El declive y caída de Romano Prodi demuestra la podredumbre del capitalismo italiano

0
155

El gobierno de centro izquierda encabezado por Romano Prodi descubrió sus miserias la noche del 24 de enero, cuando perdió por cinco votos la moción de confianza en el Senado italiano. Este acontecimiento representa otro paso en la profundización dela interminable crisis italiana. Ahora lo sustituirá durante los próximos meses Franco Marini, presidente del Senado, por lo menos hasta que se celebren nuevas elecciones. Después de esta debacle puede que Berlusconi gane de nuevo. Como pronosticamos, los, la izquierda ha malgastado años apoyando una política de colaboración de clases en un gobierno de coalición con la burguesía que ha preparado el camino para el regreso de Berlusconi al poder. El gobierno de centro izquierda encabezado por Romano Prodi descubrió sus miserias la noche del 24 de enero, cuando perdió por cinco votos la moción de confianza en el Senado italiano. Este acontecimiento representa otro paso en la profundización de la interminable crisis italiana.
Ahora lo sustituirá durante los próximos meses Franco Marini, presidente del Senado, por lo menos hasta que se celebren nuevas elecciones. Después de esta debacle puede que Berlusconi gane de nuevo. Como pronosticamos, la izquierda ha malgastado años apoyando una política de colaboración de clases en un gobierno de coalición con la burguesía que ha preparado el camino para el regreso de Berlusconi al poder.

¿Quién gobierna Italia?

Prodi es un burócrata burgués, un miembro típico de la camarilla dominante que ha gobernado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Antiguo miembro del establishment demócrata cristiano que gobernó Italia durante cuatro décadas, fue ministro de industria en 1978, después ejecutivo en el trust industrial estatal IRI, también presidente de la Comisión Europea y dos veces jefe de gobierno.

Como primer ministro contaba con el apoyo inestable de una coalición amplia que iba desde Refundación Comunista (PRC) a pequeños partidos del centro político. Uno de estos pequeños grupos, el Partido UDEUR, procede de la ruptura del Partido Demócrata Cristiano en 1994, que el 21 de enero retiró su apoyo a la coalición. Esto ocurrió después de que un escándalo de corrupción provocara una investigación a una parte importante de la dirección del partido y a la familia de su secretario. El escándalo estaba relacionado con el abuso de poder en la gestión del sistema sanitario, es decir, hacer dinero de manera ilícita a costa de los enfermos.

Paradójicamente, el secretario del partido, Clemente Mastella (también involucrado en el escándalo), ocupaba el ministerio de justicia antes de dimitir. Después de ser detenido, la esposa de Mastella declaró que supuestos "círculos seglares" querían perjudicarla debido a su fe firme en la Iglesia católica y romana.

El UDEUR consiguió el 1,4 por ciento de los votos y sólo 3 senadores (de 321). Su base principal de apoyo se centra en la ciudad de Ceppaloni, al sur de Italia, deprimida económicamente y dominada por la Mafia. Esta ciudad tiene 3.400 habitantes y es considerada un feudo de la familia Mastella. Y aún así, esta minúscula banda de oportunistas consiguió provocar una avalancha que rompió el equilibrio político de la séptima potencia industrial del mundo.

Mientras esta rápida presentación de la situación de la política italiana basta para demostrar lo corrompida e inestable que es la situación en la península, sería ingenuo creer que el final del "prodismo" se debe sólo al resultado de una serie de acontecimientos judiciales. Además, independientemente de lo que Mastella y su mujer digan, no existe una conexión lógica entre el escándalo y el golpe de gracia del UDEUR contra Prodi.

El gobierno tenía problemas mucho antes de este último escándalo de corrupción. Hace sólo unos días, otro pequeño grupo oportunista del centro del espectro político, dirigido por Lamberto Dini (antiguo director ejecutivo del FMI, ex – ministro de economía con Berlusconi, jefe de gobierno en 1995 y después seguidor de Prodi), declaró que había terminado el tiempo de Prodi. Para dar a nuestros lectores una imagen completa, sólo basta mencionar el hecho de que la mujer de Dini, una rica que tiene intereses inmensos en Sudamérica, ha estado implicada en un fraude con bancarrota y en diciembre fue condenada a 28 meses de prisión, aunque después se benefició de una amnistía general.

Estos son los tipos de gobernantes que el capitalismo puede ofrecer para ayudar a que Italia salga del pantano.

La izquierda: seducida y abandonada

Dini dijo que era necesario un Nuevo gobierno para llevar a cabo las "reformas" necesarias para el país, es decir, perseverar en los ataques a la clase obrera que los empresarios italianos necesitan, mientras que al mismo tiempo arrincona a la izquierda.

La respuesta de Prodi fue que él ya estaba desempeñándose en esta tarea, y era cierto. El sistema de jubilación, por ejemplo, sufrió una contrarreforma en 2007. Están privatizando Alitalia. La ampliación de la base militar norteamericana de Vicenza recibió la luz verde. Se aprobó una nueva Ley de Seguridad con tintes racistas que está siendo utilizada contra los trabajadores inmigrantes para fomentar las divisiones nacionales dentro de la clase obrera.

Se podrían dar muchos más ejemplos. Todas estas medidas han contado con el apoyo, bien acrítico o con algunas reformas menores, de todos los partidos de la izquierda y los sindicatos. Eso es lo que ha hecho que la izquierda pierda credibilidad durante el gobierno Prodi y que se esté utilizando a los partidos de izquierda para empujar el centro del país aún más a la derecha. Eso es precisamente lo contrario de lo que prometieron los burócratas de la izquierda a su base, es decir, influir en la política de la coalición para que tuviese una dirección progresista.

Es el resultado del fracaso en proveer de un análisis de clase al puzzle italiano. La república lleva varios años en una situación de inestabilidad como consecuencia de la debilidad del capitalismo italiano. La clase dominante se enfrenta a dificultades serias a la hora de encontrar una salida que no provoque en exceso a la clase obrera. El proletariado aún es poderoso y muy combativo, aunque frenado por el peso muerto de las direcciones burocratizadas de los sindicatos y la izquierda.

Esta debilidad se refleja en la necesidad de crear un gran estrato de formaciones parasitarias por encima de la frágil economía, sobre todo dentro del aparato del Estado. La burguesía italiana siempre se ha basado en distintos parásitos: como la Democracia Cristiana en el pasado, y ahora en su prole que comprende nada menos que 6 partidos diferentes (algunos aliados con Berlusconi, otros con sus oponentes y los demás… con el mejor postor), además de las poderosas organizaciones criminales, fusionadas profundamente con el aparato del Estado y los burócratas de los partidos burgueses, la Iglesia (enormemente subvencionada), el apoyo de los imperialistas extranjeros (OTAN y UE), etc., Esta situación creó una tendencia histórica a gobiernos frágiles, objetivos fáciles de pequeños grupos y de grupos de presión con intereses propios.

Un barco que se hunde

Desde 1989, junto a los cambios drásticos del orden mundial, el sector con más visión de futuro de la burguesía ha intentado crear un sistema de dominio más eficaz y barato. La presunta segunda república, según sus planes, seguirá el modelo de países como EEUU, con federalismo, un sistema bipartidista, un gobierno fuerte y estable, un parlamento débil, un ejército profesional poderoso, etc., Ese modelo haría que Italia tuviera un papel internacional importante. Hasta ahora han fracasado en esta tarea, e Italia actualmente es "el enfermo de Europa", como explicaba The Economist en 2005.

Como dice Saverio Borrelli, antiguo fiscal anti-corrupción, lo más probable es que Mastella y compañía hayan aprovechado el escándalo como "una excusa para hacer algo que él llevaba mucho tiempo planificando".

La coalición había agotado todas sus energías hace tiempo. La formación del Partido Democrático (con un objetivo de conseguir el 30 por ciento de los votos) tiene su origen en la fusión de los socialdemócratas (los demócratas de izquierda) con algunos restos de los demócrata-cristianos, y sólo ha servido para empeorar las cosas porque todos los partidos pequeños rápidamente se sintieron en peligro.

Su peor pesadilla llegó cuando el nuevo líder del Partido Democrático, Walter Veltroni, llegó a un acuerdo con Berlusconi para cambiar la ley electoral. Quieren hacerlo de tal manera que puedan garantizar que sólo los partidos más grandes puedan formar coaliciones. Esto minaría el futuro de todos los demás partidos, no sólo en el centro sino también en la izquierda. Así, pese al apoyo de Refundación Comunista a la coalición anti-Berlusconi: ¡ahora los dirigentes de la coalición han llegado a acuerdos con Berlusconi para evitar que los Comunistas entren en el parlamento! Y aun esto no fue suficiente para provocar una reacción en la dirección de Refundación Comunista, que está totalmente paralizada por el temor de perjudicar al gobierno.

Además, el alcalde de Roma, Veltroni, unos días antes de la crisis, anunció abiertamente la intención de que los Demócratas se presenten solos en las próximas elecciones, sin ningún tipo de alianza. Esta declaración provocadora tuvo inmediatamente un efecto desestabilizador, hizo que los partidos burgueses más pequeños se pusieran en movimiento.

Divisiones por arriba

La mayor parte de los escalafones superiores de la clase dominante realmente apoyan a los Demócratas. Sin embargo, el sistema político tiene su dinámica propia y el control de la burguesía del parlamento es muy débil e indirecto. Berlusconi puede comprar fácilmente a unos cuantos parlamentarios, como también podría hacerlo Prodi. Parece ser que Prodi compró a un parlamentario del UDEUR unas horas antes de la moción de confianza. Sin embargo, no fue suficiente para salvar a este gobierno. Como represalia, ese parlamentario fue golpeado e insultado en el mismo parlamento por otros parlamentarios del UDEUR. Las imágenes del senador de la República escupiendo a la cara de otro senador se han visto en todos los canales de televisión, lo que es otro buen ejemplo del bajo nivel alcanzado por Italia y su espiral descendente hacia el declive.

La propia clase dominante está dividida, como demuestran gráficamente los dos representantes nacionales de las grandes empresas. Uno es Silvio Berlusconi, el magnate histriónico, que es líder de la coalición de derecha y el hombre más rico del país. Por otro lado tenemos a Luca Cordero di Montezemolo, un hombre de mundo y culto, presidente de Ferrari desde 1991, de la FIAT desde 2005, y de la poderosa organización empresarial industrial, Confindustria. Este multimillonario de linaje aristocrático a menudo ha intervenido en cuestiones políticas, habitualmente con una posición bastante similar a la del Partido Democrático. Muchos esperan que entre directamente a la arena política y que finalmente sea elegido jefe de gobierno (después de todo, el presidente de la venezolana Fedecámaras ¿no hizo lo mismo después del golpe de Estado contra Chávez en 2002?).

El capitalista más rico y el que tiene más influencia en el país tienen dos opiniones contrarias de la caída de gobierno

Berlusconi quiere elecciones inmediatas porque es probable que gane. Se opone a que el Presidente de la república nombre interinamente primer ministro a Franco Marini. También dicen que ha amenazado con organizar una movilización de masas en Roma, calificada sin ningún tipo de escrúpulos por Berlusconi como "marcha sobre Roma", que recuerda a la manifestación fascista de 1922 que llevó a Mussolini al poder… con el consentimiento de Su Majestad.

Montezemolo ha definido lo ocurrido en el Senado como una "espectáculo indecoroso e inaceptable". Ha atacado a la casta política, utilizando el ejemplo del gobernador de Sicilia, que acaba de ser condenado a cinco años de cárcel por tener conexiones con la Mafia. Su receta para el país es un "gobierno técnico" a corto plazo que pueda completar la tarea de cambiar la ley electoral, porque "necesitamos grandes reformas" pero "los ciudadanos son los que deben decidir, no los partidos". Esto se traduce en una exigencia al gobierno para que apoye una coalición no elegida por nadie y sin principios con partidos procedentes de todo el espectro político, ¡cuanta preocupación democrática por que los "ciudadanos decidan" frente a que sean los partidos "los que decidan"! El gobierno a corto plazo elaboraría una nueva ley que daría una mayoría artificial al próximo gobierno antiobrero. Y quien sabe, quizá mientras tanto este gobierno "técnico" e "institucional" (es decir, no político) pueda también aprobar algunas leyes de las tanto necesitan los empresarios….

Esta misma postura de retrasar las elecciones y llegar a algún tipo de "gobierno de alcance limitado" cuenta con el apoyo del Partido Democrático, de los obispos -puede sonar extraño fuera de Italia, pero los obispos siempre dan su opinión sobre las cuestiones políticas de actualidad-, de la asociación de comerciantes, de los presidente de ambas cámaras del parlamento -uno de ellos es el anterior secretario general de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti- e, incluso, de una parte de la coalición de derecha.

¡El reformismo no es la salida!"

A principios de los años noventa los "gobiernos técnicos" (Amato, Ciampi, Dini) fueron los responsables de aprobar los peores recortes del Estado del Bienestar: pensiones, educación, salud, etc., Aunque Marini en el pasado fue líder de la confederación sindical demócrata cristiana (CISL), la realidad es que es el rostro viejo de la política burguesa. No lo hará mejor. Por esa razón es aún más absurdo el apoyo a este nuevo gobierno de algunos en la izquierda, concretamente de los dirigentes de Refundación Comunista.

La postura oficial del partido ahora es a favor de un nuevo gobierno que dure unos meses sólo con el objetivo de hacer una nueva ley electoral. Cuando los "comunistas" adoptan la misma posición que el líder de la organización empresarial algo malo está ocurriendo. Y, normalmente, quienes la pasarán mal no serán los empresarios.

Después de haberse disipado una buena parte de la credibilidad por formar parte de un gobierno burgués, Refundación ahora está en su momento más bajo y no debería apoyar las medidas adoptadas por un "gobierno institucional". Aunque pueda parecer una locura, en esto hay una lógica. La racionalidad detrás de esta locura es muy simple de explicar, pero no es una racionalidad de clase, sino burocrática y reformista. Esperan una nueva ley electoral que pueda apoyar el experimento político que llevan planificando desde hace un año.

En realidad, desde la formación del Partido Democrático, la fracción dirigente de Refundación ha desmantelado gradualmente cualquier remanente de un partido comunista en Italia. Su propuesta es la creación de un nuevo partido mediante la fusión de Refundación y otro pequeño partido comunista (PdCI) con los verdes y la izquierda democrática, una organización socialdemócrata encabezada por el Ministro de Universidades, vinculado al gobierno de centro-izquierda.

Este intento ya se hizo en el Partido Comunista de España con la creación de Izquierda Unida y también el reciento intento de los dirigentes del Partido Comunista Francés de liquidar el partido.

La burocracia tiene una idea que no puede revelar: una ley electoral draconiana podría ser un instrumento para forzar a la base recalcitrante a aceptar la liquidación, obligar a una fusión sin principios con los Verdes y los Socialdemócratas, por el bien de preservar una presencia parlamentaria considerable. Si esto implica el abandono de la hoz y el martillo en el logotipo electoral podría provocar conmoción entre los militantes del partido.

En la primera página del diario de Refundación, Liberazione, publicado el día en que se esperaba la caída de Prodi, Rina Gagliardi escribía un artículo titulado: ¿Por qué perdimos el desafío? El "desafío" al que hace referencia era imposible de ganar: tener un gobierno burgués que aplicase una política progresista y favorable a la clase obrera. Aquel que acepte un desafío que es imposible de ganar no puede estar muy bien considerado.

La explicación de Gagliardi de la razón por la que el agua se ha convertido en vino no es nada buena. En su opinión, Prodi no ha conseguido ser un líder radical izquierdista "como consecuencia de la ausencia de cualquier intento de reformar nuestra política […] él se ha comprometido el establishment y ha cedido a la presión de los grupos de presión". ¿Es verdad? No. No ha sido progresista porque es un conservador. La idea de que Prodi es parte del establishment parece que no les entra en la cabeza.

Aparte de este galimatías, este artículo es interesante porque demuestra la negativa total de la burocracia de izquierda a reconocer lo que está ocurriendo y sacar las conclusiones necesarias. Los dirigentes de Refundación no han llegado a rendirse directamente ante la clase dominante, como Veltroni y la mayor parte de los antiguos Demócratas de Izquierda, sin embargo, no pueden aceptar romper con la burguesía, o por utilizar su propio lenguaje, ni dejar de comprometerse con el establishment y la presión de los grupos de presión. Critican la formación del Partido Democrático, pero creen que no tiene otra alternativa que una alianza con ese mismo partido.

Rina Gagliardi escribe: "[…] no es legítimo sacar una conclusión brusca, como ‘nunca más en un gobierno con la burguesía"". ¿Por qué no? Esta es exactamente la conclusión "brusca" que los mejores militantes de Refundación, los sindicatos y otras organizaciones de izquierda están sacando en este momento.

¿Cuál es la solución según Gagliardi? Unas líneas más abajo encontramos el Santo Grial: la salida es el "nuevo sujeto político", es decir, la unificación con las organizaciones menos militantes que están más cerca y más estrechamente relacionadas con el caído gobierno Prodi y el Partido Democrático.

En cuanto a la Corriente Marxista Internacional, haremos lo que podamos precisamente para promover este principio racional y cristalino en las filas de la izquierda y de Refundación: ¡no más gobiernos con la burguesía!

Un barril de pólvora social

La temporalidad en el empleo ha aumentado continuamente durante la década pasada, además del empeoramiento de las condiciones laborales y el crecimiento descontrolado de las horas extras.

Los resultados más dramáticos de esta situación se han visto en una acería de Turín, propiedad de la multinacional alemana ThyssenKrupp, el 6 y 7 de diciembre de 2007. En un accidente terrible siete trabajadores resultaron seriamente heridos, quemados vivos por una olla de aceite ardiendo. Todos finalmente murieron en las siguientes semanas.

La rabia y furia de la clase obrera turinesa explotó cuando se supo que algunos de estos trabajadores llevaban 12 horas trabajado en el momento del accidente y que la empresa no había adoptado las medidas de seguridad necesarias. Los bomberos encargados de apagar el fuego estaban fuera de servicio. Sin embargo, "alguien" de repente intentó sustituirlos unas horas después del accidente mortal…

Se convocó una huelga general en la ciudad y en la manifestación el ambiente era de furia. Las flores enviadas por la empresa a las familias de las víctimas fueron destrozadas por los trabajadores furiosos.

Para agravar más la posición de ThyssenKrupp, apareció en los diaros un dossier privado escrito por algunos de los directores de la empresa. Contenía un informe con afirmaciones despectivas contra los trabajadores muertos en el accidente y sus colegas. En el dossier se veía que ThyssenKrupp estaba esperando a que se calmara el ambiente para despedir a los trabajadores supervivientes. La excusa sería hacer declaraciones públicas culpando a los compañeros de los muertos de las pobres condiciones de seguridad de la empresa. En el dossier también se quejaban de las "largas tradiciones comunistas" de la ciudad que son "desfavorables para nuestra actividad productiva".

ThyssenKrupp AG es el resultado de la fusión de dos acerías: Thyssen y Krupp. Las tradiciones de Krupp son bastante diferentes a las tradiciones de los trabajadores de Turín, que parecen haber preservado su herencia política. El grupo Krupp fue un seguidor clave del régimen nazi y Alfred Krupp fue condenado a doce años (sólo cumplió ocho) en los juicios de Nurember por la explotación de trabajo esclavo proporcionado por la maquinaria bélica de Hitler.

Incluso, aunque no se han alcanzado estos niveles de horror económico, la situación es muy seria para la clase obrera italiana. El Banco Central ha señalado que desde 2000 a 2006 los salarios italianos en términos reales se han estancado. En el mismo período, según un reciente estudio, los precios para las familias con ingresos más bajos crecieron tres veces más rápido que la tasa oficial de inflación. Esto significa sólo una cosa: los trabajadores han estado explotados estos últimos años a un nivel sin precedentes, pero esta presión tarde o temprano encontrará un canal de expresión en el escenario político.

Vimos movilizaciones importantes de los trabajadores cuando Berlusconi estaba en el poder, pero también en el período reciente. Cuando Refundación y el otro pequeño Partido Comunista convocaron una manifestación nacional para reivindicar una política de izquierda, toda Roma se volvió roja: banderas con la hoz y el martillo por todas partes, demostraban que aún hay miles de militantes comunistas por todo el país, a pesar de la larga serie de traiciones de sus dirigentes.

Lo mismo ocurrió cuando la lucha de los metalúrgicos para la renovación de su acuerdo de negociación colectiva. Cuando los sindicatos han convocado huelgas los trabajadores siempre han estado dispuestos a luchar. Y aún así, la dirección de los sindicatos ha frenado este movimiento.

Esto es sólo un ejemplo del tipo de explosiones que veremos en el futuro. Sólo podemos imaginar el efecto que la actual muestra de la podredumbre de la política y el capitalismo italianos tiene entre las capas más militantes y conscientes del proletariado y la juventud.

La ausencia del factor subjetivo, es decir, una dirección revolucionaria capaz de dar a esta rabia y lucha una expresión política consistente, representa una tarea hercúlea para los marxistas italianos: conectar a las masas con su historia revolucionaria, sus partidos y sindicatos tradicionales, y preparar una alternativa socialista al corrupto capitalismo italiano. Esa es la única alternativa real.