Grupo 1º de Mayo llama a la Unidad de los Trabajadores y a luchar contra Piñera

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El levantamiento popular abierto el 18 de octubre plantea urgentes desafíos a la clase trabajadora, frente a ellos el Grupo 1º de Mayo declara:

1.-  Que la crisis abierta en nuestra sociedad es la crisis del régimen capitalista, el que sólo puede sobrevivir sometiendo a los trabajadores y a la mayoría nacional a la explotación y la miseria. En efecto, y como quedara manifestado el día de ayer en la Cámara de Diputados, la única respuesta que puede ofrecer la institucionalidad patronal que gobierna el país es mayor represión. Inequívoca expresión de esto es la llamada “Ley Anti Saqueos o Anti Barricadas”,  ley maldita que criminaliza toda forma de  protesta social y que pretende mandar  a millones de chilenos a las cárceles por marchar, ocupar lugares de trabajo o estudio, cortar una calle o enfrentar la represión de Carabineros. Esta ley es consecuencia directa del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, en la que las fuerzas parlamentarias se comprometieron a sostener a Piñera y a legitimar su política de sistemáticas violaciones a los DDHH, que es lo que se oculta tras el compromiso de restablecer el orden público. 

2.- En el mismo sentido, los resultados que arroja la Encuesta CEP –el oráculo de los medios burgueses- pone en en evidencia el completo derrumbe del Gobierno de Piñera, del Parlamento y de los partidos del régimen con representación parlamentaria. Todos, absolutamente todos, son rechazados de manera amplia y unánime  por el pueblo, lo que no es otra cosa que la corroboración de lo que se ha venido verificando en las calles en estos tres meses de levantamiento popular. Desde La Moneda, desde el Parlamento, desde los tribunales y desde las FFAA y Carabineros se conspira en contra del pueblo para preservar los intereses de la oligarquía, los grupos económicos y el imperialismo. Ilustra esta afirmación que mientras el país es arrasado por una sequía sin precedentes, el Senado rechaza  la declaración del agua como bien de uso público por una minoría, mientras la Dirección de Aguas de Ñuble saca a remate derechos de aprovechamiento privado de aguas del río El Cangrejo.

3.- Esta crisis alcanza a las organizaciones de trabajadores e inclusive a los partidos que pretenden representar sus intereses. Ninguno de ellos a estado a la altura de la situación. La CUT ha sido un fantasma completamente impotente para ponerse a la cabeza de la lucha popular, en cuanto a las principales organizaciones sindicales -salvo el Colegio de Profesores, ANEF Nacional y la CONFUSAM- no han revelado capacidad movilizadora. Es más una, parte importante de las organizaciones sindicales del Cobre se han marginado abiertamente del proceso de movilización restándose de luchas clave como las del 12 de noviembre recién pasado. 

4.- En este contexto, la Mesa de Unidad Social ha acompañado el proceso de movilizaciones, ha permitido agrupar a movimientos y organizaciones, sin embargo no ha logrado transformarse en una clara referencia para las bases. Su estructura cupular, su funcionamiento federativo y su actitud vacilante frente al Gobierno –como concurrir a hablar con Blumel mientras nos masacraban en las calles- han debilitado su influencia.

5.- En Valparaíso, el escenario no es distinto. Pasadas las primeras semanas, la Mesa Social y su Frente Sindical no tuvieron la capacidad de mostrarse como una dirección unificadora. Los personalismos de  sus principales figuras, más preocupados de los micrófonos y las fotos para los medios que de fortalecer la lucha, son una clara manifestación de este problema. La Mesa Social practicó un asambleísmo inconsistente, centrado en sí mismo y sin ninguna voluntad de transformarse en un referente para la clase trabajadora. El día siguiente de la portentosa huelga del 12 de noviembre, momento en que resultaba imprescindible hacer un balance de la jornada y adoptar urgentes medidas de lucha, la Mesa Social dilapidó su capacidad organizativa en una absurda discusión sobre los estatutos de la Mesa, quién podía hacer uso de la palabra, quién podía votar, todo esto mientras –literalmente- miles se batían en Pedro Montt contra las FFEE de Piñera.

6.- Pero el definitivo hundimiento de la Mesa Social lo constituyó su vergonzosa Campaña de “El pueblo no ataca al pueblo”. La declaración hecha en video por la Mesa Social y el Presidente de la Cámara de Comercio –una organización tradicional de la Derecha porteña- sepultó la posibilidad de que la Mesa se transformara en un referente para los trabajadores. Con esta política, la Mesa Social de Valparaíso traspasó la barrera de clase que impide a los trabajadores unirse con los patrones aún a pretexto de abordar una tarea democrática, si esto divide a la clase. La Mesa Social de Valparaíso hizo suyo el discurso piñerista de que los saqueos eran los responsables de la destrucción del pequeño comercio porteño, en circunstancias que durante años son las multitiendas, supermercados y cadenas nacionales de farmacias las que han arrasado con el pequeño comerciante. Con esta campaña se legitimó la represión sobre la protesta social y la reciente votación de la ley anti saqueos, es un logro de esta errada campaña.

7.- Puesto en un sentido general, todos los dirigentes sindicales después de iniciado este movimiento debiéramos poner nuestros cargos a disposición de las bases. Lo que se debe preservar es la unidad de todas nuestras organizaciones y garantizar la continuidad y profundización de la movilización: esa es la única garantía que tenemos como trabajadores. Todas las organizaciones de trabajadores y la Mesa Social de Valparaíso debe serlo, deben defenderse bajo una política unitaria de lucha contra Piñera. 

8.- Hoy día se nos presenta la cuestión del plebiscito constituyente y, al igual que el 88, esta justa electoral ya está dividiendo a los trabajadores. Están por legítimas razones, los que creen que hay que ir a votar y los que creen que no. Dentro de nuestro Grupo 1º de Mayo coexisten esas dos posiciones, el desarrollo del proceso irá decantando estas cuestiones. Este proceso de transición, denominado proceso constituyente es el resultado del Acuerdo por la Paz y el mismo tiene un objetivo desmovilizador y divisionista. El estar a favor de votar o no puede ser motivo para que decaiga nuestra organización y decisión de lucha, porque nuestra a voluntad política debe ser el fortalecimiento de las organizaciones de base y la proyección de hacer efectiva una Asamblea Constituyente desde las Asambleas Populares y Cabildos que se han desplegado a lo largo de todo el país. Mas aún, la Asamblea Constituyente, es una de las demandas pero no la única, también debemos terminar con el sistema de AFP, restablecer la educación gratuita en todos sus niveles, a la Salud como un derecho universal y todas ellas no se lograrán sin la decidida y permanente movilización de todos los trabajadores y el pueblo en general.

9.- ¿Se puede? Por supuesto que se puede!!! Es el poder popular la única garantía de que nuestras reivindicaciones se impondrán, por la vía de la acción directa y decidida de los millones que hemos salido a las calles en el marco de este levantamiento. Somos los trabajadores movilizados la única vía para la transformación de nuestro país sobre nuevas bases sociales. Las banderas democráticas, sociales y nacionales que ha planteado este movimiento sólo podrán alcanzarse por la vía de la movilización. Cuestión central en este proceso es el juicio y castigo a Piñera y todo su Gobierno, por su responsabilidad en las masivas y sistemáticas violaciones a los DDHH, justicia para los 29 compañeros asesinados, los más de 300 mutilados y los 2537 presos políticos del levantamiento. Estas demandas exigen que Piñera abane La Moneda de inmediato: Fuera Piñera.

10.- Para llevar adelante esta tarea es fundamental construir una nueva dirección política de los trabajadores, que se ponga al servicio de la lucha y que garantice unidad y movilización. Sin esta dirección política la energía del movimiento se disipará y no habrá posibilidad de que se impongan las reivindicaciones populares. Una dirección que se ponga al servicio de recuperar la CUT para las bases, de sostener las Asambleas Populares, de unificar los territorios y los frentes de trabajo, de propiciar autoconvocatorias de trabajadores para pasar por encima de la burocracia sindical amarilla. Esta tarea es fundamental para terminar victoriosos la lucha que iniciamos el 18 de octubre. Los trabajadores necesitamos nuestra propia dirección política para vencer.