El beso a Jenni Hermoso es la punta del iceberg

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El pasado 20 de agosto millones de personas en todo el mundo pudimos disfrutar de un hito histórico para la Selección Femenina de Fútbol, que culminó con tan merecido triunfo. Sin embargo, esta alegría fue llevada al barro por el beso sin consentimiento que realizó el Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a Jenni Hermoso, una de las jugadoras que se proclamó campeona del mundo, mientras ésta recogía su medalla, y cuyas imágenes han trascendido a todos los niveles tanto nacional como internacionalmente.

Tras lo sucedido, la indignación ha inundado las redes sociales durante días, intensificándose el malestar tras las declaraciones posteriores de Rubiales en la Asamblea General Extraordinaria de la Federación negándose a presentar su dimisión y poniendo toda la responsabilidad en la jugadora, lo que posteriormente ha llevado a su cese e inhabilitación temporal por parte de la FIFA.

La propia Jenni Hermoso manifestó en un comunicado el pasado viernes 25 de agosto, que no sólo fue víctima de una agresión, también fue presionada, ella y su familia, durante el viaje de vuelta desde Australia y durante toda la semana, para que declarara públicamente que el beso fue consentido, lo cual ella ha negado tajantemente.

Desde la federación se llegó incluso a publicar unas declaraciones falseadas en nombre de la futbolista, unas prácticas mafiosas a la altura del historial de este individuo, en el que destacan investigaciones por corrupción, acoso e incluso orgías, lo que nos muestra una foto fija del tipo de troglodita que está al frente de esta estructura que amasa cientos de miles de millones de beneficios al año y en la que las mujeres, hasta hace poco años, han tenido una visibilidad y reconocimiento prácticamente nulos.

“Se acabó”

El fútbol femenino ha alzado la voz de forma unánime a todos los niveles para gritar alto y claro “se acabó”. En el mismo comunicado de Jenni Hermoso deja claro que “actitudes como esta han sido parte del día a día de nuestra selección durante años”. Y es que las mujeres que han dedicado su vida al fútbol profesional, sacrificando su propia vida personal, han tenido que soportar los abusos de poder bajo condiciones de precariedad laboral, que contrastan con las mejores y estratosféricas condiciones de sus homólogos masculinos.

Las futbolistas españolas han tenido que batallar desde hace años para que se las respete y se las trate como deportistas profesionales de primer nivel. Ya en 2015, tras la primera e infructuosa participación mundialista de la selección española de fútbol femenino, las jugadoras se plantaron y consiguieron la destitución del seleccionador que llevaba 27 años en el puesto controlando, vejando, insultando e incluso agrediendo físicamente a las futbolistas de la selección. Según las declaraciones de las propias futbolistas, a la Real Federación Española de Fútbol le interesaba tener a las jugadoras amedrentadas para que no se atrevieran a exigir mejoras.

No fue hasta el año 2019, tras una huelga indefinida en la que demandaban unas mínimas condiciones laborales en cuanto a salarios, jornada laboral, pago del cien por cien del salario cuando se esté de baja, conciliación familiar o vacaciones reguladas, que contaron por primera vez con un convenio colectivo. Y a pesar de ello, a día de hoy, la brecha salarial es enorme con respecto a sus compañeros pues el salario mínimo de estas jugadoras es de 16.000 €/año, frente a los 180.000 €/año de sueldo mínimo que cobran los hombres, y es por ello se encuentran en plenas negociaciones para seguir mejorando sus condiciones laborales a través de la actualización de dicho convenio.

A esto hay que añadir la falta de recursos en medios técnicos, de entrenamiento, de transporte, etc. Sin ir más lejos, hace menos de un año 15 futbolistas enviaron un escrito exigiendo cambios estructurales que sobre todo tenían que ver con la mejora de la profesionalización de la selección a través de la ampliación y mejora del cuerpo técnico. Tras ello se hicieron algunos cambios superficiales pero aún hoy hay 7 jugadoras que no han vuelto a la selección y que no han podido proclamarse campeonas por el hecho de defender sus condiciones laborales.

Es más, en el comunicado de las jugadoras actuales de la selección conjunto con otras jugadoras seleccionadas con anterioridad, dejan claro que se siguen exigiendo estas mejoras y que hasta que los actuales dirigentes de la federación se mantengan en sus puestos no volverán a jugar con la selección.

Pero las enormes diferencias entre futbolistas mujeres y hombres no solo se dan en el Estado Español,  a nivel internacional las futbolistas también  se han tenido que movilizar para mejorar sus condiciones, como es el caso de las futbolistas profesionales en EEUU y Canadá.

“Se acabó” es más que la condena al beso repugnante y abusivo de un autoritario machista haciendo prevalecer su posición dominante y exhibiendo ante millones de personas una especie de derecho de pernada moderno. “Se acabó” es el grito de lucha de las jugadoras profesionales de fútbol por la dignificación de sus condiciones como profesionales de primer nivel.

La industria del fútbol y el silencio de los futbolistas

En los últimos días hemos sido testigos de uno de los mayores bochornos del fútbol español. Fue lamentable ver el viernes a la inmensa mayoría de miembros de la federación, incluyendo a los seleccionadores nacionales, ponerse de pie para aplaudir a Luis Rubiales, verbalizar un discurso asquerosamente machista y con el que justificó una agresión responsabilizando a la víctima.

No debería extrañarnos ni un ápice. Nos encontramos ante una estructura mafiosa común a todo el fútbol internacional. La FIFA, que ante tal escándalo se ha visto obligada a intervenir para apartar a Rubiales, no actúa para defender los intereses de las futbolistas sino para salvaguardar sus propios intereses, ya ha quedado en evidencia que lo que le importan los derechos humanos más básicos como muestra el último mundial disputado en Qatar, cuya sede se consiguió pagando a los directivos de la FIFA por parte del gobierno dictatorial de ese país. El deporte es lo que menos les importa, la única preocupación de estos directivos de la RFEF y la FIFA es el dinero, y con ello pudren todo lo demás.

Si atronador es el grito de las mujeres, igual de fuerte resuena el silencio de sus compañeros futbolistas, salvo honrosas excepciones, como la de Borja Iglesias, Oscar Trejo o Héctor Bellerín. Los supersalarios completamente obscenos convierten a los futbolistas en una capa privilegiada, aislados en su burbuja particular, educados desde adolescentes para no implicarse en temas ajenos al fútbol, en su mayoría desarrollando ideas reaccionarias y un sentimiento de impunidad, que se evidencia en los numerosos casos de violaciones y abusos sexuales que salen a la luz y que van desde un futbolista de primer nivel como Dani Alves hasta clubes más modestos como el Arandina.

Todos los lamentables episodios que estamos viviendo recientemente como el intento de crear la Superliga, los contratos con regímenes dictatoriales en los que no se respeta los derechos humanos más básicos, los casos de corrupción, las agresiones sexuales, etc., son producto de la mercantilización del fútbol. Unos privilegiados que prostituyen un deporte de origen popular y que necesita no la sustitución de sus dirigentes sino la sustitución de estas propias estructuras por asociaciones democráticas y populares, que sirvan al interés general y no al interés de unos pocos.

La doble opresión de las mujeres trabajadoras

El trato discriminatorio que sufren las futbolistas es el mismo, aunque a otro nivel, de las condiciones de desigualdad que vivimos las mujeres de la clase trabajadora en nuestro día a día. También nosotras sufrimos este tipo de actitudes machistas, abusos e incluso agresiones en nuestros puestos de trabajo. Está normalizado que a las mujeres se nos relegue a las posiciones y condiciones más precarias mientras somos obligadas a desarrollar nuestras funciones con igual o mayor diligencia que nuestros compañeros. Situaciones que padecemos y soportamos continuamente por miedo a perder el trabajo, a sufrir coacciones y/o amenazas, a que se nos estigmatice frente al resto de compañeros. De esto va la brecha de género que, además, es funcional para los intereses capitalistas.

La división de la fuerza de trabajo a través de las diferentes condiciones impuestas ayuda a los capitalistas a mantener bajos los salarios de ambos sexos y a mermar nuestra capacidad de lucha como clase obrera. Además, con ella propician a su vez un enfrentamiento en términos de género en el seno de nuestra clase, al igual que lo hacen con aspectos raciales o de procedencia. Todo ayuda a mantener el orden social sobre el que se sustentan las enormes ganancias empresariales. En la base de esta pirámide se encuentran las mujeres de las familias trabajadoras, doblemente oprimidas. En pleno siglo XXI, las mujeres continuamos soportando las actitudes misóginas de nuestros superiores que, además, intentan quitar importancia a un tipo de opresión insertada en todas las esferas sociales.

La agresión de Rubiales a Jenni Hermoso ha levantado la ira social que censura este tipo de actitudes, en el ámbito del fútbol hemos podido escuchar cánticos contra Rubiales y la federación en numerosos encuentros, pero también ha presionado a todo tipo de personalidades destacadas de la política, la cultura, el deporte e incluso los medios de comunicación, que en un primer momento lo transmitieron como “una anécdota” y que posteriormente se han visto obligados a posicionarse en contra de estos hechos. Este movimiento de solidaridad revela que amplios sectores de la clase trabajadora comienzan a responder y a levantar la bandera de la verdadera lucha de clases.

Organizarnos para superar este sistema

Sólo una sociedad libre de explotación barriendo las diferencias de clase eliminará la desigualdad existente entre hombres y mujeres a todos los niveles, también del mundo del deporte, y nos llevará a la verdadera libertad.

Mientras tanto, no podemos mirar para otro lado, debemos acudir a cuantas  movilizaciones se convoquen para exigir la destitución de Rubiales y todos los elementos reaccionarios del mundo del deporte, ante cualquier agresión a cualquier sector oprimido de la sociedad para así aumentar nuestro grado de organización y resistencia.

Llegará la hora en que lo esencial para derribar este injusto sistema vendrá dado por nuestra capacidad para reemplazar toda la injusticia que vemos a nuestro alrededor por un sistema en el que rija el lema “ de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad”.

Únete a nuestra organización, únete a la Corriente Marxista Internacional. El marxismo es la mejor herramienta que tenemos para llevar a término nuestra lucha por el socialismo a nivel mundial.