La crisis del kirchnerismo tras el conflicto del campo

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Editorial de El Militante Nº 39

Conforme va disipándose el humo del campo de batalla de lo que fue el "conflicto del campo", los problemas reales que enfrenta la clase trabajadora vuelven a mostrarse con plenitud y a dejar su impronta en la situación nacional.

Editorial de El Militante Nº 39

Conforme va disipándose el humo del campo de batalla de lo que fue el "conflicto del campo", los problemas reales que enfrenta la clase trabajadora vuelven a mostrarse con plenitud y a dejar su impronta en la situación nacional.

Los trabajadores empiezan a desperezarse

La rebelión obrera en Córdoba contra la reforma regresiva de las jubilaciones, la bronca popular en Rosario contra la suba del boleto de colectivos, la incertidumbre generada por el anuncio de un incremento generalizado de tarifas, o la extraordinaria lucha de los obreros del neumático en el Gran Buenos Aires por la recomposición salarial y contra la represión patronal van mostrando a las claras el nuevo escenario que empieza a perfilarse en nuestro país. Y en el horizonte se plantea la posibilidad, cada día más sentida en las fábricas, oficinas y lugares de trabajo, de una reapertura de las paritarias para recuperar, aunque sea parcialmente, el poder adquisitivo de los salarios devorado por una suba de precios que continúa imparable.

Esto es tanto más significativo cuanto que las masas de la clase trabajadora no habían sido arrastradas a la histeria de la pequeña burguesía a favor de los reclamos del "campo", pese a los intentos de los medios masivos de comunicación burgueses. Permanecieron al margen de la protesta de los grandes y medianos burgueses del campo porque sus problemas de clase no estaban representados en los reclamos de éstos. Pero el gobierno tampoco consiguió movilizar significativamente a los trabajadores contra las pretensiones de la burguesía agropecuaria y agroexportadora porque las ilusiones que despertó el kirchnerismo en amplias franjas de la clase obrera hace unos años están disipándose rápidamente por su incapacidad para dar respuesta a sus problemas: estancamiento o pérdida del poder adquisitivo, superexplotación laboral, caos del transporte, carestía de la vivienda y del alquiler,  carencias de los sistemas de salud y educativo, permanencia de los mismos políticos corruptos de siempre, etc.

El fraude del kirchnerismo

El gobierno enfrenta este nuevo escenario más debilitado, con una escisión en su bancada parlamentaria que expone a las claras el fiasco estrepitoso de su proyecto político, la llamada Concertación plural.

Pero esto no es casual. La deserción de decenas de diputados y senadores con la oposición de derecha, reflejada en la votación en el Parlamento del fallido proyecto de retenciones móviles a la soja y el girasol, revela los vínculos que atan a todos esos políticos profesionales con los capitalistas y sus negocios, y más específicamente con la burguesía agroindustrial y agroexpotadora, que verá así retornar a sus bolsillos más de 1.000 millones de dólares.

No es casual porque los Kirchner conformaron su movimiento político hace meses con reconocidos enemigos de la clase trabajadora: como Roberto Urquía, miembro destacado de la oligarquía y dueño de Aceitera General Deheza, o peronistas de derecha como De La Sota, Schiaretti, Reutemann y Romero (ex-vice de Menem), por no hablar de los Gordos millonarios de la cúpula de la CGT que se enriquecen vendiendo a los trabajadores a los intereses patronales. Y aunque casi todos ellos rompieron ahora con el oficialismo no fue por indicación de los Kirchner sino por voluntad propia. Esto refleja el carácter fraudulento del movimiento político promovido por el kirchnerismo y lo lejos que está de representar una expresión política al servicio de los trabajadores.

La inexplicable continuidad de Cobos como Vicepresidente de un gobierno al que traicionó, hace resaltar con más fuerza la estafa política que representa la "Concertación plural", estafa que comienza a quedar expuesta abiertamente a los ojos de millones de trabajadores que dieron su apoyo electoral al gobierno.

No desconocemos que, a corto plazo, la oposición de derecha salió fortalecida del desenlace del "conflicto del campo". Hasta viejas momias de la derecha peronista (como Duhalde, De la Sota, y Barrionuevo) se animaron a salir de sus tumbas para conspirar junto a la oposición de derecha contra el kirchnerismo.

Pero la oposición política a la derecha del gobierno (Macri, Carrió, la UCR, los "socialistas" de Binner, etc.), si bien avanzó sobre la pequeña burguesía, no termina de hacer pie en la clase trabajadora que la mira con enorme suspicacia y desconfianza.

Aunque el gobierno pretenda cerrar la página de la derrota sufrida en el conflicto del campo y trate de tomar aire para recomponer su precaria autoridad anunciando la "reestatización" de Aerolíneas, la movilidad  de las jubilaciones, o la suba del salario mínimo, la fisura abierta en la bancada oficialista y en el gobierno será una fuente permanente de conflictos y crisis políticas.

La táctica de la burguesía será, por lo tanto, desgastar al gobierno ante cualquier incidencia que vaya apareciendo para extender la desmoralización en sus filas y en sus bases de apoyo.

¿Qué alternativa política debemos construir?

La construcción de una herramienta política propia de la clase trabajadora que muestre una salida y una alternativa a las políticas propatronales del kirchnerismo y la oposición de derecha, es la tarea más urgente del momento.

Por supuesto que nada debemos esperar de los grupos sectarios de izquierda ni de aquellos que actuaron como bufones en el conflicto del campo con su apoyo escandaloso a los patrones del campo, con su pretensión de apoyar al pequeño "chacarero".

Proyecto Sur podría tener un futuro promisorio en la nueva situación política que se abre, pero sus dirigentes deberían ser conscientes de que sin un combate frontal a la derecha y a su demagogia, no será posible aparecer ante los trabajadores como una alternativa viable y útil frente al kirchnerismo. En este sentido, compartimos la posición de su Mesa Nacional durante el conflicto del campo cuando se opuso al paro patronal, delimitando con la derecha y los terratenientes, y al criticar a la Federación Agraria por su alianza con aquéllos; sin embargo, no adherimos a la posición que adoptó Claudio Lozano al votar en Diputados contra el proyecto de retenciones reformado, cuando lo correcto hubiera sido abstenerse para delimitar políticamente con el gobierno y, con mayor énfasis aún, con la derecha. La posición de Lozano no benefició a Proyecto Sur, sino a la derecha y al propio kirchnerismo. A la derecha, porque utilizó el voto de Lozano como una salvaguarda “de izquierda” para sus posiciones reaccionarias, y al kirchnerismo porque le permitió aparecer demagógicamente ante los trabajadores como el único que enfrenta a la derecha.

Pero no basta con organización. Es necesario defender un programa socialista que incluya la nacionalización, sin indemnización y bajo control obrero, de los monopolios, bancos y latifundios para que los recursos principales de la nación estén en manos de la mayoría de la población, el pueblo trabajador.

Proyecto Sur, los sectores de la CTA que manifestaron su voluntad de impulsar un nuevo movimiento político y social propio de los trabajadores, y el activismo honesto de izquierda que no encuentra referentes donde mirar, deberían aunar esfuerzos en pos de organizar y desarrollar estas tareas.