La Oposición de Izquierda

0
227

La prensa burguesa internacional se ha hecho eco, a bombo y platillo, de la falsificación histórica que Stepháne Courtois ha tenido la desfachatez de perpetrar en su libro Los crímenes del comunismo, utilizando las purgas y asesinatos estalinistas como una “característica” propia del comunismo e igualándolo al holocausto nazi. La prensa burguesa internacional se ha hecho eco, a bombo y platillo, de la falsificación histórica que Stepháne Courtois ha tenido la desfachatez de perpetrar en su libro Los crímenes del comunismo, utilizando las purgas y asesinatos estalinistas como una "característica" propia del comunismo e igualándolo al holocausto nazi.

La falacia, el engaño y la burla que supone esta afirmación no tienen precedentes. Durante décadas la burguesía y el imperialismo callaron ante las purgas estalinistas. Ahora nos quieren hacer creer que Stalin era el heredero natural de Lenin y que se limitó a seguir las pautas marcadas por el Partido Bolchevique, antes, durante y después de la Revolución de Octubre. Pero los hechos son tenaces y la verdad se abre paso a pesar de la basura en la que intentan enterrarla.

Desde sus inicios, la historia del Partido Bolchevique se caracteriza por la existencia de polémicas, debates, corrientes, escisiones y reunificaciones. El propio Lenin era un brillante polemista, al que no sólo no asustaban las divergencias políticas, sino que era consciente de que la unidad del partido debía ser consecuencia del convencimiento político, a través de la discusión entre camaradas. "Que los sentimentales se lamenten y giman: ¡Más conflictos! ¡Más diferencias internas! ¡Aún más polémicas! Nosotros respondemos: jamás se ha formado una socialdemocracia revolucionaria sin continuo surgimiento de nuevas luchas". Las palabras dirigidas a Mijailosvky, "esta falta de unanimidad no revela la debilidad sino la fuerza de los socialdemócratas rusos", son bastante elocuentes de cómo entendía Lenin el desarrollo y el fortalecimiento del partido.

Pero no sólo en sus comienzos el Partido Comunista ruso se caracterizó por la más amplia democracia interna. Incluso en los momentos más difíciles, en momentos álgidos de la lucha de clases, las diferentes fracciones del partido airearon sus diferencias de forma pública y evidente. Así, Kámenev y Zinóviev, que se oponían a la insurrección de Octubre, a pesar de haber quedado en minoría en el Comité Central (CC), escriben su Carta acerca del momento actual, en la que se posicionan contra el levantamiento. El periódico menchevique de Máximo Gorki recoge la polémica y más tarde la prensa burguesa se hace eco de la misma. El CC, reunido el 21 de octubre, fuerza la dimisión de Kámenev, ¡al que permite asistir a la reunión que celebrará 4 días más tarde e incluso lo propondrá para presidir el Congreso de los soviets como representante del partido!

No cabe ninguna duda acerca de cómo trataban Lenin y Trotsky las diferencias dentro del partido por muy graves y profundas que éstas fueran. El 3 de marzo de 1918 el primer gobierno obrero de la historia se ve obligado a firmar una paz humillante con Alemania. Este tratado, firmado en Brest-Litovsk, va a provocar una grave crisis en el partido, que le llevará al borde de la escisión. El CC se divide entre los partidarios de "la guerra revolucionaria" y la propuesta de Trotsky de firmar la paz, que cuenta con el apoyo de Lenin.

A partir de esta decisión, en el seno del Comité Central se produce un agrupamiento que será conocido como los "comunistas de izquierda". Varios miembros del CC, entre ellos Bujarin, dimiten de todas sus funciones y recobran su libertad de agitación dentro y fuera del partido. Esta división recorre toda la organización bolchevique hasta el punto de que el comité regional de Moscú declara que deja de reconocer la autoridad del Comité Central hasta la convocatoria de un congreso extraordinario. ¿Cuál es la reacción de la dirección del partido? A propuesta de Trotsky, el Comité Central vota una resolución que garantiza a la oposición el derecho de expresarse libremente en el seno del partido, preparando la convocatoria de un congreso extraordinario.

La guerra civil y el peligro que corre la revolución zanjan la disputa. La oposición de los "comunistas de izquierda" concluye con la reintegración de los oponentes a sus funciones dentro del partido, luchando en todos los frentes contra la invasión imperialista que pretende ahogar en sangre la naciente revolución. Reflexionando sobre la crisis abierta, el propio Lenin, un año después, en plena guerra civil, declara que "la lucha que se originó en nuestro partido en el curso del año pasado ha sido extraordinariamente fecunda; ha suscitado innumerables choques serios, pero no hay lucha que no los tenga".

Medidas excepcionales

El nuevo Estado obrero se enfrenta a una tarea titánica. Los trabajadores en Rusia, un país atrasado, han sido los primeros en romper el orden capitalista. La reacción no se hace esperar. Los países imperialistas, aliados con las fuerzas reaccionarias rusas, inician una guerra civil con la invasión de 21 ejércitos. El gobierno de los soviets y el Partido Bolchevique -único garante de la continuidad del nuevo régimen- se ven obligados a tomar medidas excepcionales, para preservar el nuevo régimen a la espera de la revolución en los países más desarrollados, especialmente Alemania. Son precisamente estas medidas las que hoy agitan como fantasmas la burguesía y sus acólitos, entre ellos la pléyade de historiadores que, haciendo una falsificación burda de la historia, pretenden explicar que el Partido Bolchevique siempre había mantenido un régimen interno asfixiante, igualándolo al monstruoso aparato estalinista.

Estos historiadores acusan al Partido Bolchevique de imponer una dictadura debido a la restauración de la pena de muerte -vigente bajo el zarismo, abolida por la Revolución de Febrero, nuevamente puesta en vigor por Kerensky y de nuevo abolida por la Revolución de Octubre- y a las medidas de excepción tomadas durante la guerra civil. Y, sin embargo, todas y cada una de las medidas tomadas eran vitales para preservar Octubre. Jean Jaurés, en su Historia socialista, analizando la revolución francesa y las medidas llevadas a cabo por los jacobinos, comenta: "Cuando un país revolucionario lucha a la vez contra las facciones interiores y contra el mundo, cuando la menor vacilación o el más pequeño error pueden comprometer, durante siglos tal vez, el destino de un orden nuevo, los que dirigen esta colosal empresa no tienen tiempo para captar disidentes o para convencer a sus adversarios. No pueden otorgar demasiada importancia al espíritu de disputa o al de combinación".

Durante los treinta meses que dura la guerra civil, la única obsesión de los dirigentes bolcheviques es preservar el nuevo Estado obrero a la espera de la revolución europea. Fue necesario luchar con mano de hierro contra 21 ejércitos invasores, la reacción burguesa, la hambruna, la desmoralización y la devastación causada por cuatro años de guerra contra Alemania. Sin el Partido Bolchevique la restauración burguesa hubiese triunfado con su cohorte de terror y miseria.

El aislamiento y sus consecuencias

Lenin y el Partido Bolchevique siempre habían sido conscientes de los peligros y debilidades que suponía el aislamiento revolucionario en Rusia. Su objetivo nunca fue construir "el socialismo en un solo país", bien al contrario, la extensión de la revolución proletaria es vista como una necesidad prioritaria, precisamente para consolidar el nuevo Estado obrero. La atrasada economía rusa necesitaba de la potente economía occidental para superar sus contradicciones. De hecho, durante 1918 una ola revolucionaria recorre Europa. Por desgracia la clase obrera europea no disponía de la herramienta necesaria para cambiar el curso de la historia. La ausencia de un partido marxista revolucionario junto a la traición abierta de los dirigentes de la II Internacional, especialmente en Alemania, donde los dirigentes socialdemócratas participan de manera activa en el campo de la contrarrevolución, hace que 1918 sea un año negro para el proletariado internacional. No obstante el proletariado europeo intentará emular a sus compañeros rusos en diferentes ocasiones. Sin embargo, como demuestra el curso de estos procesos, el partido revolucionario no se crea de la noche a la mañana, es necesario que se pruebe y se fortalezca en los acontecimientos, ganando el respeto y la autoridad del movimiento obrero, como explica Trotsky en Lecciones de Octubre.

El fracaso de la revolución europea, la debacle económica y la desmoralización de la clase obrera rusa, agotada por 5 años de guerra, junto al descontento del campesinado, obligan al Partido Bolchevique a introducir toda una serie de medidas procapitalistas que se plasman en la Nueva Política Económica (NEP). Lenin y los bolcheviques siempre fueron conscientes de que la NEP significó un retroceso económico y político en relación a los objetivos de Octubre. Nunca ocultaron ni disfrazaron que era un paso atrás. Como Trotsky explicó en el XII Congreso del partido, "a nosotros nos quedó total y absolutamente claro que la Unión de Repúblicas Soviéticas tendría que continuar existiendo, quizá por bastante tiempo, en medio de un cerco capitalista". Había que preservar Octubre hasta que la correlación de fuerzas en Occidente cambiase el panorama internacional.

Paralelamente se inicia un proceso en el Partido Bolchevique que refleja los intereses divergentes de las diferentes clases, así como de la naciente burocracia. La guerra civil había devorado a los mejores cuadros comunistas. La mayoría de ellos habían muerto en el frente y otros habían sido desplazados de las áreas de responsabilidad por nuevos burócratas que provenían del antiguo régimen. Lenin es consciente de este proceso. De hecho, alarmado por el poder de Stalin ofrece a Trotsky una alianza para luchar contra el secretario general. Por desgracia, primero su enfermedad y luego su muerte truncan este proyecto.

La Oposición de Izquierda

La vida interna del partido se volvió asfixiante. El control del secretario general extiende sus tentáculos por toda la organización. Ya en el XII Congreso, Preobrazhensky denuncia el agravamiento de las prácticas autoritarias y la suplantación, a todos los niveles, del sistema de elección por el de recomendaciones. Kossior ataca a la "pandilla" de Stalin y denuncia la persecución a la que se ve sometido cualquier militante que se atreve a criticar a la dirección.

La publicación, con motivo de la derrota sufrida en Alemania en 1924, de Lecciones de Octubre, que pone de manifiesto los errores cometidos por Stalin, Zinóviev y Kámenev, desencadena la primera campaña de calumnias contra Trotsky. En 1925 Kámenev y Zinóviev pasarán a la Oposición, cuando Stalin proclama la viabilidad del socialismo en un solo país. La polémica sobre el nuevo rumbo económico que está tomando la URSS abre una división en la dirección que, más tarde, cristalizará en la plataforma de la Oposición de Izquierda (OPI). Esta se hace pública en agosto de 1927.

Trotsky y Preobrazhenski plantean entonces la necesidad urgente de que los planes quinquenales se orienten a acelerar la industrialización. Por su parte, Stalin apoya las tesis de Bujarin sobre la necesidad de seguir estimulando al kulak -o campesino rico- en la agricultura, posponiendo el desarrollo de la industria pesada y su planificación, aunque ello suponga "la construcción del socialismo a paso de tortuga". Como denuncia la Oposición, las previsiones económicas de Stalin y su camarilla suponen que en cinco años las inversiones netas del presupuesto del Estado para la industria se reduzcan de 200 a 90 millones de rublos.

Para la Oposición, la planificación y la industrialización son una cuestión de vida o muerte. "El desarrollo absoluto y relativo del capitalismo en el campo y su desarrollo absoluto en las ciudades, empieza a crear en los elementos burgueses del país una conciencia de su fuerza política. Estos elementos tratan de desmoralizar al núcleo de comunistas con que se ponen en contacto en su trabajo y en el trato social. La consigna dada por Stalin en el XIV congreso del partido ‘¡fuego a la izquierda!’ no puede por menos que provocar esta unión de los elementos derechistas del partido con los elementos burgueses del país" (La Oposición de Izquierdas en la URSS, Ed. Fontamara).

La Oposición es consciente de que las relaciones económicas, especialmente en el campo, tienen un carácter capitalista cada vez más marcado. La disparidad entre los precios agrícolas y los industriales (las llamadas "tijeras") y la acumulación de artículos alimenticios por parte de los kulaks provocan que durante el ejercicio económico de 1925-26, a pesar del rápido proceso de reconstrucción agrícola, la producción total de mercancías enviadas al mercado sea un 64% de lo enviado antes de la guerra. Al mismo tiempo el proceso de diferenciación capitalista en el campo se va agravando. Como denuncia la Oposición, el 15% de los propietarios acaparan el 50% de la tierra y los medios de producción, así como la distribución de las reservas de grano "el 58% de todo el grano almacenado del país se hallaba (el 1 de abril de 1926) en manos del 6% de los campesinos propietarios".

Las propuestas de la Oposición

Para la Oposición el peligro más grave está en las consecuencias que esta situación trae consigo. La política seguida por Stalin favorece de manera evidente el desarrollo del campo sobre la industria y esto es una amenaza de muerte para el Estado obrero. Ya Lenin explicó que "mientras sigamos siendo un país de pequeños campesinos, Rusia ofrecerá una base más sólida para el capitalismo que para el comunismo"; basándose en esta premisa, los oposicionistas plantean la urgencia de desarrollar la industria y, junto con ella, un proletariado capaz de participar y asumir las tareas de la construcción del nuevo régimen. "La posición material del proletariado del país debe ser fortalecida, tanto absoluta como relativamente (aumento del número de obreros ocupados, reducción del número de desocupados, mejoramiento del nivel material de la clase obrera y, en particular, ampliación de su vivienda para atender a las debidas condiciones de sanidad)".

Para conseguir estos objetivos, la Oposición plantea una serie de medidas que garanticen los medios económicos necesarios para el proceso de industrialización, además de potenciar las colectividades agrícolas, dotándolas de los medios adecuados para su desarrollo. Algunas de estas medidas son claramente elocuentes de los propósitos que persigue la Oposición:

1.- Aumento del presupuesto estatal en la inversión industrial, pasando de 500 a 1.000 millones de rublos en cinco años.

2.- Aumento de los impuestos a las empresas privadas hasta 150 o 200 millones de rublos, en lugar de los 5 millones que se gravaban entonces, a la vez que se aumentan las requisas de grano a los kulaks.

3.- Atacar el aumento de precios, especialmente el de los artículos de primera necesidad, no reduciendo su calidad, sino aumentando su producción, a la vez que "un aminoramiento de los gastos ‘accidentales’ y una disminución del aparato burocrático".

4.- Introducción del control de los trabajadores en la producción.

No obstante, la Oposición era consciente de la necesidad de acabar con los excesos burocráticos de Stalin y su camarilla, que habían llegado al extremo de plantear al Politburó una resolución sobre la obligación que tenía cualquier militante del partido de denunciar a la GPU -la policía política- sobre "cualquier actividad oposicionista de la que tome conocimiento".

La burguesía y sus historiadores han planteado la batalla de la Oposición como un enfrentamiento personal entre Trotsky y Stalin, acusando a Trotsky de pusilánime y de falto de decisión para tomar las riendas del Estado. Pero la batalla que se libró reflejaba intereses de clase antagónicos y cada uno de los contendientes era el producto de los intereses de esas clases. La Oposición se basaba en la defensa de los intereses de la clase obrera y la revolución, por encima de cualquier otra consideración, mientras que Stalin y su camarilla reflejaban los intereses de la contrarrevolución thermidoriana (Trotsky utilizaba este término para comparar la reacción estalinista con la reacción de Thermidor contra la fase jacobina de la Revolución Francesa). Para Trotsky, el desarrollo y fortalecimiento de la industria y del proletariado ruso eran indispensables para mantener las conquistas de Octubre hasta una nueva oleada revolucionaria que rompiera el aislamiento de la URSS. Stalin, por el contrario, se hacía eco de la nueva burocracia que pretendía mantener sus cuotas de poder y privilegios -reflejados en la teoría del socialismo en un solo país-, a la vez que favorecía los intereses de los kulaks y capitalistas rusos.

Pero los procesos tienen su propia dinámica. A pesar de la represión a los oposicionistas, los acontecimientos dieron la razón a Trotsky. Un año después de su expulsión del CC, la URSS no sólo no caminaba "a paso de tortuga hacia el socialismo" sino que cabalgaba hacia la restauración capitalista. La situación se volvió insostenible debido al acaparamiento de trigo por parte de los kulaks, que provocaron una situación de hambre generalizada en las ciudades, mientras la reacción capitalista tomaba posiciones relevantes, tal y como Trotsky había predicho. Las condiciones objetivas dentro y fuera de la URSS iban a inclinar la balanza hacia la reacción estalinista.

La respuesta de la burocracia

Stalin, asustado por la situación, da un giro de 180º. No obstante ha ido demasiado lejos en la burocratización del régimen, y en lugar de reconocer los errores cometidos, distorsiona el programa de la Oposición. Caricaturizando las propuestas de Trotsky, plantea una política ultraizquierdista de nacionalizaciones e industrialización, y apoyándose en el descontento de los trabajadores liquida al ala de derecha, con Bujarin a la cabeza, acusándola de contrarrevolucionaria. Un sector de la OPI ve en este giro una vuelta a los principios de Octubre y claudica ante Stalin. Sólo Trotsky es consciente de que este nuevo giro en la política de Stalin no refleja el deseo de una vuelta a Octubre, sino que es fruto de la necesidad de la burocracia de aplastar a la burguesía para mantener sus posiciones en el aparato del Estado ruso.

Al mismo tiempo Stalin profundiza su régimen de terror dentro y fuera del partido. Miles de oposicionistas son despedidos de sus trabajos, encarcelados y enviados a Siberia. No obstante la Oposición sigue denunciando las maniobras de Stalin tanto en la URSS como en la Internacional, especialmente los errores cometidos en China, que provocaron la derrota de la revolución de 1925-27 y la matanza de miles de comunistas chinos. Las palabras de Trotsky "seguiremos criticando el régimen estalinista mientras no logren cerrarnos la boca físicamente" son tristemente premonitorias. Stalin no va a permitir ninguna crítica y a los despidos, encarcelamientos y exilios sigue la aniquilación física. Miles de bolcheviques son fusilados con sus familias. La GPU comienza una caza de brujas sin parangón en la historia. Stalin desarrolla su guerra unipersonal contra todo aquello que recuerda Octubre, abriendo un río de sangre entre la burocracia y los bolcheviques. Los capituladores no corren mejor suerte. Kámenev, Zinóviev, Rádek… toda la vieja guardia se ve obligada a retractarse de sus posturas, para ser asesinada después. Las ideas de Lenin son hurtadas a los trabajadores y enterradas en una densa capa de falsificaciones y manipulaciones ¡en nombre del leninismo!

Trotsky, fue asesinado en 1940 por un agente de la GPU que acabó con su vida clavándole un piolet en la cabeza. No obstante dejó para las siguientes generaciones de marxistas un material valioso e inapreciable que Stalin no pudo destruir. Su Revolución Traicionada es hoy lectura obligada para aquellos que quieran comprender los acontecimientos que se han vivido en la última década en los regímenes estalinistas. La historia ha reivindicado la lucidez de su análisis, su comprensión de los procesos, su denuncia del papel parasitario de la burocracia y el colapso económico al que estaba encaminada la URSS bajo el estalinismo.

Trotsky siempre confió en la capacidad de la clase obrera para cambiar la sociedad. Los trabajadores no han dicho todavía su última palabra. Los escritos y aportes de Trotsky ayudarán al movimiento obrero a superar los obstáculos y arrojarán una nueva luz sobre las tareas del proletariado ruso e internacional.