino. Las protestas actuales muestran la existencia de diferencias de clases en el pueblo palestino, así como las protestas en Israel señalan la división de clases entre los israelíes.
Los dirigentes “moderados” de los palestinos se han negado a dar una alternativa de clase y se han limitado a mendigar migajas de la clase dominante israelí. Los mismos líderes siempre han procurado retratar el internacionalismo socialista (una alianza revolucionaria más allá de las fronteras nacionales) como utópico. ¿Pero quiénes son los verdaderos utopistas hoy en día: los “osloístas” o los socialistas genuinos que defienden la idea del internacionalismo obrero? Los actuales dirigentes palestinos han intentado avanzar por el camino del capitalismo y han fracasado completamente. Los marxistas, por otra parte, están argumentando a favor de la unidad obrera más allá de las fronteras nacionales. Las protestas en los territorios palestinos y dentro de Israel igualmente proceden de la crisis mundial del capitalismo. En esta situación existe el potencial para construir la unidad obrera; pero para que eso se realice hace falta un programa genuinamente socialista que pueda corresponderse con las necesidades de todos los trabajadores, sean israelíes o palestinos.
El pueblo palestino tiene una maravillosa tradición revolucionaria y comunista. Los jovenes y trabajadores palestinos de hoy deben dar la espalda al nacionalismo anticuado y a la “moderación” infructuosa que proponen sus líderes, y volverse hacia el internacionalismo revolucionario de Lenín. Es el único camino de vencer el Estado sionista y poner fin al monstruo corrupto y degenerado de la AP.
18 de septiembre de 2012