Después de un año de cierta quietud, los trabajadores ocupados comienzan a pasar al primer plano de las luchas. En la cabeza de los conflictos se habían destacado hasta ahora los piqueteros (trabajadores desocupados), las empresas tomadas, las asambleas barriales y los ahorristas estafados por los bancos y el estado. Cuando se nota un cierto repliegue en estos sectores, los trabajadores ocupados comienzan a pasar al frente del pelotón. Después de un año de cierta quietud, los trabajadores ocupados comienzan a pasar al primer plano de las luchas. En la cabeza de los conflictos se habían destacado hasta ahora los piqueteros (trabajadores desocupados), las empresas tomadas, las asambleas barriales y los ahorristas estafados por los bancos y el estado. Cuando se nota un cierto repliegue en estos sectores, los trabajadores ocupados comienzan a pasar al frente del pelotón.
Uno de los sindicatos más antiguos, La Fraternidad, que agrupa a los maquinistas de trenes, estuvo reclamando desde enero una recomposición salarial del 41%. Esa es la cifra que el gobierno reconoce como inflación del 2002, aunque debió admitir que la canasta familiar de artículos básicos aumentó el doble durante ese mismo período. Ante la falta de respuesta de las empresas concesionarias, se llegó al paro de 24 horas del 12 de marzo.
Por otra parte la Unión Ferroviaria, el más numeroso de los sindicatos ferroviarios, encabezó a mediados de febrero una marcha por la reestatización del servicio, apoyada por numerosos usuarios. Y se sumó al reclamo salarial de La Fraternidad, plegándose al paro. La medida de fuerza tuvo altísimo acatamiento con la paralización total de los servicios. Y se planteó la ampliación del paro a 36 horas para el miércoles 19, derrotando las operaciones de los medios de comunicación que buscaron enfrentar a los usuarios con los trabajadores.
A partir del jueves 13 se abrió un canal de diálogo entre los sindicatos y las empresas impulsado por el gobierno, que no desea conflictos pocas semanas antes de las elecciones. La primera oferta de las empresas fue de $ 100 de aumento. El gobierno consiguió una tregua de 60 días con los huelguistas y prometió un 15 % de recomposición salarial. En la negociación ha vuelto a aparecer el máximo dirigente de la Unión Ferroviaria, Pedraza, quien no sólo no se opuso a las privatizaciones en los ´90 sino que hizo participar a su organización como socia de las empresas concesionarias.
El paro del 19 se levantó y la tregua deja el conflicto para después de la elecciones. Las concesionarias pedirán al gobierno que la recomposición salarial sea asumida por el Estado, ampliando una vez más los escandalosos subsidios. De todas maneras la presión de los trabajadores logró que se consideren sus demandas, que se coordinen las luchas de dos grandes sindicatos y mostraron a la dirigencia con cada vez menos margen para pactar con la patronal y el gobierno. Además pusieron en el orden del día la consigna de la reestatización de los servicios privatizados.
Creemos que estas primeras batallas entre los sectores de mayor peso de la clase obrera y las empresas privatizadas son las señales del comienzo de una nueva etapa de luchas de los trabajadores. Los ferroviarios pusieron en marcha la locomotora, y el tren empezará a avanzar…