Los trabajadores necesitamos una alternativa política

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La construcción de una alternativa política socialista enraizada en las masas trabajadoras, que aparezca como una referencia ante el fracaso del kirchnerismo y la arrogancia creciente de la derecha y los capitalistas, es el desa-fío más importante que tienen ante sí los sectores más conscientes de la clase obrera, la juventud y el movimiento popular.

Editorial El Militante nº 31

La victoria de Mauricio Macri en las elecciones porteñas ha causado perplejidad y preocupación en muchos trabajadores y jóvenes, y en sectores progresistas de todo el país. La inquietud ante la posibilidad de un giro fundamental a la derecha en la sociedad es lógica. Pero desde nuestro punto de vista, no es el caso.

La participación electoral estuvo por debajo del promedio de los últimos 20 años. Por otro lado, ni la figura ni el discurso del candidato kirchnerista, Filmus, entusiasmaron a sus votantes potenciales, y fueron incapaces de remontar las encuestas y la campaña a favor de Macri que orquestaron sin rubor todos los medios de comunicación de la burguesía.

Podríamos acordar en que hubo un giro general a la derecha en la sociedad si Macri hubiera aireado abiertamente su programa reaccionario contra los más pobres, a favor de privatizar servicios esenciales en salud, educación y cultura, en reprimir la protesta social (todas esas cosas que cumplirá puntualmente), pero no fue así. Al contrario, fue el más demagógico en sus promesas electorales: urbanizar las "villas", incorporar a los pobres a la ciudad, más educación y salud gratuitas, modernizar el transporte, terminar con los ñoquis en el gobierno de la Ciudad, etc.

La burguesía festeja

Lo que sí es verdad es que la burguesía argentina celebró sin disimuló esta victoria de Macri y la “derrota” de Kirchner.

Kirchner es un defensor entusiasta del sistema capitalista, pero quiere tener las manos libres para desarrollar determinadas políticas que, aunque incomodan a los empresarios y banqueros, buscan amortiguar las contradicciones sociales para mantener la estabilidad social en niveles aceptables.

Como hemos afirmado muchas veces, pese a que el gobierno de Kirchner no amenaza los intereses fundamentales de la clase dominante, ésta nunca se sintió cómoda con él. Por eso, los medios masivos de comunicación están aireando convenientemente los resultados de Capital, así como las victorias de Sapag en Neuquén y del ARI en Tierra del Fuego, para debilitar al gobierno de Kirchner e insuflar nuevos bríos a la oposición de derecha.

Ésta se siente ahora más confiada, si no para desafiar la victoria de los Kirchner en las presidenciales de octubre, sí al menos para hacerles sudar su triunfo.

Esta posibilidad está planteada, pero dependerá de varios factores (malestar social, crisis energética, suba de precios, situación económica, etc.) cuyo desarrollo probable en los próximos meses aún no está claro. Por el momento, la oposición de derecha a Kirchner sigue sin hacer pie, dividida y atomizada en el conjunto del país.

La candidatura de Cristina

En este contexto, Kirchner busca un poco de oxígeno lanzando la candidatura presidencial de su mujer, Cristina Fernández. Aparentemente, se retiraría de la primera escena con su capital político aún no agotado, asignándose el rol de organizador de una nueva fuerza política de centroizquierda, para dejar abierta la posibilidad de postularse para las elecciones presidenciales del 2011.

Pero más allá de los cálculos políticos de los Kirchner, los límites de su política están quedando cada vez más claros. En la sociedad se instaló una sensación de malestar por los problemas sociales no resueltos, y al gobierno le resulta imposible complacer al mismo tiempo a los empresarios y los trabajadores, pese a la persistencia del auge económico.

Es inevitable que, a medio plazo, el proyecto político kirchnerista entre en crisis, como los acontecimientos de los últimos meses han venido a anticipar; más aún en un contexto de bajo crecimiento económico o recesión, según respiren los aires de la economía mundial en un futuro próximo.

El comportamiento de la izquierda

Los grupos de izquierda parecen ajenos a estas contradicciones interburguesas y a la sensibilidad de amplias franjas de trabajadores y jóvenes en su rechazo a la derecha. Mantienen su política suicida de presentar listas enfrentadas en las diferentes consultas electorales, mientras que no dudaron en unirse para anunciar conjuntamente su llamado a votar en blanco en el Ballottage porteño. Decenas de miles de trabajadores y jóvenes se preguntaron con razón: ¿si estos compañeros pudieron acordar una posición común en el Ballottage, por qué no hicieron lo mismo para presentarse juntos a las elecciones?

Para empeorar las cosas, no acompañaron su llamado a votar en blanco (que era legítimo) de una crítica frontal a la derecha y a su candidato, Mauricio Macri, ubicando a Filmus como el enemigo principal. Esta actitud, lejos de debilitar a Kirchner, lo ayuda, porque puede presentarse como el campeón en la lucha contra la derecha y abona el argumento demagógico de que la izquierda es funcional a la derecha. Si estos grupos persisten por este camino, nunca serán tomados en serio por las masas trabajadoras, como es actualmente el caso.

No obstante, celebramos la consecución de una banca para Patricia Walsh en la legislatura porteña. Walsh, el MST y los demás grupos que conformaron su plataforma electoral, tienen una enorme responsabilidad en no frustrar las ilusiones de los trabajadores y jóvenes que les otorgaron su confianza; al mismo tiempo, disponen de una gran oportunidad para hacer oír la voz de los trabajadores en las instituciones burguesas y ayudarlos a elevar su nivel de conciencia política.

El verdadero ambiente de la clase

El ambiente en la clase nada tiene que ver con esta comedia de enredos en que se transformaron las disputas entre los políticos burgueses profesionales.

Ya señalamos anteriormente el malestar social acumulado por la suba de precios, el pésimo estado del transporte, los cortes de energía, los salarios que no alcanzan, la falta de vivienda, la actitud represiva y arrogante hacia los conflictos salariales y sociales que desbordan al gobierno, o la presencia de los mismos políticos venales de los 90.

Esto se notó en el aumento de la conflictividad social. Es llamativo que mientras que el pacto social acordado el año pasado entre la CGT, la patronal y el gobierno tuvo un éxito relativo en apaciguar las luchas, estos mismos actores tuvieron más dificultades este año para imponer nuevo el pacto social acordado (con un techo de aumento salarial del 16,5%). La indisciplina sindical aumentó sensiblemente, dándose una gran cantidad de conflictos con el disgusto de la burocracia sindical, o con su oposición expresa (Subte, telefónicos, FATE, Correo Argentino, Aluar, docentes patagónicos, Casinos, Banco de la Nación, ferroviarios, petroleros, etc.). Esto parece augurar un auge mayor de la conflictividad social en los próximos meses.

En estas condiciones, la construcción de una alternativa política de clase y socialista enraizada en las masas trabajadoras que, de ahora en más, aparezca como una referencia ante el fracaso del kirchnerismo y la arrogancia creciente de la derecha y los capitalistas, es el desafío más importante que tienen ante sí los sectores más conscientes y avanzados de la clase obrera, la juventud y el movimiento popular.

La Corriente Socialista El Militante está dispuesta a participar y colaborar con todas las fuerzas de izquierda, militantes y clasistas, que quieran empujar esta perspectiva hacia delante. A esas fuerzas las emplazamos a construir este espacio común. Es la hora entonces de pasar de las palabras a los hechos.