Se ha producido un cambio brusco en toda la situación política en el Estado español, que tendrá efectos y repercusiones en los próximos tiempos tanto acá como internacionalmente. La aparente solidez y fortaleza del PP y su gobierno fue barrida en pocos días con el movimiento de millones de jóvenes y trabajadores, concretándose de forma inmediata en los resultados electorales del 14 de Marzo.
El PSOE tiene que elegir entre los trabajadores o los capitalistas
Se ha producido un cambio brusco en toda la situación política en el Estado español, que tendrá efectos y repercusiones en los próximos tiempos tanto acá como internacionalmente.
La aparente solidez y fortaleza del PP y su gobierno fue barrida en pocos días con el movimiento de millones de jóvenes y trabajadores, concretándose de forma inmediata en los resultados electorales del 14 de Marzo.
Se ganó por izquierda, no por el voto de centro
Pero sería imposible entender seriamente estos resultados sin tener en cuenta todo el proceso vivido en los últimos años de enfrentamiento con la política del PP y que el brutal atentado del 11-M en Madrid, unido al comportamiento del gobierno, hizo aflorar de forma repentina en pocos días.
El salvaje y criminal atentado del 11-M en zonas claramente obreras, con doscientos muertos y más de mil quinientos heridos, y la burda y asquerosa manipulación realizada por el PP de este crimen para sacar ventaja electoral, sacó a la superficie el profundo sentimiento de rabia contenida entre los trabajadores. El grito de "es su guerra, son nuestros muertos" pronunciado por cientos de miles de manifestantes en las calles, resumía perfectamente cuál era el estado de ánimo.
El gobierno de Aznar apoyó incondicionalmente la guerra imperialista frente a la oposición masiva de millones de personas, provocando una masacre en Iraq, situando a España al mismo tiempo en el punto de mira de grupos terroristas fanáticos.
Poco les importó la enorme oposición mostrada en las masivas manifestaciones, lo que les importó fue su contribución a la opresión del pueblo iraquí y los negocios de las grandes multinacionales del petróleo.
Los resultados electorales desmintieron todas las ideas interesadas sobre la falta de conciencia de los trabajadores y los jóvenes, ideas que no se corresponden con la realidad de las movilizaciones de los últimos años en España, pero que se han podido oír constantemente de boca de los dirigentes reformistas de la clase obrera y de algunos activistas desmoralizados.
El hecho de que el actual cambio de gobierno se haya producido como resultado directo e inmediato de las movilizaciones, supone una característica importante de la nueva situación política, que se verá reflejada en los próximos acontecimientos de la lucha de clases.
El gobierno del PSOE no dispone de un cheque en blanco
Mantener este apoyo electoral por parte del PSOE va a depender del cumplimiento de las expectativas que se han depositado en él. Con el "no nos falles" de la noche electoral, se advertía a Zapatero de que tiene que llevar a cabo transformaciones sustanciales y urgentes en la política del futuro gobierno. La primera medida adoptada fue anunciar la retirada inmediata de las tropas de Iraq, lo que fue recibido con verdadero entusiasmo por millones de trabajadores y jóvenes. Pero éstos también demandan un cambio urgente en la política de vivienda, empleo, educación, sanidad, derechos democráticos nacionales…, medidas todas éstas que no pueden ser dilatadas en el tiempo.
Los nombramientos de los nuevos ministros, con la inclusión de Bono, Solbes y otras "personalidades" de este tipo, y las declaraciones aduladoras por parte de la cúpula empresarial y bancaria, indican que en principio la política del futuro gobierno corre el peligro de tener un claro desvío hacia una política socialdemócrata de derecha, del tipo de Schröder en Alemania o Blair en Gran Bretaña, supeditando las medidas sociales a la marcha de la economía dirigida por la gran banca y los grandes empresarios. De ser así, el PSOE se verá enfrentado a los mismos que lo han llevado al gobierno, empezando por los trabajadores y los sindicatos, como ya sucediera en los anteriores gobiernos del PSOE.
Por ello es más necesario que nunca que los dirigentes del PSOE aprendan la lección de estos últimos años. Así como la derecha gobernó en defensa de los intereses de su electorado, la izquierda debe hacerlo también en defensa de los suyos, para eso cuenta con todas las ventajas y posibilidades en la calle, en las escuelas, en las fabricas, los barrios y el Parlamento.
Un gobierno de la izquierda, con un programa auténticamente socialista, basándose en la movilización, podría cambiar toda la situación con un costo mínimo.
Los trabajadores y la juventud mayoritariamente han expresado su disposición a luchar por transformar drásticamente la situación y esto no va a desaparecer sin más. El nuevo gobierno tendrá un margen de confianza para que cumpla sus expectativas, pero no tendrá un cheque en blanco.
Crisis del capitalismo
La crisis internacional del capitalismo en todos los terrenos, económico, político, social y militar, es el escenario en el que estamos inmersos. El actual sistema de "libre" mercado ha mostrado claramente sus limitaciones para resolver los problemas de la mayoría de la población en el planeta. El gobierno del PP se limitó a aplicar en el Estado español las medidas que su sistema requiere como lo está haciendo Berlusconi en Italia o Schröder en Alemania, atacando a los trabajadores, reduciendo las pensiones, las prestaciones por desempleo o el gasto social, con el objetivo de incrementar los beneficios empresariales y así teóricamente estimular la inversión "para que el sistema funcione".
Ya conocemos sobradamente este tipo de políticas, cuyo único resultado final no es otro que el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. Los capitalistas no invierten por amor al arte, ni por patriotismo; invierten exclusivamente para obtener más beneficios. Por eso aceptar la lógica del capitalismo como buena moneda para solucionar los problemas de la mayoría de la sociedad es una receta condenada al fracaso de antemano, como la experiencia ha demostrado una y otra vez.
Por ello la época actual es la época del socialismo. Las ideas y los métodos del marxismo son hoy más actuales que nunca. Desde el Militante estamos empeñados en la construcción de una alternativa marxista que sea la guía en la lucha por la auténtica y definitiva liberación de la humanidad.