¡Mis Panamericanos rojos, rojitos!… (y la revolución socialista)

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Quiero referirme entonces, so pena de que me llamen “patriotera”, al lujo, la valentía y el oficio con los que la delegación de una delgada isla del tibio mar Caribe danzó durante quince maravillosos días en la inmensa y populosa ciudad sudamericana. Y tan verdes como las palmas más lindas del mundo. Y no porque se hayan organizado con elegancia; y no por la ya mítica sensualidad de Río de Janeiro. Este evento volvió a dimensionar el tan mal usado vocablo socialismo.

Quiero referirme entonces, so pena de que me llamen “patriotera”, al lujo, la valentía y el oficio con los que la delegación de una delgada isla del tibio mar Caribe danzó durante quince maravillosos días en la inmensa y populosa ciudad sudamericana.

A la distancia de varios días, con el susto y el asombro, y con la ayuda de las reflexiones de cierto compatriota que para nada está tan enfermo, podremos sacar un par de conclusiones.

Y ya verán que para mí las fronteras son quebradizas: más bien las detesto; por efímeras, volátiles y burocráticas. Algún rey por ahí, que supuso descubrir algo, nos partió en pedazos, luego las burguesías criollas por los espacios de poder.

Si miramos el mapa de África parece haber sido cuadriculado por un escolar de tercer grado. Con las fronteras no se logra separar el sol, ni el aire, ni las estrellas… Esas cosas que siempre serán las importantes.

Bolivia no tiene un pedazo de mar tan sólo porque a alguien se le ocurrió despedazarla después de una absurda guerra… Los aymaras, quechuas y habitantes de aquellas tierras sí tenían un pedazo de mar. Es más: América tenía dos océanos inmensos y los mejores americanos lucharon por borrar las fronteras.

Picotear al mundo ha sido labor del capitalismo.

El colmo de la usurpación fue cuando una asamblea decidió en un par de días, allá por 1948, que la tierra palestina fuera para los judíos… así de sencillo. Mano a mano allí todos los imperialismos juntos. Todos… toditos, votaron por ésa… la primera vergüenza de las Naciones Unidas.

Pero no es de fronteras que quiero hablarles, porque ¡lo que no es volátil, ni efímero, ni burocrático, son las fronteras de la revolución socialista! que brilló encendida de luz en unos juegos deportivos, aunque solapada y risueña en cada evento.

Cuba se ubicó en un impresionante segundo lugar por países y no porque Dios hubiera privilegiado la genética de nuestros deportistas frente a decenas de países que ostentan un Producto Interno Bruto mucho mayor que el nuestro; Cuba se ubicó allí porque con todos los defectos, insuficiencias y renovadas piruetas gramaticales de lo que significa una revolución socialista… en Río, tan sólo Cuba defendió los olvidados colores del proletariado mundial, con todo y su Hoz y su Martillo.

Ya habrá tiempo para entrar en la actual controversia sobre la definición de socialismo, con todos esos adjetivos inoperantes y confusos que hacen que no entendamos la esencia del sustantivo. Eso de los adjetivos comienza a convertirse en burocracia gramatical. Y me asusta mucho.

Por lo pronto en este país pequeñito y confuso (para casi todos), aun colmado del infeccioso marabú, sin publicar “grandilocuentes” libros sobre el Socialismo llamado del Siglo XXI; o por falta de mil productos, sin transporte que funcione, sin la comida que necesitamos. En este país lleno de paradojas como la doble moneda, con el asedio mundial por el flanco derecho y por el izquierdo algunas veces… Aun así este país logró que los hijos de los humildes, los desamparados de otros tiempos, los negros humillados y despreciados en todas partes, fueran vencedores. Este sistema social conformó el milagro que en el pecho de las muchachas, hijas, nietas o bisnietas de los olvidados del mundo brillara el oro y que, gracias a ellas, se viera elevar la bandera cubana. Pregunten no más en México, en Atenco más bien, para que sirven los “pechos” de las muchachas pobres. Ellas son violadas y asesinadas. En el mejor de los casos deben cuidar a bebés rubios con su indocumentada cabeza gacha. Pregunten no más cuál es el futuro de una niña en Palestina: ser acribillada a balazos, precisamente por aquello de las tristes fronteras artificiales. Pregunten en África, dónde la verdadera Eva no tuvo que comer manzana alguna para parirnos… sobre todo porque allí, donde ella surgió, no crecen los manzanos, pregunten, pues, para que han quedado: para morir de SIDA… y en esto Dios no tiene culpa alguna, sólo los hombres… la mayoría que ha seguido los tristes caminos de Caín.

Pero estas muchachas cubanas son de seguro hijas de Abel. Ni un plato de lentejas, ni treinta monedas, ni todo el putrefacto comercio del mundo compra ese brillo en la mirada, esa altura, esa bendición.

Y todo me vino a la mente como un relámpago cuando, violando todo pronóstico, la pequeña y hermosa Mariela González se llevó el oro de una carrera de algo más de 42 Km. de distancia. Mariela es negra y nació cerca del Río Cauto en la antigua provincia de Oriente.

Tal cual aquel soldado griego que corrió desde la ciudad de Maratón hasta Atenas 490 años a. C. para informar de la victoria sobre los persas, nuestra linda Mariela nos trajo el mensaje de victoria de esta pequeña Atenas moderna, que contra toda liturgia verbal ha arrasado con todos los sabios pronósticos sobre el futuro de una revolución.

No tendremos mucho: pero no cambio el más pesado diamante o el más eficiente sistema comercial por la mirada de aquella jovencita; y el llanto en la voz de nuestros comentaristas deportivos.

Y Mariela fue no más el comienzo, para enseñar qué puede hacer un pueblo en revolución… las mujeres, las olvidadas de siempre, fueron protagonistas de estos días… fueron protagonistas de todo un hemisferio.

Como bien dijo Fidel, este Fidel que se nos desdobla y no nos abandona todavía, no hemos logrado salir del Período Especial… ¡También porque la pestilente sociedad capitalista no nos permite que salgamos! Porque tal cual Mariela hay miles y miles y más miles de muchachas delgadas y risueñas que sueñan con que en algún estadio del mundo les coloquen una medalla de oro y no se lo permite el orden social establecido.

Mas ya hablaremos de eso en otro momento, pues ahora nadie puede arrebatarme esta alegría y orgullo de saber que la flecha indica con más o menos rotación la dirección correcta. Nada mejor que el deporte para saber que la flecha del tiempo está a nuestro favor.

Se ha escrito bastante últimamente sobre los problemas acuciantes de nuestra realidad. Es muy saludable que así sea… Yo tengo, sin embargo, ciertas dudas. Y, como nadie puede llamarme oficialista, ofreceré mis dudas a estos supuestos aires de cambios, con la honestidad y “desparpajo” que me caracterizan.

Pero no ahora, ahora tan sólo le daré la palabra a István Mészáros:

“Por muchas razones, no cabe dudar de la importancia del crecimiento tanto en el presente como en el futuro. Pero para decir eso, debe examinarse adecuadamente el concepto de crecimiento no sólo como lo conocemos al presente sino también como vemos su sustentabilidad en el futuro. Nuestra inclinación por la necesidad de crecimiento no puede estar a favor de un crecimiento no calificado. La pregunta real tendenciosamente escabullida es: ¿Qué clase de crecimiento es posible hoy en contraste con el lisiado y derrochador crecimiento capitalista que es visible hoy?” (1)

Hacer crecer la dignidad de nuestros deportistas y enseñarles cómo se toca el cielo… forma parte de ese crecimiento sustentable… frente al otro crecimiento lleno de plástico, humo y desesperanza, asesinando a la Tierra.

Parafraseando a Fidel, en su ya conocido concepto (algo hermético) de socialismo:
Este segundo lugar en los Juegos Panamericanos no debe ser cambiado. A no ser para llegar al primero.

Un estudiante secundario debe saber (si pretende aprobar Física) que la Fuerza para realizar algún Trabajo debe ser ejercida con ángulos cercanos a la dirección del movimiento. Si es perpendicular a la dirección de ese movimiento el Trabajo realizado es Cero. Muy simple. El Trabajo se obtiene a partir del producto de la fuerza por el desplazamiento. Y además depende del ángulo entre ambos vectores.

Y eso no más es el socialismo: hacer coincidir en todo lo posible el esfuerzo con la dirección del movimiento ¿Qué es el movimiento? Eso pregúntenle a Dios, Su Hijo al menos nos dio las primeras pistas. El capitalismo, ese engendro que hace esforzarse a los hombres con el sólo objeto de ser màs infelices y que las hijas de Eva (la verdadera) no pueda obtener medallas, no debería llamarse movimiento

Pero esta isla se ha pasado medio siglo demostrando lo contrario. Más vale que la ayudemos a seguir haciéndolo. Mucho habrá que cambiar y mucho tenemos para hacerlo, pero… pero, con un inmenso PERO, no cambiar la dirección de la Fuerza más allá de los 90°. Porque no cambio ni una sola medalla por esos atrevidos (y ya avejentados) malabares económicos. Esas medallas, ese espectáculo es lo que hemos hecho bien…. Cambiar… tan sólo para tener muchas más. Si alguna definición de socialismo implica que dejemos de hacer lucir dorado el pecho de nuestras niñas… renuncio a él.

Y mucho cuidado, pues ya alguna vez se rotó tanto en virtud de hacer más eficiente el socialismo, que se cayó en el abismo. No lo digo yo: vuelvo con Mészáros:

Fue por consiguiente un empantanamiento mental el que en los tiempos de la desgraciada «perestroika» de Gorbachev, su «jefe ideológico» (así se le llamaba oficialmente) pudiera seriamente afirmar que el mercado capitalista y sus relaciones mercantiles fueran la encarnación instrumental de «los valores humanos universales» y un «importante logro de la civilización humana», agregando a estas grotescas afirmaciones capitulacionistas como que el mercado capitalista era todavía más «la garantía para la renovación del socialismo». Tales teóricos continuaron hablando acerca de la adopción de los «mecanismos del mercado» cuando el mercado capitalista era cualquier cosa menos un «mecanismo» neutro y adaptable. (1)

También contra todo pronóstico las jovencitas del volley-ball se crecieron frente a una net que muchos pensábamos demasiada alta frente a ese Brasil favorito y apoyado por su efervescente público.

Si recordamos las imágenes de esas chicas, las veremos llorando frente a lo insólito… Haber vencido al maravilloso Brasil ¿Cuántos millones necesitan ellas para ser tan felices como fueron al saberse las mejores del continente americano? ¿Cuánto puede significar para un ser humano haber causado felicidad a millones de compatriotas, y hacer que nuestros niños griten y sufran espasmos de felicidad?

El Che Guevara tiene la clave. Los bancos quebrarían al saber lo efímero de las ganancias. Con el Hombre Nuevo del Che convertirán en burbujas de aire todo el arsenal capitalista, pues con el Che, Carlos Marx cobra renovada vida.

Ya ando demasiado molesta con aquello que el profesor Heinz Dieterich sentenció sobre la revolución socialista en Cuba.

Con el mayor respeto, y esperando una oportunidad mejor para entender su “Código Da Vinci” me permito, asumiendo mi incapacidad sobre ciencias sociales, contrastar no más lo del Che… tan sólo porque andamos a cuarenta años que lo asesinaran… y el mejor recurso para el enemigo es santificarlo, y nuestra mayor complicidad… no comprenderlo.

Dijo Dieterich: “La última discusión macroteórica sobre la economía socialista se dio en Cuba a inicios de los años sesenta, personificada en Che Guevara y Charles Bettelheim, y recordada a veces como el "Gran Debate". Los argumentos de ambos campos muestran las limitaciones características de su tiempo que impedían enfocar el socialismo del siglo XXI como un problema cibernético -la sustitución del precio de mercado por una institución cibernética socialista- que es la única forma de solucionarlo.” (2)

Todavía no logro comprender el “socialismo cibernético”. Por lo pronto le temo mucho: Pienso que mezcla dos conceptos de sitios diferentes ¡Y no porque la cibernética no nos ayude a entender muchas cosas en las ciencias sociales! Yo trato, incluso, de usar todo lo que tengo a mano para entender el mundo, la sociedad y el pensamiento… Por más amor que le tenga a la física y por más ejemplos que trate (casi siempre infructuosos) para hacerme entender, no se me ocurre el término de socialismo gravitacional, o socialismo hidráulico. Utilizo ¡eso sí! la representación de la fuerza de gravedad como ejemplo, o el cauce de los ríos, etc. Pero socialismo cibernético ¡incluso el socialismo del siglo XXI, me recuerdan aquello de realismo socialista, que tanto nos despedazó en el siglo XX!

Ernesto Che Guevara entendió más de una cosa de las cuales andamos necesitando por estos días. Aquel gran debate, al que hace referencia el profesor Dieterich fue de los debates más prósperos y gratificantes de los marxistas de aquellos tiempos.

El socialismo fue definido por Carlos Marx cuando no se había inventado el primer transistor. Y sigue siendo fresco y claro… El Capital sigue teniendo esa luz adictiva igual que los Principia de Newton, o El malestar en la cultura de Sigmund Freud, los escritos de Einstein, o El origen de las especies del difamado Charles Darwin.

El Che Guevara hizo un aporte a la economía… y repito: ¡a la economía política del socialismo! Con su teoría del Hombre Nuevo. El Che estudió matemáticas, física, y filosofía, no fue un guerrillero improvisado e ingenuo.

Para hacer estos aportes no necesitó saber que años después de su muerte nos comunicaríamos por un aparatico lleno de teclas. Ya hablaremos más de eso, pero sólo sugiero una vez más que estudiemos juntos su libro Apuntes Críticos a la Economía Política.

Y para que no se siga asumiendo que el Hombre Nuevo es un subjetivismo paranoico (como he escuchado por muchos compañeros de la izquierda) les cito tan sólo lo siguiente:

“Recalcando los dos problemas fundamentales que nos afligen, en nuestro Sistema Presupuestario, son la creación del hombre comunista y la creación del medio material comunista, dos pilares que están unidos por medio del edificio que deben sostener.” (3)

Y las negritas no son por descuido.

¿Y por qué el Che y los Panamericanos? Porque un pedacito de ese concepto se descubrió allá… ese sentimiento íntimo e indescriptible que hace mover los molinos de la historia, estuvo presente en los Panamericanos.

En Río de Janeiro se demostró que es mucho más importante hacer la revolución que hablar de ella, como el buen Lenin nos advirtiera en su ya inmejorable El Estado y la Revolución. Y en el siglo XXI una delegación de humildes deportistas hicieron la revolución, aunque tal vez no hablaran de ella, como mucho de nosotros lo hacemos… para seguir confundiéndonos.

Fidel Castro dijo una vez refiriéndose al Asalto al Cuartel Moncada: ”Pero sí, ya desde entonces ¿éramos marxistas?; si nosotros pudimos interpretar la realidad de nuestro país, es porque ya habíamos aprendido el marxismo leninismo… (…) Ya nuestro Programa del Moncada era una preámbulo del socialismo y ya nosotros éramos socialistas y marxistas leninistas, y si no habríamos llegado a la esquina.” (4)

¿Por qué nos sentimos poderosos todos en Cuba durante esta cita estival? Porque con esas jabalinas, con esas balas, no hay enemigo invencible. Porque esos deportistas sí son marxistas, o representan lo mejor del marxismo… y si no, no habrían llegado a la esquina. Y agradecimos mil veces ser representados por esa osadía, y porque esta tierrita llena de marabú e incertidumbre a veces se llenara de cristianos, casi todas mujeres, dispuestos a vencer a verdaderos leones. Porque no era la bandera de Cuba… Era la bandera del estado proletario en el poder gústele a quine le guste y pésele a quien le pese (en buen cubano); y guiado esta vez por un montón de mujeres. Fue la bandera de aquella Eva verdadera; de la Magdalena de Jesús, de Juana de Arco, de la Louise Michell, de Juana Azurduy de Padilla… de Manuelita Sáenz, de Mariana Grajales, de Celia Sánchez… de Vilma, sin dudas de Vilma y de esas otras, que como dice Silvio Rodríguez no caben en un papel.

Con la bandera de Narciso López, se izaba el estandarte de la redención social, y por mucha paradoja que se esgrima, esa estrella solitaria se la arrebatamos al Sur de Estados Unidos para no devolverla jamás. Con ese sistema imperial, prepotente y asesino no tenemos nada que conversar. Tal vez el camarada Máuser pueda ser buen interlocutor. Y no es tan sólo por Cuba; es por Venezuela, por Iraq, por Palestina, es el Plan Colombia, es el desastre del Katrina en las riveras del Missisipi, son demasiadas cosas.

Nada, que no es asunto de países, es asunto de revolución. Y eso lo dijo mi Comandante Fidel por los años 60: “Primero triunfará una revolución socialista en Estados Unidos que una contrarrevolución victoriosa en Cuba”.

En el himno de la república de Cuba se entonaban allá en Río las notas de los trabajadores del mundo. Cuando nuestras atletas gritaban después de lanzar la jabalina o la bala; se escuchaba un grito de rebeldía frente a la miseria humana de comprar el honor, la adrenalina y la pasión. En aquellos gritos parecía volver a nacer el Universo.

Otra medalla que todos los que mezclamos el amor al deporte con la revolución reconocimos, fue la de nuestros comentaristas y reporteros deportivos. Como siempre ocurre en esta región húmeda del mundo cuando hay un acontecimiento de envergadura, todos nos alineamos en complicidad bajo esas circunstancias.

No nos alcanzaban las palmadas y las lágrimas cuando se coordinaban los comentaristas para estar todos en sintonía con la emoción del pueblo. Un instante en la lucha libre, otra en el triple salto, otra en el clavado. Resultaba como si todos sintiéramos exactamente lo mismo.

Algún día habrá que escribir sobre esos ”reporteros de guerra”. Han estado demasiado cerca de nosotros. Tuvieron altura, glamour, pasión. Lo que ellos se reservan en las series nacionales de pelota para no ofender a una u otra parte de la ardiente afición, que nos volcamos hacia cada equipo, lo despliegan con entrega inmejorable cuando la revolución cubana (que no Cuba) está compitiendo.

¡Sí! en Cuba no existe Radio Caracas de Televisión, ni las mil y una emisoras que en virtud de comerciales estúpidos se alejan de lo que queremos saber y escuchar. Mas había un comentarista en cada disciplina competitiva narrando de forma exquisita y parcializada al mismo tiempo, haciéndose eco visible de la emoción de los mejores cubanos… que con perdón de Dios somos los revolucionarios. 24 horas durante 15 días sin estar obligados a ver cremas, autos o casas que jamás podremos comprar. Esas horas para ver no más de qué es capaz un orden social diferente.

Y allí estuvieron los mejores espacios de la televisión. La Mesa Redonda tuvo que ser tan profesional como cuando habla del Medio Oriente o de las pestilencias del imperialismo; y allí estuvo Fidel con más de cuatro reflexiones… ¿Y saben por qué? Porque tal cual el golpe de Caracas del 2002, o los huracanes, o los eventos históricos… los revolucionarios en lo esencial vibramos al mismo ritmo, con la misma nota. Ya después hay tiempo para ver si es más por acá o más por allá. Porque somos sin dudas los revolucionarios la especie más alta de la creación, parafraseando al Che. Porque a un ser humano que le sea indiferente que un hijo del pueblo se levante en lo más alto de la escala deportiva… y que gracias a él un estadio completo haga silencio para escuchar unas notas que se escribieron de prisa y que les grita desde las alturas del romántico siglo XIX que “la patria os contempla orgullosa”… no es cristiano, ni martiano, ni marxista, ni es nada que valga la pena tomar en cuenta.

Esos cubanos defendieron el derecho de librarnos de las cadenas del Capital. Y no necesitan para eso haber leído a ningún marxista. Lo son porque lo son… tal cual madura la fruta bajo los rayos del sol.

Por ahí a veces quieren hacer contradictorios a Jesús de Nazaret y al pensamiento científico de Carlos Marx… y es doloroso porque para ambos el ser humano fue lo más importante y para ambos eran los humildes, los desamparados, los pescadores, “los que echaban a volar con sus alas de plata el Evangelio” , al decir de José Martí.

Cristo no se salva sin la clase trabajadora. Marx no es nadie, ni un filósofo respetable… sin esos, los que serán primeros en el Reino de los Cielos.

El socialismo tiene todas las potencialidades para ser mejor… Vean no más los Panamericanos. Potencialidades, ¡escuchad bien! ya sé que convertir la potencialidad en movimiento es complicado y no nos ha salido demasiado bien. Mas al nervioso capitalismo ya se le ha acabado toda su impronta. Tal como decía el Che: no hay que perseguirlo usando sus melladas armas, hay que suprimirlo usando nuestras nuevas armas.

Por lo pronto los proletarios cubanos (estos que nada tenemos que perder), hemos arrollado a firmas opulentas, limosinas, y pronósticos.

Vuelvo a decir que si quieren inventar un socialismo del siglo XXI deberán saber lo que tienen que decir los sobrevivientes del siglo XX ¡Y ahí está la revolución cubana!

Algo puede escapárseme. Ya sé que hubo intentos de robar a dos de nuestros boxeadores con dinero (dinero a su vez robado a los trabajadores del mundo, sea en Alemania, Tanzania o Corea). Fidel dedicó sus últimas reflexiones a ese flagelo del robo de talentos. Esa lacra es INEVITABLE en la sociedad capitalista. Pero para nada cambia esta historia. Los que fueron, o pudieron o quisieron ser comprados ¡bien! No hay batalla sin bajas. Sea una batalla armada, ideológica o deportiva. Y no debemos olvidar que estamos en permanente batalla. Mas esa guerra la ganó el socialismo, a pesar de los millones de la mafia asquerosa, que ya es lo que les va quedando a ese miserable sistema social.

No hagamos demasiado caso. Desgraciadamente estos dos combatientes del Deporte Socialista pierden. Por muchos puños que ostenten jamás sabrán combatir por la Atenas vencedora. La Atenas que la Mariela hizo resplandecer victoriosa en sus ligeros pies. Por fortuna, esta linda mujer no tuvo que morir como el soldado griego.

Eso sí: debemos hacer sentir material y moralmente a nuestros soldados que son hoy nuestros deportistas, reporteros y comentaristas que ellos nos son irremediablemente importantes, que sin ellos no hay revolución que valga la pena de ser defendida.

Hoy es su fiesta. Hoy son todos ellos los protagonistas de nuestra felicidad.

El dinero, acumulado por el robo sistemático, no puede comprar una sola gota de sudor de aquel mensaje antológico que nos trajo Mariela en los primeros días de los Panamericanos.

Ese dinero que representa nuestro trabajo enajenado por la dictadura mercantil, lo debemos recuperar para fundar revoluciones que hagan posible el milagro cubano, que les entrega dignidad a los pobres, y hace que el Maracaná tenga que escuchar un canto de combate de una olvidada isla. Ese dinero, además está sucio… Ahora el Capital necesita de la droga, de las armas, del genocidio.

Para recuperarnos de la enajenación sistemática existe tan sólo un remedio… la revolución.

Aun así Mariela González y miles de jovencitas con rostro de socialismo, nos han enseñado, que ese dinero por el que tanto matan y con el que pretenden arrebatarnos tantas almas, es tan sólo un detalle… es precisamente el peor detalle del mundo. Y mientras se compone el mundo, que ya lo hace en uno y otro lugar… los cubano-atenienses seguiríamos ganando el Maratón, para informar que los persas modernos están definitivamente derrotados.

Hasta La Victoria Siempre

Referencias

1. István Mészáros, Socialismo: La única economía viable, Rebelión, 8 de agosto de 2007.

2. Heinz Dieterich, El Partido Comunista de Cuba aprueba investigación sobre el Socialismo del Siglo XXI, Rebelión, 6 Julio 2007.

3. Ernesto Che Guevara, Apuntes críticos a la Economía Política, Ed. Ocean Press, 2006.

4. Fidel Castro, Encuentro con los partidos de izquierda, México (1988) , citado por Carlos Tablada, “Pensamiento Económico del Che Guevara”, Ed. Nuestra América, 2005, 29ma edición ).