El movimiento piquetero está enfrentando una enorme embestida por parte del gobierno y de la burguesía. Lamentablemente, debemos reconocer que un sector de los trabajadores se ha hecho eco de la propaganda venenosa de nuestros enemigos de clase con respecto a los piqueteros. Debemos reconocerlo honestamente. El movimiento piquetero combativo debe encarar esta realidad e introducir un profundo debate en sus filas para intentar revertir esta situación y soldar lazos de unidad con el movimiento obrero oero ocupado.
Para salir de su aislamiento
El movimiento piquetero está enfrentando una enorme embestida por parte del gobierno y de la burguesía. Lamentablemente, debemos reconocer que un sector de los trabajadores se ha hecho eco de la propaganda venenosa de nuestros enemigos de clase con respecto a los piqueteros. Debemos reconocerlo honestamente. El movimiento piquetero combativo debe encarar esta realidad e introducir un profundo debate en sus filas para intentar revertir esta situación y soldar lazos de unidad con el movimiento obrero ocupado.
La realidad es que el obrero común no se siente identificado con el piquetero por la simple razón que tiene como la peor de sus pesadillas caer en la desocupación. No quiere malvivir con planes sociales de $150 ni con bolsones de comida que lo condenen a una existencia de carencias y miserias. No hay nada reprochable en esto.
Algunas organizaciones piqueteras han hecho de sus propias organizaciones y de determinadas actividades (microemprendimientos, comedores) un fin en sí mismo y sacaron la falsa idea de que el obrero desocupado se basta a sí mismo para solucionar sus problemas. Las reivindicaciones fundamentales del movimiento piquetero son empleo digno y seguro de desempleo universal para todos los desocupados. Estas son reivindicaciones fundamentales que el capitalismo argentino, por la crisis orgánica que atraviesa, no está en condiciones de otorgar, o sólo lo podría hacer parcialmente como resultado de enormes luchas de TODA la clase obrera.
La primera tarea del movimiento piquetero debe ser aglutinarse en una única organización común con libertad de corrientes y tendencias en su interior. Además del despilfarro que supone de esfuerzos y recursos, es una aberración que los desocupados se encuentren divididos y atomizados en decenas de organizaciones cuyas direcciones tratan a las demás como adversarias e impiden el contacto cotidiano de sus miembros entre sí, en las acciones en común y en los barrios.
En segundo lugar, para materializar en el terreno de la organización la unidad de los obreros ocupados con los desocupados, ambos deberían compartir las mismas organizaciones. Y éstas no pueden ser otras que los sindicatos. Las organizaciones piqueteras deben exigir a los sindicatos que los admitan en sus filas, manteniendo su autonomía y el control de cuanto afecte a su organización interna y programa, exigiendo además que las bolsas de trabajo de los sindicatos se abran a los miembros de las organizaciones piqueteras. Es bastante probable que la burocracia sindical se niegue a estos reclamos. En ese caso, hay que denunciarlo públicamente para que encuentre un eco en las bases de los sindicatos. En cualquier caso, sea o no factible llevar esto a cabo al corto plazo, las organizaciones piqueteras deberían educar a sus miembros en la necesidad de este reclamo.
Por supuesto, el movimiento piquetero debe orientarse decididamente al obrero ocupado en sus luchas, como se está haciendo en muchos casos, eligiendo cuidadosamente la manera y el momento de implementar sus propias medidas de fuerza, en concreto los cortes de calles y de ruta, para no caer en la trampa que le tiende la burguesía buscando enfrentar a unos y otros.
De igual manera, el movimiento piquetero debe entablar relaciones con el activismo obrero que está empezando a dar la batalla contra las conducciones burocráticas en los sindicatos, como se está haciendo en algunos casos, tal es el caso de la Corriente Sindical que está empezando a dar sus primeros pasos. Y al revés, allá donde el activismo obrero esté en una posición dirigente debe soldar con granito la identidad de intereses de ocupados y desocupados en nuestra lucha común contra el capital.