Los calladitos son los peores

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Metrovías y los dirigentes de la UTA esperan consolidar sus negociados

Se viven épocas importantes para un subte que por su bien debe lograr que no se apruebe una ley propuesta por el macrismo que resulta perjudicial para los empleados en general y principalmente para los de administración que transitamos el largo camino a la recuperación de nuestros derechos. Es por eso que hoy todas las fichas de los que realmente queremos y trabajamos por el subte tienen que estar puestas en trabajar junto a la AGTSYP por el bien de todos los que usamos el servicio a diario.

Claro que no todos piensan en el bien del subte, principalmente aquellos para los cuales este empeoramiento y retraso de las últimas dos décadas en las líneas ha sido la base de un negocio extraordinario. Entonces, agazapados por distintos motivos, esperan ellos con ansiedad que la ley del macrismo prospere en perjuicio de los verdaderos trabajadores del subterráneo.

Estos calladitos no pueden tomar partido explícitamente por distintos motivos, pero no pueden más que sonreír ante la posibilidad de retomar el control abusivo que mantenían ambos sobre los trabajadores antes de la creación del nuevo sindicato. Es que la cuasi omnipotente Metrovías y la UTA pretenden, sigilosos, dar continuidad a un negocio que como socios les ha sido altamente beneficioso.

Es asi que la UTA se ve obligada al silencio, a no pronunciarse abiertamente y mucho menos categóricamente sobre la ley del macrismo. Esto se da porque podría perder la ínfima credibilidad que tiene entre unos pocos trabajadores del subte, si abiertamente apoyara una vez más una acción en perjuicio de quienes debería defender  tal como pasaría con esta ley. Entonces se manifiestan en análisis, a la espera de que la bomba nos explote en la cara y con la ley en la mano puedan recuperar el poder que a la empresa le conviene que tenga un gremio patronal. 

En otro sentido Metrovías no se pronuncia para mantener un perfil bajo que le evita entrar a escena, una escena que podría significarle una catarata de cuestionamientos a manejos fraudulentos que podrían focalizar la problemática en el lugar exacto de la misma, sobre la empresa. Prefiere aguardar encubierta bajo el ala silenciosa de buena parte del periodismo que ni siquiera la menciona, mientras el descontento social respecto a la empresa crece aunque atenuado por estos manejos.   

Pero los silencios solo son explícitos respecto a lo público, pues en la intimidad los calladitos se esfuerzan por lograr que se apruebe una ley que los beneficiaría. Sin ir más lejos la propia empresa en plan de complementar esta persecuta sobre sus empleados, ha modernizado el sistema de control de ingreso y egreso de personal. Increíblemente Metrovías ha modernizado algo, por supuesto lo menos elemental puesto que ese control se ejercía como en cualquier empresa con relojes. Pero en este caso este concesionario que no se cansa de llorar miserias, realizó una importante inversión para implementar un sistema de última generación para que los trabajadores puedan fichar mediante sus huellas dactilares. Por supuesto todo esto mientras los coches y estaciones se caen a pedazos por falta de mantenimiento.

Inclusive también gastaron una buena cantidad de dinero en un lavado de cara mediante publicidades, culminando esto con el broche de oro que resultó ser una auditoría propagandística pagada solo a fines de que se manifieste erróneamente que el subte está bien. Por eso encargaron a una compañía internacional amiga como Metro Madrid (la misma que nos vendió los coches de la década del ’70, destinados a chatarra, para la “B” mediante CAF en una operación que había iniciado nada menos que Jaime), para que realice un informe que resultó tan caro como amigable para los intereses del grupo Roggio que prácticamente se luce mostrando que tenemos un subte “de primer nivel”.

Tampoco pueden la UTA, o mejor dicho Fernández, y  Metrovías; difundir abiertamente su posición en favor del macrismo para esta ley porque ambos quieren mantener buenas relaciones con el estado nacional al que los ata varias obras e intereses. 

En consecuencia ambos, desde el silencio, accionan una vez más atentando contra los empleados, los usuarios y el bienestar del subterráneo. Tenemos que seguir todos los trabajadores del subte defendiéndolo y defendiéndonos con la mayor intensidad posible. Desde la administración sabemos que el subte es rentable si se quitan todas las empresas que lo vampirizan y se lo administra correctamente. Nos merecemos un subte mejor. Porque nosotros no somos el problema, somos la solución.