Queda claro que en las últimas semanas el imperialismo estadounidense y sus países lacayos han aumentado la agresión contra Venezuela. El objetivo es público y declarado: propiciar un golpe de estado que derroque el gobierno del presidente Maduro y permita a la oligarquía capitalista volver a tomar control. Es necesario responde con medidas revolucionarias que golpeen el poder económico de la oligarquía, los agentes del imperialismo el país.
Veamos los pasos que han dado. El 1 de febrero el Secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, antes de iniciar una gira por varios países del continente hizo unas declaraciones en las que planteó la necesidad de un golpe militar en Venezuela. “Cuando las cosas se ponen tan mal que el mando militar se de cuenta que ya no puede servir al pueblo, ellos gestionarán una transición pacífica”, dijo en un discurso en la Universidad de Texas en el que renovó apoyo a la Doctrina Monroe. Toda la gira de Tillerson, que recaló en México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica, estuvo destinada a discutir el tema de Venezuela. Durante la misma gira Tillerson planteó la posibilidad de sanciones petroleras contra Venezuela, afectando la importación y refinación de petróleo en EEUU. Estas sanciones obviamente tendrían un impacto todavía más fuerte en la economía que las sanciones financieras ya vigentes. Tillerson se jactó de que los planes ya estaban sobre la mesa y quedaba solamente la decisión del presidente Trump.
Mientras tanto, fue una llamada que vino directamente de Washington la que finalmente dio la instrucción a la oposición para que no firmara el acuerdo en República Dominicana. Se demuestra de nuevo el carácter vendepatria y lacayo de la oposición venezolana que recibe sus instrucciones directamente del imperialismo. Tanto la oposición como el imperialismo ven muy difícil ganar las elecciones presidenciales y por lo tanto se han lanzado en una campaña de escalada de la presión imperialista para deslegitimarlas y de paso tratar de tumbar al gobierno provocando un golpe militar.
Al día siguiente de la retirada de la oposición de las conversaciones el Parlamento Europeo aprobó una moción exigiendo sanciones más duras contra Venezuela. Hasta el momento las sanciones afectan solamente a algunos altos funcionarios, pero queda claro que se está preparando una escalada de las mismas con el mismo objetivo que las amenazas de EEUU. Nada de esto es casual y forma parte de una campaña coordinada desde Washington.
El jueves 8, Colombia y Brasil anunciaron el envío de tropas a la frontera con Venezuela, con la excusa de la “crisis migratoria y humanitaria”. En el caso de Brasil se anunció que iba a duplicar el número de fuerzas patrullando la frontera entre ambos países, mientras que Colombia anunció el envío de 3000 efectivos de seguridad a la frontera. Al día siguiente del anuncio llegaba a Colombia el Comandante del Comando Sur del Ejército de los EEUU, Almirante Kurt W Tidd “para discutir cooperación de seguridad y examinar de primera mano los esfuerzos de seguridad y construcción de paz de Colombia”. Todos sabemos lo que este lenguaje quiere decir. Cuando el jefe del Comando Sur habla de esfuerzos de paz podemos estar seguro que se preparan para acciones de guerra.
Al mismo tiempo, Perú anunció la convocatoria de una reunión del Grupo de Lima para el 13 de febrero “para evaluar las medidas que corresponde adoptar ante el desarrollo de la situación política venezolana” añadiendo que la convocatoria de elecciones presidenciales “no permitiría realizar un proceso justo, libre, transparente y democrático”. El Grupo de Lima es un organismo sin ningún tipo de legitimidad, que se creó justamente cuando el imperialismo fracasó en sus intentos de aprobar medidas contra Venezuela en los organismos oficiales de las Naciones Unidas, la OEA y el Unasur. Está compuesto por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú. Lo escandaloso es que ninguno de estos países, todos con gobiernos de derechas, ha abierto la boca ante el escandaloso fraude electoral en Honduras, la violación constante de derechos humanos en Colombia y México, etc.
Finalmente, el 9 de febrero, el senador de EEUU Marco Rubio, Republicano y uno de los más ardentes defensores de la intervención imperialista contra Venezuela, declaró en un tuit que “el mundo apoyaría las fuerzas armadas de Venezuela si deciden proteger al pueblo y restaurar la democracia quitando de enmedio a un dictador”. La hipocresía del imperialismo no tiene límites. Mientras apoyan e instalan a dictadores, participan en la organización de golpes (Honduras, Venezuela, etc), se permiten el lujo de hablar de “restaurar la democracia y proteger al pueblo”.
Una pieza de esta estrategia es el nuevo encargado de negocios de EEUU en Venezuela Todd Robinson que ha adoptado una actitud totalmente beligerante desde su llegada. La embajada imperialista en Caracas ha publicado un comunicado escandaloso apoyando la retirada de la oposición de las conversaciones en Dominicana. Claro, Washington ordena a la oposición retirarse y luego apoya la decisión. En su primera rueda de prensa en Caracas, Todd Robinson declaró sin ambigüedades sus intenciones: “Durante mi permanencia acá, trabajaré para darles voz a quienes no la tienen; y continuaré hablando con todos los sectores de la sociedad de manera tal que se conviertan en agentes del cambio que todos deseamos”. Traducido al idioma de Cervantes: “Trabajaré para que la oligarquía vuelva al poder y que ese sector de la sociedad pueda organizar el golpe que los EEUU deseamos”.
El plan del imperialismo es por lo tanto claro, diáfano y anunciado públicamente. No van a reconocer las elecciones presidenciales porque saben que sus lacayos de la oposición no pueden de ninguna manera ganarlas y van a poner toda la presión necesaria, incluyendo ahogar la economía, para provocar un golpe de estado contra el gobierno de Maduro.
Debemos oponernos con todas las fuerzas a esta nueva ofensiva del imperialismo que no es más que la continuación de 20 años de ataques, amenazas e interferencia contra la revolución bolivariana.
Para combatir esta amenaza de manera efectiva hay que tomar medidas serias que destruyen la base del imperialismo dentro del país. Hay que empezar por expropiar todas las propiedades del empresas multinacionales de EEUU y ponerlas bajo control obrero. Acto seguido hay que expropiar las empresas de todos los capitalistas venezolanos que están saboteando la economía y apoyan los esfuerzos del imperialismo por organizar un golpe de estado. Es necesario cesar de inmediato la entrega de dólares y créditos a las empresas privadas que participan en la guerra económica y aplicar el monopolio estatal del comercio exterior y la centralización de toda la banca en manos del estado bajo control de los trabajadores. Ya basta de entregar los dólares de la renta petrolero a los enemigos del pueblo trabajador.
Estas medidas además deben servir para poner las bases para resolver la situación de deterioro económico tan grave que padece el pueblo trabajador. Poniendo las fábricas, la banca y los latifundios en manos de los trabajadores y campesinos como parte de un plan democrático de producción para satisfacer las necesidades de las masas y no el lucro de un puñado de parásitos oligarcas capitalistas que además financian el golpe pro-imperialista que se prepara. La mejor manera de garantizar la unidad del pueblo trabajador en la lucha contra la agresión imperialista es al mismo tiempo resolver la escasez y la devaluación del salario.
Además hay que fortalecer la milicia, creando unidades en todas las grandes empresas. Armar a los trabajadores y campesinos es la mejor garantía de la defensa del país. Es necesario establecer organizaciones revolucionarias de soldados y oficiales dentro de la FANB. Esta vigilancia revolucionaria es la mejor garantía contra los complots que de buen seguro existen y se están preparando con la activa participación de la embajada de EEUU.
Hay que combinar estas medidas internas con un llamamiento internacional a defender a Venezuela contra la agresión imperialista. Debemos establecer vínculos directos con las organizaciones de los trabajadores y los campesinos pobres de todo el continente, en primer lugar en Brasil y en Colombia. El pueblo colombiano no es nuestro enemigo, la oligarquía colombiana, agente del imperialismo y hermana de clase de la oligarquía venezolana sí lo es. Es necesario expulsar al encargado de negocios de EEUU cuya tarea es la organización del golpe, y al mismo tiempo hacer un llamado a la clase trabajadora y a la juventud estadounidense a levantar un movimiento contra la intervención imperialista en Venezuela.
La agresión imperialista no se puede enfrentar con llamados a la paz y al diálogo, sino con medidas revolucionarias para aplastar el poder económico de la oligarquía que actúa como agente de Washington.