¿Qué es la reforma laboral? En primer lugar, es un ejemplo más de cómo la democracia de los de arriba necesita cada vez más de la corrupción para aplastar al pueblo con sus medidas. Esta ley, que nos costó 5 millones de dólares, en los hechos iba a tener por resultado una precarización inédita de las condiciones laborales y el pico de desocupación y subocupación más alto de la historia unos meses después.
Para echar abajo la reforma laboral y restaurar los derechos laborales perdidos
¿Qué es la reforma laboral? En primer lugar, es un ejemplo más de cómo la democracia de los de arriba necesita cada vez más de la corrupción para aplastar al pueblo con sus medidas. Esta ley, que nos costó 5 millones de dólares, en los hechos iba a tener por resultado una precarización inédita de las condiciones laborales y el pico de desocupación y subocupación más alto de la historia unos meses después.
Contempla una rebaja en los aportes patronales, que profundiza el desfinanciamiento de la seguridad social (dificultando el pago de actuales y futuras jubilaciones y pensiones). La ley también extendió el período de prueba de los nuevos trabajadores a un año, imponiendo una situación de extrema precariedad y pudiendo despedirlos sin indemnización. Además permite la discusión de convenios por empresa, debilitando el poder de negociación de los trabajadores. Antes se negociaba por rama y con la participación del sindicato nacional. Ahora, en los hechos, una empresa puede acordar directamente con sus trabajadores una rebaja salarial o condiciones de trabajo por debajo del convenio que los comprende. Y por último la ley permite directamente la caída de la llamada ultractividad, o sea de la vigencia de los convenios colectivos. Estos habían sido sancionados en 1975 y contienen importantes conquistas conseguidas a través de duras luchas por parte de los trabajadores.
La reforma laboral debe caer inmediatamente y los funcionarios y senadores corruptos (también los sindicalistas involucrados, de comprobarse algunas sospechas), juzgados, castigados e inhabilitados para ejercer cargos públicos.
El gobierno, presionado por el escándalo, está buscando una manera de salir del embrollo. Los dirigentes de la CTA y la CGT disidente ponen ahora sus esperanzas en que el gobierno de Kirchner reinstale las leyes laborales que existían antes de la última reforma. Pero, lamentablemente, este gobierno ya dejó en claro en multitud de ocasiones que está comprometido con los intereses de los capitalistas argentinos que necesitan trabajadores con salarios bajos y empleo precario.
Firmó el acuerdo con el FMI para reanudar el pago de la deuda externa en el 2004 a los banqueros y financieros internacionales, que se llevarán $12.000 millones. Luego con la aprobación del Presupuesto de la nación para el próximo año que contempla pagar más de $16.000 millones a los bancos en "compensación" por la pesificación y $5.000 millones a los grandes capitalistas nacionales que se beneficiarán de los contratos de obras públicas e infraestructura.
Kirchner, que llegó al gobierno criticando ferozmente la etapa privatizadora menemista, no va a reestatizar ni una sola de las empresas privatizadas, como ya declaró decenas de veces. Continúa subsidiando a la mayoría de las empresas privatizadas con cientos de millones de pesos con el fin de garantizarles gigantescos beneficios a sus dueños. Y todo ello mientras mantiene congelados los salarios de los trabajadores estatales y pensiones de hambre para los jubilados, e insiste en que no hay dinero para dar trabajo a los desocupados. Al mismo tiempo, los capitalistas continúan fugando miles de millones de dólares fuera del país, sin que el gobierno tome ninguna medida para parar esa sangría de recursos, con el argumento de que son propiedad privada.
Flexibilización laboral: desempleo, trabajo temporal, precarizado y con sueldos miserables.
Por su parte, los empresarios no han perdido el tiempo diciendo que, independientemente del tema de las coimas, la ley de Reforma Laboral fue buena y beneficiosa. Por supuesto ¡para sus intereses! Ellos ya han pasado a la ofensiva. Y ahora exigen al gobierno una reducción de los aportes patronales a las obras sociales como condición para blanquear a los trabajadores en negro. Este es el típico comportamiento chantajista que caracteriza a los capitalistas argentinos. De esta manera, ellos se ahorrarían mucha plata, quedarían exentos de pagar determinadas tasas e impuestos y los trabajadores recibirían peores prestaciones sanitarias, jubilatorias y por enfermedad.
Por supuesto, presionarán al gobierno para que se mantenga la validez de los convenios por empresa, frente a los convenios nacionales de rama para perpetuar los salarios bajos y la sobreexplotación, fundamentalmente en las pequeñas y medianas empresas. Además, están exigiendo la contratación de beneficiarios de los planes Jefes de Hogar en todos los sectores laborales con salarios de $350 y $400. De esta manera tendrían mano de obra barata y abundante y se ahorrarían $150 de ese salario que sería aportado por el Estado mediante los planes¡Estos parásitos son insaciables en sus ansias de aumentar sus beneficios a costa de los trabajadores y de los recursos de la nación! Y esto cuando el costo laboral cayó un 40% en el sector industrial desde la implementación de la ley de flexibilización laboral (Clarín, 15 de diciembre 2003). Esta última exigencia también es una amenaza para los trabajadores ocupados y en blanco porque los empresarios utilizarían la mano de obra barata para chantajear a los trabajadores con salarios más altos con el despido si continúan exigiendo aumentos salariales para recuperar el poder adquisitivo perdido en los últimos años.
Kirchner no va a derogar esta ley, ni va a restaurar por las buenas todos los derechos laborales perdidos en los últimos años. Los capitalistas se juegan mucho en esto y utilizarán todas sus armas para hacer valer sus sucios intereses. Ellos tienen sus agentes dentro del propio gobierno, tienen a su disposición los medios de comunicación y controlan el poder económico de la nación.
Es falso afirmar que empresarios y trabajadores tenemos los mismos intereses. La hermandad entre el obrero y el empresario es la misma hermandad que tienen entre sí el caballo y el jinete. Ellos están arriba y nosotros estamos abajo. Cualquier trabajador sabe que los beneficios de los empresarios salen del trabajo no pagado al obrero y que si de ellos dependiera nuestros salarios nunca subirían y nuestra jornada laboral nunca se acortaría. No hubo una sola conquista de nuestros derechos que no fuera lograda y arrancada con la lucha.
Es la hora de los trabajadores
La única forma que los trabajadores tenemos para hacer valer nuestros justos reclamos es luchando por ellos, desarrollando la movilización más unitaria y contundente posible para obligar al gobierno y los empresarios a que los acepten. Tenemos el arma más formidable que existe, nuestra capacidad para poner en funcionamiento cada día las palancas económicas del país. Sin el amable permiso de la clase obrera no se enciende una lámpara, no se mueve una rueda, no se abre un galpón, ni se prende una computadora. Somos la inmensa mayoría de la sociedad, somos quienes creamos la riqueza y hacemos funcionar al país. Durante años nos dijeron que debíamos apretarnos el cinturón, hacer sacrificios, reducir nuestros salarios y trabajar en peores condiciones porque más adelante todo iba a cambiar para mejor. Bien, ya hicimos todo eso ¿Y qué tenemos nosotros? A pesar de la reactivación de la economía en el último año, los trabajadores apenas nos beneficiamos de la misma. El desempleo real está en el 22% de la población activa, el trabajo en negro afecta al 45% de los trabajadores, los accidentes laborales entre los trabajadores "en blanco" aumentaron un 17%, y el doble entre los trabajadores en negro, muriendo diariamente 2 trabajadores en accidentes laborales por la precariedad del empleo y la falta de seguridad en el trabajo. El aumento de los $200 en el básico apenas alcanzó al 25% de los trabajadores y nuestro poder adquisitivo es devorado por la suba de los precios. Los empresarios y banqueros no hicieron ni una millonésima parte de esos sacrificios y ya recibieron su parte con el uno a uno menemista, las estafas de la Alianza, la devaluación y pesificación de Duhalde, y ahora con las medidas implementadas por este gobierno en los últimos meses. ¡Ahora llegó el momento en que nosotros exijamos nuestra parte!
La cuestión no es sólo exigir la anulación o derogación de la reforma laboral. Hasta el gobierno parece que tiene decidido hacer esto y a los empresarios tampoco les preocupa en la medida que la nueva ley que se apruebe, esta vez sin la necesidad de coimas, sea un calco exacto de la ley anterior. Junto a la derogación de la ley tenemos que exigir la restitución de todos los derechos laborales perdidos, el aumento de los aportes patronales al nivel, al menos, de los que existían antes de la promulgación de esta ley, la supremacía de los convenios nacionales por rama sobre los convenios por empresa, la disminución del período de prueba de los trabajadores nuevos a 15 días, el mantenimiento de la ultraactividad, y todo esto ligándolo con un aumento generalizado de los salarios, comenzando con la incorporación de los $200 al básico de todos los trabajadores, en blanco o en negro, estatales o privados.
No debemos permitir que a una ley sucia contra los trabajadores le suceda otra ley, supuestamente limpia, pero con el mismo contenido de fondo. Moyano, de la CGT disidente, y la CTA han pedido la derogación de la Reforma Laboral. Eso es muy correcto. Pero si son consecuentes deberían pronunciarse públicamente por un plan de lucha para conseguir echar abajo la ley y por la restitución de todos los derechos laborales perdidos. El éxito de dicha lucha, requiere la movilización más contundente y unitaria de los trabajadores, y de todas las organizaciones sindicales, incluida la CGT oficial.
Ahora claro, sabemos que los dirigentes de esta central sindical oficial, apoyaron vergonzosamente la aprobación de la Reforma Laboral, y difícilmente se sumarían a este plan de lucha por voluntad propia. Esto no hace más que plantear la necesidad de una nueva dirección en el movimiento obrero, que tenga por objetivo recuperar los sindicatos para los más genuinos intereses de los trabajadores. Pero en la medida que la dirigencia sindical no parece tomar el camino de la lucha y la movilización, debemos ser los trabajadores quienes los obliguemos a hacerlo.
Una manera de presionar a la dirigencia sindical para que se lancen al camino de la lucha es que las Comisiones internas, los Cuerpos de delegados y los gremios combativos aprueben resoluciones votadas en asambleas de trabajadores en todas las empresas del país exigiendo a los dirigentes sindicales la aprobación de un plan de lucha para que el gobierno anule la ley y restituya todas las conquistas laborales perdidas. Un plan de lucha que debería culminar en una huelga general de 24 horas si el gobierno no atiende nuestros reclamos.
Los activistas sindicales de izquierda y los gremialistas combativos deberían tomar la iniciativa de impulsar una campaña nacional a favor de esta movilización. Tenemos una oportunidad única de impulsarla ligándola también con la lucha por la recomposición salarial y contra el empleo en negro. Esta campaña ofrece oportunidades únicas para que una oposición de izquierda en el interior de los sindicatos, coordinada y unificada, se desarrolle y acreciente su influencia entre el movimiento obrero organizado, frente a las direcciones burocráticas que frenaron y malograron durante años las luchas de los trabajadores en la defensa de sus intereses.
Piqueteros y trabajadores ocupados: un frente único para una misma lucha
En concreto, proponemos la convocatoria de un PLENARIO ABIERTO DE ACTIVISTAS SINDICALES Y DE GREMIALISTAS COMBATIVOS CON EL FIN DE DISEÑAR ESTA CAMPAÑA. Estos compañeros podrían tomar la iniciativa de poner a votación una resolución entre los trabajadores de su lugar de trabajo o en su sindicato exigiendo a las dirigencias sindicales a que aprueben dicho plan de lucha con el fin de darle la máxima publicidad y así estimular la idea de movilización en el conjunto de la clase trabajadora. Se podría organizar el reparto masivo de volantes en las puertas de los centros de trabajo y para ello se podría contar con la solidaridad activa de los compañeros piqueteros. De esta manera, en la práctica, podríamos también fortalecer la hermandad de clase entre los trabajadores ocupados y desocupados.
No tenemos todo el tiempo del mundo para hacer esto, teniendo en cuenta además que el gobierno pretende votar una nueva ley para el mes de marzo. Es urgente que cuanto antes pongamos manos a la obra. Desde El Militante proponemos una serie de medidas que se podrían incluir en nuestras demandas para movilizar y por la cuales luchar en beneficio de los trabajadores ocupados y desocupados:
-Anulación inmediata de la ley de Reforma Laboral del año 2000
-No al empleo en negro. Blanqueo inmediato bajo convenio colectivo de todos los trabajadores en negro.
-Reducción a quince días del período de prueba, pasados los cuales el trabajador quedará incorporado con plenos derechos laborales.
-Salario mínimo de $ 800.- con indexación según el aumento de la canasta familiar.
-Incorporación inmediata de los $200 al básico a todos los trabajadores sin excepción, estatales y privados, en blanco y en negro.
-Jubilación a los 60 años con el 100% de los ingresos que el trabajador recibía en actividad.
Con el fin de unir la lucha de los trabajadores ocupados y desocupados también proponemos la siguientes demandas:
-Reparto de las horas de trabajo en cada rama de la producción sin rebaja de salarios, para terminar con el desempleo.
-Instauración de un subsidio de desempleo universal a todos los desocupados de $500, sin obligación a la contraprestación, anulando los Planes trabajar o Jefes de Hogar.
-Por un verdadero Plan de Obras Públicas, que acabe con la desocupación, y que atienda las necesidades de vivienda e infraesrtuctura del pueblo trabajador.
Desde El Militante entendemos que sólo poniendo bajo el control de los trabajadores los recursos productivos del país podemos asegurar la implementación de las medidas planteadas arriba y así solucionar el problema de la desocupación, la miseria y la pobreza que nos afecta. Por eso proponemos también:
-No al pago de la deuda externa
-Reestatización, sin indemnización y bajo control obrero, de todas las empresas privatizadas
-Nacionalización de la banca, los monopolios y los latifundios, sin indemnización y bajo control obrero.
De esta manera podríamos planificar democráticamente los recursos en beneficio de la mayoría de la sociedad.