El 26 de noviembre se realizaron elecciones nacionales en Honduras. La elección se ha dividido en dos bandos: quienes apoyan al actual presidente Juan Orlando Hernández (JOH), que busca su reelección, y quienes apoyan al candidato de la Alianza contra Golpe, Salvador Nasralla. En los primeros se posicionan las fuerzas máscara reaccionarias que buscan mantenel er sus privilegios, empezando por el histórico partido Nacional, principal fuerza política de la oligarquía; con los segundos están las masas de obreros, campesinos, desempleados, estudiantes, amas de casa… que ya no soportan su condición de explotación, pobreza, violencia y falta de democracia y aspiran a un cambio profundo de la sociedad. Este domingo 3 de diciembre de 2017, se ha realizado una de las más grandes manifestaciones de la historia de Honduras, comparable en magnitud a la realizada el 5 de julio de 2009 cuando el derrocado Manuel Zelaya intentó regresar al país en medio del golpe de Estado que impuso a Micheletti al frente del país.
Los recientes comicios estuvieron llenos de irregularidades y fueron completamente amañados para asegurar el triunfo del Partido Nacional Se apostó a la compra de votos y la amplia abstención pero el pueblo salió masivamente a votar y les derrotó. Sin embargo, apenas unas horas después del cierre de las casillas, Juan Orlando Hernández se declaró ganador sin importar la opinión de la población.
Todo el aparato estatal está al servicio de la oligarquía pero aun con ello no han logrado hasta ahora imponer a su candidato debido a la respuesta de las masas. En última instancia la elección se decidirá en la lucha en las calles.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) tuvo que reconocer inicialmente que Salvador Nasralla llevaba una delantera de alrededor del 5%. El día miércoles 29 de noviembre se cayó el sistema de cómputo donde se hacía el conteo. El argumento es que el disco duro se llenó, algo ridículo e inaceptable para una elección que ha costado millones de lempiras a los hondureños. Cuando el sistema se restableció, JOH apareció en el conteo como puntero.
El pueblo hondureño comprendió la trampa y la respuesta fue un verdadero levantamiento popular que no fue preparado ni convocado por alguna organización central, sino por agrupaciones locales y ante todo por la indignación del pueblo trabajador convertida en acción. La respuesta del Estado fue la represión, es una burla que ahora culpen a la oposición de la división y la violencia. El Estado ha lanzado gases a las manifestaciones y barrios obreros, se ha disparado contra la población y han caído víctimas mortales. Esto no ha detenido las protestas que han abarcado cada territorio de la nación centroamericana. Como respuesta a este movimiento revolucionario desbordante, Juan Orlando Hernández decretó, en la noche del viernes, un toque de queda donde la gente no puede reunirse, manifestarse o simplemente salir a la calle a partir de las 6:00 pm y hasta las 6:00 am. Buscando intimidar la protesta, las fuerzas armadas actuaron con particular brutalidad esa noche. El Estado detuvo a alrededor de 100 personas, las redes sociales mostraron imágenes de los grupos armados del Estado golpeando de forma sádica a la población en la calle. La joven Kimberly Fonseca fue asesinada después que los militares dispararon al grupo con el que se encontraba. La dramática imagen de su cuerpo tirado en la calle con un río de sangre saliendo de su cabeza es una escena que en sí misma nos muestra la verdadera cara de la supuesta democracia hondureña.
Nasralla está apelando a la OEA, la Unión Europea y la oficina comercial de Estados Unidos para que se corrijan las irregularidades de la elección. El candidato de la oposición proviene de un partido que no se puede considerar ni de izquierda, pero él ha tenido que critica el problema del hambre de la gente prometiendo solucionarlo convirtiéndose en el puente por el que se ha expresado el descontento popular. La elección no se ha ganado gracias a Nasralla sino incluso pese a él. La gente exigirá la solución de sus sentidas demandas si consiguen derrotar al régimen de la dictadura. En un periodo de crisis capitalista global, creemos que sólo es posible solucionar de manera real los problemas sociales de los trabajadores enfrentándose abiertamente al sistema capitalista, poniendo las palancas económicas ―hoy controladas por corruptos oligarcas golpistas y sus aliados imperialistas― bajo control democrático de los trabajadores estableciendo una economía planificada. Para ello es necesario organizar una tendencia revolucionaria que luche dentro del movimiento de masas y defienda un programa socialista basado en la democracia obrera. Nasralla y la dirección del partido Libre han ido por detrás del pueblo en lucha Lo único que habían realizado fue un mitin el día siguiente de la elección frente al TSE, pero el movimiento por sí mismo se desarrolló y adquirió una dimensión nacional con cientos o miles de acciones espontáneas de la población a lo largo y ancho del país. No fue sino hasta el toque de queda decretado por JOH que la dirección de Libre, a través de Manuel Zelaya, convoca a algunas acciones: desafiar el toque de queda con cacerolazos en los barrios y una marcha nacional el domingo 3 de diciembre.
El pueblo hondureño encontró en el cacerolazo una forma de manifestar su descontento. La respuesta fue masiva. Hay quienes comparan lo ocurrido en la noche del jueves con el festejo de año nuevo, lo cual nos muestra el carácter masivo de esta protesta. El pueblo respondió a los violentos oligarcas golpistas con combatividad y festividad, desafiando al toque de queda en cada barrio obrero del país. La debilidad del movimiento en las primeras etapas ha sido su relativa dispersión. La marcha del domingo fue un punto de unificación y por eso su carácter masivo. Las manifestaciones se dieron a nivel nacional en las principales ciudades y departamentos como lo son Tegucigalpa, San Pedro Sula o Choluteca. Es posible que hablemos de 300 mil personas en las calles. Es claro que esta lucha está arrastrando a nuevas capas que no intervinieron en 2009. Entre el pueblo de a pie hay un cuestionamiento mayor al régimen y al sistema capitalista.
El individuo puede jugar un papel en la historia. El pequeño dictador, Juan Orlando Hernández, en su obsesión de mantener el poder, ha acentuado las contradicciones, incluso generando descontento en la propia base del Partido Nacional. Él no hace más que representar a un sistema capitalista decadente e inviable dirigido con un régimen podrido pero también tiene sus propias ambiciones personales. Honduras no es capaz de asegurar la mínima democracia burguesa y cada conquista democrática será arrancada por la lucha de obreros y campesinos en las calles.
Nasralla dice que antes de la caída del sistema había poco más del 70% de las actas contabilizadas y llevaba 117,671 votos de ventaja. Después de la caída del sistema se digitalizaron y contabilizaron actas a favor de JOH. Para ello se imprimieron nuevas actas, se contabilizaron actas sin firma y se escanearon nuevas actas desde las oficinas del Partido Nacional que se metieron al sistema de conteo. Para la oligarquía la democracia es simple: si los resultados no te favorecen cambia los resultados. En medio de la protesta el TSE aceptó contabilizar las actas con irregularidades que son 1,006 de las 12,900 totales. Pero la oposición exige que se contabilicen, con un listado individualizado, 5,179 actas que son las que se anexaron después de la caída del sistema. Además de pedir repetir el conteo en tres departamentos donde el nivel de votación estuvo muy por arriba de la media y el Partido Nacional gana. Estos son Departamentos donde operaron mayormente el fraude. Las peticiones de la oposición son realmente limitadas en medio de una elección tan fraudulenta y manoseada pero hasta esas se niega el TSE a cumplir.
Después de la enorme movilización del pasado 3 de diciembre, el TSE contabilizó a toda prisa las 1,006 actas con irregularidades dándole una ventaja a JOH con 42.98% de los votos mientras que Nasralla consiguió el 41.39%. La Alianza contra la dictadura y la población no aceptará ese resultado. Se pugnará por el conteo del total de las actas señaladas. La lucha ya ha generado fisuras en el aparato estatal, el magistrado del TSE, Marco Ramiro Lobo, ha criticado el proceso y llamado a contar las 5 mil actas. El Estado, debido a la actual fuerza del movimiento de masas, podría intentar alargar el proceso en medio de las impugnaciones apostando a que el movimiento se desgaste y decaiga.
El imperialismo quisiera que gobernaran Honduras sus históricos aliados, pero su enorme desprestigio los hace dudar de que puedan mantener las cosas bajo control, sobre todo después de ver las enormes protestas. No descartan, por tanto, la posibilidad de que gobierne Nasralla, tratando de atarle las manos para que no vaya más lejos. La OEA ha pedido que se recuenten las más 5 mil actas. Pero para ellos, aun con toda la moderación que Nasralla pueda tener, este no es la opción más viable porque temen a la base que le apoya y no solo quieren sacar a JOH sino que aspiran a solucionar sus problemas. La única garantía de triunfo está en que los obreros y campesinos, junto al resto del pueblo, obliguen al régimen de la dictadura, y sus amos imperialistas, a retroceder.
La determinación de la lucha de las masas está teniendo un efecto en las bases de la policía. El Estado comienza a fracturarse en líneas de clase. En Tegucigalpa una agrupación de la corporación policiaca las Cobras se amotinó exigiendo mejores salarios pero pronto se dijo que ellos no estaban dispuestos a reprimir al pueblo. Ha habido amenazas de represión de la Policía Militar en contra de las otras corporaciones policiacas. Los amotinamientos se están replicando en otras partes del país y ha habido confraternización de los policías con la población. Se está desconociendo a las cúpulas entregando la dirección a los mandos medios.
El pueblo hondureño ha demostrado su gran potencial revolucionario. Su lucha es una inspiración. Deben confiar en su fuerza y en nadie más. La dirección de Libre no llamó a ningún plan de acción claro para los siguientes días. La acción que está en la mente de las masas es hacer un paro nacional durante los siguientes días. Pero lo que se necesita es una real huelga general, donde se tomen los centros de trabajo y se paralice la producción, demostrando el poder de la clase obrera. La dirección de Libre y los sindicatos deben organizar la lucha en ese camino. La huelga general forma parte de la tradición revolucionaria del proletariado Hondureño, hay que rescatar el mejor legado del movimiento de 1954.
La huelga general se tiene que organizar sobre la base de comités en los barrios y en los centros de trabajo, que se coordinen a nivel local, departamental y nacional con delegados electos y revocables. Tales comités de lucha deben dotarse también de las medidas necesarias de auto-defensa ante la brutal ofensiva represiva del estado.
Finalmente la lucha por la defensa del voto debe vincularse estrechamente a la lucha por trabajo, derechos sindicales, vivienda, educación y salud para todos y esas reivindicaciones solamente se podrán conseguir con mediante la expropiación de las cinco familias de la oligarquía capitalista. Esas cinco familias representan el núcleo central de ese 3% de la población que controla el 40% de la producción nacional y que mantiene al 70% de la población en la pobreza. Esas cinco familias son las que están detrás del golpe de 2009 y del actual intento de robarle al pueblo trabajador la victoria electoral, una vez más. La lucha por los derechos democráticos por lo tanto está indisolublemente unida a la lucha por la expropiación de la oligarquía.
Desde la Corriente Marxista Internacional manifestamos nuestra completa solidaridad con el pueblo Hondureño. Su lucha es un digno ejemplo y los ojos de los sectores más conscientes de los trabajadores de Latinoamérica están puestos sobre ustedes. Un triunfo de su movimiento sería una inspiración para los trabajadores del mundo y toda América Latina, tendría un impacto inmediato en la región centroamericana y México, que se enfrentará en unos meses a un escenario electoral con muchas similitudes. Los camaradas de la CMI en Honduras ya estamos participando, en la medida de nuestras fuerzas, en el movimiento de masas.
Hacemos un llamado a organizar la solidaridad internacional y romper con el bloqueo mediático sobre lo que está sucediendo en Honduras. Las organizaciones obreras, juveniles y populares del mundo deben de organizar piquetes en las embajadas de Honduras en todo el mundo para exigir el fin de la represión y el respeto al resultado electoral, además de denunciar a los gobiernos y organismos internacionales cuyo silencio es cómplice del golpe del estado en marcha. El pueblo hondureño merece vivir dignamente, con trabajo, salud y educación digna. Si se pierde esta batalla la pesadilla continuará. Esta es una lucha decisiva que tiene todo el potencial para ganar. Los golpistas no quieren dejar el poder, hay que obligarlos a hacerlo con la acción revolucionaria de las masas.