Las consecuencias de los atentados en Londres

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Los marxistas siempre nos hemos opuesto al terrorismo individual, no por razones sentimentales, sino porque es inútil y contraproducente. A pesar del temor que engendra, el terrorismo es realmente una expresión de debilidad y no de fuerza. Nunca puede infligir una derrota decisiva al imperialismo y en realidad le es útil. Tarde o temprano, los imperialistas tendrán que retirarse de Iraq. Pero cuando lo hagan, no será el resultado de las bombas en el metro de Londres, o del atentado contra el World Trld Trade Center de Nueva York, sino debido a la insurgencia del pueblo iraquí y al movimiento contra la guerra en Gran Bretaña, EEUU y el resto del mundo.

“La vida sigue”

Según las últimas informaciones, al menos cincuenta personas han perdido la vida en los atentados de ayer. Las bombas en Madrid el año pasado mataron a 191 personas y las del 11 de septiembre, 2.752. Contrariamente a la creencia popular, las tácticas de los terroristas son fortuitas y oportunistas. Las grandes diferencias en las cifras de bajas se explican por el azar. El gran número de bajas en Nueva York fue provocado por el colapso de las estructuras de las Torres Gemelas. El número de víctimas en Madrid habría sido mucho mayor pero una bomba no explotó.

The Economist describe hoy los atentados de Londres como “un despliegue de brutalidad sin sentido”. En realidad fue un despliegue de brutalidad. Pero difícilmente sin sentido. The Economist nos dice: “Debería haber dos pensamientos. Uno es la sorpresa de que esto no haya ocurrido más temprano. El otro es que estos ataques no deberían, y no lo harán, marcar ninguna diferencia en la vida y el trabajo de los londinenses”.

Este es un tema recurrente en los medios de comunicación de hoy. Se puede resumir en tres palabras: “La vida sigue”. En realidad esta es la reacción de muchos londinenses. Entre los londinenses había una actitud casi fatalista ante los acontecimientos de ayer. Los habitantes de la capital son personas muy resistentes. Lo demostraron en la Segunda Guerra Mundial cuando resistieron las bombas de Hitler con una determinación sombría y estoica. Es parte del carácter de la población: una especie de terquedad obstinada y una negativa a caer fácilmente prensa del pánico.

En la radio de esta mañana, la mayoría de los comentaristas seguían la siguiente línea: “Bien, tienes que continuar ¿o no?”, “No podemos dejarlos pensar que nos han golpeado”. O simplemente, “cabrones”. Existe una admirable cualidad en la solidez británica, esta negativa a ser zarandeado o intimidado en los peores momentos de crisis. La reacción de los londinenses de continuar con su vida normal no es sólo la forma de adaptarse a una tremenda tragedia. También es una especie de desafío tranquilo que expresa el espíritu rebelde de una forma inusual.

Este espíritu indomable de la población normal es algo que Tony Blair y el establishment intentan explotar. En una declaración televisada desde Downing Street la noche pasada, Blair dijo lo siguiente: “Es a través del terrorismo que las personas que han cometido estos actos terribles expresan sus valores y es el momento de demostrar los nuestros. Pienso que todos sabemos lo que ellos están intentando hacer. Están intentando utilizar la matanza de personas inocentes para acobardarnos, para atemorizarnos y hacer cosas que ellos quieren que hagamos, intentando detenernos para que no continuemos con nuestra vida normal, como estamos dispuestos a hacerlo no deberían y no van a tener éxito. Cuando intentan intimidarnos, no nos intimidarán. Cuando buscan cambiar nuestro país o nuestra forma de vida con estos métodos, no lo cambiarán”.

Inmediatamente después de los atentados de Londres, George Bush proclamó que la vida continua. Dijo que continuaría la reunión de los líderes del G8 en Gleneagles, añadiendo que él estaba orgulloso de la determinación de la población para enfrentarse al terrorismo. ¿De qué personas estaba orgulloso el señor Bush? No de la población de Londres que en realidad se estaba enfrentando a las bombas y la carnicería, sino de un puñado de políticos enclaustrados a salvo en un confortable hotel en la Escocia rural. Ellos estaban decididos a continuar con su negocio habitual de especuladores, repartiéndose los recursos naturales del mundo y asegurándolos para los grandes monopolios estadounidenses y europeos. “Es una guerra contra el terrorismo para todos nosotros”, añadió. “No cederemos ante estas personas, no cederemos ante los terroristas”.

Tony Blair también insistió en que la cumbre del G8 continuaría. “Es importante […] que aquellos implicados en el terrorismo se den cuenta de que nuestra determinación para defender nuestros valores y nuestra forma de vida es mucho mayor que su determinación de provocar destrucción y la muerte de personas inocentes en un deseo de imponer el extremismo en el mundo. Quienquiera que lo haya hecho, nuestra determinación es que nunca conseguirán destruir lo que apreciamos en este país y otras naciones civilizadas de todo el mundo”.

A esto Robert Fisk, ese periodista honesto y sincero, respondió: “Ayer Blair nos dijo que ‘ellos nunca conseguirán destruir lo que apreciamos’. Ellos no están intentando destruir lo que ‘apreciamos’. Ellos están intentando conseguir que la opinión pública obligue a Blair a retirarse de Iraq, de su alianza con EEUU y de su adhesión a la política de Bush en Oriente Medio. Los españoles pagaron el precio de su apoyo a Bush -y la retirada posterior de España de Iraq demostró que los atentados de Madrid habían conseguido sus objetivos- mientras que los australianos tenían que sufrir en Bali…”

La vida sigue en Gleneagles

El ministro de relaciones exteriores, Jack Straw, dijo que los atentados de Londres no perjudicarían la oportunidad de los líderes de llegar a un acuerdo en la cumbre del G8. Después de viajar a Londres durante unas horas -el tiempo suficiente para derramar unas cuantas lágrimas ante las cámaras de televisión- Tony Blair regresó rápidamente en su avión a Gleneagles. Straw dijo que los ataques habían creado un frente unido en la cumbre. “Vamos a llegar a un acuerdo sobre todos los temas clave de África, el cambio climático y otras muchas cuestiones”, declaró en una entrevista con la BBC.

“Sin embargo, en lo que ha insistido es en que, los desacuerdos que algunas veces se producen en la sala entre los líderes y los países, por supuesto existen, pero son ínfimos comparados con lo que une a todos los líderes mundiales que están reunidos aquí en Gleneagles”. ¿Este nuevo acuerdo es en interés de los pueblos del mundo? ¿Qué se ha conseguido con este destacado acuerdo humanitario? Veamos.

Las naciones del G8 están de acuerdo en condonar la deuda a 18 países. Es decir, están de acuerdo en perdonar las deudas a los que saben que nunca la pagarán. Esto no es lo que piden los países africanos. Ellos piden que se alivie la deuda para toda África. Esto se negó y millones continuarán languideciendo en la pobreza, mientras que los prestamistas continuarán recogiendo el botín: la vida sigue.

Los miembros de la UE se han comprometido en llegar a un objetivo de ayuda colectiva del 0,56 por ciento del PIB para el 2010, y un 0,7 por ciento para el 2015. Estas cifras apenas son suficiente para arreglar las llamas de Zambeze, pero en cualquier caso no hay garantía de que sea implementado alguna vez. El presidente Bush propuso duplicar la ayuda de EEUU para África durante los próximos cinco años hasta los 8.600 millones de dólares, pero todo el mundo sabe que la nación más rica del planeta también es la más tacaña con la ayuda externa y que cada céntimo de ayuda está vinculado a sus propios intereses, como es unir la ayuda al comercio y la inversión estadounidense.

Incluso si esta ayuda llegara (que es dudoso), sería anulada por el comercio injusto, las subvenciones agrícolas, las cuotas, etc., Los llamados países en vías de desarrollo del G5 que incluyen a Brasil, China, India, México y Sudáfrica, han pedido que los aranceles, subvenciones y otras barreras sean eliminadas como parte de los esfuerzos para erradicar la pobreza. Bush ha dicho es poco probable una reforma significativa del comercio a menos que Europa reforme su Política Agraria Común. Así que no hay ningún acuerdo para eliminar las barreras comerciales que oprimen a los países pobres en África y otras partes.

No se ha hecho ningún progreso en el cambio climático, el otro objetivo cacareado de la cumbre del G8. ¿A qué acuerdo han llegado? EEUU ha dicho que no reducirá las emisiones sino que “buscará tecnologías limpias”. Bush ha dicho que bajo ninguna circunstancia firmará el acuerdo de Kyoto. Ya que no se espera ninguna propuesta importante y no hay dinero para desarrollar tecnologías limpias, las palabras de Bush sobre esta tecnología son papel mojado.

El director de Amigos del Planeta, Tony Juniper, culpó a la administración Bush, insistiendo “en que se ha hecho una vez más lo mejor para descarrillar la acción internacional para afrontar el cambio climático”. El presidente francés Jacques Chirac, que está en una posición debilitada y por tanto ansioso por agradar, dijo el jueves que “hemos observado un cambio en la posición estadounidense”. “El acuerdo al que hemos llegado es un acuerdo importante, incluso aunque no haya llegado hasta donde queríamos”. El reverendo Tony Blair dijo “Amén”.

Contrariamente a las pretensiones de Blair de que la cumbre del G8 es una reunión de filántropos humanitarios para resolver los problemas de los pobres, es más una versión moderna del Congreso de Berlín, donde los representantes piratas de las grandes potencias se reunían para saquear África en sus propios intereses. Aquí también la vida sigue.

La ley del valor en funcionamiento

Todo el mundo nos dice que nuestra forma de vida está amenazada por los terroristas y que es importante continuar con la vida normal. Los hoteleros de Londres pusieron una especial atención a este consejo. De la noche a la mañana duplicaron los precios de una habitación de hotel. Esto iba estrictamente de acuerdo con las leyes de la economía de libre mercado que, como todo el mundo sabe, forma el cimiento sólido de nuestra forma de vida occidental que ahora está seriamente amenazada.

Hay otra razón por la que Londres es un objetivo potencial para un ataque. Como señala The Economist, es percibida como el centro del capitalismo mundial, el cuartel general de los usureros que saquean y explotan todo el planeta y se embolsan las ganancias. Es la avaricia rapaz de los bancos y los monopolios que dirigen la política exterior y militar de los gobiernos, que los empuja a invadir Iraq para poner sus manos en su petróleo, y para justificar esta invasión con una catarata de mentiras y engaños. No es que Bush y Blair decidan todo. Más bien es que ellos son los portavoces de las grandes empresas en Gran Bretaña y EEUU. La única diferencia con otros líderes es que ellos expresan la dependencia de los gobiernos de los intereses de los bancos y grandes monopolios de una manera particularmente cruda.

En las últimas 24 horas hemos recibido una excelente lección del significado real de nuestros valores occidentales. La ley de la oferta y la demanda debe aplicarse, incluso en cualquier circunstancia. Y como un gran número de londinenses se encuentran desamparados sin transporte después de terminar el trabajo, y como el número de camas en la capital es limitado, esto se ha reflejado en el precio de la cama por la noche. Actuando de esta manera, los nobles hoteleros de Londres estaban defendiendo los principios básicos del libre mercado. Aquellos desgraciados incapaces de pagar el precio del mercado, como es habitual, eran libres de dormir bajo el puente disponible más cercano.

La fraternidad de los hoteleros es, por supuesto, sólo una pequeña piedra de ese imponente edificio que es el capitalismo británico. Aprovechan cualquier oportunidad para conseguir un pequeño beneficio. Beneficios muchos más serios se hicieron en la Bolsa de Londres, donde las desgracias humanas de todo tipo -ya sean guerras, revoluciones, terremotos o hambrunas- siempre son oportunidades bienvenidas para hacer dinero.

Cuando aparecieron las noticias de los atentados el jueves, el FTSE 100 cayó un 3,5 por ciento en noventa minutos, su caída más rápida desde el inicio de la guerra de Iraq. Pero la fraternidad bursátil es resistente y pronto el mercado se recuperó. La caída se llevó 44.000 millones de libras de las acciones en Londres. Pero el mercado cerró el jueves con una caída sólo del 1,4 por ciento, en los 5.518 puntos. El FTSE 100 de Londres añadió 40,5 puntos, o un 0,9 por ciento, hasta los 5.198,80 puntos. El Cac 40 de París y el Dax de Frankfurt subieron un 1 por ciento.

Las industrias fueron las más afectadas el jueves y se recuperaron el viernes, las aseguradoras y las aerolíneas se recuperaron. Cuando llegaron las noticias de los atentados, la libra bajó frente al euro, el dólar y el franco suizo, los analistas dijeron que el mercado monetario era probable que siguiera inquieto hoy por algunos rumores. Pero la libra británica se mantuvo el viernes, aún está en su 19no. mes más bajo frente al dólar estadounidense. El oro cambió poco, pero el petróleo ganó.

Los analistas dijeron que el efecto económico de los atentados probablemente sea limitado y las empresas estarían bien preparadas para tratar cualquier trastorno. “Desgraciadamente, esperamos que ocurra”, esto es lo que dijo Andrea Williams, jefe de activos europeos del Royal London Asset Management: “Realmente no afectará al crecimiento económico. Esto es algo que tiene precio en los mercados”

La miseria humana, la muerte y la destrucción pueden “tener precio en los mercados” como cualquier otra cosa. Los bancos de la City, incluido Goldman Sachs, JP Morgan Chase y Deutsche Bank y Merrill Lynch, dijeron que los negocios continuarían como de costumbre.

“Una amenaza real y presente”

Tony Blair pretende que él está ganando la guerra al terrorismo y que el mundo es un lugar más seguro gracias a la invasión de Iraq. La realidad es precisamente la contraria. La invasión de Iraq ha creado una enorme oleada de inestabilidad que ha sumergido a todo Oriente Medio y se ha extendido de manera incontrolable por el resto del mundo. Al Qaeda, que no tenía base en Iraq antes de la invasión, ahora la tiene y cada día gana nuevos reclutas como resultado de las barbaridades infligidas por las fuerzas de la coalición contra la población de este desafortunado país. Iraq se ha convertido en un peligro latente y muy real para Gran Bretaña. Esto se pudo ver claramente en los atentados del jueves en Londres.

“Una vez ha ocurrido”, dice The Economist, “provocó un terrible sentimiento de inevitabilidad”. Sí, ¿pero por qué era inevitable? Era inevitable sólo porque Tony Blair, ese fiel sirviente de George W. Bush, empujó al pueblo británico de mala gana a una guerra en la que no creía y que no quería. La guerra empezó basándose en premisas falsas, un hecho que ahora se ha demostrado de forma irrefutable. En Iraq no había armas de destrucción masiva. El régimen iraquí, aunque desagradable, no representaba una “amenaza real y presente” para Gran Bretaña.

Los fanáticos reaccionarios de al Qaeda no procedían de Iraq, sino de Arabia Saudí. Estaban inspirados en la secta reaccionaria y oscurantista wahabi que prácticamente gobierna Arabia Saudí. No sólo se la ha tolerado sino que directamente ha sido financiada por la familia gobernante saudí, los amigos íntimos y socios comerciales de George W. Bush. Después del 11 de septiembre también se les permitió seguir con sus negocios habituales, mientras Bush y Rumsfeld desinformaban a la opinión pública mundial y estadounidense señalando con el dedo a Iraq, que no tenía nada que ver con el ataque a las Torres Gemelas.

George W. Bush todavía habla de los gobernantes saudíes como sus amigos, demostrando que es el petróleo, y no la sangre, lo que es más denso que el agua. Si había un candidato para el cambio de régimen ese era Arabia Saudí. Pero EEUU invadió en su lugar a Iraq. Como al Qaeda no tenía nada que ver con el régimen secular de Bagdad, al que odiaban, la invasión de Iraq no les perjudicaba. Todo lo contrario, los beneficiaba considerablemente.

¿Por qué Londres?

¿Por qué eligieron Londres para los atentados? The Economist responde a la pregunta con una sinceridad admirable:

“Tan pronto como se produjeron las atrocidades de Nueva York, Washington DC y Pennsylvania el 11 de septiembre de 2001, Londres asumió el riesgo de un ataque. Era tanto por su situación de centro financiero internacional, un epitome de occidente y sus maneras capitalistas, y porque Gran Bretaña era desde hacía tiempo un estrecho aliado de EEUU, enemigo número uno de al Qaeda y sus socios terroristas. Esa probabilidad sólo aumentó después de la participación de Gran Bretaña en la invasión de Iraq en 2003 y después del terrible atentado en Madrid el 11 de marzo de 2004. En los últimos años cada uno de los policías veteranos británicos, cada jefe de inteligencia o secretario de interior al que se le ha preguntado por la probabilidad de un atentado terrorista, la respuesta ha sido similar: cien por cien”.

Es imposible expresarse con mayor claridad. Londres quedó expuesta a los ataques terroristas porque Tony Blair [no Gran Bretaña] “desde hacía tiempo era un estrecho aliado de EEUU”. El presidente de Estados Unidos sólo tiene que gritar “salta” para que el inquilino del número diez de Downing Street responta “¿cuánto?” El servilismo con el que Tony Blair sigue los dictados de Washington es notorio. Se reveló una vez más en la cumbre de G8, cuando Blair tuvo que buscar excusas para el arrogante rechazo de Bush tanto del acuerdo de Kyoto como de la petición de Blair de ayudar a África.

No hay manera real de defender Londres, o cualquier otra ciudad, contra ataque de pequeños pero decididos grupos terroristas. Bali, Estambul, Madrid y Casablanca los han sufrido. Pero también ha habido múltiples ataques en Arabia Saudí, Kenia y Marruecos, provocando un número importante de bajas y caos. Pakistán, Yemen y otros objetivos indonesios también han sido golpeados. Todos los ataques llevan la misma marca: múltiples bombas indiscriminadas contra objetivos civiles en zonas muy pobladas. En ninguno de estos ejemplos los servicios de seguridad han sido capaces de prever o evitar el ataque. Ahora le ha tocado a Londres.

Los servicios de inteligencia británicos dicen que han frustrado varios ataques en los últimos años, incluido un complot para lanzar veneno y otras sustancias en el aeropuerto de Heathrow. Puede que fuera así, pero también una fuente no oficial estima que Gran Bretaña puede albergar a unos 1.000 terroristas islamistas o seguidores estrechos. La imagen tan cuidadosamente elaborada por Bush y Blair desde el 11 de septiembre de algo llamado al Qaeda como una conspiración mundial, basada en una organización centralizada y disciplinada dirigida por Bin Laden desde una cueva en las zonas tribales del norte de Pakistán, obviamente es falsa. Lo más probable es que estemos presenciando el trabajo de varios grupos terroristas fragmentados y descoordinados.

Es probable que la razón por la que ha aguantado tanto al Qaeda (o cualquiera de sus grupos sustitutos que organizaron el atentado de ayer) es que se mueve de una forma muy mesurada y cuidadosa. Sus ataques requieren un largo tiempo de preparación y tienen una naturaleza intermitente. Organiza un ataque espectacular, como el ataque al World Trade Centre, después espera hasta que las cosas se calmen antes de organizar otro ataque espectacular utilizando métodos diferentes (Madrid y después Londres). También es perfectamente evidente que los servicios de inteligencia británico y estadounidense no tenían información sobre este ataque.

¿Quién es el responsable?

Después de la invasión de Afganistán, el mando central de al Qaeda se ocultó y se retiró. El número de arrestos y asesinatos de personas que dicen ser oficiales de al Qaeda en Pakistán, Arabia Saudí y otras zonas de Oriente Medio debe haber afectado severamente a la infraestructura del grupo. Se piensa que algunos de los combatientes entrenados por al Qaeda se han dispersado, quizás reagrupado en otras zonas de combate, como Arabia Saudí, pero no se sabe si todavía tiene una dirección central capaz de dirigir acciones a gran escala. Pero las brutales acciones del imperialismo británico y estadounidense, particularmente con la invasión de Iraq, donde al Qaeda antes no tenía nada, han creado un vasto ejército de reclutas y simpatizantes, y no sólo en Pakistán y Oriente Medio.

La mayoría de la opinión pública británica y estadounidense cree que la guerra de Iraq fue una mala idea. Esa es una buena base para desarrollar y fortalecer el movimiento contra la guerra. Pero cada vez que los terroristas asesinan a inocentes en Gran Bretaña y EEUU, proporcionan argumentos frescos a Bush y Blair y debilitan el movimiento contra la guerra. Los terroristas dan a la derecha todos los argumentos necesarios para fortalecer al estado y armarlo con nueva legislación represiva, como la introducción del carné de identidad en Gran Bretaña, los arrestos sin juicio, etc.,

Como reacción inmediata a los atentados de ayer se espera que los ministros aprueben medidas como arrestar y detener a sospechosos acusados de asociación con el terrorismo.

El gobierno británico intentará argumentar que son necesarios poderes aún más draconianos para combatir la amenaza terrorista. Ya en el mes de febrero el secretario de interior, Charles Clarke, dijo en el parlamento que estaba considerando introducir el delito de “estar relacionado en la preparación o instigación de actos de terrorismo”. Un borrador redactado del Discurso de la Reina en mayo hablaba de planes para crear delitos para llevar a más sospechosos de terrorismo ante los tribunales y se esperaba que llevara a condenas para aquellos acusados de actos preparatorios de terrorismo.

Otro paso es el fortalecimiento de los poderes del estado y el aumento de la vigilancia de la población, como la propuesta de introducir el carné de identidad. Aunque los carnés de identidad no evitaron los atentados de Madrid, Charles Clarke insistirá en que los carnés son una medida necesaria para combatir el terrorismo. Como resultado del atentado de ayer, los defensores de los derechos civiles tendrán más dificultad para oponerse a medidas como la introducción del carné de identidad. Peter Carter QC, presidente del comité de derechos humanos Bar, dijo que temía que el gobierno adoptara poderes de emergencia que provocaran más resentimiento entre las comunidades musulmanas pero que no hicieran de Gran Bretaña un lugar más seguro para vivir.

Finalmente, no debemos olvidar, que la vida sigue también en Iraq, donde la insurgencia continúa sin ser vencida. Tanto civiles como miembros de las fuerzas de coalición están muriendo asesinados. Lo que ocurrió en Londres ayer ocurre en Bagdad y otras ciudades iraquíes cada día. Las horribles imágenes de edificios bombardeados, casas y vidas rotas, muertes, mutilaciones y locura, son el pan diario para toda la población.

¿A alguien le puede asombrar que Iraq se haya convertido en el principal campo de reclutamiento para terroristas y suicidas? ¿A alguien le puede extrañar que muchos jóvenes iraquíes clamen venganza por los horrores infligidos a su país? Algunos analistas occidentales dicen que Iraq se está convirtiendo en un campo de entrenamiento e inspiración para una nueva generación de yihadistas globales. Eso significa que Iraq, que antes de la invasión no representaba una amenaza para Gran Bretaña y EEUU, ahora se haya convertido en “una amenaza real y presente”. Y el principal sargento recluta del terrorismo no es Bin Laden. Son George W. Bush y Tony Blair. A este último le gustaría ser recordado como el hombre que consiguió los Juegos Olímpicos para Londres. En su lugar será recordado como el hombre que llevó los atentados suicidas a Londres.

A George Bush le gusta decir que sus fuerzas están en Iraq y eso significa que los enemigos de occidente están siendo combatidos allí y no en casa. Los ataques de Londres demuestran que estas palabras no tienen ningún sentido. “Si vosotros bombardeáis nuestras ciudades”, dijo Bin Laden en una de sus últimas grabaciones, “nosotros os bombardearemos”. ¿No está perfectamente claro?

Las imágenes de muerte, destrucción y caos en Iraq que aparecen diariamente en las pantallas de televisión occidentales provocan repulsión en un sector cada vez más grande de la opinión pública. Muchas personas se preguntan por qué sus gobiernos están apoyando una ocupación que está provocando tal daño y sufrimiento. Algunos de los jóvenes musulmanes impresionados por esto buscan formas más directas de expresar su oposición. Trágicamente, algunos de ellos caen en los brazos de los fanáticos y fundamentalistas convirtiéndose en potenciales terroristas suicidas.

Una página web islamista publicaba una declaración sobre el atentado de Londres que decía lo siguiente: “Regocíjate nación islámica. Regocíjate mundo árabe. Ha llegado el momento de la venganza contra el gobierno cruzado sionista de Gran Bretaña en respuesta de las masacres cometidas por los británicos en Iraq y Afganistán.

Heroicos mujaidines llevaron a cabo los benditos ataques en Londres, ahora Gran Bretaña está ardiendo por el terror y el temor, de norte a sur, de este a oeste. Advertimos repetidamente al gobierno y población británica. Hemos cumplido nuestra promesa y realizado un ataque militar en Gran Bretaña después de grandes esfuerzos de los heroicos mujaidines durante un largo período de tiempo para garantizar el éxito”.

La declaración advierte también a los gobiernos danés e italiano que: “recibirán el mismo castigo si no retiran sus tropas de Iraq y Afganistán”. Las implicaciones son claras. La epidemia de terrorismo continuará extendiéndose incontroladamente, es una expresión terrible del callejón sin salida del sistema capitalista a escala global.

En Iraq hay todavía 8.500 soldados británicos, junto con 150.000 estadounidenses. Si la intención de los terroristas era forzar su retirada, no lo conseguirán. En realidad, el efecto a corto plazo de los atentados podría ser fortalecer la decisión de Blair de mantener las tropas británicas en Iraq y aumentar el apoyo popular a esta medida. Dirá que “ceder ante los terroristas” hará a Gran Bretaña más vulnerable a los ataques, que “debemos terminar el trabajo” y otras cosas por el estilo. De este modo, los representantes del imperialismo han entrado en una especie de danza grotesca de muerte con los terroristas, donde un acto de barbarie lleva a otro, donde ninguna de las dos partes consigue una ventaja decisiva. El mundo entra en una espiral descendente y violenta de acción y reacción.

Los marxistas siempre nos hemos opuesto al terrorismo individual, no por razones sentimentales, sino porque es inútil y contraproducente. A pesar del temor que engendra, el terrorismo es realmente una expresión de debilidad y no de fuerza. Nunca puede infligir una derrota decisiva al imperialismo y en realidad le es útil. Tarde o temprano, los imperialistas tendrán que retirarse de Iraq. Pero cuando lo hagan, no será el resultado de las bombas en el metro de Londres, o del atentado contra el World Trade Center de Nueva York, sino debido a la insurgencia del pueblo iraquí y al movimiento contra la guerra en Gran Bretaña, EEUU y el resto del mundo.

Londres, 8 de julio de 2005