Editorial de El Militante nro. 60
La situación política gira toda alrededor de las elecciones presidenciales de octubre. El kirchnerismo ha consolidado su primer lugar en las preferencias populares, y sin dudas Cristina será su candidata presidencial.
Editorial de El Militante nro. 60
La situación política gira toda alrededor de las elecciones presidenciales de octubre. El kirchnerismo ha consolidado su primer lugar en las preferencias populares, y sin dudas Cristina será su candidata presidencial.
La oposición patronal
Sorprendentemente, a falta de 8 meses para las elecciones, es la oposición quien carece de candidatos claros, lo que refleja el agotamiento de su discurso político.
Como agentes de la patronal, su despreocupación por los problemas de la clase trabajadora es clara ¿Alguien le escuchó a decir a Sanz, Alfonsín, Macri o Carrió cómo bajar los precios? O ¿cómo ofertar viviendas y alquileres baratos? O ¿qué hacer con los empresarios que despiden a trabajadores por organizarse y exigir sus derechos? O ¿cómo terminar con las redes del narcotráfico y la corrupción policial, las principales fuentes de inseguridad? O ¿cómo terminar con el trabajo esclavo?
La oposición se limita a seguir el guión que le dicta el sector dominante de la burguesía, comandado por Techint, Clarín y la Sociedad Rural – a través de Clarín, Perfil y La Nación – que está movilizando todas sus fuerzas para tratar de desalojar al kirchnerismo de la Casa Rosada, a cualquier costo. Ahí están sucesos que despiertan la sospecha de la provocación: el asesinato del joven militante Mariano Ferreyra, la ocupación de tierras en Villa Lugano y otros lugares, los desmanes en la Estación Constitución el 23 de diciembre, la campaña por la falta de billetes, remarcaciones de precios abusivas en algunos bienes de consumo, o los asesinatos de la Bonaerense en José León Suárez y Baradero.
La misma connotación política tuvo la “huelga del trigo” de las patronales agrarias en el mes de enero, a la que se prestó la Federación Agraria del “progresista” Eduardo Buzzi.
Esta misma gente vocifera su histeria contra Moyano y la CGT oficial, no porque les preocupe el acoso que sufren los delegados de base antiburocráticos en las empresas a manos de la burocracia sindical; sino por los vínculos del moyanismo con el kirchnerismo y por mantener un cierto perfil combativo, particularmente contra los empresarios del transporte de carga, con paros y bloqueos. No es casualidad que los candidatos de la derecha a “dirigentes” de la CGT sean archicorruptos propatronales, como el “gastronómico” Barrionuevo y el “ruralista” Momo Venegas, que adhieren a la
derecha peronista.
La burguesía dividida
Un elemento nuevo en la situación política es el lanzamiento de Ernesto Sanz, presidente de la UCR. Está respaldado por Techint y Clarín, y compite con Cobos y Alfonsín hijo. Sanz es un personaje más confiable que Cobos y Alfonsín para
los grandes empresarios opuestos al kirchnerismo. Cobos está desinflado, suscita indiferencia en la población, y seguramente dará un paso al costado. Alfonsín es un simplón que va de “progresista” en compañía de sus amigos “socialistas” y de Margarita Stolbizer. Los sectores de la burguesía antes mencionados intuyen que Alfonsín carece de falta firmeza para resistir las presiones obreras y populares en una acción de gobierno que, inequívocamente, deberá
comprometerse con los intereses reaccionarios de la clase dominante.
Otro elemento significativo es la crisis de la Unión Industrial Argentina (UIA). El sector más inteligente, encabezado por Madanes (Aluar), Cirigliano (Grupo Plaza), Eskenazi (YPF) y Ratazzi (FIAT), comprende que el intento de llevar al país al borde del abismo –como pretende el sector comandado por Techint y Clarín– amenaza la estabilidad social y no debilita seriamente al oficialismo. Considera más útil un entendimiento con el gobierno para contener sus “cimbronazos” izquierdistas. Intuyen que el kirchnerismo está fuerte y ganará con toda probabilidad las elecciones. Como los negocios van bien, piensan sacar más tajada del Estado mostrándole al gobierno una cara amable. Además, el gobierno está impaciente por desprenderse de su imagen excesivamente “radical”, y se ofrece de garante para poner un dique a los reclamos “exagerados” de los sindicatos, como prueban las declaraciones de Cristina y Tomada contra la paralización del Puerto de Rosario y contra aumentos salariales “excesivos” del 30%.
Límites del kirchnerismo
Disipada la euforia desbordante alrededor de Cristina que siguió al fallecimiento de Néstor Kirchner, el oficialismo permanece instalado en el cuento de Alicia en el País de las Maravillas, restándole importancia a los asuntos que más preocupan a la clase trabajadora. Pese a algunos avances habidos, el gobierno fracasó en imponer a los empresarios una política de contención de precios. No hubo mejoras sustanciales en infraestructuras del transporte. Fracasó en su política de vivienda al no conseguir que los bancos ofertaran créditos hipotecarios a bajo interés. Tampoco pudo doblegar a las mafias que operan en el aparato del Estado, en la judicatura y en las fuerzas represivas.
Estas limitaciones del kirchnerismo se derivan de su política de quedarse a medio camino y de tratar de agradar al mismo tiempo a los patrones y a los trabajadores. Eso es imposible, porque las ganancias de los primeros resultan de la explotación de los segundos. Por eso, la demagogia de la oposición de derecha podría encontrar un eco, de acá a octubre, en sectores de clase media y en capas desesperadas y políticamente atrasadas de la clase obrera, que sienten que sus problemas no se resuelven.
Un Frente Único
Desde hace meses, venimos proponiendo la consigna de un frente único amplio de lucha contra la derecha y los grandes empresarios que tratan de crear condiciones políticas y sociales que favorezcan una salida por derecha.
También seguimos defendiendo la necesidad de un partido o movimiento político de los trabajadores, amplio y democrático, donde encontraría un gran eco la defensa de un programa socialista. Lamentablemente, no vemos condiciones a corto plazo para que esta alternativa tome cuerpo. La CTA, que desde hace años se propuso la tarea de
organizar un movimiento político de los trabajadores, está escindida y su autoridad se desplomó. La fracción de De Gennaro-Micheli, más comprometida con este objetivo, demostró su incapacidad para impulsar esta tarea. Y fuera de los sindicatos, no existe una fuerza seria en nuestro país que pueda encabezar este cometido.
Será una tarea a abordar a medio plazo, cuando los trabajadores completen su experiencia con el kirchnerismo, y la política de conciliación de clases que éste propugna demuestre su fracaso.
La virtud de un frente único amplio es que fortalecería los vínculos entre diferentes sectores de la clase, incluso con aquellos que apoyan al kirchnerismo, y mostraría al conjunto de las masas trabajadoras, sobre la base de su experiencia, la necesidad de una alternativa de clase independiente.
Paralelamente, debemos fortalecer una corriente marxista en el movimiento obrero y la juventud, que sea capaz de actuar como su núcleo más previsor y resuelto y forme los cuadros políticos socialistas para las tareas que depara el futuro. Desde la Corriente Socialista El Militante estamos comprometidos con esta tarea. Organizate con nosotros.