Los limites de la lucha guerrillera en Colombia
En la Habana, capital de Cuba, se están llevando adelante las negociaciones entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que constituye la guerrilla más antigua del continente, y el gobierno de Colombia encabezado por el actual presidente y ex ministro de defensa de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos.
La mesa de negociación se denomina formalmente “Mesa de Diálogos por la paz” pero es claro que ninguno de los actores políticos se sienta a negociar la paz; sino que son una serie de intereses y especulaciones políticas los que dominan la negociación.
Clara muestra de que al Estado colombiano no le interesa, ni nunca le interesó, la paz es el reciente bombardeo, en plena negociación, de un campamento de las FARC en el sur del país por parte de del Ejército y de la Fuerza Aérea, asesinando a 20 guerrilleros.
Mientras el gobierno y la comunidad internacional apuestan al desarme de la guerrilla, el Estado colombiano, vinculado a la narcopolítica y al paramilitarismo, no para de armarse hasta los dientes con material bélico de alto nivel.
El nacimiento y permanencia de las FARC tiene sin duda su origen en profundas causas sociales derivadas de la incapacidad de la burguesía colombiana y de sus gobiernos títeres, que bailan al ritmo de un capitalismo decadente y se arrodillan frente al imperialismo norteamericano.
Pero es necesario remarcar que los métodos y tácticas de las FARC no son una solución para los males que aquejan a los trabajadores y campesinos en Colombia. Lo demuestra que 60 años de lucha guerrillera, aislada de las ciudades y al margen del movimiento obrero, no resolvieron ninguno de los problemas de los trabajadores y campesinos colombianos. Además, en algunas ocasiones coincidiendo con períodos de negociación con el gobierno, hubo casos de luchas de trabajadores (docentes, judiciales, universitarios, etc. ) donde los dirigentes de las FARC planteaban que debían levantar la huelga ya que entorpecían las negociaciones con el gobierno.
La lucha guerrillera, como ha demostrado la experiencia histórica, no puede actuar nunca como eje principal, sustituyendo la lucha de masas. De ahí deriva la incapacidad de las FARC.
Ningún gobierno por poderoso que parezca puede resistir una huelga general revolucionaria dirigida por un partido de la clase obrera enraizado en las masas que paralice el país y organice sus propios organismos de poder. Esa es la perspectiva para la que deberían trabajar todos los revolucionarios.