Los trabajadores de Sanitarios Maracay eligen el Comité de Fábrica para gestionar la fábrica y dirigir la lucha por la expropiación

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Desde que uno entra en Sanitarios Maracay se respira el poder de la clase obrera. La fábrica ha sido tomada hace varios días en respuesta al chantaje del empresario que declaró el cierre de la misma. No es la primera vez. En marzo de este mismo año los trabajadores ya la habían ocupado también. Pero ahora es diferente: la experiencia de hace unos meses no ha caído en saco roto. Los trabajadores han organizado un Comité de Fábrica y han invitado a camaradas de la CMR y del Frente Revolucionario de Trae Trabajadores de las empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO) desde hace varias semanas, a realizar cursos de formación sobre control obrero

Alan Woods visita la empresa y saluda a los trabajadores

Desde que uno entra en Sanitarios Maracay se respira el poder de la clase obrera. La fábrica ha sido tomada hace varios días en respuesta al chantaje del empresario que declaró el cierre de la misma. No es la primera vez. En marzo de este mismo año los trabajadores ya la habían ocupado también. Pero ahora es diferente: la experiencia de hace unos meses no ha caído en saco roto. Los trabajadores han organizado un Comité de Fábrica y han invitado a camaradas de la CMR y del Frente Revolucionario de Trabajadores de las empresas en Cogestión y Ocupadas (FRETECO) desde hace varias semanas, a realizar cursos de formación sobre control obrero. Camaradas de la empresa ocupada brasileña CIPLA y de la empresa recuperada venezolana Inveval han explicado su experiencia y eso, unido a la experiencia acumulada por los propios trabajadores de Sanitarios durante los últimos años de dura lucha contra el patrón, hace que, como explica Humberto, Secretario General del Sindicato, durante la asamblea “los trabajadores de Sanitarios hayan aprendido de la experiencia de Invepal e Inveval y estén decididos a tomar la dirección de la expropiación pero manteniendo los trabajadores el control de la empresa”.

Durante los últimos días los empresarios han intentado apoyarse en un puñado de dirigentes de los empleados que controlan para intentar romper la toma. Los trabajadores están orientándose a ganar el apoyo de la gran mayoría de los empleados que, como dice Humberto, “están bajo un schock, han sido preparados durante años para depender del empresario y necesitan tiempo y ver a los propios trabajadores en acción para comprender que la empresa puede funcionar sin el patrón”.

Villegas, Secretario de Organización del sindicato, se dirige a los trabajadores con la pasión y convicción del revolucionario que lleva a sus espaldas años de lucha y sabe que estamos en un momento decisivo. “Hay camaradas que preguntan si estamos ilegales. Y yo digo: ¿ha cumplido el patrón el compromiso tras el cual abandonamos la anterior toma?. Todos los trabajadores responden al unísono: “¡No!”. ¨¿Ha comprado la ropa de trabajo y aplicado las medidas de seguridad que acordamos?” “¡No!”, vuelve a gritar el colectivo de trabajadores convertido en una sola voz. “¿Ha cumplido el contrato colectivo o cualquiera de las cosas que firmó o prometió’”. “¡¡¡Noo!!!” “Entonces… ¿es ilegal que defendamos nuestros derechos, nuestro trabajo y el futuro de nuestras familias poniendo a producir la empresa nosotros mismos?”.

La intervención expresa con decisión y firmeza lo que estaba en la cabeza de todos los presentes e infunde ánimos redoblados a todos. El auditorio estalla de entusiasmo gritando ¡No! y aplaudiendo la toma. Villegas insiste en ganar a los empleados para la lucha, mantenerse firmes y extender la movilización de los trabajadores a las familias, vecinos y demás colectivos de trabajadores y sociales.

Humberto retoma esa misma idea e insiste también en dejar claro que esta movilización es contra el empresario. Los trabajadores han confeccionado una pancarta por los 10 millones de votos para Chávez que encabezará la marcha. “Queremos dejar totalmente claro que estamos con el presidente y con la revolución, dicen varios trabajadores. Son precisamente los empresarios, como este contra el que estamos luchando, los que intentan sabotear y atacar la revolución”

Humberto dedica una parte de su intervención a explicar que lo que quieren los trabajadores es el control obrero. “Los compañeros de Invepal e Inveval encontraron un diamante en bruto, lograron que se expropiasen las empresas y el presidente Chávez planteó que la máxima instancia de decisión en cada empresa recuperada fuese la asamblea de trabajadores. Pero luego los burócratas torcieron eso. Nosotros debemos agarrar ese diamante en bruto que era la cogestión y pulirlo”. Los trabajadores reciben estas ideas con muestras de aprobación y entusiasmo.

Carlos Rodríguez, del FRETECO y la CMR, que está participando en la lucha desde su inicio, interviene insistiendo en esta misma idea: “Los trabajadores pueden gestionar las fábricas. La experiencia demuestra que sólo la estatización de la empresa bajo el control de los trabajadores puede garantizar que el control de la empresa permanece en manos de los trabajadores y que el capitalismo no vuelve a entrar por la puerta de atrás”. La intervención es aplaudida a rabiar.

A continuación Wanderci Bueno, de las empresa ocupadas de Brasil, quien como Carlos ha venido apoyando la lucha desde el principio y es ya considerado uno más por los trabajadores, pide permiso para hacer una propuesta a la asamblea de trabajadores. Estos por aclamación le piden que haga su propuesta. La propuesta es hacer un llamado a todos los sectores de la UNT a convocar una asamblea Unitaria en el estado para discutir un plan de lucha que organice la solidaridad y movilización de apoyo a la estatización bajo control obrero de Sanitarios, así como la toma y la exigencia de estatización bajo control obrero de todas las demás empresas cerradas, ocupadas y en crisis del estado. La propuesta es recibida con un entusiasmo enorme.

En la asamblea se encuentran trabajadoras de Franelas Gotcha, que también tienen tomada la empresa desde hace meses y participan en el FRETECO, así como Luisana Ramírez, vocera del colectivo de despedidos de Invepal Maracay y una de las dirigentes del FRETECO. Luisana insiste en la importancia de ganar la batalla por los 10 millones y en la necesidad de intensificar, tras la victoria, la lucha por la expropiación de los capitalistas.

La asamblea termina de un modo impresionante: con un ejemplo de lo que significa la democracia obrera en la práctica. Se elige el Comité de Fábrica que debe garantizar que la empresa sigue produciendo bajo el control de los trabajadores. Se votan uno por uno a los miembros que ya habían sido postulados por cada sección de la empresa, se le reserva un cupo a los empleados. Cada miembro se levanta para que todos lo reconozcan y toda la asamblea vota a mano alzada. A continuación se vota si la Junta Directiva del sindicato, que ha organizado hasta ahora la lucha, debe formar parte del Comité de Fábrica o no. Son dirigentes probados y que han estado al frente de la lucha durante los últimos años: contra los golpes contrarrevolucionarios, contra los distintos ataques del patrón, contra el intento de crear sindicatos patronales… La aprobación es unánime. Por último, se plantea que en la misma asamblea se postulen cinco trabajadores más. Varios se presentan y la asamblea vota si acepta o no a cada uno.

El Comité ya está elegido, la empresa tiene una nueva dirección, un Consejo de delegados elegibles y revocables en todo momento por la propia asamblea de trabajadores. Y, en lo que quizá sea el momento más emotivo de toda la asamblea, y un vivo ejemplo para todos los escépticos y cínicos que no confían en la capacidad de la clase obrera para dirigir las empresas y hacer que este proceso revolucionario avance hacia la estatización del conjunto de la economía, un trabajador juramenta al Comité de Fabrica. “¿Juran por nuestros hijos y familias cumplir con todo lo que los trabajadores decidamos y dar todo , hasta la vida si es necesario, para que esta lucha triunfe?” “¡¡Lo juramos!!”, gritan con las manos en alto los miembros del Comité de Fábrica. La primera tarea es reunirse mañana para empezar a recuperar la producción y organizar una marcha por las calles de Maracay hasta la Gobernación para pedir apoyo a la lucha.

La asamblea finaliza con uno de los momentos más esperados del día. Alan Woods, que el día anterior ya se dirigiera a los miles de campesinos que, convocados por el Frente Nacional Campesino “Ezequiel Zamora”, habla con el mismo lenguaje sencillo, claro y a la vez profundo que causó el entusiasmo de los luchadores agrarios. Los campeisno llenaban las calles de Caracas en apoyo a los 10 millones de votos para Hugo Chávez y pidiendo al mismo tiempo que la guerra al latifundio no sea frenada como intentan los reformistas sino que se lleve hasta el final y la revolución complete sus tareas.

Alan explica ahora varias de las mismas ideas que ha repetido en los distintos actos y entrevistas que le han realizado durante toda su gira. Es increíble como estas ideas son apoyadas de manera ardiente y entusiasta por todos los que las han oído. Como decía algún trabajador en uno de los actos realizados “Es lo que todos pensamos, dicho con las palabras justas”. Y, sin embargo, entre las cuatro paredes de esta nave industrial, ante estos trabajadores que están haciendo historia al ser la primera empresa ocupada que decide poner en marcha la producción y elegir un Comité de Fábrica para dirigir todos los aspectos de la vida de la misma, estas palabras justas, exactas siempre, adquieren un nuevo matiz. Se hacen carne y hueso. Ya no son buenas ideas sino una realidad que puede sentirse simplemente con abrir los ojos y ver las caras de los trabajadores que escuchan el discurso de Alan con una concentración pocas veces vista.

“La revolución ha llegado a un momento crítico. Hay que elegir al presidente Chávez por el mayor margen posible, hay que aplastar a los contrarrevolucionarios. Pero un hombre sólo no puede hacer la revolución. Considero al Presidente Chávez un amigo personal y un hombre honesto pero un amigo no es el que nunca te dice lo que piensa y sólo te da palmadas en la espalda. Si la revolución no afronta ya la expropiación de la banca, la tierra y las grandes empresas, si no destruye el viejo aparato del estado y crea un nuevo estado revolucionario, un estado obrero, basado en la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos por asambleas de trabajadores y de los demás explotados, la correlación de fuerzas cambiará. Toda la historia demuestra que es imposible realizar una revolución sin tocar la propiedad privada de la oligarquía y manteniendo las instituciones, leyes y aparato estatal creados por la clase dominante. Yo respeto la propiedad privada del 98% de la población, de los trabajadores, campesinos, incluso de la clase media. No queremos quitarle el auto o un pequeño negocio a nadie. Eso sí, la propiedad de la oligarquía es otra cosa. Eso es imprescindible tocarlo, porque sino resulta imposible planificar la economía y resolver problemas como la pobreza, la vivienda, el desempleo… No puede hacerse una revolución a medias. Y la revolución está a medias. El 75% de la tierra sigue en manos privadas, 166 campesinos han sido asesinados por luchar contra esta situación y ninguno de los culpables ha sido juzgado. Si los trabajadores oyen hablar de revolución y ven que siguen al frente de las empresas los mismos patrones, empresarios como este que hoy quiere cerrar vuestra empresa, los latifundistas, los burócratas… entonces los trabajadores perderán la fe en la revolución. Y esa es la principal amenaza para cualquier revolución. Ya lo ha dicho el Presidente Chávez: el principal enemigo está dentro. Es la vieja burocracia procedente de la IV república pero también una nueva burocracia que se dice bolivariana y se viste de rojo pero es contrarrevolucionaria. O triunfan ellos o triunfamos nosotros. No hay otra alternativa”

Las mismas ideas que se han escuchado en otros tantos auditorios a lo largo de los últimos días, escuchadas con la misma atención, pero seguidas esta vez con una concentración especial, como si en vez de salir de los labios de otra persona estuviesen saliendo de la mente de cada uno de los que se encuentra en la reunión. “La fuerza motriz de la revolución sólo puede ser la clase trabajadora. “¿Quién salvó la situación en abril de 2002 derrotando el golpe?”, pregunta una vez más Alan. “¡¡El pueblo!!”, responde la asamblea. “¿Quién, cuando el paro patronal?” “El pueblo, los trabajadores” “¿Y cuando el referéndum?” “¡¡Nosotros!!”. Las mismas respuestas que en cada auditorio en el que Alan ha formulado esas mismas preguntas, pero con el cambio decisivo que aporta el que estos trabajadores saben que una vez más están entrando en acción y les toca salvar no sólo sus puestos de trabajo sino la revolución.

Los trabajadores entienden perfectamente lo que explica Alan y cierran el acto con un aplauso atronador. En pequeños círculos, la discusión continúa: varios dirigentes de la lucha explican a Alan detalles de ésta, se establecen citas para ir al sindicato a preparar todos los detalles para la marcha del día siguiente, elaborar pancartas, organizar la primera reunión del Comité de Fábrica, etc.

Como en su día Venepal, la lucha de sanitarios Maracay no es simplemente la lucha por salvar 800 puestos de trabajo. Es una lucha que puede servir de ejemplo y estímulo para toda la clase obrera y reabrir el camino de las expropiaciones a un nivel superior. Es la lucha por salvar la revolución del sabotaje de los empresarios y de la burocracia, porque esta llegue al final y resuelva de una vez por todas los problemas de las masas. Como concluye Alan en su discurso ¨los bancos, la tierra y las grandes empresas deben ser propiedad del estado pero el estado debe estar en manos de los trabajadores”. Es algo que llena de perplejidad y temor a los burócratas y a los intelectuales pequeñoburgueses escépticos que echan jarros de agua fría sobre la revolución. Para los trabajadores, campesinos y para centenares de miles de bolivarianos son propuestas que a pesar de ser escuchadas por primera vez resultan completamente familiares y naturales, como ver, oír o respirar. Porque es el único programa que responde verdaderamente a la situación y la única garantía de triunfo para la revolución.