¡Que semana! Los últimos cinco días de la conferencia laborista de este año ciertamente han sido una montaña rusa. Pero a pesar de los mejores intentos de la prensa Tory para agriar el estado de ánimo, el sentimiento entre quienes abandonaron Brighton el 25 de septiembre fue sin duda de optimismo y confianza en nuestro movimiento.
Con el gobierno en crisis, los blairistas en retirada y un arsenal reforzado de políticas radicales a nuestra disposición, los militantes de base están preparados para llevar la lucha contra Boris y los Conservadores. El mensaje que salió de la conferencia fue claro: ¡adelante! ¡Estamos listos para una elección!
Los blairistas sometidos
Dicen que una semana es mucho tiempo en política. Pero los acontecimientos en este momento están cambiando cada día, o incluso cada hora.
Al comienzo de la semana, cuando los delegados llegaron el sábado 21 de septiembre por la mañana, la noticia se llenó de conversaciones sobre fracturas, complots y maniobras, mientras el vicepresidente laborista maquiavélico, Tom Watson, sufrió un intento fallido de ser expulsado por parte del fundador de Momentum [la plataforma de apoyo a Jeremy Corbyn dentro del Partido Laborista], Jon Lansman.
Este pequeño episodio demostró ser solo la excusa que necesitaban los medios millonarios para distraer del debate que tenía lugar dentro de la sala de conferencias.
Watson, mientras tanto, se frotaba las manos con alegría, alardeando de que este “tiroteo en coche” había “fracasado espectacularmente”, acusando hipócritamente a la izquierda de estar más interesada en ataques internos que en derrotar a los conservadores.
Al final, sin embargo, estos intentos cínicos de los blairistas y sus amigos en la prensa para desviar la atención de la conferencia en sí demostraron no ser rival para el rugido ensordecedor que emanaba del interior del Centro Brighton.
Ambiente combativo
Después de un comienzo lento, los espíritus comenzaron a agitarse con el debate sobre la restauración de la Cláusula 4 el sábado por la tarde, el artículo de los Estatutos del partido que defendía la nacionalización de los medios de producción y que fue eliminado por Tony Blair hace 20 años. Los discursos inspiradores y apasionados de los impulsores de las mociones para recuperar la cláusula socialista original, sin duda, hizo que la sangre bombeara.
Esto fue demostrado vívidamente por las ovaciones de pie que recibieron estas contribuciones , y luego fue confirmado por el voto del 62% de los delegados de las agrupaciones locales del partido en apoyo de la Cláusula 4.
Este magnífico resultado marcó la pauta para el resto de la semana: desde los discursos de los titulares hasta las contribuciones de la sala. Día a día, la combatividad de los discursos de los delegados creció, al igual que el radicalismo de las promesas provenientes del programa.
Y esto fue incluso antes de mencionar las políticas de izquierda aprobadas, con votación en la conferencia (entre muchas otras cosas) para: traer una semana laboral de 32 horas; abolir las escuelas privadas; establecer un Servicio Nacional de Cuidados; y aplicar un “Nuevo Acuerdo Verde”, que implique una amplia propiedad pública y un objetivo de emisiones netas de carbono cero para 2030.
John McDonnell, en particular, abrió el camino con un fuerte discurso el martes 24, mientras describía el programa económico del partido , que incluía una serie de reformas importantes. Esto incluía la promesa de que un gobierno laborista ampliaría y garantizaría la provisión de “servicios básicos universales”, una expansión masiva de la propiedad pública.
Muchos discursos ardientes apuntaron directamente al capitalismo, presentando demandas de nacionalización y políticas socialistas en respuesta. Por ejemplo, el secretario general del sindicato de bomberos FBU, Matt Wrack, al trasladar la enmienda integrada para un “Nuevo Acuerdo Verde”, declaró que: “El capitalismo está matando al planeta … debemos poner la propiedad pública en el centro de este problema”.
Este uso de una retórica audaz y del lenguaje de clase de los delegados fue especialmente notable. Uno tras otro, quienes hablaron en la tribuna hablaron claramente sobre la movilización y organización de los trabajadores, la campaña en torno a los problemas de clase y la lucha por un gobierno laborista socialista.
Este es precisamente el tipo de enfoque combativo que se necesita para movilizar a los trabajadores y los jóvenes en una campaña electoral general.
Corbyn fortalecido
Sobre todo, la conferencia se definió por la forma en que los miembros de base se unieron detrás de Corbyn.
Los blairistas, por el contrario, eran una fuerza invisible. Al final de la semana, no se los veía por ninguna parte. De hecho, ante la perspectiva de dirigirse a una audiencia casi vacía el último día de la conferencia, Tom Watson decidió abandonar por completo su discurso y regresar temprano a Londres.
Esto marcó un final humillante para lo que fue una conferencia ignominiosa para los blairistas, que terminaron dejando Brighton con el rabo entre las piernas.
A lo largo de la semana, la derecha laborista hizo todo lo posible para dividir a la militancia, particularmente sobre la cuestión del Brexit. Numerosos activistas suyos inundaron las calles del exterior del edificio con banderas de la UE. Una ruidosa protesta por un “voto popular” por un nuvo referendum sobre el Brexit intentó acumular presión. Y los oradores principales como Emily Thornberry y Keir Starmer aprovecharon la oportunidad para pedir al partido que tomara una posición de permanencia inequívoca.
Pero todos estos esfuerzos quedaron en nada. En cambio, la conferencia demostró que los militantes laboristas están firmemente detrás de Corbyn.
Posición de clase
Al final, fue la posición de clase de Corbyn lo que decidió laposición sobre el tema del Brexit, con el líder laborista afirmando correctamente que nuestro partido no debe ser “el 52 por ciento, ni el 48 por ciento, sino el 99 por ciento”. .
Está claro, por lo tanto, que los laboristas entrarán en las próximas elecciones luchando por cuestiones de clase. Esto también fue enfatizado por el discurso resuelto de Corbyn, donde afirmó que un gobierno laborista “se enfrentaría a quienes realmente dirigen nuestro país: los especuladores financieros, los evasores de impuestos y los grandes contaminadores”.
Además de esta lista, ahora podemos ubicar a los patrones de Big Pharma, que Corbyn anunció que también estarían en la línea de fuego de un futuro gobierno laborista, con una nueva promesa de establecer un proveedor público de medicamentos genéricos baratos.
Si se aplicara, esto ahorraría dinero y vidas, ya que el sistema nacional de salud, NHS, y los pacientes vulnerables ya no dependerían de los monopolios farmacéuticos para obtener sus medicamentos.
“Ls haremos frente”, proclamó Corbyn con aplausos entusiastas, “para que los verdaderos creadores de riqueza, la gente de este país, puedan tener el trabajo, los servicios y el futuro que merecen”.
Que comience la batalla
De su discurso quedó claro que el líder laborista ha encontrado un nuevo resorte en su paso. Después de semanas de disputas parlamentarias frustrantes, la conferencia de esta semana permitió a Corbyn hacer lo que mejor sabe hacer: movilizar un movimiento de masas en torno a políticas de clase.
Animado por el anuncio de la Corte Suprema de la mañana, que falló que Boris Johnson había actuado ilegalmente en la suspensión del Parlamento, Corbyn levantó aún más el ánimo de la conferencia con su declaración de que Johnson “no es apto para ser primer ministro”.
“Esta crisis solo puede resolverse con unas elecciones generales”, dijo Corbyn a una audiencia entusiasmada.
Esto fue recibido con tremendo entusiasmo por la multitud. Animados por el programa de reivindicaciones radicales acordadas en la conferencia, los activistas de base están desesperados por salir a las calles y hacer campaña por una victoria laborista.
Y con los Tories divididos y Johnson arrinconado, es evidente que esta oportunidad llegará más pronto que tarde. Unas elecciones generales son inminentes.
La conferencia laborista de este año fue precisamente lo que se necesitaba: un soplo de aire fresco frente a todos los chanchullos de Westminster de los últimos meses; un recordatorio de dónde reside la fuerza de nuestro movimiento; y un anticipo apasionante de lo que vendrá.
En efecto, fue una manifestación masiva previa a las elecciones , una oportunidad para flexionar nuestros músculos para la batalla que se avecina. Y decimos: que comience la batalla.