El año 2006 será un año muy convulsivo, marcado por un giro de las masas trabajadoras hacía la izquierda en toda América Latina, no sólo se trata de un vuelco de las masas hacia la izquierda electoral El año 2006 será un año muy convulsivo, marcado por un giro de las masas trabajadoras hacía la izquierda en toda América Latina, no sólo se trata de un vuelco de las masas hacia la izquierda electoral
Un año convulsivo a nivel continental
El año 2006 será un año muy convulsivo, marcado por un giro de las masas trabajadoras hacía la izquierda en toda América Latina, no sólo se trata de un vuelco de las masas hacia la izquierda electoral, además de los históricos triunfos de la izquierda en Bolivia y Chile, estamos presenciado revoluciones abiertas.
Venezuela es ahora sin duda el centro de la revolución mundial, los trabajadores están impulsando instintivamente la revolución hacia el socialismo con la toma de tierras por los campesinos y la toma de fábricas bajo control obrero por los trabajadores y, al mismo tiempo, parte del aparato del estado tratando de frenar la revolución dentro de los marcos del capitalismo.
Evo Morales llega al poder bajo el impulso de tres insurrecciones populares (2001, 2003, 2005) que podrían ya haber acabado con el capitalismo en Bolivia de no ser por la indecisión de la dirección de las organizaciones obreras, sobre todo la COB, que teniendo el poder al alcance de la mano después de la caída de Sánchez de Losada en el 2003 perdieron temporalmente la iniciativa. Se perdió otra oportunidad preciosa en mayo del 2005 después de la insurrección que derribó a Mesa. En estas oportunidades el papel de la dirigencia del MAS, especialmente la de Evo Morales, (aunado a la vacilación de los dirigentes de la COB) llamando a la conciliación y a una asamblea constituyente -cuando lo que estaba en el orden del día era la toma del poder y la liquidación del capitalismo-, desvió la revolución hacia la vía electoral dada la falta de una dirección consecuentemente revolucionaria.
El triunfo de Evo con el 53% del padrón y el apoyo masivo de los distritos más pobres del país representa, sin embargo, un nuevo comienzo y podría significar la revolución de febrero en donde las masas someterán a prueba a sus dirigentes y se generaran las condiciones para que la Revolución Boliviana viva su octubre rojo y liquide al capitalismo, la cuestión fundamental una vez más estará en el papel de la dirección y en la forma en que dé cause al potencial revolucionario de las masas.
El año 2006 comienza, también, con el histórico triunfo de Bachelet del Partido Socialista en Chile. Pese a las vacilaciones, contradicciones en su discurso y dudas acerca de cómo actuará exactamente una vez en el gobierno, ha despertado amplias ilusiones entre sectores de la clase obrera y los sectores populares y marcará también una nueva etapa de la toma de conciencia de las masas y el rumbo hacia una revolución.
El giro a la izquierda de las masas alcanza ya a los países imperialistas, la heroica e histórica huelga de transportistas en Nueva York así como la insurrección de la juventud en Francia, sin mencionar las huelgas generales y sectoriales en toda Europa, son sintomáticas del periodo al que hemos entrado: un periodo de revoluciones y contrarrevoluciones a nivel global.
El periodo electoral y la toma de conciencia de las masas
Pero el fantasma de la revolución y los síntomas de un proceso prerrevolucionario están alcanzando ya a nuestro país, México. Los primero síntomas de ello, además del glorioso episodio Atenco y las movilizaciones del SME, han sido las heroicas luchas de los trabajadores en contra de la contrarreforma en materia de jubilaciones y pensiones en el IMSS durante el 2004 y, sobre todo, la magnífica movilización contra el desafuero que reunió a más de millón y medio de trabajadores y masas populares en el Zócalo y que puso al régimen de Fox de rodillas ante el riesgo de un colapso del régimen y la llegada de Obrador al gobierno no producto de el voto en las elecciones sino de una insurrección popular.
Este año estará marcado políticamente por el inminente e histórico triunfo del PRD en las elecciones de Julio de este año contando con las simpatías y esperanzas de millones de trabajadores en todo el país y con los temores de la burguesía nacional e internacional a los millones de trabajadores que lo impulsarán al gobierno y que lo pueden hacer llegar más allá de lo que el mismo López Obrador se imagina, afectando, con ello, los intereses de los dueños de la banca, la tierra y la industria, ni siquiera los propios medios de comunicación son capaces de ocultar el hecho indiscutible de la cómoda delantera que Obrador lleva en las encuestas.
Además de ello este año estará marcado por la patética descomposición y virtual inoperancia del régimen de Fox, por los escándalos de los hijos de Martita, el obsceno enriquecimiento ilícito de Montiel; en suma la continuidad de un cadáver en descomposición cuya mejor suerte sería el ser enterrado mañana mismo (Fox y Marta parecen ansiosos de irse lo antes posible a su rancho). A pesar de que la burguesía y sus medios intentarán inflar a sus candidatos Calderón (PAN) y Madrazo (PRI) el escenario no es nada alentador para ellos pues el primero sufre de la bancarrota total del gobierno del cambio y el segundo está marcado por la corrupción y los 70 años de gobiernos priístas.
Para que un inminente gobierno del PRD responda a las aspiraciones de los trabajadores del campo y la ciudad son necesarias la organización desde abajo con un programa socialista. Será fundamental que las redes ciudadanas no sean simplemente un instrumento de promoción de voto que sea desechado como un preservativo después de ser utilizado. La campaña del PRD debe servir para ir conformando una organización popular (que puede partir de la conformación de las mismas redes ciudadanas) permanente y cuya función principal sea, además de la necesaria promoción del voto, la lucha por la democratización y el control de las bases de su propio partido PRD, la expulsión de elementos reaccionarios, arribistas y corruptos que la misma burguesía ha infiltrando en las redes ciudadanas y dentro de las misma burocracia perredista para controlar el movimiento y domesticar a Obrador desde dentro de su propio gobierno y partido.
La redes ciudadanas, sobre todo, podrían impulsar la vinculación con el resto del movimiento popular, tendiendo puentes hacia la base de los sindicatos, para movilizarse en contra de las contrarreformas del gobierno de Fox y por la reivindicación de demandas relacionadas con el salario, las condiciones de trabajo, la educación, vivienda, salud, etc; tendiendo un puente entre estas demandas, que deben ser incluidas en los 50 puntos del programa de Obrador, y la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía (la tierra, la banca, la industria, y los medios de comunicación) bajo el control democrático de los mismos trabajadores y pequeños productores con una organización de redes y comités populares en las fábricas, barrios y escuelas y con una coordinación a nivel local, estatal y nacional. Con ello el triunfo y el cumplimiento de las expectativas de las masas estaría garantizado.
La Otra campaña y la necesidad de un programa revolucionario
Además el escenario estará marcado por la Otra campaña emprendida por el ejercito Zapatista que parte con el gran defecto de desdeñar la lucha que los trabajadores darán en julio próximo en contra del PRI y el PAN utilizando para ello al PRD aún a pesar de sus dirigentes. Sin embargo el reconocimiento del EZLN de la necesidad de impulsar un movimiento anticapitalista es un gran paso adelante como lo es el llamado a unir esfuerzos para construir un frente común y un proceso de unidad y de lucha. Desde nuestro punto de vista consideramos que la Otra campaña debe servir, como ha sido hasta ahora, como un foro de denuncia ante los abusos del gobierno y de los patrones, pero además es necesario dotar a la Otra campaña de un programa socialista. No basta con decirse anticapitalista. Se debe ser claro, cuando decimos que estamos en contra de la explotación y que planteamos la necesidad de superar la lógica capitalista debemos plantear el tipo de sociedad a la que aspiramos, la cual no puede fundarse en la propiedad privada de los medios de producción, ni en las fronteras nacionales, con todo lo que estas concepciones implican, ello tiene un nombre y es Socialismo.
No se puede criticar al sistema, a los políticos del sistema y a las condiciones de miseria de las masas trabajadoras y al mismo tiempo señalar que no se tiene propuesta para resolver dichos problemas. Por supuesto que los trabajadores sabemos que nos explotan, que hay carencias y necesidades, para eso no es necesaria una campaña. De otro modo se corre el riesgo de que la Otra campaña sea sólo un muro de los lamentos y al final de la misma todo siga igual con la diferencia de que por ahí ya pasó Marcos. Tal y como sucedió con la caravana a la ciudad de México en el 2001. Del mismo modo al hablar de un programa y de la organización local, es muy peligroso señalar que la alternativa es hacer a un margen al gobierno y formar especies de autogobiernos o caracoles, ello lo que provocaría es incrementar el aislamiento de un movimiento que lo que requiere es la acción nacional unificada, no la dispersión generalizada. Y todo ello implica luchar codo a codo con las masas que llevarán al gobierno al PRD y al mismo tiempo luchar por un programa socialista.
En suma este año será en nuestro país, México, una nueva etapa en el proceso de toma de conciencia de las masas y un escenario muy fértil para construir la organización que haga posible una transformación radical en la vida de las masas. Para que realmente sea posible eliminar las desigualdades se necesita poner en marcha un programa que elimine lo que causa la desigualdad, la miseria y la explotación, y ello sólo es posible por medio de un poder político de nuevo tipo, organizado en base a comités de lucha en todo el país que se coordine local, regional y nacionalmente. En suma se trata de emplear todos los medios posibles para construir un poder alternativo en base a la organización de las masas.