Javier Milei – El falso y oportunista profeta del gran capital

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El resultado de Javier Milei en las PASO del 13 de agosto, candidato que obtuvo el 29.86% de los votos positivos, sorprendió al conjunto del arco político parlamentario. Aunque en las elecciones provinciales los candidatos de Milei sólo obtuvieron resultados magros y modestos, alcanzando el tercer o cuarto puesto, como candidato presidencial Milei superó en las PASO cómodamente a todos los candidatos presidenciables del país, tanto del peronismo como de la derecha.

Sin embargo, se hace evidente el carácter provisorio de la corriente política que él representa. La corriente que Milei representa no es un verdadero movimiento político ni apuesta a construir uno. Es una corriente que se construye sólo en relación a su imagen y discurso. Javier Milei es la expresión de la crisis estructural del capitalismo argentino, es el líder mesiánico de la “nueva” política de derecha, que entusiasma a capas populares de la sociedad por su aparente discurso antisistema. Tomando elementos de la política que pareciera patear el tablero sin patearlo. Cabalga sobre el malestar, la bronca y la enorme frustración de los de abajo, acumulada durante años ante la política de los dos partidos mayoritarios: el peronismo en sus diferentes vertientes y Juntos por el Cambio. A lo que se suma la crisis de la izquierda que no logra conectar con las masas y sus demandas por su política parlamentarista.

La degradación de la vida y del trabajo a niveles impensables hace apenas una década, la decadencia de un sistema que golpea sistemáticamente las mesas obreras, es el escenario donde el profeta “anticasta” cabalga.

El voto Milei – El voto bronca

El voto a Javier Milei sorprendió a muchos, pero en realidad, los resultados son la expresión de un proceso que viene de tiempo.

La crisis mundial de las hipotecas suprime en 2008 representó un punto de inflexión para el capitalismo mundial, una crisis de la que por cierto, aún los capitalistas y sus gobiernos no han podido recuperarse.

Esa misma crisis fue la que impactó en las pampas argentinas en 2009/2010. Desde entonces el país vivió 5 recesiones y a partir del 2011 la tendencia de estancamiento y descenso de las condiciones vida comenzó una tendencia irreversible. Que se expresa en los inéditos números de pobreza y miseria que recorren las mesas trabajadoras.
 
La mentada década ganada quedó para los cuentos de la abuela y el “vamos por una década más” quedó sólo en los cajones de la Casa Rosada y el Instituto Patria. No hay peores gobiernos que aquellos que primero se muestran progresistas, y luego, producto de la crisis capitalista mundial, arremeten contra las conquistas del pasado. Esto deja al desnudo los limites de clase de estos gobiernos que ven a la burguesía como la rectora natural de la sociedad y con su retórica encubren el hecho de que no cuestionan la existencia del capitalismo, sino mas bien la defienden y por lo tanto se ven obligados a operar sobre la base de sus leyes. Las conclusiones ya empiezan a ser evidentes para miles, con estos dirigentes habrá una derrota tras otra.

Los jóvenes de la década ganada ya no lo son tanto, y las nuevas generaciones son los hijos de la miseria y del futuro magro.

Las razones para que Milei capitalizara prácticamente un 30% de los votos positivos son muchas. Una muy sentida y presente, que muchos candidatos sólo asumen oportunistamente como tema para sus campañas, es la crisis habitacional que padecen millones de familias obreras.

La crisis sacude a 4 millones de hogares. Tomando a las familias tipo de 4 personas, estamos hablando de 16 millones de mujeres, hombres, niños y viejos que no poseen un techo. (Estadística al 2023). Además, una vivienda adecuada, como derecho fundamental, necesita de acceso a los servicios básicos, infraestructura, instalaciones, material de calidad, piso, techo, paredes, espacio suficiente y seguridad en la tenencia. “Y esa no es la realidad para más de 4 millones de hogares”. Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (AcijTecho

Con relación a los alquileres, según datos privados más del 40% de la población argentina de hasta 35 años alquila, al no poder comprar una propiedad. Actualmente, en la Argentina existen 3 millones de hogares de inquilinos, un 34% más que en el 2016. El 40% de los menores de 35 años alquilan ante la imposibilidad de acceder a una vivienda. Infobae julio 2023.

Estos datos revelan uno de los enormes problemas a los que los diferentes partidos del régimen no han podido dar solución en los 40 años de democracia. Por el contrario, este problema se ha agudizado.

Al momento de escribir estas líneas la Ley de Alquiler, que cuenta con media sanción, se encuentra en debate en el Senado, una Ley que sólo beneficia a los propietarios.

Por supuesto queda en evidencia que a mayor crisis y pobreza mayor es la dificultad de acceder a una vivienda decente, así como a una salud y educación de calidad, y ni hablar de obtener un trabajo con salarios dignos. No debemos olvidar que en el segundo semestre del año la pobreza escaló a un 45%, con una economía informal de más de 53% en el país.

El “fenómeno Milei” traspasa edades y diferentes segmentos sociales. Pero debemos hacernos una pregunta: ¿Es una particularidad argentina? Creemos que no, ya mencionamos más arriba que Milei es la expresión de la crisis capitalista mundial. Podemos buscar ciertos homólogos en la historia reciente: Donald Trump en los EEUU, Bolsonaro en Brasil, o Boris Johnson en Gran Bretaña. Hay razones comunes para ubicarlos en un espacio político similar a nivel planetario. Lógicamente, hay particularidades nacionales que los hacen “diferentes”, pero todos comparten algo en común, que es el aparente discurso “anti sistema”: aparentemente atacan al sistema imperante, pero defienden abiertamente la propiedad privada de los medios de producción y al Dios mercado.

No falta el abanico de plumíferos que consideran que el fenómeno Milei vino para quedarse. Lógicamente, el fenómeno llamado de la “nueva” derecha, se puede reciclar en la medida que el “progresismo” al timón de un Estado insolvente solo puede garantizar contrarreformas. Pero, fundamentalmente se recicla ante la crisis de dirección de clase obrera, y en esto el papel de la izquierda es fundamental.

Cistina Fernández de Kirchner habla desde hace años de la insatisfacción democrática. ¿Acaso no es lo que sucede en la actualidad la consecuencia de esta insatisfacción?

La sentencia de Raúl Alfonsín de que “Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura” no satisfizo las demandas históricas de enormes sectores de los y las trabajadoras, sin hablar de la última década, en la que se ha producido un saqueo sin precedentes de los recursos de la Nación, como también una enorme trasferencia de recursos, desde los bolsillos de los trabajadores hacia las arcas de los capitalistas.

Sin embargo, a pesar de lo indiscutible de esta realidad material e histórica, hay quienes encuentran argumentos inverosímiles para explicar el voto a Milei. Por ejemplo, la nueva formación de un sujeto moral, llamado “mejorismo”, se base en la idea de que el progreso personal es posible y que se basa en el esfuerzo individual sin necesidad del Estado, que pueda ayudar a sectores castigados por la crisis capitalista. Ya que perciben al Estado como una carga que hay que reducir a su máxima expresión.

Esta interpretación de varios analistas, señalan que este “nuevo sujeto moral”, está formado por aquellas personas que repudian el papel del Estado en tanto su asistencialismo, reivindicándose como sujetos “emprendedores de sí mismos”.

Evidentemente existen sectores que así lo piensan y lo sienten, y que se identifican con el Mileismo. Seguramente sí los hay. Con esta idea del “mejorismo”, hay quienes son beneficiarios de asistencia del Estado y por razones inflacionarias han visto sus magros ingresos pulverizados, que, según estos analistas representan los sectores empobrecidos que apoyan a Milei.

No hacemos una apología del asistencialismo, que es la consecuencia de un país con un capitalismo atrasado, parasitario y rentista. La oleada de desocupaciones en las últimas 4 décadas ha construido, capa sobre capa, una gran masa de desocupados, hasta tener hoy generaciones que viven del asistencialismo del Estado y no del trabajo. Aunque en última instancia esto es responsabilidad de la clase dominante y sus partidos, hoy incluso se ha convertido en una dificultad para los propios capitalistas, a la hora de encontrar mano de obra calificada para la industria.

En el balance de las elecciones decíamos: “Milei, un candidato que pintó a la Argentina de violeta, no cuenta con una estructura en ninguna de las provincias del país, ni con un solo gobernador. Tampoco cuenta con el apoyo de lo más lúcido de la burguesía, mientras el FMI apostaba por un gobierno peronista, liderado por Sergio Massa. Aunque la candidatura de Sergio Massa llegó a las PASO golpeada por el desmadre de los precios y con un desprestigio creciente ante los ojos de las masas, el Fondo Monetario tiene conciencia que a quien aún le queda cierto “resto de autoridad” sobre la clase obrera, es al Peronismo.” Esto sigue siendo cierto en un sentido, pero es verdad que la instalación mediática de Milei de manera alevosa abona a la idea de condicionar con su discurso y su “programa” de gobierno, la implementación radical de cambios en las relaciones laborales que en definitiva pueden poner en una relación de fuerzas diferentes a la clase obrera y sectores populares.

¿Qué queremos decir con esto? La burguesía o parte de ella apoya a Milei en todas las medidas que hagan que las condiciones de trabajo, paritarias, salarios, etc. vayan a la baja. Apoyan y oxigenan a un candidato que levanta el anarcocapitalismo, sin tener en cuenta más que al Dios mercado, llevando a su mínima expresión al Estado dejando tan solo un puñado de Ministerios.

Milei rechaza en su discurso cualquier papel que pueda jugar el Estado como órgano de clase, de los capitalistas, pero, en el contexto de la crisis mundial que sacude a la Argentina, pondría en una situación difícil a las diferentes facciones de la burguesía que en general son los que se beneficiaron y se benefician con enormes sumas de dinero a través de múltiples mecanismos estatales. La burguesía está jugando con el filo de la navaja, insuflando a un candidato que no es de su riñón y que le es ajeno, ya que no cuenta con los vínculos históricos que sí tiene con los dos partidos mayoritarios.

Es evidente que ante la crisis de gobernabilidad que podría abrirse como consecuencia del creciente descrédito del régimen político, Javier Milei podría ser utilizado como último recurso. Pero este juego tiene sus límites hasta para la propia burguesía, ya que saben que políticamente Milie puede ser el acicate que dispare una expansión de la lucha de clases que resulte incontenible.

Pero también es verdad que el voto a Milei no representa un voto soldado programáticamente a él, sino que representa bronca y desprecio, desesperación y hambre de sectores cada vez más grandes de la población, que en el pasado se sintieron representados por el Peronismo o Juntos por el Cambio.

Existe un aspecto en el resultado de las PASO que debemos resaltar. Los medios han dejado de hablar de los casi 12.876.541 millones de votos blancos, impugnados y que no fueron a votar, que podemos encuadrarlos en el NO voto. La política negacionista de este resultado por parte de los medios burgueses, tiene como explicación mostrar a Milei como una única alternativa, aunque ello conlleve los peligros que implican las medidas predicadas por el profeta del mercado.

Los analistas del fenómeno Milei incluso hablan de “un nuevo pueblo” que lo sigue. En realidad, son los pequeños burgueses descreídos de alternativas que pueden sí, al menos potencialmente y en un cierto contexto histórico, ser una referencia para el movimiento de masas. Una referencia que aún se encuentra en germen, pero que cada vez que se mueve, hace temblar al tablero capitalista.

La clase obrera aún no entra en escena. Nos podrán preguntar: “¿Cuántos obreros, obreras y sectores humildes, castigados por el hambre y la desesperación tomaron la variante Mileísta?” Evidentemente, pueden ser muchos.

Pero tarde o temprano, cuando la amarga experiencia de un posible gobierno Milei impacte sobre los nervios y los músculos de nuestra clase, cuando con las políticas del profeta del horror generen nuevas frustraciones, la clase obrera comenzará a moverse y derrumbará las falsas ideas de que con Milei surge “un nuevo pueblo”, o “que los pobres voten a Milei o Bullrich es un suicidio colectivo”, o “que los de abajo votan sus propios verdugos”.

Estos izquierdistas progres sólo pueden ver la paja ajena y no la propia, sólo pueden ver la “supuesta responsabilidad de los de abajo por golpear a los partidos mayoritarios”, y no la responsabilidad que tiene como dirección, de jugar a la política del garrote y de pavimentar el camino a la derecha.

Izquierdistas y el Frente de Todos/Unión por la Patria son los mariscales de la derrota y lloran sobre los hechos consumados para luego lamerse como perros las heridas. Esta gente no para de hablarnos de la derrota cultural que nos llevó hasta el presente desolador.

Dejan de lado las políticas que llevaron adelante desde que asumieron en 2019, que fueron las que, por otros medios, no solo se subordinaron al FMI, sino que descargaron una andanada de artillería pesada sobre los sectores populares para que en definitiva la crisis la paguemos los de abajo. Se justifican diciendo que hacen lo que pueden, por la herencia de la fabulosa deuda macrista, a partir del préstamo que el gobierno Macri tomó del Fondo Monetario Internacional.

O los sectores más radicales del Frente de Todos/Unión por la Patria, que permanecen anclados en la impotencia de no generar una ruptura en línea de clases, quedando sujetos a lo que sus dirigentes les digan. El mal menor es lo que prevalece. Son “víctimas” de su programa, que es el de aceptar gobernar dentro del marco capitalista, aceptar sus leyes e intentar controlar lo que no se puede controlar: el capitalismo.

En cambio, las masas buscan y toman las herramientas que encuentran a mano para fustigar o castigar los años de miseria y degradación llevadas adelante por unos y por otros.

Lo que debemos entender es que gane quien gane, la crisis se va acentuar agudamente, y empujará a la radicalización de la lucha de clases. Más tarde o más temprano las masas saldrán a las calles. Es necesario preparar la etapa que viene, y en esto la intervención de la clase obrera con sus métodos y tradiciones de lucha, resulta fundamental.

El fenómeno Milei está lejos de ser un fenómeno que vino para quedarse. Es más que probable que sea un fenómeno transitorio, y si queda más tiempo de lo que debería, la izquierda que se adapta al parlamentarismo tendría una gran responsabilidad en ello, por no presentar una alternativa valedera forjada en la fragua del método y del Programa Revolucionario.

Por esto debemos avanzar de manera decidida en la construcción de una izquierda revolucionaria que señale al capitalismo como lo que es: horror sin fin.

Súmate a los Comunistas de la Corriente Socialista Militante CMI.

Socialismo o Barbarie