El candidato del Frente Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, obtuvo el 11,1% de los votos emitidos en la primera ronda de la elección presidencial. Este excelente resultado es un reflejo de una campaña ejemplar que, durante varios meses, ha movilizado las energías de decenas de miles de activistas del Partido Comunista, del Partido de Izquierda y de los sindicatos, especialmente de la CGT.
Sin menoscabo de la dedicación y del esfuerzo colectivo colosal de esta masa de activistas, el papel personal de Jean-Luc Mélenchon también merece ser destacado. Por la fuerza con la que llevó las ideas y demandas del Frente de Izquierda, logró galvanizar a grandes masas de jóvenes y de trabajadores. Cientos de miles de personas asistieron a los actos y mítines en torno a su candidatura.
El resultado que ha conseguido está por debajo del apoyo real que existe para el Frente de Izquierda. Toda nuestra experiencia durante la campaña ilustra este hecho. Muchos votantes ganados a las ideas del Frente de Izquierda se han dejado impresionar por la propaganda de los dirigentes socialistas en el llamado “voto útil”. Volveremos a encontrarnos con ellos más adelante, sin duda. Sin embargo, nunca se ha visto una movilización tan masiva y entusiasta alrededor de un candidato de izquierda, desde la campaña de François Mitterrand en 1981. Esto marca un hito en la historia de la izquierda francesa. Incontestablemente, la campaña del Frente de Izquierda ha tenido un gran impacto en la capa más consciente y militante de la clase obrera. Sin duda le dará un nuevo impulso a todo el movimiento obrero y a las luchas que tendrán lugar en los próximos meses y años.
En la derecha, el hecho más llamativo es el muy elevado resultado conseguido por el Frente Nacional (17,90%). Hubiera sido aún mayor si el Frente de Izquierda no le hubiera asignado un lugar central en su campaña al combate de las ideas racistas y reaccionarias del FN. El apoyo al FN es una expresión del profundo malestar social que existe en Francia. La crisis del capitalismo está aplastando las vidas y las condiciones de existencia de una fracción creciente de la población. La candidata del FN, a sabiendas, ha alimentado el prejuicio y el odio a los “extranjeros”, al tiempo que denunciaba a las élites y “al sistema” en general. Esta demagogia “contestataria” del Frente Nacional ha encontrado un eco en muchas de las víctimas del capitalismo sumidas en la pobreza, la precariedad y la desesperación. Sarkozy y sus colaboradores también han utilizado el racismo para confundir y enfrentar a los trabajadores unos contra otros, y no sólo durante la campaña, sino durante muchos años, lo que ha reforzado el impacto de la propaganda lepenista.
Los resultados de la primera ronda tienen que inquietar bastante a Sarkozy (consiguió el 27,1% de los votos). Pero es importante no subestimar al adversario. Un sobresalto a su favor siempre es posible, dado el contenido vacío de vida programática de parte del candidato del Partido Socialista (PS), François Hollande, que consiguió el 28,6%. Sarkozy está apoyado por un poderoso aparato estatal y mediático. Está apoyado por los “mercados” -es decir, por todos los capitalistas de los que siempre ha sido un defensor hábil e implacable.
Mélenchon ha llamado a participar masivamente en las manifestaciones del 1º de Mayo -y luego derrotar a la derecha, el 6 de mayo, por el único medio a nuestra disposición, es decir, el voto a Hollande. La Riposte lanza un llamamiento en el mismo sentido. No nos hacemos ilusiones sobre el programa de Francois Hollande, ni sobre la política que se apresta a llevar a cabo si resulta elegido. Pero lo que se juega en la segunda ronda está en otro lugar. Hay que echar a Sarkozy y a su gobierno reaccionario. Este es un paso esencial en la lucha contra el sistema que representan. Posteriormente, esta lucha continuará en otros planos. Las fuerzas sociales que existen detrás del Frente de Izquierda estarán en la primera fila de las futuras luchas, cualquiera que sea el gobierno que esté al frente.