Editorial El Militante Nº 54
En la situación política actual se observa una cierta recuperación de la base social de apoyo al kirchnerismo. Este hecho ha sido reconocido, incluso, por diarios abiertamente opositores al gobierno como La Nación o Crítica ¿Cómo puede explicarse este fenómeno? Debemos tomar en cuenta que el gobierno de Cristina Fernández sufre de tiempo un acoso asfixiante por parte de los medios de comunicación mayoritarios, de la oposición política a su derecha, de un sector importante del aparato judicial, y hasta por mercenarios espirituales que se atavían con la púrpura del Cardenal o la kipá del rabino.
Editorial El Militante Nº 54
En la situación política actual se observa una cierta recuperación de la base social de apoyo al kirchnerismo. Este hecho ha sido reconocido, incluso, por diarios abiertamente opositores al gobierno como La Nación o Crítica ¿Cómo puede explicarse este fenómeno? Debemos tomar en cuenta que el gobierno de Cristina Fernández sufre de tiempo un acoso asfixiante por parte de los medios de comunicación mayoritarios, de la oposición política a su derecha, de un sector importante del aparato judicial, y hasta por mercenarios espirituales que se atavían con la púrpura del Cardenal o la kipá del rabino. Podemos agregar que estos actores (medios, políticos, jueces y sacerdotes) son meras marionetas cuyos hilos manejan los verdaderos mandamases del país: los grandes empresarios de la industria, la tierra, el comercio y los bancos
El kirchnerismo encuentra respiro
La explicación no es difícil de entender. Pese al giro a la derecha de gran parte de la pequeña burguesía, la perspectiva de la clase trabajadora es diferente. Aunque el kirchnerismo no despierta un gran entusiasmo popular y es incapaz de resolver problemas básicos como la suba de precios, la carestía de la vivienda, o la superexplotación laboral; en la apreciación política de la mayoría de los trabajadores y de sus familias (la parte más vibrante y numerosa de la sociedad) pesa un instinto de clase certero y poderoso, que alimenta su odio contra la derecha y la desconfianza hacia sus representantes políticos.
Los trabajadores comprenden muy bien que un gobierno de la oposición política a la derecha del gobierno (PRO, PJ "disidente", Cobos, UCR, Carrió, etc.) no resolvería sus problemas y descargaría más profundamente sobre ellos las políticas de ajuste a favor de los empresarios y el imperialismo.
Fue, precisamente, la histeria "golpista" desatada desde comienzos de este año por la jauría de perros que integran los Duhalde, los Macri, los Cobos, los Morales, las Carrió y las Stolbizer, con sus medios de comunicación y sus jueces, a raíz de la polémica sobre el pago de deuda pública con las reservas del Banco Central (BCRA), y el hartazgo con el circo de la política burguesa, con su cretinismo parlamentario y sus trampas legalistas,.lo que determinó este cambio de actitud en amplias franjas de la clase trabajadora y la juventud. Como explica la física: "Toda acción genera una reacción igual y en sentido contrario".
Este nuevo ambiente se expresó claramente con la gran participación popular en las marchas del 24 de marzo, en los actos convocados por el programa oficialista de Canal 7, "6,7 y 8", contra la manipulación informativa del Grupo Clarín, o en la masiva marcha a favor de la Ley de Medios el pasado 15 de abril en Buenos Aires.
Lo favorable de esta situación es que reafirma el rechazo instintivo de las masas de la clase trabajadora a la derecha y sus políticas procapitalistas; lo desfavorable es que ninguna fuerza de izquierda es capaz de capitalizar este ambiente que, por decantación, termina favoreciendo al kirchnerismo.
Errores de la oposición de izquierda
Por el momento, el kirchnerismo no aparece como un gobierno "enemigo" ante las amplias masas de la clase trabajadora, como sí fue el caso de los gobiernos de Alfonsín en su última etapa, Menem y De La Rúa. En parte, esto se debe a que el gobierno mantiene un perfil "socialdemócrata"; es decir, defiende los intereses generales de los grandes empresarios pero a cambio de hacer algunas concesiones a la clase obrera para tratar de mantener la estabilidad social.
En realidad, el kirchnerismo saca su fuerza de la ausencia de una oposición de izquierda seria que tenga una política correcta hacia las masas trabajadoras. Lamentablemente, los dirigentes de Proyecto Sur y de la CTA que integran este movimiento han caído en la trampa que les tendió la oposición de derecha al aparecer en un frente único no declarado con ella en contra del gobierno. Esta actitud de la dirigencia de Proyecto Sur crea confusión y decepción en millones de trabajadores y de jóvenes, y abona la idea de que el kirchnerismo es el único que combate a la derecha. Esto puede parecer lamentable, injusto y doloroso, pero es así.
¿Qué conclusiones podemos sacar de esto? Lo que se necesita es un cambio radical de política en los dirigentes de Proyecto Sur que oriente lo fundamental de su política, de su programa y de su propaganda, no a las clases medias, sino a la clase trabajadora, que es la inmensa mayoría de la sociedad.
En segundo lugar, deberían dirigir las baterías de su crítica, principalmente, contra aquellos que son percibidos como los enemigos más peligrosos de la clase obrera y la juventud: la oposición de derecha y los grandes empresarios nacionales y extranjeros.
Y, en tercer lugar, deben mostrar, como está haciéndose, que el kirchnerismo es un cuchillo sin filo, que su política timorata hacia los ricos y poderosos sólo propone a los trabajadores y la juventud una explotación capitalista más "amable"; y, por lo tanto, que una alternativa política, al margen de la derecha y del kirchnerismo, es útil y posible.