Guillermo Lora Escobar ha muerto el domingo 17 de mayo de 2009 a la edad de 88 años. Su último enemigo, un tumor maligno al hígado, fue lo único que pudo doblegar la resistencia del revolucionario boliviano. La clase obrera, la juventud y todos los activistas políticos tenemos que aprender tanto de los aciertos como de los errores del que fue el principal dirigente y teórico del Partido Obrero Revolucionario. Fenece el hombre, quien fue parte importante de la historia del movimiento obrero boliviano, pero permanecen las razones de su lucha.
Guillermo Lora Escobar ha muerto el domingo 17 de mayo de 2009 a la edad de 88 años. Su último enemigo, un tumor maligno al hígado, fue lo único que pudo doblegar la resistencia del revolucionario boliviano. La clase obrera, la juventud y todos los activistas políticos tenemos que aprender tanto de los aciertos como de los errores del que fue el principal dirigente y teórico del Partido Obrero Revolucionario. Fenece el hombre, quien fue parte importante de la historia del movimiento obrero boliviano, pero permanecen las razones de su lucha.
Guillermo Lora Escobar nació en 1921 en Uncía, a un costado del cerro de Llallagua el distrito minero del norte potosino que fue el trono del Rey del Estaño Simón I. Patiño. De familia pequeño burgués tuvo la oportunidad de estudiar derecho en la Universidad Mayor San Simón de Cochabamba, donde sus lecturas políticas lo llevaron a iniciar su militancia en el Partido Obrero Revolucionario, organización nacida en exilio en 1934 como fusión de distintos círculos políticos con una vaga inspiración trotskista entre los cuales había el Grupo Túpac Amaru de Tristan Maroff, seudónimo de Gustavo Navarro, ex miembro del cuerpo diplomático boliviano en Argentina que fue primeramente el principal líder del POR para luego ser expulsado del mismo y acabar su trayectoria política como secretario personal del Presidente Hertzog.
La juventud de Guillermo Lora Escobar coincidió con la explosiva juventud del movimiento obrero boliviano, el cual se movía a paso firme hacia su organización y su protagonismo revolucionario bajo los efectos combinados de la crisis del 1929 y sus consecuencias sobre la economía boliviana, la crisis de credibilidad de una clase dirigente nacional culpable de la trágica aventura de la Guerra del Chaco y totalmente sometida a la voluntad de la rosca de empresarios mineros que hacían y deshacían gobiernos, finalmente el ejemplo soviético que dio un fuerte impulso a la constitución de partidos revolucionarios. Como el propio Guillermo Lora admitió en una de sus últimas entrevistas (publicada en febrero del 2007 en la página bolpress) su actitud hacia el movimiento obrero fue a un principio soberbia, herencia de su extracción social: “no me escuchaban. Ya antes del conflicto como agitador les hablaba y nada. Seguramente por la arrogancia del joven burgués, además reconozco que yo los trataba mal.” Lora se refería en esta entrevista a la ocupación de minas de Siglo XX en 1944, conflicto al cual él mismo participó siendo sucesivamente desterrado por el gobierno junto a los principales dirigentes del sindicato minero.
Lora fue investigador y escribió varios ensayos políticos como La Revolución Boliviana, La Historia del movimiento obrero boliviano entre otros. Sin embargo a esta época de intenso aprendizaje, agitación e intercambio político con los trabajadores del subsuelo del norte potosino está relacionada su más universalmente reconocida contribución a la consciencia de clase en Bolivia y a la lucha internacional por el socialismo, las Tesis de Pulacayo, tesis fundamental de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.
Paradójicamente Lora decía “yo no escribí la Tesis de Pulacayo, a mí me la dictaron los mineros y sólo la redacté, cuando me iniciaba en política. Fui nada más que pendolista”. Sin embargo es demasiado evidente su influencia en la propuesta presentada por la delegación de Llallagua al congreso de la FSTMB del noviembre del 1946 celebrado en Pulacayo. En las Tesis se afirma el carácter de Bolivia como país capitalista, un eslabón de la cadena capitalista mundial, en el que existen todavía tareas democrático-burguesas pendientes, como al ser la modernización y la ampliación de la base productiva, la dotación de infraestructuras y la industrialización del país, la solución de los problemas nacionales y la cuestión agraria. Las Tesis reivindican al proletariado en alianza con los campesinos y a su revolución la solución de estas tareas que la endeble y parasitaria burguesía nacional, atada a la cola del imperialismo, no puede ni quiere solucionar. He aquí la teoría de la revolución permanente de Trotsky surgir de la experiencia viva de la revolución boliviana, lo que hace de las Tesis uno de los más avanzados documentos sindicales del movimiento obrero mundial. La experiencia de casi 60 años de lucha tras la revolución del 1952 es la muestra más clara de la vigencia hoy en día de las Tesis de Pulacayo pese a todos sus límites.
Lora asumió la dirección del POR a partir del 1953, un año después del Abril del 1952 cuando las milicias mineras derrotaron en campo abierto el ejército regular, generando una situación de doble poder donde el gobierno “legitimo” de Víctor Paz Estenssoro “era un virtual prisionero del proletariado y sus milicias, custodiado y vigilado en el Palacio Quemado”, como recuerda Liborio Justo en La revolución derrotada. Durante la revolución el POR, bajo la dirección equivocada de la Cuarta Internacional a principio de su proceso degenerativo, nunca levantó la consigna “todo el poder a la COB” como en su tiempo hizo Lenin en el punto álgido de la revolución rusa. En cambio en la misma conferencia del POR del 1953 se aprobaron resoluciones en las cuales se afirmaba la necesidad de apuntalar el gobierno del MNR para que cumpla con los postulados de la revolución. Así el MNR basándose sobre el apoyo campesino – que consiguió por los efectos de la reforma agraria – logró retrasar las reivindicaciones de las masas sin enfrentarlas abiertamente para reconstruir progresivamente el Estado burgués, solucionando a favor de la contrarrevolución la situación de doble poder generada por la revolución.
Lora fue diputado en el bloque minero en 1947 en oposición al gobierno Hertzog, el cual –nacido de la insurrección del julio del 1946 – reprimió el movimiento minero en Potosí acatando la voluntad de la rosca minera, con el apoyo del estalinista Partido de la Izquierda Revolucionaria. Participó a la Asamblea Popular propiciada por el gobierno de Torres e integró el Comando Político de la COB en los años ‘70 cuando la dictadura de Banzer costeaba viajes para viajar por el mundo con los exilios a él y todos los dirigentes sindicales y políticos de izquierda, como el propio Lora irónicamente dijo.
Cuando hablaba de su primera participación a la lucha obrera, la ocupación de las minas en Siglo XX en 1944, Lora decía de haberse quedado sorprendido de cómo los mineros llegasen a conclusiones políticas siguiendo el campo de la política comunista sin haber tenido una formación política previa. En esta sincera admisión revivía el joven burgués que abordaba el tema de la agitación política con una perspectiva didáctica. La lucha de clase es el motor de la historia, la ley fundamental del desarrollo histórico que el marxismo solo evidencia. Esta lucha es un proceso vivo en el cual el movimiento obrero aprende de su propia experiencia. El papel de la dirección política en este proceso es de acompañar y facilitar la organización y la toma de consciencia de la clase trabajadora brindándole las herramientas necesarias para que ésta pueda cumplir con su tarea histórica de acabar con el capitalismo, es decir una dirección política y las reivindicaciones transitorias que le permitan avanzar en cada etapa.
En cambio, el abstencionismo teorizado por Lora por ejemplo – contrario a cualquiera concepción marxista, leninista y trotskista del partido y su lucha en la sociedad – ha alejado el POR de la lucha viva del movimiento obrero – campesino, como demuestra su sustancial ausencia de los movimientos insurreccionales de los últimos años. Esto es el precio de la concepción ultimatista que el POR ha hecho propia, es decir la idea que la radicalización de las masas se exprese solo en su consciente lucha por el poder, una visión poco dialéctica de la historia en la cual desvanece el papel del partido y su función de educar y orientar las masas en el vivo del desarrollo de la lucha de clase. Lora por ejemplo afirmaba que hoy no estamos ni siquiera en una etapa embrionaria de la revolución. El propio Trotsky en la Historia de la Revolución Rusa dio la más clara definición desde un punto de vista marxista de lo que es una revolución
El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen. Dejemos a los moralistas juzgar si esto está bien o mal. A nosotros nos basta con tomar los hechos tal como nos los brinda su desarrollo objetivo. La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos.
Por nuestra parte frente a movimientos insurreccionales que han provocado la caída de presidentes, intentos de golpe, extensas e intensas movilizaciones populares etc. creemos que la perspectiva de Lora sea equivocada y que vivimos en un proceso revolucionario. Claro es con muchos límites, equivocaciones, vacilaciones etc., un proceso pero que llama los marxistas a cumplir con su tarea de sector más resuelto y vanguardia política de la revolución en marcha, como los propios Marx y Engels escribían en el Manifiesto del Partido Comunista.
Guillermo Lora estuvo presente en todas las más importantes páginas de la lucha del movimiento obrero – campesino del siglo pasado, con un papel destacado e importantes contribuciones como las Tesis de Pulacayo. Con él muere una parte de la historia misma del movimiento obrero boliviano. En vida sufrió las persecuciones, las calumnias y el ostracismo que sufren todos los revolucionarios, como todos los revolucionarios habrá quien querrá hacer de él un inofensivo icono a la hora de su muerte. En la entrevista que citamos Lora declaró que todos los esfuerzos de su vida fueron para ser un verdadero “bolchevique”. Los bolcheviques verdaderos rechazamos cualquier forma de culto de la personalidad, no será callando nuestras críticas fraternas y sinceras a las ideas del camarada Lora que defenderemos su recuerdo. Nuestro mejor homenaje a la muerte de un revolucionario es seguir en nuestra incansable lucha contra la explotación capitalista, por el socialismo y la construcción de una dirección política revolucionaria fundamentada en las genuinas ideas del marxismo. Este es nuestro compromiso y nuestro homenaje al camarada Guillermo Lora Escobar, a sus familiares y seguidores.