México: EZLN, un capítulo que se está cerrando

Las recientes declaraciones del Comandante Germán, todas ellas relacionadas con efectuar un deslinde respecto del Subcomandante Marcos, sacan a la luz algunos aspectos de la historia del EZLN, que permanecían ocultos y que se explicaban por la mitología que el propio Marcos había creado, para darle a su movimiento esa aura mística tan atractiva para muchos activistas.

Ninguna de las recientes revelaciones resta un ápice a la importancia histórica del levantamiento zapatista o hace mella en la heroica lucha de resistencia que, el movimiento indígena, sostiene desde hace ya más de 500 años. Siempre hemos sostenido que la lucha campesina e indígena merece vencer y vencerá, lo hará de la mano del conjunto del pueblo trabajador del campo y la ciudad, pero no aislado en una burbuja autonómica, sino sumando su lucha a las demás luchas. El camino no es el aislamiento sino la integración, no al sistema sino a la lucha contra él.

Aclarando esto, las revelaciones de Germán reafirman algunos temas importantes para la historia reciente de México:

El 1 de enero de 1994 estalló un levantamiento armado que conmocionó todo México, el EZLN hacia un llamado, a todo el país, a levantarse en armas en contra del mal gobierno, sobre la base de un programa de reformas democráticas y reivindicaciones sociales para las clases trabajadoras del campo y la ciudad.

En realidad, el EZLN debía ser un frente armado de muchos que se tendrían que desarrollar en diversas partes del país, como parte de un plan insurreccional fraguado por el Frente de Liberación Nacional; una organización surgida en 1969 que había sufrido una reestructuración, producto de la represión del Estado entre 1973 y 74 y que para 1983 había conformado el ya mencionado EZLN.

A partir del 1° de enero de 1994 la dirección del EZLN adquirió autonomía operacional y política respecto del FLN, que un año antes se había proclamado como partido. De tal modo que el Subcomandante Marcos terminó asumiendo la dirección del movimiento, en ese sentido quedó bajo su responsabilidad el giro que en la política del EZLN fue desarrollando a lo largo de todo ese año, durante el cual se pasó de un programa insurreccional para todo el pueblo, a una serie de propuestas reivindicativas de los derechos y cultura indígenas. Los documentos que mejor ilustran este giro han sido las declaraciones de la Selva Lacandona.

Desde que se fundó el EZLN en 1984 sus escuelas de cuadros hablaban de la necesidad de la lucha por el socialismo, incluso cuando se da el levantamiento en enero de 1994 se hicieron pintas en las cabeceras municipales reivindicando el socialismo como un objetivo del levantamiento armado. “Sin embargo, –señala la historiadora Adela Cedillo y lo confirma el propio comandante Germán– de acuerdo con un exmilitante, Marcos giró instrucciones para que los zapatistas dejaran de hablar del carácter socialista de su lucha”. Esta renuncia a la lucha por el socialismo y a un programa que incluyera a toda la población va a ser uno de los factores fundamentales que van a llevar al EZLN y a su proyecto al autoaislamiento y a un callejón sin salida.

El giro estaba vinculado con la necesidad de entablar negociaciones con el Estado, una cosa es demandar la caída del gobierno y otra es negociar con ese mismo gobierno demandas para los pueblos indígenas. El primer caso solo es posible con la derrota militar del gobierno, en el segundo la negociación podría generar una salida política al movimiento armado que para en 13 de enero de 1994, pese a la enorme simpatía que generaba, estaba solo concentrado en una región de Chiapas.

Ahora nos enteramos que la decisión de negociar y de hacer el giro al indigenismo fue respetada por la dirección del FLN, que la aceptó como un hecho consumado pero que lo hizo sin creer en ella.

La ofensiva de Ernesto Zedillo, orquestada gracias a las delaciones de diversos desertores del EZLN, significó la exposición pública del FLN y la anulación de cualquier otro foco insurreccional que no fuera el propio EZLN. La acción antisubversiva implicó la creación de grupos paramilitares que a la larga desembocaron en la masacre de Acteal en diciembre de 1997. En este proceso se fue construyendo una práctica política por parte del Subcomandante Marcos que paulatinamente rompía con la idea de la lucha armada: el concepto de vanguardia, la organización como un instrumento de combate (cediendo ante las propuestas movimientistas postmodernas de anarquía organizativa). Pasando de la estrategia de la revolución a la de la resistencia, de la lucha de clases a la oposición de sociedad civil con sociedad política, etc.

Como resultado de este giro al indigenismo y a la autonomía perse, incluso la lógica militarista propia de la guerrilla fue abandonada y las fábricas de armas y demás equipo militar, que tanto trabajo había costado conseguir al movimiento, fue vendida como fierro viejo por instrucciones de Marcos, según acusa el Comandante Germán.

Las propias declaraciones de la Selva Lacandona son evidencia de esta transmutación, que pasó de propuestas organizativas nacionales como la Convención Nacional Democrática y Movimiento de Liberación Nacional; a propuestas solo destinadas a su entorno cercano, como en Frente Zapatista de Liberación Nacional; para finalizar en el confinamiento que significaron los caracoles ya avanzada la primera década del 2000.

Todavía en 2001, ante la perspectiva de una ley de derechos y cultura indígenas, que sería la cúspide de la estrategia negociadora de Marcos, se vivió una gran movilización nacional, pero esta movilización no tenía ya un objetivo insurreccional o de alcance nacional sino de culminar la negociación y el acuerdo con el gobierno panista de Vicente Fox. En este contexto, cabe aclarar que se hizo visible la participación de Germán, dando el visto bueno a todo el proceso sin dar muestras de la oposición que ahora manifiesta.

Después del 2003, el EZLN establece una estrategia de auto confinamiento que se alimenta con un discurso en donde la victimización y la denuncia del hostigamiento de los grupos paramilitares es la constante. De este modo el movimiento indígena zapatista pasa de ser impulsor de la lucha contra el sistema a ser simplemente su víctima, ante el cual las personas de buen corazón deben solidarizarse.

La última iniciativa de trascendencia fue la sexta declaración de la Selva Lacandona, en donde se emprende un deslinde abierto respecto de la izquierda electoral, particularmente con López Obrador, al que identifica como el “huevo de la serpiente”.

En ese momento se da la impresión que Marcos pretende contrarrestar la disminución de su presencia como líder nacional por medio de la puesta en evidencia de la figura que emergía como el principal referente de la oposición.

Toda la política posterior del EZLN se ha centrado en campañas para acuerpar a simpatizantes y conformar un Congreso Nacional Indígena que responda a sus orientaciones.

No fue sino hasta 2012, cuando por fin se establece la ruptura entre Marcos y Germán. Adela Cedillo, antigua activista de las redes de apoyo zapatista, ahora historiadora, señala tajantemente: “uno de los motivos de su ruptura en 2012 fue la negativa de Marcos a autorizar que ‘Germán’ empezara a difundir la historia de las FLN y los materiales clandestinos de la organización. De hacerlo, socavaría la mitología del origen que Marcos había cultivado cuidadosamente durante años, en la que era incapaz de reconocer los aportes fundamentales de los mestizos, con excepción del subcomandante ‘Pedro’ y de sí mismo”.

A partir de este deslinde, que implicó conflictos dentro de las propias comunidades zapatistas, se ha dado a conocer el desacuerdo de Germán con la ruptura con el marxismo de Marcos, aunque el propio marxismo de Germán es muy suigéneris. Además de ello, se pone a la luz una historia obscura en la vida interna del zapatismo, en concreto, respecto al estilo vertical y autoritario que el propio Marcos ha impuesto, en colaboración con Tacho y Moisés. Esto contrasta evidentemente con la imagen de horizontalidad y democracia de consenso que promueven públicamente. Entre estos asuntos se incluye el trato violento que el propio Marcos ha implementado en contra de las mujeres de su entorno. En este tema destaca la acusación pública que la activista Nuria Fernández hizo en 2018 en la cual se lee:

“Sólo puedo contar, denunciar, alzar la voz, diciendo que, como consecuencia de un trato machista y excluyente, rompí cualquier relación sentimental y de amistad con el subcomandante Marcos (…) Solo puedo decir que es diferente ser acosada por un hombre, que por un aparato burocrático militar jerarquizado y clandestino”.

La evolución política de Nuria, que ha sido nombrada recientemente como titular del DIF nacional por parte de AMLO, criticable para las bases zapatistas, no desestima su acusación que se corrobora con señalamientos de las exactivistas del entrono zapatista que se solidarizaron con ella y con el testimonio de la propia Adela Cedillo. En suma, no se trata de anónimos sino de mujeres con nombre y apellido.

La ruptura de silencio del propio Germán, que ha confirmado esta conducta –acompañado del señalamiento de la posible responsabilidad de Marcos en el suicidio de una compañera de su organización–, es un asunto suficientemente serio como para que mereciese algún tipo de réplica por parte del propio Marcos o del EZLN. No obstante, el silencio que se ha mantenido por ya varios años no es una señal alagüeña y parece exponer prácticas internas poco sanas al interno del EZLN.

Tampoco habla bien de Germán el hecho de que haya guardado silencio durante tantos años, a pesar de que el mismo señale que no estaba de acuerdo con ese viraje, que no podemos más que calificar como la bancarrota de una personalidad que jugó un papel pero que en general siempre se ha sobrevalorado. Un debate político abierto, que cuide la seguridad de los sectores clandestinos, pero que plantee la perspectiva general que debe tener el movimiento, era y es por demás necesario.

En suma, nos encontramos ante una crisis política y moral ya inocultable, ante la cual urge reflexionar y sacar conclusiones.

Una valoración muchísimo más justa será posible cuando el EZLN rompa el silencio respecto a estos problemas, ello ayudará a los miles y miles de simpatizantes de la causa zapatista e indígena a asumir adecuadamente las enseñanzas que este periodo histórico ha dejado.

Los militantes que al lado del EZLN y FLN han muerto con la esperanza de un mundo libre de explotación y violencia; los campesinos e indígenas que por cientos de miles construyen su propio camino, mirando como un ejemplo a seguir la experiencia zapatista; los trabajadores del campo y la ciudad; los estudiantes en lucha y, por supuesto, las mujeres que ya no están dispuestas a sacrificar su cuerpo o su espíritu al machismo, porque saben que es exactamente lo contrario a la revolución; todos y todas ellas merecen una explicación.

Las luchas de todos los sectores y oprimidos continuarán, el movimiento campesino e indígena avanzará y se alimentará de experiencias como la que los indígenas de Chiapas protagonizaron durante los 12 días de enero de 1994 y como las diversas formas de organización y lucha colectiva que han surgido antes y después de esa fecha. Al final su destino es la victoria, pero esta se forjará sólo a base de la reflexión consciente de estas luchas.

José Revueltas decía que antes de ser la conciencia organizada es preciso organizar la conciencia, es decir, ser crítico y autocritico con nuestra historia. De otro modo llenaremos todo lo que no entendemos con historias autojustificatorias, agradables de oír, pero que no llevan más que al caos y a la autoliquidación como movimiento.