Lo que expresaron las elecciones primarias. Un rotundo rechazo a la derecha

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Editorial de El Militante Nro. 63

Los números arrolladores de las primarias dejaron al kirchnerismo en una posición ideal para triunfar en octubre, y con ello relegar a la derecha que busca acabar con el gobierno de la presidenta. Fueron de 50,24% para Cristina Fernández contra 12,20% de Alfonsín y 12,12% de Duhalde.

Editorial de El Militante Nro. 63

 

Los números arrolladores de las primarias dejaron al kirchnerismo en una posición ideal para triunfar en octubre, y con ello relegar a la derecha que busca acabar con el gobierno de la presidenta. Fueron de 50,24% para Cristina Fernández contra 12,20% de Alfonsín y 12,12% de Duhalde.

 

Ensayo general. Ni un paso atrás

 

Con un claro instinto de clase, los trabajadores y los sectores populares, ante una perspectiva más general de mantener o perder las conquistas conseguidas, no dudaron y se volcaron masivamente a dar apoyo electoral al gobierno. Fue un voto político conciente y no un mero conformismo con la situación económica, como afirma la prensa burguesa.

La oposición de derecha ha recibido un enorme cachetazo. Estaba exultante tras las derrotas del kirchnerismo en los procesos electorales de la Ciudad de Buenos Aires y de las provincias de Santa Fe y Córdoba.

No tuvieron en cuenta que en esas elecciones pesaron más factores accidentales: carisma de los candidatos, pactos de aparatos, emergencia de personajes mediáticos “no políticos” tipo Del Sel, campañas sin fondo político al estilo de Macri, que devalúan los comicios. A esto debe añadirse la flojísima campaña electoral del oficialismo en esos distritos, particularmente en la Capital Federal, que diluyó las cuestiones de clase y asemejó su discurso al de la oposición burguesa.

Además, en las elecciones locales la gente no percibe que se juega su futuro, como sí lo percibe en las elecciones nacionales, de ahí que en éstas el voto exprese de manera más definida las tendencias generales que existen en la sociedad y su carácter de clase. En este caso, el rechazo masivo de la clase obrera y de la juventud a la derecha, y su apoyo al kirchnerismo.

Incluso en el interior del país, ligado a las actividades agropecuarias, que parecían bastiones imbatibles de la derecha-, el triunfo del kirchnerismo fue humillante para estos parásitos. Y es que aunque los grandes y medianos propietarios votaron a la derecha, los trabajadores asalariados de estas zonas lo hicieron por el kirchnerismo.

Se ha destacado el desempeño del llamado Frente Amplio Progresista de Binner y Stolbizer, que obtuvo el 10% de los votos, quedando muy cerca del 12% conseguido por Alfonsín y Duhalde. Esto indica que la ruptura del frente UCR-Partido Socialista tuvo como consecuencia un reparto casi equitativo de los votos entre la UCR y sus ex-aliados del PS. El voto al FAP de Binner no expresa un crecimiento “progresista” a expensas del kirchnerismo sino a costa de la UCR y de Proyecto Sur en la Capital Federal.

 

Las patronales quieren volver atrás

 

Existe un claro fraccionamiento en la clase dominante. Un sector entiende que el contexto internacional y local no da para aplicar medidas neoliberales y acepta resignada este gobierno si lo que le garantiza son igualmente buenos negocios. Hoy este sector está dispuesto a una tregua, sólo para darse vuelta cuando las condiciones cambien.

Pero hay otro sector que no puede tragar la política del kirchnerismo, aun cuando no puede quejarse de sus extraordinarias ganancias. Le fluye su odio de clase contra los trabajadores y el pueblo, y detesta todas las medidas de inclusión, aun cuando las mismas sean ciertamente limitadas.

Lo concreto es que las patronales no logran instalar a sus candidatos, títeres logren volver atrás las reformas de estos años, instalen el ajuste, y apliquen sus mazazos de recesión y desempleo sobre las familias obreras.

Claro, ahora los números no le dan a ninguno de los candidatos opositores. Bajarse de las presidenciales es casi tan malo como presentarse, y la que iba a ser una ¨paliza por abandono¨ pasa a ser solo una modesta batalla legislativa, descartada cualquier posibilidad de alianzas por la ley electoral.

Aún así no se puede bajar la guardia, las provocaciones, la creación artificial de malestar y, concretamente, las vidas que se han perdido en estos pocos años más la desaparición de Julio López, indican que el enemigo de clase está dispuesto a todo, si encuentra oportunidad.

 

Nada por aquí, nada por allá

 

El actual proceso de confrontación entre las clases marca claramente que, al menos por cierto tiempo, la misma se dirimirá en el corazón del kirchnerismo, en su entorno y en su periferia. Es allí donde encuentra representación y reflejo lo más activo, sano, joven y dinámico del activismo obrero, juvenil y popular, y es allí adonde van dirigidos los misiles de los sectores más rancios, parásitos y fascistas de la burguesía.

Aquellos sectores militantes van sacando sus conclusiones, al calor del enfrentamiento contra la derecha, no al margen del movimiento. Por eso la derecha queda desgajada y al descubierto como la minoría –dominante- que es en la sociedad. Pero, al mismo tiempo, a la izquierda del kirchnerismo no es posible construir nada con la ceguera como guía. Proyecto Sur pagó muy caro su comportamiento, dilapidando todo su potencial.

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores fue una caricatura porque su programa no tenía mucha importancia ni para sus dirigentes, y se transformó en una anécdota risueña acerca de si lograba superar el piso electoral proscriptivo del 1,5% del padrón. Aunque lo lograron con medio millón de votos, la realidad es que no expresó ningún salto cualitativo porque fue la misma cantidad que vinieron sacando los grupos de izquierda desde el 2003.

 

Ir por más, nunca por menos

 

Sin relajarse en octubre, y superada la instancia electoral, este es el momento para ir por más, nunca por menos, como sostiene la presidenta.

 Con este formidable apoyo popular debería llamarse a la movilización de los trabajadores, de los sindicatos, de los sectores populares, jóvenes y estudiantes, para profundizar un programa -sobre la base de las medidas históricas que tomó el gobierno: como la Asignación universal por hijo, los aumentos a jubilados, la re-estatización de las AFJP, de Aerolíneas, de Aguas Argentinas (hoy AYSA), la apertura de las discusiones paritarias, el matrimonio igualitario, la Ley de Medios Audiovisuales, la política de DDHH, etc. –  que aleje los fantasmas de la crisis del capitalismo.

Y que ponga en pie la estatización bajo control obrero de las grandes empresas y servicios estratégicos (energía, transporte y comunicaciones), que incluya la apertura de los libros contables y el control de precios por los sindicatos y organizaciones populares; que ponga fin a los subsidios de bancos, empresas y financieras que se traduce en baja inversión privada y fuga de capitales; por el monopolio del comercio exterior por parte del Estado; por el establecimiento de un plan de obras publicas y de viviendas de calidad para acabar con el déficit habitacional; por una ley de tierras que acabe con los señores feudales y ponga a producir enorme cantidades de hectáreas para el bien comunitario; por el fin de los pagos de la ilegitima deuda externa; por un plan de salud universal, gratuita y de calidad poniendo fin a las prepagas; que se profundicen las medidas hechas en educación para acabar con arancelamientos y los subsidios a la Educación privada y elitista; que los trabajadores decidamos directamente nuestros representantes como complemento necesario al control obrero de las empresas, por la depuración y completa democratización de los aparatos y fuerzas represivas, etc.

Pero para avanzar en estas medidas, se hace imprescindible organizar el ala izquierda del movimiento que las impulse y las lleve al conjunto del movimiento obrero y popular, ante la resistencia que opondrán a las mismas las tendencias burguesas y de conciliación de clases de adentro y de afuera del kirchnerismo.