La demonización de Hugo Moyano y las tareas del movimiento sindical (III): El frente único y las relaciones CGT-CTA

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La tercera y última parte de nuestra entrega tiene como objeto analizar el tema del frente único sindical y las relaciones entre la CGT y las dos CTA.

La tercera y última parte de nuestra entrega tiene como objeto analizar el tema del frente único sindical y las relaciones entre la CGT y las dos CTA.

 Las limitaciones a la libertad y a la democracia sindicales en nuestro país son un hecho evidente para cualquier activista sindical. Hay falta de libertad y democracia sindicales en la legalidad institucional de la nación, como lo demuestra la persistente denegación de la personería gremial a la CTA y a sindicatos independientes, como el del Subterráneo de Buenos Aires  (AGTSyP) y otros. Hay falta de libertad y democracia sindicales en el interior de las empresas, con el despido arbitrario y la persecución patronal a delegados sindicales y trabajadores que tratan de organizarse. Y hay falta de libertad y democracia sindicales dentro de las organizaciones gremiales –más marcadamente en las enroladas en la CGT y en sus fracciones y desprendimientos por derecha (los “Gordos” y la CGT Azul y Blanca)– donde la burocracia sindical persigue implacablemente al activismo clasista y antiburocrático, a menudo con el concurso de la patronal dentro de las empresas.

 

La situación de la burocracia sindical y del activismo antiburocrático

 

Pero la burocracia sindical no es monolítica. Está compuesta por capas diferentes que responden de manera diferente a las presiones opuestas de la clase obrera y de los empresarios, y a los cambios políticos operados en el país como consecuencia de graves crisis sociales. Esto crea fisuras y grietas en los aparatos burocráticos y realineamientos internos que toda corriente y activista antiburocrático tiene la obligación de observar para intervenir en la lucha sindical y tomar posiciones en el movimiento obrero.

En las entregas anteriores de esta serie de artículos ya explicamos que, para nosotros, no son lo mismo las tendencias que, dentro de la burocracia sindical, representan Moyano (CGT), Cavalieri (los "Gordos") y Barrionuevo (CGT Azul y Blanca). Incluso, la tendencia representada por Moyano no es homogénea y dentro de la misma hay sectores y dirigentes gremiales que tienen más en común con las otras tendencias de derecha (el caso del dirigente de los municipales de la Capital Federal, Amadeo Genta, del SUTECBA, entre otros), y otros que tienen posiciones más a la izquierda.

El ala de Moyano, en general, y su perfil “combativo” expresan el ambiente de un amplio sector de la clase obrera que se siente fortalecida, repuesto de las derrotas del pasado. Y que no se resigna a dejarse comer el poder adquisitivo ni el nivel de vida de sus familias. De hecho, ha sido la actitud más ofensiva de la actual dirección de la CGT ante la patronal, bajo la dirección de Moyano, particularmente en el tema salarial, lo que le permitió recobrar una parte de la autoridad ante las masas que había desaparecido prácticamente bajo la anterior conducción del ex-secretario general Daer y de los “Gordos”.

En esta situación, lo primero que tenemos que reconocer es que la oposición sindical antiburocrática organizada es débil, pese al malestar de importantes capas de trabajadores con las direcciones sindicales. Son excepcionales los casos donde el gremialismo antiburocrático ha conseguido agrupar una base significativa en las empresas, como en el Subterráneo de Buenos Aires, en la mina Veladero de la Barrick Gold en San Juan (a través de la CTA), en la fábrica Zanón de Neuquén (si bien es una fábrica autogestionada por sus trabajadores bajo la forma de cooperativa), la Línea Sarmiento del Gran Buenos Aires Oeste, entre otras. Los grandes centros industriales y el transporte permanecen bajo el control de las diferentes variantes de la burocracia sindical.

Es verdad que, dentro de la CTA, el activismo antiburocrático y de izquierda ha hecho más pie, particularmente entre los docentes, y en menor medida entre los estatales, pero no dejan de ser sectores periféricos del movimiento obrero y, en cualquier caso, muestra que en la CTA y sus gremios existen mayores espacios de libertad y democracia sindicales que en la CGT, algo que sólo niegan los sectarios incurables.

 

La discusión sobre el frente único

 

A nuestro juicio, la razón de esta debilidad no reside en una situación objetiva desfavorable; al contrario, en una situación donde ha habido una masiva incorporación de jóvenes trabajadores al mundo del trabajo el activismo antiburocrático debería haber crecido muchísimo más y representar un factor importante en la vida sindical, lo cual no es el caso.

La razón está en la enfermedad del sectarismo, del divisionismo y de la defensa a ultranza de “corralitos” e intereses de capilla que hacen imposible políticas consistentes de frente único al nivel más elemental. Esto refleja, en última instancia, la fata de madurez política que las direcciones de las corrientes políticas de izquierda, y de la CTA, han imprimido al trabajo sindical.  

Pero otra razón de su debilidad y aislamiento ha sido, ya en el plano político, su posicionamiento sectario hacia el gobierno kirchnerista en los momentos que mayor acoso sufrió por la ofensiva reaccionaria de la derecha contra sus políticas más progresistas (DDHH, la 125, Ley de Medios, estatización de las AFJP, Asignación Universal por hijo, etc.), que movilizaron a amplias franjas de la clase obrera y de la juventud al lado del gobierno. Allá donde se imponía una política de frente único contra la reacción de derecha, todas estas corrientes de izquierda y un sector de la dirección de la CTA (el ala De Gennaro-Micheli) desarrollaron una política falsa de neutralidad; cuando no aparecían, en los hechos, al lado de la derecha por su crítica sectaria hacia estas políticas progresistas del kirchnerismo.    

Volviendo a la cuestión sindical, toda la experiencia del movimiento obrero nos dice que la única manera en que tendencias políticas y sindicales minoritarias pueden dar avances significativos es desarrollando una política audaz de frente único con aquellos sectores de la burocracia sindical que se desplazan a la izquierda, aunque sólo sea en palabras y de manera temporal y vacilante. Y esta recomendación vale tanto para las diferentes tendencias de izquierda como para la CTA.  

La táctica del frente único se resume en la consigna de “marchar separados, golpear juntos”; es decir, sumar esfuerzos por objetivos y puntos comunes pero manteniendo la independencia de cada tendencia que integra dicho frente para exponer sus propios puntos de vista y criticar cualquier aspecto que se considere necesario de la política y del accionar de las demás. La enorme ventaja del frente único es que dota de una potencia de combate mayor a la lucha contra el enemigo común y permite llegar a una audiencia mucho más amplia que con el esfuerzo de cada tendencia por separado.

Esta táctica tiene una relevancia particular ahora que la clase obrera se siente fuerte y muestra sus músculos cada vez que se la llama a la acción.

De lo que se trata es de utilizar la situación actual para combatir al enemigo principal, ya sea en la propia burocracia o en la patronal. La agitación vigorosa por una política de frente único con estos sectores y, más aún, la posibilidad práctica de llevarlo a cabo, abriría una audiencia de decenas de miles y cientos de miles de trabajadores que comprobarían sobre el terreno la idoneidad de las tácticas y de los programas que se proponen para el debate y la lucha. Esta fue la tradición de las mejores tendencias del clasismo de nuestro país, como la representada por Agustín Tosco. En cambio, una experiencia tan importante e inspiradora como fue la representada por el SITRAC-SITRAM en Córdoba, sucumbió al primer golpe de la represión, aun antes de la llegada de Cámpora al gobierno en el 73, debido al aislamiento a que fue conducida por el sectarismo extremo que desarrollaron sus dirigentes hacia la CGT, y que ya les había llevado a jugar un papel menor en el “Viborazo” de 1971.

Aquéllos sectores que, “por cuestiones de principios”, se niegan al frente único con direcciones burocráticas del movimiento obrero que tienen una influencia de masas, bajo las condiciones que hemos descrito, seguramente “salvarán sus almas”, pero no ayudarán a la clase trabajadora a acelerar su experiencia con estos dirigentes, ni podrán probar en la práctica la justeza de sus tácticas y consignas ante las masas trabajadoras. Esta gente se cree la más “rrrevolucionaria” del mundo, pero en realidad son conservadores impotentes, que encuentran el consuelo de su impotencia culpando a la clase obrera por su “bajo” nivel de conciencia, y en las derrotas “eternas” del pasado.  

 

La CTA

 

Por el tamaño de su aparato, por el número de sus militantes y por su tradición, creemos que una responsabilidad principal le cabe a los dirigentes de la CTA. La unidad del movimiento sindical, al menos bajo la forma de un frente único de lucha de las centrales sindicales y de las organizaciones gremiales, es una necesidad del movimiento obrero para hacer avanzar en las luchas y las reivindicaciones de los trabajadores.

Es por eso que consideramos un pequeño paso adelante el hecho de que, en un gesto sin precedentes, los máximos dirigentes de la CGT y de un sector significativo de la CTA (el ala de Yasky) se hayan enviado saludos en la conmemoración del 1º de mayo. Esto deja la puerta abierta para una colaboración mayor a futuro. Como, correctamente, dijo Hugo Yasky en el acto del 1º de mayo: “No tenemos que caer en el error inmenso de confundir al enemigo, no está en la clase trabajadora, no es la CGT, eso es infantilismo político. El enemigo está en Techint, en la Sociedad Rural y en los grupos económicos”,

Por su parte, Hugo Moyano afirmó en el acto del 29 de abril: "apostamos a que se profundice el debate entre las dos centrales sobre sus diferencias porque ello va a consolidar mucho más la unidad como clase trabajadora". Y añadió: "Compartimos un mismo destino y hoy estamos unificados más allá de las diferencias secundarias".

Desde El Militante siempre nos hemos pronunciado del modo más categórico a favor de un frente único CGT-CTA en las luchas y movilizaciones, y también a nivel de sus gremios integrantes donde comparten actividad, fundamentalmente en el sector de los empleados estatales. Por eso también fuimos muy críticos con el sector de la CTA que dirigen De Gennaro y Micheli por su posición sectaria hacia la CGT, sin distinguir entre las bases y la dirección. Paradójicamente, son los elementos más podridos y corruptos de la burocracia sindical de la CGT –los que tienen mayores vínculos con la derecha y la burguesía– quienes también repudian cualquier tipo de acercamiento con la CTA.  

La experiencia de la CTA, después de 17 años, es aleccionadora. Pese a las pretensiones de sus dirigentes, no han podido desafiar la influencia de la CGT en el movimiento sindical. La CTA apenas ha podido salir del ámbito del trabajador público, particularmente docentes, estatales y judiciales. Durante años –en ese tiempo actuaban conjuntamente De Gennaro y Yasky- trataron de escindir los gremios de la CGT separando apenas unas decenas o unos pocos cientos de activistas sindicales de los sindicatos que nucleaban a miles o decenas de miles de trabajadores, en lugar de haber contribuido a organizar, conjuntamente con el activismo de izquierda, fracciones antiburocráticas en el seno de los gremios de la CGT que prepararan un movimiento antiburocrático amplio dentro de esta central.

Trataron de disputar la hegemonía de la CGT recurriendo a afiliaciones masivas de capas y sectores sindicalmente inactivos, a través de los llamados movimientos territoriales, que inflaban artificialmente la militancia de la central sin que representara un paso adelante efectivo en el movimiento sindical. Esto también se prestó a fraudes en las elecciones de la CTA del 27 de septiembre pasado, por parte de los dos sectores enfrentados de Yasky-Micheli, y terminó de forma bochornosa y de la peor manera imaginable, con la escisión de hecho de la central.

¿Y qué decir de la autoproclamada “izquierda clasista”? En esas mismas elecciones de la CTA presentaron tres listas enfrentadas entre ellas, sin ninguna diferencia programática y sólo por celos de aparato y afán de prestigio. ¿Cómo se puede tomar en serio a esta gente?

En las elecciones de septiembre dimos un apoyo crítico al ala de Micheli-De Gennaro porque aparentemente detentaba posicionamientos políticos y sindicales a la izquierda del ala de Yasky. Pero en todo este tiempo sus dirigentes enterraron –y frustraron- el mandato de los Encuentros nacionales de la Constituyente Social de Jujuy y Neuquén, cuando decenas de miles de activistas proclamaron la necesidad de organizar un movimiento político-social de masas; y profundizaron sus coqueteos con políticos burgueses como Alfonsín y Margarita Stolbizer, que se ubican a la derecha del oficialismo. Acrecentaron su sectarismo antikirchnerista que los aísla de millones de trabajadores y los condena a la esterilidad política, lo mismo que su sectarismo antiCGT que siempre hemos reprobado.

 

El frente único CGT-CTA

 

Saludamos como un paso adelante la actitud más abierta del ala de Yasky hacia el sector de la CGT que dirige Moyano. Pero nos parece que esta actitud no debe quedar en meros saludos ni en actitudes diplomáticas inocuas, sino que debe materializarse en propuestas concretas de unidad en la acción por reivindicaciones específicas que los dirigentes de la CGT estarían obligados a aceptar o rechazar en público y dar las razones de sus motivos ante los ojos y  los oídos de millones de trabajadores. Esta será la mejor manera de acelerar la experiencia de los trabajadores cegetistas con sus dirigentes. El ala de la CTA de Micheli debería revisar radicalmente su posición y abrir un debate honesto en su interior que desembocara en la adopción de un posicionamiento similar hacia la CGT.

Pero, en cualquier caso, el deber y la obligación principal de ambas alas de la CTA en el corto plazo debe ser dar pasos efectivos hacia la reunificación, porque ningún votante de la CTA, ni los que votaron por Micheli ni los que lo hicieron por Yasky, votó por la escisión de la Central.  

Acordamos con las declaraciones de ambas alas de la CTA de ratificar sus deseos de autonomía de los gobiernos. Y, pese a que al sector de Yasky le asiste todo el derecho de pronunciarse públicamente, como dirección, a favor de la reelección de Cristina no acordamos con la declaración que realizó el 1º de mayo de convocar a un congreso extraordinario de su sector para que “la CTA decida apoyar la candidatura de Cristina”. Nos parece que no debe confundirse un sindicato con un partido o movimiento político. En un sindicato conviven trabajadores de diferentes ideologías políticas o que no profesan ninguna; una cosa es que la dirección emita posicionamientos políticos y otra obligar al conjunto de los afiliados, desde el vamos, y a través de un congreso convocado para ese único fin, a pronunciarse a favor de la candidatura de la presidenta.

 

Sindicalismo y socialismo

 

Los nuevos vientos de la lucha de clases mundial, sumados a las contradicciones de la situación nacional, están vivificando los debates y los programas políticos, incluso al nivel de las direcciones oficiales del movimiento obrero. Es una oportunidad extraordinaria para entrarle a estos debates y llevarlos al nivel de las bases.

Así, Pedro Wasiejko, secretario adjunto de la CTA de Yasky y dirigente del sindicato de los trabajadores del neumático (SUTNA) afirmó también en el acto del 1º de mayo en el Luna Park  que “las ideas de la justicia social siguen vigentes hoy” y que “esta lucha no tendrá fin hasta que se acabe la explotación del hombre por el hombre y sucumba el capitalismo y todos sus males, como la miseria, el hambre y la guerra”.Y finalizó con un grito internacional y célebre: “¡proletarios del mundo, uníos!”.

Nosotros suscribimos plenamente estas palabras, y estamos seguros que también lo harán, los dirigentes de la CTA alineados con Pablo Micheli, así como miles de trabajadores de las bases de la CTA y de la CGT.

Pensamos que ese mundo que debe sustituir al capitalismo se llama socialismo, en el que la riqueza creada por los trabajadores –que somos la inmensa mayoría de la población- debe ser propiedad común de la sociedad bajo el control de los trabajadores, y gestionada, lo mismo que cada aspecto de la vida social, de manera democrática y colectiva, sin explotadores ni explotados, sin burocracia ni desigualdades. La lucha sindical y la lucha política van unidas, una desemboca en la otra. Y esclarecer la situación del movimiento sindical en nuestro país y las tareas que tenemos por delante también nos ayudará a esclarecer las tareas políticas que debemos encarar.