Economía británica: reorganizando la cubierta del Titanic

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Theresa May – Policy Exchange/FlickrCuando Boris Johnson, el ministro de exteriores conservador, prometió recientemente “hacer un titánico éxito” del Brexit [la salida británica de la Unión Europea], es poco probable que se diera cuenta en ese momento de lo apta que era la elección de sus palabras. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR), con la tradicional Declaración de Otoño del 25 de noviembre, predice un crecimiento más lento y un agujero de 122 mil millones de libras esterlinas en las finanzas del gobierno como resultado de la futura salida de Gran Bretaña de la UE,  la economía británica se dirige a un iceberg.

Philip Hammond, por su parte, leyendo la Declaración de Otoño por primera vez en su nuevo rol de Canciller de la economía, era como un hombre desesperado reorganizando la cubierta del Titanic. Al final del día, todas las promesas –elevar el ingreso de subsistencia (de 7,20 a 7,50 libras), construir 40,000 viviendas más asequibles y gastar 23 mil millones de libras en innovación e infraestructura para aumentar la productividad– se perdieron en medio de las cifras y pronósticos principales: años de mayor austeridad, alrededor de 100.000 millones de libras esterlinas en préstamos gubernamentales adicionales requeridos, y una reducción acumulada en el crecimiento potencial de 2,4 puntos porcentuales como resultado del Brexit.

Con la economía mundial ya en un estado precario y con otros choques políticos en el horizonte, las medidas declaradas por el Canciller Tory sobre los cambios fiscales y la inversión gubernamental parecían triviales en comparación con el enorme peligro al que se enfrentan los capitanes del capitalismo británico.

La calma antes de la tormenta

Los periódicos burgueses serios elogiaron a Hammond por su discreta interpretación, acompañada por la ausencia de anuncios importantes en estos tiempos de extrema turbulencia, volatilidad e incertidumbre. “Philip Hammond adopta un enfoque sobrio ante el Brexit en Gran Bretaña”, declaró el Financial Times (FT), un portavoz de confianza de la clase capitalista. “Teniendo en cuenta las turbulencias que se avecinan”, dice el FT, “un canciller que exhibe competencia sin grandes extravagancias y apela al sentido común sobre la emoción, es lo que el país necesita”.

“Una Declaración de Otoño post-Brexit que preparó al país para tiempos difíciles: concisa, seria, austera”; “Una estimación sin adornos del daño al crecimiento y a las finanzas públicas que podría causar el Brexit.” Así es como los estrategas del capital evaluaron el discurso de Hammond.

“El señor Hammond no ha prendido fuego al Támesis”, escribe Martin Wolf en el FT, “Ya que eso es lo último que el país necesita. Se ha librado de los objetivos fiscales absurdos de su predecesor y los ha sustituido por otros más realistas. Ha prometido un gasto que incluso podría ayudar a la economía. Ha apostado por la aceptación de los mercados de mayores déficits y deudas. Por encima de todo, tuvo que aceptar la opinión de la OBR de que el Brexit resultaría costoso. Debemos esperar que esto resulte falso. Pero la esperanza no es política. El señor Hammond parece al menos un hombre capaz de hacer frente a las perspectivas más sombrías que tenemos por delante”.

Estas palabras del Financial Times expresan los sentimientos de los que mandan en la sociedad y también de los banqueros, que están contentos de ver a un representante suyo a la cabeza de los grandes negocios y en el timón en estos tiempos de tormenta. Esta tranquilidad se aprecia claramente en la “City” de Londres donde en medio del caos político que ha estallado en Westminster tras el voto del Brexit, se respira calma.

El discurso de Hammond, a su vez, sigue las palabras igualmente tranquilizadoras de la Primera Ministra May a la CBI (la Confederación patronal Británica), de que los Tories defenderían los grandes negocios. Después de meses de lucha partidista y de retórica grandiosa sobre la lucha contra la corrupción corporativa, los nuevos dirigentes conservadores están tratando ahora de enviar un mensaje claro e inequívoco a los capitalistas: May y Hammond serán los estadistas serios y de confianza defensores de los intereses del 1 %.

Un abstemio entre borrachos

Todo el tono de la declaración de Hammond tenía por objeto proporcionar una sombría pero seria evaluación de los riesgos a que se enfrenta el capitalismo británico, sobre todo a raíz del Brexit. “Hay incertidumbre sobre el curso futuro de la política en los EE.UU, incertidumbre sobre el comercio mundial, incertidumbre sobre la tasa de crecimiento de la economía china”, afirmó el Canciller Tory, destacando los peligros para la economía mundial, en defensa de las previsiones de la OBR.

Desafortunadamente para el Canciller y la Primera Ministra, sus colegas euroescépticos en la bancada conservadora no compartieron los elogios ofrecidos a la Declaración de Otoño por la prensa burguesa. Ian Duncan Smith, ex secretario de Trabajo y Pensiones y prominente activista del Brexit, describió las predicciones económicas de la OBR como “otro escenario de desesperación y tristeza total”, afirmando que “lo más importante es que la OBR se ha equivocado en cada pronóstico. Lo ha hecho hasta ahora… en el déficit, en el crecimiento, en los empleos, se ha equivocado bastante en todo”.

Mientras tanto, John Redwood, otro diputado Pro-Brexit Tory, proclamó desafiante que “su previsión de crecimiento del PIB probablemente es demasiado baja, sus pronósticos de endeudamiento son demasiado altos y obtendremos un buen acceso al mercado único una vez que salgamos de la UE”.

“Las sospechas de los expertos se remontan a la antigüedad”, declaró Jacob Rees-Mogg, un infame super-euroescéptico conservador, justificando el escepticismo hacia la nueva Casandra y sus pesimistas profecías. “Los expertos, los adivinos, los astrólogos están todos en la misma categoría”.

Desde la perspectiva de la clase dominante, entonces, Hammond y May son las únicas personas sobrias en (o, más bien, entre) un grupo de borrachos. Mientras todos los capitalistas serios y sus representantes están gritando sobre el inminente acantilado de “Hard Brexit” [un Bréxit duro, NdT] que el país está a punto de experimentar los “Brexiteers” [partidarios del Brexit, NdT] están gritando a sus líderes para ignorar las señales de advertencia, poner el pie en el acelerador y avanzar hacia el abismo.

El callejón sin salida del capitalismo

Con los frenéticos diputados pro-Brexit Tories por un lado, la interferencia del Tribunal Supremo por el otro, y un conjunto de pronósticos erróneos del OBR en sus despachos, la calma de May y Hammond frente a la adversidad puede haber calmado temporalmente los nervios del gran capital. Pero el hecho es que la economía mundial se tambalea, y ninguna cantidad de estoicismo de los principales políticos del gobierno mejorará el pronóstico del paciente moribundo del capitalismo británico.

De hecho, la incertidumbre política derivada de los terremotos del Brexit y de la victoria presidencial de Trump han tenido un claro impacto en la economía del Reino Unido, con el estancamiento de las inversiones privadas, el crecimiento desacelerado y la inflación en alza. Como explicamos en otro artículo, incluso antes de las últimas cifras del OBR, todos los signos ya estaban apuntando hacia otra crisis –no sólo en Gran Bretaña– sino a nivel internacional. Y esto sin hablar de la perspectiva de que todo el proyecto europeo se rompa en pedazos en el próximo período, con el aumento de los partidos anti-UE en Francia e Italia, proporcionando potencialmente el clavo final en el ataúd para la moneda única y el mercado común.

Está claro, pues, que Hammond, May y los Tories no tienen nada que ofrecer a la clase obrera, ni con esta última Declaración de Otoño, ni con su programa más amplio de austeridad y ataques. Si es un Brexit “suave” o “duro”  será poca la diferencia para los trabajadores y los jóvenes, que ya han experimentado años de políticas conservadoras fallidas bajo Cameron y Osborne. Y con años de más recortes insalvables en la trastienda, es evidente que los Tories –y el sistema capitalista senil que defienden– son un callejón sin salida para la gran mayoría de la gente común.

Ha llegado el momento de que el Partido Laborista liderado por Corbyn pase a la ofensiva. Por desgracia, sin embargo, la respuesta de John McDonnell, el canciller del partido en la sombra, a los anuncios de Hammond no coincide con la audacia exigida por la situación, algunos periodistas afirmaron que “incluso los más leales diputados de Corbyn estaban sentados con cara sombría, muchos jugueteando con sus teléfonos cuando [McDonnell] habló”. Corbyn, por su parte, también podría encontrarse en la conferencia de la CBI a principios de esta semana, como en mayo, para tranquilizar a los patrones de Gran Bretaña de que el Partido Laborista trabajaría con las grandes empresas –en un momento en que grandes empresas y sus representantes Blairistas en el grupo parlamentario laborista (PLP) dejan muy claro que no están dispuestos a trabajar con él.

Lo que se requiere es que Corbyn y McDonnell proporcionen un liderazgo combativo contra los Tories y los intereses de clase capitalista que ellos defienden. Esto debe comenzar limpiando los establos del Partido Laborista, barriendo a los diputados Blairistas en el PLP y remplazándolos con verdaderos luchadores de la clase obrera. Unidos junto a Corbyn, y armados con una audaz alternativa a la austeridad conservadora y una propuesta de políticas socialistas, el imparable poder del movimiento obrero podría rápidamente poner al gobierno conservador de rodillas ¡No hay tiempo que perder!