Desafíos frente a las estrategias empresarias de debilitamiento sindical

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Cuarta entrega de los artículos cedidos por Federico Vocos sobre la organización sindical. En esta se abordan algunas ideas para enfrentar los ataques empresariales a la sindicalización. El ejemplo de la Línea 60 de colectivos.

Son contadas las ocasiones en que los trabajadores pueden superar los diferentes obstáculos para contar con una representación sindical de base que surja de un proceso democrático y participativo.

La instauración de una cultura en la que la actividad sindical está mal vista o por lo menos impregnada de desconfianza, trabajadores que sospechan del provecho personal que pudiera sacar el próximo delegado; son situaciones habituales que dificultan una construcción sindical que genere un espacio de encuentro entre los trabajadores y posibilite la defensa de sus derechos desde los lugares de trabajo.

Las empresas saben que la organización sindical de base puede cuestionar en el día a día el objetivo de aumentar sus excedentes. Una de las condiciones posibles para lograr esta finalidad es impedir que los trabajadores logren la estabilidad en sus puestos de trabajo. Por esta razón han logrado que se plasme en la legislación el “periodo de prueba”, las agencias de empleo de trabajo eventual, y también por la vía de los hechos la contratación por tiempo determinado. Con la instauración de estos regímenes, las empresas resuelven sencillamente las cesantías con la falta de “renovación” de los contratos. Cuando los trabajadores son efectivos las patronales destinan cuantiosos recursos, recurriendo a despidos arbitrarios con el sólo objetivo de disciplinar a los trabajadores.

La creatividad empresaria para dividir y debilitar a los trabajadores no se agota en las formas descriptas. Han creado también la figura de “los fuera de convenio”. Mediante esta forma fraudulenta, los trabajadores renuncian a sus derechos laborales y sindicales por lo que dejan de estar contemplados bajo el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) a cambio de alguna mejora transitoria.

Complementariamente para relegar la actividad sindical, las patronales invierten millones para que los trabajadores se pongan la “camiseta” de la empresa. Con diferentes actividades, desde la implementación de los programas de calidad total para mejorar la productividad y disminuir costos, hasta compartir actividades recreativas con la familia, se busca que los trabajadores se identifiquen con sus intereses.

Estas son algunas de las adversidades que los trabajadores se enfrentan diariamente para constituir y/o consolidar su organización gremial. Cuando éstas resultan insuficientes las empresas recurren a otros métodos como son la agresión física o psíquica.

En algunas ocasiones las empresas actúan de forma “preventiva”. Para impedir que se genere o logre consolidar la representación gremial en el lugar de trabajo, amedrentan u hostigan a los nuevos delegados. Recientemente en la fábrica textil -Compañía de Indumentaria Argentina (C.I.A)-, donde más de 300 operarios confeccionan las camisetas de futbol Olympikus para los clubes Racing, Lanús y Argentinos Juniors, los trabajadores eligieron por primera vez sus delegados gremiales. La primera reacción de la empresa fue la de no recibir el petitorio que los trabajadores elaboraron. Allí se planteaba la reivindicación de aspectos básicos como una necesaria recomposición salarial y la mejora de las duras condiciones de trabajo que se viven en la fábrica. Frente a la continuidad del reclamo, la empresa comenzó una escalada de provocaciones, por lo cual los delegados no podían acceder a sus sectores y debían permanecer en un cuarto encerrados custodiados por el personal de seguridad. Como los delegados se resistieron, la firma pretendió suspenderlos -medida que no es legal- y no los dejaba ingresar a la planta.

Tres audiencias en el Ministerio de Trabajo no bastaron para que la empresa dejara de hacer oídos sordos, con lo cual los trabajadores realizaron su primer asamblea en el horario de trabajo. Al día siguiente la empresa despidió a más de 100 trabajadores y aunque en un primer momento todos fueron reincorporados, en los días subsiguientes logró que algunos de los activistas que respaldaban al nuevo cuerpo de delegados no retomaran sus tareas.

Superar estas dificultades es sumamente complejo, en un contexto en el que son contadas las experiencias en las que los trabajadores logran sortear estos obstáculos.

En julio del año pasado poderosos empresarios del transporte (uno de ellos es el Grupo Dota S.A. propietario de más de 50 líneas de colectivos) compraron la línea 60. “La 60” a diferencia de lo que ocurre en otras líneas cuenta con un cuerpo de delegados que lleva adelante una práctica democrática y participativa en la defensa de los derechos de los trabajadores. A partir de este cuerpo de delegados, se ha logrado no sólo la estabilidad laboral, sino que también se ha superado la precarización y la tercerización. Sectores completos que estaban bajo otras razones sociales, se incorporaron al plantel de la empresa, por lo cual al conjunto de los trabajadores les rige un único convenio colectivo de trabajo que les permitió mejorar sensiblemente su salario y sus condiciones de trabajo.

En la empresa ya no se paga por producción, sino que también se respeta la libreta de trabajo. Es decir que a los choferes se les paga por lo que realmente trabajan y no lo que está estipulado para la duración de su recorrido. Esto sólo ocurre en “la 60”.

Claro está que los poderosos empresarios que tomaron la dirección de la empresa se propusieron revertir la situación. Iniciaron su gestión ofreciendo créditos para seducir a los trabajadores y al mismo tiempo endeudarlos con el objetivo de condicionarlos en el futuro ante eventuales medidas de fuerza.

Luego buscaron de forma deliberada desgastar al cuerpo de delegados, resultando intransigentes ante los reclamos por sueldos y vacaciones mal liquidadas. Después de cuatro meses de paciente espera en los que los trabajadores buscaron todos los canales de negociación necesarios para solucionar las demandas, realizaron una contundente medida de fuerza en la que ningún colectivo de la línea realizó su recorrido.

El Ministerio de Trabajo emitió un dictamen en el que intima a la empresa a hacer los pagos correspondientes reconociendo el reclamo de los trabajadores. La empresa no cede en su política e incluso redobla la apuesta; aunque de forma recurrente alega el exceso de trabajadores por unidad han incorporado al plantel de la empresa más de 150 personas.

Varios son choferes de otras empresas del grupo (a los que les paga un sobresueldo); otros también fueron trasladados de otras líneas manteniéndoles las condiciones de su empresa de origen, con lo cual no se les paga como es debido respetando el convenio colectivo de trabajo; pero también se ha podido comprobar que otros son integrantes de “barras bravas”, que mantienen continuamente una actitud de abierta provocación y hostigamiento hacia los trabajadores.

Como ocurre en cada línea de colectivos del mismo grupo empresario, Dota y sus socios implementan una abierta política sindical. En sus empresas no hay representación gremial genuina, sino que imperan diferentes mecanismos que impiden a los trabajadores organizarse democráticamente. Saben que la democracia limita sus ganancias, por lo cual están dispuestos a la adopción de los métodos más brutales para impedirla.

Se trata de un nuevo intento por quebrar una de las experiencias más significativas del movimiento obrero en los últimos años. Los trabajadores de la línea 60 han llevado adelante una práctica unitaria, logrando importantes conquistas y superando grandes adversidades.

En estos momentos se encuentran ante un nuevo desafío al enfrentar esta brutal ofensiva empresaria, con lo cual resulta necesario generar el más amplio arco de solidaridad en la defensa de esta importante construcción sindical, que a diferencia de lo que generalmente pretende instalarse, responde a los intereses de los trabajadores.

Federico Vocos.

Sociólogo, especializado en formación sindical.