LA POLÍTICA RUSA DESPUÉS DE BESLAN

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A pesar de la aparente calma existente en la sociedad, debajo de la superficie se están preparando cambios bruscos que producirán saltos repentinos de la conciencia y explosiones de la lucha de clases.

Algo amenaza desde abajo

En las semanas posteriores a la tragedia de Beslan el presidente Putin ha utilizado la excusa de la guerra contra del terrorismo para eliminar la elección directa de diputados nacionales y gobernadores regionales. De acuerdo con estos cambios los diputados se tendrán que presentar en la lista de un partido siguiendo un sistema de representación proporcional. Los gobernadores serán nombrados por el presidente que tendrá el poder de convocar las nuevas elecciones si las asambleas regionales no apoyan su decisión.

Los cambios más recientes incluyen el incremento de la militancia mínima de los partidos políticos de 10.000 a 50.000 y permitir que los ministros del gabinete puedan pertenecer a partidos políticos. En ambos casos el objetivo es consolidar la fuerza del proyecto del Kremlin y al partido Rusia Unida, el principal partido en la Duma.

Con la excepción del nombramiento de gobernadores, estos cambios sobre el papel no parecen “antidemocráticos”, en el sentido de que muchas democracias occidentales tienen una configuración similar. La diferencia es que aquí los partidos no tienen independencia y todas decisiones se tomarán, como de costumbre, tras las puertas cerradas del Kremlin. En otras palabras, son otro ejemplo del desdén que muestra el presidente Putin hacia la caricatura de democracia burguesa heredada de Yeltsin.

Ninguna de estas medidas, que estaban en proyecto antes de la crisis de los rehenes, tienen que ver con la amenaza del terrorismo.

La facilidad con la que el presidente Putin ha introducido estas leyes ha llevado a algunos analistas a pensar que él tiene el control absoluto de la escena política. La realidad es que la amenaza del terrorismo demuestra precisamente los límites de este poder.

Aparentemente el presidente Putin tiene un control casi ilimitado del país. La crisis subyacente de legitimidad de la elite dominante se oculta con las elevadas cotas de popularidad de Putin. A decir verdad el presidente es capaz de incrementar su poder personal a costa, por ejemplo, de la independencia de la Duma, precisamente por el odio que despiertan el capitalismo y las instituciones capitalistas. Pero cuanto más extienda su poder personal sobre la escena política, mayor será el odio contra la elite y eso erosionará su popularidad.

El papel político de Putin es característico no de una sociedad próspera donde las autoridades están seguras de su poder, sino que es típico de una embarcación inestable que necesita una mano fuerte para mantener el orden. Y todo esto ocurre en un momento donde la economía está estabilizada y Putin fue reelegido como presidente con una facilidad de la que ciertos amigos suyos sólo podrán disfrutar en sueños, concretamente George W. Bush en EEUU y Viktor Yanukovich en Ucrania. La explicación de esta paradoja es que debajo de la popularidad de Putin y de la superficie en calma hay una enorme volatilidad que estallará cuando menos lo esperen.

El imperialismo ruso y Chechenia

Dado que Putin dedicó sus primeros cuatro años en el gobierno a fortalecer la línea vertical del poder estatal y a ganar la guerra en Chechenia, los acontecimientos recientes demuestran que su política previa fue totalmente contraproducente. Pero el imperialismo ruso no tiene otra forma de responder que con la utilización de la fuerza, algo que sólo consigue intensificar el terrorismo y no reducirlo.

En un artículo sobre las elecciones en Chechenia explicamos que las autoridades rusas pueden controlar las elecciones pero no pueden solucionar la pesadilla que el imperialismo ruso ha creado en esa república. Las constantes incursiones nocturnas y los ataques arbitrarios contra civiles inocentes han sembrado desesperación y un odio ardiente contra el ejército ruso situado en Chechenia. Una periodista que durante los últimos años ha cubierto todas las elecciones en la república para el semanario Vlast, admitió que sólo en las últimas elecciones se dio cuenta de que “incluso aquellos que votaron al candidato del Kremlin, Aljanov, odian a Rusia tan enérgicamente como aquellos que no le votaron”. En una entrevista con algunas mujeres chechenas la noche electoral le dijeron que los comandantes rusos siempre encontrarían alguna razón para quedarse en Chechenia. “Sólo terminará [la guerra] cuando Putin quiera que acabe. Chechenia aquí no decide nada. Los chechenos quieren la paz”.

Las fuerzas rusas más que luchar contra terroristas como Basaev se dedican a intimidar a la población chechena, mientras el FSB (la nueva KGB) usa la violencia para poner a sus hombres en puestos clave, incluida Ingushetia. En lugar de debilitar las redes terroristas en Ingushetia, las medidas represivas del FSB han tenido el efecto contrario. Se ha intensificado la actividad terrorista en Ingushetia, sólo hace falta ver la atrocidad de Beslan.

Después de Beslan, Putin nombró a un apparatchik de confianza, Dmitri Kozak, como representante presidencial en el Cáucaso norte para coordinar el trabajo de las fuerzas de seguridad y mejorar la economía. Pero la economía no se recuperará.

Decenas sino cientos de miles de personas han sido asesinadas, muchas más están lisiadas y sufren la tensión de la guerra, las casas y la industria están en ruinas. Mientras continúe la guerra no es posible hacer ningún avance. Los burócratas hablan de mejorar la economía e incrementar los poderes de las fuerzas de seguridad.

La ocupación rusa es inseparable del enriquecimiento de los gángsteres con la venta del petróleo y el gas chechenos en el mercado negro. De acuerdo con cifras oficiales, ¡la producción de petróleo ahora es inferior a las 1,77 millones de toneladas que se extraían en 1917! El nivel actual de la producción es desconocido pero está claro que se ha producido un colapso de la producción y que ésta debe quedar en los bolsillos de unos pocos. La población vive en el infierno y sabe que en lugar de traer riqueza a la república, el alto precio del petróleo en el mercado mundial sólo ha fortalecido al presidente Putin.

El imperialismo ruso en el Cáucaso

En la segunda semana de septiembre se manifestaron en Vladikavkaz, Osetia del Norte, que tiene una población de 50.000 habitantes, numerosas personas para pedir explicaciones a sus dirigentes. Cuanto más arrogante es la burocracia mayor es el odio.

Se pidió la dimisión del gobernador Dzasokhov y para calmar a la población lo hizo, pero el Kremlin rápidamente le pidió que se quedara. Para los dirigentes públicos las promesas son baratas. Algunos días después, un grupo de madres cuyos hijos murieron en el secuestro de Beslan fueron a Vladikavkaz para ver a Dzasokhov, y descubrieron que en lugar de estar allí para reunirse con ellas, como había prometido, se había ido a Moscú a una reunión de la Federación Municipal. El mensaje estaba claro: ¡la reunión oficial es importante y ustedes no lo son! Esta es su manera de admitir que su poder procede del aparato estatal y no del apoyo popular.

La oposición espontánea a Dzasokhov es mucho más importante que una prueba temporal de emoción. Refleja la frustración con su liderazgo del período anterior. Dzasokhov era un líder local en la época del URSS y los periódicos informaban de personas que decían: “¡Dzasokhov traicionó a la URSS y ahora está traicionando a Osetia del Norte!” La cólera por lo ocurrido en Beslan fue un catalizador para expresar una actitud que tarde o temprano tenía que salir a la superficie, una actitud de desilusión con el capitalismo que sólo ha provocado guerra y un enorme desempleo.

Opiniones y procesos similares se pueden ver por todo el Cáucaso (sin contar Georgia donde la frustración con las autoridades llevó el año pasado al derrocamiento de Sheverdnadze). En Kalmykia, una república al norte de Daguestán, hubo protestas contra el fraude electoral del gobierno local. El presidente Kirsan Iliumzhinov, que también es el representante de la FIDE, Asociación Internacional de Ajedrez, utilizó el 21 de septiembre a la policía especial antidisturbios para dispersar una protesta organizada por el partido de la oposición. Según las autoridades judiciales fueron detenidas 100 personas. En una zona rural de Kabardino-Balkarii se congregaron 500 personas para exigir el final de la brutalidad policial después de que un joven musulmán fuera golpeado hasta la muerte durante un interrogatorio. Entre las consignas estaba la siguiente: “El MVD [ministerio de interior] es igual a los terroristas”.

Más recientemente en la república de Karachaevo-Cherkessa, Dmitrii Kozak tuvo una reunión de emergencia con las familias de hombres que han desaparecido, presumiblemente muertos, en un conflicto por el control de una fábrica de cemento que es propiedad de un diputado de Rusia Unida, el partido de Putin, y es además el yerno del presidente Mustafa Batdyev. Kozak se reunió con los familiares después de que asaltaran el parlamento y no lo abandonaron hasta que no les prometieron que se investigaría rigurosamente el caso. En todos estos ejemplos, en el mejor de los casos, hay una paz intranquila.

El último ejemplo, y quizás el más agudo, de la presión que tiene el Kremlin desde abajo son las elecciones presidenciales en Abjasia, una república que se separó de Georgia después de una guerra civil sangrienta. Como el nuevo presidente de Georgia, Saakashvili, se ha puesto como objetivo principal recuperar Abjasia y Osetia del Norte, después de las elecciones el gobierno de Abjasia ha estrechado lazos con Rusia para protegerse de Georgia. El presupuesto ruso ayuda a financiar las pensiones. También recientemente han renovado la línea ferroviaria que se inicia en Sochi (Rusia) y que atraviesa Abjasia.

La política rusa tiene apoyo. Los cinco candidatos presidenciales eran pro-rusos. Pero incluso aquí el Kremlin se impuso sobre un pueblo celoso de su independencia. Por toda la república se pegaron carteles del presidente Putin reunido con el anterior primer ministro, Raul Khadzhimba, en Sochi. Otras medidas de agitación incluían un concierto en el que actuaron músicos rusos y al que asistió Vladimir Zhirinovsky, vicepresidente de la Duma rusa, para anunciar que si los votantes no elegían al candidato pro-ruso entonces Rusia cerraría la frontera.

Estas tácticas autoritarias salieron mal porque no consiguieron impedir que los medios de comunicación rusos anunciaran que había ganado las elecciones Khadzhimba (otro político procedente de las filas del KGB) antes de que se hubieran contado todos los votos. En realidad Sergei Bagapsh, el candidato rival, había ganado la primera vuelta con una mayoría que superaba el 50 por ciento de los votos. El equipo electoral de Khadzhimba afirmó que los resultados habían sido manipulados (porque no habían sido manipulados a su favor) y dijeron que Bagapsh devolvería Abjasia a Georgia. El presidente ha nombrado un nuevo primer ministro (que hasta ahora era un burócrata en el gobierno ruso) para que tome las riendas mientras exista un vacío de poder y de este modo tener la posibilidad de introducir el estado de emergencia si aumenta la inestabilidad.

La comisión electoral declaró validos los resultados pero los seguidores de Khadzhimba los recurrieron. Asaltaron el tribunal supremo de la república después de que éste fallara a favor de Bagapsh y sólo se marcharon cuando se anunció una decisión a su favor a las tres de la madrugada. Durante el fin de semana también tomaron el parlamento por si acaso votaba en contra de Khadzhimba.

Muchos en Abjasia todavía tienen armas de la guerra civil. Esta inestabilidad es potencialmente explosiva pero eso no importa a las autoridades que son una camarilla de gángsteres desesperados por mantener el poder para proteger sus lucrativos vínculos con el capital ruso que está llegando a los centros turísticos de Gagra en el Mar Negro.

La volatilidad de la situación parece no preocupar al Kremlin cuando apoya a estas camarillas impopulares y que sólo fomentan el descontento. No es una casualidad que el Kremlin tenga relaciones con este tipo de personas porque es una tendencia orgánica que subraya la corrupción que caracteriza a toda la elite rusa. Los funcionarios del Kremlin sólo trabajan con aquellos con los que pueden identificarse.

Contradicciones dentro de los aparatos estatales

Ya sea en Abjasia, Chechenia o Rusia en general, las acciones del Estado tienen una influencia desestabilizadora. En los papeles, el Estado es más fuerte porque es el principal beneficiario del aumento de los ingresos estatales. Su prestigio va en aumento, pero por otro lado padece una crisis endémica. El propio Putin dio una idea general del nivel de corrupción en su discurso a la nación después de la tragedia de Beslan y que refleja un malestar más profundo con el capitalismo, cuyo parasitismo e inercia encuentra su expresión en la floreciente burocracia.

Hay una contradicción entre los recursos, el poder potencial del estado, sus métodos y objetivos. La psicología de las fuerzas de seguridad no provoca una reducción del terrorismo pero sí un aumento de la criminalidad. Los oficiales de policía utilizan sus posiciones para extorsiones monetarias, etc. El presidente puede, y lo hace, echar la responsabilidad a los que están debajo de él pero no ofrece una visión o habilidad política para desarrollar Rusia. Su lógica se expresa de una forma sencilla en la página web presidencial diseñada para llevar el mensaje a los niños. Putin tiene una página en la que se permite a los niños comparar su opinión con la del presidente. Nos enteramos de que según el presidente si dos niños pelean el culpable no es el que comenzó la pelea, sino el que la perdió, porque no se puede condenar al vencedor.

Este tipo de admisión abierta de que el “poder es lo correcto” satisface el ego de los altos burócratas pero repele a los trabajadores. Al mismo tiempo que las fuerzas de seguridad prosperan con el aumento del gasto, la confianza de la población en su trabajo ha caído desde la anterior crisis de los rehenes hace dos años en el teatro de Moscú. Esto es significativo porque demuestra que cada vez son menos los rusos que tienen ilusiones en los aparatos estatales ya que obviamente están siendo utilizados en interés de la propia burocracia.

El hecho de que el Estado no tenga ningún otra justificación para sus acciones, aparte de su monopolio del uso de la fuerza, explica su falta de ideología. Este defecto explica su falta de la cohesión y su alto nivel de corrupción. En otras palabras, esta debilidad ideológica es inherente a la debilidad organizativa. La verdadera razón por la que parecen tan fuertes las autoridades estatales no su vitalidad inherente, sino que es la ausencia de una oposición organizada. En el futuro el aparato del estado se enfrentará a un problema de orden diferente: la clase obrera, que es la fuerza más poderosa de la sociedad cuando está organizada y es consciente.

La debilidad de la izquierda

Por ahora no hay un movimiento de trabajadores fuerte. La razón de esto es la traición de la dirección del PCFR y los sindicatos. El odio al capitalismo no ha superado el escepticismo en el poder de la clase obrera y la desconfianza en las ideas socialistas. Este ambiente es inevitable después de una derrota y el colapso de al URSS fue una derrota terrible para la clase obrera. Este ambiente refleja la realidad de hace diez años más que las necesidad de hoy.

La tarea a la que se enfrentan los trabajadores y la juventud es reconstruir el movimiento comunista, empezando con los sindicatos y el PCFR, y esto fue obvio en la manifestación contra el terrorismo que se celebró en Moscú después de la tragedia Beslan. Las autoridades se unieron a la población normal con pancartas oficiales en las que se podían leer: “¡Presidente Putin, estamos con usted”! Parece que la solidaridad era con el presidente en lugar de con las víctimas y sus familias. La manipulación de la opinión pública no es tan sencilla como para conseguir lo que sugerían los artículos de los periódicos.

Cuando llegué del trabajo a las 5 de la tarde la impresión que tuve era que las autoridades estaban asustadas ante la posibilidad de que la demostración escapara a su control. Cuando llegaba a la Plaza Manezh había un mar de personas sin pancartas ni banderas rusas (los organizadores las repartían en la manifestación), nos fuimos, no por la Plaza Roja, algo que nos habría llevado a la manifestación en cinco minutos, sino por los laterales, y nos encontramos con una corriente de personas que llevaban pancartas y banderas rusas y que abandonaban ya la manifestación. A las cinco y media nos dijeron que la manifestación ya había terminado, y no a las siete como estaba previsto. “¿Para qué vinimos?” se preguntaba la gente, mientras que otras personas más enojadas gritaban a los policías: “¡Es una desgracia!” Era tan obvio que incluso la policía estaba de acuerdo. La confusión era total. Cuando nos íbamos llegaba otra oleada de personas.

La hostilidad hacia las campañas del Kremlin va en aumento. Expresa la frustración provocada por el vacío que existe en la izquierda y la ausencia de organizaciones con raíces en la clase obrera. Por otro lado, las acciones y el carácter del PCFR y los sindicatos pueden provocar la frustración de aquellos activistas que intentan radicalizarlos. La escisión en el PCFR después de su congreso de julio ha provocado luchas internas dentro del PCFR que ilustran lo alejado que está de la clase obrera.

En la reciente reunión del Comité Central del PCFR Gennadii Ziugánov admitió que en las elecciones regionales de este otoño se ha producido un giro a la izquierda. A pesar del aumento de votos en las elecciones a la Duma, el voto del PCFR ha caído en las proporciones del voto conjunto de la izquierda. El PCFR no está aumentando su popularidad intentando defender activamente los intereses de la clase obrera, sino que está ganando pasivamente gracias a la reacción contra los partidos pro-Kremlin, es decir, Rusia Unida y los demócratas liberales de Zhirinovsky.

Junto con la crisis del PCFR la debilidad de la izquierda se puede ver en el aumento de apoyo a Rodina, un partido populista que también apoya al presidente, y a partidos más pequeños como el Partido Agrario o el Partido de los Pensionistas. Estos partidos más pequeños también apoyan al presidente y podrían formar un bloque con Rodina para las próximas elecciones nacionales, permitiendo a la elite dominante tener un segundo partido en caso de que se desacredite aún más Rusia Unida. Esta perspectiva no es en absoluto segura pero si subraya el hecho de que el PCFR actualmente es incapaz de movilizar bajo su bandera los movimientos de oposición que han surgido este año.

La abolición de las concesiones presupuestarias a los discapacitados, veteranos y pobres provocó enormes protestas este verano y podrían desarrollarse más el próximo año cuando entren en vigor estos cambios. Los salarios reales han caído debido a la inflación y el aumento de la riqueza de los ricos han provocado huelgas en las provincias, y con frecuencia han terminado en victoria. El 20 de octubre tuvimos una huelga nacional de los trabajadores del sector público. Aunque las manifestaciones no fueron muy concurridas sin embargo si son sintomáticas de un cambio de la situación.

Por último, el 28 y 29 de octubre hubo protestas conjuntas de los liberales y el PCFR (con otros grupos de izquierdas) contra los cambios propuestos en el sistema electoral. La asistencia no fue demasiado grande. Según la prensa burguesa era la primera acción nacional conjunta e informaba que algunos manifestantes comunistas en Moscú todavía consideran a los liberales como enemigos. ¡Y tienen razón!

Por supuesto sería un error descartar la posibilidad de cierta colaboración con los liberales con el objetivo de sacar a la luz las escisiones dentro de la elite dominante. Sin embargo, las acciones actuales de la dirección del PCFR se centran más en las consignas democráticas formales de los liberales (elección libre de los gobernadores y otras cosas por el estilo) que en las reivindicaciones de clase que defienden los trabajadores. En otras palabras, parece que los liberales están explotando al PCFR, sus recursos y apoyo, para sus propios objetivos, en lugar de que el PCFR utilice a los liberales para socavar la autoridad de la clase dominante en su conjunto. Este es otro ejemplo de que la dirección del PCFR está actuando como una barrera para el desarrollo de una corriente de izquierda en lugar de ser su expresión organizada. Cuánto tiempo podrán resistir esta presión es otra cuestión.

Hay un límite para el tiempo que la dirección de una organización de masas puede contener a la clase obrera cuando ésta intenta buscar una expresión organizada. Las primeras protestas de masas podrían tener lugar fuera de las organizaciones de masas pero en determinado momento encontrarán un eco dentro de ellas. Esta es una etapa inevitable. La burocracia de la cúpula del PCFR intentará sofocar cualquier corriente radical, pero cuando ésta se convierta en un fenómeno de masas no podrá contenerla. El movimiento de masas en determinado momento tendrá inevitablemente un impacto dentro del PCFR. Tarde o temprano el cinismo de hoy se transformará en lucha y sacrificio. Los trabajadores se preguntarán: ¿si los hombres trajeados del Kremlin no respetan la constitución por qué debemos hacerlo nosotros?

A pesar de la aparente calma existente en la sociedad, debajo de la superficie se están preparando cambios bruscos que producirán saltos repentinos de la conciencia y explosiones de la lucha de clases.

3 de noviembre de 2004