La segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas tendrá lugar el 24 de abril. Partidos de izquierda y dirigentes sindicales están presionando a sus seguidores para que apoyen un ‘Frente Republicano’ contra Marine Le Pen, a quien califican de fascista, y voten por el gobierno de los ricos de Macron. Esta nefasta colaboración de clases está siendo rechazada por miles de jóvenes, que han ocupado sus universidades y se han manifestado al grito de ¡ni Macron, ni Le Pen!
El miércoles 13 de abril, cientos de estudiantes ocuparon la Universidad de la Sorbona en París, junto con la Escuela Normal Superior (ENS) de la capital, así como el campus de Nancy del Instituto de Ciencias Políticas. En la Sorbona, escenario histórico del movimiento revolucionario de mayo del 68, los estudiantes mantuvieron su ocupación durante 30 horas antes de ser desalojados brutalmente por la policía. Como dijo un estudiante a Reuters: “Estamos cansados de tener que votar siempre por el menos malo de los dos, y eso es lo que explica esta revuelta”. Hay un rechazo generalizado a todo el establishment por parte de la juventud, que se está moviendo hacia la izquierda.
En los días siguientes hubo grandes manifestaciones en París, Lyon, Marsella, Toulouse y otros lugares. La más grande fue convocada por varias organizaciones el sábado 16 de abril. El estado de ánimo y las consignas en la calle dejaban claro que la indignación se dirigía contra ambos candidatos reaccionarios que se disputan la segunda vuelta. Alrededor de 20.000 personas salieron a la calle en el área de París y miles más en todo el país.
Estamos asistiendo al germen de las futuras luchas de clases que estallarán en Francia, independientemente de quién gane finalmente las elecciones. El campo político está bloqueado por ahora para los trabajadores y jóvenes (al menos hasta las elecciones legislativas), pero en todas las demás vías se intensificará masivamente. El siguiente artículo, del editor de la web marxista francesa Révolution , ataca el colaboracionismo de clase de los partidos de izquierda y de las cúpulas sindicales. Aboga por que los trabajadores y jóvenes progresistas resistan la presión de respaldar al ‘mal menor’ de Macron y, en cambio, mantengan una bandera limpia e independiente y se preparen para la batalla.
Desde la primera vuelta de las elecciones presidenciales, los dirigentes de la mayoría de los sindicatos y partidos de izquierda han estado apelando al “bloqueo de Agrupación Nacional (RN)”, el partido de Le Pen, el 24 de abril. Algunos han pedido explícitamente el voto a Macron. Otros piden no votar por Le Pen. Por último, algunos apelan a ‘ganarle a Le Pen ‘.
Desde el punto de vista de la escolástica medieval, la diferencia entre estas tres posiciones es ciertamente digna de interés, como fueron las controversias sobre el sexo de los ángeles. Pero desde el punto de vista de la lucha de clases, es un mismo error: el “Frente Republicano contra la extrema derecha”. Este «frente» con el partido de Macron, (La République En Marche) LREM -porque de eso se trata, concretamente- es una política de colaboración de clases. Y la alternativa a esta política equivocada es la de la lucha de clases.
En la primera vuelta, la candidatura de Mélenchon representaba la única posibilidad de victoria de la izquierda. Su eliminación nos deja frente a dos enemigos implacables de nuestra clase, dos políticos burgueses empeñados en hacernos pagar la crisis de su sistema: el capitalismo. Como consecuencia, la lucha contra este sistema y contra todos los políticos burgueses no puede pasar por las elecciones presidenciales. Sin embargo, esta lucha puede proseguir –e incluso intensificarse– en todos los demás campos: protestas, huelgas, sindicatos, mítines, fortalecimiento de las organizaciones sindicales de trabajadores, etc. En cuanto a la batalla electoral, continuará en el marco de las elecciones legislativas, que se celebrarán dentro de dos meses; pero ha terminado en lo que se refiere a las elecciones presidenciales.
La ‘diferencia de naturaleza’
Estudiantes de varias universidades -sobre todo en París- han dado ejemplo: se movilizaron para protestar contra el resultado de la primera vuelta, es decir, contra Le Pen y Macron. En la Sorbona y en otros lugares, fueron violentamente reprimidos por la policía. En Ciencias Políticas, fueron atacados por militantes de extrema derecha. Estamos acostumbrados a tal represión y agresión bajo el gobierno de Macron. Su mandato se ha caracterizado por la brutalidad policial extrema, que alcanzó su punto máximo durante el movimiento de los chalecos amarillos. En cuanto a la violencia de los grupos de extrema derecha, se les ha permitido actuar con impunidad.
Esto hay que subrayarlo, porque es en nombre de una “diferencia de naturaleza” –entre LREM y RN– la razón por la que los simpatizantes del “Frente Republicano” llamen a votar a Macron (o a “no votar a Le Pen”) Este es, en particular, el caso de Jean- Luc Mélenchon, que explica precisamente en qué consiste esta “diferencia de naturaleza”:
“Marine Le Pen suma al proyecto del abuso social, que comparte con Emmanuel Macron, un peligroso fermento de exclusión étnica y religiosa. Un pueblo puede ser destruido por este tipo de división. (…) Admito que mi valoración aquí es tanto moral y filosófica como política. Por eso he dicho y repito que ningún voto debe ser para la candidata de extrema derecha”.
El problema es obvio: los hechos contradicen la afirmación de tal ‘diferencia’ entre Le Pen y Macron. Desde hace cinco años, el gobierno de Macron no ha dejado de alimentar un “peligroso fermento de exclusión étnica y religiosa”. Ha recurrido sistemáticamente a la propaganda racista y a la estigmatización de los musulmanes. En este terreno, como en el de la represión policial, ha ido incluso más lejos que sus antecesores. ¿Ha olvidado Mélenchon la cruzada del gobierno de Macron contra el “islamoizquierdismo”? ¿Ha olvidado todas las otras cruzadas del mismo tipo? Uno supone que no. Pero esa es la lógica del “Frente Republicano”: implica ignorar la realidad concreta. Mélenchon, además, lo reconoce indirectamente: ahoga la política de hechos en la niebla de una “evaluación moral y filosófica”. En lugar de aclarar la situación, confunde a la gente.
Las súplicas de Roussel
Fabien Roussel es un partidario entusiasta del “Frente Republicano”. Por lo tanto, lleva su lógica errónea al extremo. Tomemos como ejemplos algunos extractos de su declaración después de los resultados de la primera ronda:
“La extrema derecha llega a la segunda vuelta, con una reserva de votos que supone una gran amenaza para el futuro de la República. El candidato a presidente es el primer responsable de esta situación. (…) Una gran parte de Francia le acaba de decir que ya no puede soportar su comportamiento despectivo y su deseo de enriquecer a los más ricos. Ahora le toca a Emmanuel Macron decir que ha escuchado el mensaje. ¡A él le toca hablar! Debe decir, hoy, claramente, que renunciará a sus contrarreformas sin sentido. (…) Por mi parte, el domingo 24 de abril elegiré la responsabilidad. (…) Pido que derrotemos a la extrema derecha, derrotándola usando la única papeleta disponible”.
Mélenchon guarda silencio sobre las políticas racistas de Macron; Roussel está implorando a Macron que nos ahorre cinco años más de regresión social. En lugar de apelar a la lucha de clases contra Le Pen y Macron, en lugar de explicar que solo las luchas masivas permitirán poner de rodillas al próximo gobierno (sea quien sea), Roussel pide el voto para Macron, y le pide a Macron que renuncie a su programa, al programa de la burguesía. No hay necesidad de organizarse y prepararse para grandes luchas: basta con que Macron renuncie a las “ reformas sin sentido ” que planea infligirnos.
¡Sin embargo! Desde el punto de vista de la burguesía, las contrarreformas que está preparando Macron no son en absoluto “insensatas”; por el contrario, son indispensables para la defensa de sus intereses, es decir, de sus ganancias. Para defender nuestros intereses de clase, sólo podemos contar con nuestras propias fuerzas y las de nuestras propias organizaciones, con las movilizaciones de masas y la lucha de clases en general. Pero no hay una sola mención a la lucha de clases en la declaración del líder “comunista”. A su manera, Fabien Roussel confirma las dos opciones a las que nos enfrentamos: “Frente Republicano” o lucha de clases.
Las desventuras de la “independencia sindical”
Cuando se trata del “Frente Republicano”, una mención especial merece la dirección de la CGT1. Antes de la primera vuelta, cuando estaba claro que Mélenchon tenía opciones de pasar a la segunda vuelta, los dirigentes de la CGT no movieron un dedo para intentar contribuir a ello. No hicieron ni una sola declaración, en nombre de la llamada “independencia sindical” de los partidos políticos. Siguiendo ese llamado “principio”, la dirección de la CGT no se posicionó, desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores, entre la candidatura de Mélenchon y las de los partidos burgueses. Por supuesto, la burguesía alaba este “principio”.
Sin embargo, pasada la primera vuelta, ya sin Mélenchon, los artífices del “Frente Republicano” hicieron añicos el “principio”. En su declaración del 12 de abril, la dirección confederal de la CGT explicó:
“La CGT no es dueña de los votos de sus afiliados. Nuestra organización es independiente pero no neutral, tiene una historia y unos valores colectivos opuestos a los de la extrema derecha. Ni una sola voz en el mundo sindical a favor de la extrema derecha, hay que combatirla en todas partes”.
Sería divertido si no fuera tan grave. Para ocultar el abandono de la “independencia sindical” (en beneficio de Macron), se plantea un nuevo concepto: la “neutralidad”. La CGT es “independiente”, pero “no neutral”.
Admitamos por un momento que esta distinción entre “independencia” y “neutralidad” no es un miserable engaño (que lo es). Queda la pregunta de por qué la CGT, que “no es neutral”, guardó la más completa neutralidad a la hora de elegir entre Mélenchon y los candidatos de los partidos burgueses. ¿La elección no fue clara, desde el punto de vista de la “ historia y valores colectivos » de la CGT? ¿Sintió la dirección de la CGT que, desde el punto de vista de estos » valores » e » historia “, las candidaturas de Mélenchon y Macron, por ejemplo, eran indistinguibles? ¿Cómo distingue la dirección de la CGT entre Macron y Le Pen, desde el punto de vista de sus “valores ”, pero no entre Macron y Mélenchon (o Le Pen y Mélenchon, o Pécresse y Mélenchon, etc.)?
Esta absurda explicación se entiende de manera muy simple: la “independencia sindical” es una mentira, una pura hipocresía, cuya función es enmascarar la sumisión de los dirigentes de la CGT a los intereses fundamentales de la clase dominante. Es un pretexto para la pasividad, para la moderación, para renunciar a combatir seriamente a la burguesía. Y cuando este “principio” ya no está en consonancia con los intereses fundamentales de la burguesía, como sucede en estos días, los dirigentes de la CGT lo abandonan y dan su apoyo sin lucha al candidato favorito de la clase dominante. En 2022, como en 2017, los dirigentes de la CGT han hecho una única petición: “votar a Macron” (perdón, “no votar a Le Pen”).
Miles de militantes de la CGT, sin duda, rechazan esta posición errónea. Deben darlo a conocer y exigir que los líderes sindicales cambien de rumbo. Al mismo tiempo, deben dar la espalda resueltamente a esta política de colaboración de clases y preparar a los trabajadores para grandes luchas contra el próximo gobierno, ya sea que esté dirigido por Macron o Le Pen.
El argumento más fuerte
Al igual que en 2002 y 2017, se ha esgrimido un argumento clave a favor del “Frente Republicano”: votar por Macron “es alejar el peligro del fascismo”. Ya que Marine Le Pen se ha esforzado mucho en los últimos diez años por demostrar que RN no es un partido fascista, el argumento reconfigurado admite ahora todo tipo de variantes, en las que el “fascismo” es sustituido por varias fórmulas no menos aterradoras: Roussel habla de una “catástrofe democrática”, Mélenchon de una “irreparable” situación, y así sucesivamente.
Los argumentos de los líderes del “Frente Republicano” descuidan el verdadero equilibrio de poder entre las clases, que Marine Le Pen -como todos los demás políticos burgueses- estaría obligada a tener en cuenta.
Como explicamos en nuestro último editorial, este argumento se basa, entre otras cosas, en un análisis totalmente erróneo del equilibrio de poder entre las clases. A corto y medio plazo, Francia no se encamina hacia el fascismo, una dictadura policíaco-militar o quién sabe qué “catástrofe democrática irreparable”; al contrario, se encamina hacia una intensificación de la lucha de clases , bajo el impacto de la crisis orgánica del capitalismo. El movimiento de los chalecos amarillos y la huelga de diciembre de 2019 fueron solo un anticipo de lo que le espera a la burguesía francesa en el período venidero. Esta última lo sabe, por cierto, y por eso la mayoría de los grandes capitalistas franceses apoyan a Macron: temen que una victoria de Marine Le Pen provoque movilizaciones explosivas e incontrolables de jóvenes y trabajadores, exactamente igual que la mayoría de los grandes capitalistas estadounidenses temían que una victoria de Trump agravara la inestabilidad social en EE.UU.
Al escuchar a los partidarios del “Frente Republicano”, uno tiene la impresión de que el destino de la clase obrera francesa se decidirá el 24 de abril: si Macron reúne el 50,1 por ciento de los votos, escaparemos (temporalmente) de lo “irreparable”, de la «catástrofe democrática»; pero nos hundiremos en el infierno si Macron reúne sólo el 49,9 por ciento de los votos. A esto se puede reducir la sabiduría de los líderes del «Frente Republicano». Se pasa por alto el verdadero equilibrio de poder entre las clases, que Marine Le Pen, como todos los demás políticos burgueses, estaría obligada a tener en cuenta.
¿Qué hacer?
No debemos minimizar el peligro que representa RN. Marine Le Pen y su partido son enemigos implacables de nuestra clase. Pero pedir el voto para Macron no debilita a Le Pen. Al contrario, aprovecha para decirle a sus potenciales votantes: “¡Mira! Una vez más, la casta política que os ha oprimido durante décadas, a diestra y siniestra, me está atacando. Represento un peligro real para este sistema corrupto”, etc. Le Pen –y su padre antes que ella– han utilizado sistemáticamente este argumento, no sin éxito. El “Frente Republicano” actual ofrece una nueva oportunidad para que Marine Le Pen lo utilice.
El “Frente Republicano” confunde y desmoviliza nuestro campo, incluso ante el peligro que representa el RN. Tomemos un ejemplo concreto. Si Marine Le Pen gana el 24 de abril, los activistas de extrema derecha podrían verse tentados a celebrar su victoria cometiendo actos de violencia contra los inmigrantes. De hecho, también podrían involucrarse en la violencia si Marine Le Pen pierde, por despecho. ¿Qué hacer ante este riesgo real? Los líderes del “Frente Republicano” ni siquiera se hacen la pregunta, porque están demasiado ocupados “golpeando a Le Pen” al pedir el voto para Macron. Sin embargo, habría cosas mucho mejores que hacer. Por ejemplo, la izquierda y el movimiento sindical podrían convocar manifestaciones de vigilancia en las zonas obreras de nuestras ciudades la noche del 24 de abril. Es probable que muchos jóvenes y trabajadores respondan a este llamamiento. Esto sería mucho más efectivo en la lucha contra el RN y los grupos fascistas que mil “Frentes Republicanos”.
En conclusión, nuestra crítica al “Frente Republicano” no está dirigida a los jóvenes ni a los trabajadores que, con el corazón apesadumbrado, irán a votar a Macron para “dejar fuera a Le Pen” el próximo domingo. Nuestra crítica se dirige únicamente a los líderes de izquierda y del movimiento sindical que defienden el “Frente Republicano” y piden votar por Macron, en lugar de apelar a la lucha de clases, de organizarse para preparar la lucha contra el próximo gobierno, sea quien sea el presidente. Y el alcance de nuestra crítica va mucho más allá de la cuestión de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El “Frente Republicano” es sólo una expresión, entre muchas otras, de los límites del reformismo, que cae constantemente en la colaboración de clases.
El destino de la clase obrera no dependerá del resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. En última instancia, el destino de la clase obrera dependerá de la construcción de una dirección alternativa a la de los reformistas, una dirección revolucionaria, capaz de movilizar a la juventud y a los trabajadores hasta el final: hasta el derrocamiento del capitalismo y la transformación socialista de la sociedad. ¡Para ayudarnos en esta tarea, únete a la Corriente Marxista Internacional!
1 Elegimos discutir la posición de la CGT porque es la confederación sindical más poderosa y militante. La posición de las direcciones de las demás centrales sindicales no es mejor (en general, es peor). Del mismo modo, es inútil comentar la participación de Jadot e Hidalgo en el “frente republicano”, porque nadie esperaba otra cosa de ellos: si gana Macron, cierto número de líderes “verdes” y “socialistas” se unirán alegremente a la LREM. En cuanto al NPA, su incorporación al “frente republicano” es solo una nueva ilustración de la bancarrota política de esta organización.