Dentro de la izquierda se ha producido un debate muy intenso sobre la conveniencia o no de participar en la próxima pelea electoral. Algunos grupos están llamando abiertamente al boicot de la misma con el argumento de que participar en ella significa colaborar con los planes de Duhalde y la burguesía argentina, desviando la atención de las masas que se mueven hacia una salida revolucionaria Dentro de la izquierda se ha producido un debate muy intenso sobre la conveniencia o no de participar en la próxima pelea electoral. Algunos grupos están llamando abiertamente al boicot de la misma con el argumento de que participar en ella significa colaborar con los planes de Duhalde y la burguesía argentina, desviando la atención de las masas que se mueven hacia una salida revolucionaria.
¿Boicot o participación?
Para cualquier trabajador con conciencia de clase es cuestión de ABC que un cambio de gobierno no significa un cambio real en la sociedad. Lo que se necesita no es un cambio de Presidente o de ministros sino un cambio fundamental en la sociedad, una revolución social a través de la expropiación de la tierra, los bancos y las grandes empresas que dominan la economía y que realmente deciden el destino de millones de personas.
Sí, todo esto está bastante claro para decenas de miles de activistas obreros y de la izquierda. Pero, lamentablemen- te,no está todavía suficiente- mente claro para millones de personas en Argentina que buscan desesperadamente una salida a la crisis. Por un lado, detestan a los políticos que los traicionaron. Por el otro, en ausencia de una perspectiva inmediata y clara de cambio revolucionario, al menos una parte de las masas, de mala gana, mirarán las elecciones como un tipo de solución a sus problemas más acuciantes o, si no una solución, al menos alguna mejora. Verán las elecciones como un medio de golpear a los que están en el poder y sustituirlos por otro gobierno, basándose en que "no puede ser peor que lo que ahora tenemos". Sabemos que la lógica de este argumento no es demasiado acertada. Pero el problema es que, por el momento, las masas no ven otra lógica. Este es particularmente el caso porque, después de un año de dura lucha, no tienen a la vista una solución revolucionaria.
Como regla general, la única situación en la que tendría un sentido defender el boicot electoral es cuando estamos en una situación de prescindir del parlamentarismo burgués para introducir un sistema democrático más elevado, es decir, un gobierno de los trabajadores, el poder obrero. ¿Hoy estamos en esa situación en Argentina? No, todavía no estamos en esa situación. Pensamos que la tarea objetiva de los activistas de izquierda y de la vanguardia de los trabajadores aún no es la conquista del poder, porque no tenemos fuerza para hacer esto. Nuestra tarea es conquistar a las masas. Todavía estamos en la etapa de organizar a las masas, de realizar una campaña amplia de propaganda y agitación y ganarlas para la idea de la toma del poder. Es verdad que en los últimos doce meses la lucha ha sido colosal. Pero todavía hay que hacer mucho más, particularmente ganar a la clase obrera organizada.
De ahí que, en esta fase, creemos que es conveniente utilizar lo más ampliamente posible cada resquicio y oportunidad de plantear las ideas revolucionarias ante las más amplias capas de la población. Y eso también incluye la participación en las elecciones.
¿Qué programa debemos defender?
¿Qué se supone que debe defender la izquierda en estas elecciones? Desde nuestro punto de vista hay que comenzar explicando que unas elecciones (sean para Presidente de la nación o sean para Diputados) no resuelven nada, mientras los que decidan el destino de nuestras vidas (los banqueros, empresarios y terratenientes) sigan al mando de la sociedad.
Necesitamos trabajo, viviendas, un salario decente, educación y atención sanitaria digna y una jubilación con la que se pueda vivir, pero los capitalistas no nos pueden asegurar nada de esto. Tendríamos que explicar que sí hay una alternativa. Si los beneficios de empresarios, banqueros y terratenientes, que suman decenas de miles de millones de pesos fueran destinadas a resolver estas cosas, sí podríamos empezar a solucionar los problemas sociales.
Por eso hay que defender la expropiación de los grandes bancos, empresas, monopolios y estancias, sin compensación. Con eso sería suficiente. Y la otra condición es que estos recursos (el 80% de la riqueza de la nación) estuvieran administrados democráticamente por toda la población, y no en manos de capitalistas, funcionarios y políticos burgueses corruptos, como ocurrió hasta ahora.
Por eso habría que proponer que se formen, a imitación de las asambleas barriales, comités de trabajadores en cada empresa, lugar de trabajo y hacienda agrícola; y asambleas de vecinos en los barrios, para controlar y administrar estas riquezas del pueblo. Organizando estos comités y asambleas en cada centro de trabajo y barrio, y estando coordinados a nivel local, provincial y nacional, mediante delegados elegibles y revocables dentro de su ámbito en cualquier momento, sí sería posible planificar armónica y democráticamente todos los recursos de la nación para salir de la barbarie que nos rodea.
Incluso acontecimientos exteriores, como fue la victoria de Lula en Brasil, que millones de trabajadores, no sólo en Brasil, también en la Argentina, identificaron con la posibilidad de un cambio real en las condiciones de vida de las familias trabajadoras, también habría ayudado enormemente a una candidatura común de la izquierda.
Cuando, frente a las posturas boicotistas de otros compañeros, nosotros proponemos participar en estas elecciones es para que la izquierda defienda y explique ESTO, y no otra cosa.
¿Está mal aprovechar la campaña electoral para defender lo que aquí se propone? ¿No pegaría más y mejor nuestro mensaje en una campaña pública .donde la atención de millones de trabajadores y jóvenes va a estar concentrada en lo que dice cada candidato y en qué alternativas plantea? ¿No podríamos organizar actos de decenas de miles de personas en todo el país, incorporando de esta manera a nuevas capas a la lucha por este programa revolucionario? ¿No podríamos aprovechar para denunciar, de paso, la demagogia, las mentiras y la hipocresía del resto de candidatos burgueses, ya que si no participamos en esta campaña electoral esta misma denuncia tiene un eco muchísimo más pequeño?
El argumento de que, frente a las elecciones presidenciales, sí está justificado en cambio presentarse para Diputado, gobernador, legislador o intendente es puro cretinismo parlamentario, es idealizar las instituciones y las formas parlamentarias burguesas ¿Acaso no están también convocadas estas últimas por la misma dirigencia política podrida, corrupta y asesina? ¿Qué es lo que cambia? Lo fundamental, como explicamos antes, es aprovechar la campaña electoral, en todos los casos, para hacer llegar nuestro mensaje a masas más amplias de la población. Eso es todo.
Frente único de la izquierda
Lo correcto hubiera sido concurrir a las elecciones mediante la organización de un Frente Único de toda la izquierda, presentando un programa auténticamente socialista. No cabe duda de que, fuera cual fuera el resultado, la izquierda habría salido fortalecida de este proceso. En cambio, las posiciones encontradas y las vacilaciones de algunos grupos relevantes ayudaron a crear cierta confusión entre los activistas obreros y juveniles.
Zamora y otras formaciones de la izquierda, como PTS han defendido la táctica del boicot o la abstención. Izquierda Unida mantuvo una posición vacilante en un primer momento. En un principio, anunció que se presentaría y, correctamente, ofreció un frente único a Zamora que lo rechazó. Luego se sumó al coro del boicot, exigiendo a cambio elecciones para elegir ¡una Asamblea Constituyente! Por último, volvió a dar otro giro de 180 grados anunciando su decisión de presentarse de nuevo. Por su parte, PO también mantuvo una postura bastante confusa. Calificaron a estas elecciones como fraudulentas y acusaban a los que se presentaban desde la izquierda de legitimar al gobierno de Duhalde. Durante meses no se cansaron de repetir estos argumentos para, sorpresivamente, anunciar hace unas semanas que finalmente se presentarían, sin explicar políticamente qué había cambiado en el país para justificar ese giro de 180 grados en su táctica.
El fracaso de la coalición IU-PO
Durante semanas se estuvo especulando con una coalición electoral IU-PO. Lamentable-mente esto no se concretó, e IU y PO se van a presentar a las elecciones por separado, lo que tendrá efectos desmoralizadores en decenas de miles de activistas de izquierda de todo el país, que sí hubieran visto como algo muy positivo una coalición de la izquierda. Como en Neuquén y Catamarca, donde hubo elecciones para Intendente y Gobernador (estas últimas se suspendieron por las acciones de las patotas de Barrionuevo) y ambos grupos se presentaron divididos, también ahora los dirigentes de IU y PO se han responsabilizado mutuamente de esta situación, inexplicable para miles de activistas de todo el país.
En la medida que no hay diferencias de programa, esta separación es completamente injustificable. Corresponde toda la responsabilidad a los dirigentes de ambas organizaciones por haber llegado a esta situación, despreciando el sentimiento honesto de miles de activistas que instintivamente simpatizan con la idea de un frente único de la izquierda. Miles de activistas se enfrentarán el dilema de a quién votar, siendo concientes de que votando a uno o al otro, el voto de la izquierda estará dividido, restando chances de conseguir un resultado positivo. Por no hablar de los miles potenciales de votantes de la izquierda que no votarán, desconcertados y embroncados con esta situación.
A pesar de todo, centenares de miles de trabajadores y jóvenes van a votar a la izquierda en estas elecciones, expresando una voluntad inquebrantable de cambio. En ese sentido, nosotros también llamamos a votar críticamente a estas organizaciones, a pesar de la responsabilidad de sus direcciones por frustar un acuerdo conjunto para dar la pelea electoral, y a pesar de que existen algunos aspectos de su programa que no compartimos, como es el llamado a la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Sí o sí nosotros entendemos que la única alternativa es luchar por el poder obrero, estimulando la creación de órganos de poder obrero y popular en las empresas y barrios. Planteando la agitación de esta consigna abstracta (asamblea constituyente) se puede dar la impresión de que existe una especie de "tercera vía" situada entre el capitalismo y el socialismo, lo que sería confundir a las masas trabajadoras.
Nuestras tareas
En cualquier caso, como decíamos al principio de este artículo, la pelea electoral es sólo una plataforma de lucha más. La lucha en las instituciones burguesas debe ser un complemento a la lucha en la calle que es la que volteó tres presidentes y ha hecho consciente a las masas oprimidas de su poder y fuerza en la sociedad. Las elecciones no deben ser la excusa para abandonar tareas que en sí mismas son más importantes: la explicación paciente de nuestro programa y modelo de sociedad a las más amplias masas de trabajadores y jóvenes; organizarlos, y particularmente, penetrar en la base de los sindicatos para dotarnos de conducciones combativas y luchadoras, representantes genuinas de los intereses de los trabajadores.
Sólo ganando a la mayoría de la clase obrera para un programa socialista y revolucionario se podrá plantear la transferencia del poder, de una minoría corrupta y parasitaria que nos gobierna hoy, a la clase obrera y el resto de capas oprimidas de la sociedad.