Los resultados de las elecciones legislativas del domingo 23 de octubre arrojan bastante luz sobre el panorama político del país.
Editorial de El Militante nro. 17
Los resultados de las elecciones legislativas del domingo 23 de octubre arrojan bastante luz sobre el panorama político del país.
La cita electoral despertó poco entusiasmo en los trabajadores, más preocupados por sus salarios bajos y la precariedad de los empleos, cuestiones que estuvieron prácticamente ausentes de la campaña electoral. En este sentido, es de destacar la importante conflictividad social que se vio en las semanas previas: petroleros, camioneros, pescadores, fleteros, judiciales, aerolíneas, ferroviarios, subte, etc.
En general, el resultado electoral reflejó un estancamiento de la derecha y un rechazo a los candidatos referenciados en el pasado con las políticas de ajuste y la corrupción, siendo superados por el kirchnerismo y el “centroizquierdismo” en sus diferentes variantes.
Kirchner derrota a Duhalde. Macri y la derecha se estancan
Los adversarios del kirchnerismo dentro del peronismo (Duhalde, Menem, Barrionuevo) fueron derrotados humillantemente en sus respectivas provincias. De esta manera, Kirchner se garantiza el control pleno del aparato peronista en todo el país. Igualmente resultó muy llamativo que el ARI de Carrió, firme opositor al kirchnerismo, quedara en las elecciones bonaerenses por delante de la UCR y del PRO de López Murphy, vistos a la derecha del mismo.
Pese a la insistencia de los medios de comunicación en destacar el “triunfo” de Macri en Capital Federal la realidad es que obtuvo menos sufragios y menos porcentaje de voto que en las elecciones del 2003. En ese momento, el conjunto de la derecha (Macri, Bullrich y otros) obtuvo el 47% de los votos, cuando enfrentaron a Aníbal Ibarra. En esta ocasión, la derecha no alcanzó más que el 38%. La suma de los votos obtenidos por Carrió, el kirchnerista Bielsa, y el conjunto de fuerzas a su izquierda acapararon casi el 60% de los votos.
Tampoco se salvaron algunos neokirchneristas de la última hora. En Santa Fe, el PJ fue derrotado por el frente liderado por el Partido Socialista. En Córdoba, aunque la lista del PJ fue la más votada, quedó lejos de la mayoría absoluta, siendo superada globalmente, en número de votos, por las listas del intendente cordobés, Luis Juez, ex-peronista, y del frente PS-UCR.
El radicalismo prosigue su lenta agonía. En Capital Federal desapareció prácticamente (2,2%) y en la provincia de Buenos Aires bajó hasta el 8%. En el resto de los distritos tuvo que presentarse coaligado con otras fuerzas, como el PS. Sus resultados a nivel nacional, un 13,8% de los votos, son una muestra viva de su decadencia, pese al mantenimiento de algunas posiciones en el interior.
Los resultados de la izquierda
Aunque la izquierda socialista y revolucionaria, que concentra el activismo obrero y juvenil, consiguió en estas elecciones cerca de 700.000 votos, la percepción generalizada entre la militancia y su amplia periferia de simpatizantes fue de derrota y desánimo.
¿Era esto inevitable? En absoluto. La situación social abierta en el país en el último año y medio hacían más favorable para la izquierda una audiencia para su discurso y programa, con la entrada en escena de la clase obrera en la lucha por el salario y el empleo, y con la evidencia, cada vez mayor, del carácter procapitalista del gobierno de Kirchner. Los votos obtenidos demuestran que una lista común de la izquierda hubiera obtenido bancas sin dificultad, al menos, en Capital y provincia de Buenos Aires.
La política irresponsable y suicida de presentar listas enfrentadas cuando no existía la más mínima diferencia en los programas supone una condena del comportamiento desarrollado por las direcciones de todos estos grupos, sin excepción.
Las lecciones son claras: hay que cambiar radicalmente de política, agrupando en un frente común a todos los trabajadores y jóvenes que deseen avanzar en la emancipación de los trabajadores de la explotación capitalista, deslindando con el oportunismo centroizquierdista y con el sectarismo ultraizquierdista.
Perspectivas para el gobierno de Kirchner
La situación económica lo ayudó a Kirchner a diluir su política a favor de los empresarios y banqueros. En la medida que no veían otra alternativa confiable que expresara sus intereses, la mayoría de los trabajadores votaron las listas kirchneristas porque el resto de fuerzas estaban muy desprestigiadas o, con la excepción del ARI, aparecían situadas políticamente a su derecha. Y la dispersión del voto de izquierda ayudó a esto.
Pero, de ahora en más, el gobierno Kirchner tendrá menos margen para mantener su discurso demagógico. La burguesía y las multinacionales incrementarán su presión para que las condiciones de explotación en la Argentina y de expoliación de los recursos del país no se modifiquen sino que se mantengan, esto es: QUE EL ACTUAL MODELO SOCIAL Y ECONOMICO VINO PARA QUEDARSE DEFINITIVAMENTE: desocupación crónica, bajos salarios, inversiones escasas, y mantenimiento de las privatizaciones. Lavagna, el ministro de economía, ya estableció las prioridades del Gobierno al día siguiente de las elecciones: No aumentar el gasto público y techo salarial.
No al pacto social UIA-CGT
Pero, por otro lado, la escalada de precios, el aumento descomunal del costo de vida, el mantenimiento de condiciones precarias para grandes bolsones de obreros, está llevando a un cuadro de conflictividad sindical y de organización del activismo obrero, constante y creciente, que molestan e irritan al gobierno y a la burguesía, de ahí que estén buscando imperiosamente un “pacto social” con la burocracia cegetista para intentar parar la lucha de los trabajadores. El intento de llevar a la práctica este “pacto” llevará al interior de los sindicatos crisis y conflictos, de ahí la necesidad de poner en pie una corriente sindical de oposición dentro de los sindicatos que permita al activismo obrero combativo emerger, en el marco de las grandes luchas que están por venir, como un referente ante el conjunto de la clase obrera.
Tarde o temprano, los favorables resultados electorales quedarán enterrados y servirán de muy poco a Kirchner, y entonces veremos cuántos de los mercenarios políticos que lo cortejan quedarán a su lado en el intento de no ser barridos ellos mismos por la lucha de los trabajadores.
De esta manera, se prepara a futuro una ruptura fundamental de las masas trabajadoras con el kirchnerismo que creará las condiciones para el surgimiento de una herramienta política propia de la clase trabajadora que adquiera una influencia de masas. Pero ésta no caerá del cielo. Es necesario dar ya los primeros pasos en su articulación y desarrollo.