La prensa regional, particularmente Nueva Prensa de Guayana, amaneció con grandes titulares reseñando el supuesto triunfo de la oposición en las elecciones sindicales en ALCASA, tras la estrecha victoria por 12 votos obtenido por la plancha 52 (Somos Alcasa, al frente de la cual se encontraba Henry Arias y vinculada en parte a La Causa R) frente a la plancha 21 de José Gil (FBT), claramente vista como la plancha “oficialista” del movimiento bolivariano en Alcasa. Pareciera entonces que los tras trabajadores de la factoría donde el proceso de cogestión ha logrado avanzar más hacia el control obrero estuviesen manifestando su descontento hacia el proceso revolucionario liderado por el Presidente Hugo Chávez. Sin embargo, la situación es mucho má
¿Ganó realmente la oposición?
La prensa regional, particularmente Nueva Prensa de Guayana, amaneció con grandes titulares reseñando el supuesto triunfo de la oposición en las elecciones sindicales en ALCASA, tras la estrecha victoria por 12 votos obtenido por la plancha 52 (Somos Alcasa, al frente de la cual se encontraba Henry Arias y vinculada en parte a La Causa R) frente a la plancha 21 de José Gil (FBT), claramente vista como la plancha “oficialista” del movimiento bolivariano en Alcasa. Pareciera entonces que los trabajadores de la factoría donde el proceso de cogestión ha logrado avanzar más hacia el control obrero estuviesen manifestando su descontento hacia el proceso revolucionario liderado por el Presidente Hugo Chávez. Sin embargo, la situación es mucho más compleja y refleja no un avance de la derecha dentro del proletariado guayanés sino el fracaso de una política sindical alejada de las bases y marcada por los enfrentamientos y maniobras, además de antagónica al proceso cogestionario, mostrando a su vez el desarrollo contradictorio de la conciencia de clase.
Importancia de las elecciones en SINTRALCASA
Guayana agrupa gran parte del proletariado industrial del país, especialmente en el Municipio Caroní, donde se encuentran casi todas las industrias básicas. Más aún, se trata de los batallones pesados de nuestra clase, el proletariado metalúrgico, uno de los sectores históricamente más combativos. Los trabajadores de Alcasa, la empresa de aluminio donde el proceso cogestionario ha logrado avanzar más hacia el control obrero en el país, ocupa la primera línea de la batalla en esta revolución. Es por ello que todas las miradas se concentraron en lo que sucedía la semana pasada con las elecciones de SINTRALCASA.
Cada sector, según sus intereses de clase, han intentado darle un contenido a los resultados emitidos pasada la medianoche del miércoles 18 de Enero, en unas elecciones donde la participación fue del más del 85%, con 1969 trabajadores de un padrón electoral de 2304, dando así una clara respuesta a las dudas sobre la “legalidad” o no de estas elecciones. Hay que recordar que quien anteriormente encabezaba el sindicato, Trino Silva, no era un elemento del ala izquierda del movimiento, aunque en algunas ocasiones se presentara como seguidor de la Revolución Bolivariana. Silva, un activista evangélico, mantiene lazos con los sectores del sindicalismo de derecha en Guayana, encabezado por Machuca y su gestión fue, además de muy cuestionada por amplios sectores de los trabajadores alcasianos, guabinosa políticamente.
La reacción, interesada en desprestigiar cualquier experiencia de participación obrera, ha intentado usar estos resultados para mostrar una supuesta victoria de la oposición dentro de Alcasa. No en vano, la prensa burguesa regional ha usado este resultado para darle el contenido que le interesa a la clase dominante venezolana y tratar de desmoralizar al movimiento obrero guayanés, pero especialmente a todo el movimiento revolucionario. Así, en su nota del 19 de Enero, la periodista Isabel Arrieta, del diario regional Nueva Prensa de Guayana (visto por muchos en Guayana como una especie de “Últimas Noticias” regional), titulaba sendas notas con “Oposición ganó sindicato en Alcasa” y “Derrotado el oficialismo en Sintralcasa”. El Correo del Caroní, otro de los diarios burgueses más importantes de la región y visto como más identificado con la oposición, fue más discreto en sus titulares, pero ha mantenido en su edición del 20 de enero el tema de la victoria de Henry Arias.
Los resultados para el Comité Ejecutivo de SINTRALCASA, según informaciones recogidas la misma noche del conteo, fueron los siguientes
Plancha 52 (Henry Arias, en parte Causa R): 775 votos
Plancha 21 (José Gil, FBT): 763
Plancha 1 (Diego Castro, AD): 310
Plancha 26 (Belinda Ortiz, MAR 26, MORAL 38 y Control Obrero): 73
Plancha 5 (Mario Valbuena, “El Compatriota”): 13
En el caso de la Seccional de Empleados, en cuya elección no participaban los trabajadores de la nómina diaria, las tendencias se mantuvieron, aunque se abrieron mayores brechas entre las distintas planchas, como puede verse:
Plancha 52 (Henry Arias, en parte Causa R): 673
Plancha 21 (José Gil, FBT): 608
Plancha 1 (Diego Castro, AD): 251
Plancha 26 (Belinda Ortiz, MAR 26, MORAL 38 y Control Obrero): 98
Plancha 5 (Mario Valbuena, “El Compatriota”): 19
Estas cifras difieren de las reportadas en la prensa burguesa regional, cuyas cifras hacen parecer una mayor diferencia de votos entre la 52 y la 21. Según Isabel Arrieta, de Nueva Prensa, participaron 1640 electores y los resultados fueron: Plancha 52 con 775 votos; Plancha 21 con 751 votos; Plancha 1 con 320 votos; Plancha 26 con 76 votos y Plancha 5 con 11 votos; pero como puede verse, la sumatoria de las cifras de votos que dan (1933) es diferente de los supuestos 1640 votos que dicen que hubo (1660 si se suman los nulos que ellos reportan). Los periodistas de El Correo del Caroní manejaron cifras similares.
Plancha 52 “Somos Alcasa”: Una mezcla explosiva de antagonismos
Los resultados electorales no son sino una foto fija de un momento dado del desarrollo de la conciencia política y sindical; no dejan entrever la dinámica propia del proceso dinámico. Sin embargo, si vemos un poco de dónde vienen, si comparamos un poco con resultados electorales anteriores, podremos tener una idea de cuál ha sido el proceso de desarrollo y de la correlación de fuerzas entre los trabajadores y para SINTRALCASA. Como decíamos, la lista que anteriormente controlaba el sindicato no era de un sector de izquierda del chavismo, sino con gente políticamente muy confusa. El anterior Secretario General de SINTRALCASA, Trino Silva, un activista evangélico, estaba sindicalmente relacionado con los sectores más burocratizados y de derecha del movimiento sindical “bolivariano”, encabezado en Guayana por Ramón Machuca.
En el caso de la Plancha 52, Henry Arias es un veterano sindicalista de las filas de La Causa R, con una concepción sindical limitada a lo reivindicativo y que ha declarado recientemente que su idea de la cogestión es como lo que se realiza en SIDOR, es decir, que los trabajadores compren acciones de la empresa, algo que poco tiene que ver con Cogestión (ni siquiera en el sentido socialdemócrata) y se enmarca dentro de la “democratización del capital” de la burguesía y sus lacayos enquistados en el movimiento obrero. En estas elecciones no se ha presentado como una plancha abiertamente de oposición, como sucedía con el caso de la Plancha 1, claramente identificada con AD, aunque el propio Diego Castro, primero de la lista, tuvo un lenguaje moderado respecto al proceso revolucionario y más aún respecto al Presidente Chávez. Esto mismo le ha permitido a Arias agrupar a un sector del “chavismo descontento”, que votaron o incluso se organizaron en apoyo a esta plancha como una forma de castigo a la denominada plancha “oficialista”. Arias afirmaba recientemente que “es el comienzo por el rescate de la autonomía sindical que tanto los trabajadores alcasianos han cuestionado.”
Aunque cuesta digerirlo, se puede hablar de una victoria de la oposición en SINTRALCASA, pero ésta se da por un estrecho margen, con una plancha llena no sólo de contradicciones sino de antagonismos internos que no pueden conducir sino a rupturas y harán que se derrumbe estrepitosamente como equipo. Debemos señalar que, a diferencia de la Fuerza Sindical 1, cuyos votos provinieron principalmente de un sector duro de oposición aunque también en parte de otros sectores políticamente atrasados y confundidos, éste no es el caso de Henry Arias y la 52. Por ello mismo, podemos afirmar que no cuenta con una verdadera base social como para poder enfrentarse directamente al proceso cogestionario y tratar de desvirtuarlo. Más aún, tuvo que comprometerse al “respeto de la democracia sindical y participación de los trabajadores”, por la presión que ha surgido en el debate electoral sobre la necesidad de que las bases controlen a sus directivos sindicales, si bien no podemos esperar que Arias y su equipo vayan a tomar medidas serias en este sentido y convocar un proceso asambleario de reforma de los estatutos que, entre otras cosas, incluya la revocabilidad de los miembros del Comité Ejecutivo.
Divisiones en el movimiento bolivariano, ¿causa de la “derrota”?
Luego que terminara de oficializarse el conteo y se supiera de la derrota del Movimiento 21, algunos de sus activistas gritaron contra la compatriota Belinda Ortiz, acusándola de divisionista y causa de la derrota de su movimiento. Durante el período electoral, activistas de la izquierda revolucionaria guayanesa y activistas del PRS, como el caso del dirigente José Meléndez, de SIDOR, hizo un llamado público a votar por la 21 en aras de la unidad del movimiento y como parte de la batalla por conseguir los 10 millones de votos en las presidenciales de finales de este año. Sin embargo, a primera vista pareciera que simplemente la mayoría de los trabajadores apoya la oposición: 1085 frente a 849. Afortunadamente la situación es mucho más complicada y no refleja lo que celebran los medios burgueses.
La formación de planchas fuera de la principal del chavismo alcasiano fue producto de una serie de factores. Por un lado, los camaradas de MORAL 38, muchos de los cuales habían estado organizados en el Movimiento 21, tenían diferencias importantes con la política sindical de la FBT Bolívar, en particular a lo que se refiere a su posición frente al proceso de cogestión en ALCASA. Al igual sucede con los camaradas de Control Obrero, muchos de estos compañeros vienen del Trotskismo (antiguos militantes del morenista PST) aunque también se agrupan camaradas que se autodefinen como libertarios. Mientras, la ruptura de MAR 26, ocurrida finalmente por la negativa de la dirigencia del Movimiento 21 de discutir la lista de la plancha a presentar en las elecciones y luego de un cúmulo de contradicciones, entre otras cosas, frente a los métodos de debate internos.
Ciertamente la plancha 26 fue vista por un sector alcasiano como una alternativa revolucionaria frente a la política sindical y los métodos de los compañeros dirigentes del Movimiento 21, pero no podemos ser mecánicos y asumir que los votos de ésta hubiesen sido sumados automáticamente a los de la 21, evitando así la derrota del movimiento bolivariano. Debemos recordar que gran parte del voto por la 52 fue un voto castigo a la 21, pero no necesariamente un voto a favor de la oposición. Sectores de ese voto castigo, parte del “chavismo descontento”, obviamente confundido y que no cuenta con un instrumento revolucionario que lo oriente políticamente, hubiesen podido ser captados por la izquierda revolucionaria.
Una mirada a los resultados de la izquierda revolucionaria
Los resultados de los camaradas de la plancha 26 parecen muy pobres. Pareciera que la izquierda revolucionaria se encuentra aislada en Alcasa y no es capaz de aglutinar tras de sí a los trabajadores. Sin embargo, como decíamos anteriormente, las elecciones no son sólo una fotografía instantánea de la correlación de fuerzas dentro del movimiento, sino que además presentan una serie de distorsiones que hay que analizar adecuadamente.
Son varios los factores que han llevado a una votación tan baja hacia esta plancha. Por mencionar el más evidente, el problema de la tardanza con que se lanzó finalmente la plancha ha jugado un papel importante. El no haber podido aparecer ante los ojos de los trabajadores conscientes de la necesidad de defender el proceso revolucionario en Alcasa como una opción ganadora hizo que, en la actual coyuntura, los votos hicieran un cierre de filas con las otras planchas principales (21 y 52), según fuese voto bolivariano duro o un “voto castigo” duro. Adicionalmente, el orden con que finalmente quedó la lista, en que camaradas como Alcides Rivero y José Luis Marín estaban de 2 y 4 en la lista pudo no ser entendidos. La misma premura con que fue organizada la plancha no permitió dar el debate hasta el final con los trabajadores que estaban dispuestos a apoyar al Camarada Alcides, pero finalmente dudaron, como sucedió en aquellos de Servicios Industriales, Taller Central, etc. El hecho de que quien encabezara la lista (la camarada Belinda Ortiz) hubiese roto con el Movimiento 21 hacía apenas poco más de un mes pudo permitir que en las condiciones dadas prosperara la campaña difamatoria acusándola de haber roto por posturas personalistas y no por diferencias políticas, metodológicas y demás. Esto pudo justamente ser un factor en que los votos castigo a la 21 no fuesen a esta plancha sino a otra opción. Vale destacar que los camaradas de la 26 consiguieron 4 delegados en estas elecciones, 1 quedó empatado y está en proceso de apelarse y varios otros candidatos quedaron a escaso margen de entrar en las distintas delegaturas elegidas.
Pero más allá del simple análisis electorero, debemos mirar los logros alcanzados con la participación de estos camaradas, así como de nuestra intervención con propuestas políticas bien concretas. Como era de esperarse y como fue el análisis que compartíamos antes de iniciarse el proceso electoral, más que una perspectiva de ganar puestos dentro del Comité Ejecutivo de SINTRALCASA, el objetivo sería a nivel de propagandismo de nuestras propuestas político-sindicales de cara al colectivo de trabajadores de Alcasa, pero también pendientes de ampliar esta influencia a las otras empresas del sector, especialmente las del Aluminio. Por otro lado, la idea era también fortalecer y ayudar a desarrollar los equipos de trabajo y por ello, además de por la coincidencia programática y política, que los camaradas de MORAL 38 y Control Obrero deciden ir junto a MAR 26 en una sola plancha. Se abre ahora un interesante período de trabajo en conjunto, donde además los camaradas de la Corriente Marxista Revolucionaria estaremos también interviniendo, aportando nuestras ideas, programa y métodos a fin de defender la cogestión y la situación laboral de los trabajadores con miras a su profundización.
Hay que construir una dirección sindical revolucionaria alternativa
La prensa burguesa nacional se está dando banquete señalando una “derrota” en el sindicato de la empresa insignia de la Cogestión en el país. Junto a ellos, los sectores reformistas y más burocráticos del Gobierno Bolivariano intentarán usar este resultado como una herramienta para atacar la gestión del compañero Carlos Lanz. Ambos sectores están interesados en señalar la supuesta inviabilidad de la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas. Pero la causa de este resultado no es el fracaso de la Cogestión y mucho menos una muestra de la inviabilidad de la gestión obrera.
El principal reto en estos momentos es el de desarrollar una auténtica política sindical clasista y revolucionaria. El movimiento sindical guayanés ha sido acusado muchas veces de tradeunionistas (o en criollito, de “lochero”), de únicamente preocuparse por lo reivindicativo y dejar relegado el aspecto político. Ciertamente debemos impulsar una política revolucionaria dentro de los sindicatos en general y en particular en los que agrupan a nuestros batallones pesados. Esta tarea urgente debemos hacerla en líneas de clase, donde no olvidemos que los trabajadores luchamos y hacemos revoluciones y estamos dispuestos a grandes sacrificios a fin de superar los niveles de explotación y de miseria a los que nos somete el capitalismo. Un discurso que no deje claro que nuestras propuestas sindicales no abandonan la parte reivindicativa sino que impulsan adicionalmente un proyecto político revolucionario nos alejará del trabajador y lo terminará arrojando a los brazos de movimientos reaccionarios, que sí están dispuestos a anunciar con bombos y platillos su supuesto compromiso por defender los derechos laborales del trabajador.
Ciertamente Alcasa es una empresa en crisis y esto presenta todo un reto. Balancear las justas peticiones de los trabajadores con una realidad deficitaria. Pero la respuesta a esto no debe ser exprimir más al trabajador. Antes que ello se deben abrir los debates, con toda la información necesaria y agotar vías alternas antes de siquiera plantear la posibilidad de recortar o estancar los beneficios de estos hermanos de clase. La crisis que actualmente sufre Alcasa no va a ser solucionada por esta vía. La enorme deuda que acumula esta empresa de aluminio sólo podrá superarse con medidas que pasan por la condonación de la deuda por parte del Estado venezolano y su unificación con el resto de las empresas del aluminio de la región (Bauxilum, Venalum, etc.). Una gran empresa del aluminio, bajo un modelo de producción nacionalizado y planificado es la única opción para Alcasa y las demás empresas del sector. Para esta empresa de Aluminio, la situación también está planteada en los términos que lo indicara la gran revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo: Socialismo o Barbarie.