Los trabajadores pierden poder adquisitivo y enfrentan despidos, los empresarios fugan $44.000 millones

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¡Y se quejan de la pobreza!

Editorial El Militante Nº 49 

La crisis económica develó el engaño del nacionalismo y del patriotismo burgués. Mientras que los trabajadores sostuvieron sobre sus hombros todo el peso de la crisis, los empresarios retiraron de la actividad económica más de 44.000 millones de dólares desde junio de 2007, fugando al extranjero la mayor parte. Este es el compromiso que tiene esta gente con el desarrollo y el bienestar del país.

¡Y se quejan de la pobreza!

Editorial El Militante Nº 49

Cada día se habla con insistencia sobre la salida inminente de la crisis, aunque se espera que el Producto Bruto Interno argentino se contraiga este año un 3%. Pero es verdad que se observa un repunte precario de la actividad en sectores como el automotriz, siderúrgico, electrónico, calzado, y otros; en muchos casos ayudados por la política de restricción de importaciones aplicada por el gobierno, y la demanda de Brasil, China y otros países.

Pero aun cuando la recesión pueda superarse a fines del año, Argentina sale muy debilitada de esta crisis.

La crisis se cebó sobre los trabajadores

Las consecuencias de la recesión económica para la clase obrera han sido "sobre llovido, mojado".

Según la patronal argentina, UIA, entre enero y junio se destruyeron 222.000 empleos. Las cifras oficiales reconocen una baja de cotizantes a la Seguridad Social de 400.000 personas hasta el mes de mayo, lo que parece indicar además un aumento del empleo "en negro".

Pese a la caída del consumo y de los precios de materias primas como el petróleo, la soja, y otros, la inflación no ha menguado. Mientras que los incrementos salariales firmados están, en general, por debajo del 19% y en cuotas, la suba anual de precios está estimada en el 25%, consolidándose una nueva pérdida del poder adquisitivo para las familias obreras, como en los 3 últimos años. Sólo el transporte, los combustibles y las tarifas de la luz y el gas subieron un 30% en un año. Así, la crisis deja una clase obrera con más desocupados en sus filas y más empobrecida.

El "patriotismo" de los empresarios

El panorama para los grandes empresarios es muy diferente. Según la Bolsa de Valores de Buenos Aires, las primeras 40 compañías que presentaron sus balances del primer semestre del año reconocieron ganancias por valor de $6.389 millones, un 45% menos que el año pasado, pero con una tasa de ganancia sobre el capital invertido del 8%, cuando la tasa de ganancia capitalista normal ronda el 5%. Esto demuestra que los grandes empresarios están ganando plata a una tasa bastante razonable y que los años pasados consiguieron tasas de ganancia extraordinarias con la superexplotación de los trabajadores.

La crisis económica también develó el engaño del nacionalismo y del patriotismo burgués. Mientras que los trabajadores sostuvieron sobre sus hombros todo el peso de la crisis, los empresarios retiraron de la actividad económica más de 44.000 millones de dólares desde junio de 2007, fugando al extranjero la mayor parte. Este es el compromiso que tiene esta gente con el desarrollo y el bienestar del país. A esto se añade la huelga de inversiones. La Inversión Bruta Interna Fija (instalaciones industriales, maquinaria, etc.) cayó en un año, hasta el mes de mayo, de 9.351 millones de dólares a 5.461, un descenso del 41,6% según el INDEC, organismo nada sospechado de afear las estadísticas de la economía nacional.  

El extraordinario superávit comercial que se espera este año, más de 13.000 millones de dólares, es consecuencia del hundimiento de las importaciones por el bajo nivel de actividad económica, y anticipamos que no se destinará a inversiones.

El problema de las finanzas públicas

La crisis también colocó en primer plano el problema del financiamiento del gasto público, por la menor actividad económica, y la persistencia de pagos anuales por la deuda pública estimados en 12.000 millones de dólares.

Ante la escasez de plata, la Nación está demorando el inicio y terminación de obras viales, ferroviarias, etc., y continúa endeudándose con organismos públicos como el ANSES (que administra las jubilaciones), el Banco Nación y el Banco Central. Hay conversaciones con el FMI para conseguir el aval que permita al país acceder a nuevos créditos del capital financiero mundial y seguir financiando su deuda pública. Así que, por un lado, se desvían recursos que deberían utilizarse para mejorar las condiciones de vida de los jubilados y del pueblo trabajador; y por otro, se eternizan políticas de ajuste social para honrar los pagos de una deuda pública y externa, casi toda ella ilegítima y tramposa.

Además, se generalizaron los subsidios a empresarios de todos los rubros. 1.500 empresas, que emplean a cerca de 90.000 trabajadores, reciben un subsidio mensual de $600 por trabajador. Las empresas privadas de transporte (colectivos, trenes, subte) reciben subsidios anuales por valor de  $5.500 millones; las petroleras, eléctricas y gasíferas reciben en torno a $4.000 millones. Entre abril del 2008 y abril del 2009 los empresarios agropecuarios recibieron más de $14.000 millones en subsidios y ayudas de todo tipo, y créditos preferenciales. Por no hablar de las constructoras que lucran miles de millones con la obra pública.

En este contexto, la patronal continúa presionando fuertemente para que el gobierno devalúe todavía más el peso y así favorecer las exportaciones y los ingresos estatales al cambiar los dólares que llegan del impuesto de retenciones a las exportaciones agropecuarias. Pero esta medida, con una producción estancada, va contra los salarios porque dispara la inflación al encarecerse las importaciones, y porque se vacía el mercado local de productos de consumo básicos al incrementarse las exportaciones.

El "campo" y el debate sobre la pobreza

Sorpresivamente, la derecha, los terratenientes y la Iglesia han convertido la pobreza en uno de los principales puntos de discusión, pretendiendo aparecer como los abanderados de los pobres de nuestro país.

El Presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, en el discurso de apertura en la exposición anual de la Sociedad Rural, preguntaba a dónde habían ido a parar los 30.000 millones de dólares que, según él, habían ingresado al Estado vía retenciones de exportaciones agropecuarias en los últimos años, "porque el 27% de los argentinos padecen hambre". El buen hombre, aplaudido por su invitado y colega, Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria, calificó al Estado como "un predador insaciable" ¡Habrase visto desvergüenza mayor!

Si los gobiernos kirchneristas han sido incapaces de terminar con la pobreza es porque han persistido en aplicar políticas que respaldan intereses empresarios. Hubo aumento del gasto en jubilaciones, salud, educación e infraestructuras, pero fueron un paliativo. El monto principal fue dedicado a subsidiar con miles de millones a los empresarios y terratenientes tipo Biolcati; y al pago de la deuda externa, donde terratenientes y especuladores tipo Biolcati ofician de acreedores; y a realizar las inversiones mínimas indispensables en rutas y ferrocarriles de carga para que los empresarios tipo Biolcati transporten sus mercaderías.

En agosto, el gobierno liberó las exportaciones de carne y parcialmente las de trigo, maíz y leche. Esto provocará subas de precios en estos productos al disminuir su oferta en el mercado local y, por lo tanto, incrementará el número de pobres entre los trabajadores argentinos. Lo mismo que la pretensión de las patronales agrarias de  reducir o eliminar las retenciones a las ganancias extraordinarias por la exportación de soja, trigo y maíz, que reducirían los ingresos estatales y, por lo tanto, el gasto social.

Todo esto desnuda la hipocresía política de los empresarios y terratenientes tipo Biolcati y de sus lacayos políticos de la derecha y la Coalición Cívica.

Una alternativa política

Los efectos de la crisis económica demuestran la incapacidad del capitalismo para resolver las necesidades básicas de las familias trabajadoras.

Es necesario, por lo tanto, que Proyecto Sur, la CTA y los sectores clasistas que emergen al interior de la CGT aúnen sus esfuerzos para levantar bien alta la bandera de una alternativa política con un programa que recoja las necesidades básicas de las masas trabajadoras, así como la perspectiva de la transformación socialista de la sociedad.