Mi bandera rojinegra

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Hace apenas tres días que me he mudado de casa. Aquella era demasiado grande para mis grandes sueños. Por supuesto todos me han dicho “¿Estás bien?” “¿Ya estás instalada?”, Todo eso que se dice cuando uno cambia de inmueble para seguir viviendo.

El Moncada y los verdaderos comunistas

Hace apenas tres días que me he mudado de casa. Aquella era demasiado grande para mis grandes sueños.
Por supuesto todos me han dicho “¿Estás bien?” “¿Ya estás instalada?”, Todo eso que se dice cuando uno cambia de inmueble para seguir viviendo.
A decir verdad, nunca acabo de saber si “estoy instalada”. Eso me suena a tumba, algo inamovible. Por alguna razón prefiero no instalarme jamás en unas paredes; eso sí instalarme siempre en el alma, en la risa, en la voluntad de mis hijos, de mi revolución y de mis amigos.
Aun así la pregunta me causa cierto desconcierto: Los camaradas, amigos y conocidos quieren visitarme y la pregunta es más que oportuna. Entonces ¿cuándo me instalo? Me persiguen las cajas de la mudanza aun sin desempacar, es un proceso interminable y contradictorio entre estabilidad y movimiento.
De forma casi automática desdoblé la bandera del 26 de Julio algo sucia que andaba en mis cajones.
Nadie me dijo qué hacer, pero sin pensar la coloqué en mis nuevas ventanas bajo este ardor del julio caribeño… ¡Es tan hermosa!
Esa bandera es la que me anuncia que estoy instalada. Sólo ella puede hacerlo. Ya puse mi bandera, estoy instalada, aunque sigan las cajas y no tengamos donde sentarnos; ya pueden todos venir a visitarme.

Me he preguntado mil veces de dónde salió esta linda bandera. ¿De Sandino? ¿De los anarcosindicalistas de Tampico en México cuando Fidel organizaba el Granma?
Según dicen fue idea de Frank País. Ese personaje singular de la historia de Cuba que de alguna manera se convirtió en el alma del impresionante Movimiento 26 de Julio. Cuentan que antes de conocer a Fidel, allá en Santiago de Cuba, siendo dirigente estudiantil ya había fundado ARO (Acción Revolucionaria de Oriente) y que ya desde entonces se hablaba de Socialismo.
En el libro de William Gálvez (1) está descrito como Frank no quiso desde un inicio llamar “socialista” a su organización. ¡Y no porque no lo fuera! Sino que con los tenebrosos ruidos del estalinismo, el pueblo cubano, muy libre por naturaleza, no quería saber de aquellas cosas. En la década del 50 además de antiimperialismo, en Cuba había un pésimo concepto del socialismo burocrático.
En las actas fundacionales de la Juventud Ortodoxa, queda eso más que claro. Pero ya deberemos investigar cuál fue y desde donde nació el gustito a comunismo en la revolución cubana.
Pero algo sí está claro: donde único no estuvo fue en el Partido Socialista Popular, que a decir en buen cubano no acertó ni una sola vez, a no ser por la cultura política de sus mejores cuadros. Pero eso tan sólo, no es un partido que funde algo. Los trotskistas, concentrados en Guantánamo, de origen fundamentalmente posadista, se insertaron en el Movimiento 26 de Julio. Los mejores de ellos. Ñico de la Torre es uno de los mejores ejemplos, llegaron a ser dirigentes del movimiento liderado por Fidel. Eso también tendrá que ser investigado.

Por lo pronto por donde estaba claro el pensamiento marxista era en los jóvenes del Movimiento 26 de julio. Aunque la mayoría no habían abierto el Manifiesto Comunista. Haydée Santamaría es un ejemplo vivo de eso. No creo haber tenido cerca de mí a un comunista más ejemplar que aquella mujer. Amar es quizás la mejor gramática del entendimiento.
Ser marxista no significa enarbolar un programa y gritarlo como papagayos cuando nadie tiene ocasión de escucharlo, ni tampoco ostentar un carné de militante. Eso lo dijo clarito Haydée en aquella entrevista “Haydée habla del Moncada” (2). El verdadero comunista es el que sabe conjugar el objetivo con el momento preciso que se vive y tejer así la bandera de lucha.
La única forma de ser comunista en los 50 en Cuba es haber hecho lo que hizo Fidel. Pero Fidel lo dijo elocuentemente en aquella entrevista en México “De no haber sido marxistas no habríamos llegado a la esquina” (3). Y sí que llegó a la esquina… y recorrió el mundo.
Más aun: se lo dijo Fidel al periodista Ignacio Ramonet en la bellísima entrevista, que se llama “100 horas con Fidel”. Fidel razona de la conveniencia o no del triunfo de nuestra revolución en 1953 después del ataque al Cuartel Moncada. La capacidad de Fidel Castro para la oportunidad política no tiene a mi juicio paralelo en la historia revolucionaria. Le dijo Fidel a Ramonet (3):
Si a mí me preguntaran hoy: ¿Que habría sido mejor?, yo hablara de una forma alternativa, porque si triunfamos en el Moncada, debo añadir habríamos triunfado demasiado temprano. Aunque nada estaba calculado, después del triunfo de 1959 el apoyo de la URSS fue fundamental. No habría sido así en 1953. En la URSS prevalecía el espíritu y la política estaliniana. Aunque en julio de 1953 Stalin había muerto unos meses antes, en marzo del 53, era aun la época de Stalin, Y Stalin no era Krushov.
Eso es: Stalin y el eco de su política, afianzada en la colaboración de clases, no le habrían permitido a mi hermosa revolución haber llegado a la esquina. Así pasó con muchas otras.
El hecho concreto es que la bandera rojinegra no sale de ningún presupuesto patriotero, sino de un presupuesto social… Sería demasiado hermoso para ser verdad que la bandera de la revolución cubana tenga esos irreverentes orígenes.
Cuando pregunto por su origen me parlotean frases eclesiásticas de que “el negro por el luto.”….y muchas tonterías más que no acepto para un estandarte que hiciera triunfar una revolución socialista.
Mi bandera, ésta que coloqué en mi nueva ventana, tiene que ver con la batalla mundial contra el capitalismo. Que ningún reformista, de éstos que nos acosan presentándose con ideas renovadoras, que pertenecen al liberalismo burgués de hace dos siglos, me quiera convencer de lo contrario.
¡Luce tan linda! ¡Tiene tanta verdad dentro de sí!, tanta lucha, tanta sangre bien derramada que nada tiene que ver con angelitos obesos en el cielo.

Mi madre me contaba de aquella noche del 25 de Julio en la pequeña Granjita de Siboney en el oriente del país. Todos andaban silenciosos y expectantes. Haydée y Melba, las únicas afortunadas mujeres que penetraron el machismo del siglo XX cubano y lograron ir al Moncada: ¡Ah! Los hombres que siempre “nos cuidan”. Nos cuidan a veces de poder ser felices como ellos. Siempre digo que una leona no pone en término de dudas si cuidar de sus cachorros o atacar más fiera que el león macho a su presa. Mientras mas “hembras” más listas somos para salir a la calle. El cristianismo burocrático, lejos de Jesús que precisó de las mujeres para su empeño redentor, nos quiere reducir a fabricar un platillo de comida o a lavar los tratos.
Mi madre lavó los tratos de Fidel, Abel y los compañeros del Moncada, pero no se quedó en casa para esperar las noticias.
Haydée tuvo que vérselas con los tres hombres que más amaba en su vida para asistir al asalto al Moncada: Abel, su dulce hermano, Boris, su bellísimo novio y Fidel en el que vertió toda la fe para hacer feliz a su pueblo y librarlo (como bien lo dijo en aquella carta a sus padres(2) de los Izarragas, de los capitalistas dueños del Central Azucarero en que nació. Aquel mismo central azucarero donde conoció al interminable líder comunista Jesús Menéndez.
A mis abuelos tuvo que explicarle que dar la vida por un empeño es la única forma en que las mujeres llegamos a ser felices, y la única forma, tal cual las leonas, de estar bien con la naturaleza. Y así es que mi madre, apelando a sus buenos instintos de leona, con todo su sufrimiento, tuvo la felicidad de estar con Fidel en el asalto al cuartel Moncada. Por ahí dicen que estuvo enferma desde entonces ¡Por Dios! Si estar enferma significa ir a la Sierra Maestra, tratar de marcharse con el Che, fundar la Casa de las Américas con todo el arte contestatario a su alrededor, haciendo emerger una de las mejores empresas revolucionarias de Cuba, luchar contra la burocracia, y además educar a sus dos hijos de vientre y a decenas de niños latinoamericanos… es una enfermedad…, entones necesitamos enfermar al mundo. Es patético decir que: “Haydée se suicidó por estar enferma desde el Moncada”. Ella fue la mujer más feliz y realizada que yo haya podido conocer. Lo que sucede es que nunca los mediocres saben qué epítetos ponerle a los seres humanos superiores.
La revolución es un acontecimiento sencillo y concreto. Menos lengua electoral y mucho más entrega personal. Eso fue lo que hicieron aquellos muchachos y dos muchachas un 26 de Julio. Reiniciar el camino de la revolución socialista organizados, coherentes y apasionados. Ellos fueron los verdaderos comunistas de Cuba.
Entonces que el mundo conozca la granjita donde se hospedaron un 25 de Julio los mejores hijos de Cuba y donde el partido bolchevique cubano asestó un golpe a “nuestro Palacio de Invierno”. O el pequeño pisito donde Fidel y el tío Abel planearon como hacer esto que andamos haciendo… y que seguiremos haciendo mucho más allá de cualquier pronóstico.

La ruta de Fidel Castro es la misma. Desde que Abel le cediera aquel escritorio en 25 y O. Bueno tantitico mejor, ya no le ensucia a mi madre el suelo del pisito con sus puros. Ha dejado de fumar, para ventura de los mejores pulmones del mundo.
Los asaltantes al Moncada eran comunistas. Que nadie me venga con la retórica inservible aquellas de las etapas. Decir que Fidel era un pequeñoburgués, para después hacerse comunista es tan insulso y licuado, como decir que la luz de las estrellas puede ser incrementada. Las estrellas desparraman su brillo pleno y auténtico de una sola vez. El descubrimiento de Albert Einstein fue tan sólo un descubrimiento de amor: Nos llega la luz a la misma velocidad, no hay manera de controlarla.
Y eso es Fidel, una estrella con todo y sus manchas; Fidel y aquellos jovencitos que intentaron tomar el cielo por asalto.
Lo lograron siete años después. Y Fidel fue comunista no por haberse leído un par de libros de Marx y Lenin. Era comunista, porque mi país sólo merecía una revolución socialista. De no haber sido socialista, ¿sería qué revolución? El propio Che dudó de que Fidel lo fuera, para escribir después en su carta de despedida que esa era su única falta de cierta gravedad.

Y es por esto que me siento instalada con mi linda bandera rojinegra. Me siento más segura con ella que con la bandera nacional, ella le da pertinencia a la otra. Ella impulsa y decide la única manera en que “Cuba puede ser libre”. Ella es la que proclama la cubanía que necesitamos, que trasciende la música romántica y desenfadada, el aroma del sabroso ron o nuestro carácter abierto. La cubanía incluye los resortes del compromiso social y del más apasionado internacionalismo.
José Martí fue el autor intelectual del Moncada, a decir de Fidel. Y si esto es cierto José Martí es el precursor del Socialismo en Cuba. Algo de eso dijo Julio Antonio Mella. José Martí, al igual que Fidel, no soñó con una “Patria libre” para los ricos. La primera falta de libertad… la primera paradoja es, al decir de un lindo economista amigo mío, que las relaciones de producción donde un hombre es dueño del trabajo de otro hombre, es la forma más exacta de no ser libre. Las relaciones de propiedad son el Caballo de Troya a los verdaderos derechos humanos. El capitalismo viola esos derechos por principio. Su manera de organizarse atenta contra la raza humana.
Desde que el mundo se dividió en clases, hay un solo reto para el hombre si es que pretende perpetuarse en la Tierra: Su libertad económica y social.
Y es eso precisamente lo que anuncia mi bandera rojinegra, que ando esperando que me la asocien definitivamente a los anarcosindicalistas. Eso sí sería un golpe demoledor contra las tendencias estalinistas que puedan quedarnos.
La bandera del 26 anunció el surgimiento de un partido político bien alejado del Partido Socialista Popular que nunca, tal cual los partidos satélites de aquel Moscú, pudo entender por donde andaba el mundo, y mucho menos lograría hacer triunfar una revolución socialista. Ni uno solo de esos partidos ha hecho nada por el socialismo. Todo lo contrario, por alguna maldición siempre pactaron con los enemigos.
Pero no hablamos de ellos hoy. Hoy hablamos del Asalto al Cuartel Moncada y la coherencia del pensamiento de aquellos muchachos que hoy (los que de verdad sirven) o están muertos o están “con nosotros”.
El himno del 26 de Julio, que cantamos al son de la caldosa en los Comités de Defensa de la Revolución, a las 12 de la noche cada 26 de julio, reza en uno de sus versos: Limpiando con fuego, que arrase con esa plaga infernal de gobernantes indeseables y de tiranos insaciables que a Cuba han hundido en el mal.
El 26 de Julio, como dice el lindo himno compuesto por el amigo Cartaya participante en el asalto, no era tan sólo barrer con la dictadura batistiana, era emprender el camino de la verdadera redención humana. El capitalismo más brutal era quien había hundido en el mal a esta isla… la más linda de todas las islas del mundo.
¡Felicidades pues, a todos los revolucionarios de la Tierra por este 26, cuando el incansable Fidel cumplirá en agosto sus 80 años! Y termino con la última frase del Himno del 26:

¡Que viva la revolución!

Referencias

1. William Gálvez. Frank entre el sol y la montaña. I Tomo. Ed. UNEAC, La Habana, p. 167. 1991.
2. Celia Hart. “Haydée del Moncada a Casa”, Buenos Aires, Nuestramérica, 2005.
3. Fidel Castro. Encuentro con los partidos de izquierda (1988) México (Citado en ¨El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara¨ de Carlos Tablada. Nuestramérica, 2005. p. 39 )