Los desafíos que enfrenta el movimiento obrero argentino

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Quien quiera analizar la realidad en Argentina, lo hará de una manera defectuosa e incompleta si el cuadro de situación no contempla al coloso que lentamente se está poniendo de pie: el movimiento obrero. Por supuesto, los capitalistas tienen otra opinión, ya que no desean que los trabajadores nos centremos en resolver los problemas que afectan a nuestra clase, y que implican enfrentarse a los patrones. De ahí que nos estén bombardeando con el tema de la "inseguridad" para desviar nuestra atención yción y crear un clima de histeria propicio en el conjunto de la población que justifique la política represiva que intentan instalar en la sociedad.La realidad es que los trabajadores están dando una de las peleas más grandes de los últimos años.

Es necesario organizar una corriente sindical de oposición dentro de la CGT y la CTA

Quien quiera analizar la realidad en Argentina, lo hará de una manera defectuosa e incompleta si el cuadro de situación no contempla al coloso que lentamente se está poniendo de pie: el movimiento obrero argentino.

Por supuesto, los capitalistas y sus agentes a sueldo en la prensa y la TV burguesa tienen otra opinión, ya que no desean que los trabajadores nos centremos en resolver los problemas que afectan a nuestra clase, porque eso implica enfrentarse a los patrones. De ahí que nos estén bombardeando continuamente con el tema de la "inseguridad" para desviar nuestra atención y crear un clima de histeria propicio en el conjunto de la población que justifique la política represiva que intentan instalar en la sociedad, y que está siendo avalada por el propio gobierno de Kirchner pese a sus aires "progresistas".

Auge de las luchas obreras

La realidad es que los trabajadores están dando una de las peleas más grandes de los últimos años. Ahí están los hechos: innumerables paros y conflictos por aumento de salarios, por mejores condiciones laborales, contra el cierre de empresas y por la reincorporación de despedidos. Aunque algunas de estas peleas son de tipo defensivas, muchas más tienen un carácter claramente ofensivo.
Desde luego debemos destacar el lugar que tuvo, y aún tiene, el triunfazo de los trabajadores del SUBTE por la reducción de la jornada laboral a 6 hs. sin descuento de salarios ni despidos. Esta lucha animó a muchos otros gremios, y a los mismos trabajadores del SUBTE les dio tanta confianza que pronto comenzaron una campaña nacional tendiente a reducir la jornada laboral a 6 horas de trabajo, con aumento de sueldo, y bajo convenio.

Las luchas de los empleados públicos por aumento de salarios alcanzaron una intensidad, una extensión geográfica y una masividad como no se daba en más de una década, arrancando los primeros aumentos salariales en 13 años, a pesar de las limitaciones impuestas a la lucha por las direcciones sindicales nacionales, dividiendo y atomizando los conflictos. Y todavía esta lucha se sigue dando en innumerables lugares y sectores.

Las sucesivas tomas de la planta de Termap en Caleta Olivia por grupos de trabajadores desocupados exigiendo trabajo genuino y no subsidios, terminaron en la contratación de más de 1.000 personas en la propia planta, en la municipalidad y en la obra pública, con salario de convenio.

Pero las luchas siguen: los docentes no han descansado de conflictos ni durante las vacaciones de invierno, y se avecinan nuevas luchas en el sector. Los estatales en la provincia de Bs As vienen de arrancarle un aumento a Solá. Los trabajadores de los hospitales porteños vienen de un paro total contra la administración de Ibarra.

Trabajadores ferroviarios y del transporte público dan continuas peleas, así como los de Aerolíneas y las nuevas Líneas Aéreas Federales o los telefónicos.

En los Altos Hornos de Zapla (Jujuy), Edenor y Edesur, los trabajadores han dado una enorme lucha con fuertes repercusiones en el resto del país. Y la lucha fue por aumento de salario.
En Sulfacid y Fabricas Militares, en el cordón industrial de Rosario, la lucha de los trabajadores terminó parcialmente en un triunfo.

El ciclo económico y las luchas obreras

A pesar de que el capitalismo argentino no salió de la profundidad de la crisis, es un hecho que desde hace un año y medio pudo recomponer parcialmente su maltrecha situación. El crecimiento económico y el aumento de los beneficios empresariales son una realidad incuestionable. Desde el punto de vista de los trabajadores esta situación jugó un papel positivo para recomponer las fuerzas de la clase y aumentar la confianza de los trabajadores en sí mismos después de años de retrocesos. Un cierto aumento de la ocupación y el reanimamiento económico hacen ver a los trabajadores que existen mejores condiciones para reclamos salariales y laborales. De hecho, esto es lo que explica el auge de luchas anteriormente descripto.

Mientras que los reformistas sólo ven la curva ascendente del ciclo económico para convencer a los trabajadores de que el capitalismo es capaz de resolver todos sus problemas, los ultraizquierdistas sólo ven la curva descendente, anunciando el derrumbe final e inminente del capitalismo ¡Nada más ajeno al marxismo que ese radicalismo barato vendido como "revolucionarismo" del: "cuanto peor, mejor"! Los marxistas, en cambio, vemos todo el proceso en su conjunto. Es precisamente la transición de crecimiento económico a recesión y de recesión a crecimiento económico, los cambios bruscos de una situación a otra, lo que estimula el proceso de toma de conciencia de los trabajadores.

La reunificación de la CGT y la suba del salario mínimo

En este contexto, la reunificación de la CGT representa un hecho de enorme importancia sintomática, tras 11 años de separación. No es ninguna casualidad su coincidencia en el tiempo con este auge de luchas obreras y en medio del clamor del descrédito más grande que la burocracia sindical haya tenido en toda su historia ante los trabajadores.

La burguesía, el gobierno de Kirchner y la burocracia sindical son conscientes de que esta pérdida de autoridad puede crearles muchos problemas a futuro, con el riesgo de que de ahora en más los trabajadores pasen por encima de las cabezas de los dirigentes sindicales y arraiguen tendencias clasistas al interior de los sindicatos y en las comisiones internas donde la izquierda puede hacer pie. Una burocracia sindical que traiciona siempre las luchas de los trabajadores no es útil a largo plazo para la clase dominante. De ahí que necesite recomponer su autoridad ante los trabajadores para limitar, desviar, apaciguar, encabezar y luego intentar traicionar las luchas cuando sea necesario.

Y el gobierno, que empieza a necesitar de aliados de peso, le ha dado el espaldarazo para recuperar esa autoridad: es un entendimiento entre un gobierno que sabe que se avecinan tiempos difíciles, y una burocracia que manotea lo que sea para mantener sus privilegios.

En ese sentido, no es casual que impusieran al "combativo" Moyano al frente de la central, a pesar de la oposición del sector más cobarde y miope de "los gordos". Los primeros gestos del nuevo dirigente, como reclamar aumento de salarios, recibir a Castells, y marcar algunas distancias con el gobierno de Kirchner responden a esta estrategia. Sin embargo, no va a ser una tarea fácil, como demuestran las divisiones y enfrentamientos que se siguen dando en la cúpula de la CGT "unificada", lo que refleja la debilidad y preocupación con que la burocracia sindical peronista encara esta situación.

Dentro de esta estrategia para realzar la autoridad de la burocracia sindical se situó la convocatoria del Consejo del Salario y la suba del salario mínimo a $450. De lo que se trataba era de ofrecer una bandera a los dirigentes sindicales de la CGT, para que pudieran exhibirla ante millones de trabajadores. Pero esta suba es claramente insuficiente para sacar de la pobreza a cientos de miles de trabajadores. Además, no afecta al 48,5% de los trabajadores que trabajan "en negro", y los empresarios intentarán maniobrar para que el gobierno les reduzca a cambio algunos impuestos patronales.

Organizar una corriente sindical de oposición dentro de la CGT y la CTA

El rol de los activistas sindicales combativos y de izquierda para influir sobre la masa de trabajadores puede ser, hoy más que nunca, muy importante. No solamente por la gran disposición a la lucha que están demostrando los trabajadores, sino además porque, pese a todo, el signo que marca hoy a la burocracia es de debilidad y no el de fortaleza.

La experiencia de la ANT y de los Encuentros nacionales por la jornada de 6 hs y aumento de salarios, está demostrando que la mejor manera de influir en el movimiento obrero no es por afuera de sus organizaciones, sino en la clase obrera organizada, en la base de los sindicatos.

Por eso, desde el Militante, consideramos que la tarea más urgente es impulsar y organizar una corriente de oposición unificada a nivel nacional dentro de la CGT y la CTA.

Una Corriente Nacional Sindical de Oposición dentro de las mayores estructuras sindicales del país, cualquiera que fuese su nombre o denominación, que actúe como un solo puño en los conflictos obreros, que dispute bajo ese solo nombre internamente a la burocracia; que pelee por la unificación de las luchas por rama (docentes, transporte, etc.), que presente listas unificadas de oposición a las comisiones internas y Cuerpos de Delegados, etc. encontraría un eco y una simpatía enorme, no solo en los activistas y militantes, sino en cientos de miles de trabajadores.

Esta corriente sindical podría acumular una correlación de fuerzas favorable, participando como tal en todas las movilizaciones, paros y conflictos para una alternativa propia a los trabajadores. Allá donde tengamos posiciones dirigentes estaremos en las mejores condiciones para demostrar, no en palabras sino en los hechos, la corrección de nuestras ideas y tácticas de lucha. De esta manera ganaríamos la confianza de un número creciente de trabajadores en el seno de las empresas y sindicatos.

En las últimas semanas y meses tomaron relevancia nacional conflictos y luchas que fueron dirigidas o tomaron parte muy activa gremialistas combativos y militantes de izquierda como en el Subte, Río Turbio, Astilleros Río Santiago, Zanón, SUTEBA"s, Aceros Zapla, Termap, etc. Si todas estas acciones se hubieran llevado a cabo públicamente bajo la bandera de una corriente sindical opositora qué duda cabe que ésta habría ganado ya hoy una autoridad enorme dentro del movimiento obrero, dado el descrédito de la burocracia sindical, particularmente de la CGT. Esta habría sido la mejor manera de animar y estimular a la lucha y a la organización a los trabajadores vacilantes y a la nueva camada de jóvenes obreros que no experimentaron las derrotas del pasado y sobre los que la burocracia sindical no ejerce autoridad alguna. Y lo más importante, sería una herramienta organizativa, dentro de los sindicatos, en los que podrían organizarse individual o colectivamente los trabajadores en cada empresa o sector.

Desde EL MILITANTE, vemos necesario que se empiece a discutir y a poner en practica la formación de esta corriente sindical de oposición en la CGT y CTA, que reúna a los trabajadores más luchadores y conscientes del movimiento obrero, Comisiones Internas, Cuerpo de Delegados, etc. Esto creará las condiciones más propicias para emerger como una alternativa de dirección y recuperar los sindicatos para los intereses de los trabajadores en este nuevo período.