El texto que presentamos a continuación es el trabajo terminado de un borrador muy preliminar que habíamos publicado en nuestro sitio web bajo el título de “El Materialismo Histórico y Dialéctico aplicado al proceso de hominización, surgimiento de las clases sociales y la civilización”. Aquí presentamos el trabajo terminado con el título de “El Marxismo y el Proceso de Hominización”. Se trata de una tesis de Maestría sobre antropología y marxismo que esperamos sea de interés para los lectores.
INTRODUCCIÓN
a) ¿Existe progreso en la historia?
b) Una caricatura de marxismo, acerca del determinismo mecÁnico
C) Acerca de las divisiones de la prehistoria
CAPÍTULO I. PALEOLÍTICO INFERIOR
(Periodo inferior del Salvajismo)
a) Surgimiento del gÉnero Homo, las primeras herramientas
CAPÍTULO II. PALEOLÍTICO MEDIO (estadio medio del salvajismo)
a) El destino trÁgico del Neandertal, el papel del lenguaje
b) El nacimiento revolucionario del sapiens-sapiens: el triunfo de la cultura
CAPÍTULO III. EL PALEOLÍTICO SUPERIOR, EL GRAN DESPEGUE CULTURAL
a) Las fases del paleolítico superior
CAPÍTULO IV. LA GRAN FAMILIA PRIMITIVA.
a) Las hordas Australopithecinas
b) ¿Intercambio sexual sin trabas?
f) ¿Existe el matrimonio por grupos entre los salvajes actuales?
h) El status de la mujer en el comunismo primitivo
CAPÍTULO V. EL PRIMER MODO DE PRODUCCIÓN.
b) Las pinturas rupestres y el materialismo histórico
c) Acerca del pensamiento Mágico
MESOLÍTICO. UNA ETAPA DE CRISIS PREPARÁNDOSE PARA EL GRAN SALTO.
APENDICE. Alternativas materialistas al Materialismo Histórico.
INTRODUCCIÓN
“No hay nada más poderoso que la idea cuya época ha llegado.”
(Víctor Hugo)
Son 4.4 millones de años los que nos separan de nuestros antepasados homínidos más antiguos cuya única diferencia significativa con el chimpancé es que aquellos caminaban en dos pies. Los acontecimientos de esos 4.4 millones de años son los que explican el surgimiento del ser humano y la cultura humana, las clases sociales y el Estado, son los que explican lo que somos y nos dan elementos para visualizar nuestro porvenir y explicar los demonios que acosan a la mayoría de la humanidad (explotación, desempleo, miseria, guerras). Las diferencias entre nuestros antepasados animales que apenas habían bajado de los árboles y los seres humanos que pisaron la luna es abrumadora, la línea que nos une está caracterizada por saltos bruscos que revolucionaron su forma de vida y transformaron sus cuerpo y sus relaciones sociales en lo que somos como especie; hace dos millones de años surgieron las primera especies humanas (género Homo) cuya principal característica fue la fabricación de herramientas; hace unos trescientos mil años surgieron los primeros Sapiens arcaicos que junto con su mayor complejidad técnica expresaban esbozos de pensamiento simbólico; hace 150 mil años (quizá 200 mil) surge nuestra propia especie (Homo sapiens-sapiens) cuya explosión cultural se da apenas hace unos 40 mil años (en forma de una variabilidad técnica y artística sin precedentes); los saltos revolucionarios que se expresan en el proceso de hominización se manifiestan en revoluciones técnicas y en transformaciones anatómicas en las que la producción de herramientas juega un papel central, por lo tanto es justo decir que los seres humanos nos fabricábamos a nosotros mismos al mismo tiempo que transformábamos a la naturaleza. Durante la mayor parte de la historia del ser humano en la tierra, nuestros lazos sociales prescindieron de diferencias de clase, prescindieron de la explotación y de los órganos encargados de mantenerla (Estado, Ejército, Burocracia, Iglesia, etc.), sin embargo hace unos 12 mil años la más grande de las revoluciones de la historia humana cambiaría ese estado de manera radical: la revolución neolítica generaría la levadura (en forma de jefaturas y diferenciaciones sociales) en las que surgirían los estados prístinos junto con la explotación que ha perdurado de distintas formas en 6 mil años de sociedad civilizada. En los 200 mil años de historia del Homo sapiens-sapiens sólo el 3% han existido las clases sociales y el Estado, sólo el 0.3% si consideramos nuestra historia desde el surgimiento del género Homo hace unos 2 millones de años; la explotación del hombre por el hombre no ha existido por toda la eternidad como la religión, la política tradicional y la filosofía dominante nos quiere hacer creer. Desde nuestro punto de vista el proceso que nos lleva de las leyes de Darwin a las leyes de la evolución cultural confirma la visión del mundo y la sociedad que expusieran, en su vasta y rica producción teórica, los fundadores del marxismo: Marx y Engels, su herencia teórica es hoy más vigente y necesaria que nuca. Creemos que el proceso complejo y dialéctico de la hominización sólo puede ser entendida de manera cabal desde éste punto de vista. Los textos de Engels: El Papel de Trabajo en la Transformación del mono en hombre, El Origen de la Familia la propiedad privada y el Estado y la Ideología Alemana (que Marx escribiera en colaboración con Engels), escritos hace cerca de 150 años, tienen una vigencia extraordinaria que contrasta de manera pasmosa con las tesis históricas de gente como Francis Fukuyama cuyo pronóstico sobre el “Fin de la Historia” suena hoy, menos de veinte años después de haber sido escrito, a delirio reaccionario. Esta es la tesis central de éste trabajo.
Este estudio tratará de mostrar la pertinencia y la vigencia del marxismo y sus principales categorías en el análisis del surgimiento de la humanidad y la civilización. Se trata del estudio de un proceso que involucra la validez de los aspectos fundamentales del marxismo tanto en lo que respecta a su base filosófica (Materialismo Dialéctico) como a muchas de las derivaciones de su aplicación en la historia (Materialismo Histórico) como es la teoría de la lucha de clases, el significado y el papel del estado, la relativa dependencia de la superestructura con respecto a su base (infraestructura); así como a lo que el surgimiento de la humanidad nos tiene que decir, a la luz de la teoría marxista, con respecto a la esencia misma del hombre, su peculiaridad y lo que todo ello nos sugiere con respecto a los males y las esperanzas de nuestro tiempo y las expectativas de un mundo mejor.
El Materialismo Dialéctico es el método del marxismo, representa una concepción general del mundo que afirma que el universo, la sociedad y su reflejo: el pensamiento se encuentran en un proceso interminable de cambio a través de saltos bruscos y repentinos por medio de contradicciones, desarrollando una tendencia general hacia la complejidad progresiva. El Materialismo histórico no es más que la aplicación del pensamiento dialéctico al estudio de la historia. La tesis fundamental del materialismo histórico la explica Marx en su célebre pasaje de la Introducción a la Crítica de la Economía Política diciendo que:
En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forman la estructuraeconómica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la estructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina sus ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedadentran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella[1].
El objeto de estudio del Materialismo Histórico es, pues, la historia humana desde el punto de vista de sus leyes inmanentes. De acuerdo con esta concepción de la historia la explicación del proceso histórico se encuentra en la producción y reproducción de la vida, reproducción basada, por un lado, en la reproducción sexual de la especie y, por el otro, en la producción de los medios de vida por medio de la producción de herramientas, herramientas con las cuales el hombre se relaciona con el medio natural y lo transforma. Para que el ser humano pueda estar en condiciones de hacer historia primero debe estar en condiciones de poder vivir; para vivir necesita alimentarse, vestirse y producir las herramientas necesarias para ello; pero el hombre no es un ser abstracto y genérico sino que es un ser concreto y social que al producir su vida establece relaciones de producción, determinadas por el grado de evolución de sus fuerzas productivas. Así por ejemplo los instrumentos de “la edad de piedra”, determinan relaciones sociales igualitarias en virtud de la limitada productividad del trabajo y la naturaleza de su producto. La invención de la agricultura y la ganadería determinan un cambio en las relaciones sociales (surgimiento de las clases sociales) y la división social del trabajo en virtud de la producción de un excedente por encima de las necesidades básicas, susceptible de ser acumulado por la clase privilegiada. El surgimiento de la agricultura intensiva, generalmente por medio de sistemas de regadío, determinan el surgimiento de lo que Marx llamaba Despotismo asiático en virtud del cual una casta privilegiada reclutaba, por medio de un Estado centralizado, a un ejército de hombres en la construcción de empresas estatales. En ciertas condiciones la existencia de estamentos privilegiados decantaba en el surgimiento de la esclavitud como modo de producción dominante (la existencia de condiciones privilegiadas para el comercio marítimo en el Mediterráneo, la difusión del hierro en la agricultura y la manufactura, posibilitaron el que la mano de obra esclava fuera una mercancía abundante que se volvió una relación social predominante en estados como el fenicio, griego y romano). La extensión de la producción agrícola (más extensivas que intensivas) a niveles sin precedentes durante el periodo romano y la existencia de la propiedad privada de la tierra, determinó las condiciones para el surgimiento del feudalismo: la existencia de señores feudales y siervos atados a la tierra y obligado a pagar tributo. La circunnavegación de África y el descubrimiento de América dieron un impulso al comercio desarrollando las ciudades y una nueva clase social –burguesía- que basaba su poder en nuevas fuerzas productivas (proceso que parte desde los gremios feudales y su estructura artesanal, hasta la manufactura y la gran industria moderna). En cada uno de estos casos observamos una revolución en las relaciones de producción en función del desarrollo de la ciencia y la técnica. Ésta es la base material de la sociedad que determina en última instancia a la superestructura ideológica e institucional (Estado e ideología); si bien una estructura socioeconómica no puede existir al margen de alguna ideología que la santifique, la causa última de la evolución de las culturas se encuentra en su base material. El desarrollo de la fuerzas productivas va evolucionando dentro de la estructura de ciertas relaciones de producción y de ciertos reflejos ideológicos e instituciones encargadas de mantener el status quo (un sistema socioeconómico dado), el desarrollo gradual de las fuerzas productivas llega a un punto crítico en el cual entra en contradicción con las relaciones de producción, la ideología dominante y las instituciones vigentes; entonces surge un periodo de revolución social en el que surgen nuevas ideas que indican el preludio de un nuevo y más progresivo modo de producción en donde se pone a tono la superestructura con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. La revolución neolítica, el surgimiento de las primeras civilizaciones, el colapso del Imperio romano, la Revolución Francesa, etc. son la expresión de que las relaciones sociales anteriores habían entrado en contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas, esa contradicción es resuelta por medio de una serie de revoluciones sociales que ponen más o menos en armonía las relaciones sociales, la superestructura institucional y la ideología (que había germinado en el seno de la ideología anterior ahora caduca) con dichas fuerzas productivas.
De hecho, de manera implícita o explícita, esta es la forma en que la antropología moderna se aproxima al desarrollo histórico que va del mono al hombre. Incluso aunque el antropólogo tenga una concepción idealista, postmoderna o empirista de la historia (boasianos o particularistas históricos) opera el 90% de los casos con una clasificación de la historia que se basa en una concepción materialista de ésta. De manera muy simplificada, con el objetivo de poner en relieve la óptica correcta del marxismo, podemos decir que la historia del surgimiento humano se comprende en relación con las revoluciones tecnológicas que transforman al mono en hombre. Desde hace más de 4 millones de años, cuando aparece el Australopithecus, hasta hace unos dos millones de años dominan las leyes de la Biología para explicar el comportamiento y la vida de estos ancestros nuestros, sin embargo, su transformación hacia la ruta humana se debe, fundamentalmente, a la fabricación de herramientas posibilitada por la liberación de la mano y la postura bípeda; el género Homo se define por su relativa independencia de pautas biológicas a favor de patrones culturales determinados por la base material de producción, especialmente por su capacidad de fabricar herramientas específicas; el primer paso que nos separa del reino animal se dio con las primeras herramientas de piedra (conocidas como técnica Olduvaiense) que fueron legadas por el Homo habilis hace unos dos millones de años; la interacción entre el hombre y sus fuerzas productivas, por un lado, y la naturaleza cambiante por el otro, nos lleva, con el Homo ergaster y el Homo erectus, al siguiente salto hace poco más de un millón de años, con una tecnología superior (tecnología Acheliense) y con la domesticación del fuego; hasta este punto lo más probable es que las fuerzas productivas obligaran a estos hombres prehistóricos a ser carroñeros más que cazadores, constituyendo el periodo histórico conocido como Paleolítico inferior o Fase Inferior del salvajismo; las mismas contradicciones que nos llevan del Habilis al Erectus nos llevan del Erectus al los Sapiens-arcáicos, especialmente al Neandertal (hace unos 300 mil años), los cuales con una tecnología superior (conocida como técnica Levalloisiense o Musteriense) comienzan a demostrar una capacidad de simbolización y abstracción propiamente humanos y, específicamente con los Neandertales, la capacidad de conquistar los climas helados de la última glaciación y a la caza de presas mayores como los enormes mamuts, abriendo el paleolítico medio o fase media del salvajismo; el final de la glaciación (fin del pleistoceno) somete a prueba a estos protohumanos de los cuales surge triunfante el Sapiens-sapiens que ya había cohabitado con las Sapiens arcáicos hace más de 200 mil años, demostrando una capacidad de adaptación tecnológica con la que no contaban las otras especies humanas. Es nuestra propia especie la que da el gran salto cultural hace unos 40 mil años, durante el apogeo del comunismo primitivo y con el surgimiento de una diversidad tecnológica sin precedentes que muestra todo el potencial del modo de producción comunista de la edad de piedra, entrando en la era conocida como Paleolítico Superior o Fase Superior del Salvajismo; esplendor bruscamente interrumpido, hace unos 13 mil años, por el corto periodo conocido como Mesolítico que prepara, finalmente, la trascendental Revolución neolítica hace unos 12 mil años donde entramos al periodo conocido como barbarie.
El surgimiento de las clases sociales y, posteriormente, el Estado (fenómeno conocido como civilización) nos muestra, por otro lado, un punto de inflexión decisivo impulsado por primera vez hace unos 12 mil años, fundamentalmente con la llamada Revolución Neolítica: el surgimiento de la agricultura y la ganadería. Este salto brusco en la historia nos muestra de manera muy clara y diáfana el papel del desarrollo de las fuerzas productivas en la transformación de las relaciones sociales y en el conjunto de la superestructura social; representa una de las confirmaciones más espectaculares de las ideas fundamentales del Materialismo Histórico. Este salto resulta clave pues se puede estudiar de una forma “químicamente pura” el surgimiento de las clases sociales con todas sus repercusiones en todos los aspectos de la cultura; proceso que comienza con el surgimiento de jefaturas y termina, hace unos 6 mil años, con el surgimiento de un monstruo llamado Estado junto con el nacimiento de la escritura, la arquitectura, la filosofía, la astronomía, la religión. En suma, la historia del proceso que nos lleva del mono al hombre resulta un proceso dialéctico: un desarrollo en espiral lleno de tensiones o contradicciones que son superadas dolorosamente con nuevas revoluciones, un desarrollo que presenta una gráfica que tiene ascensos bruscos que superan cambios acumulativos así como caídas abruptas y, sin embargo, presenta una tendencia general hacia un aumento progresivo del control de hombre frente a la naturaleza; proceso que ratifica de una manera asombrosa las tesis centrales del Materialismo Histórico.
Nuestra esencia como especie está en la capacidad de transformar socialmente nuestro entorno, nuestras relaciones sociales y a nosotros mismos por medio del desarrollo de herramientas, en supeditar a la naturaleza a nuestras propias relaciones sociales objetivas que reflejan el desarrollo de la fuerzas productivas, un desarrollo que no depende esencialmente de la subjetividad humana, ésta, al contrario, refleja e interactúa dialécticamente con su base material. Se trata de una esencia cambiante, histórica, concreta. No existe una esencia metafísica, inmutable, separada del desenvolvimiento histórico humano; paradójicamente y dialécticamente la esencia humana permanece cambiando, su esencia está más precisamente en la transformación del medio por el hombre, por medio de la creación y transformación de ciencia y tecnología y gracias a ello la transformación del hombre física e intelectualmente en conjunto con sus relaciones sociales.
a) ¿Existe progreso en la historia?
“Nadie ha podido inventar un método secreto en virtud del cual se garantice un ascenso ininterrumpido por la escalera de la historia” (L. Trotsky)
Fenómenos como la primera y la segunda guerra mundial, fenómenos como el fascismo y el nazismo han hecho pedazos las ilusiones liberales burguesas sobre el progreso lineal e ininterrumpido que supuestamente significaba la sociedad de la “libre empresa”, se suponía, según el ideario liberal, que “el hoy siempre sería mejor que el ayer y el mañana mejor que el hoy”. La teoría de la evolución de Darwin era interpretada por los pensadores liberales como la prueba en la naturaleza de que el desarrollo era lineal e ininterrumpido. Estas ideas liberales fueron heredadas de la Ilustración que concebía el triunfo de la razón sobre la superstición y la educación sobre la ignorancia como el elemento que garantizaría, junto con la industria moderna, mayor felicidad y progreso sin fin. Ya después de la primera guerra mundial y después de los horrores del fascismo estos sueños se derrumbaron como un castillo de naipes: en lugar de ilustración veíamos campos de concentración; en lugar de paz veíamos el grotesco espectáculo de 55 millones muertos; en lugar de la razón veíamos el irracionalismo y el veneno racista nazi. En este terreno qué ridículos y patéticos suenan los sueños liberales sobre el progreso. ¿Esto quiere decir que no existe progreso en la historia?
Si queremos tener algo más que quejas y lamentos sobre estos acontecimientos debemos explicarnos las causas objetivas de este callejón sin salida. De acuerdo con Marx, el capitalismo no sólo ha traído sus crisis periódicas, su desempleo crónico y su concentración de capital sino también el potencial de trascenderlo, así como el esclavismo y el feudalismo fueron trascendidos por nuevos modos de producción que, desde el punto de vista de las fuerzas productivas, eran más progresivos. Es verdad que bajo el capitalismo en su fase imperialista es imposible el progreso, es verdad que el veneno nazi demuestra que el capitalismo actual tiende a la decadencia y no al progreso (como en su etapa inicial), ¿ello nos autoriza a desechar de plano la idea de progreso?, creemos, con Marx, que no; sino que la crisis y degeneración del capitalismo señala la necesidad de un nuevo salto.
La idea de que existen sociedades más progresivas que otras encuentra resistencia entre la escuela del particularismo histórico y la tendencia relativista del “multiculturalismo”, se afirma que toda cultura es tan valiosa como cualquier otra y que es imposible, además de retrógrado, hablar de superioridad de las culturas. Afirmar que una cultura es más elevada que otra es menospreciar la cultura, etnocentrismo, ignorar la diversidad cultural y favorece la opresión y desaparición de culturas diferentes a la nuestra. El multiculturalismo abstracto, igual que el particularismo histórico, señala las diferencias culturales no para intentar explicarlas (cuando lo hace irremediablemente utiliza premisas subjetivistas) sino para negar toda posibilidad de explicación, para cerrar los ojos ante la existencia de leyes objetivas que determinen el proceso histórico[2], para negar el desarrollo progresivo de la historia[3]. Es un método peculiar con el cual podríamos negar la teoría de la evolución señalando la infinita diversidad de las especies cuando un escolar sabe (al menos en lo que respecta a la evolución Darwinista) que las diferencias como las convergencias se explican por leyes científicas y cuando es un hecho que la evolución biológica describe un proceso que va de lo relativamente simple a lo relativamente complejo (aún así hay biólogos que se niegan a ver el carácter progresivo de la evolución para no ofender a los microbios). Cuando los multiculturalistas niegan el progreso histórico alegando la pluralidad abstracta, se basan en un malentendido (basado en una profunda diferencia de metodología) cuando se orientan contra la visión marxista de la historia.
El marxismo no estudia a la historia desde un punto de vista sentimental o de aprecio abstracto. Podemos compartir con el “multiculturalismo” la opinión de que toda cultura, cada pueblo tiene elementos valiosos sin negar el hecho de que existe un desarrollo progresivo de la historia (no se requiere “tirar el agua sucia con todo y niño” para oponerse al imperialismo convertido en teoría). La valoración de las culturas humanas no es abstracto como en el caso de los multiculturalistas porque, a diferencia de éstos, el marxismo sostiene que la cultura de cada sociedad determinada está muy lejos de ser homogénea o tener una diversidad abstracta y que, por el contrario la historia de la civilización se encuentra dividida por contradicciones que reflejan intereses de clase, que la cultura dominante, aún cuando contenga elementos valiosos que se heredan a sistemas socioeconómicos más progresivos, es la cultura de la clase dominante. Compartimos la preocupación por la opresión y el etnocidio que produce la sociedad contemporánea –el marxismo tiene como objetivo la instauración de una sociedad que erradica éstas injusticias-; pero el marxismo entiende que la opresión y la desaparición de las culturas ancestrales se basa en la naturaleza misma del capitalismo y que la solución de este problema está en la lucha contra el modo de producción capitalista y la lucha por el socialismo: un modo de producción que posibilitaría la autodeterminación de los pueblos y la preservación y cultivo de los elementos valiosos de la cultura universal. Tanto el multiculturalismo como el particularismo histórico son teorías que tienen como consecuencia práctica la imposibilidad de comprender de manera objetiva a la historia y, consecuentemente, no están en posibilidad de ofrecer una alternativa más allá de los lugares comunes de carácter liberal. En verdad los pueblos oprimidos no ganan en autodeterminación ni un milímetro por el hecho de que en las academias se afirme la diversidad abstracta de las culturas; incluso esa diversidad que los multiculturalistas defienden incluye la “diversidad” de clase, disfraza la explotación bajo la máscara de la diversidad y la tolerancia; no se trata más que de una vacua abstracción que intenta ocultar la opresión concreta para que los oprimidos sean “tolerantes” con la explotación.
¿En dónde radica el factor determinante que nos permite hablar de progreso en la historia? Si tratamos de avaluar el progreso en términos morales o subjetivos no saldríamos de la arbitrariedad y los gustos y prejuicios del intérprete; esta vía justificaría plenamente la posición relativista y abstracta de los multiculturalistas. Si comparáramos desde el punto de vista de la moral abstracta a las sociedades pre estatales, como los bosquimanos, con la moderna sociedad capitalista, esta última no saldría muy bien parada; mientras que probablemente nos inclinaríamos por la libertad, la igualdad y la fraternidad si comparáramos estos valores abstractos de la Revolución Francesa con la moral monástica del feudalismo (un monje quizá opinaría diferente). Con este criterio no iríamos más allá de las frases de catecismo y la historia moralizante. Si evaluáramos el progreso historia desde el punto de vista de los logros estéticos habría tantas opiniones como gustos tenga el observador: qué es más valioso ¿las pinturas rupestres de Francia y España, ¿las estructuras megalíticas de Stoneheinge o las pirámides de Egipto? A su manera todos estos logros estéticos y arquitectónicos marcan cumbres en la capacidad artística del ser humano.
La evolución histórica describe un proceso sumamente contradictorio, sin un “hilo de Ariadna” firmemente unido al suelo que nos permita salir del laberinto veremos en la historia un proceso caótico y arbitrario. La idea de progreso en Marx y Engels no es, en absoluto, la idea liberal de progreso concebida como un progreso lineal ininterrumpido basado, fundamentalmente, en la razón y la fuerza del pensamiento. Mucho menos la idea de que el capitalismo significa progreso sin contradicciones. Marx y Engels no se basaban en consideraciones sentimentales o subjetivas sino que concebían el progreso en términos materialistas: desde el punto de vista del control que un modo de producción determinado da a los hombres sobre la naturaleza; es decir, desde el punto de vista del desarrollo de las fuerzas productivas y la capacidad de estas para desarrollar la productividad del trabajo; este criterio no es arbitrario porque refleja lo específicamente humano: la producción de su vida por medio del trabajo y la producción de herramientas, además esta posición es el centro de la teoría marxista de la historia y lo que la diferencia de las concepciones idealistas burguesas[4]. Desde este punto de vista es claro que el capitalismo, a pesar de su moral individualista y egoísta, es infinitamente superior al comunismo primitivo en sus fuerza productivas y por tanto, en la productividad del trabajo humano. La superioridad de un modo de producción con respecto a otro se refleja en el aumento absoluto de la población, en la progresiva división del trabajo, en una producción agrícola más intensiva, en el desarrollo del comercio, en la extensión e intensidad de la producción; es una realidad que la sucesión de los diferentes modos de producción a través de la historia muestra una tendencia clara hacia la complejidad; antropólogos célebres como Gordon Childe han demostrado de manera convincente que la evolución social demuestra un proceso de mayor complejidad expresado en el aumento de la población, en la división social del trabajo, en la separación de la ciudad del campo, etc.[5]. Ello se refleja en términos ideológicos en fenómenos como el surgimiento de nuevas ramas del saber: en el surgimiento de la filosofía y la ciencia, en el surgimiento de la religión a partir del pensamiento mágico, en el surgimiento de la ciencia a partir de la religión. Al mismo tiempo que cada modo de producción describe un desarrollo progresivo desde el punto de vista del control de los hombres sobre la naturaleza, este progreso está lejos de ser lineal e incluso homogéneo, en cuanto observamos sus consecuencias en la superestructura social. Así la moral de la sociedad de clases parece una caída, y desde un cierto punto de vista lo es, de la humanidad desde el pedestal de la moral del comunismo primitivo, mientras que el conocimiento de ciertos aspecto de la naturaleza avanza con el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad de clases ( por otro lado un bosquimano observa más detalles de la naturaleza a simple vista que ni el mismo Einstein sería capaz de detectar); la filosofía griega aparece como un enorme paso adelante frente a el mito y la religión de las sociedades de “despotismo asiático”; por otro lado la situación de las masas trabajadoras no resulta muy bien parada si la comparamos con la situación de relativa abundancia del despegue cultural de hace cuarenta mil años (apogeo del comunismo primitivo); pero dicho nivel de vida se queda corto si, a su vez, lo comparamos con la riqueza en la que vivía la clase dominante romana. En suma el progreso histórico es contradictorio y está lleno de contrastes: Engels señalaba a ese respecto lo siguiente:
Siendo la base de la civilización la explotación de una clase por otra, su desarrollo esconstantemente antinómico. Cada progreso en la producción es al mismo tiempo unretroceso para la clase oprimida, es decir, para la mayoría. Cada beneficio para unos es por necesidad un perjuicio para otros; cada grado de emancipación conseguido por una clase es un nuevo elemento de opresión para otra[6].
No obstante desde el punto de vista decisivo y fundamental del desarrollo de las fuerzas productivas el esclavismo es superior al comunismo primitivo, el feudalismo al esclavismo, el capitalismo al feudalismo y el verdadero socialismo lo será en comparación al decadente sistema capitalista.
Este punto de vista nos da nueva luz para, por ejemplo, juzgar los logros estéticos y diversos aspectos de la cultura; si bien es cierto que tanto los megalitos de Stoneheinge como las Pirámides de Egipto representan logros estéticos que reflejan formaciones sociales diferentes (La etapa superior de la barbarie y el “modo de producción asiático” respectivamente) y como tales logros estéticos los debemos juzgar de acuerdo a su contexto, no podemos negar que las pirámides de Egipto reflejan un mayor control del hombre sobre la naturaleza, una técnica mucho mayor y por tanto capacidades arquitectónicas muy superiores, de la misma forma que el “Juicio Final” de Miguel Ángel refleja una capacidad técnica-artística infinitamente mayor que las pinturas rupestres.
b) Una caricatura de marxismo, acerca del determinismo mecánico
La visión marxista de la historia no tiene nada que ver con el determinismo mecánico que muchos de los detractores del marxismo pretenden atribuir a éste; por el contrario cualquiera que comprenda las implicaciones de la visión materialista y dialéctica del materialismo histórico puede entender lo lejano que esta el marxismo del mecanicismo lineal; la evolución de la cultura humana no está determinada mecánicamente por el modo de producción. Engels y Marx respondieron a la interpretación mecánica en varias ocasiones. En una carta a Bloch Engels aclara lo siguiente:
Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real: Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc. la formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente, en muchos casos su forma. Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de todala muchedumbre infinita de casualidades (es decir, de cosas y acaecimientos cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella), acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico[7].
En una brillante carta de Engels a Conrado Schmidt señala que “si Barth cree que nosotros negamos todas y cada una de las repercusiones de los reflejos políticos, etc. del movimiento económico sobre este mismo movimiento económico, lucha contra molinos de viento (…)[8]”. Una vez que surge la ideología y diversos aspectos de la cultura, dentro de ciertos límites, éstos responden a su propia lógica e interactúan sobre su base material. En el caso del paleolítico, por ejemplo, podemos observar la forma en que la cultura se manifiesta en una multitud de variantes que se van haciendo más diversas y complejas a medida que nos acercamos al sapiens-sapiens y a medida que éste desarrolla sus fuerzas productivas; especialmente en puntos de ruptura como lo es la explosión cultural del paleolítico superior. Por supuesto que en la determinación de la forma actúan factores como la difusión y mezclas culturales e incluso factores tan inesperados como los climas locales, el ciclo de las plantas y las especies animales que habitan los entornos particulares. Los utensilios reflejan infinidad de variantes locales cuyas causas son tan inciertas que pueden incluir el carácter de los primeros artesanos en crearlas sobre cuya creación innovan las generaciones posteriores (aún cuando el artesano no flota en el vacío), los prejuicios, las creencias, los accidentes históricos etc. juegan su papel en la determinación de la forma y los ritmos del desarrollo histórico y cultural.
No obstante, la necesidad es la madre de la invención y las necesidades están dictadas por la producción y reproducción material que interactúa y transforma al medio; en última instancia las formas culturales están determinadas dialécticamente por el contenido en que dichas sociedades producen y reproducen sus condiciones de existencia y sus relaciones sociales que, a su vez, están determinadas por el desarrollo de sus fuerzas productivas. Marx explica lo siguiente:“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”[9].Gordon Childe nos explica, correctamente, la dialéctica del Materialismo histórico de la siguiente manera:
El investigador de la cultura material tiene que estudiar a la sociedad como una organización cooperativa destinada a producir los medios de satisfacer sus necesidades, a reproducirse y reproducir nuevas necesidades. Tiene que ver su economía en acción. Pero la economía influye en la ideología, y es a su vez influida por ésta. El concepto materialista de la historia afirma que la economía determina la ideología. Es más seguro y más exacto repetir con otras palabras lo que ya se ha declarado: a la larga una ideología sólo puede sobrevivir si facilita el funcionamiento regular y eficiente de la economía. Si lo traba, la sociedad- y con ella la ideología- han de perecer a la larga. Una ideología anticuada puede trabar una economía e impedir su cambio durante un plazo más largo que el generalmente admitido[10].
Aún cuando la ideología sobredetermina la infraestructura, ésta determina, en última instancia, a la primera; la prueba más evidente de ello está en que una forma ideológica está condenada a desaparecer tarde o temprano si frena el desarrollo de las fuerzas productivas tal como sucedió con el pensamiento escolástico al caducar las bases materiales que le daban origen; qué tan tarde o qué tan temprano puede resultar de suma importancia para las generaciones que viven esa coyuntura puesto que efectivamente las formas ideológicas caducas pueden frenar el desarrollo histórico, pero cederán finalmente bajo las fuerzas revolucionarias de la sociedad o de lo contrario, si la contradicción no encuentra solución, la sociedad puede colapsar; este colapso (como el colapso del Imperio romano) se explica por la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, las culturas no colapsan por obra del Espíritu santo. Al mismo tiempo ciertas ideas sólo pueden surgir bajo ciertas condiciones materiales, el individualismo exacerbado es incompatible con el comunismo primitivo. Si el humanismo sustituyó al pensamiento medieval que dominó más de mil años la Europa occidental no se debe sólo a la simple lucha de ideas o de que la mente humana haya sido iluminada milagrosamente, es más que obvio que la sustitución del escolasticismo por el humanismo se debió a factores materiales como el desarrollo del comercio y el descubrimiento de nuevas rutas comerciales, de la misma manera que el individualismo griego se funda en el desarrollo del comercio en el contexto de un modo de producción esclavista. Si una idea conecta con un sector de la sociedad es sólo porque esa idea refleja más o menos los intereses materiales de ciertos grupos o clases. El liberalismo político hubiera resultado absurdo en la época de Nabucodonosor y si el pensamiento liberal encuentra eco en la sociedad capitalista no se debe a la grandeza de sus ideas, que hoy en día resultan francamente mediocres, sino que representa la expresión política de ciertos sectores de la burguesía en periodos determinados.
Es verdad que los hombres hacen la historia siguiendo sus propios fines, ideas y de acuerdo a cierta voluntad, pero no actúan en el vacío, otras voluntades actúan en sentido contrario; Engels señala que: “Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir cada cual sus fines propios con la conciencia y la voluntad de lo que hacen; y la resultante de estas numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia[11]”.Los hombres no son la suma de sus subjetividades (intersubjetividad tan de moda en la filosofía posmoderna) sino seres corpóreos con lazos sociales, pertenecientes a ciertos grupos, castas, clases; nuestra voluntad expresa de una forma individualmente concreta ciertas ideas e intereses que reflejan más o menos un ser social concreto. Con razón Marx decía que “el ser social determina la conciencia”. Las condiciones materiales ponen los límites dentro de los cuales la libertad individual puede germinar; sin la intervención consciente de los dirigentes bolcheviques (Lenin y Trotsky), por ejemplo, la Revolución Rusa no hubiera terminado en la toma del poder, pero la determinación de Lenin no impidió que, cuando las condiciones objetivas para la revolución estaban ausentes, estuviera aislado durante años con un puñado de camaradas o que en condiciones de aislamiento la revolución rusa se burocratizara. La historia no se hace sola, por supuesto, la hacen los hombres bajo determinadas relaciones sociales y en condiciones materiales que son la base de su posibilidad de elección. Al mismo tiempo la acción de los hombres es la que realiza el potencial oculto en las fuerzas productivas; sin la acción heroica de las masas y sus caudillos jacobinos durante la Revolución Francesa, por ejemplo, la burguesía no hubiera tomado el control político del Estado, pero esa revolución sólo se pudo dar porque el poder económico de la burguesía era lo suficientemente fuerte como para pretender el poder político total, decenas de insurrecciones campesinas fueron aplastadas antes de la Revolución Francesa, pero la toma de La Bastilla expresó un proceso que debía darse; en este caso la libertad de acción de las masas- y de los filósofos ilustrados que allanaron el camino para ésta revolución- fue la libertad que realizó las potencias que fueron germinando dentro de las condiciones económicas. Sin la acción de las masas podemos especular que el sistema podía haber colapsado como ocurrió con el Imperio Romano cuando los esclavos fueron incapaces, por diversas razones, de tomar el poder. La manera de ser determinista del marxismo no es del modo mecánico sino del modo dialéctico; la historia la hacen los hombres, hasta podemos decir los individuos, pero no la hacen aislados sino socialmente y tampoco la hacen en el vacío sino bajo determinadas relaciones sociales; por otro lado, las relaciones sociales no existe al margen de los hombres, hasta podemos decir los individuos, individuo, clases y sociedad son factores que se determinan recíprocamente y cuyas mutuas determinaciones dependen del modo de producción de que se trate.
El estudio de la hominización, el surgimiento de las clases sociales y la civilización pone en evidencia que la historia no es un proceso azaroso o caprichoso, sino que tiene leyes que determinan su desarrollo, que determinados resultados son más posibles que otros tomando en cuenta la producción material de la vida y que condiciones productivas similares dan como resultado estructuras sociales, instituciones e ideologías similares. Y dialécticamente cada fenómeno convergente (por ejemplo la existencia de sociedades de despotismo asiático que se refleja en la construcción de pirámides en sociedades sin ningún tipo de contacto) tiene sus propias peculiaridades culturales que la hacen única. En otras palabras la historia es un proceso convergente y divergente al mismo tiempo: tanto la divergencia como la convergencia pueden ser comprendidas de manera científica si somos capaces de descubrir los procesos materiales que las determinan. Las divergencias culturales de sociedades en niveles equivalentes de su nivel productivo pueden ser comprendidas, en parte, como un proceso de adaptación a su medio específico (clima, biodiversidad, geografía)- no obstante la adaptación al medio puede generar, también, convergencia- es posible, también explicar la divergencia por la difusión o el contacto con otros pueblos. De hecho la arqueología utiliza estas diferencias (que se reflejan en modos específicos de producir, por ejemplo, cerámica) para definir culturas diferentes. Las culturas, son pues, diversas y al mismo tiempo, bajo modos de producción similares, tienden a producir fenómenos culturales similares (por ejemplo, con la civilización surge la escritura y las matemáticas, las clases sociales, etc.).
A pesar de lo que afirman las modas postmodernas hay muchos elementos que nos hacen afirmar que el desarrollo histórico no es caprichoso, aleatorio o imposible de ser comprendido. La revolución neolítica trajo consecuencias análogas en culturas sin ningún tipo de contacto: el surgimiento de la arquitectura monumental, las clases sociales, el Estado, la escritura, etc. no puede ser una casualidad; la existencia de pirámides en sociedades sin relación no puede ser obra de alguna civilización extraterrestre; las formas comunes de pensamiento tales como el “pensamiento mágico” de las culturas pre estatales no puede estar impresa en el alma humana, debe haber leyes que determinen tanto las convergencias como las divergencias de las culturas en un mismo nivel de desarrollo histórico. El desarrollo del paleolítico en diversas regiones demuestra, como veremos, que en relación indisoluble a las formas diversas se encuentran bases similares que determinan patrones culturales similares; las formas nunca pueden separase del contenido y en última instancia están determinadas por éste. Como decía Hegel “la forma es la manifestación inmediata de la esencia” a modos de producción similares encontramos manifestaciones culturales similares al mismo tiempo que diversas, Marvin Harris comenta que:
Series de industrias paleolíticas similares a las de Europa se han dado también en Asia y África. Por ejemplo, las técnicas levalloisiense y las industrias musterienses sucedieron a las tradiciones achelienses en todo el territorio africano. Incluso existeuna industria de lascas parecida a la musteriense en el norte de China. Alrededor del 40000 al 30000 a. C. se fabricaban útiles de hueso, lasca y hoja en Siberia y hay pruebas de que complejos de útiles similares pueden haber surgido en las Américas poco después. Durante el periodo del 20000 al 10000 a. C. es imposible decir quecualquier región haya logrado decisivas ventajas en la tecnología o en el empleo de símbolos. Para ser exactos, había mucho de variación en el contenido específico del conjunto de útiles de los cazadores de mamuts euroasiáticos, de los habitantes de los bosques del sudeste de Asia y de los cazadores australianos de marsupiales, pero estavariación probablemente refleja una adaptación local más que diferentes niveles deprogreso tecnológico”[12].
Formas de vida basados en modos de producción equivalentes producen fenómenos similares, o en otras palabras: la superestructura refleja la forma de producción aquella no se puede separar de su base material. Aceptar esto es aceptar el punto de vista del Materialismo Histórico, pero ello tiene implicaciones prácticas en la sociedad capitalista con respecto a su caducidad y eso es algo que no pueden aceptar los que abierta o de manera implícita aceptan al capitalismo como algo eterno o aquellos que se lamentan de la decadencia y el relativismo pero lo ven como un hecho trágico e inevitable y proyectan el relativismo individualista a toda la historia de la humanidad.
c) Australopithecinos: las condiciones materiales para la transformación del mono en hombre
“Lucy in the sky with Diamonds” (The Beatles)
Con la perspectiva del materialismo histórico resulta apasionante determinar el salto dialéctico en donde las leyes de la evolución biológica quedan subsumidas por las leyes de la evolución histórica, es decir, el punto crítico en donde se puede legítimamente hablar de historia humana en lugar de evolución natural. La historia humana – si bien convencionalmente se divide a la historia en periodo prehistórico e histórico, es claro que aquí nos referimos a historia en el sentido amplio- existe desde que los homínidos fueron capaces de transformar de manera más o menos consciente su propio entorno y con ello transformarse a sí mismos y sus relaciones sociales (creando cultura, lenguaje, arte, eventualmente instituciones estatales, etc.)[13]; la fabricación de herramientas, la transformación social del hombre en conjunto son sus herramientas (conjunto llamado fuerzas productivas) constituye la clave de la historia humana porque es el factor decisivo que nos diferencia del resto del reino animal y nos sitúa en el terreno de la sociedad humana: una realidad cambiante que no depende de las leyes de la biología sino de las leyes objetivas de la historia; leyes descubiertas por Marx y Engels. Si bien es cierto que sería absurdo estudiar mediante el Materialismo Histórico a los primeros homínidos (el Ardipithecus), en el estudio su surgimiento y desarrollo dialécticos se encuentran las claves de la presión evolutiva hacia el crecimiento del cerebro y la ruta que nos lleva del “mono” al hombre; los elementos que nos conducen, pues, de la evolución biológica a la historia humana, se encuentran en germen en éstos antepasados de 4.4 millones de años de antigüedad, en ellos se encuentran las claves del surgimiento de la historia (objeto del materialismo histórico): la locomoción bípeda y una mano estructuralmente capaz de fabricar herramientas. El trabajo es la fuente de toda la riqueza, afirman los especialistas en economía política” nos dice Engels, “Pero es muchísimo más que eso. Es fundamental y primera condición de toda existencia humana, y ello en tal medida que, en cierto sentido, debemos decir que el trabajo creó al hombre”. En realidad la antropología moderna ha confirmado esta tesis fundamental para el Materialismo Histórico: el trabajo y la fabricación de herramientas nos transformó en humanos, tal como se ven obligados aaceptar, no sin cierta precaución, antropólogos que no pueden ser acusados de ser marxistas: “el género homo es el primero en sufrir una serie de transformaciones que probablemente se originaron con la construcción de estas herramientas líticas: expansión del cerebro, modificación de la pelvis femenina para acomodar fetos con mayor cerebro y reducción del tamaño de los dientes, rostro y mandíbulas.[14].
Sin embargo, en el reino animal el hombre no es el único ser que fabrica herramientas, una amplia gama de seres vivos las fabrican, incluso –aunque parezca increíble- algunos insectos llegan a fabricarlas:
La avispa Amophilaurnaria aplana los laterales de su nido con una piedrecita sujeta entre las mandíbulas. Las larvas de hormiga león se colocan semienterradas en el fondo de sus trampas en forma de embudo; con un movimiento brusco de la cabezaenvían una lluvia de arena contra los pobres bichos que tratan de huir por la empinada pared. Las hormigas Myrmicene mojan pedacitos de madera y hojas en alimentos viscosos, como miel, pulpa de frutas y fluidos orgánicos de presas, esperan que las sustancias se adhieran o empapen la madera y regresan con ella al hormiguero”[15].
Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre el trabajo de los insectos y el trabajo humano?, ¿por qué la nutria no se transformó en algo parecido al hombre si ella utiliza una roca como herramienta para abrir ostras? La gran diferencia es que los animales fabrican herramientas porque están condicionados genéticamente para hacerlas, no pueden elegir actuar de otra manera ni pueden adquirir nuevos conocimientos y heredarlos mediante el aprendizaje a su descendencia; la avispa tiene un gen para fabricar su curiosa herramienta de la misma manera en que tiene un gen para tener alas. Mientras que en el hombre (y en mucho menor medida nuestro primo el chimpancé) las fabricación de herramientas se convierte en un proceso cultural que no se hereda genéticamente sino que se aprende, evoluciona y se transforma progresivamente subordinando a la naturaleza, los instintos y los genes. La fabricación de herramientas crea historia y transforma física y socialmente al hombre mientras que la nutria no se ha transformado, ni se transformará, en un ser más inteligente por el hecho de romper ostras con una piedra; en la nutria esa actividad no marca un salto cualitativo fundamentalmente porque no forma parte esencial de su modo de sobrevivir. La fabricación de herramientas por el hombre, dadas las características estructurales de la mano humana y su carácter social, genera una capacidad de abstracción, previsión y generalización que no necesita la nutria ni mucho menos la avispa para hacer sus herramientas; tampoco está en condiciones de generar ese potencial. Incluso la fabricación de herramientas por un chimpancé es cualitativamente superior a la de la nutria, el chimpancé aprende y no está condicionado genéticamente para hacerlas, incluso encontramos variantes “culturales” de fabricación de herramientas entre chimpancés de diferentes regiones; algunos chimpancés, por ejemplo, son capaces de utilizar una rama sin hojas para capturar termitas, utilizan hojarasca como esponja para beber agua; tienen una cultura muy rudimentaria (algunos simios tienen la tradición de limpiar su alimento con el agua de mar). Incluso aquí encontramos una diferencia cualitativa entre el simio y el hombre; los simios no tienen necesidad de fabricar herramientas de manera habitual para sobrevivir porque, en condiciones normales, pueden obtener todo lo que requieren directamente de su entorno natural; sólo en condiciones límite y de una manera muy rudimentaria nuestros primos fabrican herramientas. Por el contrario la fabricación de herramientas por el hombre es una actividad esencial sin la cual el ser humano no podría sobrevivir; esta actividad es el factor que, en última instancia, determina su evolución histórica e incluso su transformación física. ¡Por ello ningún chimpancé ha generado la capacidad de escribir poesía, esculpir El David de Miguel Ángel ni tener la capacidad lingüística de los seres humanos¡.
El comportamiento de los chimpancés resulta relevante porque nos da una idea del punto de partida de la evolución humana. La prueba de que no se requiere más que el cerebro de un chimpancé y encontrarse en una situación límite para dar muestras de ingenió que superarían la inteligencia de George Bush o la de algunos diputados la proporcionaron unos chimpancés de un parque cercano a Atlanta quienes
(…) partieron grandes palos y los introdujeron en las grietas de una cerca de 6 metros. Luego subieron por ellos, como los montañeros por la clavijas cuando escalan una pared, y huyeron por arriba (…) Mi ejemplo favorito es el delos chimpancés que desarrollaron el hábito de alumbrarse la cavidad bucalmediante una linterna para limpiarse los dientes y la garganta con los dedos, mirándose en un espejo[16].
Estos ejemplos asombrosos da una idea de las proezas, en cuanto a fabricación de herramientas, que pudo lograr elAustralopithecus dotado con el cerebro de un chimpancé y situado en un contexto que lo obligaba a fabricar herramientas. Lamentablemente para los chimpancés no contaron con la motivación evolutiva que les permitiera salir del reino animal. “el repertorio, relativamente breve, de conductas tecnológicas observadas en estado natural no refleja falta de inteligencia, sino falta de motivación. En estado natural, normalmente, son capaces de satisfacer las necesidades cotidianas de un modo eficaz, desde el punto de vista coste-beneficio, utilizando los recursos físicos con los que les ha dotado la naturaleza”[17].
El número 371 de la revista Nature (22 de Septiembre de 1994) publicó el descubrimiento (hecho por el paleontólogo Tim White y su equipo) del homínido más antiguo conocido hasta la fecha: el ArdipithecusRamidus con una antigüedad de 4.4 millones de años, es el primer homínido conocido (se ha hablado de otras especies de Ardipithecus de hasta 5.5 millones de años de antigüedad pero la condición de homínidos de los pocos restos encontrados sigue en intenso debate), la estructura de la muñeca y pelvis de éstos homínidos arcaicos no dejan dudas de su condición bípeda, su descubrimiento ha conmocionado a la comunidad científica porque nos obliga a replantear, en parte, las respuestas a una de las preguntas más importantes de la paleontología y la antropología: cómo y porque surgió la locomoción bípeda característica esencial que define a los homínidos. La explicación tradicional hacía depender este modo de locomoción de una vida en la sabana, sin embargo, se ha demostrado recientemente que el Ardipithecus vivía en un ambiente arbóreo, a pesar de ser bípedo contaba con pies prensiles, es muy posible que la bipedación surgiera como una adaptación evolutiva orientada al transporte de alimentos y, quizá, algunas herramientas similares a las fabricadas por el chimpancé que vive hoy en día en ambientes similares al que habitaba hace 4.4 millones de años el Ardipithecus; así la hipótesis del transporte de alimentos, que ya se había planteado en el contexto de sabana, no ha perdido su consistencia con la llegada del Ardipithecus.
El homínido mejor estudiado (el Australopithecusaferensis) seguramente fabricó hace 4 millones de años herramientas rudimentarias (si bien ninguna que pudiera ser preservada y estudiada por los antropólogos) de la misma forma que el chimpancé, aunque de manera mucho más regular ya que, al igual que el Ardipithecus, era un animal bípedo pero a diferencia de estos su contexto lo obligaba a fabricar herramientas con mayor regularidad. Del Australopithecus tenemos un conmovedor conjunto de huellas preservadas por la ceniza volcánica, tan antiguas como 3.5, descubiertas en 1976 en Laetoli Tanzania. Se trata de:
“(..) Unas 70 ó más huellas continuas de dos individuos, en una distancia de unos 6 metros. La evidencia más larga tiene cerca de 30 huellas de individuos caminando sobre sus dos pies, con una postura y balance claramente humanos. Una segunda huella es la de un individuo más pequeño que sigue las huellas del primero. Las huellas parecen humanas por presentar un arco bien definido, con la ausencia del pulgar divergente, característico de los grandes simios”[18]
Estos homínidos contaban con el potencial físico para la fabricación de herramientas, ¡el cerebro de un chimpancé y la posición erecta era todo lo que se necesitaba¡ A diferencia de los chimpancés y del Ardipithecus que vivía en un ambiente boscoso nuestros ancestros Australopithecinos estaban en un contexto ecológico que los situaba en situación límite y que los obligaba a realizar ese potencial y fabricar herramientas con mucha más frecuencia que los chimpancés: los bosques retrocedían y las sabanas avanzaban; en este contexto el bipedalismo (herencia del Ardipithecus) y la fabricación de herramientas, estrechamente vinculados, representaban una ventaja evolutiva para aprovechar recursos alimenticios que se encontraban en la tierra, transportar primitivas herramientas de madera y rocas para moler semillas, trasladarse a grandes distancias en espacios abiertos y detectar a potenciales depredadores de manera similar a como lo hacen actualmente los suricatos en África y quizá para regular la temperatura corporal al limitar la superficie expuesta al sol y hacer más eficiente la sudoración corporal (ésta última explicación si bien no es esencial para explicar el bipedalismo sí puede explicar porqué el ser humano es un “mono desnudo”). Las causas se convirtieron en efectos y los efectos en causas: la posición erguida liberó la mano y facilitó la fabricación regular de herramientas y con la fabricación de herramientas se fue desarrollando la posición erguida; la diferencia entre manos y pies; la reducción de tamaño de dientes rostro y mandíbulas y sobre todo las tendencias hacia el crecimiento del cerebro, junto con la concomitante transformación de la pelvis, el fémur, la columna vertebral, etc.; en una muestras asombrosa de que al fabricar no fabricábamos nosotros mismos. Engels ya había subrayado las implicaciones revolucionarias de la posición erecta cuando señala que “la acción de trepar asigna distintas funciones a las manos y los pies, y cuando su modo de vida implica la locomoción en suelo llano, estos monos olvidaron poco a poco la costumbre de usar la manos para caminar y adoptaron una postura cada vez más erguida. Este fue el paso decisivo de la transformación del mono en hombre”[19].
La mano así liberada se transformó así misma al mismo tiempo que modificaba su entorno y al propio Australopithecus creando el instrumento de producción más increíble sobre la faz de la tierra: la mano humana. Así pues, nos señala Engels en un pasaje clásico que conserva todo su valor después de más de 100 años de haber sido escrito:
La mano no es sólo el órgano del trabajo, sino también el producto del trabajo. Eltrabajo, adaptación a operaciones siempre renovadas, herencia de músculos, ligamentos y, a lo largo de prolongados periodos, huesos que pasaron por un desarrollo especial y el siempre renovado empleo de ese refinamiento heredado en operaciones nuevas, cada vez más complicadas, otorgaron a la mano humana el alto grado de perfección necesario para crear los cuadros de un Rafael, las estatuas de Thorwaldsen, la música de un Paganini[20].
Pero no sólo la mano es el producto del trabajo, sino, lo más asombroso, el órgano que representa a la materia más altamente organizada en el universo conocido, la materia que ha cobrado conciencia de sí misma: el asombroso cerebro humano.
Resultó una sorpresa cuando los antropólogos descubrieron que los Australophitecus tenían el cerebro de un chimpancé (alrededor de 415 Cc -se ha demostrado que los Ardipithecus contaban con una capacidad cerebral similar-), ¡en realidad eran poco más que chimpancés erectos ¡
Sabemos por medio del registro de fósiles que otros cambios físicos importantes como la ampliación del tamaño del cerebro, la modificación de la pelvis femenina para permitir el alumbramiento de crías con mayor cerebro y la reducción de la cara, dientes y mandíbulas no se produjeron hasta hace unos dos millones de años, tras la aparición del bipedalismo. También pueden haberse producido en esa época otras características humanas, como el aumento del tiempo de dependencia de las crías jóvenes respecto de sus padres y el aumento de la ingesta de carne en la dieta habitual.[21].
Este hecho, que Engels había señalado con cien años de anticipación, es ahora universalmente reconocido por los antropólogos. Pero durante un lapso de cien años después de que Engels escribiera El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre los antropólogos siguieron una pista falsa en función de una posición filosófica idealista; Alan Woods comenta este hecho:
La ciencia no puede separarse de la sociedad, y los científicos pueden ser influidos por ideas filosóficas y políticas incorrectas. Tomemos un ejemplo de la ciencia paleontológica y el estudio de los orígenes humanos. Desde aproximadamente cienaños, el estudio de los orígenes del hombre fue completamente socavado por la filosofía idealista prevaleciente. Siguiendo la noción idealista de que el cerebro lo determina todo, se asumió que nuestros primeros antepasados deberían por necesidad tener un cerebro grande. La búsqueda del “eslabón perdido” se redujo, por lo tanto, a la búsqueda de un fósil humanoide que exhibiera ese rasgo.
Tan convencidos estaban los antropólogos de esta teoría, que fueron engañados por el llamado Hombre de Piltdown, que más tarde se demostró no era más que una burda falsificación, en la que el cráneo de un humano fue combinado con la mandíbula de un simio. De hecho, al basarse en el idealismo, la ciencia ha estado siguiendo una pista falsa durante cien años. Lo contrario era el caso. El cerebro de los primerosantropoides era del mismo tamaño que el de un chimpancé. Esto ya había sido predicho por Engels hace más de un siglo en su impresionante estudio El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Engels explicó que los primeros antepasados del hombre se separaron primeramente de otros simios al adoptar una postura erguida, que liberó sus manos para el trabajo. Esta fue la condición previa al desarrollo de la humanidad. Pero el auténtico salto cualitativo fue la producción de herramientas de piedra. Esto provocó el desarrollo de la sociedad, el lenguaje y la cultura que de forma definitiva nos diferencia del resto de los animales. Stephen Jay Gould señaló que si los científicos hubieran prestado más atención a lo que Engels había escrito, se hubieran ahorra cien años de errores.
¿Cuál era el problema aquí? Era un problema filosófico: la mayoría de los científicosseguía las nociones predominantes del idealismo filosófico y, por tanto, formularon una hipótesis incorrecta. (…)[22]
¿Porqué Engels pudo anticipar la relación entre el trabajo y el desarrollo del cerebro mientras que la mayoría de los antropólogos estuvieron atrapados bajo una hipótesis incorrecta durante casi cien años?: Engels partía de un punto de vista dialéctico y pudo orientar su atención en el lugar correcto, de la misma manera los filósofos jonios pudieron adelantar la teoría de la evolución (Anaximandro) porque su enfoque dialéctico los orientaba en la dirección correcta. Esto es una muestra sorprendente del papel de la filosofía en la formulación de hipótesis, en la orientación de la investigación y en la selección de datos. A diferencia de lo que creen los positivistas el punto de vista filosófico con el que se aborda una investigación no es irrelevante. Se puede, como es el caso de los positivistas, tener disponibles una tecnología muy avanzada pero estar atrapados por métodos e interpretaciones absolutamente deficientes, mecánicos y rígidos (ya decía Heráclito que los sentidos son malos consejeros para las personas con almas bárbaras), actualmente contamos con tecnología y conocimientos a años luz de distancia de los filósofos jonios pero la ideología dominante (positivista o posmoderna) está muy por detrás de los primeros filósofos griegos, el materialismo dialéctico debe combinar el pensamiento dialéctico con los últimos conocimientos de la ciencia. El conocimiento humano no sólo consiste en la percepción de los hechos sino que es el pensamiento el que interpreta y organiza la información sensorial; el pensamiento por sí mismo es ciego pero los datos por sí mismos no son conocimiento (Kant ya había explicado esto aunque su respuesta fuera formalista y unilateral); es verdad que, en última instancia, nuestro conocimiento proviene de la experiencia social legada por las generaciones pasadas, pero nuestros prejuicios, también legados socialmente, pueden frenar o impulsar el conocimiento humano dependiendo si corresponden a la realidad o, por el contrario, se imponen a ella; la práctica constituye el criterio para determinar dicha correspondencia. Una visión dialéctica y materialista del proceso del conocimiento humano es fundamental si queremos avanzar más rápidamente (haciendo abstracción momentánea de los intereses que impiden la difusión de una filosofía de éste tipo).
El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre representa una confirmación brillante del materialismo filosófico porque refuta la tesis idealista según la cual la esencia del hombre y el motor principal en su surgimiento están en el pensamiento; más bien al contrario, lo que nos transformó en humanos y lo que es específico del hombre se encuentra en la capacidad de transformar el medio, transformación que se torna consciente conforme los homínidos se van transformando a sí mismos –en vinculación con el medio y las leyes de la selección natural- en hombres. No obstante conforme la presión evolutiva, determinada por la fabricación de herramientas, impulsaba el crecimiento del cerebro la relación dialéctica entre el homínido y al medio ambiente comenzaba a convertirse en su contrario. Con el género Homo presenciamos el comienzo de la dominación de la naturaleza por el hombre y la supremacía de la cultura, y no las leyes biológicas, para explicar el desarrollo humano. Es verdad lo que explicaba Engels hace más de 150 años: ¡el trabajo convirtió al mono en hombre ¡.
A pesar de éste comportamiento sin parangón en el reino animal, nuestros ancestros australopithecinos estaban sometidos aún como cualquier animal a la naturaleza y a las leyes de la evolución biológica, los gérmenes existentes de comportamiento cultural estaban subsumidos casi completamente a la biología. Los cambios y el surgimiento de los primeros homínidos –hasta el surgimiento del género homo y específicamente al Homo sapiens- estaban determinados por la dialéctica de las leyes de Darwin y no las de Marx. No obstante lo que no sabían ni podían saber nuestros viejos antecesores es que al fabricar herramientas se transformarían radicalmente en algo muy diferente y crearían algo desconocido hasta entonces: cultura y el inicio de la maravillosa senda humana. Pero nos estamos adelantando demasiado. Con los australopithecinos aún estamos muy lejos del dominio de la naturaleza. La prueba de ello es que su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició hace unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos, esteparios.
d) Acerca de las divisiones de la prehistoria
Dado que con el género Homo entramos, en sentido amplio, al terreno de la historia humana es necesario aclarar la terminología usada para dividir los periodos de la prehistoria (es decir al periodo anterior a la civilización). Engels en su obra clásica El origen de la familia propiedad privada y el estado recupera la división de las etapas culturales de la prehistoria propuesta por el antropólogo norteamericano Lewis H. Morgan – que utilizaron antropólogos célebres como Gordon Childe- quien divide a ésta en Salvajismo, Barbarie y Civilización, dividiendo las dos primeras en periodos inferior, medio y superior. La esencia del libro de Engels es mostrar, retomando las partes materialistas de Morgan (en realidad Morgan era filosóficamente ecléctico y a veces atribuía el progreso histórico a la evolución de los medios de subsistencia –la parte positiva y perdurable de su obra- como a la selección natural de las ideas), con los datos científicos a su disposición, que el desarrollo de las fuerzas productivas determina las formas de la familia, el conjunto de relaciones sociales, las ideas dominantes en una sociedad y el surgimiento del Estado, es decir, la confirmación del punto de vista del Materialismo Histórico. Por supuesto que nuestra convicción es que los datos modernos justifican en mayor medida la tesis central de Engels. Pero es necesario aclarar algunos errores de bulto de las divisiones utilizadas por Morgan y Engels. Los antropólogos modernos se refieren al periodo llamado por Morgan salvajismo como paleolítico subdividiéndolo en edades líticas conocidas como paleolítico inferior medio y superior (en un apartado posterior veremos las divisiones de este último); agregando otra fase transitoria al neolítico conocida como periodo mesolítico -sin equivalente en la terminología de Morgan- inmediata anterior a la revolución neolítica (conocida por Morgan como Barbarie). Podemos hacer una conversión a la terminología adoptada por Engels (basada en Morgan), sin embargo, es necesario considerar que las divisiones de Morgan estaban asociadas a instrumentos de producción que, en ocasiones, no corresponden en realidad a dichos periodos dada la información limitada que poseían sobre el desarrollo de fuerzas productivas en periodos prehistóricos. Por ejemplo Engels, retomando a Morgan, creía que en el periodo medio del salvajismo se comenzó con el consumo de pescados, crustáceos y otros animales acuáticos, además de la domesticación del fuego; sin embargo, los datos actuales señalan que fue en el paleolítico inferior (o periodo inferior del salvajismo según la terminología Morgiana) donde se controló por primera vez el fuego hazaña lograda por el Homo erectus y que una dieta más orientada a pescados y otras fuentes fluviales se dio más bien en el mesolítico (periodo que no encuentra correspondencia en la terminología Morgiana); el periodo intermedio del salvajismo (paleolítico medio en la terminología moderna) está asociado con Sapiens arcaicos como el Neandertal quien se alimentaba, según sabemos, por carne de presas mayores más que de pescados[23]. Por supuesto que el punto de vista marxista no es refutado por la nueva terminología, antes bien, al contrario ya que cada fase del paleolítico está asociada al desarrollo de las fuerzas productivas, incluso determinadas técnicas de fabricación determinan el paso de una etapa a otra; en realidad el fondo de la visión marxista se fortalece con nuevas evidencias y con una división más precisa y clara incluso en cuanto a la terminología (hace referencia a la materia prima fundamental: la piedra). En el presente trabajo utilizamos la terminología moderna y la de Morgan como equivalentes tomando en consideración las adecuaciones pertinentes.
CAPÍTULO I. PALEOLÍTICO INFERIOR
(Periodo inferior del Salvajismo)
a) Surgimiento del género Homo, las primeras herramientas
“Todo fluye, nada permanece” (Heráclito)
Con la fabricación de herramientas de piedra surge el género homo y los principios de la cultura humana, haciendo de lado los bosquejos culturales de los Australopithecus. La definición del concepto de cultura es un tema que ha ocupado la atención de antropólogos, filósofos y a diversas ramas de la Ciencias Sociales, el carácter plástico, histórico y complejo de la cultura humana hace evasiva, muy problemática y aparentemente inaprensible una definición que exprese adecuadamente la cultura humana en toda su complejidad. No nos interesa aquí discutir las definiciones que de este tema se han aportado desde diversas tradiciones y aproximaciones filosóficas y antropológicas; no interesa, en cambio, señalar brevemente los elementos de la aproximación marxista que nos permiten ofrecer una definición.
La producción y reproducción de la sociedad humana, que transforma a la naturaleza, crea cultura; ésta se podría definir como la objetivación de las relaciones sociales (objetivación que se expresa de infinitas forma y contenidos: herramientas, vivienda, vestido, comida, sexo, artesanías, rituales, música, fiestas, formas de pensar, formas concretas de subjetividad, mitos, etc.) y el reflejo dialéctico de este proceso en la subjetividad, la transformación cultural de la naturaleza (que se diferencia de la transformación instintiva de los topos) crea cultura material, y una cultura espiritual como su expresión social subjetiva, la transformación social de la naturaleza crea un medio social que subsume a la naturaleza y crea una realidad con una dinámica y leyes propias, ésta nueva realidad social no está determinada por las leyes biológicas o puramente naturales; se trata de una nueva realidad objetiva que va emergiendo, hasta que se vuelve dominante con el sapiens-sapiens, desde que los homínidos fabricaron las primeras herramientas con ramas y utilizaron piedras como percutores y, de manera mucho más clara, desde que el género Homo fabricó las primeras herramientas de piedra; la cultura dominante en una época está determinada por el modo de producción dominante. Bolívar Echeverría señaló que la cultura es el resultado de un proceso dialéctico entre lo social humano y lo natural[24]. Lo que es claro es que una definición marxista de la cultura debe implicar un concepto que contemple el carácter histórico de la cultura, las contradicciones que se expresan en ella y que la contemple como resultado de la transformación social de la naturaleza y de las contradicciones internas del tipo de sociedad estudiada. León Trotsky nos ofrece una definición que, desde nuestro punto de vista, es una de las más adecuadas de las que se han aportado desde la óptica marxista:
Cultura es todo lo que ha sido creado, construido, aprendido, conquistado por el hombre en el curso de su Historia, a diferencia de lo que ha recibido de la Naturaleza,incluyendo la propia historia natural del hombre como especie animal. La ciencia que estudia al hombre como producto de la evolución animal se llama antropología. Pero desde el momento en que el hombre se separó del reino animal -y esto sucedió cuando fue capaz de utilizar los primeros instrumentos de piedra y madera y con ellos armó los órganos de su cuerpo-, comenzó a crear y acumular cultura, esto es, todo tipo de conocimientos y habilidades para luchar con la Naturaleza y subyugarla. Cuando hablamos de la cultura acumulada por las generaciones pasadas pensamos fundamentalmente en sus logros materiales, en la forma de los instrumentos, en la maquinaria, en los edificios, en los monumentos… ¿Es esto cultura? Desde luego son las formas materiales en las que se ha ido depositando la cultura -cultura material-. Ella esla que crea, sobre las bases proporcionadas por la Naturaleza, el marco fundamental denuestras vidas, nuestra vida cotidiana, nuestro trabajo creativo. Pero la parte más preciosa de la cultura es la que se deposita en la propia conciencia humana, los métodos, costumbres, habilidades adquiridas y desarrolladas a partir de la cultura material preexistente y que, a la vez que son resultado suyo, la enriquecen. Por tanto, consideraremos como firmemente demostrado que la cultura es un producto de la lucha del hombre por la supervivencia, por la mejora de sus condiciones de vida, por el aumento de poder. Pero de estas bases también han surgido las clases. A través de su proceso de adaptación a la Naturaleza, en conflicto con las fuerzas exteriores hostiles, la sociedad humana se ha conformado como una compleja organización clasista. La estructura de clase de la sociedad ha determinado en alto grado el contenido y la forma de la historia humana, es decir, las relaciones materiales y sus reflejos ideológicos. Esto significa que la cultura histórica ha poseído un carácter de clase (…)[25].
Con el surgimiento del Homo (hace aproximadamente 2 millones de años) –del cual se han identificado al menos dos especies: Homo habilis y Homo rudolfensis presenciamos ya un crecimiento notable de la capacidad cerebral (un promedio de 630cc) de 1/3 en relación con el Australopithecus, el Homo Habilis fue el primer homínido en fabricar herramientas de piedra muy simples que pueden ser descritas como una piedra a la que se le “saca punta” en uno de sus extremos (tecnología conocida como Olduvaiense) que pudo ser preservadas para el estudio de los antropólogos.
Respecto a esa primera industria humana, Gordon Childe dejó escrito:
Lo más probable es que los primeros utensilios hayan servido para una multitud de propósitos. El hombre primitivo tuvo que aprender por experiencia el hecho de que las piedras son más adecuadas para la fabricación de instrumentos, lo mismo que el modo de tallarlas correctamente. Aún el pedernal -el mejor material natural- es muy duro para manipularlo con éxito, como puede comprobarlo fácilmente el lector golpeando un pedernal contra otro, tratando de obtener una lasca. En el curso de la producción de sus instrumentos, las comunidades primitivas tuvieron que edificar una tradición científica, anotando y transmitiendo cuáles eran las piedras mejores, en dónde se las podía hallar y cómo debían ser manipuladas.
Sólo después de haber dominado la técnica de fabricación, pudo el hombre empezar a elaborar, con éxito, herramientas específicas para cada operación particular. En unprincipio, la mejor lasca obtenible debió servir, sin discriminación, como navaja, sierra, taladro, cuchillo o raspador[26].
Aún cuando las herramientas del Homo habilis no muestra prácticamente variedad o especialización vale la pena reflexionar un poco las implicaciones de la elaboración de estas herramientas. La fabricación de herramientas de piedra es una tarea más compleja de lo que se cree, su fabricación -incluso para un trabajador experto- requiere bastante tiempo y precisión, es imposible separar las lajas de la piedra original si no se golpea ésta con el instrumento percutor en un ángulo determinado; la transformación de un pedernal o una roca en un raspador presupone y a la vez impulsa la capacidad propia del ser humano de abstraer, prever y planificar; cuando un simio está ante una roca o cualquier otro objeto de su entorno natural es incapaz de ver más allá de lo concreto e inmediato; un perro, por ejemplo, verá la roca y lo que hará será alzar la pata y marcar su territorio; el primer homínido veía en la roca no sólo lo que es sino “lo que puede ser” aún cuando su capacidad de abstracción y planificación, como lo atestigua el conservadurismo y limitaciones en su técnica, estaba extraordinariamente limitado en comparación a sus sucesores evolutivos. Con todo representa una verdadera revolución, un salto dialéctico hacia adelante en el árbol frondoso que conduce al homo sapiens (o mejor dicho a las diversas especies de homo sapiens anteriores al sapiens-sapiens) esta primitiva tecnología olduvaiense –que expresa ya un muy limitado control sobre la naturaleza- no sufrió cambios en alrededor de 300 o 400 mil años (hasta el surgimiento del Erectus), un periodo de tiempo largo si comparamos la evolución histórica propia de los sapiens modernos pero un suspiro en términos evolutivos. Esta lentitud, desde el punto de vista de la evolución cultural en la evolución de las fuerzas productivas se puede explicar porque el Hábilis seguía estando sometido a la naturaleza y no a las leyes de la historia – de hecho el Hábilis combinaba muy probablemente la dieta de plantas, insectos y pequeñas presas con la de carroñero oportunista ya que su tecnología le impedía enfrentarse con presas mayores- ; no obstante su supervivencia ya estaba fuertemente vinculada a la fabricación de toscas herramientas de piedra -con las que accedía a la médula de los huesos de animales muertos- y con ello el comienzo de relaciones sociales que describen pautas culturales.
Hemos subrayado que la transformación de la naturaleza transforma las relaciones sociales. El consumo de carne, mediante la caza de crías y pequeñas presas, pudo jugar un papel muy importante en el desarrollo de la socialización debido al carácter colectivo de la caza en contraste con la recolección individual de plantas y semillas, aquí existe una reacción en cadena que influye sobre aspectos aparentemente sin relación; en lo relacionado al consumo de carne nuestros primos los chimpancés son una prueba convincente de ello:
Generalmente, los chimpancés cazan en grupo y comparten la presa con los demás. Si un chimpancé no encuentra con quien juntarse abandonará la caza. Durante todo el proceso de matar, distribuir y consumir las presas, muestran un entusiasmo y un nivel de interacción social inusuales. Durante la caza, entre tres y nueve chimpancés tratan de rodear la presa, moviéndose de un lado a otro por espacio de una hora para cerrar las posibles vías de escape (…) Los chimpancés sólo comparten de vez en cuando los alimentos de origen vegetal, pero siempre comparten la carne, excepto si la presa la captura un chimpancé solitario en la selva”[27].
Es seguro que éste comportamiento haya estado mucho más presente en el Habilis, pero junto con una mayor ingesta de carne, producto de mejores herramientas, el consumo de proteínas aumenta considerablemente favoreciendo el desarrollo del cerebro “Con todo el debido respeto a los vegetarianos” nos dice sarcásticamente Engels, “el hombre no pudo surgir sin una dieta de carne, y si esta última, entre los pueblos que conocemos, llevó en una u otra ocasión al canibalismo (…) ello carece de importancia para nosotros en la actualidad[28]
La fabricación de herramientas jugó un papel crucial en el impulso evolutivo al favorecer el desarrollo de capacidades de abstracción, previsión, etc. que requieren mayor capacidad cerebral; en éste comportamiento sin precedentes en el reino animal se encuentra parte de la explicación de porqué la evolución los impulsó tan rápidamente al siguiente salto dialéctico de la senda humana. Como señala Gordon Childe: “En la historia humana, los vestidos, herramientas, armas y tradiciones, toman el lugar de las pieles, garras, colmillos e instintos, para la búsqueda de alimento y abrigo. Las costumbres y prohibiciones, condensando siglos de experiencia acumulada y transmitida por la tradición social, ocupan el lugar de los instintos heredados, facilitando la supervivencia de nuestra especie”[29]. Incluso podemos afirmar que la fabricación de herramientas va mucho más allá, no sólo involucra su papel en la supervivencia, sino constituye el elemento central que nos permite explicar la totalidad de la estructura social y de los cambios que operan en ella, su desarrollo cuantitativo nos lleva irremediablemente a que tarde o temprano se presente una revolución que abre una nueva fase en el desarrollo de los modos de producción -así como la acumulación de cambios genéticos nos lleva tarde o temprano a el surgimiento de nuevas especies-. Dialécticamente la mano posibilitó el trabajo, éste creó la mano, ambos desarrollaron el cerebro; el cerebro impulsó el trabajo y el trabajo transformó al hombre.
Aún cuando el Hábilis es el primero de nuestros ancestros en modificar su entorno con cierto grado de conciencia y generar tecnología, el impacto de su capacidad para transformar su entorno era ínfimo y aún cuando con esta especie presenciamos el primer paso decisivo en la senda humana se trataba de un paso que aún estaba muy cerca del reino animal, cualquier observador difícilmente podría adivinar que estos semianimales que se encontraban al borde de la extinción, cuya única característica distintiva del desprendimiento del resto de los animales eran unas burdas herramientas de piedra, habrían de dominar el mundo dentro de uno pocos millones de años. “Se calcula que existieron unos 125,000 individuos de esta especie. Esa ínfima densidad poblacional, como también el prolongado estancamiento en su desarrollo tecnológico, hizo que su presencia no provocara mayor alteración en el equilibrio ecológico[30].”
b) El “Planeta de los simios”
Aunque lo determinante en el Hábilis seguía siendo la selección natural, paradójicamente ésta actuaba sobre la base de la fabricación habitual de herramientas, esto, a su vez, significó un tremendo impulso al desarrollo evolutivo de tal forma que en tan sólo unos 300 o 400 mil años después –un parpadeo evolutivo- el cerebro de los homínidos se duplicó. Aquí tenemos una reacción en cadena en donde la fabricación de herramientas, la selección natural, el crecimiento del cerebro, la cooperación, etc.; interactúan recíprocamente convirtiendo a los efectos en causas y las causas en efectos. Esta interacción nos lleva hacia el siguiente salto dialéctico de la genealogía humana. El sucesor del Homo rudolfensis y Homo hábilis es Homo ergaster, cuyos fósiles más antiguos datan de hace aproximadamente 1,8 millones de años; además del Ergaster nos encontramos al Homo erectus con una capacidad cerebral mucho mayor que su antecesor (oscilando entre los 727 y 1.067 Cc). “(…) nuevos descubrimientos han dado pie para postular la hipótesis de que Homo habilis derivó en Homo ergaster, de quien en ramas diferenciadas descendieron a su vez Homo antecesor y Homo erectus. Se trata de una novísima propuesta, cuyo esclarecimiento requiere de mayores evidencias[31].”
Es una refutación a la visión gradualista y lineal de la evolución el hecho de que el árbol genealógico humano sea tan frondoso y abigarrado e incluso que en determinado momento el planeta tierra fuera una especie de “planeta de los simios”. El Erectus cohabitó el planeta con otros homínidos como el Australopitecus boisei, el Robustus (homínidos de dieta especializada); y con el asombroso Gigantophitecus un enorme primate desaparecido hace apenas unos 250000 años, el verdadero King-Kong o “Sastcuach” de carne y hueso, de 3 metros de altura y 275 kilos de peso que, se cree, se alimentaba de bambú. Alguno de estos hombres primitivos espectaculares, logró controlar de mejor manera su ambiente, fabricar herramientas de piedra más efectivas en comparación con las fabricadas por el Hábilis, herramientas conocidas como bifaz, caracterizadas por ser trabajadas en toda su superficie (tecnología lítica conocida en general como Acheliense).
La única forma en que podían sobrevivir era mediante el reforzamiento de un comportamientos social basado en la cooperación y la compartición de alimentos, es decir, el desarrollo de un comportamiento cultural que se manifestaba por ejemplo en las diferenciación de tradiciones regionales en la fabricación de herramientas que se encuentran en India y Europa: aquí presenciamos ya claras muestras del comienzo de la cultura humana, es decir, de una transformación relativamente consciente y variable del entorno (cultura material) y del comportamiento reflejado en el pensamiento abstracto (cultura espiritual), no obstante, “la lenta tasa de cambio cultural vinculada con el H. erectus” , nos dice Marvin Harris, “sugiere con firmeza que su cerebro estaba organizado de forma muy distinta de los cerebros del moderno sapiens y que carecían de la capacidad plenamente desarrollada y característicamente humana de adquirir y modificar pautas culturales de pensamiento y de conducta”[32].
A pesar de sus limitaciones el Erectus representa un claro salto cualitativo en su capacidad de transformar y controlar a la naturaleza, una de las pruebas más palpables de esto es la diversidad y relativa diferenciación en sus herramientas y útiles, aquí vemos por primera vez la fabricación de herramientas para tareas específicas que contrastan con la monotonía y unilateralidad de las herramientas del Hábilis.
“Entre los artefactos líticos podemos mencionar los tajadores o utensilios para cortar, el rascador para trabajar pieles, cuchillos de varios tipos, martillos y yunques. De loshuesos prefirió la cornamenta de los cérvidos; la raíz, gruesa y fuerte, sirvió de martillo mientras la extremidad se usó para excavar. Homo erectus pekinensis quemaba las cornamentas, posiblemente para romperlas con facilidad. También convirtió cráneos de cérvidos, y hasta de humanos, en cuencos para beber agua. Los cráneos de elefantes, convertidos en totumas, debieron servirle para transportar líquidos. Huesos de ciervos y búfalos se convirtieron en picos, para excavar la tierra en busco de tubérculos y raíces comestibles[33]”.
c) La revolucionaria domesticación del fuego
Es probable que con éste salto dialéctico este hombre primitivo fue capaz de controlar una fuerza de la naturaleza fundamental: el fuego, una de las más grandes revoluciones tecnológicas en la historia de la humanidad que marcaría para siempre el desarrollo humano, el hombre ya no estaría esclavizado por la luz del Sol, la oscuridad de la noche y la temible inaccesibilidad de las cavernas: fuente de seguridad, calor, acceso a nuevos hábitats, acceso a nuevos recursos alimenticios por medio del cocimiento, y propulsor de la imaginación humana. El Erectus podía preservar el fuego pero con toda seguridad era incapaz de producirlo, obtenía el fuego como regalo de la naturaleza en la forma de incendios naturales, erupciones volcánicas, rayos sobre la hojarasca seca, etc. esta es la razón que explica la obsesión por su preservación y conservación que aún sobrevive en la conciencia colectiva en la forma de tradiciones ancestrales de fuego eterno, presente incluso en la llama de los juegos olímpicos. El control del fuego representa un paso decisivo que separa al hombre del resto del reino animal, el Erectus fue el primer animal que controlo su temor al fuego y volvió ese temor natural a su favor, seguramente aprovechó este temor no sólo para ahuyentar a las fieras (como el temible tigre dientes de sable) sino como una poderosa herramienta de caza (al poder ahuyentar a las presas en la dirección deseada y para endurecer sus lanzas y herramientas hechas con hasta); el cocimiento de los alimentos representa una transformación química producida por el hombre no menos importante, al principio se trató de una transformación accidental cuando la carne caía en el fuego, pero este accidente del que el hombre tomo conciencia abre la cultura alimentaria; el uso del fuego transformó literalmente al hombre no sólo porque tuvo acceso a nuevas fuentes de proteínas que estimularon su inteligencia sino porque pudo prescindir de molares grandes y mandíbulas fuertes y su rostro empezó a configurar una apariencia más humana. ¡Literalmente, como afirma la teoría marxista, el hombre transforma a la naturaleza y al mismo tiempo se transforma a sí mismo¡ Además de transformarse físicamente, el control de fuego estímulo la transformación de las relaciones sociales de los homínidos porque su uso como instrumento de caza requiere niveles de cooperación y planificación sin precedentes, además, para cocer la carne hay que destazar al animal, en un lugar seguro como una cueva, procedimiento que requiere un nivel de cooperación antes desconocido y luego cocinar los trozos y el alimento de toda la banda incluso de aquellos que no participaron directamente como los ancianos y niños. Gordon Childe destaca el revolucionario control del fuego de la siguiente manera:
Al controlar el fuego, el hombre dominó una fuerza física poderosa y un destacado agente químico. Por primera vez en la historia, una criatura de la naturaleza pudo dirigir una de las grandes fuerzas naturales. Y el ejercicio del poder reaccionó sobre quien lo ejercía. El espectáculo de la brillante flama desintegrando a su vista una rama seca, cuando era introducida en las ascuas ardientes, y de su transformación en finas cenizas y en humo, debe haber estimulado el rudimentario cerebro del hombre. Nopodemos saber qué cosas le sugirieron estos fenómenos. Pero, alimentando y apagando el fuego, transportándolo y utilizándolo, el hombre se desvió revolucionariamente de la conducta de los otros animales. De este modo, afirmó su humanidad y se hizo a sí mismo[34].
Probablemente estas actividades sociales implicaron los primeros balbuceos de lo que cientos de miles de años después se convertiría en el lenguaje humano[35]. ChiaLan Po escribe:
El lenguaje debió ser indispensable al Hombre de Pekín como animal con vida social,entrelazado por el trabajo. El trabajo, por una parte, impulsó al hombre a transformar la naturaleza y, por otra parte, llevó a los miembros de la sociedad a unirse y ayudarsemutuamente. Por eso, con la producción de los instrumentos de trabajo empezó a aparecer el lenguaje primitivo. Sin tal medio de comunicación del pensamiento, las experiencias primitivas de la producción de instrumentos de trabajo no habrían podido ser transmitidas a la posteridad, ni hablar, por supuesto, de la transformación de los instrumentos de trabajo. El lenguaje del Hombre de Pekín, a pesar de su imperfección, incluso tenía que valerse de gestos para expresar su pensamiento, era de todos modos unlenguaje. No debemos menospreciar su lenguaje, o decir que ese lenguaje solamente era cosa de simples sílabas, porque el Hombre de Pekín ya está muy lejos de sus antepasados, los primeros en producir herramientas[36].
El Erectus debió tener algún tipo de lenguaje para transmitir los conocimientos necesarios para producir sus herramientas; sin embargo, el extraordinario conservadurismo de su tecnología y la falta total de innovación, el hecho pasmoso de que durante un millón de años estas sociedades no fueran capaces de generar nueva tecnología es evidencia irrefutable de que carecían de un medio de comunicación que les permitiera almacenar conocimientos y trasmitir posibles innovaciones, probablemente su forma de aprendizaje no presuponía la transmisión de conocimientos abstractos sino la imitación directa de eventos concretos; aquellos individuos que ocasionalmente generaban nuevas técnicas eran incapaces de almacenar y transmitir de forma perdurable dichos conocimientos, ello implica un nivel de abstracción (vinculado a la capacidad de imaginar e innovar) infinitamente menor a la del sapiens-sapiens; a pesar de todo la tecnología del Erectus tenía aún mucha similitud con la forma directa e inconsciente en que las aves producen sus nidos: no lo piensan, sólo lo hacen.
Con el Homo erectus las actividades de caza de presas medianas, además de la recolección, empiezan a cobrar mayor importancia frente a las actividades de carroñero y eventual cazador de presas menores, y con ello, quizá la primera división social del trabajo entre hombres cazadores y mujeres recolectoras (por lo menos las mujeres preñadas o en periodo de lactancia). A medida que los lazos sociales y los factores culturales dominaban a los factores puramente biológicos el tiempo de dependencia de las crías aumentaba, los seres humanos somos la especie dentro de todos los primates cuya dependencia de las crías es la más prolongada. Una cría de gacela sabe instintivamente casi todo lo necesario para sobrevivir, ¡los bebes humanos son unos perfectos inútiles¡ en una muestra incontrovertible de que la mayor parte de la conducta humana depende de la cultura heredada y transmitida socialmente y no de los genes.
Con esta tecnología notable y con unos cerebros superiores por primera vez los homínidos rompimos el cordón umbilical que nos unía a nuestra tierra de origen (África) para comenzar la conquista del mundo mediante una serie de oleadas que se extendieron durante cientos de miles de años hacia Asia, Indonesia y Europa. Esta primera migración humana condujo a la diferenciación de dos linajes descendientes de Homo ergaster: Homo erectus en Extremo Oriente (China, Java) y Homo antecessor/Homo cepranensisen Europa (España, Italia).
Nosotros (Homo sapiens sapiens) descendemos de algunos de estos hombres primitivos, porque a diferencia de otros homínidos como el Boisei nuestros antepasados de la línea homo no estaban especializados a ningún hábitat ni alimentación en particular; el éxito de la dieta especializada del Boisei (semillas y tallos de fibra dura a juzgar por su dentadura y las fuertes mandíbulas) en un momento dado represento su mayor fracaso al encerrarlo en un callejón sin salida evolutivo que lo condujo a la extinción cuando las condiciones medioambientales que aseguraron su éxito se convirtieron en su contrario. Mientras que el género homo, que al parecer se encontraba en éste periodo al borde de la extinción dadas las duras condiciones ecológicas y su carencia de especialización alimentaria, tuvo que adaptarse perfeccionando y creando herramientas, transformando su entorno, produciendo sus propios alimentos y convirtiéndose progresivamente en un animal más social lo que a la larga aseguraría su absoluta supremacía no sólo con respecto al resto de los homínidos sino incluso a la naturaleza misma. Como dice la Biblia (y también la dialéctica) en muchas ocasiones “los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.
A propósito el comportamiento social y cooperativo demuestra que el egoísmo y la competencia son esencia de una sociedad dividida en clases y especialmente de la sociedad capitalista y no de la humanidad en sí. Si algo demuestra el estudio de la genealogía humana es que la “naturaleza humana” tiende mucho más a la cooperación que a la competencia y el egoísmo, emanaciones propias de la sociedad de clases específicamente el capitalismo.
CAPÍTULO II. PALEOLÍTICO MEDIO (estadio medio del salvajismo)
a) El destino trágico del Neandertal, el papel del lenguaje
“Los hombres de Neandertal, prolijos y bien vestidos, podrían pasar inadvertidos en un subterráneo de Nueva York”. (Willian Strauss Jr; A.J.E. Cave)
A pesar de que el surgimiento del Erectus representó una verdadera revolución también significó una etapa de extremo conservadurismo en la evolución del hombre, expresa el salto dialéctico que abre una etapa de calma y estancamiento en la tecnología y el desarrollo de la capacidad cerebral que durará nada menos que ¡un millón de años¡. Aquí vemos un ejemplo magnífico de la vinculación dialéctica de calma y revolución. En sí mismo este hecho es una expresión de la dialéctica en donde largos periodos de tiempo, donde aparentemente no pasa nada, son escenario de la acumulación de pequeños cambios que preparan un nuevo salto brusco y repentino. En biología a este proceso se le conoce como “equilibrio interrumpido” y en el pensamiento dialéctico a este patrón de desarrollo se le conoce como “transición de la cantidad a la cualidad” Hegel, en su Lógica, lo llama “medida”. Este aspecto dialéctico de la evolución biológica es hoy generalmente aceptada por los biólogos, ha sido desarrollada por el recientemente desaparecido y afamado biólogo Stephen Gay Gould. Incluso el mismo Marvin Harris, quien lamentablemente considera a la dialéctica como mera palabrería, ha tenido que aceptar, no sin las clásicas reservas escépticas, la pertinencia de la teoría dialéctica de Gould: “A medida que se han ido acumulando más datos sobre la historia evolutiva del H. erectus, el modelo alternativo “discontinuo” ha ido cobrando plausibilidad”[37]
El largo periodo de 2 millones de años anterior al surgimiento del homo sapiens es conocido por los antropólogos como paleolítico inferior y se caracteriza por primitivos instrumentos de piedra conocidos como Olduvaiense del Hábilis y la Acheliense del Erectus. Durante todo este periodo las fuerzas productivas tuvieron un desarrollo relativamente lento que iba aparejado a la evolución biológica; no obstante hace aproximadamente 250,000 años surgieron simultáneamente homo-sapiens arcaicos tanto en África como en Europa e incluso se han encontrado especímenes más antiguos de cerca de 350,000 años en China (Java) los cuales tenían una capacidad cerebral que lindaba con la del hombre actual (1,500 C/c) cuando no estaba dentro de los parámetros modernos pero que aún conservaba algunas características óseas similares al Erectus; a estos hombres se les conoce como Homo sapiens arcaico o simplemente Homo sapiens para diferenciarlos con el actual Homo sapiens-sapiens.
En Europa estos hombres arcaicos anteriores dieron lugar, hace 130,000 años al más famoso y más estudiado de los hombres arcaicos conocido como el Homo Neandertalensisespecie adaptada a los duros y fríos climas de la última glaciación, son los primeros hombres en conquistar los climas helados de las últimas glaciaciones, con cerebros (1600 Cc) incluso mayores que los hombres modernos –si bien con cuerpos más robustos-. El salto cualitativo en relación a la etapa anterior es expresada por Marvin Harris con las siguientes palabras: “Si, además de nuestro género, existe algún aspirante al despegue cultural, este es el hombre de Neandertal, una especie extinguida de cuasihumanos que apareció en Europa y Oriente hace cerca de 100.000 años”[38] El hombre de Neandertal significó otro punto de ruptura en la evolución humana y aún existe debate entre los antropólogos de si el Neandertal representa un eslabón que conduce al homo sapiens-sapiens o representa a una rama diferente de la del Homo sapiens-sapiens, la segunda opción parece ser la que cuenta con más adeptos;“análisis del ADN mitocondrial (ADNm) de fósiles de H. neanderthalensis sugieren que la diferencia existente es suficiente para considerarlos como dos especies diferentes, separadas desde hace al menos 400.000 años y probablemente más[39]”. Lo importante es que éstos hombres arcaicos –especialmente el Neandertal– llevaron adelante una revolución tecnológica -que abriría lo que se conoce como paleolítico medio- conocida como tecnología Musteriense o técnica Levallois, consistente en un ingenioso método de fabricar herramientas de sílex dándoles una forma de tortuga para crear hachas de mano; además entre sus útiles encontramos puntas, arpones y proyectiles; por primera vez se crean útiles compuestos de varias partes (como armas con mango); además de trabajar en hueso marfil y hasta. Con esta tecnología el Neandertal era capaz de especializarse en la caza de presas mayores como mamuts, renos gigantes, alces, etc. Sorprendentemente el Neandertal, además de fabricabar mantas y ropa con pieles de animales, muy probablemente enterraba a sus muertos, tenía ritos funerarios (que incluían enterramientos con flores y alimentos) y fabricaba (aunque en muy pequeña cantidad, apenas y se han encontrado) adornos personales. No obstante éstos últimos datos, dadas sus implicaciones en cuanto a la conciencia Neandertal y dado que es posible explicaciones alternativas ajenas a la voluntad de el Neandertal, hay que tomarlos con reserva ya que seguramente poseían una capacidad de simbolización y abstracción que estaba, aún, por debajo del sapiens-sapiens.
El Neandertal rozaba una conducta de simbolización y abstracción propiamente humanos representando una revolución que pondría punto final a un millón de años de estancamiento. Los enterramientos (si es que se confirman como tales) sugieren por lo menos lazos sociales y emocionales extremadamente fuertes expresión de una caza extremadamente cooperativa, sin embargo, la casi inexistencia de arte y la dudosa evidencia de ritos funerarios –vinculados a una capacidad de abstracción e imaginación propiamente humanos expresados en la creencia de una vida después de la muerte- hace pensar que la capacidad de simbolización y abstracción estaba relativamente limitada en comparación con el sapiens-sapiens. Estudios polémicos de los cráneos de estos individuos, de tamaño de sus laringes, hace pensar que el neandertal poseía, además, una limitada capacidad vocal, más parecida a la del chimpancé que a la del sapiens-sapiens, que al mismo tiempo limitaba su capacidad lingüística íntimamente ligada a las funciones del intelecto[40] . Éste hecho pudo ser decisivo en la suerte del Neandertal. A pesar de ello nos dice Leroi Gourhan que
Sin embargo se puede deducir un punto esencial: hay posibilidad de lenguaje a partir del momento en que la prehistoria entrega útiles, pues útil y lenguaje están ligados neurológicamente, y uno y otro no son disociables en la estructura social de la humanidad (…) si el lenguaje tiene el mismo origen que la técnica, tenemos el derecho de imaginarlo también bajo la forma de cadenas operatorias simples y limitadas a la expresión de lo concreto, primero en el desarrollo inmediato de éste, después en laconservación y la reproducción voluntaria de las cadenas verbales fuera de las operaciones inmediatas[41].
Sin duda sería erróneo atribuir lenguaje (lenguaje abstracto y simbólico) a los primeros homínidos que fabricaron herramientas; sin embargo, es casi seguro que a la par de la fabricación de útiles la capacidad comunicativa se iba desarrollando de forma concomitante. Tal como señala Leroi Gourhan[42], las áreas del cortex cerebral encargadas de la expresión facial están relacionadas con la motricidad manual; las capacidades expresivas del rostro humano van aumentando progresivamente con el proceso de hominización, evidencia de que la fabricación de herramientas y el lenguaje están estrechamente relacionados, primero como expresión de lo concreto por medio de la gesticulación y la emisión de sonidos, para dar el salto, con el sapiens-sapiens, hacia la expresión abstracta y simbólica. Gourhan opina que la evidencia de ritos funerarios y adornos del Neandertal son al mismo tiempo evidencia de lenguaje abstracto y simbólico. Con todo, la riqueza de su lenguaje debía ser muy pobre no sólo porque vocalmente el Neandertal estaba limitado como lo sugiere su cultura material.
El lenguaje humano tiene una capacidad única de abstracción, de separación mental de aspectos, propiedades y cualidades de los objetos que resulten importantes en un momento dado del desarrollo social; universalización que permite expresar el pasado el presente y el futuro y recrear mentalmente situaciones que no existen, representarse el mundo, visualizar y sentir los pensamientos propios y ajenos, e ir más allá de lo concreto para transformarlo de una forma humana; dicha capacidad expresa el ser social humano y el conocimiento producido por la transformación de la realidad y la fabricación de herramientas. Aquí vemos de la forma más clara lo absurdo de las teorías idealistas y solipsistas del lenguaje humano. En realidad el lenguaje no crea el mundo (como creía absurdamente Wittgenstein) sino que, al contrario, el mundo social crea el lenguaje y es un instrumento para actuar sobre él y transformarlo. Como decía Engels en un punto crítico “resulto que los hombres tenían algo que decirse” y el Neandertal (probablemente también el Homo erectus) expresaba, en todo caso, los primeros balbuceos del lenguaje humano así como los balbuceos de los niños preparan el camino del habla adulta. La prueba de las limitaciones del Neandertal está en el hecho mismo de su desaparición al término de la última glaciación (hace 35mil años) cuando los glaciares se retiraron y los Neandertales no pasaron la dura prueba de la adaptación a un clima diferente. Es trágico el destino del Neandertal porque durante el periodo de miles de años que compartió la tierra con el Sapiens-sapiens ambos tenían prácticamente la misma tecnología; sólo que el Sapiens-sapien pudo adaptarse al cambio revolucionando de nuevo y dando el gran despegue cultural hace aproximadamente 40,000 años mientras que el Neandertal no pudo superar la prueba. Quizá la clave está en la capacidad vocal del sapiens-sapiens para generar más sonidos y, por tanto, un mayor potencial de comunicación social.
La capacidad de abstracción propia del lenguaje y de disciplinas como las matemáticas o la filosofía no se logró sin una largo, contradictorio y doloroso proceso de evolución social; el pensamiento humano es fundamentalmente concreto, la mente humana no se adapta muy bien a las complicadas operaciones abstractas de las matemáticas y la filosofía, se requirieron condiciones materiales para el desarrollo del pensamiento abstracto (clases sociales, civilización, división del trabajo, etc.) y un largo proceso de aprendizaje y entrenamiento mental (por otra parte éste proceso demuestra el origen material del lenguaje humano); incluso la evolución del lenguaje humano parece trazar una senda que va de lo concreto a lo abstracto, primero como la expresión (mediante gesticulaciones y ruidos) de situaciones concretas y luego, con el sapiens-sapiens, la conceptualización concreta de la realidad que se va desarrollando hacia la abstracción mediante saltos dialécticos, el estudio del lenguaje de los pueblos cazadores y recolectores parece apoyar este punto de vista:
En muchas lenguas primitivas el modo de contar depende del objeto que se cuenta, lo que conduce a una pluralidad de sistemas de numeración, demostrándose así el carácter concreto del cálculo. Hay lenguas, por ejemplo, en las que no existe el número 3; por lo tanto tienen que recurrir a distintas palabras para designar tres ciervos o tres pescados, de acuerdo con el objeto que se cuentan. Ese mismo carácter concreto del pensamiento se pone de manifiesto en el gran número de formas verbales, características de las lenguas de los indios norteamericanos y aleutianos, lenguas que disponen de más de 400 formas verbales. El carácter sumamente concreto del lenguaje puede ilustrarse muy bien con las 33 palabras de la lengua de la tribu africana Ewe, citadas por Westerman, etnógrafo alemán, que sirven para designar diferentes pasos o modos de caminar (…). Conocida es la observación del etnógrafo Leenhardt sobre el pensamiento de algunas tribus primitivas; dicho pensamiento no hace generalizaciones (el árbol, el animal, el mar o la picadura no existen para él en los conceptos que de ellos tenemos). Si se dice picadura, hay que agregar de qué animal se trata (…) Las lenguas de algunas tribus que viven en las condiciones de la comunidad primitiva no conocen la palabra árbol, pero, en cambio, disponen de varios términos para designar una especie concreta de árbol(…) para la acción de ir disponen de palabras específicas según cómo y cuándo nos propongamos ir; por la mañana o par la tarde, con botas, etc.”[43].
Las condiciones de vida de los cazadores recolectores no requieren de la utilización de grandes números ni de conceptos demasiado abstractos, más bien requieren el adecuado discernimiento de las diferentes manifestaciones de la naturaleza en toda su concreción. Marvin Harris ha observado que no se trata de que los cazadores recolectores tengan lenguajes inferiores sino que cuentan con el tipo de lenguaje indicado para su forma de vida, es probable que un grado de abstracción como el alcanzado por la ciencia moderna sea inútil para el asecho de presas y la diferenciación de plantas o animales nocivos. Sin duda la observación de Harris es correcta en cierto sentido pero, quizá, no anula el hecho de que la capacidad de abstracción humana ésta íntimamente vinculada al criterio de progreso histórico expuesto por Marx y, en éste sentido, podemos hablar de evolución del lenguaje.
El proceso de evolución de la escritura también apoya éste punto de vista, aunque sobrepasa los límites de éste estudio vale la pena mencionar brevemente algunas características del proceso de su evolución. La escritura cuneiforme de los sumerios expresa su origen práctico y concreto: se trataba de la contabilidad del templo expresado en marcas de cuñas sobre arcilla. La escritura jeroglífica de las civilizaciones antiguas (Despotismo Asiático de civilizaciones como los chinos, los mayas, los aztecas, los egipcios) implicaban ya un salto revolucionario en la capacidad de abstraer y clasificar conceptos (como diferentes tipos de verbos) expresando clases de ideas por medio de glifos, éste salto hubiera sido imposible sin el surgimiento de la civilización, la formación de una casta sacerdotal dedicada a la contabilidad del templo y la observación de los cielos. Sin embargo, la existencia infinita de palabras imponía limitaciones muy serias al uso de los jeroglíficos (una forma de escritura poco abstracta), la existencia de los dos mil jeroglíficos de la escritura egipcia daba un carácter esotérico a la escritura accesible sólo a la casta dominante. Lo anterior era expresión de un comercio limitado (casi siempre monopolio del estado), una limitada división del trabajo, a una mayoría campesina subsumida en comunidades primitivas obligadas a pagar tributo; a la subordinación total de la manufactura, la artesanía y el pensamiento a la teocracia dominante y al templo; en suma a una sociedad cerrada y con muy poco desarrollo de sus fuerzas productivas. No es casualidad que la mayoría de las civilizaciones de la antigüedad (desde los egipcios hasta los mesoamericanos, pasando por los chinos) utilizaran la escritura jeroglífica o ideográfica.
El gran salto de la abstracción, que hizo posible el surgimiento de la filosofía occidental, hubiera sido imposible sin la generalización del uso del hierro (que aumenta la productividad y tiende a liberar a los artesanos y comerciantes de los Faraones y Tlatoanis), el desarrollo del comercio, la generalización de relaciones sociales esclavistas, el surgimiento de la moneda metálica; los griegos tuvieron la fortuna de ser herederos de civilizaciones como la egipcia, fenicia, lidia, micénica, etc. y contar con una geografía ideal para el comercio marítimo (el mar Egeo cuanta con más de dos mil islas que hacía más sencillo el transporte marítimo que el terrestre). El rompimiento de la vida relativamente estática de las sociedades antiguas exigió nuevas formas de escritura más simples, práctica, veloces, flexibles y abstractas, los fenicios dieron ese gran paso mediante la invención del alfabeto (parece ser que los pueblos semitas de orillas del Mar Rojo y el Mediterráneo inventaron un alfabeto más antiguo que mezclaba letras con glifos). Se trató de una negación dialéctica de la escritura jeroglífica: la primera letra del alfabeto fenicio proviene del jeroglífico que representa al toro (Alef) la letra a del alfabeto fenicio proviene de una simplificación de dicho jeroglífico que ya no representa a la palabra toro sino al sonido inicial de la palabra Alef; la b, del mismo modo, surgió del diseño estilizado del glifo Beth que significaba casa y representa al sonido inicial de la palabra, así surgieron las 22 letras del alfabeto fenicio arcaico. Así las letras del alfabeto no representan palabras sino sonidos con los que es posible formar cualquier palabra, idea, concepto, etc. Representa un grado mucho mayor de abstracción que puso a disposición de capas mucho más amplias la posibilidad de la escritura, la cultura y el conocimiento[44]. Los griegos retomaron el alfabeto de los fenicios (creando las vocales inexistentes en el alfabeto fenicio), los etruscos lo retomaron de los griegos conformando el alfabeto latino que se difundió en Occidente a través del Imperio romano.
b) El nacimiento revolucionario del sapiens-sapiens: el triunfo de la cultura
El Homo sapien anatómicamente moderno (Homo sapiens-sapiens) surgió por primera vez en África hace unos 200,000 años y llegaría a Europa, pasando por Asia, poco antes de que el Neandertal desapareciera. Generalmente se afirma que la presión de los sapiens-sapiens contribuiría a la extinción de los Neandertales pero, en todo caso, esa presión debe entenderse aún en términos biológicos. Como veremos más adelante no hay evidencias concluyentes de que los hombres del paleolítico practicaran de forma regular la guerra, no podemos descartar enfrentamientos entre estas dos especies producto de cotos ecológicos limitados. Pero no podemos evitar la conclusión de que la fascinación de muchos comentaristas por ver al Sapiens-sapiens del paleolítico como un asesino despiadado que llevó a la extinción al Neandertal (solo hace falta ver un rato Discovery Channel) documentales apocalípticos que afirman que el Neanderthal fue la primer especie extinta por la maldad intrínseca al Sapiens-sapiens) tiene que ver más con la literatura que proyecta los valores modernos de competencia burguesas desenfrenada que con pruebas científicas. No hay evidencias de que el Sapiens-sapiens tuviera entre sus presas de caza al Neandertal que por el contrario estaba mucho mejor adaptado al clima glacial, era mucho más fuerte y resistente y contaba prácticamente con la misma tecnología (quizá era más probable que el Neandertal cazara al sapiens aunque tampoco hay evidencias de ello), su desaparición, con toda probabilidad, está relacionada con su incapacidad de adaptarse al clima cambiante con nueva tecnología.
El hecho es que los Sapiens-sapiens modernos representan ya una etapa en la cual los factores sociales, estudiados por el materialismo histórico, dominan a los biológicos, aún cuando, como se verá, los factores medioambientales, al menos durante todo el periodo de comunismo primitivo, eran factores de impulso fundamentales al desarrollo de nueva tecnología. La prueba de ello la tenemos en nuestros propios cuerpos. Nuestras características físicas, tales como cuerpos gráciles, menor dimorfismo sexual (diferencias de tamaño entre machos y hembras), pequeños dientes frontales, cara situada hacia atrás bajo un cráneo de forma globular, mayor tamaño de la faringe capaz de producir los sonidos elementales de nuestro lenguaje; son el resultado de la selección natural actuando sobre la cultura como medio de supervivencia en la forma de hachas de mano, raspadores, lascas, cuchillos, lanzas, etc. el menor dimorfismo sexual puede explicarse, por ejemplo, por el peso mucho mayor de los patrones culturales de carácter sexual que en la fuerza bruta del macho a la hora de la selección de pareja y el apareamiento; el resultado más contundente esta en el hecho de que desde entonces el tamaño del cerebro dejó de crecer mientras que la cultura se desarrollo exponencialmente. Esto muestra de que la explicación última de nuestra evolución no se encuentra ya fundamentalmente en factores biológicos sino en factores culturales como son el desarrollo de las fuerzas productivas. El hecho asombroso está en que la selección natural actuaba sobre la cultura generando al Sapiens-sapiens pero una vez que éste surgió la cultura tomo el lugar preponderante volviendo ésta relación dialéctica en su opuesto: ¡ahora la cultura dominaría a la naturaleza¡ El resultado es que la supervivencia no dependía ya de la selección natural (que era la impulsora principal de cerebros mayores) sino de la evolución de la fuerzas productivas, la supervivencia no dependía ya de la selección de genotipos expresados en características físicas (fenotipos) ventajosas sino en relaciones sociales basadas en fuerzas productivas; en ello está la explicación de que el cerebro tamaño cerebral se estancara junto con las características físicas fundamentales.
CAPÍTULO III. EL PALEOLÍTICO SUPERIOR, EL GRAN DESPEGUE CULTURAL
a) Las fases del paleolítico superior
“Cuando desciende el Sol de la cultura, hasta los enanos proyectan grandes sombras.”(Anónimo)
Cuando el Sapiens-sapiens fue puesto a prueba al final de la última glaciación el desarrollo de la cultura sufriría una aceleración exponencial en forma de espiral (dialéctica) sin precedentes que abriría el corto pero sustantivo periodo conocido como paleolítico superior caracterizado por una explosión cultural que iniciaría hace 40 mil años, su tecnología se caracteriza por un incremento repentino en el número y calidad en los útiles sobre hoja y el florecimiento en las herramientas de marfil, hasta y hueso, junto con las famosas pinturas rupestres (de las que hablaremos más adelante). El hombre comenzaría a dominar el globo terráqueo, es la explosión cultural más importante hasta la revolución neolítica (si pasamos por alto el periodo preparatorio para el neolítico conocido como etapa mesolítica), las culturas se empiezan a manifestar en formas diferentes en función de su medio sobre una base similar con manifestaciones similares (mostrando que la base material determina en última instancia los patrones superestructurales); un factor muy importante en su surgimiento se encuentra todavía en condiciones medioambientales coyunturalmente favorables para la caza de grandes presas. “Hacia finales de la última glaciación, la región situada al sur de los glaciares recibió torrentes de agua procedentes del deshielo que favorecieron el crecimiento de praderas en las que pastaban enormes manadas de caballos, bisontes, mamuts y renos. A medida que se retiraban los glaciares, se formaron enormes praderas vírgenes que fueron invadidas por estos animales y por los depredadores humanos que los perseguían; pero, sin que ellos lo supieran, su mutuo estilo de vida estaba condenado”[45]. Si bien existe un claro salto cualitativo éste fue relativo puesto que el modo de producción siguió siendo el mismo de millones de años atrás sólo que aquí encuentra su punto álgido, tal vez debamos decir que se trato del máximum de los cambios cuantitativos dentro del comunismo primitivo.
El paleolítico superior se divide en varias fases que se niegan dialécticamente; “Los arqueólogos dividen el Paleolítico superior en Europa occidental en varias tradiciones o culturas que se superponen” nos dice Marvin Harris “Las dos más antiguas se conocen con el nombre de Chaltelperronianense y Auriñaciense, que se inician entre el 40000 y 35000 a. C; el Solutrense (22000 a. C.) y, finalmente, el Magdaleniense, que se inició alrededor del 17000 a. C. y duró hasta el final de la última glaciación, alrededor del 10500 a. C.”[46]. El Chaltelperroniense se desarrollo en un periodo breve de 3000 o 4000 años en algunas zonas de Francia y España y sus instrumentos se distinguen por la persistencia de instrumentos típicos de la época Neandertal (Levalloisienseo Musteriense) y la aparición de útiles sobre hoja típicos del paleolítico superior; el Auriñaciense sustituye a la etapa anterior se extiende sobre un área mucho más extensa (abarcando la mayor parte de Europa) y por mayor tiempo con una tecnología más avanzada (cuchillos, raederas, punzones de hueso) que se refleja en logros artísticos sin precedentes:
Incluyen la primera aparición extensiva de útiles de piedra tallados, y de adornos de astas y marfil; de conchas marinas y de otros valiosos materiales intercambiados a grandes distancias, así como los primeros ejemplos de arte realista en forma de figuras de animales. Además existen pruebas de que se incrementó el tamaño de los grupos locales y la población: En otras palabras, todo el espectro de la evidencia arqueológica obtenida en los yacimientos Auriñacienses de Europa parecería reflejar un nuevo elemento de complejidad e innovación no sólo en la tecnología sino en varias otras esferas de la conducta y la organización”[47]
La combinación dialéctica entre la tecnología Musteriense y la nueva del paleolítico superior puede interpretarse como la sustitución de la tecnología del Neandertal por la del sapiens-sapiens que procedía de Oriente medio o como evidencia de la evolución del neandertal en Sapiens-sapiens; no obstante las evidencias apuntan a que el Sapiens-sapiens se originó sólo en África y que la persistencia de tecnología Musteriense refleja más bien que la tecnología del sapiens-sapiens partió sobre la misma base que la del Neandertal pero la superó dialécticamente; no se puede descartar influencia cultural recíproca (es sumamente fascinante la posibilidad de interacción cultural entre dos especies de Sapiens).
El punto álgido del paleolítico superior fue representado por la cultura Magdaleniense si bien la cultura Auriñaciense tuvo la distribución más amplia de todas las culturas del paleolítico superior, la Magdaleniense la superó en cuanto a calidad y virtuosismo
Al repertorio de armas de caza se añadieron arpones cuyas puntas estaban hechas de asta y hueso. Finas agujas de hueso testimonian la probable importancia de ropas hechas a la medida. Para cazar, los primeros Magdalenienses usaban el propulsor de lanzas, un corto bastón o tablilla con una muesca o gancho en el extremo (…) A finales del Magdaleniense, probablemente, se usaba el arco y la flecha, tal como reflejan algunas pinturas rupestres de Francia y España. A menudo las puntas de flechas y arpones y los propulsores Magdalenienses estaban decorados con grabados de caballos, íbices, aves, peces y dibujos geométricos, algunos de los cuales pueden ser notaciones que representan ciclos lunares y cambios de estaciones[48].
CAPÍTULO IV. LA GRAN FAMILIA PRIMITIVA.
Introducción.
“En su origen la palabra familia (…) Famulus quiere decir esclavo doméstico, y la familia designa el conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre” (F. Engels)
Muchos antropólogos consideran que la familia nuclear –compuesto por la unión de un hombre una mujer y su descendencia- es la forma básica y universal de toda estructura familiar “Ralph Linton sostenía el punto de vista de que la fórmula padre-madre-hijos es el sustrato de todas las demás estructuras familiares[49]”. No obstante la estructura familiar de los pueblos preestatales actuales-además de lo que podemos deducir de las evidencias arqueológicas sobre los vínculos familiares de los pueblos paleolíticos- cuentan una historia muy diferente: en estas sociedades la estructura familiar no es la estructura nuclear, el clan o gens entero es una unidad de lazos consanguíneos, los clanes o gens son las células que constituyen la tribu (entre los iroqueses y entre las tribus griega, ateniense, romana, celta y germana había estructuras intermedias entre la gens y la tribu llamadas fatrias y en el caso de los iroqueses confederaciones de tribus). Esta estructura de familia en muchos sentidos es opuesta a la familia monogámica (la confusión de muchos comentaristas proviene de confundir la existencia de relaciones de pareja de cierta duración en las bandas de cazadores recolectores con la existencia de familia nuclear). Además de que, por supuesto, el clan se basa en una estructura social donde no existen las clases sociales, por sí mismos lazos familiares clánicos, haciendo abstracción momentánea de otros elementos, forman patrones de conducta, de expectativas, patrones solidarios que no encontramos en la familia nuclear. No se debe confundir el hecho de que existan, dentro de los clanes, emparejamientos de cierta duración con el que estos emparejamientos formen la estructura familiar dominante dentro del clan. Entre los pigmeos Efe, por ejemplo, un estudio realizado en 1987 encontró lo siguiente: “con frecuencia la madre no era la primera en cuidar a su hijo y que a menudo otras mujeres cuidaban al niño durante su infancia. Los niños de cuatro meses sólo pasaban un 40% del tiempo con sus madres siendo transferidos frecuentemente a otros cuidadores 8,3 veces cada hora por término medio. Muchos individuos contribuían a la crianza: un promedio de 14,2 personas distintas cuidaron de un niño durante un periodo de observación de ocho horas[50]” este patrón de cuidado de los niños no es un caso aislado de los pigmeos Efe parece ser un patrón en los pueblos cazadores recolectores, entre los Agta, por ejemplo “El niño es pasado ansiosamente de una persona a otra hasta que todos han tenido oportunidad de apretar, acurrucar, oler y admirar al recién nacido (…) por consiguiente la primera experiencia del niño implica a una comunidad de parientes y amigos. Luego será constantemente mimado, llevado de un lado a otro, querido, olisqueado y estimulado genitalmente”[51]. Esto significa que la crianza de los niños no pertenece a la familia nuclear – en realidad no existe familia nuclear sino emparejamientos de cierta duración – la crianza de los niños es una cuestión social que implica a todo el clan, es pues, incorrecto ver familias nucleares donde hay emparejamientos-. Además en la totalidad de pueblos actuales que basan su subsistencia en la caza y la recolección –y según se muestra en El origen de la familia la propiedad privada y el estado en las tribus prehistóricas de los atenienses, griegos, romanos, celtas y germanos- los matrimonios son exógamos (es decir: el hombre y la mujer deben buscar pareja fuera de su propia gens –célula que en conjunto con otras forman la tribu-) hace que los emparejamientos (de fácil disolución) no puedan se la base de la sociedad pues la mujer y el hombre pertenecen a gens o clanes distintos; al respecto señala Engels que:
Bajo la constitución de la gens, la familia (nuclear) nunca pudo ser ni fue una unidad orgánica, porque el marido y la mujer pertenecían por necesidad a dos gentes diferentes. La gens entraba por completo en la fatria, y la fatria en la tribu; la familia entraba amedias en la gens del marido, a medias en el de la mujer (…) y sin embargo todoslos trabajos históricos hechos hasta el presente parten del absurdo principio, que ha llegado a ser sagrado, sobre todo en el siglo XVIII, de que la familia monogámica, apenas más antigua que la civilización, es el núcleo alrededor del cual cristalizaron poco a poco la sociedad y el Estado.”[52].
Más de un siglo después de que Engels escribiera estas líneas la mayoría de los estudios antropológicos siguen partiendo de ese absurdo.
Durante la segunda mitad del siglo XIX se comenzó a estudiar desde un punto de vista evolutivo a la familia. El filósofo suizo de tendencia idealista Johann J. Bachofen fue el primer estudioso que propuso un esquema evolutivo de la estructura familiar comenzando con el matriarcado siendo sustituido, posteriormente, por el patriarcado. Bachofen atribuía la causa de esta transición al cambio de las ideas religiosas dominantes, es aquí donde cobra relieve la base idealista de su teoría; el mérito de Bachofen, sin embargo, fue el de haber señalado que la familia patriarcal no era universal ni inmutable y que en tiempos antiguos la sociedad había trascurrido por una etapa donde la mujer tenía un estatus muy diferente al actual. Lewis H. Morgan fue el primer antropólogo que explicó, desde un punto de vista predominantemente materialista y con datos empíricos, la evolución de las estructuras familiares proponiendo una serie de estadios evolutivos más complejos que la visión simple de Bachofen. Engels, desde el punto de vista del Materialismo Histórico, retomó esa clasificación asociando diversas estructuras familiares y terminologías de parentesco con diversas fases del desarrollo de las fuerzas productivas. De acuerdo a este esquema evolutivo la estructura familiar pasa por una serie de etapas históricas que van desde el intercambio sexual sin trabas, la familia consanguínea (en la que se convierte en tabú las relaciones sexuales entre padres e hijos), la familia punalúa (se convierte en tabú las relaciones sexuales entre hermanos y más tarde primos cercanos y lejanos), la familia siandíasmica (existen ya parejas de cierta duración, relaciones de fácil disolución, conviviendo en una “casa grande” bajo el liderazgo de una matriarca o un patriarca); y finalmente, la familia monogámica como expresión de la división de la sociedad en clases; en cada una de estas etapas sucesivas el círculo de conyugues comunes (propios del matrimonio por grupos) se va estrechando hasta que, finalmente, con el origen de la propiedad privada, se origina la familia nuclear.
De acuerdo con Morgan, en ciertos casos, cada etapa sucesiva las terminologías de parentesco, cuando no corresponden a la estructura familiar vigente, representan una huella de formas de familia anteriores. Las terminologías parecen ir detrás de la realidad y se ajustan con rezago a las formas reales de familia; así, por ejemplo, la terminología iroquesa representa a una estructura punalúa mientras que la forma de familia de la tribu de los Sénecas (una de las tribus del pueblo iroqués) es sindíasmica –es decir la terminología, en ciertos casos, es una especie de fósil de una estructura familiar que ha sido superada-; la terminología hawaiana representa a una estructura familiar consanguínea mientras que la estructura familiar de las tribus hawaianas es punalúa.
Actualmente la clasificación histórica de la familia propuesta por Morgan ha caído en desuso; muchos antropólogos consideran que la única parte que conserva su vigencia es la clasificación de las terminologías de parentesco hechas por Morgan (hawaiana, iroquesa, esquimal). Esto se debe a que, de acuerdo con la interpretación de la mayoría de los antropólogos, no se ha verificado la existencia, entre los salvajes, del matrimonio por grupos. Sin embargo veremos más adelante que el hecho de que la mayoría de los clanes o gens actuales sean clanes exógamos es una muestra de que un grupo entero de hombres y mujeres de clanes distintos se pertenecen recíprocamente (esto no significa que hombres y mujeres estén copulando indiscriminadamente y que no surjan vínculos más fuertes que unen temporalmente a ciertas parejas). Creemos que la exogamia se corresponde a lo que Engels llamaba matrimonio por grupos.
En lugar de la terminología morgiana los antropólogos usan otros conceptos en los cuales se clasifican los tipos de familia sin que se establezca un nexo evolutivo e histórico entre estas formas y, en la mayoría de los casos, sin que se señale un nexo entre las formas de vida y de producción con la existencia de dichas formas; además se presupone que en todas ellas la familia nuclear es el sustrato de la estructura familiar. Así los antropólogos hablan de clanes matrilineales (en los cuales la descendencia se cuenta por línea femenina) y matrilocales (en los cuales el hombre se va a vivir al clan de su mujer), ovunculocales (en los cuales la pareja se va a vivir a la esfera doméstica del hermano de la madre de la novia); clanes patrilineales (en los cuales la descendencia se establece por línea paterna); clanes patrilocales (en los cuales la mujer va a vivir al clan del hombre); clanes ambilineales (la descendencia se cuenta por ambas líneas a la vez). Más adelante veremos que ésta clasificación puramente descriptiva es totalmente compatible y explicable desde un punto de vista marxista. En contraste con la mayoría de los antropólogos Marvin Harris, el padre del llamado Materialismo cultural, ha tratado de explicar éstas estructuras familiares desde un punto de vista materialista aunque de manera divergente a la interpretación de Morgan y a la interpretación marxista clásica. Si bien Harris señala el nexo con la forma de vida y producción de estas formas no señala claramente la existencia de un nexo evolutivo e histórico entre éstas, más adelante debatiremos la tesis de Harris.
No obstante la opinión de la mayoría de los antropólogos, el núcleo de la interpretación evolutiva marxista de la familia es consistente con ciertos elementos y creemos que en rasgos generales es correcta; desde nuestro punto de vista es posible reinterpretar la actual clasificación desde el punto de vista del Materialismo Histórico. La interpretación marxista de la familia ha caído en desuso, entre otras razones, porque para sostenerla es necesario considerar periodos muy largos de tiempo y formas de sociedad que ya no existen o existen muy modificadas en la actualidad. La dificultad radica en que la mayoría de las estructuras familiares del esquema de Morgan se refieren al paleolítico inferior, medio y superior, es decir, a periodos históricos que comenzaron hace 2 millones de años y que concluyeron hace 10 mil o 12 mil años. Lamentablemente las estructuras familiares, por sí mismas, no dejan huellas directas en el registro arqueológico. Desde un punto de vista estrechamente empírico no podemos afirmar nada con respecto a las formas de familia existentes durante el paleolítico; sin embargo el método del marxismo no se postra ante los hechos sin intentar explicarlos e interpretarlos tratando de encontrar patrones y leyes subyacentes debajo de la evidencia empírica, después de toda la tarea de la ciencia es encontrar leyes generales a través del estudio de lo particular, si entre lo particular y lo general no existiera un vínculo la ciencia sería imposible; desde un punto de vista dialéctico en lo particular se expresa lo general sin reducirse a él; la ley de la gravedad, por ejemplo, se manifiesta en todos los casos de la realidad en que se aplican las leyes de Newton aún cuando jamás veamos a las leyes de Newton expresarse de manera pura (porque hay perturbaciones e interacciones accidentales inevitables que a veces se tornan decisivas), en este sentido la ciencia funciona con abstracciones que pretenden reproducir en condiciones “puras” las leyes subyacentes a los fenómenos. En el terreno de la sociedad y la historia descubrir esos patrones es infinitamente más difícil que en la física porque la sociedad humana es uno de los fenómenos más complejos que conocemos, sin embargo, para el marxismo, no es una tarea imposible. Si bien no existen ya los Magdalenienses y Auriñacienses sí existe la antropología y la arqueología además de un método filosófico para interpretar los hechos. Es cierto que en este terreno hay que caminar con muchas reservas y que finalmente toda teoría tiene que confrontarse con los hechos; no obstante elementos de la antropología física (por ejemplo el menor dimorfismo sexual entre el macho y la hembra humanas), la arqueología (las características de los campamentos paleolíticos), el modo de producción propio de los cazadores recolectores del paleolítico; el modo de vida y la estructura familiar de los salvajes contemporáneos, vestigios literarios y religiosos de formas de familia ya desaparecidas son elementos muy valiosos para deducir algunas cuestiones muy generales de carácter hipotético con respecto a la evolución de la estructura familiar. Aunque de manera muy general estos elementos fortalecen hasta cierto punto la visión marxista clásica de la familia. Pasemos pues a analizar estos elementos a la luz de la teoría marxista.
a) Las hordas Australopithecinas
Engels señalaba que no podemos trazar paralelismos mecánicos entre las formas de organización social de el reino animal y de nuestros primos los antropoides, con la estructura familiar de los seres humanos; en primer lugar porque los seres humanos no somos animales y nuestras formas de socializar no responden a simples impulsos instintivos sino a la evolución histórica y cultural; además en el reino animal podemos encontrar toda clase de emparejamientos que van desde la monogamia a la poligamia pasando por la poliandria (Engels menciona el caso de la Tenia solium gusano que se reproduce copulando consigo mismo), incluso en el caso de nuestros primos los Póngidos Engels creía que debíamos tener reservas pues eran pocos los estudios acerca de las relaciones sociales entre ellos. No obstante actualmente contamos con más información acerca de la forma de vida de nuestros primos cercanos que son pertinentes porque el Australophithecus estaba lejos de haber salido del reino animal.
Dentro del orden de los primates (orden al que pertenece el ser humano) podemos encontrar toda clase de formas de estructura social y modos de relación entre hembras y machos que van desde lo que podríamos llamar matriarcado, poliandria, poliginia,dominio del macho e incluso monogamia.Entre nuestros primos más lejanos (los Prosimii) encontramos varias formas de una especie de matriarcado; en los Prosimi ilemuriformes“(…) las hembras dominan a menudo a los machos, concretamente en el acceso al alimento (…)[53]”; entre los Prosimii lorisiformes Galaginae encontramos algo parecido a la “ginecocracia” pues “las hembras, sobre todo las madres e hijas adultas jóvenes, viven juntas en pequeños grupos, en tanto que los machos viven dispersos[54]”; mientras que en los Prosimii tarsiformes encontramos lo más parecido a la monogamia: grupos familiares de una pareja y sus crías; también en el suborden de los Antropoidea (suborden al que pertenece el Homo sapiens) nos encontramos con toda clase de formas familiares; entre los macacos y mandriles, por ejemplo, el núcleo de la banda está formado por hembras estrechamente relacionadas entre sí mientras que los Gibones y Siamangsviven en grupos formados una hembra y un macho emparejados de por vida en la que se expulsa del núcleo familiar a los jóvenes maduros; entre los Póngidos (familia más cercana a los homínidos) nos encontramos tanto con el dominio total del macho como con bandas en las que no es muy claro el dominio de algún género en particular; los Orangutanes son la excepción entre los primates superiores al ser los únicos que viven solos; los Gorilas por su parte presentan un pronunciado dimorfismo sexual ( el macho puede pesar alrededor de los 200 kilos mientras la hembra pesa la mitad); la banda está regida por un macho dominante Espalda plateada quien utiliza su fuerza bruta para aparearse con todas las hembras del grupo. Los chimpancés viven en bandas en las que, a pesar de todos los estudios, no es de todo clara su organización social, existe dimorfismo sexual entre machos (además los machos tienen caninos más grandes) se ha visto que los machos usan a menudo su fuerza superior para forzar a la hembras para aparearse.
En suma en las relaciones sociales de los primates aparecen toda clase de formas de relación social y estructuras familiares; parece imposible entonces saber qué estructura social presentaban nuestros ancestros los Australopithecinos quienes no eran más que chimpancés erectos. No obstante una clave para aproximarnos a la posible estructura social de éstos ancestros nuestros esta en el hecho de que presentaban dimorfismo sexual: “las hembras” (del Autralopithecusaferensis) “pesaban alrededor de 30 kg y medían algo más de un metro de altura, en tanto que los machos pesarían unos 40 kg y medirían alrededor de 1,5 m de altura”[55]. Sabemos que además de ello eran animales sociales (a diferencia del Orangután quien presenta dimorfismo sexual pero tiende a vivir sólo), por tanto es probable que el macho dominara la horda de manera similar al Gorila o al comportamiento presente entre los chimpancés (con quienes compartimos en 99.9 % de nuestros genes). Aquí domina la “ley de la selva”, no podría ser de otro modo puesto que nuestros ancestros Australopithecinos se encuentran aún dentro del reino animal.
b) ¿Intercambio sexual sin trabas?
Con el surgimiento del género Homo los factores culturales en el emparejamiento empiezan a cobrar preeminencia progresiva sobre las consideraciones puramente biológicas. Sabemos por sus fósiles y por su tecnología que eran más sociales que ningún otro animal anterior a él y que presentaban menor dimorfismo sexual lo que demuestra un cambio en sus patrones sociales (específicamente la relación entre machos y hembras) con relación a los Australopithecus. El periodo que abarca el paleolítico inferior o fase inferior del salvajismo es la etapa en la que nos encontramos con homínidos carroñeros y eventuales cazadores que se encontraban al borde de la extinción; es probable que en su punto álgido la población de Homo hábilis en el mundo no superara los 250,000 individuos, mientras que la población mundial de Erectus no debieron pasar del millón de individuos, observamos a una población desperdigada en bandas de unas pocas decenas de miembros, los grupos pequeños debían realizar grandes desplazamientos que implicaban que las oportunidades de contacto sexual entre diferentes bandas de los primeros homínidos eran muy reducidas, la reproducción tenía que darse al interno de dichas bandas; las relaciones sexuales se daban entre parientes consanguíneos incluidos muy probablemente lo que ahora llamamos padres e hijos (si la banda se componía de una docena de miembros no debía haber ninguna discriminación al momento de las relaciones sexuales); el proceso social de reparto de la carne a los niños, mujeres embarazadas y ancianos determinaba que en el ceno de estas bandas los lazos fueran muy estrechos y que la banda fuera una unidad social de supervivencia, económica y reproductiva. En este contexto, para optimizar las posibilidades de sobrevivencia, no podían existir limitaciones biológicas en torno al intercambio sexual expresado en un “comercio sexual” sin restricciones incluso entre padres e hijos (la terminología de parentesco carecía por completo de sentido). Si la población estaba al borde de la extinción no podían existir barreras culturales entre la reproducción entre sujetos en edad reproductiva, la supervivencia exigía que no existieran tales prejuicios, o mejor dicho, la falta de trabas biológicas al libre intercambio sexual implica ya un triunfo de la cultura sobre la naturaleza y la base en la que podían surgir lo que llamamos “prejuicios”. Esta tendencia se reforzaba, sustituyendo a la relación biológica del macho dominante, en la medida en que la cultura iba subsumiendo a la biología. Esta es la forma de relación antecedente de la familia que Morgan y Engels llamaron intercambio sexual sin trabas.
La familia es un reflejo de la estructura social y el modo de vida de dichas bandas no se corresponde a la existencia de la familia monogámica (cuya base se encuentra originalmente en la propiedad privada y la necesidad de herencia), lo que sabemos es que el modo de vida es comunal incluso en mayor medida que las sociedades de horticultores o incipientes agricultores que son estudiados hoy día por los antropólogos como ejemplos de pueblos primitivos y que tienen estructuras familiares sindiásmicas (existencia de parejas más o menos estables viviendo en “casas grandes”) y en donde la tribu comunista se encuentra ya en proceso de disolución; en éste periodo por el contrario, la banda entera es una sólida e indivisa unidad económica-reproductiva de carácter comunista que se corresponde con un libre intercambio sexual, en otras palabras la banda entera es una unidad consanguínea, una familia o “gens” originaria que aún no se divide y que no presenta limitaciones incestuosas; las crías son responsabilidad de toda la horda no por cuestiones sentimentales sino para optimizar las posibilidades de sobrevivencia; quizá sea factible suponer que si el cuidado de las crías es común entonces los derechos sexuales son irrestrictos. Elementos a favor de esta posibilidad son factores como el menor dimorfismo sexual (menor diferencia física entre machos y hembras) y el menor peso de los periodos de celo sugieren que el factor del macho dominante y la barrera de los celos en el intercambio sexual que en el hombre tienen un desarrollo tardío producto de la propiedad privada, iba cediendo su lugar al libre intercambio sexual a medida en que nos elevamos dentro del género homo; el hecho es que la hembra humana es la única dentro del orden de los primates que puede tener relaciones sexuales en cualquier época del año, el sexo en los humanos no responde a una función puramente reproductiva sino un medio de reforzamiento de los lazos sociales, una posible prueba del carácter originalmente polígamo de nuestra especie. El intercambio sexual primitivo podría ser un indicador del grado en que los primeros homínidos se separaban del reino animal y un argumento contra las simplistas comparaciones socio-biológicas entre las familias de los primates con las humanas.
c) El sexo y la cultura
Curiosamente muchos antropólogos extraen de estos elementos conclusiones totalmente opuestas, así en el destacado libro de reciente aparición Antropología Carol L. Ember sus colaboradores comentan que: “La creación de campamentos entre los primitivos grupos del homo pudo incrementar las posibilidades de recolección de alimentos, pues las madres con sus hijos pequeños estaban limitadas a la recolección próxima a sus habitáculos, la única forma en que ellas como sus hijos pudieran obtener una dieta completa era repartir entre todos ellos cualquier tipo de alimento que se pudiera obtener allí mismo” de estos elementos indudables los autores sacan conclusiones opuestas de las que las evidencias señalan cuando lanzan la pregunta tendenciosa: “¿entre quienes se repartirían tales alimentos? Lo más probable es que fueran entre parientes próximos. La distribución entre ellos favorecería que sus hijos sobrevivieran para tener también hijos a su vez. Por lo tanto, si los primitivos Homo poseían campamentos y familias, estas características habrían potenciado conductas aprendidas y difundidas que es lo que llamamos cultura[56]”. Pero los autores no parecen percatarse que el clan en sí mismo era una sola familia, suponer al clan compuesto de familias diferentes las cuales tenían preferencia en el reparto de la carne en función de los “cazadores de carroña” hubiera resultado absolutamente contrario a las necesidades de supervivencia. Parece que a los autores les gusta suponer que la familia monogámica es tan antigua como la humanidad misma, pero no tenemos porque asumir ese prejuicio ahistórico. Lamentablemente ésta parece ser la posición de la mayoría de los antropólogos. A lo sumo aceptan la diversidad de las formas familiares (de la misma forma relativista de la multiculturalidad liberal) como un hecho caprichoso, azaroso; sin que se pueda establecer un lazo evolutivo que una a estas formas.
La idea de Lévi-Strauss según la cual el incesto es un tabú de carácter universal resulta francamente falsa. En el hombre el sexo esta desligado de los factores puramente biológicos y se transforma en un elemento cultural determinado por la estructura social más que por los genes (aún cuando el factor genético pueda jugar algún papel). El incesto, a pesar de ser un tabú tan extendido que parece ser universal, es un producto de la selección cultural y no la natural, los argumentos socio-biológicos del incesto no aplican desde el momento en que éste ha sido una práctica mucho más común en las sociedades civilizadas y antiguas con todo y su repulsión, -muchas veces hipócrita-, del incesto de lo que están dispuestos a aceptar los curas que se rasgan las vestiduras en público y abusan de los niños en privado, la realeza de varios imperios de la antigüedad (los incas, los mayas, los egipcios, romanos, etc.;) e incluso los plebeyos egipcios de los 3 primeros siglos de nuestra era, cometían incesto con sus hermanos e incluso sus padres sin que ningún cura se escandalizara por ello. La enorme cantidad de abusos sexuales de los padres cometidos en los países industrializados desmienten totalmente a los argumentos genéticos para explicar el incesto y mucho menos se aplican a las sociedades del comunismo primitivo. Marvin Harris desmiente los argumentos socio-biológicos de forma contundente cuando señala que:
Es cierto que en las grandes poblaciones contemporáneas el incesto va acompañado de un porcentaje elevado de abortos y descendientes minusválidos y portadores de enfermedades congénitas. Pero este resultado no se tiene que derivar por fuerza de la práctica de una estrecha endogamia en sociedades pre-agrícolas de dimensiones reducidas. En éstas, en cambio, lleva a la eliminación progresiva de los genes recesivos porque tales sociedades muestran escasa tolerancia respecto de recién nacidos con taras o defectos congénitos. Privando de apoyo a tales niños, se eliminan las variantesgenéticas perjudiciales en generaciones futuras y el resultado son poblaciones que portan una carga de variantes genéticas perjudiciales mucho más reducida que la de las poblaciones contemporáneas[57].
No obstante es cierto que incluso Engels, siguiendo a Morgan, sostenía que el prejuicio del incesto se derriba de una especie de selección natural afín a ideas que consideraríamos hoy como neodarwinistas al decir que “el matrimonio entre gens no consanguíneos engendra una raza más fuerte, en los físico y en lo moral; mezclábanse dos tribus avanzadas, y los nuevos cráneos y cerebros crecían naturalmente hasta que contuviesen dentro las capacidades de ambas”[58]. Dicha afirmación es falsa en un doble sentido, primero porque es totalmente falso que el cerebro de los sapiens-sapiens primitivos haya aumentado en tamaño ni un solo gramo; segundo porque, como ya hemos señalado, en los pueblos primitivos el incesto no necesariamente deriva en sujetos con discapacidades dado el asesinato disfrazado de negligencia que practican muchos pueblos cazadores recolectores (incluso “civilizados”) no sólo para “desechar” bebes con discapacidades sino como un sustituto para hacer frente a la ausencia de métodos anticonceptivos[59]. Sin embargo, quizá no puede descartarse del todo el factor genético dentro del proceso en el que surgió el tabú del incesto. En efecto; ¿no sería preferible para los pueblos primitivos, en un progresivo proceso de ensayo y error, optar por reproducirse con parientes cada vez más lejanos, evitando así el riesgo de una descendencia con malformaciones, a tener que practicar el asesinato selectivo disfrazado de negligencia? Si esto es así es posible que el argumento de Engels que citamos anteriormente contenga algo de verdad.
En el paleolítico inferior (etapa inferior del salvajismo) el posible intercambio sexual sin trabas implica que, desde el punto de vista de la terminología moderna, no existía la división cultural entre padres e hijos (ni mucho menos primos, tíos, sobrinos, etc.) como elemento inhibidor del intercambio sexual; todos los hombre y mujeres en edad reproductiva se pertenecían los unos a los otros y el clan aún indiviso era una gran familia; como explica Engels:
La tolerancia recíproca entre machos adultos, la falta de celos, eran las condiciones necesarias para la formación de esos grupos extensos y duraderos en el ceno de los cuales únicamente es donde ha podido realizarse la evolución de la animalidad hacia la humanidad (…) el matrimonio por grupos, la forma en que grupos enteros de hombres y grupos enteros de mujeres se poseen recíprocamente, es forma que deja poquísimo lugar a los celos (..) y que, por tanto, es desconocida entre los animales[60].
La estructura familiar del Homo sapiens hasta antes del surgimiento de la civilización, estructura basada en las gens (lazos consanguíneos) y la filiación materna, parece implicar una etapa anterior de intercambio sexual sin restricciones. Si bien no existen ya otros homínidos a excepción del hombre para demostrar la existencia de esta etapa de la familia que, si existió, se ha perdido hace cientos de miles de años, el menor dimorfismo sexual -menor en la medida en que ascendemos en la genealogía humana- tanto como la existencia de la familia por grupos (clanes en los cuales todos los hombres y mujeres de un clan son conyugues naturales de otros hombres y mujeres de otro clan) propia de las sociedades salvajes es evidencia sugerente de la existencia de dicha etapa. Entre las poblaciones salvajes en las que existe aún el matrimonio por grupos nos encontramos, al mismo tiempo, a parejas de cierta duración pero culturalmente la mujer y el hombre son conyugues naturales de todo un grupo de mujeres y hombres respectivamente.
Si bien los campamentos que se han encontrado de este periodo no nos dicen automáticamente que forma de familia los ocupó, lo que parece claro es que no parecen corresponder con una estructura monogámica. Uno de los campamentos es el del yacimiento de Terra Amata en Francia: se trata de una cabaña de aproximadamente 9×5 metros[61] un espacio bastante amplio si consideramos el tamaño corporal del homo Erectus y más amplio aún si pensamos que en estas estructuras habitaban parejas aisladas. Si bien es cierto la situación está muy lejos de clara puesto que los campamentos base han sido interpretados, también, como lugares de despiece de animales más que como viviendas.
d) Familia consanguínea
Según nuestra hipótesis el proceso de evolución de la familia prehistórica expresa en su desarrollo dos tendencias contradictoria: una fuerza centrífuga que tiende a dividir las gens en otras nuevas, con el objetivo de dispersar la población sobre un territorio más amplio -aliviando las tensiones entre los recursos disponibles y el tamaño de la población-; y una tendencia centrípeta que tiende a unirlas para formar alianzas ante tareas sociales como la caza y la defensa; ambas tendencias se explican por la interacción entre el desarrollo de las tecnología, el crecimiento de la población y los recursos disponibles[62]. De esta manera el crecimiento de la población producto de mejores herramientas determina el siguiente estadio en la evolución de la familia; la banda original llega a un punto en su desarrollo en el que debe dividirse para aprovechar de mejor manera los recursos disponibles. Sabemos que dicha división tuvo que darse puesto que aun hoy en día los pueblos pre-neolíticos o salvajes dividen sus gens o bandas cuando alcanzan un tamaño determinado en otras “hermanas” las cuales reproducen de idéntica manera la vida de cazador recolector de su gens o banda madre. Llegados a cierto punto en el número de individuos, punto cualitativo determinado por los recursos alimenticios disponibles en función del desarrollo de la técnica, la cantidad se vuelve calidad y la gens original debe dividirse de tal forma que la población se disperse sobre un territorio más amplio; una de las maneras en las que se podría haber facilitado dicha división originaria es volviendo tabú la reproducción entre ciertos individuos y con ello la creación de una nueva estructura familiar que Morgan llama familia consanguínea; podemos suponer que con ello se inventó el tabú del incesto y posteriormente la diferencia nominal entre padres e hijos (los nombres y las ideas siempre van detrás de los hechos). Dicha división era importante porque facilitaba las condiciones para que los hijos fundaran las nuevas gens de tal forma que generaciones sucesivas de hermanos representaran la levadura perfecta para otras nuevas. En esta etapa debemos suponer que aún los clanes eran endógamos y que todos los hombres y mujeres del clan exceptuando padres e hijos se pertenecían recíprocamente. Engels lo explica de la siguiente manera:
Los grupos conyugales se separan según las generaciones: todos los abuelos y abuelas, en el límite de la familia, son maridos y mujeres entre sí; lo mismo sucede con sus hijos, es decir, las padres y la madres; los hijos de estos forman el tercer círculo de conyugues comunes; y sus hijos, es decir, los biznietos el cuarto. En esta forma de la familia, los ascendientes y descendientes, los padres y los hijos, son los únicos que están excluidos de los derechos y los deberes (pudiéramos decir) del matrimonio (…) el vínculo de hermano y hermana, en ese periodo, tiene consigo el ejercicio del comercio sexualrecíproco (…) La familia consanguínea ha desaparecido. Ni aún los pueblos más groseros de que habla la historia nos presentan ningún ejemplo de ella. Pero nos vemos obligados a que ha debido existir, puesto que el sistema de parentesco” (más bien terminología de parentesco) “que aún reina hoy en toda polinesia, expresa grados de parentesco consanguíneo que sólo han podido nacer con esa forma de familia, que exige esa forma como estado previo necesario”[63].
En la medida en que esas formas de familia han quedado borradas de la faz de la tierra es imposible saber exactamente qué especie del género homo fue el primero en practicar el comercio sexual sin trabas y posteriormente la familia consanguínea, incluso tener una certeza absoluta de su existencia; sin embargo, podemos suponer hipotéticamente que en la medida en que la cultura y el desarrollo de las fuerzas productivas del Erectus y el Hábilis anterior a él eran extremadamente conservadoras -tanto que el Erectus presentó un millón de años de estancamiento- es probable que el intercambio sexual si trabas se diera ya en el paleolítico inferior (como un ejemplo del triunfo de la cultura), mientras que la subsiguiente evolución en la estructura de la familia aconteciera con el Sapiens-sapiens en un momento dado de crecimiento de su población producto de nueva tecnología, pasando así del intercambio sexual sin trabas a la familia consanguínea y de ésta a la punalúa.
e) Familia Punalúa
Con el consiguiente desarrollo de la población, también se desarrolló la familia con la consiguiente exclusión de matrimonio por grupos, sumándose a la exclusión de los padres y los hijos, de los hermanos y hermanas -al principio exclusión de los hermanos carnales y después de los colaterales- quienes en los sucesivo ya no podrían ser conyugues comunes; en esta etapa el circulo de conyugues naturales dentro del clan se va volviendo tan estrecho que los conyugues debían ser encontrados en otros clanes o gens, de tal forma que aquí llegamos a los clanes exógamos que son la norma en los cazadores recolectores actuales en donde las mujeres deben ser tomadas de gens diferentes a las de los hombres. Surgiendo con ello lo que Morgan llamó familia punalúa. La necesidad de alianzas entre los diversos clanes para tareas productivas y de defensa frente a clanes hostiles pudo convertirse en un factor que impulsara la exogamia. Explica Engels que:
Según la costumbre hawaiana cierto número de hermanas carnales o más lejanas (es decir, primas en primero, segundo y otros grados), eran mujeres comunes de sus maridos comunes, de los cuales quedaban excluidos los hermanos de ellas; esoshombres, por su parte, tampoco se llamaban a sí hermanos (lo cual ya no tenía necesidad de ser), sino punalúa, es decir, compañero íntimo(…) De igual modo una serie de hermanos uterinos o más lejanos, tenían en común cierto número de mujeres, con la exclusión de las hermanas de ellos y esas mujeres se llamaban entre sí punalúa (…) comunidad recíproca de hombre y mujeres en el ceno de un determinado círculo de familia, pero del cual se excluían al principio los hermanos carnales, y más tarde, los hermanos más lejanos de las mujeres, e inversamente también las hermanas de los hombres (…) por eso se hace necesaria por primera vez la clase de los sobrinos y sobrinas, de los primos y las primas”[64].
La exogamia sirvió, sobre todo, como un mecanismo de vinculación entre las distintas bandas o gens para hacer frente a tareas productivas como la caza de grandes presas. En un interesante artículo Luis Guzmán Palomino nos señala lo siguiente:
El antecesor del Homo erectus vivía en grupos autónomos y consanguíneos, desprovistos de organización específica alguna. Pero, luego, los miembros de la banda empezaron a repartirse, de manera eventual, las tareas del trabajo cotidiano, y esta especialización de las tareas se fue acentuando en el Erectus, para desembocar en un tipo de vida familiar y en una modificación de las costumbres sexuales. Lapromiscuidad e incesto llegan a ser menos frecuentes; los consortes se eligen fuera de la familia, y, luego, fuera de la banda. Fueron precisamente las uniones entre miembros de bandas distintas -es decir, la exogamia- las que contribuyeron más a la cooperación de unas bandas con otras. La cooperación entre grupos se hace más necesaria en la medida que la vida del Erectus depende de la caza. Una banda sola no disponía de elementos suficientes para realizar una caza a gran escala, como la de elefantes llevada a cabo en Torralba y Ambrona. Por los testimonios recogidos en estos lugares, se puede concluir, con cierta probabilidad, que dos o tres bandas, sin duda emparentadas, conjuntaron sus esfuerzos durante varios años en sus cacerías de elefantes. Esta cooperación no fue, sin embargo, continuada y organizada hasta el advenimiento del Homo sapiens[65]”.
Este autor señala la hipótesis de que la exogamia surgió antes de la existencia del Homo sapiens, sea como fuere, lo que pretendemos subrayar es el papel de la exogamia como un mecanismo de cooperación entre clanes, producto del crecimiento de la población y la capacidad técnica de los seres humanos, la necesidad de un trabajo cooperativo a mayor escala que, probablemente, superaba las posibilidades de un clan aislado.
Un elemento que fortalece la hipótesis de la existencia esta forma de familia (Punalua o quizá consanguínea) lo constituye los restos de los pocos campamentos completos que se han encontrado pertenecientes al paleolítico superior:
El yacimiento de Dolni Vestonice, situado en lo que actualmente es la República checa, data de unos 25.000 años, y eso uno de los pocos casos en los que existe un plano del campamento completo. El asentamiento parece estar formado por cuatro cabañas en forma de tienda de campaña, construidas probablemente con pieles de animales, con un hogar enorme en el centro. Alrededor de su parte exterior había una gran cantidad de huesos de mamut, algunos clavados en la tierra (…) y cada cabaña acogía, probablemente a un grupo de familias relacionadas, que sumaban entre 20 y 50 personas (…)[66]
Es probable que cada una de estas cabañas estuviera habitada por un clan, gen o por un círculo de conyugues comunes de la misma forma que las cabañas del Homo erectus pekinensis encontradas en Choukoutien pertenecían a bandas de unos 25 miembros; así pues es posible suponer que la gens en esta etapa ya se había dividido en gens o clanes hermanos; puesto que el número de individuos se corresponde aproximadamente a la cantidad de individuos por banda de algunos pueblos de cazadores recolectores modernos (los aborígenes australianos). Ello podría indicar que la estructura familiar de este campamento era consanguínea o bien punalúa. Estos campamentos no se corresponden en absoluto a la existencia de familias nucleares.
Es verdad que en el terreno de la evidencia arqueológica no es posible establecer determinaciones mecánicas y automáticas entre la estructura de los vestigios de la viviendas paleolíticas y las formas de familia que existieron hace cientos de miles de años. La forma de las viviendas está determinada por multitud de factores como el nivel técnico, los materiales disponibles, el clima y el tipo de relaciones sociales dominantes; así los enormes palacios de las clases dominantes de los diversos modos de producción reflejan, no sólo las capacidades arquitectónicas, sino ante todo una de las manifestaciones más palpables de la existencia de clases dominantes[67]. No obstante podemos decir que los campamentos neolíticos son una expresión de una capacidad concreta de transformación de la naturaleza, una expresión concreta de determinados lazos sociales, lazos en donde no existían las diferencias de clase[68] y, los más importante para nosotros, no muestran evidencias de que la familia monogámica fuera la célula de la sociedad, por el contrario, muestran viviendas comunales que se corresponden con relaciones clánicas o consanguíneas.
f) ¿Existe el matrimonio por grupos entre los salvajes actuales?
Cuando los colonizadores llegaron a América se sorprendieron por la curiosa costumbre en la cual los pobladores ofrecían a sus mujeres para mantener relaciones sexuales con ellos sin pedir nada a cambio, los invasores aprovecharon ésta costumbre para establecer alianzas con poblaciones hostiles a los mexicas. Pero este patrón no es privativo de las comunidades aún comunistas de los nativos americanos (estas aldeas eran explotadas por los mexicas por medio de relaciones tributarias) sino que parece estar extendida entre los cazadores recolectores y aún en los pueblos de horticultores. Por ejemplo mujeres de las tribus del norte de África (Argelia, Libia); tribus de Etiopía y Sudán se ofrecen voluntariamente al forastero; según un estudio publicado en 1968 por Duveyrier[69] las mujeres, ya estuviesen solteras, casadas o viudas gozaban de extraordinaria libertad e independencia, otorgaban la “amistad del muslo” (así se refiere Duveyrier a la hospitalidad sexual que las mujeres brindada al forastero) y "muestran complacencia en divertirse con quien les parece"; en Kenia, por ejemplo, la mujer aún cuando tenga pareja puede otorgar la “amistad del muslo” al invitado. Engels dedica una parte de su libro El Origen de la familia, la propiedad privada y el estado a mostrar los vestigios expresados en ritos religiosos y festivos de ese tipo de comportamiento sexual entre los pueblos barbaros, vestigios que sobrevivían aún bajo el ropaje religioso entre los griegos y otras civilizaciones antiguas. Engels explica con respecto a este fenómeno que:“Entre los negros australianos del monte Gambier, en Australia del sur, es donde” (el misionero LorimerFison) “encontró el grado más inferior de desarrollo. La tribu entera se divide allí en dos grandes clases. Está terminantemente prohibido el comercio sexual en el seno de cada una de estas clases; en cambio todo hombre de cada una de ellas es marido nato de toda mujer de la otra y recíprocamente. No son los individuos, son grupos enteros los que están casados unos con otros, clase con clase”[70]. Éste mismo patrón exógamo lo encontramos en la totalidad de poblaciones cazadoras recolectoras, así es entre los Bosquimanos, entre los Pigmeos y pueblos horticultores como los Iroqueses, los Yanomano, los Trobiandeses, etc. quienes deben buscar mujer u hombre fuera de su propio gens o clan. Ello es la explicación del extraño fenómeno que observaron los conquistadores: las mujeres se ofrecían de buena gana porque los invasores, desde el punto de vistas de los nativos, provenían de otra gens y por lo tanto eran parejas sexuales naturales de las mujeres[71].
A pesar de que la mayoría de los antropólogos rechaza la existencia del matrimonio por grupos, en realidad, la existencia de la exogamia de los clanes – que ningún antropólogo rechaza- es, de acuerdo con nuestra interpretación, la prueba de que esos matrimonios existen; quizá la confusión nace del hecho de que aún cuando cada mujer y hombre de clanes diferentes se pertenezcan recíprocamente ello no impide la existencia de parejas con cierta duración, los lazos pueden romperse con mucha facilidad en cuyo caso el hombre (si es que es un clan matrilocal) simplemente se regresa a su gens de origen. El matrimonio por grupos no implica que compulsivamente los hombres estén copulando con todas las mujeres existentes fuera su gens, si el hombre ha encontrado una pareja sexual –que como vemos debe ser de otro clan- no necesariamente debe mantener relaciones sexuales con otras mujeres (además debido a la falta de medios anticonceptivos fiables hay tabúes sobre la reproducción sexual en ciertos periodos). De todas formas los hombres y las mujeres gozan de una notable libertad sexual. Con todo, se debe reconocer que la reproducción sexual humana, al implicar un hembra y un macho, implica también la creación de ciertos lazos afectivos que en ciertas condiciones pueden favorecer el establecimiento de relaciones de pareja con cierta estabilidad[72]. A pesar de ello no existe la noción de promiscuidad, de hijos ilegítimos; etc. Definitivamente estos posibles lazos de pareja no formaban la base de la estructura familiar si reconocemos que todo el clan representaba una indivisa estructura consanguínea encargada de la producción y el cuidado de los niños.
g) Familia sindiásmica
La familia sindiásmica es, de acuerdo a la hipótesis de Engels, el siguiente estadio en la evolución de la familia; se caracteriza por la existencia de lasos conyugales más fuertes (aunque para los estándares de la civilización de fácil disolución) y, sobre todo, por la coexistencia de varias generaciones de parejas más o menos estables viviendo en un mismo techo bajo la dirección de una matriarca y posteriormente, conforme nos acercamos al surgimiento de la civilización, un patriarca.
La revolución neolítica, una de las revoluciones más importantes de la historia, imprimió su sello sobre la evolución de la estructura familiar; el primer cambio en la estructura familiar se dio con la invención de la agricultura y aún más profundamente con la invención de la ganadería y la subsecuente utilización de la fuerza animal a las labores del campo que disminuyeron el papel de la mujer en la producción de alimentos. El factor común legado por la revolución neolítica y que imprime su sello sobre la familia es el surgimiento de la propiedad privada y la progresiva importancia de la riqueza, que generalmente pertenece al hombre; la riqueza, además, promueve la guerra regular que impulsa las tendencias machistas. Con el surgimiento de los primeros huertos comenzó a surgir la propiedad privada sobre la tierra, al comienzo como una sesión de la propiedad colectiva del clan a ciertas familias. Los emparejamientos pasajeros ya existían antes de esta revolución pero la propiedad privada sobre los huertos y el ganado agregó el elemento del cálculo económico consolidando dichas uniones con miras a la herencia. Engels señala que el progresivo estrechamiento del matrimonio por grupos fue dando, además, un carácter más sólido a los emparejamientos en una especie de selección natural.
La familia sindiásmica aparece como la vinculación de una generación de parejas en la misma esfera doméstica y bajo la dirección de una pareja conyugal o una matriarca (generalmente cuando son más horticultores que pastores) o un patriarca (generalmente cuando los rebaños ya son de cierta proporción y cuando la guerra es recurrente) , la determinación de esta forma se da en función de la producción agrícola de horticultura (huertos) y el cuidado de los rebaños, la propiedad territorial es mayor a la capacidad de las parejas aisladas de trabajarla pero los suficientemente pequeña para ser trabajada por un conjunto de parejas conyugales (que adquieren fuerza de trabajo por medio de nuevos emparejamientos que se integran a la unidad familiar) cuya unidad forma la familia sindiásmica que empieza a dividir al clan.
De acuerdo con Engels esta forma familiar la podíamos encontrar –al menos en los tiempos en que Engels escribió El Origen de la Familia la Propiedad Privada y el Estado– en los serbios y búlgaros; entre los alemanes de la antigüedad; entre los celtas; en la India, y entre en los calpullis prehispánicos de los mexicas. Nos dice Engels que los Zadruga de los serbios y búlgaros:
Constituye el mejor ejemplo, existente aún, de una comunidad familiar de esta clase”(en este caso una familia sindiásmica patriarcal) “Abarca muchas generaciones de descendientes del mismo padre, los cuales viven juntos con sus mujeres bajo el mismotecho; cultivan en común sus tierras, tienen provisiones comunes para alimentarse y vestirse, y poseen en común el sobrante de sus productos. La comunidad está sujeta a la administración superior del dueño de la casa (domacin), quien la representa fuera deella; tiene el derecho de enajenar las cosas de valor mínimo, lleva la caja y es responsable de ésta, lo mismo que de la buena marcha de los negocios. Es elegido, y no necesita ser el de más edad. Las mujeres y el trabajo de ellas están bajo la dirección de la dueña de la casa (domacica), quien suele ser la mujer del domacin. Esta tiene voz deliberativa, a menudo hasta preponderante, cuando se trata de elegir marido para lasjóvenes solteras. Pero el poder supremo reside en el consejo de familia, en la asamblea de todos los asociados adultos, hombres y mujeres. Ante esa asamblea da cuentas el domacin; ella es quien zanja las cuestiones, ejerce la jurisdicción sobre todos los miembros de la sociedad, decide acerca de las compras o ventas de alguna importancia, sobre todo respecto a propiedades territoriales”[73].
Esta forma de familia, que antecede a la familia nuclear, no rompe aún los lazos clánicos de sangre pues, si bien los asuntos domésticos comienzan a ser parte de la esfera privada de la familia, ésta aún se encuentra inserta a un clan y el clan a la tribu; si bien la riqueza privada que comienzan a ostentar las familias es el comienzo del fin del comunismo primitivo.
Ya sea en su variante patriarcal o matriarcal la familia sindiásmica no puede entenderse como una suma de familias nucleares. Todavía hoy vemos como los granjeros tienden a vivir en casas grandes en donde una generación de parejas, viviendo bajo el mismo techo, se dedican a trabajar sus tierras y cuidar sus animales, esta forma de familia no es equivalente a una simple suma de familia nucleares pues las expectativas familiares, la educación, los lazos de solidaridad involucran a una “familia extensa” completa la cual, en parte, estructura la mentalidad, psicología y las obligaciones de los individuos. Por ejemplo:
Entre los Bathonga del sur de Mozambique, la vida doméstica esta bajo el control de los varones de más edad de la primera generación de una familia extensa poligínica. Estos prestigiosos y poderosos hombres forman en efecto el consejo de administración de una sociedad anónima de tipo familiar. Eran responsables de tomar decisiones sobre lasposesiones de tierra, ganado y edificios del grupo doméstico; organizaban el esfuerzo de subsistencia de los productores corresidentes, especialmente de mujeres y niños, asignándoles campos, cultivos y trabajos estacionales”. Entre los Rajputs de la India por ejemplo “las familias extensas toman medidas severas para mantener la subordinación de cada pareja casada. A un joven y a su esposase les prohíbe incluso hablar entre sí en presencia de personas mayores, lo que significa que sólo pueden conversarsubrepticiamente por la noche (..) en este caso el marido no debe mostrar un interés manifiesto por el bienestar de su esposa; si ésta se encuentra enferma incumbe a susuegra o suegro cuidar de ella (..)”[74].
Lo destacable es que la forma de la familia está determinada por el contenido en el cual los hombres y las mujeres producen sus alimentos. Marvin Harris señala el centro de la cuestión: “¿porqué tienen tantas sociedades familias extensas? Probablemente, porque muchas veces las familias nucleares no disponen de suficiente mano de obra masculina y femenina para desempeñar con eficiencia las tareas domésticas y de subsistencia. Las familias extensas proporcionan un mayor contingente de mano de obra y pueden realizar una variedad de actividades simultáneamente”[75]
El tema del lugar de la mujer durante el comunismo primitivo lo trataremos a continuación, por el momento señalemos el hecho interesante de que la horticultura en la que no se utiliza la tracción animal para labrar la tierra es una actividad que en la mayoría de los casos puede realizarse por hombres y mujeres por igual por lo que la relativa igualdad comunista (incluso supremacía del sexo femenino) aún no se ve quebrada por la simple invención de la agricultura. Progresivamente, conforme nos acercamos al surgimiento de la civilización, el polo se va cargando hacia el sexo masculino, puesto que los nuevos animales domesticados tienden a pertenecer al hombre. La división sexual del trabajo durante el comunismo primitivo determinaba que, por regla general, la mujer fuera predominantemente recolectora y el hombre cazador, los animales que antes eran cazados por el hombre y ahora se habían domesticado tendían a estar bajo control del hombre; si bien los animales de tiro liberan a hombres y mujeres de tareas pesadas de la labranza, disminuyen notablemente el peso de las mujeres en la producción y, por ende, tiende a menoscabar su status social mientras crece el status del género masculino. La posición de las mujeres se va degradando, además, en la medida en que los enfrentamiento armados y el monopolio masculino en el uso de las armas va jugando un papel más importante en la sociedad. Así vemos como la consolidación de la relación conyugal, como producto de la necesidad cada vez mayor de la herencia (propiedad que en lugar de pasar a ser propiedad del clan progresivamente es propiedad de la familia), es continuada por el paso de la matrilocalidad (el hombre se va vivir al clan de la mujer) a la patrilocalidad (la mujer se va a vivir al clan del hombre) y, posteriormente, de la matrilinealidad (la descendencia se cuenta por línea femenina) a la patrilinealidad (la descendencia se cuenta por línea paterna) como un reflejo de que la propiedad de los hombres va relegando progresivamente a la mujer.
h) El status de la mujer en el comunismo primitivo
Hay muchas evidencias de que el status de la mujer nunca fue tan elevado como durante el paleolítico. El arte del paleolítico, vestigios del pensamiento mágico, la tradición oral de los pueblos preestatales señala una época en la que la mujer gozaba de una consideración social infinitamente mayor que durante toda la civilización, antes que la división de la sociedad en clases derribara a la mujer del pedestal de respeto y admiración que tuvo durante la mayor parte de la historia de la humanidad encadenándola a la esclavitud de la familia monogámica. La evidencia que da el arte del lugar que ocupaba la mujer durante el comunismo primitivo no deja mucho lugar a dudas. Las famosas “Venus primitivas” (pequeñas esculturas de mujeres con sus aparatos reproductivos exagerados) son un fenómeno muy extendido en culturas sin relación pertenecientes al paleolítico superior; Marvin Harris señala que:
Las figurillas y las estatuas femeninas encontradas en muchas culturas preestatales deEuropa y Asia suroccidental ofrecen más elementos de juicio indicativos de organizaciones matrilineales. Por ejemplo, en Malta, el Templo de Tarxien, erigido con anterioridad al 2000 a. C.; contenía una estatua de piedra de un metro ochenta de altura de una mujer gorda, sentada. El tema de las señoras gordas se repite en varias versiones menores encontradas en los templos malteses, asociadas con los entierros humanos, los altares y los huesos de los animales sacrificados los cual indica el culto a los antepasados femeninos[76]”.
Además de las “Venus primitivas” están las representaciones de seres humanos que en la mayoría de los casos son mujeres, así lo señala Jean-Pierre Durad:
Mientras que las pinturas de mujeres son frecuentes en el arte del paleolítico superior las pinturas de hombres o de niños son comparativamente más raras. Y de este hechosuele concluirse que esta disparidad se debe al estatus de la mujer en las sociedades de esa época (…) Patricia Rice por su parte demostró que en estas figuras (las Venus) la mujer aparece representada en toda una variedad de formas de cuerpos y edades, no solamente a las embarazadas, por lo que constituyen símbolos de matriarcado más que de maternidad. La amplia distribución de las figuras de Venus y su aparente importancia para las gentes del paleolítico superior reflejan, de acuerdo con Rice, la importancia reconocida de la mujer en estas sociedades. Siguiendo la misma línea, Olga Soffer,examinó los vestidos de algunas Venus, señalando que si las características de las mujeres son representadas con tanta frecuencia esto debe significar que las mujeres estaban muy bien consideradas en esas sociedades, así como que algunas de ellas alcanzaron posiciones de gran relevancia en el paleolítico superior”[77].
También existen claras evidencias del elevado status de la mujer provenientes de la literatura antigua y la mitología. Bachofen encontró pruebas de su tesis acerca de una etapa de matriarcado basándose en la literatura clásica griega, tal como comenta Engels:
Bachofen presenta el Orestes de Esquilo, como el cuadro dramático de la lucha entre el derecho materno agonizante y el derecho paterno naciente y vencedor en la época heroica. Clitemnestra, por amor a su amante Egisto, ha matado a su marido Agamenón al regresar éste de la guerra de Troya; pero Orestes, hijo de Clitemnestra y de Agamenón, venga la muerte de su padre matando a su madre. Persíguenle por este hecho las Erinias, demoniacas protectoras del derecho materno; el matricidio era, pues, el más odioso y el más inexpiable de los crímenes. Pero le protegen las dos divinidades que representan en este caso el orden nuevo, el derecho paterno: Apolo, que porconducto de su oráculo, ha incitado a Orestes a cometer ese acto, y Minerva, que llamada como juez oye a las dos partes. Todo el litigio se resume brevemente en la discusión habida entre Orestes y las Erinias. Orestes se apoya en que Clitemnestra ha cometido un doble delito, matando al esposo de ella y al padre de él. ¿Por qué le persiguen las Erinias a él y no a ella, que es mucho más culpable? La respuesta es sorprendente: No estaba unida por los vínculos de sangre al hombre a quien ha matado (…) hay el mismo número de votos en pro de la absolución y en pro de la condena; entonces Minerva, en calidad de presidente, vota a favor de Orestes y le absuelve. El derecho paterno ha vencido al derecho materno; los dioses de la raza joven, como los llaman las mismas Erinias, pueden más que éstas, las cuales se dejan por último convencer también para ponerse al servicio del nuevo orden de cosas”[78].
Así Bachofen atribuye la causa del paso del derecho materno al paterno a la sustitución de las creencias religiosas. El mérito de Bachofen está en haber señalado por primera vez una época en donde no existía la familia patriarcal y en haber interpretado correctamente la literatura antigua como un vestigio de un pasado donde dominaba el derecho materno; pero al mismo tiempo, nos señala Engels, Bachofen prueba que:
Cree en la Erinias, en Apolo y en Minerva por lo menos, tanto como en ellos creía Esquilo en su época; en efecto, cree que esas divinidades realizaron en los tiempos heroicos de Grecia el milagro de echar abajo el derecho materno y sustituirlo por el derecho paterno. Claro es que semejante concepto, según el cual se considera la religióncomo la palanca principal de la historia del mundo, tiene que ir a parar, por último, almás perfecto misticismo[79].
El pasaje de Orestes ante referido es interesante también porque nos revela parte del significado del llamado “derecho materno”; Agamenón esposo de Clitemnestra no está unido con vínculos de sangre a su esposa porque proviene de un clan distinto, lo cual es consistente con una de las características de muchas tribus preestatales matrilocales en donde el esposo se va a vivir con los parientes clánicos de la mujer, clanes que, en ocasiones, son matrilineales, es decir, que la descendencia se cuanta por línea femenina. Este es el contenido específico del “derecho materno” que se refleja en diversos aspectos de la cultura. Marvin Harris hace un extenso recuento de los elementos que nos permiten afirmar que Tribus que bordeaban el umbral del estado tuvieron formas matrilineales o matrilocales, vale la pena citar extensamente a Harris porque confirma la idea de Bachofen:
Según Robert Briaffault, existe un considerable número de pruebas literarias que sustentan la opinión de que las antiguas sociedades estatales poseían instituciones matrilineales inmediatamente antes e inmediatamente después de alcanzar la categoría de Estado. Por ejemplo el gran egiptólogo FlindersPetrie opinaba que las divisiones administrativas, o nomos , del Egipto dinástico primitivo habían sido en otro tiempo clanes matrilineales y que, en los tiempos más antiguos, la residencia posmarital era matrilocal. Estrabón, el historiador griego, escribió que los antiguos pueblos de Creta reverenciaban predominantemente deidades femeninas, otorgaban a las mujeres un papel destacado en la vida pública y practicaban la matrilocalidad. Plutarco afirma que en Esparta el matrimonio era matrilocal y que las mujeres gobernaban a los hombres. El gran clasicista Gilbert Murray estaba convencido de que, en Grecia, de tiempos homéricos, los hijos se marchaban a aldeas extranjeras para servir y casarse con las mujeres que poseían allí la tierra. Herodoto dijo de los lidios que habitaban el extremo oriental del mediterráneo: Tienen una costumbre singular que los diferencia de todas las demás naciones del mundo: llevan el nombre de sus madres, no el de sus padres. Con respecto a los germanos primitivos, Tácito escribió que los hijos de una hermana tienen la misma posición con respecto a su tío que a su padre y algunos incluso consideran al primero como el vínculo más fuerte (..) Además, la descripción de Tácito sobre el estatus relativamente alto de las mujeres en la antigua Germania está sustentado por los descubrimientos de mujeres vestidas como guerreros y enterradas al lado de hombres vestidos del mismo modo. Livio informa que las curiae, o primeras divisiones administrativas, recibieron este nombre por las sabinas a las que supuestamente violaron los seguidores de Rómulo. Por último, Briffault subraya que la nomenclatura romana de parentesco hacía una distinción entre el hermano del padre y el hermano de la madre. El primero se llamaba patruus y el segundo avunculus. La apalabra latina que significa antepasado es avus. Por ello, como ocurría en el caso de un sistema matrilineal, el hermano de la madre era designado con una palabra que denotaba el antepasado común con el hijo de la hermana. (El hecho de que la palabra inglesa uncle derive de la palabra que significa hermano de la madre denota la importancia anterior de las relacioneshermano de la madre hijo de la hermana)[80].
Algunas de las actuales tribus preestatales que aún sobreviven en la actualidad son matrilineales y matrilocales o lo fueron antes de la influencia de la civilización, En el famoso Atlas Etnográfico de Peter Murdock, publicado en 1967, en donde se muestrea a más de 1179 etnias actuales se pueden contabilizar 15% (poco más de una quinta parte) con formas de filiación matrilineales aún cuando la mayor parte de su muestra corresponde a pueblos agricultores y pastores (factores que tienden a cargar el polo hacia el lado masculino), si a la muestra de Murdock pudiéramos agregar a los clanes y tribus que existían antes de la colonización veríamos como la proporción de sociedades matrilineales aumentaría de manera muy considerable (véase tabla de página 60). Es verdad que existen toda clase de variantes tal como afirma Godelier: “en el seno de las sociedades de cazadores y recolectores existen ya formas patrilineales, bilaterales e incluso matrilineales[81]”, estas formas concretas deben estudiarse concretamente, tratando de detectar las tendencias que las determinan y sus tendencias evolutivas, no obstante, la extensión de las formas matrilineales y matrilocales deben ser algo más que una mera casualidad. En África “son de tendencia matriarcal y reconocen la filiación por línea femenina, regiones del África occidental y la mayor parte de los pueblos Bantúes del África Central, por encima del Ecuador, desde la República Democrática del Congo Zaire, el ex-Congo Belga hasta Zambia, la ex-Rodesia del Norte y Malaui”. Algunas de estas Tribus practican un mezcla entre “patriarcado” y “matriarcado” muy probablemente como una señal de evolución del “derecho materno” al paterno debido a causas objetivas (o influencia de la civilización) que analizaremos más adelante. Así por ejemplo los ndembu del noroeste de Zambia son matrilineales (la descendencia y la herencia se transmite por línea femenina) pero su residencia es patrilocal (la mujer se va a vivir al clan del marido). Los pueblos Tumbuka de África central eran matrilineales hasta que fueron invadidos en 1780 por tribus guerreras patrilineales. Según nos dice Wölfel los Berberiscos, Bereberes, Tuareg del norte de áfrica (Argelia y Libia) eran matrilineales hasta hace poco. La excepción de pueblos preestatales africanos que no practican el “derecho materno” o paterno y que son ambilineales (la descendencia se establece tanto del lado femenino como del masculino) son los Bosquimanos o Kung san del Kalahari pero las posibles explicaciones de ello las expondremos más adelante. Como señalaba Morgan también son “matrilineales” y “matrilocales” muchas de las Tribus norteamericanas donde, en ocasiones, también se observa una mezcla entre “derecho materno” y paterno. La mayor parte de las Tribus norteamericanas en la época del “descubrimiento” eran “matrilineales”: tribus del sureste de Norteamérica (Cherokees, Creek, Chotaw, Pawnws, Natchez, Ononaga, Iroqueses); tribus de Nuevo México y Arizona (indios Hopi, Indios Navajo, Indios Pueblo) fueron “matrilineales” o “matrilocales” o ambas, los pueblos de Nuevo México y Arizona creían descender de una madre ancestral o grandes madres primordiales (las Diosas Hermanas Uretsiti y Nautsiti, la primera Antepasada de los indios Pueblo occidentales y la segunda de los indios Navajos del suroeste); los Indios Mandan que habitaban las praderas desde Dakota del norte hasta Texas eran matrilineales; la confederación de 5 tribus de Nueva York (Iroqueses) eran matrilineales y matrilocales –Morgan vivió dentro de la Tribu de los Sénecas cuya obra AncientSociety, como se sabe, fue ampliamente citada por Engels-, los iroqueses creían que la raza humana provenía de las diosas primordiales: Diosa del maíz, Diosa de la judía; Diosa de la habichuela, Diosa de la alubia y Diosa de la calabaza; las Tribus nómadas de Delawere y Virginia eran matrilineales; también lo eran las tribus de California; Entre los pueblos de los indios Tlingits / Tlinkit de Alaska, y entre los Kwakiutls de las costas noroccidentales de Canadá, la descendencia era matrilineal[82].
Hay elementos para afirmar que la mayoría de las sociedades aborígenes de América eran matrilineales antes de la conquista. En un estudio del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) sobre los pueblos originarios de América podemos leer lo siguiente:
Uno de los investigadores más acuciosos de los pueblos andinos, Ricardo Latcham, afirmó que la mayoría de las sociedades precolombinas estaba basada en el matriarcado (…) Esta descendencia ha sido comprobada en muchos pueblos aborígenes. Por ejemplo, los mapuches (o araucanos del sur de Chile) tenían filiación materna. El hombre no podía desposar a una mujer del mismo tótem, pero era lícita la relación sexual entre hijos e hijas del mismo padre, siempre que fueran de tótem diferente. En lengua araucana se encuentran palabras que indican esta relación: lacutún, unión entre abuelo y nieta; lamuentún, entre hermano y hermana de padre. Durante la Colonia se dictaron reglamentos prohibiendo estas uniones que para los españoles constituían pecados monstruosos. Sin embargo, para el araucano, algunos de los matrimonios permitidos a los españoles eran altamente incestuosos; por ejemplo, el entre primos, si éstos fuesen hijos de tías maternas porque entre ellos, éstos eran siempre del mismo tótem. (…). La importancia de la mujer en estas sociedades agro-alfareras se manifestó también en el plano mágico-religioso, con el culto a las diosas de la Fertilidad o a la Diosa-Madre. Sanoja y Vargas señalan que en Venezuela, especialmente en la región del Lago de Valencia, aparece una gran variedad de figurinas humanas hechas dearcilla, todas femeninas o sin sexo definido, las cuales, en opinión de Osgood, debenhaber tenido relación con los ritos de fertilidad (…).En Ecuador, se han encontradofigurines femeninos, modelados en barro. Las estatuillas en cerámica de las famosas “Venus de Valdivia”, es decir, de la cultura de Valdivia, son testimonios de algún rito relacionado con la fertilidad, en reconocimiento del papel de la mujer. En la llamada cultura “arcaica” de México, han sido halladas figuras de arcilla, que datan de 500 años A.C., conocidas con el nombre de “mujeres bonitas”, como símbolos de ofrendas para fecundar los campos y también como expresión de que la mujer jugaba un papelimportante en las actividades agrícolas. Había una estrecha relación entre la descendencia matrilineal, el culto mágico a las diosas de la fertilidad y el papel desempeñado por la mujer en la agricultura. Las mujeres aborígenes de Américaconstituían un puntal en la siembra y recolección de la cosecha; fueron creadoras de la alfarería y artífices del telar y la cestería”[83].
Es probable que vestigios del derecho materno original de las primeras poblaciones mesoamericanas puedan ser rastreados en leyendas presentes aún en el pueblo mexica: “Un ejemplo es la leyenda mexica de la cultura azteca que cuenta la guerra emprendida por la Diosa Lunar Coyolxauhqui, Hija de la Diosa Coatlicue, al mando de sus seguidores matriarcales sus Hermanas las 400 Estrellas del Sur / Vía Láctea, contra su hermano Huitzilopochtli (adorado en el Templo del Sol de Tenochtitlán) y sus seguidores patriarcales. Los segundos salen victoriosos en Coatepec[84]”.La raigambre guerrera de los mexicas está expresada en su mitología, los dioses de la agricultura son sustituidos por Hutizilopochtli (Dios de la guerra) y en menor medida Tlaloc (Dios de la lluvia). La mitología en torno al dominio del Dios de la guerra es interesante porque podría reflejar la sustitución del derecho materno por el paterno, en efecto, Hutizilopochtli, deidad solar, asesina a su hermana Coyolxauhqui, deidad lunar, arrojándola desde el cerro de Coatepec desmembrándola. En muchas sociedades matrilineales (ovunculocales) es el hermano de la madre la figura que ocupa el lugar del padre, el asesinato de la hermana sería así la sustitución y el dominio del derecho masculino producto de una sociedad guerrera fuertemente jerarquizada.
En las sociedades matrilocales y matrilineales las mujeres dominan en diversos aspectos de la vida social. Engels señala que “Las mujeres eran el gran poder dentro de los clanes (gentes), los mismo que fuera de ellos”[85].De la misma forma Marvin Harris describe el destacado papel de las mujeres dentro de las sociedades matrilineales:
“Los asuntos de este poblado comunal estaban dirigidos por una mujer mayor que era un pariente materno cercano de la esposa del hombre. Era esta matrona la que organizaba el trabajo que desarrollaban las mujeres de la comuna en los hogares y en los campos. Era la que asumía el almacenaje de las cosechas y quien los repartía a medidaque se necesitaban. Cuando los maridos no estaban fuera en alguna expedición – ausencias de un año eran frecuentes – dormían y comían en las viviendas comunales dirigidas por las mujeres pero carecían casi por completo del control sobre la forma en que sus mujeres vivían y trabajaban. Si un marido era mandón o poco cooperativo, la matrona podía en cualquier momento ordenarle que cogiera su manta y se marchara, dejando a sus hijos para que fueran cuidados por su esposa y por las demás mujeres de la comuna. (…) Si una acción que se proponía” (el consejo de ancianos) “no era de suagrado podía rehusar entregar los alimentos almacenados, los cinturones de cuentas, los adornos de plumas, los mocasines, las pieles y las guarniciones (…) ni los festivales religiosos podían celebrarse podían celebrarse a menos que las mujeres decidieran entregar los acopios necesarios. Incluso el Consejo de Ancianos no se reunía si lasmujeres decidía rehusar alimentos para la ocasión”[86]
Marvin Harris opina, sin embargo, que las sociedades matrilineales y matrilocales no pueden ser confundidas con matriarcados porque en la mayor??a de los casos –como el caso de los iroqueses-, son los hombres los que ocupan los cargos de saquem. (Jefes de tiempos de paz) y jefes en tiempos de guerra; los asuntos de la tribu son tratados por el “consejo de ancianos” formado por los jefes y saquem de las gens o clanes que forman la tribu (los cuales son elegidos democráticamente en asambleas al interno de cada gens o clan). Probablemente esta preponderancia de los hombres en los consejos se deba a su papel predomínate en el uso de las armas y la frecuencia de los enfrentamientos militares entre las tribus de los iroqueses; se sabe, sin embargo, de tribus africanas (Bokongos del Congo Zaire) en las cuales las mujeres pueden ser elegidas como jefes de la tribu.
¿Cuál es la causa de la relativa igualdad de género e incluso preponderancia de la mujer en buena parte de los pueblos preestatales? Desde el punto de vista del Materialismo Histórico la respuesta la debemos buscar en las condiciones materiales de existencia de estos pueblos. En las sociedades de cazadores recolectores y en los pueblos horticultores tanto las mujeres como los hombres juegan un papel importante en la producción, incluso el papel de la mujer puede ser más importante. En los pueblos cazadores recolectores en muchas ocasiones la fuente más recurrente de alimentación proviene más de la recolección que de la caza cuyo éxito puede ser bastante irregular. Es posible afirmar que si el papel de la caza y la recolección en la obtención de alimentos es equivalente en un momento dado la relación entre los géneros será bastante igualitaria; tal parece ser el caso de los Bosquimanos o Kung san del Kalahari (pueblos cazadores recolectores comunistas) los cuales no tienen filiación unilineal (es decir no son ni matrilineales ni patrilocales) sino que la descendencia se cuenta por línea tanto paterna como materna (es decir son ambilineales) y la pareja puede vivir a veces en el clan de la madre o a veces en el del padre. Si el papel de la recolección es nulo frente a la caza, como es el caso excepcional de los inuit o esquimales, el papel del hombre será predomínate; en el caso de los esquimales, además, la caza es relativamente individualista (situación excepcional entre pueblos preestatales) y este factor que parece determinar la existencia de familias nucleares que se bastan más o menos así mismas determinado una estructura de filiación ambilineal. Parece ser que entre las sociedades comunistas horticultoras el papel de la mujer en la producción tiende a aumentar puesto que las labores del campo (hasta antes del uso de animales de tiro) son, en general, realizadas por la mujer como una extensión de su papel como recolectoras, las mujeres son las que producen la alfarería y los productos textiles. Como un reflejo del papel de la mujer en la producción (Horticultura) éstas tienden a ser el símbolo de la fertilidad; en el caso de sociedades cazadoras recolectoras también parecen tender a ser la representación de la reproducción de los animales cazados, es posible que de ahí deriven la reproducción de la “Venus Primitivas” con sus características formas regordetas, mamas y vulva exagerados. Engels señala que el matrimonio por grupos determina, además, que la incertidumbre de la paternidad influya en el elevado status de la mujer puesto que en las relaciones filiales la paternidad es incierta y lo único seguro es la identidad de la madre.
Para determinar la forma en que las condiciones materiales influyen sobre los roles de género es necesario hacer un estudio concreto de las múltiples determinaciones que influyen sobre éste fenómeno para no caer en un burdo determinismo mecánico; así, por ejemplo, la invención de la agricultura parece que en un inicio aumenta el papel de la mujer en la producción pero, al mismo tiempo, aumenta la población y las tenciones entre diversas aldeas para explotar un territorio determinado, tensiones que pueden derivar en enfrentamientos armados que, como veremos, tienen el objetivo de dispersas los clanes sobre extensiones mayores para aumentar, al mismo tiempo, los recursos naturales disponibles. Los enfrentamientos armados tienden a aumentar el papel de la fuerza muscular y por tanto el papel de los hombres. En tanto los hombres son más eficientes en el manejo de arcos, mazas, palos, carreras cortas; el embarazo y la lactancia limitan, además, la movilidad de la mujer; los hombres, por ende, tienden a tener el monopolio de las armas, cuando la importancia del uso de las armas aumenta socialmente lo mismo sucede con el papel de los varones en la sociedad. Así los horticultores Trobriandeses y los Yanomano que son tribus fuertemente guerreras –aún cuando no están divididos en clases sociales- al mismo tiempo son fuertemente machistas, practicantes del infanticidio femenino, maltratan normalmente a la mujer y castigan el adulterio femenino cruelmente, por ejemplo, con la introducción de palos ardientes por la vagina de las infortunadas.
Mientras que en los inicios de la revolución neolítica las labores del campo se hacen con azadas, de mano que pueden ser utilizadas igual de eficientemente por hombres y mujeres, la introducción del arado de tracción animal relega a las mujeres de las labores del campo y devalúa su papel y valoración social ya que “con dos bueyes y un arado un hombre puede cultivar en un día una superficie mucho mayor que una mujer con una azada”[87]. Así en los pueblos horticultores de África, que utilizan azadas de mano, la mujer tiene una alta valoración social; mientras que los pueblos agrícolas de la India, que utilizan tracción animal, tienen una relación de género bastante desventajosa para el género femenino a tal grado que las mujeres son obligadas socialmente a arrojarse a la pilas funerarias de sus maridos. Marvin Harris señala la asombrosa reacción en cadena que hace que la tracción animal en las labores del campo aumente el status del varón en detrimento de la mujer:
Donde quiera que consiguieron el control sobre los arados consiguieron el control de los grandes animales de tiro. Dondequiera que uncieron estos animales al arado también lo hicieron a toda clase de carretas y vehículos. Por consiguiente, con la invención de la rueda por Eurasia los hombres acoplaron a los animales a los principales medios detransporte terrestre. Esto le proporcionó el control sobre el transporte de la cosechas alos mercados y a partir de ahí no había más que un corto paso hacia el dominio del comercio y los intercambios tanto locales como a larga distancia. Con la invención del dinero los hombres se convirtieron en los principales mercaderes. A medida que los intercambios y el comercio aumentaron en importancia tuvieron que ir anotándose y fue a estos hombres dedicados al comercio y al intercambio a los que correspondió la tareade realizarlos. Y con la invención de la escritura y las matemáticas los hombres hicieron su aparición en la escena como los primeros escribas y contables. Por extensión, loshombres se convirtieron en el sexo ilustrado: podían leer, escribir y efectuar cálculos.En consecuencia fueron los hombres, y no las mujeres, los primero filósofos, teólogos ymatemáticos históricamente conocidos en los primeros estados agrarios de Europa, Asia suroccidental, India y China”[88].
La existencia de un excedente considerable por encima de las necesidades básicas, posibilitado por la revolución neolítica, proporcionó las condiciones materiales para la concentración de la riqueza en pocas manos, a medida que la importancia de ese excedente aumentaba la importancia de la herencia también lo hacía. Pero esa riqueza como, hemos visto – sobre todo a partir del uso de la fuerza animal en la producción-, tendía a pertenecer a los hombres y este hecho entraba en contradicción con la existencia de la matrilocalidad y la matrilinealidad puesto que con arreglo al viejo estado de cosas, la riqueza de los hombres pertenecía a la línea materna, a la gens de la mujeres y no a la gens del hombre, la riqueza no pasaba a los hijos del hombre. Por eso, consideramos que no es casualidad, que Godelier pueda afirmar que “el estudio factorial de 577 sociedades de muestreo mundial establecido por Murdock tiende a demostrar que para el conjunto del mundo la descendencia ha evolucionado desde formas matrilineales o formas patrilineales[89]”. La guerra, el ganado, la mano de obra esclava fueron factores que impulsaron el paso de la matrilocalidad a la patrilocalidad (es posible interpretar la ovunculocalidad, común en pueblos preestatales, – en donde la pareja se va a vivir a la esfera doméstica del hermano de la madre- como una etapa que señala la transición del derecho materno al paterno) y posteriormente de la matrilinealidad a la patrilinealidad; por eso no es extraño que en muchos pueblos preestatales se observe una desconcertante mezcla entre matrilinealidad con patrilocalidad, matrilinealidad con ovunculocalidad, etc.
La propiedad privada de proporciones considerables en manos del varón proporcionó las bases para la exigencia a las mujeres de fidelidad y virginidad para asegurar al hombre que sus bienes materiales serían heredados a sus propios hijos y no a los de cualquier otro; la propiedad y la degradación social de la mujer es la base y consecuencia de la familia monogámica impulsada a su vez por la incorporación de la mano de obra esclava a la otrora familia sindiásmica, esclavitud que sustituye aún más el papel de la mujer (sustituyendo el papel productivo del grupo de parejas relacionadas viviendo bajo la misma casa y al mismo tiempo minando la existencia de la familia sindiásmica) sustituyendo sus labores productivas por la mano de obra esclava y convirtiendo a la mujer en la esclava improductiva de las tareas domésticas y en la incubadora de los hijos legítimos del hombre. La relativa libertad del intercambio sexual de los clanes y gens se convirtió en un privilegio de los hombres y en un pecado imperdonable para la mujer; la libertada sexual se envileció y degeneró en la forma de prostitución o la venta de los favores sexuales que antes era una actividad desinteresada que aún no era cubierta por la hipocresía y la vergüenza; a partir de la familia monogámica se convierte en la única mercancía para mujeres empobrecidas y en un privilegio degenerado para el hombre. El emparejamiento que antes representaba el reforzamiento de las relaciones entre diversas gens y que era fácilmente disoluble, se convirtió, con la familia monogámica, en un negoció en el cual la mujer se vende de una vez y para siempre a un varón más o menos pudiente, una prostitución cuya divergencia con la prostitución corriente está en el hecho de que no está socialmente condenada y en que la mujer vende sus favores sexuales a un solo hombre para el resto de su vida, mientras que en la prostitución corriente el sexo se vende a diferentes hombres por tiempos determinados. Así pues la familia monogámica surge por la necesidad de la transmisión de la herencia paterna; ello no impide que si el varón es lo suficientemente rico pueda sostener su harem de mujeres y mantener bajo una forma modificada a una especie de familia sindiásmica (cuyo contenido, no obstante, es totalmente diferente), como sucede en pueblos orientales, con la diferencia de que la mujer ya no juega ningún papel en la producción reduciendo su papel a un objeto sexual y de placer. Podemos decir que la poliandria del varón y la estricta monogamia de la mujer en este contexto es una forma modificada de la familia monogámica, un lujo con respecto a esta, ya que cumple con las mismas funciones y obedece más o menos a las mismas causas.
Marvin Harris sostuvo una hipótesis que difiere con la que hemos tratado de fundamentar en este texto para explicar el origen de la matrilinealidad y matrilocalidad. De acuerdo con sus tesis la existencia del matrilinaje en pueblos preestatales tiende a surgir en tribus que realizan la guerra a larga distancia; si bien la guerra per-se promueve las actitudes machistas, la guerra, la caza y el comercio a grandes distancias, como las que realizaban los Iroqueses, originan la matrilocalidad y matrilinealidad como un mecanismo para que los intereses consanguíneos del clan y la tribu queden en manos del linaje del clan en cuestión, Harris los explica del modo siguiente:
Los hombres casados que se mudan a una casa comunal matrilocal iroquesa provienen de familias y aldeas distintas. El cambio de residencia les impide ver sus intereses exclusivamente en términos de lo que es bueno para sus padres, hermanos e hijos y, al mismo tiempo, los pone en contacto con los hombres de aldeas cercanas. Esto promuevela paz entre aldeas vecinas y establece las bases para que los hombres cooperen en la formación de grandes bandas guerreras capaces de atacar a enemigos situados a cientos de kilómetros de distancia (…) Los cambios de las organizaciones patrilineales a matrilineales surge como un intento por parte de los hombres ausentes de transferir asus hermanas el cuidado de las casas, las tierras y las propiedades de posesión conjunta. Los hombres ausentes confían en sus hermanas más que en sus esposas porque éstas provienen de grupos de interés paternos foráneos y sus lealtades están divididas. Sin embargo, las hermanas que permanecen en casa tienen los mismos intereses de propiedad que los hermanos[90].
De acuerdo con la hipótesis de Harris la matrilinealidad surgió en interés de los hombres y no de las mujeres, la flecha del desarrollo va de la patrilinealidad a la matrilinealidad poco antes del surgimiento del estado y poco antes de que la patrilinealidad se impusiera de nuevo en beneficio de los hombres, Harris cita el Atlas etnográfico de George P. Murdock en donde los clanes matrilineales son sólo el 15% de todos los casos; adicionalmente señala que la ovunculocalidad es un intento de mantener el control en manos del varón (en los hermanos de la esposa).
Se debe aceptar que es probable que esta tesis sea correcta para las tribus norteamericanas que hemos señalado antes, sin embargo, a nuestro juicio, la tesis de Harris tiene algunos puntos al menos discutibles: su tesis se sostiene en gran medida en la idea de la existencia de guerras recurrentes, no obstante, son los mismos textos de Harris los que nos informan que no existe evidencia contundente de que los pueblos de paleolítico practicaran la guerra de una forma regular, así la guerra no puede considerarse un factor central para explicar la filiación y patrón de residencia centrada en la mujer que se ve expresada en la cultura material (“Venus primitivas”, pinturas rupestres) de los pueblos paleolíticos, estas culturas no dan muestras de tener filiación basada en el varón, además estaban muy lejos del umbral estatal, así la flecha cronológica parece apuntar entonces de manera opuesta a la sostenida por Harris; es perfectamente posible, sin embargo, que la caza a grandes distancias de la megafauna pleistocena, practicada según se cree sobre todo por varones, pudo constituir otro factor, además de los ya señalados, para centrar el linaje en la mujer, así entonces la interpretación de Harris (haciendo a un lado el tema de la guerra y el comercio que eran actividades marginales) podría ser un factor complementario. Por otra parte el Atlas etnográfico de Murdock debe ser tamizado para no incurrir en interpretaciones erróneas: dentro de las 1179 de las sociedades estudiadas por Murdock se deberían considerar ante todo aquellas que sobreviven por medio de la caza y la recolección, y a los pueblos horticultores que no practican la guerra de manera regular, o aquellos que la practican a grandes distancias, de otro modo meteríamos en el mismo saco a tribus pastoras, aquellas que conocen la agricultura y la domesticación de animales, y aquellas que practican la guerra o viven en un entrono urbanizado; además el Atlas de Murdock no se reduce a sociedades que viven de bandas y aldeas, por no hablar de la influencia corruptora de la civilización y las técnicas e instrumentos modernos. Con todo es sorprendente que Murdock pueda contar dentro de la filiación materna al 15% (uno poco más de una quinta parte) de las sociedades que están presentes en su muestra. Es verdad que de las 1,170 sociedades estudiadas por Murdock en su atlas Etnográfico 859 (el 72%) son poligínicas (un hombre varias mujeres) pero la mayor parte de las sociedades incluidas en su muestra son sociedades pastoras o utilizan la tracción animal para las labores del campo, en ellas el poder del varón se corresponde al tamaño de su rebaño el cual incluye un harem de mujeres bajo su dominio (lo que podríamos llamar una familia sindiásmica en su variante patriarcal).
A continuación se presenta una tabla[91] con algunas de las pocas sociedades matrilineales y matrilocales actuales; se observa una correlación entre las formas de subsistencia y las formas familiares dominantes, que parece apoyar una interpretación materialista, esta correlación es importante porque lo que nos interesa no es el número absoluto de sociedades matrilineales en el mundo, sino la correlación entre las formas de filiación y residencia, por un lado, y el modo de producción por otro, dicha correlación no puede ser casualidad. Por supuesto, no pretendemos presentar una tabla exhaustiva pero creemos que la muestra de 32 pueblos matrilineales o matrilocales no deja de tener interés para el tema que nos ocupa. (Nota: las sociedades que en la lista aparecen como “cazadores de cabezas” es porque lo fueron en el momento de ser estudiadas o en alguna época de su historia, en realidad no existen, por lo que sabemos, tribus “cazadoras de cabezas” –a excepción de tribus utilizadas como milicias o grupos de choque por los países imperialistas-)
CAPÍTULO V. EL PRIMER MODO DE PRODUCCIÓN.
a) El comunismo primitivo.
“Cuando Richard Lee preguntó a los ¡Kung san si tenían cabecillas , en sentido de un poderoso jefe, éstos le dijeron ¡por supuesto que tenemos cabecillas¡ de hecho todos somos cabecillas(…)”
En general los fundadores de la filosofía política burguesa clásica (Locke, Hobbes, -Rousseau es un caso especial aún cuando naturalmente acepta al Estado democrático burgués como el propio de la naturaleza humana-) consideraban al estado –junto con una división social en líneas de clase- como el producto de un contrato social entre propietarios orientado a preservar la propiedad privada y acabar con la guerra de todos contra todos propia de las sociedades sin Estado. La totalidad de los teóricos políticos burgueses consideran al estado como un árbitro imparcial ineludible a las sociedades humanas y lo dan por sentado así como damos por sentada la respiración. Es un prejuicio generalizado pensar que sin el estado, sin las instituciones estatales, sin ejército, sin policía, sin tribunales, sin cárceles la vida del hombre en sociedad sería imposible debido a la “naturaleza humana” egoísta, abusiva, avariciosa, etc. Es probable que si hiciéramos un catálogo de lugares comunes éste último estaría entre los primeros. Entonces debemos aceptar al monstruoso Leviatán como nuestro eterno compañero y limitarnos a maquillarle el rostro de la manera más amigable posible, mantener sus dientes lo más blancos y brillantes que se pueda y evitar su fétido aliento condenando a las ideas sobre sociedades igualitarias o comunistas como locuras infantiles. ¿Pero en realidad es así?.
El estudio de las sociedades anteriores a la revolución neolítica nos dice que quizá no exista otro prejuicio más mezquino y estrecho que aquel que ve en el Estado y las clases sociales instituciones eternas. Aunque no les guste a los teóricos burgueses y aunque resulte increíble para la mayoría de las personas, por lo menos desde que el homo sapiens-sapiens apareció sobre la faz de la tierra hace poco más de 150 mil años hasta hace uno 10 mil años las sociedades humanas se las arreglaron bastante bien sin presidentes, reyes, faraones, monarcas; sin cárceles, policías, ejercito; tribunales, ministerios, iglesias; y prácticamente las guerras sólo se daban ante crisis ecológicas en relación con la densidad de población (en función de fuerzas productivas muy limitadas) y muy esporádicamente porque no habían clase sociales, ni ricos ni pobres, ni princesas ni prostitutas. Como señala correctamente Marvin Harris:
El observador que hubiera contemplado la vida humana al poco de arrancar el despegue cultural habría concluido fácilmente que nuestra especie estaba irremediablementedestinada al igualitarismo salvo en las distinciones de sexo y edad. Que un día el mundo iba a verse dividido en aristócratas y plebeyos, amos y esclavos, millonarios y mendigos, le hubiera parecido algo totalmente contrario a la naturaleza humana a juzgar por el estado de cosas imperantes en las sociedades humanas que por aquel entonces poblaban la Tierra”[92].
En un periodo que comprende la mayor parte de la historia del hombre sobre la faz de la tierra –desde hace más de 150,000 años hasta apenas unos 10 mil si consideramos al Sapien-sapiens o más de 2 millones de años si partimos desde el Hábilis– el modo de producción básico de la humanidad se basó en la caza, la pesca y la recolección, en general los hombres eran nómadas, vivían en bandas, clanes y tribus de un máximo de unos cuantos cientos de personas; su modo de pensar se ajustaba a lo que conocemos como pensamiento mágico y vivían sometidos a los caprichos de la naturaleza. No había clases sociales, ni ricos, ni pobres, ni existía Estado, ni familia nuclear; el individuo se encontraba subsumido a la colectividad de la misma forma en que una abeja se subsume a la colmena destacando individualmente en función de necesidades colectivas religiosas, bélicas o de otra índole bajo la soberanía de la asamblea general. No existían ni puedían existir desigualdades sociales antes al contrario todos son igualmente pobres o ricos porque todos están sometidos a la naturaleza. Incluso en las sociedades salvajes que penosamente sobreviven en nuestros días y que aún no son disueltas o totalmente deformadas por las fuerzas corrosivas y corruptoras del capitalismo nos encontramos con relaciones igualitarias; al respecto nos dice Marvin Harris que:
Las sociedades cazadoras-recolectoras como los Esquimales, los ¡kung san del Kalahari y los aborígenes australianos gozan de un alto grado de seguridad personal sin necesidad de tener soberanos o especialistas en la ley y el orden. Carecen de reyes,reinas, dictadores, presidentes, gobernadores o comandantes; de fuerzas policiales,soldados, marineros o marines; de CIA, FBI, inspectores de hacienda o jefes de la policía federal. No hay códigos de leyes escritas ni tribunales de justicia formales; ni abogados, alguaciles, jueces, fiscales, jurados o funcionarios de tribunales; ni tampoco coches patrulla, tanques, cárceles o penitenciarias. Esto también es así en muchas sociedades de aldeas.[93]
La existencia de ese monstruoso y horrendo Leviatán llamado Estado (incluso en su bonita forma democrática burguesa) requiere de condiciones materiales para existir. Este monstruo es inviable en sociedades basadas en la caza pesca y recolección porque en ellas es imposible la desigualdad de la riqueza, no existe propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales. No existe un excedente sobre las necesidades elementales susceptible de ser acumulado y usado para explotar a otros seres humanos, por eso son imposibles las clases sociales o privilegios basados en el trabajo ajeno. Incluso en el periodo de mayor esplendor del comunismo primitivo (hace 40 mil años durante el paleolítico superior) los excedentes y el tiempo libre que efectivamente se obtenían no eran susceptibles de ser usados para explotar a otros y obligarlos a trabajar para uno; en primer lugar porque se trataba, en la mayoría de los casos, de un excedente no acumulable (la carne de mamut se echa a perder) y la recolección de semillas no daba para crear excedentes considerables (hay excepciones en aquellos casos en donde el excedente se puede acumular dando lugar a jefaturas). Las herramientas de caza y adornos personales susceptibles de atesoramiento podían ser obtenidos por cualquiera puesto que las materias primas, los bosques, las rocas, etc.; no eran propiedad privada y cualquiera podía aprender a hacerse su propios adornos y armas, además no tiene sentido atesorar objetos que sólo serán un estorbo en sociedades nómadas y que carecen de la capacidad de subyugar a otros. Por si fuera poco las sociedades de éste periodo eran numéricamente reducidas (alrededor de 150 personas) todos se conocían y se trataban como una gran familia.
Ni siquiera existían bases materiales para el egoísmo puesto que los miembros del clan o la banda obtenían más siendo generosos o igualitarios que intentando la locura de atesorar e imponerse como Rey. “La gente ofrecía porque esperaba recibir y recibía porque esperaba ofrecer. Dado que el azar intervenía de forma tan importante en la captura de animales, en la recolecta de alimentos silvestres y en el éxito de las rudimentarias formas de agricultura, los individuos que estaban de suerte un día, al día siguiente necesitaban pedir. Así, la mejor manera de asegurarse contra el inevitable día adverso consistía en ser generoso.”[94] Si algún miembro lunático de algún clan se le hubiera ocurrido comportarse como se supone debería hacerlo alguien que tiene la naturaleza humana que nos atribuyen los pensadores burgueses, reproduciendo la ridícula representación teatral que se supone creó al Estado cuando alguien dijo “¡esto es mío¡ o “les propongo un contrato para crear al Estado”, seguramente le habría sucedido algo similar o peor –probablemente lo hubieran expulsado de la tribu o quizá se lo hubieran comido- a lo que nos cuenta Marvin Harris:
Supongamos que un ¡Kung con ansia de poder como la descrita por Hobbes se levantara un buen día y le dijera al campamento: a partir de ahora, todas estas tierras y todo lo que hay en ellas es mío. Os, dejaré usarlo, pero sólo con mi permiso y a condición de que yoreciba lo más selecto de todo cuanto capturéis, recolectéis o capturéis. Sus compañeros, seguramente pensando que se habría vuelto loco, recogerían sus escasas pertenencias, se pondrían en camino y, cuarenta o cincuenta kilómetros más allá, erigirían un nuevo campamento para reanudar su vida habitual de reciprocidad igualitaria, dejando al hombre que quería ser rey ejercer su inútil soberanía a solas”[95].
Frecuentemente se intenta negar esta etapa social de comunismo primitivo arguyendo los mismos prejuicios bajo una nueva forma: ¡simplemente mofándose de dicha sociedad¡, diciendo, por ejemplo, que ello sería hablar de una edad dorada de la sociedad humana, un mundo perdido y un paraíso terrenal y ¿no se supone que la tierra es un valle de lágrimas?. Que sepamos desde hace tiempo no hay antropólogo serio ni marxista que se precie que crea en las fábulas bíblicas, creadas para asustar a los niños, sobre el sufrimiento eterno y el alma humana pecadora (es posible erradicar el valle de lágrimas junto con el capitalismo). Si bien es muy posible que durante su apogeo el comunismo primitivo permitió la existencia de tiempo libre e incluso abundancia –si bien ninguna que diera poder sobre otros hombres-; si bien es cierto que es posible encontrarse hoy en día con comunidades salvajes que trabajan menos que un obrero industrial, el comunismo primitivo no tenía nada de idílico. En general las sociedades del paleolítico, exceptuando quizá el paleolítico superior, se las veían muy duras para sobrevivir; incluso en los casos en que experimentaban periodos de abundancia ello se lo debían a coyuntura climáticas favorables (coyunturas que podían durar tiempos largos desde la perspectiva individual), es decir, se lo debían a su apabullante dependencia frente a la naturaleza, el tamaño de su población estaba limitado por sus enanas fuerzas productivas reflejándose en fenómenos como el infanticidio, el canibalismo y aún la guerra o cazando algunas cabezas o cueros cabelludos de alguna gens o clan desafortunadas para aumentar sus territorios de caza y recolección. Había límites objetivos a la densidad de población que no podían ser rebasados y que dependían de su subordinación propia del reino animal frente a las fuerzas de la naturaleza, Marvin Harris nos señala que “(…) probablemente los pueblos de la edad de piedra no permitieron que sus poblaciones rebasaran los límites de una o dos personas por milla cuadrada”[96]; de acuerdo con algunas investigaciones ello implicaba mantener estancado el crecimiento de la población en una tasa anual del 0,001 por 100 para la edad de piedra[97]; de acuerdo con estimaciones hechas sobre la esperanza de vida y salud de dicho periodo, de acuerdo con el estudio de las osamentas humanas, para lograr el estancamiento del crecimiento poblacional el infanticidio pudo alcanzar el 50 por 100 de los nacimientos[98], su dinámica de población estaba dictada por las salvajes leyes de Malthus (quizá el único tipo de sociedad humana donde las leyes de Malthus resultan correctas hasta cierto punto). Su mente estaba dominada por el pensamiento mágico que incluía, además de conocimientos valiosos de plantas y animales, en su mayoría creencias absurdas y fantásticas habitadas por espíritus, duendes, y monstruos nacidas de su impotencia frente a las fuerzas de la naturaleza. De hecho, como veremos, su modo de vida estaba condenado por los cambios climáticos que desaparecieron a las estepas y las grandes presas y abrieron el periodo de crisis conocido como mesolítico. Cualquier cambio en los hábitos, el número de las presas o en la disponibilidad de recursos podía hacer que dichas sociedades desaparecieran como de hecho sucedió.
Existen objeciones a la existencia del comunismo primitivo como un estadio del desarrollo de los modos de producción que provienen de investigadores serios como el propio Marvin Harris quien nos señala que:
El predominio de la propiedad colectiva de la tierra no significa, sin embargo, que lasbandas de cazadores y recolectores carezcan por completo de propiedad privada. La teoría del comunismo primitivo, según la cual uno de los estadios de los estadiosuniversales del desarrollo de la cultura se caracterizó por la ausencia total de propiedadprivada (Epstein, 1968), no se ve respaldada por los hechos. Muchos objetos materiales de las sociedades organizadas en bandas están bajo el control (esto es son propiedad) de individuos específico, en especial los artículos que el propio usuario ha producido. Hasta los miembros de las sociedades más igualitarias creen normalmente que las armas, recipientes, adornos, útiles y otros efectos personales no se deben coger o utilizar sin el consentimiento de su propietario. Sin embargo es remota la posibilidad de que el hurto o la apropiación indebida de tales objetos provoque graves conflictos.[99].
Es una pena decir que dicha objeción está basada, en primer lugar, en la confusión de carácter elemental entre medios de producción y medios de consumo individual. La propiedad privada de medios de consumo individual como adornos, recipientes y efectos personales no invalida la tesis de la no existencia de la propiedad privada (véase tan sólo El Manifiesto Comunista) ya que la teoría marxista se refiere claramente a la propiedad privada sobre los medios de producción como el elemento que nos separa del comunismo primitivo y como elemento que determina la existencia de clases sociales.
En segundo lugar Marvin Harris confunde la forma con el fondo cuando dice que existe propiedad privada sobre fuerzas productivas como arcos, flechas, hachas, puntas, etc. Engels en El origen de la familia la propiedad privada y el estado hace referencia a la escasa propiedad privada que existía en el comunismo primitivo en referencia a los hombres y mujeres de este periodo:
Cada uno de los doses el amo en sus dominios: el hombre en la selva la mujer, la mujer en la casa. Cada uno es propietario de los instrumentos que elabora y usa: el hombre de sus armas, de sus pertrechos de caza y pesca; la mujer de sus trebejos caseros. El domicilio es común de varias y a menudo muchas familias. Lo que se hace y utiliza en común es de propiedad común: la caza, los huerto, las barcazas: Solo aquí es aplicable la expresión de la propiedad fruto del trabajo individual.[100].
Es en esta obra donde Engels habla por primera vez de un modo de producción concreto que llamó “comunismo primitivo”; sin embargo Marvin Harris sostiene que esa propiedad niega la existencia de ese periodo; una de dos: o Engels no sabía lo que decía o es Marvin Harris el que está confundido. Gordon Childe señala correctamente que “la Propiedad privada de armas, utensilios y adornos, empleados por un individuo, es enteramente compatible con el comunismo primitivo y es un hecho aceptado hasta por los salvajes actuales más simples[101]”. Los territorios de caza, tala, recolección -donde se encontraban las materias primas y todo lo necesario para fabricar herramientas- eran propiedad colectiva: “la madera para el arco, las hojas para el techo, los pájaros que daban plumas, los leños que albergaban gusanos y la fibra para cestas estaban allí para que todos los tomaran. Las tierras, el agua, los alimentos vegetales y los animales de caza eran propiedad comunitaria. Todo hombre y mujer tenía derecho a una porción igual de naturaleza”[102]. A lo sumo podemos decir que arcos, flechas, lanzas, puntas pertenecen a todos y a ninguno en particular porque su propiedad estaba al alcance de todos; cualquiera podía hacerse sus propios instrumentos y de hecho estaba obligada a hacérselos puesto que la caza era de carácter colectivo y, salvo las limitaciones de sexo y edad, todos estaban obligados a participar (aunque fuera por turnos). Aun suponiendo que existieran “robos” producidos por el deseo de tener una lanza hecha por un elemento especialmente habilidoso, éste último no tiene poder para explotar a otro con ese lanza excepcionalmente hecha y le sería más útil al “ladrón” pedirle al virtuoso que le enseñara la técnica apropiada, el virtuoso seguramente aceptaría encantado puesto que flechas mejores aseguran una caza colectiva mayor y una comida mejor.
Puesto que las materias primas y el acceso a las fuerzas de trabajo eran patrimonio común no se explica la posición de Harris a no ser que exista, además, una penosa confusión entre control técnico y apropiación real de los medios de producción. Como señala Marx en El Capital el control técnico del instrumento de trabajo (que hay que diferenciar de la apropiación privada de los medios de producción) depende del instrumento mismo, es decir, del desarrollo de la ciencia y la técnica. El desarrollo de las fuerzas productivas no sólo determina las relaciones entre los hombres sino de los hombres con las herramientas; un arco, por ejemplo, se utiliza de manera individual a diferencia de una cadena de producción de la Ford en donde participan miles de obreros. A pesar del carácter técnico individual del uso de las herramientas de la edad de piedra la caza era de carácter colectivo y sólo tenían sentido en un marco de caza y apropiación colectiva de lo cazado, el control técnico de dichos instrumentos por parte de individuos aislados no contradice el carácter colectivo y comunista de su modo de producción y apropiación. En las sociedades organizadas en bandas y aldeas jamás podremos encontrar apropiación privada de los medios de producción, salvo confundir la forma con el fondo. Nadie tenía la capacidad de explotar a otros seres humanos, cuestión que determina el carácter comunista de las sociedades basadas en la caza y la recolección y que sea imposible encontrar en ellas diferencias de clase y riqueza.
Por otro lado los cabecillas y jefes de la Tribu, por lo menos antes del neolítico y antes de la formación de la primeras “jefaturas” y reinos protoestatales, no tenían poder sobre los medios de producción, su autoridad de fundaba en la autoridad moral, en el ejemplo y en habilidades sobresalientes en alguna esfera de importancia para el clan, se trataba de individuos con autoridad moral que tenían capacidad de persuadir pero nunca de imponer, dicho reconocimiento no les daba poder para obligar y explotar a otros y salvo las cualidades en las que se destacaban las cabecillas en todo lo demás eran como cualquier otro miembro sometido a la asamblea y al juicio “popular” y a revocabilidad inmediata,. Frecuentemente el poder de los cabecillas o jefes de la tribu (a menudo ancianos) se limitaban a presidir las ceremonias religiosas y a expresar de mejor manera la voluntad colectiva, si actuaban de otra manera eran ya revocados, ya aislados, expulsados o incluso asesinados. Los ¡Kung san del Kalahari son un ejemplo notable de el tipo de liderazgo propio del comunismo primitivo pues “Cuando Richard Lee preguntó a los ¡Kung san si tenían cabecillas , en el sentido de un poderoso jefe, éstos le dijeron ¡por supuesto que tenemos cabecillas¡ de hecho todos somos cabecillas(…)[103]”¡que asombrosa lección de los que significa la verdadera democracia comunista¡, ¡Uno pensaría que los ¡Kung san leyeron El estado y la revolución de Lenin sino fuera porque esta es la esencia democrática del comunismo¡. De la misma forma Lenin describió el régimen político que debía imperar ya en la primea fase de la revolución socialista (la dictadura de los trabajadores) diciendo que cuando todo mundo es burócrata nadie es burócrata. Si los ¡Kung san logran esto con la tecnología de la edad de piedra imaginemos lo que se podría lograr con las fuerzas productivas modernas dentro de una sociedad socialista. Todavía hoy los pueblos cazadores y recolectores comunistas (por ejemplo los Kung san) detestan cualquier tipo de ostentación y muestra de lujo, los esquimales expresan su temor a aquellos que hacen ostentación de lujo de la siguiente manera: “Los regalos hacen esclavos como los latigazos hacen perros[104]”. Los bosquimanos ven con desconfianza a todo aquel que hace regalos ostentosos (sobre todo los forasteros que son los únicos que pueden hacer algo así) por temor a que el que regala se sienta jefe, Marvin Harris cuenta un caso llamativo en el que un antropólogo quiso agradecer a los bosquimanos regalándoles un Buey excepcionalmente grande y gordo, sorpresivamente, el profesor de Toronto recibió como respuesta de los bosquimanos:
¿Has comprado este animal sin ningún valor? Naturalmente nos lo comeremos pero no nos saciará. Comeremos y nos iremos a casa a dormir con las tripas rugiendo”, más tarde un nativo le confesó lo siguiente “Sí, claro supimos desde el principio cómo era realmente el buey. Pero cuando un joven sacrifica mucha carne llega a creerse un hombre importante o un Jefe, y considera a todos los demás como sus servidores o sus inferiores. No podemos aceptar esto. Rechazamos al que se jacta porque algún día su orgullo le llevará a matar a alguien. De allí que siempre hablemos de la carne que aporta como si fuera despreciable. De esta manera ablandamos su corazón y lo hacemos amable[105]”.
Por esta razón en los pueblos cazadores recolectores, a diferencia de nuestra sociedad de “libre empresa”, es de mala educación dar la gracias pues el cazador que comparte la presa sabe que lo que obtiene es común y no hay que agradecer por la generosidad ni sorprenderse con el hecho de compartir. Dar las gracias implica un cálculo, que se ha recibido más de lo que se esperaba y que el que recibe le debe algo al que dona, en las sociedades comunistas nadie calcula lo que da y lo que recibe.
El estudio de pueblos cazadores recolectores como los Bosquimanos (¡Kung san) de la Kalahari revela que en promedio trabajan de diez a quince horas por semana[106] (una jornada semanal equivalente al tiempo de trabajo diario de un obrero del siglo XIX, jornada que la burguesía pretende reimplantar en pleno siglo XXI). Este descubrimiento notable (al menos en lo que respecta a los Bosquimanos) nos sugiere preguntas interesantes. Constituía una idea común para teóricos marxistas la hipótesis de que los pueblos del comunismo primitivo trabajaban desesperadamente para sobrevivir y que por ello era imposible que surgieran fenómenos como la filosofía y la ciencia. Creo que el tiempo libre no es, con todo, el factor principal que explica la diversificación de la cultura civilizada frente a la homogeneidad del pensamiento mágico, la explicación a este enigma sólo se puede encontrar en la forma de vida de los pueblos cazadores recolectores que gozan de un tiempo libre considerable: los bosquimanos no conocen la filosofía[107], ni la escritura, ni la ciencia porque no la necesitan, su forma de vida, su actividad cotidiana no requiere estas formas de pensamiento, la razón de ello radica en la casi inexistencia de la división del trabajo, en la sorprendente simplicidad de su técnica; el pensamiento mágico basta para explicar su mundo, un pensamiento que nace de su propia actividad. Otra cuestión interesante es: porqué los cazadores recolectores comunistas que gozan de tiempo libre no trabajan más y aumenta así su producción y su población, una vez más la respuesta no la encontraremos en su psicología “per se” sino en el hecho de que dadas su forma de vida basada en la caza y la recolección, y la sustentabilidad del medio es imposible aumentar la caza y la pesca sin sobrepasar los límites de sustentabilidad de su medio y arriesgar a toda la comunidad al hambre y la muerte[108], sería necesaria una revolución en el modo de producción antes de que el hombre se pudiera dar el lujo de arrancarle a la naturaleza más productos de los que de otra forma lo hubieran llevado a la destrucción aunque para ello tuviera que pagar el costo de la esclavización y la explotación de una mayoría obligada a trabajar como nunca antes en la historia.
El comunismo primitivo muestra la manera en que el desarrollo de la ciencia y la técnica determina las relaciones sociales, ya mencionamos que una relación social clasista estaba imposibilitada por el modo de producción; las fuerzas productivas determinaban relaciones sociales igualitarias o comunistas, además de la división social del trabajo que estaba extraordinariamente limitada. En las sociedades de cazadores recolectores sólo encontramos divisiones en el trabajo social producto de las diferencias de sexo y edad, además de funciones rituales, religiosas y bélicas (ante crisis ecológicas) e incluso éstas varían dependiendo del papel en la producción de hombres, mujeres y niños en función del clima y los recursos naturales. Podemos encontrar en ésta etapa incluso actividad comercial accidental (dado el carácter nómada de los pueblos del paleolítico) pero el comercio estaba limitado por la falta de un excedente imperecedero, además de las pieles y recursos naturales exclusivos, el comercio jamás cobrará un papel determinante en la producción y en la división social del trabajo y se limita a artículos de lujo.
¿Cuál es la tensión o contradicción central que impulsa el desarrollo en las sociedades del paleolítico? Dentro de las sociedades de clases el factor determinante del desarrollo se encuentra en la lucha entre esclavistas y esclavos, señores feudales y ciervos, burgueses y proletarios; en el comunismo primitivo no encontramos contradicciones de clase, en cambio encontramos la contradicción entre las imponentes, incomprensibles y fatalmente cambiantes fuerzas de la naturaleza y los hombres, armados con fuerzas productivas de la edad de piedra tecnología -cuyo avance se da en su mayor parte a paso de tortuga-; en esta tensión encontramos a la cultura material (incluidas las fuerzas productivas) como el elemento conservador que se adapta penosa y dolorosamente al cambio de las condiciones ecológicas. Es fundamental tener en mente esta contradicción porque, como veremos, determina todas las esferas de las sociedades salvajes o paleolíticas imponiendo su impronta en el pensamiento mágico, el arte, las formas familiares y su desarrollo. La tarea del comunismo moderno es destruir la piedra angular (la propiedad privada sobre los medios de producción) sobre cuya base se alzan las contradicciones de clase modernas para sustituirlas por la tensión entre un cosmos infinito y unas fuerzas productivas potencialmente infinitas en manos de todos los hombres. A diferencia del salvaje comunista ahora el hombre comunista será el amo colectivo de la naturaleza infinita.
b) Las pinturas rupestres y el materialismo histórico
“El ser social determina la consciencia” (C. Marx.)
El materialismo histórico afirma que en última instancia la superestructura ideológica es un reflejo dialéctico del modo de producción imperante en una época determinada y refleja los intereses de clases o grupos sociales determinados, la superestructura y en especial el arte nunca pueden superar el contexto sociohistórico en el que se enmarca. Podríamos decir que el arte es una flor que se alimenta del suelo nutricio de la sociedad y refleja su salud y vigor, generalmente los periodos revolucionarios y de acenso de un modo de producción van acompañados de una explosión artística y de innovación revolucionarias.
El origen de la capacidad humana para generar y apreciar el arte no puede separarse de la capacidad de generar herramientas y transformar a la naturaleza, el surgimiento del arte fue un evento revolucionario en todo sentido. La fabricación de una simple hacha de piedra requiere y fomenta la capacidad humana de abstraer y prever, capacidad surgida a través de millones de años de ensayo y error; las categorías básicas generalmente asociadas a la apreciación de la belleza como el ritmo, la proporción, la simetría, la estructura, la forma, etc.; pueden deducirse, en última instancia, de la producción y transformación de la materia. Así por ejemplo la forma pudo ser una abstracción mental producto de la necesidad de percutir una piedra para obtener una forma determinada, para obtener una estructura concreta; el ritmo pudo ser deducido de muchos factores asociados con la producción y reproducción de la vida así como en la observación atenta de la naturaleza que el trabajo implica, factores como las migraciones periódicas de los animales, la repetición continua de la percusión en la fabricación de herramientas, los periodos regulares de los ciclos menstruales, etc; en un momento determinado (probablemente con nuestro primo el Neandertal y ya claramente con nuestra propia especie) la capacidad de abstracción permitió al ser humano apreciar la forma, el ritmo, la estructura, la simetría; en otras palabras: la belleza y buscar el placer estético al mismo tiempo que el fin técnico o directamente productivo. Jonathan Fortich ha señalado la misma idea:
A nuestro modo de ver, las formas estéticas surgen en los primeros humanos de la efectividad que tengan las herramientas para unos determinados fines. La experiencia permanente de que una determinada forma hacía a una herramienta más eficaz, habría llevado a buscar la perfección de esa forma en sí misma. Esta búsqueda colectiva, en principio por lograr un hacha o lanza más efectiva, pondría en el trabajo los deseos de estos individuos por mejorar sus condiciones de vida en un entorno que les era adverso.El trabajo colectivo cargaría de significado esa forma buscada, y cuando decimos que un objeto o una forma adquieren un significado compartido por un grupo humano estamos hablando del símbolo. Este nuevo pensamiento simbólico sería el vehículo a través del cual nuestros antepasados buscarían la forma más allá de la herramienta[109]”.
No sería sino hasta la división de la sociedad en clases con su ramificación del trabajo manual e intelectual en donde el fin estético y productivo se separaría casi absolutamente.
Las pinturas encontradas en profundas cuevas en Francia, -pertenecientes a la cultura Magdaleniense- aún siguen sorprendiendo por su simplicidad, belleza, realismo y reflejan el apogeo del comunismo primitivo en el paleolítico superior. “Los pintores del paleolítico eran capaces todavía de ver, simplemente con los ojos, matices delicados que nosotros sólo podemos descubrir con ayuda de complicados instrumentos científicos[110]”; representan una manifestación irrepetible de una de las más grandes manifestaciones artísticas de todos los tiempos; y sin embargo su papel difiere mucho con las ideas modernas acerca del arte. La muestra más clara de la influencia que el modo de producción tiene sobre el arte, la encontramos en sus manifestaciones más tempranas y prístinas.
Las pinturas rupestres de Francia y España producidas por los hombres y mujeres del paleolítico superior tienen una relación inmediata con la lucha diaria por la supervivencia y reflejan el modo de vida y el entorno de los hombres del comunismo primitivo. “En esta fase de vida puramente práctica es obvio que todo girase todavía en torno a la consecución del sustento” ArnoldHauser “No hay nada que pueda justificar la presunción de que el arte sirviera para otro fin que para procurar directamente el alimento. Todos los indicios aluden a que éste arte servía de medio de una técnica mágica y, como tal, tenía una función por entero pragmática, dirigida totalmente a inmediatos objetivos económicos”[111]. La unidad con la naturaleza y el bajo control de las fuerzas naturales determinaba el contenido y la función de este arte; además el arte aún no había adquirido una independencia relativa con respecto a su base material; apenas y existía la división social del trabajo y los artistas de las cavernas no podían representarse su actividad como independiente de su entrono tribal y crear así una conciencia falsa con respecto a su propia producción. Al mismo tiempo el arte rupestre es una evidencia incontestable de que el arte no se desarrolla en una esfera de cristal y está exento de los intereses mundanos, es la muestra de que el arte es una caja de resonancia de la sociedad y refleja intereses muy concretos aún a pesar de que, a partir de la revolución neolítica, el arte adquiere un grado de independencia y se sujeta hasta cierto punto a sus propias reglas, no obstante, nunca podrá independizarse del suelo nutricio que le da origen y de los puntos de vista de ciertas capas sociales que expresa. Incluso dentro de la sociedad capitalista, en donde la división del trabajo ha llegado a extremos tan nocivos y en donde muchos creadores y filósofos tienen la ingenua ilusión de que el arte no tiene nada que ver con el crudo mundo material, es posible ver ya en ésta misma postura el sentimiento de ciertas capas sociales descontentas con el feo mundo del capitalismo y su vano intento de fugarse de él por medio del arte[112].
La idea romántica del “arte por el arte” hubiera resultado incomprensible a éstos hombres porque para ellos el arte no era un producto orientado principalmente al goce estético sino un ritual orientado a fines tan prosaicos como la reproducción de los animales de caza y el deseo imperioso de tener éxito en ella. No es casualidad que los animales de caza (renos, bisontes, mamuts, caballos jabalíes, bóvidos, rinocerontes lanudos) fueran el tema favorito de estos artistas; incluso el contenido del arte está impulsado en última instancia por factores sociales (no es casualidad que el arte de vanguardia, por ejemplo, se haya desarrollado fundamentalmente en la época en que nacía el capital monopolista en donde se hace necesaria una respuesta del arte a éste fenómeno); a pesar de que las pinturas rupestres de Francia y España constituyen el ejemplo clásico, el arte rupestre es un fenómeno recurrente en todas las sociedades de un modo de producción basado en la caza y la recolección del paleolítico superior, aún cuando la mayoría de las culturas de esta etapa histórica no tuvieron ninguna relación ni contacto y se desarrollaron en periodo de tiempo muy diversos; manifestaciones artísticas similares se pueden encontrar en África, Europa, América, Asia y Australia, lo que es una prueba evidente de la relación que guardan con el modo de producción de la etapa superior del comunismo primitivo.
Las realistas representaciones de éstos artistas parecen querer reproducir la esencia de éstos animales en un intento de asegurar materialmente la existencia de los animales deseados en la creencia de que dicha reproducción era al mismo tiempo la reproducción real del animal, tal como señala Hausser “El pintor y cazador paleolítico pensaba que con la pintura poseía ya la cosa misma, pensaba que con el retrato del objeto; había adquirido poder sobre el objeto; creía que el animal de la realidad sufría la misma muerte que se ejecutaba sobre el animal retratado”. El mismo autor refiere una anécdota sorprendente que confirma la visión ingenua y mágica de los hombres del paleolítico “El artista paleolítico adoptaba sin duda ante el arte la misma actitud del indio siux (…) que dijo de un investigador al que vio preparar unos bocetos: se que este hombre ha metido muchos de nuestros bisontes en su libro. Yo estaba presente cuando lo hizo, y desde entonces no hemos tenido bisontes”[113]. La obsesión por la caza reflejada en la pintura rupestre se demuestra porque en el punto álgido del arte de las cavernas existía “un desajuste entre la frecuencia con que se representan las presas sobe las paredes y la frecuencia con la que aparecen en los restos de fauna asociados a una cueva en particular”[114] lo que refuerza la idea de que los animales representados eran los más codiciados en la caza. El gran etnólogo e historiador Francés Leroi-Gourhan, por su parte, sostuvo la hipótesis de que las pinturas rupestres había que interpretarlas como un todo interrelacionado y no como representaciones aisladas de animales; sin duda, este punto de vista es correcto, sin embargo, LeroiGourhan, siguiendo la tradición estructuralista, interpretaba las pinturas rupestres como representaciones simbólicas binarias en donde grupos de animales expresaban lo masculino y lo femenino[115], esta conclusión expresa, desde nuestro punto de vista, una tendencia, propia del estructuralismo, a imponer los arquetipos binarios al objeto de estudio en lugar de extraer las contradicciones propias del objeto.
El objetivo de dichas pinturas no era el placer estético separado y al margen de las necesidades vitales, las pinturas se encuentran ubicadas donde el hombre moderno jamás colgaría una pintura de Picasso ni abriría una galería de arte; se realizaban en partes profundas de las cuevas donde la luz natural no podía llegar. Parece ser que el acto de alumbrar la obra reforzaba la idea mágica de la creación del animal idea reforzada con música y danza ritual (en algunas pinturas aparecen individuos bailando con mascaras y vestimenta particular); a menudo las pinturas se superponen unas sobre otras aun cuando existía espacio disponible.
Es claro que la necesidad es la madre de la invención, incluso de la creación artística. No hay nada más alejado a la verdad que la idea kantiana de que el arte es una “actividad desinteresada” aún cuando el artista se proponga tal función esa pretensión ya expresa necesidades e intereses concretos; pero en el paleolítico superior resultaba imposible siquiera platearse tales pretensiones. Incluso el incremento de la producción de adornos personales refleja un aumento en la conciencia de la identidad y pertenencia tribal de los individuos y una capacidad de abstracción y simbolización propia del Homo sapiens-sapiens; una conciencia del papel que cada individuo juega dentro de la colectividad (adornos propios de chamanes, jefes de la tribu) refleja el hecho de que la conciencia había alcanzado el grado de humanidad gracias a la producción social y el reflejo en la mente de los hombres que de ella emana. Refleja la capacidad del sapiens para objetivar la conciencia (reflejo de su ser social) transformando su entorno y simbolizándose a sí mismo y su visión del mundo; por eso el arte es una fascinante ventana al pasado, una ventana que se mantiene abierta y cuyas interpretaciones dependen de la sociedad en la que el arte del pasado se inserta, sin embargo no puede ocultar la función utilitaria que el arte tiene en su origen. Con toda probabilidad el placer estético existía pero no se podía separar del fin técnico.
Las “Venus primitivas” son otra manifestación artística de estos pueblos comunistas, uno de los ejemplos más bellos es la “Venus de Willendorf” de unos 37 mil años de antiguedad, se trata de una escultura pequeña de 11.5 cm hecha de piedra caliza que representa a una mujer bastante regordeta con nalgas, pechos, cadera, abdomen y vulva de exageradas proporciones. No se trata de un hecho casual ni una curiosidad la difusión de las Venus en el paleolítico superior en culturas sin ninguna relación representa una manifestación social profunda de este modo de producción. Se trata de un bello ejemplo del nexo entre el arte y la vida social, en primer lugar porque es una ventana a un mundo donde las mujeres eran el símbolo de la fertilidad de las plantas y los animales que estos hombres recolectaban y cazaban, una manifestación vinculada al deseo imperioso por su reproducción; en segundo lugar es un reflejo del papel y el status que la mujer desempeñaba en la sociedad. Todo parece indicar que la mujer era un símbolo de fertilidad (de ahí la representación exagerada de sus partes reproductoras), base de los lazos consanguíneos y, como recolectora, un sujeto económico de primera importancia.
c) Acerca del pensamiento Mágico
El pensamiento mágico es la forma ideológica que domina las manifestaciones superestructurales de las sociedades de cazadores recolectores y constituye un ejemplo notable de la manera en que la superestructura es determinada en último término por las condiciones materiales de producción a la vez que influye sobre su base material. El pensamiento mágico, animismo o totemismo es la forma de pensamiento que implica que la naturaleza está dominada por multitud de espíritus que determinan los fenómenos naturales; detrás de cada fenómeno, especialmente aquellos de relevancia para la supervivencia del la banda o tribu, existen espíritus a los que hay que suplicar, pedir o incluso amenazar por medio de conjuros, ritos y fetiches para que accedan a la voluntad del hombre.
Esta forma de pensamiento está implícita en cada manifestación superestructural e incluso determina ciertos aspectos de la forma de las actividades de caza, pesca, recolección, alimentación, reproducción, etc. determina la existencia de la magia- la danza, música, los cantos, los mitos y leyendas, la pintura, la manufactura de fetiches (coma las “Venus primitivas”) y utensilios llevan implícito al pensamiento mágico integrándose en una unidad indisoluble. Así por ejemplo la danza representa un ritual para garantizar actividades como la caza – incluso los del bosquimanos del Kalahari tiene danzas específicas que dependen del animal al que se va a cazar-, la música funge como catalizador de los estados de trance importantes para la comunicación con el mundo de los espíritus, frecuentemente los cantos hacen referencia a los ancestros espirituales (frecuentemente animales convertidos en tótems) de la tribu, los mitos refieren a la unidad de parentesco a través de leyendas sobre antepasados reales o fantásticos, la pintura, como vimos, es, ante todo, un ritual para la reproducción de los animales de caza.
Estas formas fantásticas de concebir la realidad a su vez moldean hasta cierto punto las formas de reproducción de la vida; así por ejemplo los esquimales tienen diversos tabús acerca de la forma en que deben cazar. No obstante esta influencia recíproca no puede hacernos olvidar que el factor determinante que condiciona el surgimiento de esta forma de pensamiento se encuentra en las condiciones en las que estos hombres producen y viven. En última instancia la impotencia frente a las fuerzas naturales que se origina en el desarrollo de sus fuerzas productivas es la base del pensamiento mágico. La necesidad imperiosa que estas sociedades tienen de controlar los fenómenos naturales frente a los cuales no son más que impotentes espectadores hace que traten por cualquier medio a su alcance de controlar esas potencias ciegas; ello es tan importante que es la base de una de las primeras divisiones sociales del trabajo: el surgimiento de los chamanes o sacerdotes a tiempo parcial (Marvin Harris señala que incluso los chamanes no están exentos del trabajo). Engels señala que:
Estas diversas ideas falsas acerca de la naturaleza, el carácter del hombre mismo, los espíritus, las fuerzas mágicas, etc. se basan, en la mayoría de los casos, en factores económicos de aspecto negativo; el incipiente desarrollo económico del periodo prehistórico tiene por complemento, y también en parte por condición, e incluso por causa, las falsas ideas acerca de la naturaleza. Y aunque las necesidades económicas habían sido, y los siguieron siendo cada vez más, el acicate principal del conocimiento progresivo de la naturaleza, sería no obstante, una pedantería querer buscar a todas estas necedades primitivas una explicación económica[116].
Si bien, como señala Engels, existe una interacción dialéctica entre el pensamiento mágico y su base económica-es en la mayoría de los casos imposible señalar la causa específica de orden económico que da origen a la creencia en espíritus y duendes- el catalizador general de estas formas ideológicas esta, en su origen prístino, en el subdesarrollo de las fuerzas productivas.
La base material del pensamiento mágico es pues, la impotencia frente a las fuerzas naturales que el hombre está desesperado por controlar, de ello depende su supervivencia; no es difícil imaginarse su base psicológica: los sueños y las alucinaciones provocadas por drogas son el origen sugerente de la creencia en el mundo espiritual, una muestra de ello es que los chamanes de las sociedades cazadoras recolectoras modernas acuden a estos estados de conciencia para comunicarse con los espíritus; Engels en su obra Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana ya había señalado esta idea. Antropólogos contemporáneos como Edward Tylor han señalado esta tesis. En los sueños y en la alucinaciones surge la ilusión de que existe otro Yo separada del cuerpo; el nacimiento y la muerte pueden ser “explicados” por el alma que habita temporalmente en el cuerpo para después abandonarlo para siempre; así el alma es el origen de la volición del individuo que gobierna las acciones del cuerpo para que éste intervenga materialmente determinando el curso de los acontecimientos; de la misma forma los fenómenos naturales pueden ser interpretados como el resultado de la voluntad del alma (o las almas) que habitan en la naturaleza y, al igual que con las almas del resto de los individuos, podemos apelar a ellas para que accedan a nuestros deseos. Así como en la naturaleza existen multitud de espíritus (algunos benévolos y otros amenazantes) para los egipcios los hombres teníamos dos almas, podemos encontrar culturas que conciben a los hombres dotados de tres y hasta cuatro almas; el porqué en la mayoría de las culturas el hombre tienen un alma mientras que en otras tiene una multitud viviendo en el cuerpo de los mortales es un tema interesante que debe ser investigado tomando en cuenta las condiciones concretas del desarrollo de dichas culturas.
El pensamiento mágico es la semilla de la religión porque ambas formas de pensamiento dividen el mundo en un plano material y otro espiritual y porque ambas formas se presentan a partir de la frontera que separa lo conocido de lo desconocido. No obstante no podemos confundirlas de la misma forma en que no podemos confundir la bellota con el roble, ni la crisálida con la mariposa. El tema del origen de la religión se debe abordar en conjunto con el surgimiento del estado; en el pensamiento mágico los espíritus comparten el mismo plano jerárquico así como el mundo de los hombres que refleja es un mundo igualitario y sin jerarquías; la religión implica un Dios amo y señor a imagen y semejanza de los amos y señores de la sociedad de clases; la religión es un reflejo invertido (y un instrumento) de la dominación y de control espiritual que condiciona a los oprimidos a aceptar su situación como inevitable, producto de la voluntad divina, mientras que proporciona una justificación a la clase dominante al erigirse como representantes de Dios en la tierra; el pensamiento mágico no es un instrumento de dominación sino la expresión del sometimiento a las leyes de la naturaleza; la religión es una expresión del sometimiento a las leyes ciegas y hasta ese momento indomables de la sociedad de clases; como instrumento de dominación, la religión necesita de un grupo profesional a tiempo completo y una institución que funja como policía espiritual, tenemos pues a los sacerdotes y los templos; en contraste los chamanes son “sacerdotes” a tiempo parcial y no son representantes en la tierra de los dioses sino simples voceros e interlocutores del mundo de los espíritus y como cualquier mortal deben trabajar para la comunidad, no están separados de las masas, son individuos con una sensibilidad especial y voceros de la opinión colectiva. La religión es producto de la sociedad de clases, expresión de que la sociedad se ha dividido en contradicciones insolubles; el pensamiento mágico es expresión de una sociedad igualitaria pero impotente; al mismo tiempo la religión, al ser negación dialéctica del animismo, conserva negada muchos de los elementos del pensamiento mágico, incluso los absorbe de manera completa bajo una lógica totalmente contraria a su original.
Todos los pueblos de bandas, aldeas y tribus tienen, sin excepción, pensamiento mágico: chamanes, danzas rituales, fetiches, conjuros, etc.; un fenómeno tan universalmente extendido en cierta etapa del desarrollo no puede ser casualidad. Para el pensamiento estructuralista este patrón es un reflejo de los arquetipos binarios – en este caso la contradicción espiritual-terrenal – que se encuentran en el inconsciente colectivo; lamentablemente el idealismo estructuralista no puede dar explicación de la causa de esta contradicción psicológica (por lo demás burdamente simplificada) en las sociedades del comunismo primitivo; de acuerdo con el estructuralismo la causa es simplemente la existencia de una estructura profunda del inconsciente. Lamentablemente dicha respuesta está muy lejos de ser satisfactoria, se trata de una simple tautología producto del círculo vicioso al que nos lleva el subjetivismo filosófico. Preguntamos por las causas de la supuesta contradicción binaria y se nos responderá con que dicha contradicción es parte de la esencia humana; es un caso análogo al estudiante no muy destacado que a la pregunta del maestro: qué es un gato responde que un gato es….un gato; con esta respuesta uno se evita el problema de dar una verdadera explicación asumiendo aquello que se tiene que probar, resulta bastante apropiada para aquellos que no quieren explicar nada y al mismo tiempo dar una imagen de onda sabiduría; todo se resuelve con la existencia de arquetipos impresos en una naturaleza humana eterna y fin del problema. Ahora todo se reduce a ejemplificar la idea preconcebida. Afortunadamente existe una explicación consistente aunque más prosaica de lo que gustarían nuestros filósofos subjetivistas. Esta forma de pensamiento es tan universal en las sociedades de bandas y aldeas porque todas tienen la misma base material. De la misma forma: en todas las sociedades de clase existe religión porque en todas se requiere de un instrumento de opresión espiritual. El pensamiento mágico es un ejemplo más de que el desarrollo histórico está sujeto a leyes subyacentes que pueden ser comprendidas por el hombre y de que la historia, al contrario de lo que creía Henry Ford, los irracionalistas y empiristas contemporáneos, no es una “chorrada”.
d) El origen de la guerra.
La guerra puede ser definida como un enfrentamiento armado entre, por lo menos, dos grupos de seres humanos cuya consecuencia es la pérdida de vidas y cuyos objetivos dependen de la estructura social en la que se inserta éste fenómeno. Para que dos grupos de hombres armados se enfrenten con el objetivo de matar a la mayor cantidad de individuos posible se requieren premisas materiales. Si el objetivo de la guerra es obtener mano de obra esclava se requiere la capacidad tecnológica para absorber esa mano de obra de forma productiva (como fue en el caso de Roma); si el objetivo de la guerra es obtener nuevos territorios para los señores feudales se requiere la existencia de agricultura y ganadería para que los campesinos sean capaces de pagar tributo, de otra manera la conquista sería una empresa inútil y absurda; si el objetivo de la guerra es obtener nuevos mercados, materias primas, etc.; se requiere la existencia de una industria capitalista que pueda aprovechar esa mano de obra y esos recursos naturales; si el objetivo de la guerra es el saqueo se requiere un producto excedente sobre la necesidades básicas que pueda ser saqueado; si el enfrentamiento se trata de una guerra civil se requiere, obvio decirlo, de sociedad civil en relación a la existencia de un estado, la sociedad civil por su naturaleza está dividida en clases, la guerra civil no es más que expresión de este hecho. Además en cualquiera de estos casos se requiere una organización estatal y una producción capaz de alimentar a un ejército de burócratas y hombres armados (en forma de un Estado) que pueda administrar y mantener el status quo. En el caso de las guerras revolucionarias (que se manifiestan en la existencia de una guerra civil) la situación es más clara aún, dichas guerras son la expresión de la lucha por la liberación de las clases oprimidas. En todos estos casos la guerra es producto de la división de la sociedad en clases. Sin esto la guerra, salvo la excepción que veremos producto de ciertas condiciones excepcionales del comunismo primitivo, es una cuestión absurda. Ninguna supuesta naturaleza humana guerrera y violenta cambiaría este hecho, si los hombres durante la mayor parte de la historia de la humanidad hubieran actuado bajo la lógica de “el hombre es el lobo del hombre” nuestra especia no hubiera sobrevivido.
No existe ninguna evidencia arqueológica concluyente de que los pueblos prehistóricos del comunismo primitivo practicaran la guerra: “La primera prueba arqueológica realmente fiable acerca de la existencia de la guerra es la construcción de aldeas y poblaciones fortificadas. La más santigua es Jericó prebílbico, donde en 7500 a. C. ya se había construido un complejo sistema de murallas, torres y zanjas defensivas o fosos, de modo que no quedan dudas de que ya entonces la guerra era una parte importante de la vida cotidiana[117]". Si bien se han encontrado cráneos a los que se le ha producido una cavidad presumiblemente para acceder a sus sesos esto no es concluyente de que esos individuos hayan muerto producto de enfrentamientos puesto que consumir los sesos de parientes fallecidos por causas naturales era práctica común entre tribus brasileñas. Si bien no hay evidencias concluyentes acerca de la existencia de guerras teóricamente no se puede descartar de manera absoluta enfrentamientos esporádicos entre distintas bandas comunistas producto de eventuales limitaciones medioambientales para proveer productos de caza y pesca suficientes o por la competencia por hábitats privilegiados. Estos enfrentamientos serían el producto de crisis medioambientales o de puntos críticos en la densidad de población más allá de los cuales se vería afectado el nivel de vida de estas sociedades, aquí los enfrentamientos serían producto de la contradicción central del comunismo primitivo: fuerzas productivas de la edad de piedra frente a las fuerzas de la naturaleza. A pesar de ésta posible excepción, en las sociedades del comunismo primitivo no existían bases materiales para la guerra. No había antagonismos de clase que derivaran en enfrentamientos armados ni, por consiguiente, guerras de carácter imperialista con el objetivo de someter a otras bandas; no existía excedente considerable sobre las necesidades básicas que pudiera ser fuente de conflicto; adicionalmente el número reducido de las bandas (quizá unos 30 miembros) convierte la guerra en un contrasentido a la supervivencia; así que aun aceptando la existencia de conflictos que derivaran en enfrentamientos armados no podrían existir un gran número de bajas (más adelante veremos el carácter cómico de la guerras de algunos de los pueblos de salvajes actuales). Aún hoy las potencias imperialistas no va a la guerra porque quieran cometer suicidio sino porque por ese medio la clase dominante pretende obtener ventajas materiales bastante palpables (petróleo, rutas comerciales, mercados, etc.); claramente en el comunismo primitivo no existían en absoluto semejantes motivaciones.
Si sólo tratamos de visualizar guerras entre estas sociedades con el objetivo de someter a otros pueblos a algún tipo de explotación –por ejemplo esclavitud- de inmediato veremos que dicha hipótesis resulta en un aborto ridículo: en primer lugar los “esclavos” eran simplemente bocas más para alimentar en una situación en donde la productividad de los esclavos no superaba el costo de su mantenimiento, el modo de producción de este periodo tenía limitaciones muy precisas en cuanto a la densidad de población; tampoco existe un ejército permanente, policía o nada parecido que pudiera someter a los esclavos a la obediencia. Evidentemente esas sociedades no cuentan con las bases materiales para la esclavitud, ¡la esclavitud resultaría un fracaso rotundo sin un excedente económico¡. Aun suponiendo la existencia de guerras producto de presiones medioambientales los vencidos serían dispersados para aliviar la presión sobre un hábitat determinado y quizá algunos de los infortunados vencidos fueran comidos (no había otra cosa que hacer con ellos). Sí todavía insistimos en la existencia regular de guerras nos encontraríamos que nuestra hipotética “comunidad comunista guerrera” habría desaparecido en poco tiempo, el simple hecho de perder aunque fueran 5 miembros en una sola batalla podría significar una catástrofe social (significaría la pérdida de cerca del 17% de la población). A lo anterior hay que agregar el carácter nómada de dichas sociedades por el cual la motivación de la defensa del territorio tampoco existe.
El estudio de la mayor parte de las actuales poblaciones de cazadores recolectores como los san o Bosquimanos del sur de África, los Iunuito Esquimales, los habitantes de las islas Andamán cerca de la India, los Shoshonide EUA, los Yahgan de Patagonia, los Indios misión de California, los Semai de Malasia no conocen la guerra aún cuando las poblaciones actuales de cazadores recolectores están sometidos a presiones brutales por parte de las fuerzas disolventes del capitalismo; si el modo de producción de estas bandas determina que sean predominantemente pacíficas debemos suponer que los pueblos prehistóricos del comunismo primitivo lo eran con mayor razón (ya que, en condiciones normales, no se veían obligados a luchar por recursos naturales limitados). [118] No obstante, es cierto que los etnólogos han documentado la existencia de enfrentamientos armados en algunas de las sociedades de cazadores recolectoras actuales (como los aborígenes australianos). Sin embargo debemos considerar que estos sobrevivientes están sometidos a presiones brutales por parte del capitalismo (tribus africanas son usadas criminalmente por el imperialismo para matarse unos a otros y robar sus recursos naturales); aún cuando no exista intervención consciente de alguna potencia para utilizara estos grupos como carne de cañón, las fuerzas ciegas del mercado son más que suficientes para reducir al mínimo los cotos de caza y pesca de estas sociedades de tal forma que la presión medioambiental es un factor para enfrentar a las bandas comunistas por los limitados recursos naturales (Marvin Harris a estudiado esta presión como causa material de las guerras entre sociedades de cazadores recolectores). Marvin Harris nos da una idea del etnocidio y las presiones que significa el capitalismo para estos pueblos:
“Estos ataques genocidas no se limitaron a América del norte y del Sur. También fueron llevados a cabo en Australia, en las islas del pacífico y en Siberia. Tampoco son acontecimientos que tuvieron lugar hace mucho tiempo y sobre los que ahora nada se pueda hacer. Aún están ocurriendo en las vastas y remotas regiones de la cuenca amazónica y en otras regiones de Sudamérica, donde los últimos restos de pueblosorganizados en bandas y aldeas libres e independientes del Nuevo Mundo han sidoarrinconados por la expansión implacables de los colonos, comerciantes, compañías petrolíferas, profesores, granjeros y misioneros (…) se han convertido en la diana de fuerzas estatales inmensas que han cambiado su modo de vida amenazando su supervivencia física. Muchos hombres Kung san se han visto atraídos al servicio del ejército sudafricano, en su lucha contra las guerrillas que pretenden establecer un estadoindependiente en Nambia. Según fuentes sudafricanas, el desarrollo del sentido de orientación de los san, su habilidad para el rastreo, su conocimiento del bosque y su aguda vista, hacen de ellos perfectos luchadores contra la guerrilla[119]”.
Es irónico que esas sociedades comunistas que son tomadas por los defensores del capitalismo como ejemplos de que la guerra es eterna e inevitable representen más bien los efectos nocivos y corruptores del sistema que ellos defienden. No obstante la existencia de guerras por factores medioambientales, aún cuando sean por presiones provocadas por el sistema capitalista, muestran que en situaciones concretas y excepcionales es posible que las sociedades prehistóricas del comunismo primitivo tuvieran enfrentamientos esporádicos, si bien es fundamental comprender que estos posibles enfrentamientos (de los cuales no hay ni una evidencia contundente), no tenían en todo caso ni un átomo de contenido clasista y tampoco representaban un fenómeno esencialmente inherente a dichas sociedades; mientras que, por el contrario, la guerra es un compañero inevitable en las sociedades clasistas, especialmente en el capitalismo (cuya expansión imperialista es absolutamente inevitable). Ni siquiera durante el más prologado auge en la historia del capitalismo (el boom postguerra 1945-1974) hubo un solo día en que no hubiera en el mundo alguna guerra provocada por la sed de ganancia del capital.
Incluso los enfrentamientos que presenciamos producto de presiones medioambientales difieren en contenido (como ya vimos no tienen un contenido clasista) e incluso en forma, sólo forzando el termino podríamos definir a esos enfrentamientos como verdaderas guerras. La siguiente cita referida por Harris servirá de ejemplo para tener conciencia del enorme abismo que separa las guerras estatales de las preestatales: a finales de 1920 los grupos de cazadores recolectores Tiklauila-rangwila y los Mandiiumbula de las islas Bathhurst y Melville en el norte de Australia fueron a guerra, ambas bandas fijaron de mutuo acuerdo una hora para el encuentro:
Cuando los dos grupos se reunieron, ambos bandos intercambiaron algunos insultos y acordaron encontrarse formalmente en un espacio abierto donde había lugar suficiente. Al caer la noche (…) los individuos de los dos grupos intercambiaron visitas, puesto que las partidas de guerra incluían a parientes de ambos bandos y nadie consideraba a todos los miembros del otro grupo como enemigos. Al amanecer, los dos grupos formaron filas a los dos lados del claro. Las hostilidades comenzaron cuando unos ancianos se echaron en cara sus agravios (…) cuando comenzaron a arrojarse lanzas, las arrojaron individuos que actuaban movidos por razones basadas en disputas individuales. Puestoque los ancianos eran quien más lanzas arrojaban, la puntería solía ser poco certera. Con bastante frecuencia la persona alcanzada era algún combatiente inocente o una de las ancianas chillonas que pasaban entre los luchadores, profiriendo gritos obscenos y cuyos reflejos para esquivar las lanzas no eran tan rápidos como los de loshombres…En cuanto alguien era herido, incluso una vieja aparentemente ajena a la cuestión, la lucha se detenía de inmediato hasta que ambos bandos podían evaluar las implicaciones de este nuevo incidente[120]”.
Estas “guerras” son más bien escaramuzas francamente graciosas (ridículo es compararlas con las guerras de clase de las sociedades estatales) que expresan tensiones producto de la presión del capitalismo sobre los hábitats de estos pueblos, dichas tensiones se expresan, además, en un aumento considerable en las acusaciones de brujería por parte del chaman (expresando la voluntad colectiva) sobre algunos miembros de la comunidad que son vistos por el colectivo como una amenaza; estas escaramuzas reflejan crisis y decadencia de estas sociedades más que un fenómeno normal que emane de su modo de producción. Son fenómenos similares a los tensiones al interno de una familia que se expresan en pleitos por motivos individuales y aparentemente accidentales (aunque en muchas ocasiones el accidente es el vehículo que expresa lo necesario). Ya hemos señalado que aún sin descartar la existencia de estos enfrentamientos en las bandas prehistóricas de hace 40 mil años, estas representarían crisis producto de cambios climáticos y un exceso en la densidad de población que no puede ser mantenida con sus fuerzas productivas pero no reflejo de una supuesta naturaleza humana inmutable.
Sin duda los enfrentamientos aumentaron en frecuencia e intensidad una vez que los poblados comunistas cruzaron el umbral de la revolución neolítica, en primer lugar porque ya se contaba con un excedente sobre la necesidades básicas (aunque en las sociedades de horticultores aún no se llega al nivel del surgimiento del Estado); excedente que se manifestó en la cultura material en la forma de equipos para elaborar alimentos, cultivos, animales domésticos, etc. Si bien hay que señalar que muy probablemente el aumentos en la frecuencia de los enfrentamientos en las aldeas actuales como los Yanomano tenga más relación con las limitaciones que la agricultura no intensiva impone sobre la densidad de población por virtud de la cual las aldeas se enfrentaban con el objetivo (revestido de motivos ideológicos fantásticos) de dispersar a las aldeas por debajo del umbral de sustentabilidad de su modo de producción. Es probable que en las aldeas de horticultores aún comunistas de la prehistoria la existencia de guerra se debiera a la misma razón más que a la estratificación social aún embrionaria. Sin embargo, es claro que con la diferenciación de privilegios y riqueza (aún sin convertirse en privilegios de clase) nace irremediablemente la ambición, la avaricia, los celos, la mentira, etc.
Los Yanomano, tribu de horticultores de Brasil y Venezuela, han representado el ejemplo clásico con el cual muchos antropólogos pretenden probar que la guerra es un fenómeno universal y que forma parte de la naturaleza humana. Los Yanomano son guerreros furibundos a tal grado que las muertes en enfrentamientos constituyen alrededor del 33 % en varones adultos y al mismo tiempo no sobrepasan el nivel de jefatura (es decir no están divididos aún en clases ni por tanto organización estatal). Sin embargo, si bien los Yanomano no están divididos en clases ya encontramos diferencias sociales en cuanto a riqueza y privilegios, ya encontramos propiedad privada en forma de hortalizas propiedad de la familia (presumiblemente sindíasmica) centrada en el varón, ya encontramos a jefes de la tribu que detentan privilegios y distinción embrionaria. No obstante, es probable, que las razones de la guerra se encuentren no en diferencias de status sino en la lucha contra la naturaleza, lucha llevada al máximo en virtud de la influencia de la sociedad de mercado. Parece ser que en este caso el origen de la guerra se encuentra en la tensión entre una población creciente (por la introducción de herramientas de acero y nuevos cultivos) y recursos naturales limitados dadas sus fuerzas productivas; Marvin Harris ha argumentado de manera bastante consistente que el aumento de la densidad de población producto de la introducción de instrumentos de acero como machetes ha incrementado mucho la densidad de población mientras que al mismo tiempo las fuentes de carne disminuyen o a lo menos se mantiene constantes; en este contexto los Yanomano pelean para mantener los cotos de caza y pesca dentro de los niveles de sustentabilidad, ello lo obtienen expulsando a bandas rivales y, en consecuencia, dispersando la población sobre un espacio más amplio. En palabras de Marvin Harris:
A medida que las aldeas Yanomano crecen, la caza intensiva disminuye la disponibilidad de presas en el entorno. La carne de los grandes animales escasea y la gente se ve obligada a consumir más animales pequeños, insectos y larvas (…) se alcanza el punto de los rendimientos decrecientes. Aumentan las tenciones dentro y entre las aldeas, y esto las lleva a escindirse antes de agotar de manera permanente los recursos animales. Esto provoca, asimismo, la escalada de incursiones, que dispersa las aldeas Yanomano sobre un extenso territorio, a la vez que protege los recursos vitales al crear tierras de nadie que funcionan como reservas de caza[121]”.
Aquí las contradicciones que provocan la guerra no son contradicciones de clase sino la contradicción entre un modo de producción aún relativamente igualitario y el medio natural (veíamos que ésta es la contradicción de las sociedades sin clases). Esta contradicción ha sido llevada al extremo por las fuerzas corrosivas de la industria capitalista
El contacto con herramientas de metal ha provocado que la tensión señalada aumente de manera considerable los conflictos, de una manera que resultaría imposible sin el contacto del capitalismo por medio de la introducción de nueva tecnología. Hace más de 100 años los Yanomano obtuvieron machetes y hachas de acero de los misioneros, de esta manera la población de cada aldea paso de unos 50 miembros hasta 166, además los misioneros introdujeron cultivos de plátanos y yantenes sustituyendo a la tradicional mandioca transformando, dentro del marco de la horticultura, su modo de producción. Es de suponer que los enfrentamientos antes de la llegada del hombre blanco fueran mucho menores o incluso prácticamente inexistentes. Debemos subrayar que aceptando que la contradicción entre el hombre del comunismo primitivo y la naturaleza pudiera ocasionar enfrentamientos y “guerras” vemos que aún dentro de sociedades que ya han incorporado la agricultura (en la forma de horticultura) un catalizador para las tensiones y enfrentamientos se encuentra en el influjo del capitalismo. Mientras la sociedad no se divida en clases sociales los enfrentamientos no tienen un carácter de clase, los Yanomano no hacen esclavos a las aldeas vencidas sino que simplemente las dispersan o las asesinan. Mientras una sociedad no se divida en clases los enfrentamientos serán la excepción y no la regla, su existencia recurrente refleja la decadencia producto de fuerzas internas (divisiones de clase) o externas (el influjo de la civilización).
En síntesis podemos decir que el fenómeno recurrente de hombres matándose los unos a los otros es producto de la división de la sociedad de clases, la división entre explotados y explotadores. El fenómeno de la guerra tiene una base de clase. La guerra (las guerras imperialistas como las revoluciones) es la expresión más cristalina e incontrovertible de la lucha de clases. La existencia de conflictos entre los salvajes actuales refleja el hecho de que estas sociedades han sido “contaminadas” por la civilización. Si bien no se puede descartar conflictos producto de su propia lógica tomando en cuenta crisis medioambientales provocadas por cambios climáticos naturales o un aumento de la densidad de población más allá de los límites objetivos. En la mayoría de los casos la guerra no es más que la expresión de que la sociedad se ha dividido en contradicciones insolubles. Si es que se demuestra que los pueblos prehistóricos recurrían a la guerra podemos prever que esta conducta constituye una excepción producto de el enfrentamiento de estos pueblos contra las fuerza naturales. El hecho es que la evidencia arqueológica demuestra que la guerra es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad y que durante la mayor parte de la historia de la humanidad (hasta hace unos 7 mil años) los hombres vivieron sin necesidad de matarse los unos a los otros. El hecho es que no es sino hasta el surgimiento de la civilización cuando aparecen las evidencias de la guerra a una escala absolutamente sin precedentes. La guerra no es una expresión de la naturaleza humana sino la expresión de la naturaleza clasista de la civilización. El lastre de la guerra no podrá desaparecer mientras subsista la división entre explotados y explotadores, la guerra no podrá desaparecer mientras exista la lucha de clases de la cual la guerra no es más que su expresión más cruda. Podemos afirmar que “la guerra para terminar con todas las guerras” es la lucha por el socialismo.
CAPÍTULO VI
MESOLÍTICO. UNA ETAPA DE CRISIS PREPARÁNDOSE PARA EL GRAN SALTO.
“Las revoluciones son la locomotora de la historia.” (C. Marx)
A pesar de los inmensos logros de los pueblos salvajes como los Magdalenienses éstos seguían dependiendo de la “voluntad de la madre tierra” para sobrevivir y aunque su potencial cerebral era idéntico al de los hombres del renacimiento sus fuerzas productivas se encontraban a años luz de distancia y esta era una diferencia que determinaba todo lo demás. En realidad su supervivencia, su densidad de población, sus periodos de crisis y decadencia estaban determinados por factores que escapaban totalmente a su control; como señala el célebre profesor Gordon Childe:
La suerte de las sociedades salvajes más brillantes del pasado -las culturas magdalenienses de Francia- bastará para revelarnos las limitaciones biológicas de esa economía. Una feliz conjunción de circunstancias, ajenas en absoluto a su dominio,brindó a los magdalenienses alimentos suficientes para mantener a una población numerosa y tan fáciles de conseguir que, gracias a ello dispusieron de tiempo para embellecer su vida con una magnífica cultura espiritual. Pero la superestructura mágica en nada contribuyó a aumentar los víveres que, después de todo, no eran inagotables. Por consiguiente la población se limitó y disminuyó al desaparecer las condiciones especialmente favorables. (…) Ésto condujo a un atolladero (una contradicción), y si esa contradicción no hubiera sido superada, el Homo sapiens habría seguido siendo un animal raro, como lo es en realidad el salvaje.”[122]
La suerte de estas sociedades señala claramente que la contradicción fundamental que impulsó el desarrollo de las fuerzas productivas en todas las fases del comunismo primitivo fue la tensión desigual entre fuerzas productivas enanas y una naturaleza frecuentemente implacable.
Las estepas, en donde hace 40 mil años las culturas del paleolítico superior encontraron las condiciones ecológicas ideales para un modo de vida basado en la caza de grandes presas y la recolección, eran un fenómeno climático transitorio:
Las praderas eurasiáticas eran simplemente una fase ecológica temporal. Hace unos 12.000 años, los árboles empezaron a invadir las praderas. Bajo el dosel frondoso de los bosques no podía crecer la hierba. Hacia el año 10000 a. C. gran parte de la llamada mega fauna pleistocénica (mega=enorme; fauna: animales) se había extinguido en Europa. El rinoceronte y el mamut lanudo, el bisonte de las estepas, el alce gigante y el asno salvaje desaparecieron. Sin duda alguna, los cazadores, extraordinariamente hábiles del paleolítico superior, contribuyeron a esta catástrofe ecológica (…) En Europa el mesolítico fue una época de intenso cambio ecológico local. Bosques deabedules y pinos se extendieron por la tierra, y los cazadores instalaron suscampamentos en calveros junto a los márgenes de los ríos, a orillas de los lagos y estuarios y en las costas”[123].
Si bien los hombres del paleolítico superior eran magníficos cazadores y su actividad tenía una repercusión significativa sobre su medio al grado de contribuir a la extinción de algunas especies, aún seguían estando sometidos a los factores climáticos y su tecnología tenía limitaciones naturales muy concretas: “Una tecnología producía un alto nivel de vida cuando había una gran abundancia de plantas y animales, mientras que las tecnologías y técnicas de caza y recolección más eficientes no evitaban el hambre cuando escaseaban los recursos cinegéticos y vegetales”[124] En estas condiciones, frente a la desaparición de la grandes presas, los cazadores tuvieron que capturar animales pequeños como jabalíes, venados, etc. que eran más difíciles de cazar en hábitats boscosos y era muy complicado obtener las cantidades necesarias de carne. Estas condiciones adversas para la caza empujaron a algunos pueblos (Inglaterra 9.500 a. C.) a procurarse la ayuda del perro en las tareas de la caza. “El mejor amigo del hombre” significó también el primer experimento de domesticación de animales, su domesticación no significó ningún capricho doméstico sino un recurso importante orientado a la supervivencia.
La alimentación tuvo que orientarse hacia lo que los antropólogos llaman una dieta de espectro amplio compuestas por alimentos vegetales, pescados, molusco y otras fuentes costeras y fluviales. Ello tuvo un impacto en el desarrollo de las fuerzas productivas al hacerlas más variadas y especializadas: una increíble cantidad de instrumentos de pesca: redes, cañas, anzuelos, arpones; aparecen por primera vez instrumentos de piedra como son las hachas; se desarrollan medios de transporte como pequeñas embarcaciones, canoas, trineos, remos; los asentamientos crecen en tamaño y duración. La prueba más evidente de las limitaciones en la tecnología de éstos pueblos es que durante el periodo comprendido entre 13000 y 7000 años a. C. se dio una tendencia recurrente en todas partes del mundo a sociedades cazadoras y recolectoras de espectro amplio en todas partes del mundo “No es fácil evitar la conclusión de que esta tendencia recurrente parece reflejar factores como cambios medioambientales inducidos por la recesión y fundición de los glaciares continentales, la consiguiente elevación del nivel del mar y la extinción de la megafauna del pleistoceno”[125]. Esta tendencia es una muestra de cómo el desarrollo de las fuerzas productivas influye directamente sobre el control que el hombre tiene de su medio, y ese control repercute directamente en la forma de vida y en las relaciones sociales de los hombres. En este caso representa un ejemplo del limitado control del hombre frente a la naturaleza durante el comunismo primitivo, al mismo tiempo muestra que poblaciones con modos de producción similares en condiciones climáticas similares presentan manifestaciones similares. No es casualidad que durante esta etapa desaparecieran las pinturas rupestres ocupando su lugar representaciones geométricas y símbolos sobre armas y artefactos, probablemente manifestaciones abstractas y rituales de semillas y conchas, con ello es evidente, una vez más, que el arte no es obra del libre arbitrio del artista.
El mesolítico fue una etapa preparatoria para le revolución neolítica (domesticación de plantas y animales). La necesidad es la madre de la invención y la situación de relativa crisis de recursos que representó el mesolítico era un suelo fértil para una revolución, la contradicción dialéctica entre el medio y las limitadas fuerzas productivas debía resolverse si el hombre debía llegar a la cumbre de la civilización o continuar en un grado considerable de animalidad. La agricultura, como toda revolución de relevancia, no es producto de las ideas puras sino de las contradicciones materiales que se manifiestan en forma de necesidades a superar. Lo cazadores-recolectores no inventaron la agricultura porque algún cabecilla de la tribu se le ocurriera una gran idea, sino porque la crisis del mesolítico generó el potencial que tenía que convertirse en acto más tarde o más temprano. Era imposible un salto similar en la condiciones de abundancia del paleolítico superior. Además de la necesidad desesperada de recursos de los pueblos del mesolítico, los poblados estaban en mejores condiciones para realizar el salto: eran poblados relativamente estables en torno a sus fuentes habituales de recursos (siempre y cuando sus fuentes estuvieran concentradas en una zona determinada) y estaban obligados a poner atención a los ciclos de las plantas que recolectaban, el sedentarismo preagrícola era estimulado por la necesidad de almacenar los granos recolectados. “Los cazadores-recolectores de espectro amplio levantaron las primeras aldeas permanentes para contar con un lugar para almacenar el grano, molerlo en forma de harina y convertirlo en tortas o gachas”[126]. No es casualidad que la revolución neolítica se realizara por primera vez en la historia de la humanidad en la zona conocida como creciente fértil ubicada en el oriente medio en donde los pueblos mesolíticos recolectaban en esta región trigo, cebada, guisantes, lentejas, las cabras y ovejas se encontraban en estado salvaje. No es difícil representarse el salto de la recolección selectiva de plantas a la domesticación selectiva de plantas. Además el excedente del sobrante de la cosecha (comenzando con experimentos con el sobrante de la recolección) es materia prima para la domesticación de animales porque un animal no se puede domesticar si no se le puede alimentar. Efectivamente la causa de que los hombres del comunismo primitivo no hayan inventado con anterioridad la ganadería no se debe a que fueran estúpidos sino a que no podrían alimentar a los animales domesticados en una proporción que implicara una ventaja comparativa frente a la caza. Con la agricultura los cazadores recolectores se dieron cuenta que ya no tenían que ir en busca de su presa sino que las presa podía ir al cazador al mismo tiempo que se cultiva y se concentraban los alimentos de los ancestros de las cabras, ovejas, vacas y cerdos domésticos.
CAPÍTULO VII. El Neolítico
“El Estado no existe desde toda la eternidad. Hubo sociedades que se pasaron sin él (…) Las clases sociales desaparecerán tan fatalmente como surgieron. La sociedad, que organizará de nuevo la producción sobre las bases de una asociación libre e igualitaria de los productores, transportará toda lamaquinaria del Estado allí donde desde entonces le corresponde tener su puesto: al museo de antigüedades, junto al trono de hilar y junto al hacha de bronce”(F. Engels)
Las contradicciones generadas por la crisis de recursos del mesolítico fueron resueltas temporalmente por un modo de subsistencia de espectro amplio; esa nueva situación generó, en la región conocida como creciente fértil, una dependencia hacia la recolección selectiva de los ancestros silvestres del trigo y la cebada que posibilitaron un relativo sedentarismo (asociado al almacenamiento) que precedió unos 2 mil años a la revolución neolítica. Eventualmente la recolección selectiva dio paso a la siembra selectiva generando una reacción en cadena hacia la domesticación de los animales que se alimentaban de dichas gramíneas (ovejas, cabras salvajes, vacas, cerdos). Los primeros pueblos sedentarios de Oriente medio tuvieron el enorme privilegio de contar con las condiciones ideales para la caza y la agricultura simultáneamente; ello tendría importantes consecuencias en el ritmo de desarrollo de las sociedades en el viejo mundo y podría explicar, en parte, porque el viejo mundo conquisto al nuevo y no a la inversa.
La agricultura y la ganadería representaron el salto revolucionario más grande hasta ese momento que superaría cualitativamente los millones de años anteriores de evolución histórica. La agricultura hizo posible la domesticación de animales porque existía rastrojo suficiente para poder alimentar a los animales domesticados. Ello generó una explosión demográfica brusca y repentina sin precedentes “De este modo, en el neolítico se produjo un rápido incremento en la población. Comenzando con 100.000 personas en torno al 10000 a C; poco antes del 6000 a. C. la población de Oriente medio había alcanzado probablemente los 3,2 millones, se multiplicó por treinta, en el plazo de 4.000 años”[127]; con la explosión demográfica y el crecimiento de la densidad de población se hicieron necesarias obras de regadío y la existencia de un poder administrativo central que excedía las posibilidades de gestión de los clanes o gens comunistas en los cuales cristalizaron jefaturas y reinos precursores de los estados; las facultades de administrativas y de almacenamiento de las jefaturas, originalmente surgidas por la asamblea popular, favorecieron el surgimiento de privilegios posibilitados por la existencia de un excedente considerable. Al mismo tiempo a una velocidad vertiginosa surgieron las primeras ciudades con casas, templos, fortificaciones, palacios; con la ciudades nace la arquitectura; el sentido de pertenencia a un pueblo determinado se comienza a establecer, no con respecto a los lazos consanguíneos propios de los clanes, gens y tribus, sino por las propiedades y el territorio; la bíblica Jericó en Jordania es un ejemplo clásico de las primeras ciudades (con una extensión de 4 hectáreas y con 2000 habitantes); con Jericó nacen las “murallas de Jericó”, los fosos y las torres o el testimonio más temprano de que la guerra resulta de la propiedad y las diferencias de clase; el compañero inseparable de la opulencia es la ambición de la propiedad ajena y los métodos más crueles para obtenerla. Junto con la opresión surge la necesidad de mantenerla, cada vez se vuelve más necesaria la creación de un ejército permanente vinculado a la clase dominante en sustitución de la tribu armada; nace la religión institucionalizada como justificación divina del poderoso y consuelo patético del oprimido; junto con el ocio del rico y una base de necesidades materiales que les da sustento surgió la filosofía el arte y la ciencia; la ideología se divide en tantas partes como clases y grupos parten a la sociedad, dominando la ideología de la clase dominante. Con el excedente nace también la posibilidad del comercio regular, aunque en un comienzo de artículos de lujo, y con él se desarrolla la división del trabajo: “En Beida, Jordania existían talleres divididos en áreas separadas dedicados a la manufactura de útiles de hueso, de puntas de flecha y la fabricación de abalorios, lo que sugiere que diferentes individuos se centraban en la producción de un excedente de artefactos que luego intercambiaban con otras familias o con otras comunidades”[128]; con el comercio surge la necesidad del transporte y se inventan los vehículos de ruedas y los barcos de vela; con la domesticación de las ovejas también se domestica su lana y surge el hilado y el tejido; con una mayor necesidad de almacenamiento surge la alfarería, la cerámica y el torno del alfarero junto con una nueva división del trabajo (el artesano); el cocimiento del barro es el punto de partida para la fundición del cobre; con el almacenamiento surge la contabilidad, las matemáticas, los pesos y medidas y la escritura; con la necesidad de prever los ciclos agrícola nace la astrología (que es a la astronomía como la alquimia a la química) y los calendarios (algunos, como el maya, más precisos que los modernos). Con este salto la sociedad se dividió para muchos milenios entre reyes y plebeyos, sacerdotes y herejes, millonarios y mendigos, doncellas y prostitutas, ideas y materia, doctores e ignorantes; no obstante dicho salto tenía que darse antes de que el hombre pudiera liberarse definitivamente de esas lacras sociales y enviarlas definitivamente al museo de antigüedades.
El neolítico es un fenómeno que se extiende a nivel global desde el 12000 a C. hasta el 2000 a C. empezando por el oriente medio y extendiéndose a Europa por una combinación de difusión y desarrollo independiente. Muy probablemente la revolución neolítica haya surgido independientemente en China y el sudeste asiático (5000 a C.) así como en el oeste de África (8000 y 6000 a C.). Por supuesto que la revolución neolítica en América (7000 a C.) se dio con absoluta independencia de cualquier influencia del “viejo continente”. Estos datos resultan importantes porque la asombrosa similitud de fenómenos asociados a la revolución neolítica en poblaciones sin ningún tipo de influencia representan experimentos históricos involuntarios que confirman de manera incontrovertible las tesis del Materialismo Histórico; como señala Marvin Harris “Los orígenes independientes de la agricultura del Nuevo Mundo avalan la hipótesis de que las culturas humanas tienen mayores probabilidades de evolucionar en unas direcciones que en otras. Indican, además, que hay que buscar la explicación de las convergencias y divergencias de la historia humana en el estudio de los procesos materiales que tienden a producir consecuencias similares bajo condiciones similares”[129]. En efecto, el surgimiento en el nuevo mundo del sedentarismo, las ciudades, estados, imperios, arquitectura monumental, escritura, metalurgia no pueden ser obra del espíritu humano, de los grandes hombres, de la casualidad o de la influencia de alguna civilización extraterrestre (los crédulos idealistas están dispuestos a aceptar cualquier explicación, por absurda que esta sea, antes de acudir a explicaciones científicas); por tanto es claro que existen leyes que rigen el desarrollo histórico, su intelección es la tarea central del Materialismo Histórico. Incluso las diferencias y los retrasos relativos en el desarrollo encuentran su explicación desde la perspectiva materialista de la historia.
a) La producción del excedente, los cabecillas, los grandes hombres y los jefes. El camino hacia el estado y las clases sociales
Aunque ya hemos bosquejado el proceso, debemos preguntarnos lo siguiente: cuáles son las condiciones objetivas que transforman a las sociedades comunistas que viven en bandas y aldeas, sociedades que desconocen las desigualdades sociales, la explotación y al monstruoso aparato estatal?, cómo es posible que en un periodo de tiempo extraordinariamente corto los igualitarios Natufienses del Oriente Medio se convirtieran en violentas tribus fuertemente jerarquizadas y posteriormente (apenas unos miles de años) en el primer estado sobre la faz de la tierra (los sumerios)?.
Hemos visto que en las sociedades del comunismo primitivo los liderazgos que adquieren ciertos individuos (individuos llamados por autores como Marvin Harris “cabecillas”) son liderazgos morales despojados de cualquier posibilidad coercitiva, el cabecilla de la banda no cuenta con un cuerpo de hombres armados elevado por encima de su clan que le permita imponer su voluntad; su voluntad se impone sólo porque el cabecilla se ha ganado ante los ojos de sus iguales una autoridad moral derivada de su talento especial en alguna esfera de importancia para el clan, fuera de esta esfera especial la opinión del cabecilla cuenta como la de cualquier otro miembro de la gens; en la sociedad de los Kung san del Kalahari, por ejemplo, se cumple estrictamente la idea que Lenin explicara en “El estado y la revolución” de que “cuando todo hombre es burócrata por turnos, entonces nadie es burócrata”; los Kung actúan de acuerdo a esta idea no porque hayan leído a Lenin sino porque esta conducta igualitaria nace indefectiblemente de sus condiciones de existencia. Cuando un antropólogo preguntó a los Kung si en su banda existía algún jefe poderoso le respondieron “Naturalmente que tenemos cabecillas. De hecho, somos todos cabecillas…cada uno es su propio cabecilla”[130]. Entre los Semais de Malasia, los cabecillas no son más que individuos con autoridad dentro de un grupo de iguales, Robert Dentan describe su liderazgo de la siguiente manera: “mantienen la paz mediante la conciliación antes que recurrir a la coerción. Tienen que ser persona respetada (…). De lo contrario la gente se apartará de él o va dejando de prestarle atención (…). Además, la mayoría de la veces un buen cabecilla evalúa el sentimiento generalizado sobre un asunto y basa en ello sus decisiones, de manera que es más portavoz que formador de la opinión pública[131]”.
El factor material fundamental que transforma a estos pueblos comunistas en sociedades jerarquizadas primero y en estados después es, sin duda, la producción de un excedente capaz de ser acumulado en las manos de una naciente casta privilegiada, la revolución neolítica es el cambio revolucionario por excelencia que posibilita de manera estable y permanentemente creciente estas desigualdades que van desde las jefaturas hasta el Estado y la explotación de clase. Una de las evidencias más palpables de que, entre todos los factores que catalizan el surgimiento de las desigualdades, es la producción regular de un excedente el elemento central, lo dan los Kwakiult de Vancouver que a pesar de ser cazadores recolectores presentan diferencias jerárquicas (empero no existen clases sociales). La razón de la existencia anómala de sociedades cazadoras recolectoras con diferencias de rango no la encontramos en la avariciosa “alma humana”, como un espíritu simple y superficial pudiera pensar, sino en condiciones ecológicas excepcionalmente favorables que permiten el aumento de la producción hasta el punto en que son posibles las diferencias de riqueza y poder: “la mayoría de estas sociedades cazadoras-recolectoras no igualitarias” nos dice Harris “parecen haberse desarrollado a lo largo de las costa marítimas y los cursos fluviales, donde abundan los bancos de moluscos, se concentran las migraciones piscícolas o las colonias de mamíferos marinos favorecían las construcción de asentamientos estables y donde la mano de obra excedente se podía aprovechar para aumentar la producción del hábitat[132]”. El excedente así producido favorece el surgimiento de los que algunos antropólogos llaman “grandes hombres” que concentran los recursos excedentarios promoviendo la producción por medio de la realización de festines redistributivos, con los cuales el “gran hombre” justifica su prestigio; con todo los “grandes hombres” no tiene aún poder coercitivo, ni constituyen una clase social desde el punto de vista marxista porque su relación con los medios de producción no les da un control sobre ellos (acceso a ríos, bosques, etc.) ni mucho menos los hace dueños privados de dichos medios de producción. Lo relevante de la existencia de rangos en estas sociedades es la prueba químicamente pura de que es en el excedente de producción donde debemos buscar la causa de la reacción en cadena que nos lleva del comunismo primitivo al surgimiento del Estado.
Es interesante mencionar brevemente alguna de las formas en que dicho excedente pudo irse concentrando en una germinal casta privilegiada. En un principio los excedentes producidos se distribuyen de una manera igualitaria que, sin embargo, ya esconde en su seno el potencial para las diferencias de rango y poder, al comienzo el excedente se consumía en forma de grandes banquetes al que todos los miembros del clan podían acceder y contribuir. Cuando el excedente se torna regular empieza el germen de la desigualdad. Uno de los ejemplos de la manifestación de grandes hombres y la administración de excedentes y desigualdad en germen lo dan los Siuais de una de las islas Salomón (Bouganville) del Pacífico Sur. Con la producción incipiente pero regular del excedente, posibilitado por la agricultura en pequeña escala y la domesticación de animales no susceptibles de explotar en labores del campo (en este caso nueces, cocos y cerdos), surge una forma de liderazgo que nace directamente de la existencia previa de “cabecillas” y que los antropólogos llaman “los grandes hombres”. El prestigio de los grandes hombres (llamados mumis por los Siuais) se adquiere cuando éstos convencen a una parte de su clan de producir y donar parte de sus cosechas y animales para un gran festín en el que son convidados algunos miembros del clan y eventualmente otros clanes; con la concentración de estos excedentes algunos de los miembros del clan que apoyan al aspirante pueden darse ciertos lujos como “clubs especiales” para hombres donde éstos son agasajados con comida y sexo; a medida que crece la fama del mumi este desafía a los mumis anteriores con banquetes de dimensiones cada vez mayores. Con el prestigio ganado el mumi ganaba el derecho de encabezar a una coalición de bandas guerreras cuyo probable propósito constituía la rapiña y el acceso a mejores tierras de cultivo. No obstante los privilegios del grupo que apoya al “gran hombre” e incluso los del mismo aspirante son tan inestables que depende de buena voluntad de su clan, en muchas ocasiones el mismo “gran hombre” se queda con la peor parte ya que su prestigio depende de la fastuosidad y prodigalidad del banquete; no es raro que “el hombre que ofrece el banquete se queda con los huesos y los pasteles secos; la carne y el tocino son para los demás”. De acuerdo con Harris estos festines sirven para “transferir alimentos y otros objetos de valor de centros de alta productividad a aldeas menos afortunadas[133]”; sin negar este hecho, pienso que los festines redistributivos expresan ante todo el germen de un modo de producción tributario. El fenómeno social de los grandes hombres y su séquito revela el germen de una corte palaciega que es comprada con pequeños privilegios especiales y el fenómeno nunca antes visto en sociedades comunistas de hombres haciendo gala y ansiando prestigio. Con todo los mumis o grandes hombres juegan un papel como promotores de la producción y como redistribuidores del incipiente excedente, su prestigio sigue estando a pesar de todo bajo control democrático de la aldea, son poco más que cabecillas exacerbados. El fenómeno de los festines redistributivos, en donde los cabecillas presumen su capacidad de concentrar grandes cantidades de bienes, en particular el caso de los Kwiakiutl, ha servido para interpretaciones que sólo sirven para oscurecer la comprensión racional y materialista de este fenómeno con consecuencias desastrosas, Ruth Benedith, alumna de Franz Boas –quien por cierto prologó su libro Paterns of Culture-, sostuvo que la explicación de las costumbres de los Kwiakiutl, no se explicaban por causas racionales sino por una psicología megalómana que era “la taza que Dios les había otorgado para que bebieran de ella”. Sin embargo, la megalomanía de los jefes Kwialkiultl, expresa más bien, un proceso de cristalización de diferencias sociales cuyo origen no está en el alma humana sino en la producción, el idealismo burdo de Benedith es un obstáculo que impide conocer y explicar las causas verdaderas detrás de fenómenos complejos.
Los festines redistributivos constituyen una de las formas en que pudo ir cristalizando una casta privilegiada, una corte palaciega y a una mayoría obligada a pagar tributo, seguramente la forma concreta en que surge una sociedad estratificada desde el igualitarismo que caracterizó (y caracteriza) a los pueblos cazadores recolectores conoció una infinidad de formas y variantes peculiares. Lo que nos ha interesado dejar de relieve es el contenido que se manifiesta a través de la forma, ese contenido es dado por un excedente de producción tal como Marx y Engels señalaron.
CONCLUSIONES.
Dumspirospero! (¡Mientras hay vida hay esperanza!)
No hay razones para sostener que el proceso histórico está marginado de una comprensión racional y objetiva de su devenir. Si la historia humana, el surgimiento de la humanidad y la civilización constituyen enigmas indescifrables dominados por la irracionalidad, el azar y el capricho (tal como sostienen las modas posmodernas) ya podemos renunciar a explicar fenómenos de importancia fundamental para la mayor parte de la humanidad tales como la explotación, la desigualdad, la pobreza, la destrucción del ambiente, la opresión de género, etc. Las modas posmodernas, a pesar de su superficial radicalismo, resultan muy convenientes para la pequeña élite que se ve beneficiada por la situación actual – y de la cual se benefician también muchos de los posmodernos encerrados en sus torres de marfil- porque evitan cualquier explicación que amenace su estatus y poder. Es verdad que las consecuencias prácticas indeseables de la teoría no pueden constituir el criterio de su veracidad; si los posmodernos tienen razón en la imposibilidad de entender la historia no hay nada que podamos hacer al respecto (llama la atención que aquellos que hablan sobre la imposibilidad de la comprensión racional hayan escrito infinidad de libros –pesados y aburridos- para explicar la imposibilidad de explicar nada). Sin embargo los posmodernos se equivocan; creemos que su reinado empieza donde existe la oscuridad y finaliza donde empieza el conocimiento. Con todo y la imperfección de nuestros conocimientos (que por lo demás jamás pueden ser absolutos) estamos de acuerdo con Marvin Harris cuando señala que “por imperfectas que puedan ser, las soluciones probables deben tener prioridad sobre esa inexistencia de soluciones (…)[134]”.
El surgimiento del género Homo y, posteriormente, el sapiens-sapiens puede explicarse más allá del azar o el libro del génesis; a grandes rasgos las fuerzas subyacentes que orientaron el proceso de hominización son inteligibles y claras. El salto de las leyes de la selección natural a las leyes de la selección cultural (que subsumen a las leyes naturales sin poderlas anular nunca) se explica por la vía abierta por Marx y Engels: la producción de herramientas que nos transformaron físicamente y socialmente. Para toda la fase paleolítica la dialéctica entre los cambios medio ambientales que suponen crisis a superar y las fuerzas productivas con las que se superaron explican las diversas fases de la prehistoria y los cambios asombrosos que van del Homo hábilis al sapiens-sapiens, se trata de un proceso caracterizado por cambios suaves -e incluso estasis-, interrumpidos por saltos bruscos y repentinos; el género homo domesticó el fuego y creo herramientas específicas que definen las eras del paleolítico; el lenguaje y la cultura humanas (cultura material y espiritual) son una expresión de la creciente riqueza productiva y social del ser humano, una objetivación de sus relaciones sociales.
Hemos subrayado con insistencia el hecho de que durante la mayor parte de la historia humana los seres humanos se las arreglaron bastante bien sin leyes escritas, sin Estado, sin castas, sin ejército y sin desigualdades en status y poder, sobre todo, sin explotación y sin clases sociales. Se diría que la supuesta naturaleza humana que la burguesía proyecta a todos los tiempos e incluso a todas la galaxias es un hecho bastante reciente; con más razón podríamos decir – a la vista de la moral dominante en los pueblos cazadores recolectores- que el ser humano tiende más al cooperativismo que al individualismo y a la generosidad que al egoísmo. Esa supuesta “naturaleza humana” tan plástica y cambiante lo único que demuestra es que existe la posibilidad de configurarla transformando las relaciones sociales y el contexto material que le sirve de base. Hemos tratado de mostrar que la guerra no es una actividad impresa en los genes del hombre sino que surge en la prehistoria en virtud de la necesidad de dispersar a las bandas de cazadores y recolectores (hay que recordar, sin embargo, que no hay evidencias contundentes de guerra durante el paleolítico).
La sacrosanta familia monogámica –esa prisión para la mujer y esa reproductora de la relaciones sociales de clase- es sólo una de las formas familiares que se han sucedido históricamente y que obedece a condiciones y relaciones sociales concretas. La existencia de clanes y bandas relacionadas por líneas consanguíneas muestra que la familia monogámica ni es eterna ni es la única posible. Si bien con mucha precaución y a título de hipótesis hemos tratado de mostrar la vigencia de la línea evolutiva trazada por Engels que va desde las hordas indiferenciadas de Australipithecus al surgimiento de la familia nuclear. Ese estudio ha mostrado que los roles de género y la opresión de la mujer está íntimamente relacionada con factores como la revolución neolítica, la domesticación de animales de tiro y el surgimiento de las clases sociales; la existencia de la opresión de la mujer en modos de producción diferentes al capitalista oscurece y parece eternizar la subordinación de la mujer, pero esa aparente omnipresencia lo único que muestra es su relación con la explotación de clase en general. Durante todo el paleolítico el status y la valoración de la mujer fueron mucho mayores que en toda la vida civilizada.
El pensamiento mágico y el arte del paleolítico superior expresan una forma de vida colectiva, igualitaria, comunista; orientada, primariamente, a la producción y reproducción de la vida; los espíritus de la naturaleza, los animales y los ancestros constituyen un reflejo invertido de la vida real comunista de estos pueblos y resultan por demás interesantes porque muestran el lazo originario entre los fenómenos llamados superestructurales y su base material económico social, relación que se oscurece y se complica con la división social del trabajo, de la ramas de la ciencia y el pensamiento, con el surgimiento de la separación aparente entre lo ideal y lo material propia de la civilización. En su origen resulta evidente con toda su simplicidad e ingenuidad el lazo entre la base material y la ideología. De hecho la vida espiritual y las necesidades materiales de los pueblos cazadores recolectores aparece tan ligada indisolublemente que pensadores como M. Godelier llegaron a afirmar que los fenómenos superestructurales en la prehistoria adquirían directamente funciones económicas; es claro, con todo, que en el pensamiento mágico se encuentran en germen futuras formas ideológicas como el pensamiento religioso y que su base última es el contexto material. La existencia de lo que se puede denominar pensamiento mágico (creencia en espíritus, magia, conjuros, etc.) en bandas recolectoras y cazadora sin relación alguna muestra que existen patrones culturales en sociedades con un nivel de desarrollo equivalente.
La Revolución Neolítica no fue, simplemente, una gran idea que hubiera podido suceder en cualquier momento en la historia. Como suele suceder en la historia una crisis histórica fue resuelta mediante una revolución; el cambio climático del fin del pleistoceno obligó a los pueblos cazadores y recolectores a emprender una de las revoluciones más radicales de la humanidad, es sorprendente que el Mesolítico (como fenómeno cultural) se presentó en sociedades sin ningún tipo de relación (en Mesoamérica al mesolítico, por ejemplo, se le conoce como periodo arcaico) aún cuando sus ritmos fueran diferentes. Sus repercusiones cambiarían el modo de vida de los últimos 140 mil años -incluso más atrás si incluimos a los homínidos que antecedieron al sapiens-sapiens o si aceptamos la hipótesis de que el sapiens-sapiens tiene una antigüedad de 200 mil años-. La producción de un excedente catalizó el surgimiento de castas privilegiadas, jefaturas, guerras regulares y en última instancia el Estado y la civilización; una transformación de este calado en apenas unos cuantos miles de años no tiene precedentes. El proceso de jerarquización va desde los cabecillas propios del comunismo primitivo, pasando por los “grandes hombres”, para llegar a las jefaturas y finalmente a los estados con sus reyes.
Es una muestra clara de la existencia de leyes subyacentes en la historia el hecho de que en las llamadas “civilizaciones prístinas”, -civilizaciones que surgieron de manera independiente (Mesoamérica, Sudamérica, Medio oriente, India, China, África)-, se dieran fenómenos sorprendentemente similares (aunque divergentes en su forma y contenido) como el surgimiento de las clase sociales, el estado, la arquitectura monumental, la escritura jeroglífica, la metalurgia, la astronomía, las matemáticas, etc. incluso en cuanto a su contenido las similitudes no dejan de llamar la atención: los modos de producción tributarios que organizaban la construcción de grandes obras públicas (sobre todo hidráulicas) especialmente la construcción de monumentales estructuras piramidales orientadas de acuerdo a fenómenos celestes de importancia para los ciclos agrícolas (En Mesoamérica desde los montículos de la cultura cultura Olmeca hasta las impresionantes pirámides de Teotihuacan y los mexicas, lo mismo en Sudamérica antes de los Incas; en Mesopotamia encontramos los Zigurat, en Egipto las famosas pirámides, en la India, en China, etc.). El caso de la pirámides es interesante porque constituyen una muestra clara del vínculo entre un modo de producción y sus manifestaciones arquitectónicas que sintetizan, en este caso, a civilizaciones que se basaban en la organización de la fuerza de trabajo (en forma de tributo) para la construcción de obras públicas, pero en donde no existía, como forma social dominante, la propiedad privada de la tierra (en esto el “Modo de producción Asiático” se diferencia del feudalismo), civilizaciones que basaban su sustento en los ciclos agrícolas y por lo tanto en la observación de los cielos, culturas en donde existe una casta privilegiada que buscaba demostrar su poderío; vemos en todas estas características las condiciones que originaron la construcción de las pirámides (agregamos a ello que las estructuras piramidales son las más estables y por lo tanto las primeras manifestaciones monumentales de la arquitectura -haciendo a un lado las construcciones megalíticas construidas, al parecer, por sociedades con grado de jefaturas-).
A través de su historia el hombre ha arrancado a la naturaleza muchos de sus secretos, ha dominado las leyes del cosmos en un campo tras otro, se ha convertido de siervo impotente de las fuerzas naturales en amo que domina a la naturaleza por medio de presas gigantescas, reactores atómicos, satélites espaciales, aceleradores de partículas, etc. con la teoría de la relatividad especial el hombre es capaz de controlar las infinitas fuentes de energía encerradas en el átomo, como Prometeo, quien desafiara a los dioses, el hombre ha robado el fuego del conocimiento a la naturaleza. Desde un punto de vista científico-naturalista la necesidad de acudir a fuerzas sobrenaturales ha sido expulsada de un terreno del conocimiento a otro; sin embargo, esos conocimientos son monopolio de una minoría, de medios de emancipación se convierten, en el capitalismo, en medios de alienación y embrutecimiento masivo. A pesar de los enormes conocimientos científicos en todos los ámbitos existe un terreno en donde los hombres nos encontramos tan impotentes e ignorantes como se encontraba el Neanderthal frente a las fuerzas naturales: nuestras propias relaciones sociales, estas relaciones son producto de las fuerzas productivas creadas por el propio ser humano, muestran que el hombre aún no controla los efectos sociales a largo plazo de sus propias acciones[135], el mago ha conjurado fuerzas que no ha podido controlar y que lo subyugan; éstas relaciones ciegas determinan la suerte de millones de personas, su vida y su muerte, si tienen trabajo o son condenadas al ocio forzado o si mueren en guerras criminales; cada determinado tiempo condenan a la humanidad a la locura irracional de las crisis de sobreproducción en donde millones son condenados a la pobreza porque existe superabundancia. Las fuerzas económico-sociales del capitalismo se presentan mucho más aterradoras que los rayos desconocidos para el Neanderthal, no es casualidad, pues, que en esta época de crisis orgánica del capitalismo, de desindustrialización y especulación financiera -que convierte a la economía en un inmenso casino para degenerados vestidos con trajes finos- la clase dominante y amplias capas de la población se hundan en la superstición y el misticismo. En este contexto la comprensión científica de la historia se vuelve una necesidad de vida o muerte para la mayoría de la humanidad y en una seria amenaza para la clase dominante. Sólo se puede solucionar aquello que se comprende (ni reír ni llorar sino comprender decía Spinoza), la clase dominante no está interesada en comprender la historia, sus intelectuales posmodernos hacen todo lo posible para desalentar la intelección de los fenómenos sociales (en este sentido son anti-intelectuales), ¿cómo esperar una respuesta de aquellos cuyo trabajo consiste en no encontrar respuestas?; de ahí el odio venenoso que la clase dominante le tiene a las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. La caída del estalinismo –esa caricatura monstruosa, burocrática y anticomunista del socialismo- no ha roto la continuidad de la tradición revolucionaria establecida por Marx y Engels, la burguesía y sus representantes no pueden evitar el escalofrío al sentir el “aliento de Marx en su nuca”, tampoco han podido evadir al fantasma del comunismo especialmente en el contexto de la crisis orgánica de su sistema – la más importante desde 1929- y en el contexto de fuertes movimientos de masas en Latinoamérica.
La regulación racional de nuestras relaciones sociales es la tarea más urgente de nuestra época, de ella depende en gran medida el futuro de la civilización e incluso de la vida en la tierra. Hemos mostrado que en la historia nada es eterno, en realidad el modo de producción capitalista en el que vivimos tiene unos 250 años de existencia y ya ha agotado su utilidad histórica (revolucionar la ciencia y la técnica, crear un mercado mundial, etc.), toda la historia de la humanidad nos autoriza afirmar que este modo de producción no es eterno, no es el “fin de la historia”, perecerá tal como pereció el esclavismo y el feudalismo (la otra alternativa es la barbarie). Sin embargo éste cambio no es automático, requiere de la intervención consciente de hombres y mujeres. Por ello el estudio de la hominización, de las fases de la prehistoria y de todo aquello que nos ha hecho ser lo que somos adquiere una relevancia extraordinaria porque permite prepararnos para futuros acontecimientos. A pesar de la avalancha de atrocidades y sufrimiento que implica el Status Quo aquel que está convencido de que la historia puede ser comprendida tiene derecho a ser optimista; un joven Trotsky escribió en su primer exilio en Siberia un himno al optimismo revolucionario que mantuvo durante toda su vida y que suscribimos a manera de conclusión:
“¡Muera la utopía!, ¡Muera la fe!, ¡Muera el Amor! ¡Muera la esperanza!, truena el siglo veinte con salvas incendiarias y con el golpeteo de las ametralladoras.
Ríndete, patético soñador. Aquí estoy, yo, tu largamente esperado siglo veinte, tu futuro.
No, responde el optimista invencible: Tú, tú eres sólo el presente.”[136]
APENDICE. Alternativas materialistas al Materialismo Histórico.
“Marx formuló un principio que era por lo menos tan poderoso como el principio darwinista de selección natural, un principio general que mostraba cómo se podía construir una ciencia de la historia humana (…) o bien Marx (con la ayuda de Engels) fue el Darwin de las ciencias sociales, o si no, nadie lo ha sido” (Marvin Harris)
Durante gran parte del siglo XX en los países anglosajones, especialmente EUUA, dos o tres han sido las escuelas antropológicas que dominaron y dominan el ambiente académico (el estructuralismo lo abordaremos aparte ya que tiene mayor influencia en países latinos). Por un lado estaban (están) los biologicistas: pléyade que trata de deducir la evolución social de las leyes de la biología ya sea por medio de la aplicación a la sociedad del cliché “la supervivencia del más apto”, tan adecuada para describir y justificar la competencia capitalista, o por medio del racismo; después de los acontecimientos de la segunda guerra mundial las teorías racistas no podían ser defendidas abiertamente; recientemente el racismo se ha presentado bajo el ropaje de los test de inteligencia que supuestamente determinan el destino de las clases, las razas y la necesidad de la desigualdad social y pretenden demostrar que el gasto social en sectores marginados no tiene sentido pues su pobreza está determinada por la estupidez innata de negros y latinos. Por otro lado están los boasianos y todo un ejército de variantes postmodernas cuyo denominador común esta en el rechazo a la existencia de leyes que determinen la evolución social y que bajo el grito de guerra “todo vale”- especialmente las escuelas postmodernas- sustituyen la ciencia por la arbitrariedad y el subjetivismo (una de las alumnas más destacadas de Franz Boas, Ruth Benedith en su famosa obra Patters of Culture sostenía, por ejemplo, que el poltlach de los indios Kwalkiult estaba determinado por tendencias dionisiacas y megalómanas). Franz Boas, por su parte, se oponía a las generalizaciones teóricas oponiendo la recolección empírica de todos los datos posibles; conforme pasaba el tiempo Boas se orientaba más a las interpretaciones subjetivas (escribió el prólogo aprobando el libro extremadamente idealista de Ruth Bendith). Es cierto que los boasianos se opusieron a las interpretaciones racistas y sociobiológicas de la cultura en nombre de un abstracto multiculturalismo pero en el lugar del racismo nos ofrecían la arbitrariedad y la obsesiva recolección estéril de datos etnográficos (muchos de ellos mal recolectados por cierto[137]). Bajo estas premisas la antropología se encontraba en un callejón sin salida. No es sorprendente que algunos intelectuales trataran de salir de este callejón recuperando el sentido científico de su disciplina frente al racismo pseudocientífico, el empirismo estrecho de Franz Boas y a las modas postmodernas perdidas en el delirio literario y subjetivista. El más notable de todos ellos fue, sin duda, el Inglés (de origen Australiano) Vere Gordon Childe: un arqueólogo genial, de conocimientos enciclopédicos, que dentro del medio académico anglosajón se atrevió a sostener casi abiertamente el Materialismo Histórico, Gordon Childe puede ser catalogado, con todo y su lamentable admiración por Stalin, como uno de los arqueólogos y antropólogos más notables del siglo XX.
Casi al mismo tiempo otras figuras críticas se alzaron contra las escuelas dominantes. En el centro de EUA figuras como Leslie White y, posteriormente, Marvin Harris, adoptaron una actitud diferente a la de Gordon Childe, en vez de defender abiertamente la teoría marxista (cosa bastante complicada en el medio académico hay que reconocer), elaboraron una variante de marxismo con el fin de que resultara mínimamente aceptable para parte de un medio académico que no quería saber nada de revolución pero que se encontraba asqueado del subjetivismo. Hay que reconocer que en ese contexto introducir de nuevo el materialismo en la metodología resultaba un paso adelante bastante notable. Leslie White, después de romper con los postulados sociodarwinistas de Spencer, tras su contacto con las obras de Morgan y su viaje a la Unión soviética en 1929 para estudiar las obras de Engels y Marx[138], adaptó una versión de materialismo histórico que basaba la evolución cultural en la capacidad que el hombre tiene, por medio de la tecnología, de aprovechar la energía de su entorno: “los sistemas sociales están, en consecuencia, determinados por los sistemas tecnológicos, y las filosofías y las artes expresan la experiencia tal y como viene definida por la tecnología y refractada en los sistemas sociales”[139]. Esta versión, sin embargo, tiene el aparente defecto de establecer la relación entre tecnología y lo que los marxistas llamamos superestructura en términos mecánicos: donde Marx y Engels establecen una relación “en última instancia” White propone una relación directa; como hemos tratado de mostrar con anterioridad esa pequeña diferencia representa en realidad un verdadero abismo. Este abismo, desde nuestro punto de vista, no es casualidad: Leslie White jamás mostró el más mínimo interés por la dialéctica[140] su visión filosófica debía reflejarse irremediablemente en su interpretación. A pesar de ello Leslie White, de manera correcta, explicaba que la evolución social es un proceso divergente y convergente al mismo tiempo (a Leslie White como a Marvin Harris la dialéctica se les colaba, a veces, sin quererlo).
Para ser honestos hay que señalar otro elemento de la interpretación materialista de White: a pesar de haber “tomado” el núcleo de “su” teoría directamente de Marx y Engels, en la obra de White brilla por su ausencia las referencias a Marx y a la literatura marxista[141]; White no tuvo el valor y la honestidad intelectual para reconocer su deuda; por ello su adaptación tiene el vergonzoso sabor del plagio; plagio en donde Marx es despojándolo de su núcleo filosófico (Materialismo Dialéctico). Ni siquiera se puede afirmar que su interpretación sea original; no sabemos si Leslie White, durante su visita a la Unión Soviética, leyó la destacada obra del Bolchevique Nicolai Bujarin Teoría del Materialismo Histórico pero el hecho es que en esta obra escrita en 1921 Bujarín platea el materialismo histórico en términos de aprovechamiento de energía por medio del desarrollo de las fuerzas productivas: “La sociedad humana, desde sus comienzos, ha tenido que extraer energía material del mundo exterior; sin ello no habría podido existir. La sociedad se adapta tanto más a la naturaleza cuanto más energía extrae (y asimila) de ella[142]”. En realidad, a pesar de tener el mérito de introducir al medio académico una variante materialista de la antropología, el aporte teórico de Leslie White es francamente nulo. Sin desmerecer para nada la obra literaria de White (especialmente su obra más emblemática The evolution of cultura) el hecho de que sea un representante destacado de la teoría antropológica norteamericana es una muestra del famoso dicho que reza: “en la tierra de ciegos el tuerto es el rey”.
Un caso más notable es el antropólogo norteamericano de reciente desaparición Marvin Harris. Harris es considerado el padre del “Materialismo Cultural”. Una vez despojado Marx de su visión dialéctica y de su vinculación con la acción revolucionaria se trata del replanteamiento del materialismo histórico en términos más o menos equivalentes:
En conformidad con el principio de primacía de la infraestructura, el materialismo cultural propone una explicación de las variaciones y la evolución de los sistemassocioculturales, incluidas las economías nacionales y políticas, en términos de aspectos infraestructurales de un sistema” (…) “Un corolario lógico del principio de la primacía de la infraestructura es que, dada la presencia de complejos infraestructuralesevolucionados en sociedades diferentes, cabe esperar una convergencia hacia relacionesestructurales y rasgos simbólico-ideacionales similares. Lo contrario también es cierto: diferentes infraestructuras conducen a estructuras distintas y a símbolos e ideas diferentes[143].
Harris entiende por infraestructura a las prácticas de producción dominante o el modo de subsistencia – para ejemplificar lo que entiende por infraestructura nos habla de el forraje, la agricultura de secano o la producción industrial- (aunque induce a la confusión pues a veces lo que llama infraestructura se entiende como equivalente a lo que los marxistas llamamos fuerzas productivas y a veces no queda claro si por modo de subsistencia entiende modo de producción o una técnica productiva concreta); sobre la infraestructura se alza lo que Harris llama estructura de la sociedad que es un sinónimo de lo que los marxistas llamamos relaciones de producción; y finalmente la superestructura que hace referencia a la ideología de la sociedad. Marvin Harris señala correctamente que las condiciones materiales como los factores económicos, la relación entre tecnología y medio natural, y la práctica objetiva del hombre es el factor determinante que explica la evolución cultural. Esto es, desde el punto de vista marxista, correcto pero sigue siendo superficial.
Harris no avanza en profundidad cuando opone a la terminología marxista términos que, en el mejor de los casos, pueden ser sinónimos, o pueden provocar confusión y ambigüedad. Con ello lo que se obtiene es superficialidad relativa y pasos atrás en comparación con la teoría marxista. El caso de lo que Harris llama infraestructura nos puede servir de ejemplo, en su definición no se entiende si se refiere a las fuerzas productivas o si por modo de subsistencia se refiere al modo de producción. La terminología marxista es mucho más clara y específica: las fuerzas productivas hacen referencia a la unidad dialéctica entre fuerza de trabajo y los medios de producción; el modo de producción hace referencia al papel que desempeñan los individuos en el proceso productivo de la sociedad en relación a un determinado desarrollo de las fuerzas productivas, el modo de producción representa, así, la unidad entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción; para el marxismo estas condiciones materiales son la base de la sociedad. No creemos que se gane mucho separando las relaciones de producción de las fuerzas productivas llamándolas “estructura de la sociedad” (como si las relaciones sociales no fueran fuerzas materiales) cuando en realidad esas relaciones forman una unidad dialéctica con las fuerzas productivas encontrándose en la base (en la forma de un modo de producción concreto) sobre la que se alza la superestructura; por otro lado reducir la superestructura a los factores simbólico ideológicos (por lo menos eso es lo que Harris menciona en su definición) es por lo menos parcial y teóricamente irresponsable. Para el marxismo la superestructura está formada por la ideología dominante, las leyes dominantes, el arte y, en las sociedades de clase, el aparato estatal (ejército, policía, jueces, cárceles, etc.).
La claridad en los conceptos no es una cuestión baladí, la terminología marxista no solo hacer referencia abstracta al hecho de que los factores materiales determinen en última instancia la evolución social, sino explica la forma exacta (aunque general y abstracta) en que eso sucede: en el modo de producción (unidad de las fuerzas productivas y las relaciones de producción) se presentan contradicciones internas entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción expresadas en la forma de lucha de clases. En las sociedades primitivas en donde no existe la lucha de clases las contradicciones que impulsan el desarrollo histórico se encuentran en las fuerzas productivas, el desarrollo de la población y el medio natural. Dentro de las sociedades de clase esas contradicciones siguen existiendo de manera subordinada; la producción depende en último estudio en la explotación del medio y los modos de producción determinados tienen techos concretos a la densidad y número de individuos que es capaz de mantener, no obstante, el medio queda subsumido progresivamente a las fuerzas productivas. El desarrollo de las fuerzas productivas es el factor revolucionario que tarde o temprano choca con las relaciones de producción vigentes que forma el elemento conservador de un modo de producción determinado. Cuando Marvin Harris ejemplifica lo que él entiende por infraestructura con agricultura de secano, forrajeo, producción industrial no demuestra más que confusión. En lugar de una definición ambigua de infraestructura el marxismo entiende modos de producción determinado y no técnicas o fuerzas productivas concretas (el forrajeo y la industria son fuerzas productivas que no agotan la infraestructura), modos de producción que se suceden de manera dialéctica y que expresan un mayor control sobre el medio natural; así la infraestructura está representada por: el modo de producción comunista primitivo, el modo de producción asiático, esclavismo, feudalismo y capitalismo (que prepara las condiciones para el socialismo). Es cierto que esta explicación clásica de la sucesión de modos de producción no descarta la posibilidad histórica de que la sucesión pudiera haberse dado de manera divergente. Sólo podemos especular qué modo de producción, por ejemplo, hubiera sucedido al peculiar “modo de producción asiático” (es mejor llamarlo, como lo hacía Roger Bartra: “Modo o de producción tributario”) en Mesoamérica si los españoles no hubieran interrumpido su desarrollo: dentro de la formación social mexica podíamos encontrar en germen tanto elementos de feudalismo como de esclavismo y no es fácil determinar qué elemento podría haber dominado en un futuro el sistema. Ésto nos debe hacer llamar la atención de que la sucesión de modos de producción propuesta por Marx es sólo una guía para el estudio.
De acuerdo con Marx las crisis sociales que determinan el ocaso de un modo de producción y el alba de uno nuevo están determinadas por las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales vigentes. Si bien Harris acepta la importancia de la lucha de clases en el desarrollo histórico y en el surgimiento de nuevos modos de producción (aunque tiende a diluirla) su enfoque subraya el efecto del desarrollo de la población y la tecnología sobre la capacidad de sustentabilidad del medio hasta llegar al umbral de los rendimientos decrecientes, ruptura que abre periodos de crisis sociales que acicatean a la sociedad al desarrollo de nuevas tecnologías y eventualmente al surgimiento de nuevos modos de producción[144]; así Harris establece una curiosa mezcla entre la visión de Marx y la de Malthus. Harris es plenamente consciente, como por supuesto lo era Marx, de las intenciones políticas reaccionarias que impulsaron la teoría de Malthus, sin embargo, señala que parte de la teoría de Malthus se puede rescatar si se entiende que la contradicción entre el desarrollo de la población y los recursos ambientales se supera mediante el desarrollo de nueva tecnología. Se puede aceptar que el marxismo clásico no ha puesto la suficiente atención sobre el papel del desarrollo de la población y la sustentabilidad del medio, a pesar de que ya desde la ideología alemana Marx y Engels abrieron ésta veta de estudio al establecer que la reproducción sexual es parte integrante de la reproducción social del ser humano; desde esta perspectiva los factores señalados por Harris pueden jugar un papel: tal fue el caso de las crisis que explican el desarrollo de las sociedades pre-estatales o la caída de las culturas prehispánicas mesoamericanas, en este terreno Harris ha contribuido a enriquecer la visión marxista de la evolución social y cultural. Sin embargo también es cierto que Harris exagera demasiado el papel del crecimiento de la población y la sustentabilidad del medio, si bien señala que el papel de la sustentabilidad es uno más dentro de otros factores materiales como los señalados por Marx (lucha de clases, desarrollo de las fuerzas productivas, etc.) no se puede ocultar el papel central de éste factor dentro de la teoría del “Materialismo Cultural” de Harris. Insistimos que no se trata de negar el papel de la dialéctica entre población y sustentabilidad como un acicate del desarrollo de nuevas tecnologías (aún cuando el peso de ésta contradicción depende del modo de producción que se estudie, dentro del capitalismo este factor es secundario en relación al papel de la búsqueda de ganancia), pero es muy dudoso que éste factor pueda explicar el colapso de un modo de producción y el surgimiento de otro nuevo. Así por ejemplo el papel de la sustentabilidad del medio es inexistente en revoluciones como la rusa o la mexicana, es muy dudoso que en la Revolución Francesa el tema del ecosistema haya jugado siquiera un papel marginal. Incluso si consideramos las crisis sociales ocasionadas por la sustentabilidad o depredación del medio que han llevado al colapso de una civilización, tal como fue el caso de la cultura Olmeca y Maya, este colapso no llevó al surgimiento de un nuevo modo de producción, esto es muestra contundente de que sólo surge un nuevo modo de producción cuando las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones social, éste, como señala el materialismo histórico, es el factor central. Por supuesto que la depredación ambiental que ha generado el capitalismo es un factor de suma importancia que subraya la necesidad de trascender al sistema pero ello sólo es posible en virtud de las fuerzas productivas que el capitalismo ha gestado. Con todo es muy pertinente la lectura de los argumentos de Harris porque sin duda aclara elementos que enriquecen y complementan la visión del marxismo clásico; así por ejemplo, es muy interesante su explicación del papel del agotamiento de las tierras cultivables en la Europa medieval, producto del crecimiento de la población, y su reconversión en tierras de pastoreo como acicate de las condiciones materiales que impulsarían al desarrollo del capitalismo. Hay que leer a Harris y recuperar la parte valiosa de su aporte rechazando las extralimitaciones o exageraciones que deforman parcialmente su enfoque.
A pesar de cierta ambigüedad y ligereza en el cambio de terminología el “materialismo cultural” de Marvin Harris representó un paso adelante en el callejón sin salida en el ámbito académico y ayudó a poner orden y un poco de sensatez en el estudio antropológico. Marvin Harris tuvo, además, la honestidad de reconocer su deuda con el marxismo y admitir su trascendencia histórica: “Marx formuló un principio que era por lo menos tan poderoso como el principio darwinista de selección natural,” nos dice Harris, “un principio general que mostraba cómo se podía construir una ciencia de la historia humana (…) o bien Marx (con la ayuda de Engels) fue el Darwin de las ciencias sociales, o si no, nadie lo ha sido[145]”. Con esta perspectiva el estudio antropológico realizó avances notables en los libros de Marvin Harris en donde, entre otras cosas, se aplica de manera interesante la perspectiva materialista de la historia para desentrañar misterios culturales que aparentaban ser irresolubles y que servían de ejemplos para los posmodernos de que la historia no tiene leyes y es absolutamente impredecible; misterios como la vaca sagrada en la india, la negativa de los judíos y musulmanes a comer carne de cerdo, fuentes alimenticias que son repulsivas en ciertas culturas a pesar de estar disponibles, etc.; explicados de manera objetiva, científica e histórica. El análisis de Harris cobra altos vuelos cuando explica, en su famosa obra Vacas, cerdos, guerras y brujas, el contexto del surgimiento del movimiento cristiano primitivo como una expresión de la lucha de los oprimidos contra el imperio romano, en este texto Harris explica con detalle la efervescencia revolucionaria que daría origen a los movimientos “mesiánicos” donde guerrillas revolucionarias lucharían valientemente contra Roma en espera de el advenimiento de un mesías vengativo que aplastaría a los opresores (no obstante un análisis más profundo de este fenómeno lo podemos encontrar en Los orígenes de Cristianismo de Karl Kautsky que representa una obra clásica de análisis histórico desde la óptica del marxismo). Harris combatió de manera consistente las tendencias posmodernas y reaccionarias en la antropología desde un punto de vista explícitamente materialista. Propuso una útil distinción entre lo que denominó perspectivas emics y etics de la cultura o, en otras palabras, la perspectiva de un fenómeno cultural desde el punto de vista ideológico (desde el punto de vista del participante de la cultura que se estudia) y desde un punto de vista científico estudiando las causas materiales de la primera (hay que señalar que ya Marx en la Ideología Alemana señala que no debemos explicar una época por lo que ella dice de sí misma sino por lo que hace).
En este trabajo hemos hecho referencias constantes a la obra de este gran antropólogo del que se puede aprender muchas cosas valiosas que enriquecen el arsenal teórico del marxismo y de todos aquellos que quieren comprender científicamente el devenir histórico y el porvenir. No ocultamos nuestra simpatía y admiración por este gran estudioso de la cultura. Sin embargo debemos reconocer que son dos puntos, por lo menos, los que abren un abismo entre el Materialismo Histórico y el Materialismo Cultural: el rechazo del materialismo cultural del Materialismo Dialéctico y la vinculación de la teoría y la práctica. En la mayoría de sus libros Harris simplemente arroja por la borda al Materialismo Dialéctico sin preocuparse por argumentar su posición, su aversión parece ser simplemente un prejuicio absorbido de un ambiente académico positivista de corte antimarxista, de una incomprensión de su verdadero significado, además de una ingenua esperanza reformista de que el capitalismo “industrialmente desarrollado” había superado sus contradicciones fundamentales. Es un solo párrafo en su libro El desarrollo de la teoría antropológica todo lo que podemos encontrar al respecto:
Aún concediendo la pertinencia del análisis marxista de las contradicciones internas del capitalismo decimonónico, sigue siendo dudoso que ese mismo análisis resulte válido para el capitalismo modificado de las modernas naciones euroamericanas industrialmente desarrolladas. Por lo menos en algunos casos, como en la economíamixta de las democracias escandinavas, las contradicciones internas del capitalismo no parecen haberse resuelto por la negación de la negación, sino por múltiples compromisos del temido revisionismo. La dialéctica resulta cada vez menos útil a medida que sus principios de análisis se aplican a situaciones cada vez más alejadas del sistema social en que se inspiraron sus fundadores. El intento de Marx de identificar la lógica interna, hegeliana del derrumbamiento del mundo grecorromano y el paso al feudalismo resultó particularmente desafortunado. En su estudio del tipo asiático todavía obtuvo menos frutos. Puede que los grandes despotismos orientales de Egipto y Babilonia contuvieran las semillas de su propia destrucción, pero hay que admitir que permanecieron aletargadas durante un tiempo desmesurado. Y cuando entramos aldominio de las sociedades preestatales, la dialéctica se convierte en mero lastre. (…) Parece, pues, posible concluir que si el materialismo dialéctico es una guía útil para el análisis sociocultural, lo es en tanto un caso especial de una estrategia materialista más general. Es una modalidad local de análisis, que nació en la época del romanticismo y el industrialismo y resulta inadecuada para la historia general de la humanidad. Es unmaterialismo partidista con ribetes románticos y místicos, apropiado para hombres que aspiraban a fomentar una revolución basada en la estructura de clases y la ideología europea de mediados del siglo XIX. En cambio, las ideas materialistas más generales de Marx merecen planamente toda la atención que les podamos dedicar[146].
Con estas afirmaciones gratuitas y superficiales Harris pretende derribar el método que representa la síntesis de casi dos mil años de historia de la filosofía. Uno supondría que una empresa similar merecería un poco más de esfuerzo y seriedad. Pero analicemos las afirmaciones de Harris con un poco más de detenimiento. ¿Es cierto que las contradicciones internas del capitalismo ya no existen en “el capitalismo modificado de las modernas naciones euroamericanas industrialmente desarrolladas”?, ¿es cierto que ese supuesto hecho refuta al materialismo dialéctico? Harris no se explica más pero parece querer decir que en las “modernas naciones industrialmente desarrolladas” la lucha de clases no existe (esa es la contradicción fundamental de las sociedades de clases especialmente del capitalismo de acuerdo con la teoría marxista). La afirmación de Harris resulta particularmente irónica y bochornosa porque fue escrita en 1968 cuando en varias de esas “naciones euroamericanas industrialmente desarrolladas” como Francia, Italia y el mismo EUA se desencadenaba una intensa lucha de clases. Particularmente en Francia en el mayo de 1968 10 millones de trabajadores estaban en Huelga y el primer ministro Charles de Gaulle totalmente desmoralizado le diría al embajador norteamericano: “todo está perdido en unas semanas los comunistas estarán en el poder”, por lo menos las clase dominante en Francia tenía una opinión muy diferente a la de Harris y veían en la lucha de clases el factor político más importante en la ecuación. Un movimiento similar se dio en ese año en Italia (Otoño Caliente); en EUA el movimiento de la juventud y el movimiento negro cuestionaban el status quo y la guerra imperialista en Vietnam. Este no es el lugar para explicar estos movimientos a fondo solo diremos que éstos, particularmente el Mayo Francés, pusieron en jaque al sistema capitalista que no fue derribado de manera definitiva por la actitud de las direcciones de los partidos obreros (particularmente al PCF) que tenían una posición política similar a la de Marvin Harris (pensaban que el capitalismo se podía reformar quedando el socialismo en un futuro indefinido). ¿Qué decir de las afirmaciones gratuitas de Harris en nuestros días? hoy cuando vemos huelgas sin precedentes en muchos años en países como España, Francia, Italia y hasta en países de las “democracias escandinavas” como Suiza; hoy que vemos una la grotesca intervención imperialista en Irak y el ataque universal al nivel de vida de las masas (por ejemplo las pensiones), las afirmaciones de Harris parecen fuera de lugar. Aquí vemos, una vez más, la superficialidad del análisis del autor del Materialismo Cultural. Harris confundió el prolongado boom de la postguerra con el hecho de que el capitalismo hubiera superado sus contradicciones fundamentales. En cambio marxistas como Ted Grant explicaron ese boom en términos marxistas y explicaron que una nueva crisis sería inevitable.
Pero quizá acaso es cierto que “El intento de Marx de identificar la lógica interna, hegeliana del derrumbamiento del mundo grecorromano y el paso al feudalismo resultó particularmente desafortunado”. Como el destacado historiador marxista Perry Anderson muestra en su libro Transiciones de la antigüedad al feudalismo la transición del esclavismo greco-romano al feudalismo se explica por las contradicciones dialécticas internas del modo de producción esclavista. Efectivamente: el modo de producción esclavista requería de la conquista de territorios cada vez más amplios para obtener mano de obra esclava; pero esa tendencia chocaba con la capacidad del Estado para sostener a los ejércitos invasores y el ejercito burocrático necesario para administrar las colonias; en un punto determinado fuerzas centrípetas tendían a dispersar al imperio romano mediante la sesión de tierras a determinados jefes militares; la invasión de las tribus bárbaras no fue más que el accidente que desencadeno la necesidad en la que el feudalismo como nuevo modo de producción surgiría: un sistema en donde los jefes militares barbaros se repartieron las tierras y explotaron mediante una estructura jerárquica a campesinos avasallados. De esta manera se resolvió la contradicción interna del modo de producción esclavista ante la incapacidad de las revueltas esclavas para hacerse del poder. Esta explicación sólo es posible con la aplicación del método dialéctico. Como Marvin Harris no nos explica su propia posición en ninguna parte ni tampoco nos explica porqué Marx estaba equivocado en este punto no podemos más que afirmar que esta es otra de las afirmaciones “particularmente desafortunadas” que empañan el mérito de la obra de Marvin Harris.
Y qué hay con respecto a que “en su estudio del tipo asiático todavía obtuvo menos frutos. Puede que los grandes despotismos orientales de Egipto y Babilonia contuvieran las semillas de su propia destrucción, pero hay que admitir que permanecieron aletargadas durante un tiempo desmesurado”. En este punto la absoluta superficialidad y el formalismo de Harris salen a la superficie: ¿Qué tiene que ver el ritmo de desarrollo de un modo de producción determinado (característica que, en efecto, resulta muy importante en este tipo de sociedades) con la inexistencia de las contradicciones o la inexistencia del desarrollo mismo (por muy lento que éste pueda ser)?; quizá sólo Marvin Harris los sepa aunque no la haya explicado en ninguna parte. Es evidente que aún entre las sociedades tributarias existía desarrollo. Tan sólo hace falta ver el proceso de sucesión de las civilizaciones mesoamericanas (Olmecas-Mayas-Toltecas-Mexicas) para ver un proceso progresivo en cuanto al tamaño de las poblaciones el desarrollo de las técnicas agrícolas (horticultura-tala y quema- sistemas de irrigación- chinampas). Se puede especular que si el proceso no hubiera sido interrumpido por la invasión europea la sociedad mexica podía haberse desarrollado en líneas esclavistas o feudales. Por otro lado el surgimiento y derrumbe recurrente de estas civilizaciones puede ser comprendido de manera satisfactoria por el estudio de sus contradicciones internas (es decir en términos dialécticos): las implicaciones de sus fuerzas productivas en el medio ambiente (la tala de una elevada cantidad de bosques más allá de la capacidad de sustentación del medio); las tendencias expansivas de los imperios que generaban guerras civiles (la conquista española fue en realidad una guerra civil de los pueblos sometidos por los mexicas), la susceptibilidad de estas civilizaciones de ser interrumpidas si las aldeas se negaban a pagar tributo (los mexicas obligaban a pagar tributo a más de 400 pueblos relativamente comunistas). Es cierto que Marx no hizo más que bosquejar este modo de producción en el estudio de las sociedades asiáticas pero sólo bajo una lógica muy peculiar y tendenciosa se podría ver en ello una refutación del Materialismo Dialéctico.
Finalmente ¿será cierto que “cuando entramos al dominio de las sociedades preestatales, la dialéctica se convierte en mero lastre”?. Tratamos de demostrar que, por el contrario, el desarrollo y evolución de los pueblos paleolíticos y neolíticos expresa se explica en función de contradicciones dialécticas. El factor principal que explica la evolución de los pueblos paleolíticos se encuentra en la contradicción entre fuerzas productivas de la edad de piedra y un medio ambiente cambiante: la transición del paleolítico superior al mesolítico se explica, por ejemplo, por los cambios climáticos de la última glaciación que hicieron desaparecer a la megafauna pleistocena poniendo punto final al despegue cultural que originaría a culturas comunistas como los magdalenienses; estas contradicciones darían lugar a cambios en las fuerzas productivas que prepararían las condiciones para la revolución neolítica. Es cierto que Marx y Engels carecían de los datos arqueológicos y etnográficos con los que ahora contamos, pero eso no es culpa del Materialismo Dialéctico ni de Marx y Engels; a pesar de los errores de detalle es sorprendente la extraordinaria vigencia de textos como El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre adelantados por casi cien años a su tiempo. Eminencias como Stepen Jay Gould afirmaron que de haber tomado como punto de partida este texto de Engels la arqueología se hubiera ahorrado 100 años de errores[147] (el hombre de Piltdown es el más famoso de esos errores idealistas).
Para entrar al tema de la pertinencia del Materialismo Dialéctico en general ¿es cierto, como afirma Harris, que el materialismo dialéctico es “una modalidad local de análisis”?. No lo era así desde la perspectiva del Marx y Engels, para ellos el Materialismo Dialéctico representaba un método general para el estudio de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento; una concepción general del mundo que afirma que nada es eterno, que todo se encuentra en constante flujo y movimiento, que los cambios graduales provocan, tarde o temprano, cambios cualitativos y que el desarrollo tiende a la complejidad progresiva. Al contrario de lo que opina Harris esta concepción del mundo no es mística. Las grandes revoluciones científicas del siglo XX tienden a confirmar la visión del mundo expuesto en la Dialéctica de la naturaleza de Engels: la “Mecánica cuántica”, la “Teoría de la relatividad”, el “Equilibrio puntuado” en biología, la “Teoría del caos y la complejidad”, etc. señalan un mundo con saltos dialécticos, saltos del orden al caos, de unidad del caos y el orden, de la dialéctica entre necesidad y accidente, de unidad entre aleatoriedad de las partículas individuales y determinismo de la totalidad, de saltos bruscos en la evolución, de vinculación entre materia, espacio y tiempo; de unidad entre masa y energía; de saltos dialécticos entre las leyes fundamentales de la naturaleza hasta ahora descubiertas (fuerza nuclear débil, fuerte, electromagnetismo y gravedad); de la infinita inagotabilidad de la material (unidad de lo finito e infinito); de las contradicciones inherentes a las partículas materiales; etc. Este no es el lugar para profundizar en estos temas. En mi tesis “Materialismo Dialéctico. Teoría de la relatividad, Mecánica Cuántica y Teoría del Caos” he tratado de fundamentar la visión dialéctica en las grandes revoluciones científicas del siglo XX. Para lo que se interesen en la vigencia de esta forma de interpretar la realidad podemos recomendar, sobre todo, la destacada obra del marxista británico Alan Woods Razón y Revolución.
En este trabajo hemos tratado de dejar clara la pertinencia del Materialismo Dialéctico en el estudio de la evolución que va del mono al hombre y del hombre a la civilización. La evolución social es uno de los fenómenos más complejos del universo que no puede ser estudiado con éxito (lo demuestra la esterilidad del empirismo estrecho boasiano) con la lógica formal y el simple sentido común. ¿Cómo comprender las repercusiones de la posición bípeda y la fabricación de herramientas sobre la totalidad del cuerpo humano, nuestra conciencia y nuestra forma de relacionarnos?, ¿Cómo comprender sin un sentido dialéctico el salto de la evolución biológica a la cultural?, ¿cómo comprender la transición y encadenamiento de los modos de producción que se han sucedido en la historia?, ¿cómo comprender las condiciones que generan la necesidad de la transición de un modo de producción a otro?, ¿cómo podemos comprender la transición de una sociedad igualitaria a una desgarrada por antagonismos de clase?, ¿cómo comprender el surgimiento del estado?. Todos estos complejos fenómenos implican acumulación de cambios cualitativos que devienen en saltos bruscos y repentinos, contradicciones diversas y concretas que impulsan el desarrollo, reacciones en cadena que convierten los efectos en causas, fenómenos que en determinados puntos se convierten en su contrario, determinaciones que sólo pueden ser comprendidas en su mutua determinación. Es francamente gracioso ver como Marvin Harris arroja, con un superficial párrafo, al Materialismo Dialéctico por la puerta de su “Materialismo cultural” pero lo deja meterse por puertas y ventanas cuando reconoce, por ejemplo, la interacción recíproca entre sociedad e individuo, la “retroalimentación positiva” de la posición bípeda, y cuando llama a su método un “holismo metodológico” que explica el todo por las partes y las partes por el todo, reconociendo que entre los fenómenos culturales se da una interacción universal. Harris parece jugar a las escondidas con el marxismo, es una especie de marxista que se avergüenza de sus propias ideas y se resiste a llevar las consecuencias de su teoría hasta el final, parece un “marxista de closet” que deja entrar por las ventanas aquello que ha rechazado y al mismo tiempo, a pesar de lo valioso de muchos de sus libros, lo deforma y lo vuelve, en ocasiones, superficial, confuso y ambiguo.
Finalmente la vinculación marxista entre teoría y práctica no es producto de un simple delirio de activista, o un ímpetu romántico. Es el reconocimiento de que toda teoría tiene consecuencias en la práctica. No sólo se trata de interpretar y comprender el pasado, se trata de comprender el presente, estudiar objetivamente las causas de fenómenos sociales de importancia para la mayoría de la humanidad (desempleo, pobreza, guerra hambre, etc.); determinar las tendencias que determinan la evolución de la sociedad capitalista y la forma en que la acción humana se inserta, y se puede insertar, en ese proceso. Estudiar las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas (industria moderna) y las relaciones sociales. El marxismo explica que la industria moderna y la producción social con la división mundial del trabajo sonincompatibles con la propiedad individual de las palancas fundamentales de la economía. Esta es, de acuerdo con Marx, la fuente objetiva de fenómenos como la guerra imperialista, el desempleo y la miseria, entre otros. Marx explica que las fuerzas productivas dentro del capitalismo en una determinada fase de su desarrollo entran en contradicción con la propiedad privada y el estado nacional. Si tú señalas una contradicción señalas en parte la forma de resolverla. Marx explica que la producción social debe armonizarse con la propiedad colectiva de los medios de producción y al mismo tiempo señala que por su posición social en la producción los obreros deben tomar el control democrático de esas fuerzas productivas sociales (banca, tierra, industria). Señala que para realizar el potencial oculto en las fuerzas productivas modernas las clases explotadas deben organizarse y luchar al subrayar que la historia la hacen las masas y no las potencias ciegas de la economía que sólo ponen el potencial. Marx afirma que si no se da esta acción organizada de las masas la alternativa son la barbarie y el colapso de la civilización. (No es la primera vez que el colapso de una civilización sucede). Podemos o no estar de acuerdo con este análisis y diagnóstico, pero no podemos afirmar que en éste análisis haya algún elemento de subjetivismo o romanticismo. Una cosa es cierta: para actuar consecuentemente con el Materialismo Histórico se requiere un cariz moral y una fuerza de voluntad fuera de serie; este valor y sinceridad consigo mismo, en nuestra opinión, es otra de las diferencias entre el Materialismo Cultural y el Materialismo Histórico.
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[1] Carlos Marx, Prologo de la contribución a la crítica de la economía política, en K. Marx, F. Engels Obras escogidas en tres tomos, Tomo I, Progreso, Moscú, 1976, pp. 517-518.
[2] Así, por ejemplo, en los escritos de Franz Boas encontramos un obsesivo y progresivo rechazo a las generalizaciones teóricas y a la búsqueda de patrones en el desarrollo histórico, tal como comenta Marvin Harris en su monumental libro El desarrollo de la teoría antropológica : “(…) lo que encontramos en sus escritos es la convicción creciente, basada en la acumulación de pruebas etnográficas recogidas por él y por otros antropólogos, de que las búsqueda de regularidades estaba condenada al fracaso (…) así es verdaderamente difícil evitar la conclusión de que para Boas (…) era más importante probar el desorden histórico que formular los principios de orden” (Op, cit., p.241, p.248) con ello la ciencias sociales se vuelven imposibles, el empirismo extremo, al pretender rechazar a la metafísica y poner bases sólidas al conocimiento, se vuelve en su contrario y se autodestruye al anular la posibilidad del conocimiento humano , la colección de datos no hacen conocimiento sino constituyen, apenas, su punto de partida, por otro lado la recolección de datos sin una guía teórica correcta sólo aportarán confusión sin fin: “El propósito de desechar las deducciones especulativas en torno a la historia y sustituirlas por datos históricos concretos no necesita defensa. Pero, por otro lado, privar a la ciencia de toda posibilidad de especulación es privarla de su propia sangre” (Ibid. p. 249), con respecto a la acumulación obsesiva y estéril de datos Harris señala que: “la principal objeción contra las perspectiva boasiana es que ella la llevó a hacer una vasta recopilación de materiales primarios, de textos y de descripciones, sin realizar el menor esfuerzo con orientar al lector con gene realizaciones , aunque no fuera más que provisionales y de alcance restringido” (ibid. p. 227)
[3] Véase, por ejemplo, todo el capítulo noveno (que aborda críticamente al Particularismo histórico) de El desarrollo de la teoría antropológica de Marvin Harris.
[4] La idea de que el desarrollo de las fuerzas productivas representaba el criterio objetivo de progreso era para Marx tan importante que incluso señaló que el dominio británico de la India, con todo y su cruel brutalidad, preparaba las condiciones para la emancipación de los trabajadores hindúes: “La industria moderna, llevada a la India por los ferrocarriles, destruirá la división hereditaria del trabajo, base de las castas hindúes, ese principal obstáculo para el progreso y el poderío de la India. Todo cuanto se vea obligada a hacer en la India la burguesía no emancipará a las masas populares ni mejorará sustancialmente su condición social, pues tanto lo uno como lo otro no sólo depende del desarrollo de las fuerzas productivas, sino de su apropiación por el pueblo. Pero lo que sí no dejará de hacer la burguesía es sentar las premisas materiales necesarias para la realización de ambas empresas. ¿Acaso la burguesía ha hecho nunca algo más?, ¿Cuándo ha realizado algún progreso sin arrastrar a individuos aislados y a pueblos enteros por la sangre y el lodo, la miseria y la degradación? (…) Y sólo cuando una gran revolución social se apropie de las de la época burguesa, el mercado mundial y las modernas fuerzas productivas, sometiéndolos al control común de los pueblos más avanzados, sólo entonces el progreso humano habrá dejado de parecerse a ese horrible ídolo pagano que sólo quería beber el néctar en el cráneo del sacrificado”. (Carlos Marx, Futuros resultados de la dominación británica en la India, en Obras escogidas en tres tomos, Tomo I, p.510)
[5] El célebre antropólogo marxista VereGordónChilde señala que el criterio de progreso basado en el desarrollo de las fuerzas productivas puede ser verificad de manera científica por medio del estudio del comportamiento de las curvas de población en puntos críticos del desarrollo histórico como lo son el surgimiento de nuevos modos de producción: “Si examinamos todo el largo proceso que revelan los documentos arqueológicos y literarios, resultaría por demás evidente que una sola tendencia directiva en la esfera económica de los métodos por los cuales las sociedades más progresistas se procuran su sustento. En este dominio sería posible reconocer innovaciones radicales y verdaderamente revolucionarias, seguidas por tales aumentos en la población que, si se dispusiera de estadísticas fidedignas, cada una sería reflejada por una aguda curva en el gráfico de la población.” (Vere Gordon Childe, Que sucedió en la historia, Pléyade, Buenos Aires, 1972. p. 37)
[6] Federico Engels, El Origen de la familia, Editores Mexicanos Unidos, México, 1982, p.204.
[7] Federico Engels. Obras Escogidas. Vol. III, Editorial Progreso, Moscú, 1981. p. 514.
[8] Carta de Federico Engels a Conrado Schmidt del 27 de octubre de 1890.
[9] Carlos Marx, El 18 Brumario de Luís Bonaparte. Fundación Federico Engels. Madrid, 2003, p. 13
[10] Gordon Childe, op. cit., p. 31-32.
[11] Federico Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Fundación Federico, Madrid, Engels, 2006, p. 43.
[12] Marvin Harris, Introducción a la Antropología General, Alianza editorial, Madrid, 2003, pp. 232-233.
[13] No obstante Marx afirma en La ideología alemana que con la revolución socialista comienza la historia de la humanidad y concluye la prehistoria.
[14] Carol R Ember, et al, Antropología, Pearson, Madrid, 2004, p.122.
[15] Marvin Harris, Nuestra especie, Alianza Editorial, Madrid, 2004, p. 29.
[16] Ibid, p. 33.
[17] Ibid, p.34.
[18] María Purificación. et al, Antropología sociedad y cultura, México, McGrawHill, 2005, p.62.
[19] Federico Engels, El Papel del Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre, en Dialéctica de la Nturaleza, Editorial Cartago, México, 1983, p. 138.
[20] Ibid. p. 139.
[21] Carol R. Ember, et al. Antropología, p.103
[22] Alan Woods, Marxismo o revolución, Marxismo y socialismo del siglo XXI (respuesta a Heinz Dietrich), Fundación Federico Engels, España, 2008, p. 48.
[23] Para una valoración de la parte perdurable de Morgan y también de sus elementos caducos véase con espíritu crítico y con ciertas reservas El desarrollo de la teoría antropológica, una historia de las teorías de la cultura de Marvin Harris.
[24] Vid. Bolivar Echeverría, Definición de la Cultura, Fondo de Cultura Económica, México, 2001.
[25] León Trotsky, Cultura y Socialismo, en La era de la revolución permanente, Juan Pablos, México, p, 309.
[26] Luís Guzmán Palomino “El Proceso de Hominización y los Fundamentos de la Sociedad”, (ví: 9 de diciembre 2009) http://es.calameo.com/accounts/116093.
[27] Marvin Harris, Nuestra especie, p. 41
[28] Federico Engels, El papel del Trabajo en la transformación del mono en hombre, p.
[29] Gordon Childe, Los orígenes de la civilización, Fondo de cultura económica, México, 1954, pp. 26-27.
[30] Luís Guzmán Palomino “El Proceso de Hominización y los Fundamentos de la Sociedad”, (ví: 9 de diciembre 2009) http://es.calameo.com/accounts/116093.
[31] Ibid.
[32] Marvin Harris, Introducción a la Antropología General, p.118
[33] Luís Guzmán Palomino “El Proceso de Hominización y los Fundamentos de la Sociedad”, (ví: 9 de diciembre 2009) http://es.calameo.com/accounts/116093.
[34] Gordon Childe, Los Orígenes de la Civilización, p. 60.
[35] Cf. María Purificación Cervera Rivero, María Candelaria KuPuc, Antropología, sociedad y cultura, Mc Graw Hill, México, 2005, pp. 68-69.
[36] ChiaLan Po, Cueva hogar del hombre de Pekín, Ediciones en Lenguas extranjeras, Pekín, 1976, p. 45.
[37] Marvin Harris, Introducción a la Antropología General, p.118.
[38] Marvin Harris, Nuestra especie, p. 82.
[39] “Clash of the caveman”, Christopher Cassel, History Channel, Documental en DVD, 2008.
[40] Cf. Marvin Harris, Nuestra especie, pp. 85-86.
[41]LeroiGouram, El gesto y la palabra,Universidad Central de Venezuela, 1971,p.115.
[42] Ibid, p.117.
[43] Dynnik, Historia de la Filosofía, Tomo I; Grijalbo, México, 1962, pp. 34-35.
[44] Cf. A. Sobrero, La Lingua infinita,SocietàEditriceInternazionale, Torino, 1988, pp.189-191.
[45] Marvin Harris, Introducción a la antropología general, p. 234.
[46] Ibid. p. 220.
[47] Ibid. pp. 222-223.
[48] Marvin Haris, Introducción a la antropología general, p. 224.
[49] Ibid. p.
[50] Ibid.p. 580.
[51] Loc. Cit.
[52] Federico Engels, El Origen de la Familia La propiedad Privada y el Estado, p. 114.
[53] Carol R. Ember, et al, Atropología, p.66.
[54] Ibid, p.67.
[55] Ibid, p.110.
[56] Ibid, p.129.
[57] Marvin Harris, Nuestra especie, p.186.
[58] Federico Engels, El origen de la familia la propiedad privada y el estado, p 52.
[59] Véase el libro de Marvin Harris, Nuestra Especie.
[60] Federico Engels, Op, cit, p.38.
[61] Carol R. Ember, et al, Antropología, p.142”
[62] Para no caer en un burdo maltusianismo debemos insistir que el factor de los recursos disponibles no puede verse como una barrera fija, se trata de una barrera que se rompe progresivamente con el uso de nuevas técnicas e instrumentos productivos, es decir, ante el desarrollo de la productividad del trabajo.
[63] Engels, El origen de la familia la propiedad privada y el estado, pp. 41-42.
[64] Ibid. pp. 43-44
[65] Luís Guzmán Palomino, “El Proceso de Hominización y los Fundamentos de la Sociedad”, (ví: 9 de diciembre 2009) http://es.calameo.com/accounts/116093.
[66] Carol R. Ember, “Antropología”, p. 170
[67] Los arqueólogos utilizan la diferenciación en riqueza reflejada en las viviendas como un criterio inequívoco de la existencia de castas o clases sociales.
[68] Expresado en la inexistencia de diferenciación entre las distintas cabañas de este yacimiento.
[69] Francisca Martin Cano Abreu “Sociedades matrilineales de África” (ví: 10 de julio 2009), http://culturaarcaica.iespana.es/africa.matrilineal.html
[70] Engels El Origen de la Familia la Propiedad Privada y el estado. p48.
[71] Si bien cada gens es exógama, la Tribu (formada por todas la gens hermanas) es obviamente endógama: los emparejamientos se dan al interno de la Tribu aunque, al mismo tiempo, al exterior del clan.
[72] La historia muestra, sin embargo, que una relación afectiva fuerte entre una pareja sexual no excluye necesariamente el establecimiento simultáneo de otras relaciones con lazos afectivos igualmente fuertes. El amor de pareja no necesariamente implica fidelidad, se debe reconocer que el amor se configura históricamente aún cuando ello pueda parecer un sacrilegio al amor verdadero tal como se concibe desde la óptica de la familia monogámica.
[73] Ibid, p 65.
[74] Marvin Harris, Introducción a la Antropología general, pp. 405-406.
[75] Ibid. p. 406.
[76] Marvin Harris, Caníbales y reyes, Alianza Editorial, Madrid, 2006, p 123.
[77] Citado en: Carol Ember, et al, Antropología, p.175.
[78] Federico Engels, El Origen de la familia la propiedad privada y el estado, pp. 10-11.
[79] Ibid, pp. 11-12.
[80] Marvin Harris, Caníbales y Reyes, pp. 120-122.
[81] Maurice Godelier .Las sociedades precapitalistas, Quinto Sol, México, 1978, p.145.
[82] Martín Cano Abreu, F “Sociedades Matrilineales de Norteamérica” (en línea); http://culturaarcaica.iespana.es/norteam.matrilineal.html, http (consulta 3 de mayo 2009)
[83] CELA, “Historia de Nuestra América, Los Pueblos Originarios”, 2007, (ví:25 de enero 2010)http://www.educarchile.cl/Portal.Base/Web/VerContenido.aspx?ID=140983
[84] Francisca Martín-Cano Abreu “Mitos que recuerdan el matriarcado”, (ví: 2 de junio 2009) , http://culturaarcaica.iespana.es/3mitos_recuerdan.html
[85] Federico Engels, El Origen de la familia la propiedad privada y el estado, p. 54.
[86] Marvin Harris, Antropología general, pp. 549-550.
[87] Gordon Childe, Los orígenes de la Civilización, p.152.
[88] Marvin Harris, Antropología general, p. 556.
[89] Maurice Godelier, Las Sociedades Precapitalistas, p. 146.
[90] Marvin Harris, Caníbales y reyes, pp. 91-92.
[91] Para elaborar la tabla siguiente me he basado en la lista de sociedades matrilineales y matrilocales que aparece en: http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_matrilineal_or_matrilocal_societies (vi: 28 de octubre de 2010), en la tabla no he omitido prácticamente ninguna cultura de la fuente original por lo que no se me puede acusar de haber sesgado intencionalmente la muestra, en la tabla original no aparece la forma de producción de estas sociedades, esta información la obtuve de la muestra cruz cultural estándar que se encuentra en la siguiente liga de la red: http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/es/Standard_cross-cultural_sample(vi: 28 de Octubre de 2010), y de la información que se obtiene de una búsqueda general en la web. Frecuentemente las muestras de los etnólogos resultan exasperantes, tal es el caso de la muestra antes citada, centran su atención en los aspectos simbólicos soslayando las formas de producción de una forma totalmente ecléctica.
[92] Marvin Harris,Nuestra especie. p. 318.
[93] Marvin Harris, Introducción a la antropología general. p.451.
[94] Ibid, p.315.
[95] Ibid, p.317.
[96] Marvin Harris, Caníbales y Reyes, p.27.
[97] Cf. Ibid. p.28.
[98] Cf. Ibid. p.31.
[99] Marvin Harris, Introducción a la antropología general, p. 452.
[100]Federico Engels, El origen de la Familia la Propiedad Privada y el Estado, p 182.
[101] Gordon Childe, Evolución social, UNAM, México, 1964. p.71.
[102]Marvin Harris, Caníbales y reyes, p.103.
[103]Marvin Harris, Introducción a la antropología general, p. 458.
[104]Marvin Harris, Vacas, cerdos, guerras y brujas, Alianza Editorial, Madrid, 2006, p.119.
[105]Ibid. p. 119.
[106]Ibid. p.120.
[107]Con esto no quiero afirmar que los Bosquimanos no piensan, simplemente entiendo filosofía como un tipo de pensamiento racional, sistemático –en su origen de corte materialista- opuesto a la religión y al pensamiento mágico.
[108]Marvin Harris ha dado esta explicación de manera brillante en obras como Vacas, cerdos, guerras y brujas y Caníbales y reyes.
[109]Jonathan Fortich,“Apuntes marxistas sobre el origen del Arte”,(ví: 2 de febrero 2010), en http://www.mexico.elmilitante.org/node/1548
[110]Arnol Hausser, Historia Social de la Literatura y el Arte, Tomo I, Bercelona, De Bolsillo, 1998 p 14.
[111]Ibid. p.15.
[112]La calidad de dicho arte, no obstante, no está mecánicamente determinado por el contenido ideológico reaccionario que expresa y puede ser un arte valioso aunque exprese ideas equivocadas.
[113]Ibid. p. 16
[114]Marvin Harris, Introducción.a la Antropología General, p. 231.
[115]Cf: AndreLeroi-Gourham, Símbolos , artes y creencias de la prehistoria, Istmo, Madrid, 1984.
[116]Véase carta de Engels a Conrado Schmidt 27 de octubre de 1890.
[117]Marvin Harris, Caníbales y reyes, p. 53.
[118]Aunque hay que anotar que según Marvin Harris (en su obra Caníbales y Reyes) algunos miembros de esta lista se componen de refugiados producto del enfrentamiento entre bandas de cazadores recolectores producto de la lucha por los cotos de recolección y casa. Más adelante analizaremos esta fuente de conflicto.
[119]Marvin Harris, Introducción a la antropología general, pp.501-502.
[120]Marvin Harris, Caníbales y reyes, pp54-55.
[121]Marvin Harris, Introducción a la antropología general, p. 470.
[122]Gordon Childe “Que sucedió en la historia” p.59
[123]Marvin Harris, Introducción a la antropología. p. 234
[124]Ibid. p.233.
[125]Ibid. p. 237.
[126]Marvin Harris, Caníbales y reyes, p.44.
[127]Marvin Harris, Introducción a la antropología, p. 256.
[128]Marvin Harris, Introducción a la antropología general, p 256.
[129]Ibid, p. 279.
[130]Marvin Harris “Nuestra especie” p.318
[131]Ibid. P.319
[132]Ibid. 327-328
[133]Marvín Harris, Vacas, cerdos, guerras y brujas, p. 113.
[134]Marvin Harris, Vacas, cerdos, guerras y brujas, p.14.
[135]Engels señala éste hecho en El papel del Trabajo en la Transformación del mono en hombre, de la siguiente forma: “Cuando los árabes aprendieron a destilar el alcohol, jamás se les ocurrió que al hacerlo creaban una de las principales armas para la aniquilación de los aborígenes del continente americano, entonces todavía no descubierto (…) Los hombres que en los siglos XVII y XVIII trabajaban para crear el motor de vapor no tenían ni idea de que preparaban el instrumento, que más que ningún otro, revolucionaría las relaciones sociales en todo el mundo”(Op. cit, p. 146.)
[136]León Trotsky, La era de la revolución permanente, Juan pablos editor, México, 1998, p.44.
[137]La frecuente esterilidad de la obsesiva recolección de datos etnográficos triviales (Boas llenaba página tras página de sus estudios describiendo las recetas de moras de la tribu Kwakiutl –no dudamos de la utilidad de estas recetas para conocer parte de la cultura gastronómica de este pueblo- pero este tipo de datos son triviales para comprender y explicar su forma de vida-) se puede ejemplificar con el caso de la cultura Kwakiutl; Codere, quien es una de la personas que más ha trabajado con esta cultura en base e los materiales recolectado por Boas, afirmó que: “no es posible ofrecer una descripción sintetizada de la cultura Kwakiutl sobre la base de las obras de Boas”. El mismo Peter Murdock, quien en teoría era francamente ecléctico, afirmó con respecto a Boas que: “Aunque Boas llenó un estante de cinco pies con sus monografías sobre los Kwakiutl, esta tribu es una de aquellas cuya estructura social y las prácticas relacionadas con ella están pero descritas entre las doscientos cincuenta que cubre este estudio”, Harris, con buen sentido del humor, agrega una afirmación devastadora con respecto al estrecho empirismo boasiano: “Boas puede haber sido un buen etnógrafo de campo, pero lo fue sobre cosas equivocadas”(Todas las citas han sido tomadas de: Marvin Harris, El desarrollo de la teoría antropológica, pp. 272-273.)
[138]Véase: Marvin Harris, “El desarrollo de la teoría antropológica”, pp. 551-552.
[139]Ibid, p 551.
[140]Ibid, p552.
[141]Ibid. p. 553.
[142]Bujarin, Teoría del materialismo histórico, cuadernos de Pasado y Presente, México, 1985, p. 119.
[143]Marvin Harris, Teorías sobre la cultura en la era postmoderna, Biblioteca de Bolsillo, Barcelona, 2000, pp 142-143.
[144]Véase, por ejemplo, Caníbales y Reyes, especialmente el capítulo “Los orígenes del Capitalismo”.
[145]Marvin Harris, El desarrollo de la teoría antropológica, p.190.
[146]Ibid pp. 200-201
[147] Véase: Stepen Jay Gould, El pulgar del panda, Orbis, Barcelona, 1986.