La crisis política se profundiza como una manifestación clara de los efectos de la crisis capitalista mundial en Argentina. El delicado y frágil equilibrio que sostiene el régimen político se vuelve cada vez más difícil de mantener, lo que se refleja en el aumento del abstencionismo electoral y, en el último mes, en una oleada de movilizaciones y protestas que expresan el malestar general.
Este clima se agrava por el derrumbe del consumo de las familias obreras, especialmente en alimentos, bebidas y medicamentos, a causa de la caída de los salarios, y por el crecimiento del desempleo. En el conurbano bonaerense, la región más poblada del país, la tasa de desocupación alcanzó el 9,7 %, acercándose nuevamente a los dos dígitos. Los datos del INDEC de los primeros meses de este año muestran que la informalidad laboral alcanzó al 42% de los trabajadores, lo que agrava la pobreza entre la clase trabajadora.
Trabajadores del Garrahan y el Posadas sostienen paros, marchas y protestas en Ciudad de Buenos Aires. Los portuarios impulsaron asambleas y movilizaciones en varios puertos del país. Los obreros del calzado luchan contra despidos y por mejoras salariales con cortes y asambleas en fábricas. En los aeropuertos hubo medidas de fuerza por los despidos en la ANAC. En Tucumán, trabajadores de Scania y Topper realizaron paros y protestas por reincorporaciones y mejores condiciones laborales. Obreros de Morvillo marcharon desde Plaza Alsina hasta el Puente Pueyrredón exigiendo respuestas al gobernador Kicillof. Además, trabajadores del transporte, la industria, estatales y movimientos sociales se movilizaron al Ministerio de Desregulación en rechazo al ajuste. A esto se suma una masiva respuesta del movimiento estudiantil y docente, con clases públicas, marchas de antorchas y protestas contra el recorte universitario. Los jubilados tampoco se quedan atrás y llevan su reclamo como todos los miércoles al Congreso y a las calles en distintas provincias, enfrentando la licuación de sus haberes. También se profundizan los cortes de tránsito en Neuquén por el conflicto petrolero y en Córdoba, donde trabajadores de la industria automotriz, textil y del transporte, junto con movimientos sociales y cooperativas, protagonizan cortes para reclamar aumentos salariales, denunciar despidos y exigir políticas contra la pobreza y la desocupación. En Misiones, continúan los cortes de ruta protagonizados por tareferos de la yerba mate.
También vimos a los docentes autoconvocados de Catamarca, que al margen de la burocracia sindical, y con organización desde abajo, lograron tirar abajo el decreto 884 del gobernador Jalil (PJ) en medio de enormes movilizaciones y medidas de lucha.
Esta creciente conflictividad demuestra que la bronca empieza a abrirse camino, pese al freno impuesto por las conducciones sindicales burocratizadas, que solo actúan cuando sienten presión desde las bases o ven amenazados sus privilegios.
La estrategia del imperialismo norteamericano quedó clara tras la primera revisión de metas del acuerdo firmado en abril con el FMI, que Caputo no cumplió: blindar a Milei hasta las elecciones, a como dé lugar, con el objetivo de que luego implemente reformas estructurales que profundicen el ajuste y garanticen, por un lado, los negocios multimillonarios del sector financiero y, por otro, el alineamiento total del país con las políticas económicas, políticas y militares de Trump. Para las patronales, la principal promesa es avanzar con la reforma laboral que esperan ansiosamente.
La proscripción de CFK debe entenderse como parte de este operativo de blindaje, ante el riesgo de que una derrota electoral debilite al gobierno para seguir ejecutando el programa del capital financiero. Pero lejos de quedar fuera del escenario, Cristina sigue funcionando como un último reservorio de gobernabilidad para empresarios, banqueros y terratenientes, dispuestos a recurrir a su autoridad política si el desgaste del gobierno actual pone en riesgo la estabilidad del régimen en su conjunto. Por las dudas, la jueza María Servini, al frente del Juzgado Federal número 1 de Comodoro Py, ya avisó: “No le veo mucho futuro” a la condena.
La fórmula de Milei para ganar las elecciones de medio término se basa en un objetivo central: mantener desacelerada la inflación. Para eso sostiene un dólar artificialmente bajo, aumenta frenéticamente el endeudamiento, ataca los salarios, conserva parte de los subsidios en las tarifas de los servicios y manipula los índices de medición. Sin embargo, enfrenta una situación precaria, en un escenario nacional e internacional cada vez más volátil, que puede hacer estallar en cualquier momento el llamado plan motosierra, que no es otra cosa que ajuste contra la clase trabajadora y bicicleta financiera para los ricos.
Para llevar adelante este plan, los capitalistas que financian y dirigen a Milei se apoyan en la muleta que le dan todos los partidos e instituciones que sostienen la gobernabilidad, difuminando la línea entre oficialistas y opositores. Sin el respaldo del PRO, el radicalismo, los gobernadores del PJ y aliados de La Libertad Avanza como Zamora en Santiago del Estero o Zdero en Chaco, y sin el apoyo de legisladores peronistas de Tucumán, Salta o Catamarca, sumado al rol nefasto de los dirigentes de la CGT que pactan en defensa de sus intereses materiales, nada de esto sería posible.
Los dirigentes kirchneristas, tanto políticos como sindicales, desvían la lucha contra el ajuste hacia elecciones lejanas, permitiendo así que Milei haga el trabajo sucio de descargar la crisis capitalista sobre los hombros de la clase trabajadora. Esto quedó en evidencia con el operativo “Argentina con Cristina”, que, tras una fuerte movilización en Plaza de Mayo replicada en otras ciudades, terminó reduciendo la pelea contra la proscripción a una maniobra electoral del pejotismo.
Mientras tanto, la situación para la clase trabajadora, la juventud y los jubilados se vuelve cada día más insoportable. La dirigencia del kirchnerismo y del peronismo ha demostrado con hechos que no representan una alternativa real para los trabajadores. Tras el fracaso rotundo del macrismo en 2019, el “viejo” Frente de Todos dejó una inflación anual del 211,4 % y un 41,7 % de pobreza, allanando el camino para que un demagogo reaccionario como Milei llegara al gobierno.
El peronismo, en su amplio abanico, se postula ante el FMI y la burguesía como la alternativa para relevar al gobierno de Milei, ante el temor de que la magnitud del ajuste genere condiciones para un recambio. Cristina Kirchner advirtió a la clase dominante: “El modelo de Milei se cae a pedazos” y “El país se encamina hacia un décimo default”. Mientras tanto, el Gobierno busca demostrarles a los capitalistas que no le temblará el pulso para sostener las ganancias de la timba financiera y el rumbo político, sin importar las consecuencias sociales que sufran los trabajadores.
Con este fin, el Ministerio de Seguridad que encabeza Patricia Bullrich acaba de publicar una nueva resolución que amplía significativamente las atribuciones de la Policía Federal Argentina, incluyendo detenciones, allanamientos, requisas discrecionales, uso de armas y tareas de espionaje sobre personas y organizaciones que se opongan o se movilicen contra las políticas del gobierno.
Hace pocas semanas, el ministro de Economía, Luis Caputo, eliminó el requisito de permanencia de 180 días para las inversiones financieras, habilitando aún más el ingreso y, sobre todo, garantizando la puerta de salida a los capitales especulativos. No hace falta retroceder demasiado en el tiempo para saber cómo termina la historia. Entre abril de 2018 y octubre de 2019, durante el gobierno de Macri, esta misma política terminó en una corrida contra el peso y en una fuga de capitales por 45.100 millones de dólares.
Con esta medida, Caputo no resuelve nada. Más bien, deja en evidencia que el principal problema del gobierno es la falta de dólares para sostener su programa económico. Los dólares del FMI no alcanzan, los del colchón no aparecen, la liquidación de los sojeros no es suficiente y la desesperación del gobierno crece. La cuenta corriente de la balanza de pagos, que mide el ingreso y la salida de dólares de la economía, encendió las luces rojas al arrojar un déficit récord de 5.100 millones de dólares en el primer trimestre de 2025, cifra que supera en un 400 % lo previsto por el Ministerio de Economía.
Ni lerdo ni perezoso, JP Morgan, el mayor banco de Wall Street, “recomendó” a sus clientes irse de la Argentina por el riesgo electoral y el “atraso cambiario”. No es un dato menor, teniendo en cuenta que en 2018 fue justamente este mismo banco el que decidió llevarse los dólares a otra parte, dando comienzo a una estampida y a una fuerte crisis cambiaria, que representó un mazazo a las condiciones de vida y trabajo de los de abajo.
La situación está marcada por una inestabilidad generalizada que golpea en todos los frentes. La campaña electoral se desarrolla en medio de una crisis profunda del régimen político y de una fuerte crisis financiera que castiga a la clase trabajadora, que ante la crisis de dirección lucha como puede, pero también sacude a los partidos patronales que se hunden en el desprestigio.
La combinación de la experiencia acumulada por nuestra clase junto con un creciente agotamiento de las ilusiones democráticas en las instituciones y sus políticos prepara el terreno para crisis sociales y políticas de enormes proporciones.
A la reacción, el ajuste y la represión del gobierno y el FMI no los derrotaremos en el parlamento, donde todos los partidos patronales están controlados por los capitalistas para defender sus intereses de clase y su sistema, sino con los métodos de la lucha de clases: asambleas, coordinadoras, huelgas, ocupaciones de lugares de trabajo y movilizaciones masivas.
Construir las fuerzas del comunismo es la tarea del momento.
¡Abajo Milei-Caputo!
¡Fuera el FMI!
¡No al pago de la deuda externa!
¡Que se vayan todos!
¡Que gobiernen los Trabajadores!