La lucha de los saharauis, historia y perspectivas

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El presente artículo fue escrito hace ya casi tres años como parte de una discusión sobre la lucha del pueblo saharaui. Lo publicamos actualmente no sólo por el interés y vigencia de su análisis, sino también por los actuales acontecimientos que se están desarrollando en Marruecos.

El conflicto del Sahara Occidental es una cuestión importante para los revolucionarios del Magreb, no sólo desde el punto de vista teórico (teniendo en cuenta la importancia que el marxismo da al derecho de autodeterminación), sino también desde el punto de vista político y práctica (es imposible llevar a cabo las tareas de la revolución socialista en la región sin tener una comprensión internacionalista y marxista de la cuestión nacional).

Para abordar esta cuestión pensamos que es útil tener una visión más detallada de la historia del conflicto y la relación entre la lucha en el Sahara occidental con la lucha en el resto del Magreb. Esto subrayará más la idea de que el destino del pueblo saharaui también está determinado por los intereses del imperialismo y que aunque consiguieran la independencia (algo extremadamente improbable), en realidad sólo significaría estar encadenados a una u otra potencia imperialista.

El colonialismo español

Los primeros contactos europeos con el Sahara occidental llegaron en el siglo XV a través de Castilla y Portugal. Ninguno de estos países hizo un esfuerzo real para establecer una presencia colonial permanente y se limitaron a establecer puertos comerciales en la costa, principalmente basados en el comercio de esclavos.

El interés real en el Sahara occidental no se renovó hasta el siglo XIX, en el momento de la gran “pelea por África” de las diferentes potencias imperialitas europeas. En 1894 el Congreso de Berlín comenzó a imponer las reglas para la división de África. En diciembre del mismo año, el gobierno español proclamó un protectorado sobre los territorios de Río de Oro, Angra de Cintra y la Bahía de Occidente, y en 1885 se fundó un asentamiento en Dakhla al que se llamó Villa Cisneros. Las fronteras del Sahara español se dibujaron en una serie de tratados franco-españoles en el período que fue hasta 1912. España reivindicó la posesión de Río de Oro, Saguia el-Hamra y el protectorado español del sur de Marruecos, con un área total aproximada de 112.000 kilómetros cuadrados. Sin embargo, España era demasiado débil para ocupar la zona del desierto que se le había asignado y hasta 1916 Villa Cisneros fue el único puesto avanzado español de la región. En 1916 España tomó el control de Tarfaya y más tarde, en 1920, formó un tercer asentamiento en la punta más al sur en el territorio llamado La Guera.

En ese momento la población de la región estaba formada por una serie de tribus que eran consideradas por ellas mismas y las tribus vecinas como el ahel es-sahel (la población del litoral). Su principal actividad económica era el nomadismo pastoral, aunque también practicaban el comercio con las tribus vecinas. Esta era una sociedad muy primitiva y su limitada base económica no permitía la existencia de mucha diferenciación social. Estaban organizados en tribus (qabila) que regulaban sus asuntos a través de una asamblea (djemaa) de los jefes de las familias más distinguidas, éstas a su vez elegían al sheik del grupo. En la tribu la asamblea o djemaa era conocida como el Ait Arbit o consejo de los cuarenta, éste se reunía en tiempos de guerra o crisis grave.

Las condiciones tan duras del desierto no permitían el establecimiento de ningún gobierno o ley supra-tribal. Las formas más desarrolladas de organización sólo surgieron en el sur, en lo que se conoce como Mauritania, donde se establecieron algunos estados supra-tribales débiles a partir del siglo XVII.

Como hemos visto, hasta 1934, los españoles se limitaron a establecer su presencia en tres puestos avanzados en la costa, pero no intentaron ir tierra adentro. Como resultado, toda la región bajo dominio español se convirtió en un santuario de fuerzas nómadas luchando contra el avance francés en Mauritania, Marruecos y Argelia. En ese momento, era una lucha unificada de todas las tribus nómadas. Por ejemplo, el sheik saharaui Ma el-Ainin, en 1910 intentó derrocar al débil sultán alauita, Moulay Hfid de Marruecos, que estaba colaborando con los colonialistas franceses. En este momento, todavía no existía una clara conciencia nacional separada en las tribus en el Sahara y su lucha tenía el objetivo de conseguir la liberación de Marruecos del colonialismo y sus títeres. Las fuerzas de el-Ainin fueron derrotadas por las tropas francesas.

Finalmente, en 1934, las fuerzas francesas del Marruecos francés, Argelia y África occidental francesa y las fuerzas españolas, llevaron a cabo una operación conjunta para sofocar la resistencia. Francia obligó a España a ocupar algunos puntos estratégicos en el interior para evitar que el territorio fuera utilizado como una base para las incursiones contra las áreas ocupadas francesas del Magreb.

Aún así, el Sahara español permaneció como una colonia casi olvidada con escaso valor económico para la metrópolis. La razón principal para mantener la presencia era contrarrestar el dominio francés de la región y para proteger las Islas Canarias y las ricas aguas pesqueras situadas entre estas islas y la costa saharaui. En 1952 sólo había 216 funcionarios, 24 teléfonos y sólo asistían 366 niños a la escuela en todo el Sahara español. Los ahel es-sahel continuaron su vida nómada. Los colonos españoles les gobernaron utilizando sus propias estructuras qabila tradicionales de los sheiks. Como en muchos otros lugares, los imperialitas españoles para implantar su dominio utilizaron las estructuras tribales que eran ampliamente democráticas.

La lucha contra el colonialismo

El período que llevó hasta la independencia de Marruecos en 1956, de nuevo estuvo caracterizado por la lucha conjunta en la región contra el colonialismo francés y el español. El Jaich at-Tahir (Ejército de Liberación) luchaba en lo que hoy es Marruecos y algunas partes de Argelia, el Sahara occidental y Mauritania. Las tribus saharauis luchaban por la liberación de Marruecos.

Al ganar la independencia, los imperialistas franceses se atuvieron, y apoyaron, a la recién establecida monarquía de Mohamed V para mantener el control sobre los recursos naturales del país. Pero primero tuvieron que sofocar en 1957 las revueltas en la región norteña del Rif y también aplastar los remantes del Ejército de Liberación que se negaban a unirse a las recién formadas Fuerzas Armadas Reales (FAR), que se basaban principalmente en los territorios españoles del sur de Marruecos y el Sahara. Era tal la fuerza de estas guerrillas que durante 1957 los españoles tuvieron que retirarse de un puñado de fortalezas en la costa e incluso tuvieron que abandonar Smara.

Este movimiento realmente era una amenaza para el proceso de descolonización “controlada” que los imperialistas franceses habían previsto para Marruecos, y además se añadía a sus problemas en Argelia, región que querían mantener a toda costa. De este modo, en febrero de 1958, con una operación conjunta franco-española -llamada Ecouvillon- en la que participaron 14.000 soldados y 130 aviones, finalmente, aplastaron el movimiento de resistencia en colaboración con las FAR de Mohamed V. En realidad, después de aplastar este último punto focal de resistencia -abril de 1958-, fue cuando los españoles estuvieron de acuerdo en entregar el sur de Marruecos español al régimen de Rabat.

A principios de los años sesenta se inició una profunda transformación socioeconómica en el Sahara español, y que sirvió para cambiar la naturaleza del movimiento saharaui. En 1942 se habían descubierto los yacimientos de fosfato en la región, pero el reconocimiento serio y el principio de su explotación no comenzaron hasta 1962. Los yacimientos de fosfatos del territorio en aquella época se estimaban en 10.000 millones de toneladas, con yacimientos particularmente ricos en Bou-Craa. En 1975, después de que los colonialistas españoles hicieran inversiones importantes, la producción alcanzó los 2,6 millones de toneladas anuales.

Estos cambios económicos a su vez llevaron a una rápida urbanización de la sociedad saharaui, la mayoría de la población abandonó la dura vida nómada y se asentó en las principales ciudades. Muchos de ellos tomaron empleos asalariados mientras que otros se convirtieron en comerciantes. Algunos cambiaron el pastoreo nómada por la agricultura sedentaria. En 1974, el 55 por ciento de los saharauis registrados en el censo de ese año, vivían en las tres principales ciudades (Villa Cisneros, El Aiun y Smara), de un total de 73.497 saharauis censados. Sin embargo, el censo español de 1974, que más tarde fue la base del prometido referéndum de autodeterminación, en realidad “omitió” a un gran número de saharauis que se habían asentado fuera de las fronteras artificiales -impuestas colonialmente- del Sahara español. En esa época debía haber al menos 75.000 ahel es-sahel en el sur del Marruecos español, el norte de Mauritania y el suroeste de Argelia.

El nacimiento del POLISARIO

En cualquier caso, el paso de la vida nómada a las áreas urbanas provocó el ascenso de un nuevo movimiento nacionalista basado en las nuevas capas de clase media, particularmente muchos estudiantes saharauis que habían ido a la universidad en el extranjero y que estaban influenciados por las ideas dominantes antiimperialistas y también por el estalinismo.

Se formó una pequeña organización clandestina a finales de los años sesenta llamada Organización de Liberación de Saguia el-Hamra y Oued ed-Dahab. El principal líder de la organización era Mohamed Sidi Ibrahim Bassiri, miembro de la tribu Reguibi que había estudiado en Marruecos, Egipto y Siria. El movimiento fue aplastado por la Legión Extranjera española que abrió fuego sobre los manifestantes nacionalistas en El Aiun en junio de 1970. Cientos de personas fueron arrestadas y el principal dirigente, Bassiri, lo más probable es que fuera asesinado por las fuerzas españolas.

El siguiente intento de reorganizar el movimiento anticolonialista vino de nuevo de los estudiantes, principalmente en Marruecos, pero también en Mauritania. Se formó un núcleo de estudiantes militantes saharauis en Rabat en 1971-72. Estaban claramente influenciados por las ideas radicales de la época y dominantes entre los estudiantes universitarios de Marruecos. Una década después del inicio del proceso descolonizador en África, estaba claro para muchos estudiantes pequeño burgueses que el camino elegido por los nuevos gobernantes africanos no iba a resolver los problemas reales de las masas. A pesar de toda la retórica sobre el “socialismo africano” y el “socialismo árabe”, estos países se habían convertido en regímenes bonapartistas burgueses, extremadamente represores contra cualquier oposición de la clase obrera. La nueva generación cada vez se sentía más atraída por el estalinismo, y particularmente su variante maoísta, que era vista como una alternativa más radical. La situación era realmente peor en Marruecos donde el régimen estaba bajo el control férreo de la monarquía.

En Marruecos surgieron varias organizaciones maoístas entre los estudiantes y prácticamente consiguieron el control del movimiento estudiantil, que jugó un papel crucial en la huelga general contra el monarca alauita. Algunos de los fundadores del POLISARIO fueron militantes de estas organizaciones. De esta forma, cuando finalmente se fundó en 1973 el Frente Popular de Liberación de Saha el-Hamra y Río de Oro (POLISARIO), se trataba de una organización guerrillera estalinista clásica que combinaba el objetivo de liberar el Sahara de los colonialistas españoles con la creación de una “República Democrática Árabe”. En realidad, al principio, para ellos el objetivo de liberar el Sahara era visto como parte de la “revolución árabe” que se suponía sería anti-imperialista, anti-sionista y también contra los gobernantes feudales y reaccionarios de los países árabes, y que esto llevaría a la unificación de la nación árabe. Por esta razón los fundadores del POLISARIO tenían estrechos contactos y recibieron el apoyo de Libia. También intentaron conseguir el apoyo de diferentes organizaciones nacionalistas en el propio Marruecos, con poco éxito. Esta era la primera vez que el movimiento nacionalista en el Sahara adoptaba el objetivo de crear un Sahara independiente, en lugar de la lucha conjunta contra el imperialismo en Marruecos y, en menor grado, en Argelia y Mauritania. En ese momento concreto, la lucha por la integración en el régimen monárquico marroquí claramente no era muy atractiva. A pesar de eso, los fundadores del POLISARIO originalmente concibieron un Sahara independiente como un paso adelante hacia un Magreb unido, como parte de la lucha por la revolución en la región. Sin embargo, si en lugar de adoptar una visión nacionalista de su lucha, la hubieran vinculado con la lucha general contra la reaccionaria monarquía marroquí, encabezada por los trabajadores, campesinos y estudiantes marroquíes, habrían hecho una importante contribución al movimiento revolucionario en Marruecos, a fin de cuentas, es la única garantía respeto a sus derechos nacionales.

El Gran Marruecos

Mientras, tanto Marruecos como Mauritania, tenían pretensiones en el Sahara español. Inmediatamente después, Marruecos consiguió la independencia de Francia en 1956, el partido nacionalista Istiqlal declaró que la tarea de liberar el país no se había terminado y que no se terminaría, hasta que todo el territorio histórico del Imperio Alauita fuera libre. Esto significaba una región que incluía la mayor parte del Sahara argelino, el noroeste de Malí, Mauritania e incluso una parte de Senegal. Las actuales fronteras que separan el Sahara occidental, Mauritania, Argelia y Malí son artificiales y fueron impuestas por el imperialismo francés y español. En realidad, en un mapa podemos ver que son líneas rectas que no siguien ningún criterio nacional o geográfico, sólo la división de áreas de influencia entre las diferentes potencias coloniales. Este realmente es el caso en la mayoría de las fronteras africanas.

Sin embargo, la naciente burguesía marroquí representada por Istiqlal estaba menos interesada en la integridad del territorio nacional, que en encontrar una forma útil de unificar todo el país (a pesar de los intereses de clase) en una empresa nacional común para conseguir desviar la atención de las masas de sus problemas sociales. El rey Mohamed V, todavía en el proceso de consolidación su poder, no era capaz de aprovechar el fervor nacionalista y por lo tanto adoptó la causa del Gran Marruecos. De este modo, Marruecos se negó a reconocer Mauritania cuando este país consiguió la independencia en 1960. En ese momento, la idea de la integridad territorial no era aceptada por todos los sectores del movimiento nacionalista. El ala más radical e inclinada a la izquierda, representada por Ben Barka, que en 1959 se escindió del Istiqlal para fundar las Fuerzas Populares de la Unión Nacional (UNFP), rechazaba explícitamente la idea de un Gran Marruecos, defendía la independencia de Mauritania y se opuso a la guerra contra Argelia en 1963. Las principales organizaciones obreras de la época, el Sindicato de Trabajadores Marroquíes (UMT). El Partido Comunista, adoptaron la misma posición, siguieron la política criminal estalinista de las dos etapas, exactamente la misma política que el Istiqlal (y por extensión que la monarquía) e incluso criticaron al rey por reconocer en 1970 a Mauritania. En ese momento la cuestión del Sahara occidental simplemente se planteaba como una de las luchas contra el colonialismo español y por la incorporación de su territorio a Marruecos.

Otra razón poderosa de la clase dominante marroquí para seguir con las pretensiones del Gran Marruecos era el temor a que el espíritu del movimiento de liberación argelino, que tenía un lenguaje más a la izquierda e incluso “socialista”, se extendiera a Marruecos y llevara directamente al derrocamiento de la monarquía. De este modo, en 1963, apenas un año después de que Argelia consiguiera su independencia, Marruecos entró en guerra con su vecino en la breve Guerra de la Playa de las Arenas.

Por otro lado, Mauritania quería evitar que el Sahara occidental cayera en manos marroquíes, ya que eso daría al beligerante régimen marroquí 980 millas de frontera en el desierto y difícil de proteger. Además, la mayor parte de la frontera entre Mauritania y el Sahara español seguía la estratégica línea ferroviaria del mineral de hierro del que dependían el 85 por ciento de las exportaciones de Mauritania.

A pesar de las pretensiones marroquíes sobre el Sahara español, la monarquía alauita no hizo ningún movimiento serio durante más de una década y utilizó el conflicto principalmente como un arma de negociación. Un claro ejemplo de esto fue la desbandada del Frente de Liberación del Sahara (FLS) patrocinado por Marruecos, después de que Marruecos consiguiera arrebatar a España el pequeño enclave de Ifni. Después el rey Hassán II tendría excelentes relaciones con la dictadura de Franco en España.

En 1974, el régimen español tenía serias dificultades en casa. Se estaba abriendo una situación pre-revolucionaria con una acción de masas de la clase obrera y la amenaza de derrocamiento de la débil dictadura que abría el camino para la transformación socialista. La clase dominante española estaba aterrorizada. Temía los efectos que tendría en la situación española una guerra de guerrillas en el Sahara. El ejemplo de la revolución portuguesa de ese año, desencadenada en parte por las desastrosas guerras coloniales en Angola y Mozambique, estaban aún fresca en su mente cuando decidieron anunciar un referéndum de autodeterminación para el año 1975.

Desde el principio de los años sesenta, España había seguido dos estrategias diferentes en el Sahara occidental. Por un lado, un sector del gobierno de Franco, representado por Carrero Blanco, quería mantener una presencia colonial indefinida y estaba convencida de la lealtad hacia España de la población local, gracias a la modernización que habían introducido. De este modo, formaron un partido político saharaui moderado, el Partido de la Unidad Nacional Saharaui (PUNS). Otro sector del régimen, más fuerte entre los militares, quería un proceso de descolonización controlado por una fuerza pro-española que pudiera controlar los recursos naturales de la región, principalmente las minas de fosfato y las ricas aguas pesqueras. Ambas estrategias coincidían en la necesidad de crear una identidad saharaui separada para adelantarse al movimiento pro-marroquí.

La crisis revolucionaria de Marruecos

Pero esto no era aceptable para el régimen marroquí. La monarquía había atravesado una serie de crisis importantes, con movimientos y huelgas de masas y había sufrido dos intentos de golpe de estado en 1971/72. La oleada de luchas populares en Marruecos comenzó en 1965. La represión de las manifestaciones estudiantiles del 22 de marzo, provocó una insurrección en Casablanca al día siguiente, rápidamente se extendió a las principales ciudades del país. El movimiento sólo fue sofocado después del asesinato de cientos de personas por el ejército, más de 3.000 fueron arrestados, el parlamento disuelto y se declaró el estado de emergencia. La represión no terminó con el movimiento de masas, en el cual los estudiantes jugaron un papel clave, pero que también implicó un movimiento huelguístico militante cada vez mayor. En 1968, 7.000 mineros de Khouribga fueron a la huelga, fue una lucha amarga y heroica. En el invierno de 1970/71 hubo insurrecciones campesinas en Gharb, Sous, Haouz y otras regiones. En 1971, la dirección sindical reconoció que habían perdido el control de la situación y que no podían canalizar la oleada huelguística, en la que participaron los mineros de Khourigba, los trabajadores del textil de todo el país, etc., En marzo de 1973 comenzaron rebeliones armadas en Khenifra (Atlas Medio) y Goulmina (Atlas Superior). Simultáneamente, la monarquía se enfrentó a dos intentos de golpe militar en 1971 y 1972.

La combinación de toda una serie de factores provocó una situación muy explosiva. Una década después de la independencia, el país estaba gobernado de una forma autoritaria por la monarquía y las demandas sociales urgentes de las masas no estaban satisfechas. La grave crisis económica y la política económica del régimen -que significa una enorme transferencia de riqueza desde los trabajadores y campesinos al rey- empeoraban aún las cosas. Entre los jóvenes también existían otros factores que ejercían influencia: la derrota de los palestinos en la guerra de 1967 provocó una dura crítica contra los regímenes árabes burgueses y pequeño burgueses; las escisiones en el movimiento nacional palestino con la formación del FPLP y el DFLP, bajo la influencia de las ideas del maoísmo y la Revolución Cultural; la oleada mundial de radicalización estudiantil después de la huelga general francesa en 1968. Todos estos factores tuvieron su impacto en el pensamiento político de Marruecos. En 1970, tanto el UNFP como el PLS (el nuevo nombre del Partido Comunista) sufrieron importantes escisiones de izquierdas entre sus juventudes que giraron hacia al maoísmo con la formación de Ila al Amam y el Movimiento 23 de Marzo. El propio UNFP también estaba influenciado por las ideas radicales del maoísmo.

Hassán II necesitaba urgentemente utilizar la carta nacionalista para desviar la atención de las masas, y al mismo tiempo, asegurar el control de Marruecos sobre la riqueza del Sahara occidental. En realidad, todos los partidos y organizaciones de Marruecos, de derechas y de izquierdas, adoptaron la idea oficial del régimen considerando la cuestión de la “integridad nacional de Marruecos”. Esto incluía a las Fuerzas Populares de la Unión Nacional (UNFP), y el Partido Comunista, que, siguiendo la teoría de las dos etapas, optaron por la posición más rastrera, seguir la política del rey en cada uno de los temas hasta el punto de cambiar su nombre dos veces por la presión de palacio.

La única organización que se negó a unirse al coro de chovinismo nacional fue la maoísta Ila al Amam (Adelante), que defendía el derecho de autodeterminación de los saharauis. Esto es importante porque la organización tenía la mayoría en la más poderosa organización de estudiantes universitarios (UNEM) y ciertos puntos de apoyo en el movimiento sindical. El otro ala del movimiento maoísta, el Movimiento 23 de Marzo, adoptó la posición contraria y justificó el movimiento marroquí en el Sahara desde el punto de vista de la revolución nacional. Abraham Serfarty, un ingeniero minero despedido por apoyar la de mineros, era uno de los principales dirigentes del movimiento Ila al Amam. Fue arrestado en 1974 y juzgado en 1977 acusado de alta traición. En 1991 fue expulsado del país y se le quitó la ciudadanía marroquí. Finalmente, hace unos años, regresó al país y el rey lo puso en un puesto oficial destinado a supervisar las actividades de exploración petrolera en el país. La organización 23 de Marzo finalmente se convirtió en un partido legal llamado Organización por la Acción Popular y Democrática (OADP), que ahora participa en la farsa legal que es el sistema parlamentario marroquí. El éxito de la estrategia del rey en reunir a toda la nación detrás de la monarquía llevó al aplastamiento de las organizaciones revolucionarias de la época.

La crisis del Sahara occidental y la Marcha Verde

Para maximizar la presión sobre España, Hassán II recuperó las pretensiones sobre los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, comenzó hostigando a los barcos pesqueros españoles e incluso creó una guerrilla saharaui pro-marroquí, el Frente de Liberación y Unidad (FLU) que comenzó a ataques a través de la frontera a principios de 1975. Además, Marruecos firmó un tratado secreto con Mauritania, que implicaba la partición del Sahara occidental entre los dos países.

El régimen español, extremadamente debilitado por una oleada revolucionaria en el Estado español, no podía resistir la presión de Marruecos y no tenía una política clara. Quedó claro que el prometido referéndum de la ONU nunca se celebraría, ya que el régimen marroquí estaba dispuesto a invadir el país mientras que España no estaba dispuesta a defender con las armas la celebración del referéndum. En estas condiciones, el PUNS colapsó, y con él, la estrategia española de una solución controlada.

En este momento, el régimen español acariciaba la idea de llevar al poder al POLISARIO, el principal objetivo era mantener alguna clase de influencia sobre los recursos naturales del Sahara occidental después de la independencia. España y el POLISARIO intercambiaron prisioneros y comenzaron las discusiones sobre la transferencia de poder.

Finalmente, el problema llegó en julio de 1975 ante el Tribunal de Justicia Internacional de la ONU, y éste declaró que las pretensiones marroquíes sobre el Sahara occidental no eran válidas. En respuesta, Hassán II anunció una Marcha Verde formada por 350.000 musulmanes dispuesta a reclamar la “integridad territorial” de Marruecos.

Como siempre ocurre, las decisiones de la ONU no tienen ningún poder real ya que no están dispuesta a defenderlas con la fuerza. El desafío marroquí llegaba en el peor momento para el régimen de Franco. El movimiento de masas en España cada vez era más fuerte y entonces, el 17 de octubre, el general Franco entró en una enfermedad terminal, murió finalmente el 20 de noviembre.

El régimen español no tenía más opciones, lo último que necesitaba era una guerra con Marruecos, y bajo la presión de Francia y EEUU, firmó un acuerdo secreto con Hassán II. A cambio del Sahara occidental, Marruecos mantendría silencio sobre Ceuta y Melilla, España aseguraba sus intereses pesqueros en las costas marroquíes y saharauis, mantenía el 35 por ciento de la explotación de fosfatos y conseguiría una compensación por el restante 65 por ciento. La Marcha Verde en realidad fue un ejercicio limitado ante el cual el régimen español había llegado a un acuerdo para evitar un nuevo conflicto.

La retirada española

España retiró sus tropas y tanto Marruecos como Mauritania enviaron las suyas. La ocupación de Marruecos de su parte del Sahara fue tan brutal como el aplastamiento de la rebelión del Rif en 1957. Marruecos terminó con la parte del león, incluidas los ricos yacimientos de fosfatos de Bou-Craa y las dos principales ciudades: Smara y El Aiun. Mauritania recibió una franja árida de desierto que incluía la tercera ciudad: Villa Cisneros. En el período de transición precio a la llegada de las tropas marroquíes y mauritanas, el POLISARIO ocupó muchos de los asentamientos más pequeños y fue capaz de mantenerlos durante meses. Pero finalmente, tuvieron que salir al exilio en Argelia, al campo de refugiados de Tindouf.

Argelia veía la expansión de Marruecos como una amenaza para su propio territorio y apoyó con entusiasmo las fuerzas del POLISARIO desde el principio. Esto también era parte de la Guerra Fría entre EEUU y la Unión Soviética. El secretario de estado Henry Kissinger lo dejó claro al decir: “EEUU no permitirá otro Angola en el flanco oriental del océano Atlántico”. El entonces embajador estadounidense en Marruecos dijo en sus memorias que esa era la posición de EEUU y que la ONU no hizo nada para impedir el triunfo de Marruecos en el Sahara occidental, una tarea, observó “que pasé la página con un éxito nada insignificante”.

El régimen marroquí era el aliado más fiel y valioso del imperialismo occidental en la región, mientras que el régimen de izquierdas de Argelia recibía el apoyo de la Unión Soviética. Sin embargo, merece la pena observar que la política exterior de la Unión Soviética siempre estuvo determinada por la defensa de los intereses inmediatos de la burocracia estalinista y no por los intereses de la revolución mundial. No querían ningún conflicto directo con los intereses del imperialismo estadounidense y cada vez que un régimen estalinista llegada al poder en algún país, eran bastante reticente a dar apoyo a no ser que se enfrentaran a un hecho consumado. En realidad, ni la Unión Soviética, ni ninguno de los países del Este, reconoció la República Árabe Democrática Saharaui, declarada por el POLISARIO en 1976 después de la salida de las tropas españolas.

El exilio de las fuerzas del POLISARIO, y con ellas 50.000 saharauis, significó el principio de una larga guerra. La primera fase dela guerra estuva dirigida principalmente contra Mauritania. El pequeño ejército del país estaba completamente extendido teniendo que defender un inmenso territorio de 400.000 kilómetros cuadrados. Las incursiones del POLISARIO llegaron a la misma Mauritania, en un par de ocasiones llegaron a la capital -Noukchott-, e interrumpieron la minería de hierro de la que depende Mauritania.

El imperialismo francés llegó en ayuda del régimen mauritano, e incluso Marruecos envió a 9.000 soldados para defender el país. La guerra llevó a una profunda crisis económica en el país que empeoró con la caída de los precios del hierro en los mercados mundiales y el aumento de los precios del petróleo. Además, la guerra era muy impopular entre los moros mauritanos que eran la mayoría de la población y consideraban la guerra fratricida. Finalmente, en julio de 1978, un golpe militar, combinado un movimiento de masas en las calles, derrocó al régimen mauritano. El nuevo Comité Militar por la Reconstrucción Nacional firmó un acuerdo de paz con el POLISARIO dándole la parte mauritana del Sahara occidental. Aquí tenemos un claro ejemplo de cómo la única victoria significativa conseguida por el POLISARIO en esta guerra se consiguió no con métodos militares, sino por un proceso revolucionario en Mauritania. Sin embargo, cuando Mauritania evacuó su parte del Sahara occidental, las tropas marroquíes rápidamente se instalaron.

La guerra continuó durante unos cuantos años sin que ninguna de las partes tuviera una superioridad decisiva. En 1980 el ejército marroquí comenzó a construir un muro defensivo en el desierto para impedir que el POLISARIO realizara incursiones en el Sahara occidental, particularmente en el norte, donde se encuentran los yacimientos de fosfato de Bou-Craa. Este muro alcanzó los 2.700 kilómetros y protegía la mayor parte de la frontera del Sahara occidental.

Las grandes potencias

Durante la duración de la guerra, EEUU apoyó a Marruecos, pero al mismo tiempo siempre intentó mantener relaciones abiertas con Argelia. Después de los primeros años de fervor revolucionario en el que no estaba claro si el régimen argelino iba a eliminar completamente el capitalismo y convertirse en un régimen de bonapartismo proletario, el país había quedado a salvo para el capitalismo y allí consiguió importantes negocios lucrativos. Esta es la razón por la cual la mayoría de los países occidentales implicados intentaron, por un lado, apoyar y armar a Marruecos en el conflicto (después de todo Marruecos era su principal aliado) y, por otro lado, una política de puerta abiertas hacia Argelia (intentaban hacer negocios). Pero en última instancia, en todos los momentos cruciales, se posicionó al lado de Marruecos. De este modo, mientras que el Partido Socialista Francés reconocía al POLISARIO, mientras en el gobierno a principios de los años ochenta, continuaban suministrando armas al régimen marroquí. Una situación similar ocurrió en España donde el partido gobernante de derechas, la UCD, reconocía al POLISARIO en 1979, como también lo hizo el Partido Socialista, pero los gobiernos de ambos partidos todavía tenían buenas relaciones con el régimen asesino de Hassán II era mucho más importante.

La monarquía marroquí siempre ha sido uno de los principales aliados del imperialismo estadounidense en el mundo árabe y Marruecos ocupa una posición estratégica muy importante en la puerta hacia el Mediterráneo. EEUU tuvo bases militares en el país hasta 1963, y después mantuvo facilidades de comunicación para la armada estadounidense. En 1982 Marruecos firmó un acuerdo facilitando el tránsito para la Fuerza de Despliegue rápido de EEUU en las bases aéreas marroquíes, que fueron utilizadas plenamente durante la Guerra del Golfo de 1991. La monarquía alauita también prestó servicios valiosos al imperialismo estadounidense y francés en África en sucesivas intervenciones en el Zaire, empujando la línea imperialista de acuerdo entre los países árabes e Israel en el mundo árabe, etc., La Unión Soviética, a pesar de tener estrechos vínculos con el régimen argelino, también firmó acuerdos con Marruecos, que entre otras cosas aseguraban el acceso a los fosfatos marroquíes. La Guerra Fría entre la Unión Soviética y el imperialismo estadounidense jugó un papel en el conflicto, sobre todo durante los primeros años de la guerra, pero esto siembre fue sobrepuesta en el conflicto argelino-marroquí por la hegemonía del Magreb.

Libia

El régimen libio de Muhammar el Gadafi apoyó al POLISARIO al principio de la guerra, como parte de sus esfuerzos para extender la “revolución árabe”. Pero en 1984, Libia decidió que la revolución no era necesariamente la forma más efectiva de conseguir su marca particular de la unidad árabe, y dejó de apoyar al POLISARIO y llevó a un “acuerdo de unidad” con Maruecos. Este era principalmente un eje anti-Argelia. Libia se resintió del veto argelino a su entrada en al tratado magrebí de “paz y concordia”, que fue firmado en 1983 entre Argelia, Túnez y Mauritania. Libia también tenía pretensiones territoriales sobre una franja de tierra de la frontera del Sahara con Argelia. Con su acuerdo con Marruecos, Gadafi también quería impedir que el rey Hassán enviara tropas en ayuda del régimen del Chad en su batalla contra Libia apoyaba los rebeldes. De todo el episodio de abandono de Libia del POLISARIO y las razones de su alianza con Marruecos, se puede sacar dos principales conclusiones. En primer lugar, que la legalidad de las fronteras artificiales dejadas atrás por el colonialismo (especialmente el colonialismo francés) no se puede superar por ningún régimen árabe de la región, ni siquiera los más nacionalistas, a pesar de que todos ellos pretenden lealtad al principio de la unidad del Magreb. Esta es una tarea democrática que sólo puede cumplirse como parte de la lucha por el socialismo. En segundo lugar, que para los diferentes regímenes del Magreb, la lucha de los saharauis es sólo una pequeña moneda de cambio utilizada en sus relaciones entre ellos, y que incluye al régimen argelino.

Las relaciones Argelia-Marruecos

En Marruecos y Argelia siempre ha existido un fuerte sentimiento de que sus pueblos fueron arbitrariamente divididos por el imperialismo francés y español. Una de las primeras organizaciones nacionalistas de Argelia se llamada Estrella del Norte de África (Etoile nord-africaine). Cuando Francia finalmente tuvo que dar la independencia a sus protectorados marroquí y tunecino a mediados de los años cincuenta, el Frente de Liberación Argelino (FLA) puso bases en ambos países, y muchos marroquíes y tunecinos dieron su vida luchando hombro a hombro con sus hermanos y hermanas argelinos. La mayoría de esta primera generación de dirigentes nacionalistas claramente se adhirieron al idea de un Magreb unido e independiente.

Después de que Argelia consiguiera la independencia, el sentimiento era que el proceso revolucionario no debía terminar hasta que fuera derrocada la monarquía semi-feudal marroquí, que estaba colaborando con el imperialismo. El presidente de Argelia, Houari Boumediene, lo expresó de la siguiente forma: “Nuestros hermanos marroquíes piensan, en esencia, que nos han ayudado a liberarnos de Francia, ahora tenemos que ayudarles a liberarse de la monarquía feudal que les ha vendido a occidente”. De este modo, la monarquía marroquí se sintió inmediatamente amenazada por las ideas revolucionarias que emanaban de Argelia (reforma agraria, lenguaje anti-imperialista, extensión de la nacionalización en la economía, socialismo árabe, etc.). En 1963 el rey lanzó una breve guerra contra Argelia. Es importante observar que los partidos de derechas en Marruecos, el más destacado el Istiqlal, apoyaron a palacio y recuperaron sus ideas de un Gran Marruecos, mientras que la izquierda del UNFP se oponía a la guerra. El líder del UNFP, Ben Barka, en el exilio argelino, denunció “la agresión contra la revolución argelina por parte de una monarquía feudal”. La dirección del UNFP fue arrestada y Ben Barka fue secuestrado y asesinado dos años más tarde en París por agentes marroquíes con la colaboración de los servicios secretos franceses. La monarquía marroquí también tenía la posibilidad del surgimiento de un movimiento nacionalista de izquierdas dentro del ejército, que siguiera el modelo de la revolución argelina aliándose con el UNFP. Este temor no era infundado, ya que el intento de golpe de 1971 tenía el objetivo de establecer la “República Popular de Marruecos”.

Con los años, el conflicto entre Marruecos y Argelia dejó de ser un conflicto entre dos modelos ideológicos diferentes. El fervor revolucionario del régimen argelino progresivamente fue desapareciendo, primero en 1965 con el golpe contra Ben Bella y, particularmente, después de la muerte de Boumediene, junto con la recesión de su economía. La revolución argelina no representaba ya una amenaza seria para la monarquía marroquí. La guerra de Marruecos con el POLISARIO se había convertido en algo costoso y prácticamente invencible en la medida que Argelia apoyaba a los saharauis. El rey Hassán II tuvo que mantener un enorme ejército superior a los 140.000 hombres en el desierto del Sahara para contener a los 10.000 hombres armados del POLISARIO. La financiación de la guerra se estaba convirtiendo en un peso insoportable para la economía marroquí. Según algunos cálculos el coste era de un millón de dólares diarios.

En los años ochenta ambos regímenes se enfrentaron a disturbios de masas de los pobres contra el aumento de los precios de comestibles básicos, la ausencia de empleo, etc., Estos fueron particularmente violentos en Marruecos en 1981 y de nuevo en 1984. Todos estos factores llevaron a un acercamiento de los dos países. La primera cumbre diplomática entre los dos países desde el principio de la guerra tuvo lugar en 1983 y de nuevo en 1987. En 1988 reiniciaron las relaciones diplomáticas normales y, en 1989, Argelia y Marruecos, junto con Libia, Mauritania y Túnez fundaron la Unión del Magreb Árabe (UMA). Más adelante, el comienzo de la guerra civil en Argelia en 1992, después de que los fundamentalistas del FIS consiguieran la mayoría en las elecciones municipales, debilitó aún más la decisión de los generales argelinos de apoyar al POLISARIO.

Esto, obviamente, era mucha presión para el POLISARIO. Después de veinte años de guerra en el desierto se dieron cuenta de que aunque pudieran someter a una fuerte tensión al ejército marroquí, no había forma de ganar la guerra. Y si Argelia retiraba su apoyo, entonces su destino estaba sellado. La estrategia del POLISARIO de atenerse al apoyo de diferentes regímenes en la región (Libia y Argelia) y la guerra de guerrillas, no ha conseguido ninguno de sus objetivos. Por encima de esto, en el período que llevó al colapso del estalinismo, el POLISARIO poco a poco abandonó cualquier mención al socialismo o la revolución, y cada vez estaba más implicado en esfuerzos diplomáticos para asegurar un resultado positivo de su lucha.

En 1986 empezaron las conversaciones bajo los auspicios de la ONU y en 1998 ambas partes llegaron al acuerdo de un plan de paz. Parecía que no había obstáculos para un acuerdo negociado. Ha habido dos principales factores que han impedido que éste tenga lugar. Por un lado, todos los países y potencias implicados en el conflicto quieren asegurarse el control sobre las ricas reservas de fosfatos en el Sahara occidental y las zonas pesqueras de su costa. Por otro lado, la monarquía marroquí se ha basado tanto en la explotación de los sentimientos nacionalistas de la población que hacer concesiones ahora en la cuestión del Sahara sacudiría los cimientos de todo el régimen y probablemente llevaría a su derrocamiento.

¿Referéndum?

En 1991 se firmó un acuerdo que incluía la retirada parcial de las tropas marroquíes y el encierro de las restantes en sus barracones, un regreso gradual de los refugiados saharauis de los campos de Tindouf, el envío de una fuerza observadora de la ONU (MINURSO) y, finalmente, un referéndum sobre la autodeterminación que se debía celebrar en 1992. Diez años después no se ha celebrado el referéndum, e incluso la ONU dice ahora que no se celebrará. ¿Qué ha ocurrido mientras?

La estrategia del POLISARIO durante este proceso del referéndum una vez más se basó en la diplomacia. Quería separar a EEUU de Francia y conseguir alguna clase de independencia a cambio de conceder acceso al imperialismo estadounidense a sus recursos naturales. En realidad, la bancarrota de la dirección del POLISARIO llegó a tales niveles que intentaron convencer a EEUU de que ¡lo mejor para que la monarquía marroquí siguiera en el poder era precisamente concederles el Sahara occidental! Estarían dispuestos a aceptar el dominio dictatorial del reaccionario régimen marroquí sobre millones de sus hermanos y hermanas para conseguir la independencia formal en la que serían agentes locales del imperialismo estadounidense. Esta es una posición similar a la que adoptado últimamente el PKK con relación a Turquía. Pero esta postura realmente es el resultado de la visión nacionalista pequeño burguesa que ha tenido el POLISARIO desde su creación en 1973.

Además de su oferta al imperialismo estadounidense, los dirigentes del POLISARIO también presentaron una cara más moderada y comprometedora ante la clase dominante española, insinuando un trato preferencial sobre los recursos minerales y aguas pesqueras. Desgraciadamente para ellos, en el esquema general, Marruecos es mucho más importante para el imperialismo que cualquier concesión sobre el Sahara.

El principal obstáculo sobre la cuestión del referéndum era el censo de la población con derecho a voto. Según el acuerdo de paz los que tienen derecho a voto serían aquellos que pudieran demostrar estar incluidos en el censo español de 1974 o que fueran descendientes de aquellos que lo estaban. Marruecos se dio cuenta de que si ese era el único criterio utilizado, el referéndum tendría un masivo voto a favor de la independencia y así comenzó una serie de maniobras para bloquear el proceso. Ante todo, argumentaba que el censo de 1974 no era una base válida porque el 45 por ciento de los saharauis no estaban censados en el censo de 1974 porque se habían quedado fuera de los límites del Sahara español. La mayoría de éstos se habían integrado en Marruecos y lo más probable es que votasen contra la independencia. Obviamente, Marruecos presentó esta objeción no por un interés en la democracia, si no como una maniobra para asegurar que el referéndum tuviera un resultado favorable.

Durante todo el proceso de identificación del voto, la actitud de la ONU y de EEUU fue muy clara a favor de Marruecos. En 1995, el enviado estadounidense del MINURSO, Jack Rudy dimitió en protesta por la descarada actitud pro-marroquí de toda la operación MINURSO. Justo antes de su salida como secretario general de la ONU, Pérez de Cuellar, de repente amplió el criterio para ser incluido en el censo electoral. Ahora, todos los miembros de las 88 sub-fracciones de las 10 tribus registradas en el censo español de 1974 deben ser incluidas, incluso si no estaban directamente registradas en el centro. El siguiente problema fue cómo identificar a los que tenían derecho al voto. El POLISARIO insistía en que sólo fueran válidos los únicos documentos originales emitidos por las autoridades coloniales españolas y, sólo en casos excepcionales, el testimonio oral de los sheiks que dirigen las 88 sub-fracciones. Marruecos insistió en que los documentos escritos publicados por Marruecos también serían válidos.

La actitud de ambas partes no estaba motivada por principios democráticos de ningún tipo, sino para intentar conseguir un censo electoral favorable para ellos. La cuestión de los derechos de los 100.000 marroquíes que han colonizado el Sahara occidental durante los últimos 25 años no se puede resolver sólo con decir que ha sido instrumentos políticos para Marruecos. Es verdad pero, ¿sería democrático negarles todos los derechos democráticos como ha ocurrido en las recientemente independientes repúblicas bálticas donde a la población de origen ruso se le ha negado sus derechos políticos?

Farsa y retraso

El proceso de identificación de votantes se ha convertido en una farsa, donde ambas partes presentan e impugnan sheiks. Finalmente, en 1997 ambas partes firmaron el acuerdo de Houston que significaba acelerar el proceso de identificación y suavizar los puntos de controversia. James Baker, el antiguo secretario de estado estadounidense, fue nombra Enviado Especial de la ONU para el Sahara occidental. El nombramiento de un peso tan pesado de la diplomacia estadounidense era una señal de que Washington quería un acuerdo. EEUU tenía interés en Argelia, quería acceder de una forma u otra a los recursos naturales del Sahara y en general, estaba interesado en la estabilidad en la región. Pero esto sólo se podría conseguir en la medida que no alteraba fundamentalmente su principal y aliado más valioso, Marruecos. Los dirigentes del POLISARIO en realidad creían en la “buena voluntad” de los representantes estadounidenses. El jefe de la organización, Mohamed Abdel Asís dijo en 1997 que “Baker es un hombre capaz y valeroso” y “ha dicho claramente durante su encuentro con Bush que EEUU respetará la ley internacional y la defenderá”. ¡De la lucha guerrillera a la diplomacia del “nuevo mundo” en sólo 23 años!

En 2000, el MINURSO había conseguido identificar 86, 381 votantes de un total de 147.249 solicitantes. De éstos, 40.000 pertenecían a los campos de refugiados del POLISARIO en Argelia y Mauritania, el resto son saharauis que viven en el Sahara occidental que probablemente votarán por la independencia. El régimen marroquí veía claramente que perdería si se celebraba el referéndum basándose en este censo. Entonces, presentaron apelaciones por los 79.000 electorales rechazados, más 65.000 miembros de las tribus que viven en Marruecos (sólo 2.000 de ellos han sido aceptados como votantes). Esto hace un total de 130.000 solicitudes que sería, en el mejor de los casos, un proceso que duraría tres años. Claramente el plan del referéndum está hecho jirones.

En febrero de 2001 el POLISARIO había tenido ya suficiente con todo el proceso y anunció que si el rally París-Dakar atravesaba el territorio del Sahara occidental sin su permiso, reiniciaría las hostilidades. Su anuncio reflejaba la enorme frustración entre los saharauis en los campos de refugiados después de diez años de espera del referéndum prometido. Pero a última hora, cuando los luchadores ya estaban en sus posiciones dispuestos a reiniciar la guerra, la presión de Argelia obligó a los dirigentes del POLISARIO a retirarse y suspender la ofensiva. Este incidente refleja muy bien la situación en la que se encuentran los dirigentes del POLISARIO después de más de 20 años de guerra de guerrillas. Son rehenes de su anfitrión, el régimen argelino, un régimen que ya tiene suficientes problemas internos propios y que no tiene intención de añadir más a esa nueva fase de la guerra con su vecino oriental. Subrayar el creciente aislamiento del POLISARIO, su representante en Nouakchoot ha sido expulsado en febrero de 2000 por el gobierno mauritano después de que fuera acusado de peder su neutralidad.

También es importante observar que el régimen argelino, en el que se basan los dirigentes del POLISARIO, ahora es bastante diferente al que surgió inmediatamente después de la revolución argelina. El régimen de Boumedienne era un régimen nacionalista burgués, que tenía un cierto prestigio revolucionario, que utilizó la fraseología revolucionaria y que introdujo toda una serie de reformas en la economía. Al final, el régimen bonapartista argelino chocó con los límites del capitalismo. Con la crisis económica de los años ochenta el régimen perdió popularidad y estallaron revueltas. El fracaso de la izquierda basada en el nacionalismo burgués provocó el ascenso del fundamentalismo islámico en los años noventa. Ahora, el atractivo del fundamentalismo en Argelia se ha agotado y ya no es un vehículo para expresar la rabia de la población. La insurrección en la Kabilia en la primavera y el verano de 2001, marcó el principio de una nueva oleada de movilizaciones de los trabajadores y jóvenes que luchan contra el régimen de los generales argelinos, firmemente comprometido con la política del FMI de privatización y recortes del gasto social. El movimiento sufrió una dura represión. Con todos estos cambios y las luchas sociales en Argelia, los dirigentes del POLISARIO han guardado silencio, no han hecho ninguna crítica de la política del régimen argelino. ¿Qué otra cosa podían hacer? Dependen del apoyo de Argelia para su propia existencia. En realidad, se han convertido en aliados leales del régimen capitalista asesino, que es odiado por su propio pueblo y tiene que recurrir a la represión desnuda para mantenerse en el poder.

Las Naciones Unidas finalmente reconocieron que deberían haber dejado las cosas claras desde el principio: el referéndum no se celebrará a menos que quiera Marruecos. En un informe de junio de 2001, Kofi Annan recomendó al Consejo de Seguridad la congelación de todo el proceso para estudiar una nueva propuesta: un período de cinco años de autonomía limitada y poder compartido, al final del mismo, se celebraría el referéndum sobre la estatus final del territorio. Las elecciones a un ejecutivo tendrían lugar inmediatamente sobre la base de los 86.000 electores identificados y después de cinco años podrían votar a todos los ciudadanos que viven en el territorio.

El POLISARIO rechazó inmediatamente este plan, conocido como la Tercera Vía, consideraba que era una farsa y demandó la celebración de un referéndum tomado como base el primer acuerdo. Dentro de Marruecos hay diferentes opciones. Algunos sectores del régimen, incluido el ex – dirigente maoísta Abraham Serfaty, estaban a favor de la propuesta, pensando que en última instancia, la propuesta sería útil para los intereses de Marruecos. Otros se opusieron, temiendo que cualquier concesión a la cuestión del Sahara tuviese un efecto desestabilizador.

El principal problema para los dirigentes del POLISARIO es que no ven otra alternativa: o aceptan lo que se les da, o regresan a la guerra, y en esta ocasión no contaría con el apoyo de Argelia. Esto sería un completo desastre. No sólo esto, sino que al mismo tiempo que se propuso la Tercera Vía, las Naciones Unidas anunciaron que a su agencia para el refugiado se le había agotado el dinero y los fondos para los campos saharauis en Tindouf. Este era un mensaje claro de la ONU, si no aceptaban la propuesta se arriesgaban a perder todos los fondos para los campos. La prensa del POLISARIO en junio de 2001, rechazó el plan de la Tercera Vía, una clara señal de la ineficacia de su dirección. Su prensa está llena de quejas amargas y llamamientos a la “legalidad internacional” y a “todos aquellos que se preocupan por el respeto de la justicia y la ley”, “denunciar el vergonzoso juego de Marruecos y su aliado Francia” y “ayudar a salvar la legalidad internacional y la paz”:

¿Partición?

La negativa de Argelia y el POLISARIO a considerar la propuesta de la Tercera Vía, llevó directamente al último informe de la ONU en febrero de 2002. Este es un documento muy interesante, escrito de una forma directa y sincera, algo inusual en los papeles diplomáticos de este tipo. El documento describe con detalle la situación actual del proceso y concluye: “es poco probable que el plan propuesto, en su forma actual, pueda ser llevado a la práctica de una forma rápida, también es poco probable encontrar una solución duradera, larga y consensuada a la controversia sobre el Sahara occidental”. Es decir, el referéndum no se va a celebrar. El secretario general de la ONU continúa y dice que hay cuatro opciones posibles. La primera opción sería continuar con el plan acordado y seguir con el referéndum. Pero “Marruecos ya ha expresado que no está dispuesto a continuar con el plan acordado; la ONU no sería capaz de celebrar un referéndum justo y libre con resultados que pudieran ser aceptados por ambas partes y en cualquier caso no habría un mecanismo para aplicar los resultados de tal referéndum”. El último punto resaltado es muy importante y destaca la diferencia entre el Sahara occidental y Timor oriental. Lo que admite la ONU es que Marruecos tiene la fuerza militar para evitar la celebración del referéndum y para que no se implanten los resultados, por lo tanto, la ONU no puede hacer nada en esta cuestión. Todas las conversaciones sobre la “legalidad internacional” han quedado claramente al descubierto. En otras palabras, como los representantes de la ONU dijeron a los dirigentes del POLISARIO, “no podéis comparar esta situación con Timor oriental, porque aquí no está Australia dispuesta a intervenir”.

La segunda supondría la revisión de la Tercera Vía. La ONU no es muy optimista ante esta perspectiva, pero tiene la ventaja de que “haría posible reducir el tamaño el MINURSO”. En realidad, el informe está escrito bajo la presión de EEUU que piensa que se ha gastado demasiado dinero en la misión de la ONU sin conseguir ningún resultado y que ha llegado el momento de poner fin a la farsa e impedir que los burócratas de la ONU gasten más tiempo y recursos.

La tercera opción es una nueva propuesta que implica una partición del Sahara occidental que seguiría más o menos las mismas líneas que la partición de 1976 entre Marruecos y Mauritania, sólo que ahora el POLISARIO tendría el control de la parte mauritana. Esta no es una mala oferta para Marruecos que mantendría la mayor parte de los fosfatos y dos de las tres principales ciudades del territorio. La oferta también agradaría a Argelia que ganaría un vecino amistoso con acceso al Atlántico. El POLISARIO podría verse obligado a aceptar estas migajas de la mesa de las grandes potencias por temor a no conseguir nada en absoluto. En realidad, el mismo informe de la ONU menciona que en la opción de James Baker (el enviado de la ONU) “Argelia y el POLISARIO estarían dispuestos a discutir o negociar una división del territorio como una solución política”. Tanto Argelia como los dirigentes del POLISARIO han dicho públicamente que rechazan esta opción, pero probablemente son declaraciones de cara a la galería o para conseguir una mayor parte del pastel. Esta solución también beneficiaría a los intereses españoles porque dejaría en manos del POLISARIO la parte más rica de los bancos pesqueros del Sahara occidental. España siembre ha estado en conflicto con Marruecos en esta cuestión y el POLISARIO ya ha manifestado que estarían de acuerdo en llegar a un acuerdo con España.

La cuarta opción supone reconocer el fracaso total de la ONU y “aceptar de esta forma que, después de más de once años y después de gastar… casi 500 millones de dólares, la ONU no ha solucionado ningún problema del Sahara occidental”.

Lo que podemos ver claramente es el completo fracaso de la estrategia del POLISARIO y su política de los últimos 25 años. Su política durante el período de alto el fuego en realidad es una continuación lógica de su política durante la guerra, es decir, una visión puramente nacionalista que necesariamente se basa en el apoyo de un país u otro. Ahora, ningún país está dispuesto a apoyarles de una forma seria, a pesar de los intentos de la dirección del POLISARIO para venderse a los intereses de EEUU o España.

La única política que tiene sentido es regresar a la unidad de lucha que existía en los años cincuenta, e incluso antes, entre las fuerzas que lucharon contra el imperialismo y sus agentes locales en la forma de la monarquía alauita de Marruecos. Sólo uniendo los intereses de los saharauis a los de sus hermanos y hermanas en Marruecos y Argelia, pueden conseguir respeto para sus derechos nacionales. La situación en ambos países es explosiva. Lo que se ha descrito como la insurrección popular en Argelia de 2001, y la situación en Marruecos, contiene los mismos elementos que iniciaron el movimiento en Argelia. La monarquía ya no es tan fuerte como antes de la muerte de Hassán II, y se ha visto obligada a poner al “socialista” USFP en el gobierno. Su economía sufre una severa crisis que obliga a cientos de miles de marroquíes a emigrar a Europa.

La única solución realista sería la lucha revolucionaria basada en el propio Sahara occidental, y en las universidades marroquíes donde están los estudiantes saharauis. Esta lucha debería basarse en la lucha por el empleo, el pan y la democracia, ya que no bastan sólo los derechos nacionales para poder llegar a las masas de trabajadores, campesinos y jóvenes de Marruecos, que son los únicos que realmente pueden derrocar la monarquía reaccionaria alauita que les oprime tanto a ellos como a los saharauis.

Otro punto que parece claro, es que antes de la guerra no existía una identidad nacional separada del pueblo saharaui y ninguna aspiración de independencia. Ahora sí, ha aparecido después de más de 20 años de guerra brutal y represión de la población saharaui en el Sahara occidental. Esto es algo a tener en cuenta. Pero también debe estar absolutamente claro a la hora de explicar a los saharauis que la única salida y la forma de ganar el respeto por sus derechos nacionales, es a través de la lucha revolucionaria de las masas en Marruecos bajo la dirección de la clase obrera.

Un referéndum

Algunos han preguntado qué posición deberían adoptar los marxistas en el caso de que la ONU convoque un referéndum sobre la autodeterminación de los saharauis. En primer lugar, ya hemos establecido las razones por las que está prácticamente descartado el referéndum. En segundo lugar, si el referéndum se celebrara la posición de los marxistas no debería limitarse a elegir entre la independencia o la integración en Marruecos. En tal situación, el deber de los marxistas sería explicar claramente la realidad de la situación. Deberíamos decir, mirad lo que ha ocurrido en Timor oriental, no confiéis en las Naciones Unidas. Si los resultados del referéndum son favorables a la independencia seguramente Marruecos no permitiría su implantación y se impondría por la fuerza de las armas. ¿Quién defendería a los saharauis? ¿Las Naciones Unidas? Eso es una broma. Deberíamos insistir en la idea, una vez más, que la única forma de que los saharauis consigan sus objetivos es formando una alianza con la clase obrera marroquí. Incluso en el caso improbable de que se creara un Sahara independiente, al final quedaría en manos de una u otra potencia imperialista. Eso es lo que los marxistas debemos decir a los saharauis si se enfrentaran a un referéndum.