Pakistán: el gobierno encubre el crimen, las masas exigen acción contra los conspiradores

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El asesinato de Benazir Bhutto ha provocado una explosión de rabia popular. Pakistán está sacudido por disturbios y protestas de masas. La sociedad está agitada hasta las profundidades. La cruda emoción ha desbordado las calles de cada ciudad, pueblo y aldea. El ejército y la policía no son capaces de detener esta marea de indignación, el gobierno está profundamente afectado. El asesinato de Benazir Bhutto ha provocado una explosión de rabia popular. Pakistán está sacudido por disturbios y protestas de masas. La sociedad está agitada hasta las profundidades. La cruda emoción ha desbordado las calles de cada ciudad, pueblo y aldea. El ejército y la policía no son capaces de detener esta marea de indignación, el gobierno está profundamente afectado.

Según la versión oficial, Al Qaeda está detrás del asesinato. Esta explicación es conveniente por varias razones, explica todo y nada, porque todo el mundo sabe quién es Al Qaeda, donde está y quien está detrás. Es una organización misteriosa y aparentemente todopoderosa que está presente en todas partes pero a la que nunca se puede detectar o impedir sus objetivos. Como es invisible e invencible, no sorprende que nadie sea detenido, llevado a juicio o castigado por sus crímenes.

Esta explicación es muy conveniente para Musharraf y las autoridades de Islamabad, porque los absuelve de toda responsabilidad del asesinato de Benazir Bhutto. No tienen que encontrar a los asesinos porque no los pueden ubicar. No tienen que investigar el crimen porque sus autores ya están identificados: ¡Al Qaeda! ¡Esta única palabra resuelve todos los problemas!

Para Washington también es una explicación muy satisfactoria. Socorre al asediado George Bush y su, desgraciadamente, conocida guerra contra el terrorismo. Ante el público escéptico él puede repetir el viejo cuento de hadas de al Qaeda como fuerza del mal universal de dominio mundial. ¡Al Qaeda! ¡Todo es obra de Al Qaeda!

Pero cuando comienza a disiparse la niebla propagandística, cada vez es más obvio que el asesinato de Benazir Bhutto no fue el acto de un fanático religioso desquiciado, sino parte de una conspiración planificada cuidadosamente, y los hilos de esta conspiración llevan muy arriba en los escalones dirigentes del Estado y de la elite gobernante pakistaníes.

El comportamiento de las autoridades pakistaníes antes, durante y después del asesinato, apuntan con el dedo acusador hacia los mismos centros de poder de Islamabad. Después del primer intento de acabar con su vida el pasado 19 de octubre, Benazir Bhutto escribió repetidamente a Musharraf para exigir una investigación y descubrir a los responsables de la muerte de 140 personas inocentes. No se hizo ninguna investigación, nadie fue llevado a juicio o castigado por este acto de asesinato en masa.

Benazir Bhutto también pidió reiteradamente más seguridad, nunca se la dieron, aunque era bien conocida la amenaza contra su vida. En el momento de su asesinato no había policías a la vista alrededor de su auto, el camino del asesino estaba despejado.

¿Pero qué asesino? Según el gobierno no hubo asesino porque no hubo asesinato. La desgraciada muerte de Bhutto fue un ACCIDENTE. Simplemente se cayó y se dio con una palanca en la cabeza. Esa fue la razón que dio el gobierno de Pakistán a una nación estupefacta. Como correctamente dijo un portavoz del PPP, Sherry Rehman, esa explicación era un insulto a una nación afligida.

El hecho de que hubiera testigos no supone nada para las autoridades. Que muchas personas vieran cómo un hombre se acercaba a su auto después del mitin en Liaquat Bagh y disparara, que dos balas mortales penetraran en su cabeza y después se viese a un terrorista suicida inmolarse asesinando a 30 personas e hiriendo a muchas más, es irrelevante. SIMPLEMENTE ELLA SE GOLPEÓ LA CABEZA.

Si eso hubiera ocurrido así, entonces toda la Nación no estaría conmocionada, no habría necesidad de tanta tristeza y luto, menos aún de protestas. Sólo habría sido un desafortunado accidente y nadie podría ser culpado de un accidente.

Sherry Rehman, de la dirección nacional del PPP, estaba con Benazir en el momento de su asesinato. Vio como le disparaban, la acompañó al hospital, vio las heridas de bala en su cabeza, también el orificio de salida. Pero ¿cómo podría ver estas cosas si no existían? Se las ha debido imaginar, como toda la Nación.

No, en absoluto hay nada sospechoso en esta muerte. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos porque a todas las muertes sospechosas les sigue una AUTOPSIA. Pero aquí no hubo autopsia. Las autoridades rápidamente emitieron el veredicto: MUERTE POR ACCIDENTE (provocado por Al Qaeda) y el cuerpo fue enterrado apresuradamente. Ahora no hay cuerpo que examinar, todas las peticiones de autopsia son irrelevantes y la muerte puede ser calificada como normal.

Igual de normal que el hecho de que el gobierno de Islamabad nunca investigara el primer intento de asesinato. Igual de normal que el hecho de que no tengan intención de investigar su asesinato. E igual de normal que ellos son cómplices de ambos.

Musharraf ha dicho que está decidido a encontrar a los culpables y castigarlos. Incluso ha dicho que hay sospechosos, no puede decir otra cosa cuando la población de Pakistán está en calles clamando venganza ante la atrocidad y coreando consignas contra Musharraf y su régimen.

Esperamos con confianza que pronto aparecerán estos sospechosos, calificados como agentes locales de Al Qaeda. En países como Pakistán no escasean miserables capaces de asesinar a un hombre o una mujer por unos cuantos cientos de rupias, o fanáticos religiosos dispuestos a inmolarse para conseguir un boleto hacia el cielo. Pueden ser paseados en público y culpados por su crimen o de cualquier otro.

Pero estos elementos no juegan un papel independiente. Sólo son los títeres que bailan al final de los hilos movidos firmemente por otras manos.

El fundamentalismo islámico hoy en día se presenta como un movimiento anti-norteamericano y antiimperialista. Pero en su origen fue un invento del imperialismo estadounidense, creado para combatir el comunismo y atacar a los rusos en Afganistán. El mismo Bin Laden fue un agente de la CIA, con el apoyo de la corrupta camarilla gobernante de Arabia Saudí. Washington creó un perro rabioso que se volvió contra su amo y le mordió la mano.

Fue el imperialismo norteamericano el que creó la dictadura de Zia Ul Haq en Pakistán. Fue la CIA la que ayudó a ahorcar a Zulfigar Alí Bhutto. Zia fomentó a los fundamentalistas pakistaníes utilizando dinero estadounidense y saudí. Crearon el ejército de fanáticos que ahora está desatado.

La idea de que Pakistán es un país de fanáticos religiosos es una mentira contra la población de esta gran nación. Los partidos fundamentalistas siempre consiguieron muy pocos votos en las elecciones. Su verdadera base de apoyo no estaba en las masas sino en los escalones superiores del poder: el Estado, el ejército y el servicio secreto, ISI. Sin el apoyo y el dinero del Estado, los fundamentalistas no serían nada.

En el pasado consiguieron suntuosa ayuda económica de los norteamericanos y saudíes. Aún consiguen dinero de los saudíes, que suelen combinar la sumisión ante el imperialismo norteamericano con el apoyo a todo movimiento fundamentalista reaccionario. Pero sus antiguos mecenas en Washington se han vuelto en su contra. Los intereses del imperialismo norteamericano obligaron a éste ocupar Afganistán. Obligaron al ISI a abandonar sus ambiciones en Afganistán y dejar de apoyar a los talibanes y Al Qaeda, algo que hicieron de mala gana.

En realidad, es bien conocido que un sector significativo del ISI nunca abandonó su apoyo a Bin Laden y a los talibanes. Es un secreto a voces que son protegidos y consentidos en Pakistán. Existe un Estado dentro del Estado que funciona en las sombras y está protegido al más alto nivel. En estas regiones las conspiraciones misteriosas, complots y asesinatos son algo normal en la vida.

Los actos públicos de estas conspiraciones son los mulás, fanáticos de las "madrasas" (escuelas islámicas) financiadas por los saudíes y los mocosos consentidos de los ricos de Islamabad, que escondidos bajo el velo aterrorizan a los ciudadanos normales. Pero son sólo los títeres en manos de otros que rehúyen la luz pero cuyas identidades se conocen.

Antes de su muerte, Benazir dejó una nota privada nombrando a tres individuos a los que culpaba de organizar el primer intento de asesinato: un oficial del ejército retirado, un líder de la Liga Musulmana y un antiguo primer ministro de Sind y oficial del ISI. No puede tomarse en serio ninguna investigación gubernamental de su asesinato a menos hasta que estos hombres no sean detenidos y llevados a juicio.

Las masas que ahora están desahogando su rabia en las calles no se dejarán engañar por un juicio farsa conde algunos pobres fanáticos serán culpados de lo que claramente es un CRIMEN DE TERRORISMO DE ESTADO.

Para dar expresión organizada al movimiento de protesta espontáneo de las masas, los marxistas pakistaníes están planteando la consigna de una huelga nacional de protesta. Pero en las circunstancias concretas ha sido imposible poner en práctica esta consigna. El tamaño del movimiento, en el que participan millones de personas desorganizadas y sin experiencia política, en un estado psicológico de dolor y desesperación, ha arrollado a la vanguardia proletaria. En estas condiciones unos cuantos miles de cuadros revolucionarios son como una gota en el océano.

Además, el gobierno actuó rápidamente para desactivar la amenaza de huelga general convocando tres días de luto nacional. Los compañeros se encontraron trabajando en unas condiciones difíciles, era casi imposible moverse; no había trenes, micros ni aviones; no había gasolina y las estaciones de servicio estaban cerradas; las rutas estaban bloqueadas por barricadas en llamas; la violencia en las calles sirvió de excusa al Estado para enviar al ejército con la orden de disparar a matar. Al menos cuarenta personas han sido asesinadas.

Las protestas de masas espontáneas no tenían dirección ni objetivos conscientes y por tanto pronto degeneraron en el caos, incendios y saqueos. En la atmósfera reinante de desintegración social, pobreza y desesperación, los elementos criminales y lúmpenes desclasados se aprovechan del caos para sus propios objetivos. Es probable que estas actividades criminales hayan sido impulsadas por los reaccionarios para desacreditar el movimiento y justificar la represión y la imposición del estado de excepción. No es casualidad que algunos de los alborotadores hayan atacado gasolineras y quemados colegios electorales.

Las protestas anárquicas y desorganizadas no conseguirán nada. Deben ser sustituidas por un movimiento nacional de protesta organizado donde la clase obrera tenga la dirección. En lugar de quemar autos y neumáticos, lo que hace falta es reorganizar la vanguardia proletaria lo más rápidamente posible, prepararse para un movimiento revolucionario de masas a escala nacional, planteando consignas transicionales adecuadas que sintonicen con el ambiente y las aspiraciones de las masas.

Para preparar esto deben crearse comités de lucha en cada centro de trabajo. Los marxistas pakistaníes ya han comenzado a organizar estos comités en la siderurgia de Karachi. También están organizando comités de lucha entre la juventud ¡Eso es lo que hace falta! Este ejemplo debe repetirse en cada fábrica, centro de trabajo, colegio y universidad de Pakistán.

Los marxistas de The Struggle están en primera línea del movimiento de protesta de masas. El compañero y parlamentario marxista, Manzoor Ahmed, encabezó una manifestación de masas con miles de personas en su distrito electoral de Kasur, en el Punjab. En cada zona están tomando la iniciativa. Han publicado 100.000 volantes con el título: "La sangre de Benazir es nuestra sangre. ¡Ahora vendrá la revolución!" Están exigiendo el castigo de todos los autores de la conspiración, la dimisión de Musharraf, la convocatoria inmediata de elecciones y el regreso del PPP a su programa socialista de 1970.

El domingo 30 de diciembre terminaron los tres días de luto y las condiciones de las masas organizadas serán más fáciles. Los marxistas pakistaníes están cumpliendo con su deber revolucionario. Su mensaje está encontrando eco en las fábricas, entre la juventud revolucionaria y los elementos avanzados del PPP, incluso en la dirección.

Pakistán está avanzando rápidamente hacia una situación prerrevolucionaria. Las masas están entrando en el camino revolucionario, pero se enfrentan a obstáculos y peligros espantosos. Es imperativo que reciban pleno apoyo del movimiento obrero internacional. En nombre de los compañeros de The Struggle, pedimos a todos los lectores de www.marxist.com, a los trabajadores, estudiantes, socialistas, comunistas, sindicalistas que den todo su apoyo. Necesitamos dinero para construir el movimiento revolucionario en Pakistán, ¡la clave de la revolución asiática! ¡Por favor respondan urgentemente!

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